Nacido en Vitoria pero afincado en Pamplona desde su juventud, fue profesor habitual en cursos y talleres
C UANDO a finales de los años setenta muchos fotógrafos comenzábamos la andadura en el mundo de la imagen, Koldo ya estaba de regreso. Si era un sueño el que pudiéramos publicar en las revistas Geo o National Geographic, trabajar con maestros como Ansel Adams o Brassaï, o incluir alguna de nuestras imágenes en museos y colecciones privadas, ese sueño Koldo ya lo había hecho realidad.
Koldo Chamorro era un hombre carismático para todos los fotógrafos que le conocimos. La magia que imprimía a sus narraciones hacía que siguiéramos ensimismados cualquier explicación en torno al cómo y al porqué de sus imágenes, para llegar a concluir, siempre, que la fotografía para Koldo no era un capricho, una banalidad, sino algo que exigía un posicionamiento ético frente a la vida.
Escritor, profesor, pero ante todo fotógrafo, Koldo Chamorro se acercaba a los escenarios de sus creaciones con honestidad y humildad. "Nuestras pequeñas ideas torpes", afirmaba, "no se pueden expresar en mayúsculas". Su trabajo riguroso y constante, sin embargo, ha hecho que queden para siempre, como aporte a la construcción de un nuevo lenguaje en la fotografía documental española, ensayos como España Mágica, El Santo Cristo Ibérico, Los Sanfermines o Sueltos de amor y otras carnes, así como poemas visuales como La Violación Cósmica, Pubis pro Nobis, y El Kapote.
Recuerdo como si fuera ayer, y ya han pasado casi treinta años, cuando acompañamos a Koldo a las cuevas de Zugarramurdi. Había recibido el encargo de ilustrar un tema sobre brujería y Koldo, tenaz y profesional como pocos, había conseguido que le prestaran por unas horas un enorme macho cabrío. A duras penas logramos introducir al animal en el interior de una de las cavidades, y con mayor paciencia el que permaneciera inmóvil sobre un promontorio. Nunca llegué a ver el resultado. Fue suficiente con que Koldo nos describiera cada uno de los detalles de la imagen para que tuviéramos la certeza de que la fotografía era magistral. Koldo, una vez más, nos había hecho soñar.
Diariodenavarra.es no se responsabiliza ni comparte necesariamente las ideas o manifestaciones depositadas en las opiniones por sus lectores La discrepancia y la disparidad de puntos de vista serán siempre bienvenidos mientras no ataquen, amenacen o insulten a una persona, empresa, institución o colectivo, revelen información privada de los mismos, incluyan publicidad comercial o autopromoción y contengan obscenidades u otros contenidos de mal gusto.
Diariodenavarra.es se reserva el derecho a decidir las noticias que admiten comentarios de los lectores.
Atención: Tu petición no ha sido procesada correctamente. Comprueba que has rellenado todos los campos obligatorios correctamente y vuelve a intentarlo.
(*) Todas las opiniones que tengan rellenados estos campos pueden aparecer publicadas en el periódico impreso
La fotografía Manuela Rodríguez,tomada por Chamorro en enero de 2000. KOLDO CHAMORRO
El cartel de la feria del toro de 1992, obra de Chamorro y Fernando Pagola. ARCHIVO
Koldo Chamorro.
© DIARIO DE NAVARRA. Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito de la empresa a los efectos del artículo 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual