Pensar, compartir... | Pegatinas vandálicas y la buena nueva de Jaume Pla

Pegatinas vandálicas en Palma.

Pegatinas vandálicas en Palma. / Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

He dedicado varios escritos a deleznar las pintadas vandálicas y a animar a las autoridades palmesanas competentes a limpiarlas. Aunque les parezca mentira, mi percepción es que, aunque a paso de tortuga, en los últimos tiempos, algo se ha avanzado y van disminuyendo. ¿Ilusión mía? Quizás, pero les aseguro que tengo un radar sensible para el tema y voy descubriendo paredes limpias donde antes reinaba la mugre colorida. Que no basta es obvio, así que hay que apretar el acelerador y con urgencia, porque pasear por Palma continúa siendo un martirio si tienes una cierta sensibilidad por la estética y la imagen digna de los muros de nuestros edificios. Por favor, que tome nota SFM (Serveis Ferroviaris de Mallorca) y limpie el edificio de su propiedad que está adyacente al Pont des Tren. Llevamos cuatro años avergonzándonos de su desidia. Manejan un montón de dinero nuestro. Por favor, dediquen una parte minúscula de su presupuesto a pintar uno de sus principales inmuebles y en el que tienen algunos de sus servicios administrativos. Del Términus, también suyo, hablaré otro día, cuando me entere de qué planes hay ahora para su futuro.

Paralelamente a la pintura en spray, el vandalismo hace años que se expande también en forma de pegatinas sobre postes, farolas, señales de tránsito y puertas de contadores de agua o casetas de dispositivos eléctricos. La roña encolada que dejan los adhesivos es persistente. Todo vale para ensuciar el espacio público, por interés individual o por gamberrismo. Bares, discotecas, fiestas, marcas de cerveza… se anuncian en simpáticos fragmentos de papel resistente que, uno junto a otro en desordenado mosaico, tapan indicaciones de circulación o explicaciones de edificios, diseminando la suciedad, el desorden y el mal gusto. ¿Se hace algo para evitarlo? Creo que no.

Resulta desolador que, en una sociedad rica, culta y avanzada, los idiotas que ensucian por gusto saquen tantas ventajas y le amarguen la vida al resto.

Quiero volver a recordar que muchas de estas pintadas y pegatinas vandálicas están excretadas por turistas de esos que dejan su dinero en turoperadores y estancias turísticas. Y que, ya que pillarlos in fraganti parece imposible, sería, a mi juicio, a esos empresarios a quien correspondería una parte de la responsabilidad de su limpieza. El resto debería ir a cargo de la administración, tanto en la vigilancia como en el lavado, claro.

Y aquí va la buena noticia. Se ha anunciado que el nuevo director general de Seguretat Ciutadana será Jaume Pla Forteza. Recuerden donde leyeron un artículo titulado «Si yo fuera alcaldesa», en el que una servidora hablaba de un inspector de la policía local al que solo conocía por haber leído una entrevista en este periódico a raíz de su jubilación. Ese era Jaume. Fascinada me dejó por su sencillez y certeza en los diagnósticos de la ciudad y el papel de la policía. No debían emular a los Hombres de Harrelson, entendí yo, sino que se debían dedicar especialmente a cosas tan necesarias para la ciudadanía como vigilar el cumplimiento de las normativas municipales. Ya saben: mantener los coches a raya, que los perros orinen donde deben, que no se grafitee nada que no esté autorizado, que los patinetes no nos pongan en peligro, que no se dejen basuras fuera de lugar, que las calles sean espacios tranquilos y que los ruidos no destrocen la paz de nuestras casas. Esas cosas, y muchas más, que son el meollo de la convivencia.

Después de aquel artículo nos conocimos, y desde entonces contamos con nuestra amistad y complicidad. Si Jaume puede hacer solo una parte de lo que sabe que se debe hacer, Palma mejorará. Así que los Reyes han venido cargados, y no de carbón.

Suscríbete para seguir leyendo