Accidente nuclear

Estados Unidos hace negocio con las bombas nucleares de Palomares

  • Están expuestas en el Museo Nacional de Ciencia e Historia Nuclear de Alburquerque, cuya entrada cuesta 15 euros

Dos de las bombas caídas en Palomares, expuestas en el Museo Nacional de Ciencia e Historia Nuclear de Albuquerque.

Dos de las bombas caídas en Palomares, expuestas en el Museo Nacional de Ciencia e Historia Nuclear de Albuquerque. / museo de historia nuclear (Albuquerque)

Fue una desgracia, pero de las desgracias se pueden crear oportunidades. Estados Unidos es experto en esto. Ha creado incluso un museo de los atentados del 11-S que recibe miles de visitas cada año.

A lo largo del país existen numerosos museos de este tipo. Uno de ellos se encuentra en Albuquerque (Nuevo México). Se trata del Museo Nacional de Ciencia e Historia Nuclear.

Desde el museo explican que sus exhibiciones "brindan una ventana objetiva y accesible al pasado, presente y futuro de la ciencia nuclear. Cubren todo, desde los orígenes mismos de la teoría atómica, la complejidad de los escenarios políticos que contribuyeron a la Segunda Guerra Mundial, el apogeo de la Guerra Fría, hasta los avances modernos en la medicina nuclear, e incluso comienzan a especular sobre el futuro de este fascinante y apasionante campo. El Museo brinda a sus visitantes una comprensión memorable y vívida de la ciencia y la historia nucleares".

Allí, en un espacio predominante se encuentran las carcasas de dos de las bombas nucleares B-28 que cayeron en Palomares en en 1966. Si se quiere entrar, casi 15 euros por cada entrada. Si esto sirve para cuidar la historia, para que no se repita y para que se pongan los remedios necesarios e incluso las vendas que faltaron en su momento, perfecto. Pero sucede que nada de eso ha pasado en el caso Palomares.

A través de sus redes sociales exponen las dos carcasas con un texto que invita a los ciudadanos a presenciar estas piezas de exposición: "Los casquillos de las dos bombas que no detonaron, la que cayó al mar y la otra cuyo paracaídas se desplegó, se exhiben en nuestra Exhibición Broken Arrow. Este fue uno de los incidentes de flechas rotas más notables que involucraron armas nucleares pertenecientes a los Estados Unidos".

La oportunidad de Franco

Aunque si Estados Unidos hace negocio, los restos de las bombas también tuvieron su importancia en España durante el Franquismo. En 1966, tras el accidente de Palomares, la política nuclear de Franco cogió impulso. Los técnicos de JEN encontraron restos de la bomba y de los detonadores y estos les permitieron resolver muchas dudas que aún tenían. Utilizaría el método Ulam-Teller para la fabricación de bombas tal y como explica Juan Carlos Pereira Castañares, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense.

En 1967 ya hay un primer documento que reconoce la capacidad española de fabricar la bomba atómica, información obtenida de una circular a algunas embajadas. Ese año se construye la central nuclear de Vandellós I, que inicia su actividad en 1972, tras un acuerdo bilateral entre Carrero Blanco y De Gaulle, a espaldas de Estados Unidos.

En 1968 se instala en la sede de la JEN, en la Ciudad Universitaria, el primer reactor rápido nuclear, el Coral-1, con capacidad para trabajar con plutonio. Los primeros gramos de plutonio se obtuvieron en 1969.

En 1971, el CESEDEN elaboró un informe secreto en el que señalaba que España ya podía poner con éxito la opción nuclear militar. Destacándose especialmente la importancia de la central nuclear de Vandellós para obtener el plutonio necesario. Se habla de El Sáhara como el lugar donde se realizar el primer ensayo nuclear, con un coste aproximado de 8.700 pesetas.

La CIA de Estados Unidos, por su parte, redactó un informe en 1974, exigiendo control sobre España ante la posibilidad de construir armas nucleares, con tres reactores, siete en construcción y 17 en proyecto.

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