Juan el chapista

Juan el chapista

19/12/2022 - Insaurralde lleva 65 años desarrollando un oficio que se resiste a desaparecer. Mientras existan los autos “siempre se va a necesitar la mano del hombre para trabajar”, expresa desde su experiencia como artesano de las chapas.

Juan Isarrualde, empezó con el oficio de chapista desde muy joven. Nacido en Bolívar, pasó por Ordoqui, y a los “14 años fue cuando comencé a aprender todo este oficio de chapista; en ese entonces, estaba en la ciudad vecina de Carlos Casares. Un hombre de apellido Oberti, de Capitán Sarmiento, se instaló en Casares para estar al frente de una agencia Chevrolet. Al tiempo, se puso por su cuenta y me llevó a trabajar con él. Fue muy bueno conmigo porque de entrada me enseñó a soldar, a trabajar la chapa y todo lo relacionado con este oficio”, contó Juan sobre sus primeros pasos como chapista.

En la ciudad de Carlos Casares, Juan siempre trabajó en relación de dependencia, ya que luego, se sumó a la compañía que hizo el acueducto de 9 de julio a Pehuajó. “Entré ahí ya que tenían muchos camiones y vehículos y siempre requería trabajos de mantenimiento en general”, explicó.

Pasados unos años, vino a Bolívar para trabajar con Raúl Cordero, en avenida Alsina, hasta que un día entró como empleado en la Ford de Gómez Tello, siempre como chapista. “En ese momento, me fui haciendo un galpón y empecé a trabajar por mi cuenta en un lugar propio. Salvo cuando era empleado, después estuve en mi propio taller”, recordó Juan.

Haciendo historia, en la agencia Ford, que estaba en calle Ignacio Rivas, a media cuadra de avenida Almirante Brown, Juan estuvo trabajando ocho años. El taller donde se reparaban los autos usados o que ingresaban, tanto de chapa como de mecánica, estaba frente al barrio Obrero, junto con la John Deere.

Después de esos ocho años y con su taller montado, en el año 1973, empezó a trabajar por su cuenta propia. Si sumamos los años desde que empezó a aprender y trabajar del oficio, lleva 65 años de actividad.

Los chapistas, son los que se dedican a trabajar en el aspecto exterior del auto, es decir, lo que sería la chapa y, muchos también, se dedican a la pintura del vehículo, aunque Juan se encarga sólo de lo primero. La función y tarea, es devolverle al vehículo, la forma que pudiera haber perdido por un choque o accidente. Así como el mecánico tiene a cargo lo que es el funcionamiento del motor, el chapista es el que se encarga de lo exterior y de lo que se pueden llamar accesorios.

El oficio de chapista, como tantos otros, parece que se va perdiendo con el paso del tiempo. Juan consideró que hoy en día, “el trabajo es menor porque directamente se cambia la autoparte. Antes, había que ponerle un panel a la puerta y hoy, los autos nuevos, vienen con toda la puerta entera. También, vienen muchos elementos de plástico, como el guarda barros y ya no se pican, por lo cual, directamente si se rompe o se pierde, se pone uno nuevo. Antes, venían de chapa y se podían arreglar, ahora hay que cambiarlo por completo”, explicó, al tiempo que agregó que “trabajo para lo que es recambio hay mucho, ya sea por un choque u otra situación”.

Comparando el trabajo de años atrás con el de la actualidad, Juan comentó que “el trabajo de antaño era distinto, era más manual y artesanal”, porque “se reparaba todo, era muy común hacer un parche para arreglar, por ejemplo, una puerta. Hoy en día, se pone la puerta nueva, ha cambiado y evolucionado mucho y, sobre todo, en todo lo que es la incorporación de la tecnología”.

Otro cambio significativo ha sido en el material, en este caso, la chapa de las autopartes de los vehículos. “No tiene punto de comparación la chapa de antes con la de ahora, era durísima, había que martillar mucho y fuerte para poder trabajarla bien. Hoy, es de otra calidad, si hay que sacar un pequeño golpe cuesta porque es más difícil darle forma a la chapa. Si es algo más grande, se lo puede hacer con una ventosa; pero la calidad de la chapa es muy diferente”, resaltó.

En el taller de Juan siempre hay trabajo, ya sea para alguna reparación o un recambio de autoparte. También, antes era muy común que un chapista arreglara la máquina del levanta vidrio, cerradura, etc.; pero hoy “hay un rubro para cada necesidad y así trabajamos todos”.

Después de tantos de años de oficio, hoy Juan sigue con la actividad como el primer día, aunque dejó en claro que trata de evitar trabajos grandes. “A mi edad, tengo que aflojar un poco porque ya no puede hacer mucha fuerza; pero hay mucho trabajo chico”.

Y a pesar que como en tantos otros oficios, cuesta dejar la posta, chapistas habrá siempre. Este es un oficio destinado a perdurar. “Por más avance que se logren y aunque un día inventen autos voladores, siempre va a haber autos y se va a necesitar la mano del hombre para trabajar”, expresó con cierta lógica.

Juan es un chapista formado en otra época, lo que lo llevó a tener que adaptarse a los nuevos tiempos; pero siempre acompañado del talento que permite que sus manos, como herramientas fundamentales e irremplazables, sigan logrando la maravilla de modificar y volver a su lugar la carrocería de un automóvil afectada por algún golpe, un accidente u otra circunstancia no fortuita.

La realidad es, que los tiempos de hoy, llevaron a la profesionalización de todos los oficios; pero el del chapista sigue conservando lo que es su esencia y tiene que ver con lo artesanal.

El taller es su propio mundo y cuesta dejarlo, “con la edad que tengo, qué hago si no vengo acá. Además, me gusta hacer este trabajo, siempre lo hice de la mejor manera y con cariño. Es muy común, que hasta los días domingos, me venga al taller, aunque sea a barrer o hacer alguna cosita porque no puede estar quieto”. 

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