Santa Cruz de Tenerife: la ciudad de los castillos que miran al Atlántico

Pocas ciudades de España pueden presumir de tener cuatro castillos en su centro. Descubrimos estas fortalezas y otras huellas históricas de la ciudad más importante de Tenerife

El castillo de San Juan Bautista con la cúpula del Auditorio de Tenerife al fondo. Foto Turismo Islas Canarias

Muchas localidades del centro y el litoral mediterráneo tienen un castillo que fue la génesis del antiguo poblado, sea de raíces musulmanas o cristianas. A lo sumo, algunas ciudades más grandes o de mayor valor estratégico contaron con dos fortalezas.

Pero el caso de Santa Cruz de Tenerife tiene pocos parámetros de comparación, con nada menos que cuatro fortificaciones para protegerla.

Estos cuatro castillos son los de San Juan, San Cristóbal, el de San Andrés y el de Paso Alto. Por lo general están cerrados al público, pero gracias a las visitas guiadas que organiza Museos de Tenerife los primeros sábados de cada mes se pueden descubrir sus secretos.

De todas formas, vamos a conocerlos.

San Cristóbal

Este castillo, construido entre 1573 y 1575, fue el principal baluarte de defensa de la ciudad ante los ataques de los piratas.

Su diseño corresponde con el concepto tradicional de la arquitectura militar del s.XVI, con una planta cuadrada con torreones en cada esquina con forma de punta de diamante.

Una de las terrazas con cañones, construida más tarde, fue clave en la defensa de Santa Cruz contra el ataque del almirante inglés Horatio Nelson.

Exposición en el castillo de San Cristóbal. Foto Turismo de Islas Canarias

Todos los castillos de Santa Cruz protegieron a la ciudad del ataque de la flota inglesa liderada por Horatio Nelson en 1797

Demolido en 1929 para abrir el paso a la entrada de la ciudad, es posible conocer uno de sus sillares a través de un acceso subterráneo que llega desde la Plaza de España.

Castillo de San Juan Bautista

Este es el mejor conservado de las cuatro fortalezas santacruceras. El castillo de San Juan Bautista también es conocido como el Castillo Negro. Y no por su aspecto sombrío y sus piedras volcánicas oscuras, sino porque fue construido entre 1641 y 1643 en la denominada Caleta de los Negros.

Levantado gracias a la contribución (obligatoria) de los vecinos, su presencia sirvió para defender la costa sur de la ciudad.

Ubicado cerca del Parque Marítimo, presenta una torre circular con parapetos con troneras, dotado de dos locales para colocar piezas de artillería.

El castillo también fue protagonista de la defensa de Santa Cruz en el intento de invasión de la flota inglesa, episodio que se recuerda cada verano en la Recreación de la Gesta del 25 de julio.

Acceso al castillo de San Juan. Foto Turismo de Islas Canarias

Castillo de San Andrés

Otro de los protagonistas de aquel choque bélico de 1797 entre España e Inglaterra fue el Castillo de San Andrés, que más bien era una torre de defensa.

Construido en 1706, se encuentra en la desembocadura de los barrancos de Las Huertas y Cercados.

Castillo de Paso Alto. Foto Koppchen – Wikipedia

Pero los temporales, las crecidas y otros eventos lo han condenado a una lenta destrucción. Dejó de ser usado como fortaleza en 1878 y actualmente está derruido.

El ‘milagro’ del Santo Cristo de Paso Alto llevó a que esta figura religiosa, antes ubicada en ese castillo, sea objeto de devoción en Santa Cruz

Castillo de Paso Alto

No esperen ver altos muros ni almenas: este castillo nació como una batería de cañones a finales del s.XVI y entre 1670 y 1672 fue reformado al diseño actual.

Ubicado entre la Escuela de Técnica de la Universidad de La Laguna y el Club Deportivo Militar, su importancia estratégica era que estaba en el punto en que las corrientes y los vientos obligaban a los barcos a navegar cerca de la costa, con lo que estaba a tiro de sus dos plataformas de cañones.

Los restos del castillo de San Andrés. Foto Defisch – Wikipedia

Antiguamente contaba con dos plantas, y ahora se puede pasear por la explanada de su terraza.

Cuenta la leyenda que la flota de Nelson bombardeó al castillo con 41 cañonazos, pero ninguna dio en el blanco. La excepción fue una bala que cayó en la capilla del Santo Cristo de Palo Alto pero que no explotó, lo que fue considerado como un milagro.

Desde esa fecha se creó un culto de devoción muy popular en Santa Cruz de Tenerife, que se revela cada septiembre cuando una romería llega para venerar a esta figura religiosa en su actual emplazamiento, en el Museo Histórico Militar de Canarias, en el Fuerte de Almeyda.

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