Este domingo se cumplen 85 años del fracaso del Golpe de Estado del año 1936, que tenía como principal objetivo conseguir el poder del Estado y alejar a la República de políticas basadas en la revolución. En este sentido, el golpe fracasó y derivó en la Guerra Civil que se prolongó en nuestro país hasta el año 1939.

Sus dos brazos ejecutores eran el general Sanjurjo y el general Mola, que desde distintas partes de España tenían que ejecutar el plan establecido y en el que se basaba el alzamiento militar de aquel 18 de julio.

La llegada al poder del Frente Popular tras las elecciones amañadas del año 1936 generó una sensación de crispación en la sociedad que llevó a muchos españoles y militares a intentar cambiar el rumbo del Estado a través de una sublevación.

Las claves del plan, que contaba con apoyos como las milicias políticas de los Alfonsinos de Renovación Española o los falangistas, eran hacerse con el poder y llevar la dirección de la República hacia posturas más conservadoras.

El 17 de julio, el levantamiento comenzó en Melilla y todos los puntos importantes de militares y Guardia Civil se alzaron en armas contra el Gobierno de la República. El golpe triunfó en diversos puntos del sur como Sevilla, Cádiz o Granada, gracias entre otros a generales como Queipo de Llano. Esto permitió que gran parte de Andalucía quedase en manos de las tropas sublevadas. Castilla la Vieja, Galicia, parte de Aragón y Navarra también quedaron en manos de los sublevados.

En un papel más secundario, el Ejército de África se sumó también de forma masiva al alzamiento. En un principio, según tenía pensado el general Mola, el papel de esta división sería secundario si los sublevados conseguían hacer con el control de Madrid y de otras grandes ciudades españolas. Es decir, Franco, Yagüe y Asensio, responsables de las tropas del protectorado, no tenía un papel relevante al principio del golpe.

Pero, poco a poco, el golpe fue fracasando en la zona norte, desde donde Mola tenía que ir ganando territorio en su camino a Madrid. Bilbao, Santander, Oviedo eran ciudades que seguían en manos de la República, que consiguió mantener alzada su bandera en ciudades importantes como Madrid, Barcelona, Valencia, Cartagena o Málaga.

Los fracasos más notorios tuvieron lugar en la ciudad de Madrid, donde a las fuerzas regulares se sumaron las milicias obreras que fueron armadas, y en Barcelona, donde una peculiar colaboración de la Guardia Civil, la anarquista CNT y la Guardia de Asalto (policía nacional republicana) vencieron a los sublevados.

Este escenario hizo que España quedara dividida en cuatro zonas, dos y dos. Esta situación acabó con el rumbo de España hacia una Guerra Civil que duraría tres años y que dejó al país destrozado en todos los aspectos y con la mitad del país enfrentada a la otra mitad.

Con España en las primeras fases de la Guerra Civil, las posibilidades de recuperar un régimen democrático y republicano eran muy remotas, debido a la crispación que había provocado la turbia llegada del Frente Popular al poder y también la sublevación del Bando Nacional. En cuanto al bando republicano, las milicias obreras se empezaron a hacer con el control de las calles.

Mientras, el bando nacional, formado por militares, iba ganando terreno con el paso de los meses, estableciendo un estado "campamental", sobre todo al comienzo de la guerra, en el que las tropas de África y del protectorado tenían cada vez más importancia, hasta que llegó el momento que Francisco Franco tomó las riendas y el mando del Bando Nacional.

Por delante, meses en los que muchos compatriotas, de ambos bandos, perdieron la vida en el campo de batalla, un espacio en el que se fue cultivando una de las peores épocas, en todos los sentidos, de la historia reciente de nuestro país.