Ideas para salir del atolladero

La libertad avanza para los cuatro vivos de siempre y retrocede para casi todos

 

El anarco-capitalismo que Milei pretende imponer al conjunto de nuestra sociedad con motosierra en mano se fundamenta en dos premisas: la primera es que cada individuo, en base a sus propios méritos, es el único responsable de su destino; la segunda es que el bien común no existe y que por tanto el Estado no debe intervenir ni arbitrar en las relaciones sociales y mucho menos en las económicas.

En el análisis reciente del mantra “no hay plata” con el que Milei justifica sus actos se concluye que la finalidad más importante –aunque no la única– de esa gran mentira es la pretensión de eliminar la función fundamental del Estado Nacional como árbitro final de las relaciones sociales en nuestra patria, dejando así la soberanía nacional en manos de las grandes empresas y fondos de inversión. Ni más ni menos.

A la luz de lo actuado en sus primeras semanas de gobierno, interesa analizar las consecuencias de esas premisas anarco-capitalistas, en especial quiénes son beneficiados con los “avances de la libertad” y quiénes están viendo retroceder su propia libertad, así como las falsedades económicas con que se justifican las medidas gubernamentales, y esbozar algunas posibles salidas del atolladero hacia un mejor futuro.

 

¿Para quiénes avanza la libertad?

Está a la vista de todos cómo la inflación provocada por una extraordinaria e innecesaria devaluación del 114,6% está mejorando los beneficios de las grandes empresas, en especial las que detentan un carácter monopólico u oligopólico en los mercados de alimentos y artículos de primera necesidad, así como las que proveen servicios fundamentales de salud, comunicaciones y transporte.

La reciente derogación de 60 resoluciones y disposiciones de la Secretaría de Comercio dependiente de Toto Caputo desmienten cualquier posible falta de intencionalidad o efectos colaterales indeseados de las políticas impuestas por el gobierno de Milei.

En síntesis, estas medidas eliminan mecanismos de defensa de la competencia y, con la finalidad explícita de “profundizar la libertad de mercados”, eliminan todas las regulaciones de precios y la necesidad de informar al gobierno y a los consumidores sus variaciones, el costo de servicios, incluidos los correspondientes a tarjetas de crédito, tasas de interés, seguros, servicios de comunicación, salud y de educación, así como las obligaciones de diversificar la oferta de productos en las góndolas. Entre otras, también se elimina el régimen de Precios Cuidados, los precios máximos para productos de la canasta básica y los mecanismos de contralor estatal sobre las sociedades anónimas.

La liberación a las empresas para que procedan a su antojo no es todo, ya que está complementada con el desarme del Estado Nacional y la entrega de nuestra soberanía que proponen el DNU y la ley ómnibus, que se encuentran bajo examen de la Justicia y en tratamiento por el Congreso Nacional.

Con lo expuesto es suficiente para demostrar que la libertad sólo avanza para los cuatro vivos de siempre.

 

¿Quiénes nos estamos quedando sin libertad?

Los aumentos en los precios de los bienes de consumo masivo, acompañados con la caída del poder adquisitivo del salario y de las jubilaciones, determinan quiénes somos la gran mayoría de los que estamos viendo reducida nuestra libertad. Mayoría que se ve incrementada con el número cada vez mayor de los que se están quedando sin empleo, situación que lleva a su máximo extremo la privación de la libertad.

Según estimaciones, las caídas del consumo de los bienes de primera necesidad en los supermercados para la primera quincena de enero fueron del 12%, mientras que el consumo de combustibles en las bocas de expendio se redujo en un 20%. Los electrodomésticos vieron caer sus ventas a niveles mucho mayores, en el orden del 40% o más.

En contraste, en 2023 el consumo masivo terminó con un resultado positivo: las ventas de supermercados y autoservicios promediaron una mejora del 2,4% interanual.

Estas caídas en el consumo determinan otro integrante del universo de los afectados con una pérdida de su libertad: las empresas que destinan su producción al mercado doméstico sin contar con el salvavida de las exportaciones, en especial las PyMEs y las cooperativas que por este motivo ven amenazada su supervivencia, en especial cuando sus costos productivos dependen en gran medida de insumos difundidos producidos por monopolios u oligopolios que sí cuentan con el salvavida de las exportaciones y que, tomando en cuenta que la escasez de divisas impiden abrir las importaciones de sus productos, no trepidan en establecer para el mercado doméstico precios muy superiores a los internacionales. Algunas estimaciones evalúan esos sobreprecios en un promedio del 40%.

Este panorama llevó Axel Kicillof a catalogar la actual política gubernamental como un liso y llano industricidio, tal como lo puso de manifiesto en un reciente encuentro con un centenar de representantes de organizaciones y cámaras de PyMEs.

 

Las falsedades económicas que nos quieren vender

El gobierno de Milei y sus cómplices del PRO, con Caputo en la cabeza de la economía nacional, pretenden vendernos dos falsedades: la primera, que la recesión conducirá a una reducción de la inflación; la segunda, que el ajuste económico es la única posibilidad de eliminar el déficit fiscal, en tanto exclusivo responsable de la inflación.

La teoría clásica establece que, en condiciones de mercado libre y su autorregulación, cualquier reducción de la demanda tiene su correlato en una baja de los precios; esa ley lisa y llanamente no funciona en nuestro caso: las caídas de las ventas que se vienen verificando están siendo acompañada por niveles inflacionarios del 25% en diciembre y un 25% en enero, aunque el gobierno no duda en calificar que una inflación del 20% sería un éxito rotundo.

La Argentina se ha transformado en un país caro, inclusive en comparación con precios europeos o estadounidenses, mientras que el nivel de los salarios se encuentra entre los más bajos de la región. Prueba de ello es la cuasi desaparición del comercio transfronterizo que se verificaba cuando nuestros precios domésticos resultaban inferiores a los que regían en esos países, aun cuando sus alternativas de abastecimiento eran la importación de extra-zona.

Sin embargo, todo tiene su lógica. Entre las posibles explicaciones a esta irregularidad se encuentra la opción de muchas empresas de exportar todo lo que no se consume localmente, el salvavidas exportador; otra explicación es la opción de muchas empresas de lograr el mismo nivel de beneficios con menor volumen productivo y menores niveles de empleo.

Cualquiera sea la explicación, la expectativa de Milei de reducir la inflación por vía recesiva no se verifica en la realidad. Y no sólo eso: sus expectativas de mantener el apoyo popular al ajuste vienen demostrando patas muy cortas. Lo demuestra el millón de argentinos que se hizo presente en las calles el 24 de enero a lo largo y a lo ancho del país.

La segunda falsedad es que no existe plan B, que sin otra alternativa posible la eliminación del déficit fiscal sólo puede lograrse por medio del ajuste de los gastos gubernamentales, aun a costa de reducir o eliminar las funciones esenciales del propio Estado.

La negativa a considerar la  mejora de los ingresos por vía de una reducción de la enorme informalidad que históricamente demuestra nuestro país confirma el hecho de que nos encontramos en un gobierno de los ricos, que en su incapacidad de ver más allá de sus narices, sólo piensa en sus propios y exclusivos intereses.

Si bien los grandes promedios ocultan la situación de los más débiles, parece interesante mostrar los cambios en las perspectivas económicas que el FMI estimó para nuestro país en sus informes de octubre 2023 y de enero 2024: pasamos de una proyección de crecimiento anual del 2,8% en octubre pasado a una proyección de decrecimiento económico anual de -2,8% en este mes de enero. La brutal caída del 5,6% sólo puede atribuirse a las políticas implementadas por el actual gobierno.

La obcecación de Milei y sus ministros en su negativa a dejar la motosierra de lado y explorar otros caminos que le permitan generar consensos y dotar de gobernabilidad a su propia gestión hacen pensar en la posibilidad de que su gobierno no llegue a buen término.

 

Hacia un mejor futuro

El camino hacia el futuro se compone de una gran cantidad de pasos sucesivos, muchos de los cuales no pueden saltearse. Posiblemente el primer e ineludible paso sea hacer carne propia el hecho de que Milei no nos ganó las elecciones: nosotros las perdimos; en segundo lugar, tenemos que entender en profundidad las razones de nuestro fracaso, que no estriban en lo mucho que nuestro gobierno hizo bien, sino en lo poco que hizo mal y muy especialmente en lo que no hizo, incumpliendo el contrato electoral de comenzar por los que menos tienen.

Un tercer paso ineludible es el mantenimiento de nuestra unidad y, a partir de la misma, proceder a la necesaria actualización de nuestra doctrina, según los tiempos que corren pero manteniendo vigentes nuestras banderas históricas de justicia social, libertad económica y soberanía política, con Memoria, Verdad y Justicia; y a partir de esa actualización reconstruir de abajo hacia arriba los liderazgos perdidos.

Esa reconstrucción tendremos que llevarla a cabo mediante la elaboración de propuestas para recuperar la credibilidad perdida, su debate y la generación de consensos sobre a dónde y cómo queremos y propondremos llegar al conjunto de nuestros compatriotas.

Para que esto no quede en un conjunto de buenas intenciones, agrego un punteo de algunas propuestas que entiendo tendremos que trabajar y consensuar:

  • Eliminar el déficit fiscal. Para lograrlo es posible combinar una firme reducción de la informalidad económica, haciendo que el déficit lo paguen principalmente quienes tienen la obligación y la capacidad de pagarlo, junto con la reducción de algunos gastos innecesarios; creo que al respecto está demostrada la existencia de un consenso social de esa necesidad.
  • Terminar de una vez y para siempre con el yugo que nos impone el endeudamiento externo y que limita el real ejercicio de nuestra soberanía. En condiciones más difíciles que las actuales, Néstor Kirchner demostró que es posible liberarnos de los condicionamientos del FMI.
  • Establecer políticas de desarrollo productivo y de desarrollo científico y tecnológico que privilegien el agregado de valor, la industrialización de nuestros recursos naturales y la generación de empleos de calidad en una fuerte alianza estratégica con las PyMEs, las cooperativas, los actores de la economía popular y los trabajadores. La convocatoria a un congreso de la Producción y el Trabajo puede ser un punto de partida importante para lograr esa definición.
  • Dar batalla a la inflación, en especial la que afecta al precio de los alimentos y productos de primera necesidad; la alianza estratégica arriba señalada tiene que ser parte fundamental de ese combate.
  • Desarrollar políticas culturales que impulsen la creación artística y las industrias del cine, el teatro, la música y las editoriales.

Concluyo con mi deseo de que estas y otras propuestas sirvan para construir un futuro acorde con las potencialidades de nuestro país, uno de los más ricos del mundo, tanto por la disponibilidad de inmensos recursos naturales en materia agroforestal y pesquera como de sus recursos hidro-carburíferos, energéticos y minerales, el litio incluido, la disponibilidad de agua dulce, la diversidad de climas y fundamentalmente por las capacidades de nuestra gente, su nivel educativo, y por la riqueza y diversidad de la cultura que hemos sido capaces de construir.

 

 

 

 

* Como siempre, mucho agradeceré cualquier comentario o aporte que hagan llegar a mi correo [email protected]

 

 

 

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