MIENTRAS EL MUNDO GIRA

Andrés Caparrós

El camarote

El camarote

El camarote

No sé cuantos diplomas y títulos universitarios cuelgan de las paredes de la casa de Juan Carlos Monedero. Sí sé que ninguno de ellos me haría confiar en él. Porque nunca percibo vocación de pedagogo cuando habla, nunca baja de la tribuna de su arenga política, nunca cambia su discurso proselitista tan cansino, tan previsible. A piñón fijo, aunque le preguntes la hora simplemente, te va a soltar dos mantras; uno fijo – “la derecha fascista” – y otro, el que toque en cada momento, el que sirva a su propósito de enaltecer la labor de Podemos; ahora, la aprobación “transversal” en el Congreso del Salario Mínimo Vital. ¡Medalla para Unidas Podemos! ¿Es la suya la mejor forma de adoctrinar-adocenar a las masas? La posibilidad de que la respuesta sea afirmativa entristece mucho.

El viernes 12 Ana Rosa Quintana sacó a colación lo dicho recientemente por Felipe González sobre el Gobierno: “parece el camarote de los hermanos Marx” A Monedero le faltó tiempo para despreciar al expresidente diciendo que se ha convertido en la caricatura de sí mismo. Con acierto, una vez más, Ana Rosa le reconvino pidiéndole respeto a quien durante casi 14 años fue presidente del Gobierno de España. A regañadientes se contuvo el catedrático las ganas de echar mano de la cal viva y de las puertas giratorias, ya que ninguna de esas referencias, le servirían en el día de hoy. La de la cal viva, porque Pedro Sánchez tendría que salir en defensa de González – o no, ¿quién sabe? – y la de las puertas giratorias, porque su compañero de partido Cristóbal Gallego hubiera sentido desasosiego ante la posibilidad de que volaran los 160.000 euros anuales que le van a dar en Enagás por no hacer nada. Nada, en efecto, ya que, según ha declarado recientemente el flamante consejero Gallego, nada sabe de gases más allá de lo que cualquier ser humano pueda acreditar en base a su propia íntima experiencia habiendo seguido la guía del Ensayo Físico-Teórico y Metódito de Pierre-Thomas-Nicolás-Hurtaut titulado “El arte de tirarse pedos”.

La alusión de Felipe González al famoso camarote de los hermanos Marx, aunque no le guste a Monedero, ha sido un acierto pleno. Y un desahogo, en el más amplio sentido de la palabra, para los millones de españoles – sin excluir a los votantes socialistas mínimamente autocríticos – que pensamos lo mismo que él.

Sería “cosa notoria” que Pedro Sánchez lo llamara, ¡por fin!, aunque fuera para mostrarle su descontento. Pero no lo hará. Sabe que nunca tendrá su talla política y que, además, lo que ha dicho del camarote, es verdad, rigurosamente cierto.

Pedro y Pablo están pasando a la historia como “Los Picapiedra”.

Y como los Hermanos Marx.

Es lo que parece, y lo que es, mientras el mundo gira.

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