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MARKETING APLICADO

¿Cacareo?

Presumir o comunicar.

En el marco de una economía completamente atomizada que se multiplica en pequeños componentes, no sólo las grandes marcas deben asumir la responsabilidad de comunicar. Ahora somos nosotros quienes tenemos que incorporar esa función. En esta columna quiero repasar el concepto de agente publicitario, sus formas, prejuicios, fortalezas y debilidades.
Muchas veces denominado “autobombo”, la difusión de noticias en los perfiles personales es interpretado como un acto de presunción o “alarde”, sobre todo en sociedades como la nuestra. Es cierto todos tenemos nuestra dosis de vanidad, tan cierto como que absolutamente todos “vendemos” algo y tenemos la necesidad de difundirlo por lo que no comunicar es perder oportunidades. 
Para seguir profundizando sobre la idea de agente publicitario, quiero volver sobre el concepto de “imagen personal”. Generalmente asociado a la indumentaria o el perfume que cada uno usa, la “imagen” queda reducida a una cuestión meramente estética. Si bien esto es importante, como en cualquier situación de la vida, la cuestión va un poco más allá y se relaciona con la coherencia entre lo que uno hace y dice.
Debemos parecernos a lo que decimos que hacemos. Por ende, si somos profesionales de la salud se supone que los pacientes esperan un reflejo de lo que pregonamos. Lo mismo para cualquier otra profesión y quizá la política sea un fusible. Si postulamos acciones que pretendemos de la sociedad, debemos primero empezar por casa. De esta forma se configura el concepto de imagen. Eso es ser un agente publicitario. 
Desmitificando, si bien el término “cacarear” refiere a exagerar, presumir, jactarse o vanagloriarse, la realidad indica otra cosa ya que las gallinas cacarean solo después de poner el huevo. Es la manera que tienen de manifestar su alegría y satisfacción por haber realizado una función que representa cabalmente el fin de su existencia.
Destaco lo más importante para esta nueva realidad económica y tiene que ver con anunciar o propagar lo que uno hace. Muchos dicen que el trabajo habla por si mismo pero eso demanda tiempo por lo que asumir que los demás se dan cuenta del valor de tu actividad implica un riesgo y no siempre ocurre. Empecemos a cacarear pero hagamos como la gallina que cada vez que lo hace es porque puso un huevo.

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