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Cultura

Teatro del Velador muestra en Santa Clara su faceta "más gamberra"

  • La compañía representa hasta final de este mes 'El rey Perico y la dama tuerta', un divertimento de Diego Velázquez del Puerco

Tras su estreno hace ya dos veranos en el Festival de Teatro Clásico de Almagro y una gira en la que las excelentes críticas se han rendido a los encantos de este divertimento, El rey Perico y la dama tuerta, de Teatro del Velador, se instala -desde mañana hasta el día 30- durante un mes en el Espacio Santa Clara. El director Juan Dolores Caballero, que recuperó con éxito otros clásicos como La cárcel de Sevilla, de autor anónimo, Las Gracias Mohosas, de Feliciana Enríquez de Guzmán, o El invisible príncipe del baúl, de Álvaro Cubillo, rescata aquí una comedia de Diego Velázquez del Puerco que encontró gracias a una recopilación de la Universidad de Navarra, un texto cuyo espíritu insolente e ingenio desbordado le cautivó. "Se desconoce mucho el teatro burlesco que tenemos, y hay verdaderas obras maravillosas que no se han hecho nunca", señala el granadino ante una pieza que refleja la subversión de los valores que proponían unas creaciones "absolutamente locas, disparatadas, que echan por la borda toda la moral de la época".

El rey Perico y la dama tuerta, que ya se vio en Sevilla, precisamente en el Espacio Santa Clara, "aunque esta vez vamos a trabajar con el patio, que es un aliciente más", apunta Caballero, incorpora dentro de su comicidad desatada y excéntrica una denuncia de la falta de libertad que sufría la mujer. Un monarca (Manuel Solano) quiere casar a su hija para que su reino tenga un heredero... pero doña Estangurria (Eva Rubio) no se muestra muy por la labor. "Ella decide que no quiere casarse, que no quiere tener hijos, quiere hacer de su capa un sayo. Su padre intenta que siga su sangre en el trono, pero ella tiene el valor de decirle que no, que eso no le importa", resume el director.

Caballero, que viene de triunfar en Mérida con Las ranas, de Aristófanes, reivindica que "los clásicos tuvieron su época, y hay que acercarlos a nuestro momento histórico: sin traicionarlos demasiado, sí hay que actualizarlos, a nivel ideológico, de sentimentalidad". Pero ese traslado, matiza, "no significa hacer algo moderno. Se trata de buscar dentro del propio texto la sentimentalidad actual y llevarlo hasta eso". Del material original servido por Velázquez del Puerco se ha suprimido un personaje, el de la criada, lo que ha permitido la licencia de transformar al rey en homosexual. "En la obra había tres parejas, una de ellas formada por el criado y la criada; el rey quedaría libre. Se me ocurrió darle a él el papel de la criada, que se enamorara del criado, y resultó que funcionaba. De modo que el rey cumple dos funciones: la de rey, y la de enamorado", adelanta el director.

Con este espectáculo, Juan Dolores Caballero, El Chino, sigue manteniendo esa singular estética donde cohabitan el feísmo y la poesía, la extravagancia y la emoción, los mismos rasgos que constituyen una de las improntas más identificables, y celebradas, de la escena andaluza, pero el director cree que El rey Perico... supone la constatación de cierto cambio en su perspectiva. "Ahora estoy más gamberro, mucho más cercano", reconoce. "Antes estaba más críptico y mucho más pesimista. Montajes como El recreo, El patio, La noche... se movían por un mundo más oscuro. Mantengo los mismos elementos, pero hay un escape hacia lo divertido, aunque por debajo sigue existiendo cierta tendencia a la tristeza", explica un director que aquí vuelve a rodearse de su equipo habitual, unos intérpretes que en sus manos alcanzan el estado de gracia. "Es una manera de crear estilo. Si cambias de actores cada día, ni ellos te conocen ni tú los conoces, y así", concluye, "es mucho más complicada la comunicación y la comunión".

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