¿Estuvo Judas “Predestinado” a Traicionar a Cristo?

Pregunta:

“¿Estuvo Judas Iscariote predestinado a perderse? Si no es así, ¿cómo se puede explicar los siguientes pasajes: Mateo 26:25; Juan 13:27-30; 17:11-12; Salmos 41:9; Hechos 1:16?”.

Respuesta:

No. Judas no estuvo “predestinado” a perderse. Se puede explicar fácilmente los pasajes listados anteriormente sin recurrir al entendimiento calvinista de la predestinación que no tiene fundamento escritural.

¿Fue la pregunta de Judas, “¿Soy yo, Maestro?”, sincera?

Según Mateo 26:20et.seq., durante el transcurso de la cena de la Pascua Cristo informó a los discípulos que uno de ellos Le traicionaría. Cada uno de ellos comenzó a preguntar al Salvador: “¿Soy yo, Señor?”. Es interesante que cada uno investigara las profundidades de su alma, pensando si pudiera ser el culpable.

Judas también hizo la misma pregunta: “¿Soy yo, Maestro?”. [Note el cambio en la manera de dirigirse a Jesús]. El Señor respondió (tal vez casi susurrando): “Tú lo has dicho” (vs. 25). Esta fue una respuesta afirmativa equivalente a: “Sí, tú eres el traidor”.

¿Pero implicaba la pregunta de Judas que él no sabía que era el que traicionaría al Señor? Absolutamente no. Él ya había hecho arreglos con los principales sacerdotes para entregarles a Cristo (Mateo 26:14-16; Marcos 14:10-11; Lucas 22:3-6). Se debe concluir que la pregunta del traidor fue insincera—una simple repetición de lo que los otros apóstoles habían preguntado.

¿Fue Judas un títere impotente?

Algunos sugieren que Judas fue un títere impotente, y que no pudo resistir la invasión de Satanás en su vida. Esto no es cierto, como también Judas reconoció. Él nunca alegó: “No pude evitarlo; ¡Satanás me forzó a hacerlo!”. En cambio, confesó: “Yo he pecado entregando sangre inocente” (Mateo 27:4). ¡Es algo completamente extraño que el hombre moderno, quien vive algo de 20 siglos después del evento, profese saber más en cuanto a la situación que el mismo culpable!

¿Cómo fue la traición de Judas un cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento?

Pero ¿qué quiso decir el Señor cuando declaró que Judas pereció “para que la Escritura se cumpliese” (Juan 17:12; cf. 13:18)? Es muy probable que la “escritura” aludida sea el Salmo 41:9. Allí el escritor sagrado (probablemente David) hizo referencia principalmente a alguien que le traicionó. Él escribió: “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar”.

Es interesante que cuando el Señor citó este pasaje, omitió “en quien yo confiaba” (Juan 13:18), ya que Él “sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Juan 6:64). El Señor nunca confió en Judas. Por tanto, la profecía tiene una aplicación primaria (personal) y secundaria (cristológica). Se debe considerar Hechos 1:16 teniendo en cuenta esto.

Conocimiento anticipado, no predestinación.

Otro hecho importante que se debe reconocer es que el conocimiento anticipado no demanda predestinación. Dios supo anticipadamente que Judas traicionaría a Su Hijo al ejercer su libre albedrío. Por ende, estos pasajes reflejan la presciencia del Cielo, no una acción predeterminada sobre la cual el traidor no tuviera control. Incluso el erudito presbiterano, Albert Barnes, escribió lo siguiente al comentar sobre Juan 13:18: “Esto no significa que se forzó a Judas para que las Escrituras se cumplieran” (1954, p. 320).

Se ve una ilustración adicional de este principio en el hecho de que Cristo fue entregado a muerte por el consejo determinado y “anticipado conocimiento” de Dios (Hechos 2:23), pero también se consideró responsables a los que estuvieron involucrados en la crucifixión del Salvador (vs. 23b; cf. vss. 36-38).

La justificación frecuente, “No puedo evitarlo; fui predestinado a hacerlo”, es una noción falsa, pero lamentablemente tiene aceptación abierta en el mundo moderno que busca escapar a su responsabilidad personal. Las Escrituras enseñan que los hombres darán cuenta en el Día del Juicio por su propia conducta (Romanos 14:12; 2 Corintios 5:10)—no por alguna acción que Dios haya impuesto. Tal idea es una afrenta al Todopoderoso.

Referencia

Barnes, Albert (1954), Notas sobre Lucas y Juan [Notes on Luke and John] (Grand Rapids, MI: Baker).