¿ERES UN TACAÑO EMOCIONAL?

|

Seguramente has sentido un impulso inmediato a contestar “no” a esta pregunta. Pero te invito a reflexionar sobre este tema, para que puedas ser más consciente en tu respuesta.


Todos conocemos el concepto de avaricia, pero se va desdibujando cuando nos referimos a la avaricia emocional. Ya que no se trata de una avaricia entendida como egoísmo, sino más bien como la actitud de retener o de no dar (de forma consciente o inconsciente).


Erich Fromm describió la avaricia como “un pozo sin fondo que agota a la persona en un esfuerzo interminable de satisfacer su necesidad sin alcanzar nunca la satisfacción…” 


Pero, como sucede con todas las emociones y sentimientos, la avaricia emocional tiene también dos caras de una misma moneda:



La cara negativa es la más conocida y desde luego goza de poca popularidad (se han escrito muchos cuentos y es considerada por las religiones como un pecado o un error en la búsqueda de la felicidad). Si por educación hemos puesto foco en la necesidad de “tener” a nivel material buscando la seguridad, nuestra mente suele extrapolarlo a nivel emocional y asociamos el dar con perder (a nivel material y emocional).



Entonces, cuanto menos amor sientes que recibes, menos amor das, es una forma de defensa y supervivencia. Y esto se traduce en no entregarse del todo a los demás, en no involucrarse emocionalmente, incluso en aislamiento social. Y lo que es peor, puede llevarnos a la desconexión emocional con uno mismo. Retirándose emocionalmente ante cualquier contacto que considere demasiado expuesto.


Cuando esto ocurre, la persona siente un “vacío emocional” y una necesidad imperiosa de llenarlo con conocimientos, libros, etc. Con comportamientos distantes, solitarios, con poca energía y a veces de forma muy “fría”, con dificultades para pasar a la acción y para conectar en profundidad con los demás.  Se vuelve un “tacaño emocional”, seguro que conoces a alguno…


La cara positiva es menos conocida, pero la avaricia emocional tiene una gran utilidad (si sabemos gestionarla bien) y la necesitamos porque es la que hace plantearnos si tenemos poco o mucho en nuestra vida (a nivel emocional): amor, aceptación, amistad, afecto, reconocimiento, etc. Nos ayuda a mantener nuestro equilibrio emocional y es la que ha permitido un auténtico avance de la especie humana, cuando la orientamos hacia una ambición sana.


¿Dónde está la clave para gestionar bien nuestra avaricia emocional?


En cultivar la generosidad y el desapego. En importante comprender que después de dar, normalmente esperamos algo a cambio, aunque solamente sea un poco de reconocimiento o afecto. Y en este aspecto es donde debemos esforzarnos por establecer un equilibrio “sano”: no dejarnos arrastrar por esta necesidad de recibir algo a cambio siempre y centrarnos, en algunos aspectos de nuestra vida, en la generosidad y en el desapego.


Prueba a hacer un acto generoso y ¡agradécelo a ti mismo! No te cierres ni a dar, ni a recibir.



Y después de todo, ¿eres un tacaño emocional o no?


Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

Comentarios