Rutas de senderismo

Camino de San Diego, en Almensilla

  • Ruta muy sencilla de unos 12 kilómetros sobre un terreno muy llano hasta la ermita del patrón de esta localidad.

  • Las fotos de la ruta

Nuestro objetivo es la ermita de San Diego, en las afueras de Almensilla.

Nuestro objetivo es la ermita de San Diego, en las afueras de Almensilla. / Emilio J. de los Santos

El Camino de San Diego es una ruta circular que va y vuelve a la ermita del patrón de Almensilla. El recorrido es bastante sencillo, avanzando siempre por un terreno llano y sin dificultades. Olivares, zonas de matorral y hasta tramos de dehesa y pinar aguardan al senderista en los 12 kilómetros de trayecto. No está marcado, pero no presenta dificultades si se tienen en cuenta varias referencias.

Comenzamos en la calle Calvario, junto al edificio multiusos de Almensilla. Caminamos de frente hasta la Plaza de la Iglesia, donde están el Ayuntamiento y la Iglesia de Nuestra Señora de la Antigua. Al fondo, a la derecha, subimos hasta la calle Aire, que nos acabará dejando en una glorieta a las afueras del municipio. Por uno de los pasos de peatón cruzamos la A-8052 y enfilamos la calle La Isla (a la derecha del bar). Pronto dejamos atrás las casas y nos metemos entre olivos por la Vereda de Aznalcázar, en dirección a la Dehesa de Puñana. Vamos a avanzar por una zona de tránsito en las romerías de San Diego o del Rocío. 

Plaza de la Iglesia de Almensilla. Plaza de la Iglesia de Almensilla.

Plaza de la Iglesia de Almensilla. / Emilio J. de los Santos

Caminamos por el carril de tierra sin desviarnos durante un kilómetro aproximadamente hasta dar con una intersección. Doblamos a la derecha. No tiene pérdida porque tanto enfrente como a la izquierda hay cancelas. Andamos unos metros más y, en el siguiente cruce, giramos a la izquierda. El camino que viene de frente será por el que regresaremos después.

Tras un kilómetro, volvemos a virar a la izquierda en ángulo recto y seguimos el límite del olivar hasta dar con un paraje, limítrofe con la dehesa, muy diferente y que supone un respiro tras tanto campo de cultivo de secano.

El terreno en algunos tramos es de arena fina. El terreno en algunos tramos es de arena fina.

El terreno en algunos tramos es de arena fina. / Emilio J. de los Santos

Damos con otra intersección. De los tres caminos que veremos, elegimos el del medio, que se adentra en la Cañada del Juncal. El terreno sobre el que pisamos cambia, pasando a ser de arena fina. Vamos recto unos 500 metros hasta una nueva intersección.

El Pilón del Juncal. El Pilón del Juncal.

El Pilón del Juncal. / Emilio J. de los Santos

Veremos el Pilón del Juncal junto a un paso canadiense que debemos superar. Andamos unos 600 metros antes de girar de nuevo a la izquierda. Nos aproximamos al monte Martel, una zona de interés medioambiental con un paisaje mediterráneo de matorral, pino y eucalipto (aunque muchos han sido talados). Cuando veamos las ruinas de unos edificios, doblamos a la derecha justo antes de llegar a ellas. Así comenzamos una suave subida. En el primer cruce de caminos, otra vez a la derecha. En una recta posterior, donde veremos dos barcas azules en los laterales, no nos desviamos del sendero hasta toparnos con una intersección en T. Volvemos a tomar la derecha. Efectivamente, estamos dando una vuelta muy tonta... ¡todo sea por hacer un poco más de distancia! El recorrido que describimos en esta parte es un cuadrado perfecto de unos dos kilómetros. Deshacemos lo andado hasta volver al pilón de antes. Justo después de esta referencia, viramos a la izquierda por la Vereda de Coria del Río.

La Vereda de Coria y el inicio de la Dehesa de Puñana. La Vereda de Coria y el inicio de la Dehesa de Puñana.

La Vereda de Coria y el inicio de la Dehesa de Puñana. / Emilio J. de los Santos

La cosa mejora mucho en esta zona. Poco a poco iremos internándonos en la Dehesa Puñana. En un tramo de un kilómetro aproximadamente, el sendero se desdobla en varias ocasiones, pero no hay de qué preocuparse ya que siempre se acaba llegando al mismo sitio. Pasada todo esto, volvemos a ir junto a otro olivar hasta que finalmente se alcanza un pequeño pero agradable pinar. Aquí se encuentra la ermita de San Diego.

Gran parte del camino que hemos andado es el recorrido de las romerías de Almensilla. El primer domingo de mayo se lleva el santo desde aquí hasta la Iglesia de Nuestra Señora de la Antigua, en el municipio, y el primer domingo de octubre lo traen de vuelta. El templo es de estilo contemporáneo. Empezó a construirse en 1967 y, como curiosidad, sus dos campanas se llaman Diego y Lutgarda.

Pinar de San Diego. La ermita está tras estos árboles. Pinar de San Diego. La ermita está tras estos árboles.

Pinar de San Diego. La ermita está tras estos árboles. / Emilio J. de los Santos

El retorno desde el pinar puede ser lo más pesado de esta ruta. Siguiendo el caminito junto a la ermita, se acaba llegando a una pista más ancha que delimita la arboleda. Seguiremos este carril unos 500 metros hasta conectar con otro más aún más amplio: es el Camino de El Romeral. Doblamos a la derecha y ya, siempre entre olivos, avanzamos sin desviarnos. A los dos kilómetros, alcanzamos una bifurcación. Ahora tomamos la derecha por el perímetro de la Hacienda San Antonio. Un poco más adelante conectamos con el camino de ida. En la intersección de la cancelas, vamos ahora a la izquierda y ya todo nos resultará muy familiar. Deshacemos lo andado hasta volver a Almensilla.

El retorno va casi siempre entre olivares. El retorno va casi siempre entre olivares.

El retorno va casi siempre entre olivares. / Emilio J. de los Santos

Lo dicho, es una ruta muy sencilla, sin cuestas y con un paisaje que presenta cierta variedad en su primera mitad. El final es algo más pesado ya que el olivar se nos puede hacer monótono. Eso sí mucho cuidado si hace calor, ya que no es un recorrido con mucha sombra.

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