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Que un glaciar se derrita también lo afecta a usted y a su entorno

En los últimos 20 años se han perdido 267 gigatoneladas de hielo de los glaciares del mundo. De continuar así, el nivel del mar aumentará hasta ser una amenaza para todos.

  • El nivel del mar se ha incrementado en promedio 3.29 milímetros cada año, dice la OMM. Foto: Sstock
    El nivel del mar se ha incrementado en promedio 3.29 milímetros cada año, dice la OMM. Foto: Sstock
  • Esta fotografía de 2015 muestra a una osa polar en estado de desnutrición que puede ser consecuencia del cambio climático. Foto: Facebook Kerstin Langeberg
    Esta fotografía de 2015 muestra a una osa polar en estado de desnutrición que puede ser consecuencia del cambio climático. Foto: Facebook Kerstin Langeberg
25 de junio de 2021
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En un trozo de hielo más fino que su propio cuerpo reposa un agotado oso polar después de nadar durante nueve días y recorrer una distancia de 687 kilómetros hasta encontrar un pedazo de masa helada que lo soportara. Está visiblemente delgado, su piel cuelga de los huesos y a su pelaje le falta brillo y blancura. Un hecho que quedó registrado en 2011, en el Mar de Beaufort, en el océano Ártico.

Estos animales, que se han convertido en íconos del cambio climático, dependen del hielo marino para sobrevivir. Es allí donde cazan focas, hacen guaridas, cortejan y se aparean.

Un estudio publicado en la revista científica Ecological Applications explica que se están volviendo más delgados y están teniendo menos cachorros y más problemas de salud debido al derretimiento de esta agua sólida, pues esto hace que pasen más tiempo en tierra sin ser capaces de cazar o relacionarse. Terminan dependiendo de sus reservas de grasa corporal que, en periodos prolongados, se agotan y, con ellas, las posibilidades de nuevos embarazos y ejemplares.

Lo del oso del Mar de Beaufort y el de la foto de este artículo, tomada en 2015 en Svalbard, en el Océano Ártico, es común y no es un hecho arbitrario. El pasado 20 de mayo, el mayor iceberg del planeta, de una masa de 4.320 kilómetros cuadrados, se desprendió de la Antártica. Esto no sorprende porque en las últimas dos décadas los glaciares de todo el mundo, 217.175 sin contar Antártida y Groenlandia, han perdido, en promedio, 267 gigatoneladas de hielo, según un estudio publicado en la revista Nature realizado por el Servicio de Monitorización Mundial de Glaciares de la Universidad de Zúrich, Suiza.

De toda la Tierra, el Ártico es la región que más se está calentando, agrega Paola Andrea Arias Gómez, profesora asociada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia.

Si acercamos la problemática al país, Germán Poveda, profesor adscrito al Dep. de Geociencias y Medio Ambiente de la U. Nacional, explica que Colombia perdió, por completo, ocho glaciares tropicales durante el siglo pasado, “quedándonos solo con seis, afectando el suministro de agua en los ecosistemas de alta montaña y la integridad de los ecosistemas de páramo, altamente frágiles y únicos en el mundo”.

Afecta a todos

Los osos no son los únicos perjudicados. El ciclo hídrico, los ecosistemas y todas las especies de fauna y flora están desde ya sufriendo las consecuencias e incluso usted las padecerá.

Esa pérdida de hielo ha sido responsable de 21 % del aumento del nivel del mar, según el mismo estudio de la Universidad de Zúrich, lo que representa unos 0,74 milímetros cada año. Por lo tanto, la geóloga marina y geofísica Ángela María Gómez García, explica que “el calentamiento climático y el ciclo del agua, relacionados con el derretimiento de las masas de hielo, van más allá de perder la disponibilidad de agua para tomar o para la agricultura”.

Se trata de un ciclo que no mejora de la noche a la mañana y que es resultado de las malas prácticas ambientales que, por siglos, han sido ocasionadas por una sola especie: la humana.

Hace falta más de un año

El pasado 2020, con la llegada de la pandemia, muchos consideraron la desaceleración económica una oportunidad para la recuperación ambiental de todo el planeta y esperaban ver cambios positivos para estas fechas.

Pasó lo opuesto: el secretario general de la Organización para las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que el mundo está ahora “al borde del abismo”, a propósito del informe anual que realiza la Organización Meteorológica Mundial, OMM, llamado “El estado del clima mundial 2020”.

Esta fotografía de 2015 muestra a una osa polar en estado de desnutrición que puede ser consecuencia del cambio climático. <b>Foto: Facebook Kerstin Langeberg</b>
Esta fotografía de 2015 muestra a una osa polar en estado de desnutrición que puede ser consecuencia del cambio climático. Foto: Facebook Kerstin Langeberg

La OMM explicó en el documento que aunque las medidas de confinamiento han generado cambios en la composición química de la atmósfera, “la reducción de las emisiones antropogénicas (gases de efecto invernadero derivados de la quema de combustibles fósiles y de la actividad humana) no tendrá un efecto discernible sobre el CO2 atmosférico medio global en 2020, ya que esta reducción será menor o, como mucho, similar a la variabilidad natural de un año a otro”. Han agregado que, en lugar de desacelerar el cambio climático, hubo un doble golpe para algunas poblaciones que no solo se enfrentaron a fenómenos climáticos extremos, sino también a la pandemia.

Sumado a eso, dicen que globalmente el nivel del mar se ha incrementado en promedio 3.29 milímetros cada año, con aumentos considerables en 2020 que solo disminuyeron un poco en el segundo semestre, probablemente a causa de La Niña en el Pacífico tropical, y que hubo récord de tormentas eléctricas, olas de calor, incendios forestales y derretimiento de las capas de hielo.

Según Gómez, la pandemia no fue suficiente para enfriar los océanos y disminuir el derretimiento del hielo porque “la Tierra es un sistema interconectado que no reacciona inmediatamente. Desde principios de siglo venimos inyectando CO2 a la atmósfera y talando bosques de forma acelerada. Son muchos años de estrés y sufrimiento a los que hemos sometido al planeta que no desaparecerán en uno solo”.

Causas y consecuencias

Los glaciares son lugares donde, de forma natural, el agua dulce que está congelada fluye al mar: se derrite en verano y viaja a los océanos en un ciclo que luego se recupera en invierno con, entre otros, la caída de nieve. A causa del calentamiento, este sistema se descompensa y el derretimiento es mayor. Se ocasionan más líneas de flujo por donde sale el agua a mayores cantidades. Esto no solo aumenta el nivel del mar, sino que cambia todo el sistema hidrológico.

Desde los años 80 las temperaturas del aire del Ártico se comenzaron a elevar hasta dos veces más rápido que la media mundial. A causa de una ola de calor prolongada, las temperaturas máximas registradas al norte del círculo polar ártico en Siberia y las temporadas de invierno y verano causaron que, en 2020, el valor mínimo de extensión de hielo allí fuera de 3,74 millones de kilómetros cuadrados, lo que, según registros, ha ocurrido dos veces.

En Groenlandia, por su parte, entre 2019 y 2020 se perdieron cerca de 152 gigatoneladas de capa de hielo. En la Antártida la extensión de agua congelada se mantuvo cerca de la media a largo plazo, pero viene en una tendencia de pérdida de masa desde los años 90, con disminución de entre 175 y 225 gigatoneladas anuales.

Gómez explica que no solo se debe al derretimiento, sino al desprendimiento. “Esto hace al glaciar débil y esos trozos se pierden en el mar. La tendencia es clara: cada vez tenemos menos hielo”. Añade que si se derriten 281 gigatoneladas al año equivaldría a un aumento del nivel del mar global de cerca de 0,8 milímetros anuales.

Aunque las contribuciones de Groenlandia y Antártida son bien conocidas y su deshielo ha sido catalogado como uno de los principales contribuidores a esta problemática, un reciente estudio de 2019 publicado en la revista Earth and Space Science indicó que “la mayor contribución al aumento del nivel del mar en el siglo 20 fue debido a otras fuentes”.

Estas otras causas, explica Gómez, son los glaciares continentales y no las zonas polares, debido a que en los continentes también hay masas de hielo que se están derritiendo a tasas de hasta 73 gigatoneladas por año solo en el archipiélago canadiense, 72 en Alaska y 30 en los Andes del sur, por mencionar algunos. “A medida que derretimos los glaciares aumenta el nivel del mar. No es igual en todos los océanos, pero el promedio llega a 3,3 milímetros por año”, puntualiza Gómez.

Esto no solo se debe al derretimiento, sino a la expansión térmica, que ocurre cuando la temperatura aumenta, el agua se calienta y, por lo tanto, se expande. Esta expansión, sumada al hielo convertido en agua líquida, sube los niveles.

El agua de los glaciares, al ser dulce, cuando llega líquida al mar hace que los océanos sean menos salados, lo que, según Gómez, afecta el cinturón de circulación o great ocean conveyor, que depende de los gradientes de salinidad del agua entre el trópico y los polos. “Si la temperatura y la salinidad disminuyen, debilitamos este cinturón que mezcla el agua del océano, que lleva oxígeno y lo mueve entre zonas profundas y superficiales, y que transporta los nutrientes que son la base de la cadena alimenticia marina. Sin esto, estaríamos todos en peligro, sería un cataclismo”.

Al final, ese mayor iceberg del planeta que se desprendió en mayo de la Antártica y ese cansado oso polar sí lo afectan a usted, aunque esté en la ciudad, alejado del mar.

Unos más afectados que otros

Al igual que los osos polares, en búsqueda de un trozo de hielo lo suficientemente grande y fuerte para soportarlos mientras descansan o se aparean, algunos humanos, en ciertas partes del planeta, deben caminar por horas hasta encontrar un poco de agua que, aunque no deban, puedan consumir.

Otros también recorren kilómetros enteros en búsqueda de un lugar seguro, alejado de las olas, donde logren pasar la noche sin preocuparse por morir ahogados por la inclemencia del mar. El agua, su exceso o su ausencia, tiene la capacidad de impactar a comunidades enteras y los glaciares albergan en ellos el poder de mantener vivos a todos los ecosistemas o de acabar con la vida como se conoce.

Quienes están en zonas de riesgo, sea de inundaciones, sequías, incendios forestales o escasez, tienen un peligro adicional: más pobreza, más desigualdad y la posibilidad de desplazamientos forzados. Andrés Osorio Arias, director del Centro de Excelencia en Ciencias Marinas – CEMarin y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, explicó que con el aumento del nivel del mar, por ejemplo, las poblaciones costeras están en riesgo de inundaciones y erosión, pues pierden la playa.

Dice que no hay distancia estándar y global a la que se pueda recomendar a las poblaciones asentarse, pero que se debe tener en cuenta la cota de inundación, ese “nivel medio del mar histórico, teniendo en cuenta cuando sube por mareas para identificar zonas de posible inundación, altura de las olas y demás”.

Con esa información se puede decidir: “se determina las zonas de protección o resguardo, dependiendo de si es peninsular o continental, puede variar de 200 a 500 metros o más donde no hago actividad ni infraestructura sino solo mantengo el sistema natural de ecosistemas como manglares, que sirven de amortiguador”.

Recomienda que una vez se determine la distancia apropiada, se debe planificar el territorio intentando mantener edificaciones y urbanizaciones altas en la parte más alejada y en la primera línea construcciones amigables, como casas bajas. Finaliza agregando que, si las cosas continúan así, en unos 20 o 30 años muchas personas que viven en estas regiones se convertirán en desplazados climáticos, lo que aumentará la pobreza y la inequidad social, por lo que se debe hacer planificación espacial marina climáticamente inteligente y manejo integrado de zonas costeras, recuperando manglares, pastos marinos, bosques y demás.

21 %
del aumento del nivel del mar global fue causado por la pérdida de glaciares.
267
gigatoneladas de hielo se han perdido en las últimas dos décadas en todo el mundo.

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