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¿Algo paranormal o solo psicología? La ciencia espeluznante detrás de la ouija
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¿Algo paranormal o solo psicología? La ciencia espeluznante detrás de la ouija

Los expertos sugieren que no son los espíritus los que están detrás de los movimientos, pero que la explicación de cómo funciona no es tan sencilla como se podría esperar

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Hay gente que se atreve a jugar a la ouija y otra a la que la simple mención de este invento tan propio de Halloween consigue hacerla temblar. Tiene más de 100 años, y siempre suele ser muy parecida: una tabla de madera cubierta con las letras del alfabeto, los números del 0 al 9 y las palabras "sí", "no" o "adiós". A día de hoy la gente sigue jugando, aunque sea por reírse.

Probablemente ya sabes cómo funciona, pero por si acaso: todos los participantes deben colocar sus manos en el puntero de madera y pedir a los 'espíritus' que respondan a sus preguntas moviendo dicho puntero alrededor del tablero para rastrear las respuestas. Algunos creen que los fantasmas al otro lado son los que guían el puntero, mientras que otros opinan que se trata de pura sugestión o juego. La ciencia sugiere que no son los espíritus precisamente los que están detrás de los movimientos, pero que la explicación de cómo funciona no es tan sencilla como se podría esperar.

La sombra de la ouija es alargada, remontándose a las hermanas Fox que fueron unas médiums famosas en el siglo XIX y pioneras del espiritismo

La sombra de la ouija es alargada, remontándose a las hermanas Fox que fueron unas médiums famosas en el siglo XIX y pioneras del espiritismo. Según informa 'Science Alert', uno de sus métodos más populares para comunicarse con los espíritus implicaba decir el alfabeto en voz alta y escuchar un golpe como respuesta, lo que les permitía deletrear palabras y mensajes, supuestamente de los muertos. El método gustó mucho al público, aunque fue evolucionando con la aparición de nuevas tecnologías como el telégrafo, pues era un poco rudimentario. El tablero de la ouija se desarrolló en 1890 y fue todo un éxito.

Pero a pesar de su temprana popularidad, la tabla ouija cayó en desgracia a principios del siglo XX. Esto se debió en gran parte a que muchos médiums famosos que usaron el dispositivo fueron desacreditados públicamente. Sin embargo, el interés por el espiritismo y la ouija en general se revivió después de la Segunda Guerra Mundial, y continúa hasta el día de hoy.

El interés por el espiritismo y la ouija en general se revivió después de la Segunda Guerra Mundial, y continúa hasta el día de hoy

¿Cómo funcionan? Dejando los fantasmas a un lado, una posible respuesta es el efecto ideomotor. El término ideomotor proviene de ideo (una idea) y motor (actividad muscular), lo que sugiere que nuestros movimientos pueden ser impulsados ​​por nuestros pensamientos. Es decir, se trata de los movimientos que hacen las personas de los que no son conscientes, lo que se conoce como un movimiento subconsciente. Entonces, al usar una tabla ouija, una persona puede mover inconscientemente el tablero, deletreando cosas que solo ella puede saber.

Quienes los rodean también pueden contribuir con su propio movimiento subconsciente, lo que también puede explicar por qué el puntero parece moverse de forma independiente. Este efecto también puede explicar una variedad de otros fenómenos paranormales, incluida la escritura automática y la radiestesia (un tipo de pseudociencia que utiliza una ramita en forma de Y o varillas de metal para encontrar la ubicación de objetos enterrados, como agua o aceite).

Otra explicación, que también está ligada al efecto ideomotor, está relacionada con nuestro sentido de agencia. El sentido de agencia se refiere a nuestra capacidad subjetiva para controlar acciones que influirán en eventos externos. Experimentos con tableros Ouija han demostrado que nuestro sentido de agencia puede ser manipulado, llevándonos a pensar que un espíritu está moviendo el puntero.

Es posible ver que una combinación de factores pueden combinarse para convencer a las personas de que el puntero se está moviendo y los espíritus les están hablando

Se cree que esto se debe a los problemas que enfrenta nuestro cerebro para predecir las consecuencias de los resultados. Cuando nuestras predicciones coinciden con el resultado (por ejemplo, levantas la mesa y la mesa se mueve), sentimos que somos responsables de la acción, pero si sentimos que el resultado real no coincide con la forma en que esperábamos que resultaran las cosas, entonces nuestro sentido de agencia disminuye, y es posible que, en el contexto de una sesión, podamos atribuir este movimiento como proveniente de una fuente externa.

Un tercer factor a considerar es el contagio emocional. Sabemos que los eventos impactantes y altamente emotivos pueden hacer que los testigos cercanos "capten" esas emociones. Se pensó que esto era un factor predominante en los juicios de brujas de Salem y Europa. Entonces, cuando usamos un tablero con otras personas, la emoción del entorno altamente cargado puede hacer que sea más fácil para nosotros comenzar a empatizar con quienes nos rodean. Esto puede hacer que nos demos cuenta de su miedo y ansiedad, lo que hace que sea más probable que pensemos que el puntero se está moviendo por sí solo.

Foto: Escena de 'El doctor Mabuse' (1922).

Entonces, es posible ver que una combinación de factores (el efecto ideomotor, un sentido de agencia manipulado y el contagio emocional) pueden combinarse para convencer a las personas de que el puntero se está moviendo y los espíritus les están hablando. Y, como dicen algunos expertos, el deseo de la población de comunicarse con los muertos tiende a hacerse más popular en las épocas de agitación social y política. Dado el clima social, económico y político actual, incluida la pandemia de COVID-19, la guerra en curso en Ucrania y la crisis del costo de vida, es muy posible que veamos un regreso a las salas de sesiones de espiritismo de la era victoriana, aunque sea en algún sucedáneo como TikTok.

Hay gente que se atreve a jugar a la ouija y otra a la que la simple mención de este invento tan propio de Halloween consigue hacerla temblar. Tiene más de 100 años, y siempre suele ser muy parecida: una tabla de madera cubierta con las letras del alfabeto, los números del 0 al 9 y las palabras "sí", "no" o "adiós". A día de hoy la gente sigue jugando, aunque sea por reírse.

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