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      Judit Polgar, la mejor ajedrecista de la historia: “Por ser mujer, tuve que demostrar mucho más que pertenecía a la elite”

      • La gran maestra que cambió la historia habló con Clarín sobre su vida y su trayectoria.
      • Cómo fue haber sido top ten entre hombres y número uno entre damas durante 26 años.
      • Es una especialista en difundir los beneficios del ajedrez como herramienta educativa.

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      La húngara fue una prodigio precoz y un portento sobre el tablero. Número uno del mundo entre las damas durante 26 años, fue top ten entre varones y les ganó partidas a 11 campeones mundiales.

      La vida es un constante encuentro entre seres que son testigos de la historia. Hay quienes admiran lo que pasa delante de sus ojos. Hay quienes se involucran en un camino liderado por otros. Hay quienes luchan para apropiarse de esa historia por el bien propio y el de los demás. Y hay quienes lamentablemente no participan y dejan que cualquiera diseñe el modelo que los oprimirá o con suerte los moldeará nomás durante su entera existencia. Pero hay un puñado de personas a las que el destino, la fortuna o el trabajo las llevó a hacer historia. A cambiar el statu quo. A ser ejemplo para sus contemporáneos y para las generaciones venideras. Judit Polgar es una de estas mujeres imprescindibles.

      Redunda en simpleza presentarla solamente como la mejor ajedrecista de la historia. Obviamente que sus logros bastarían para callar a cualquiera que ose cuestionar esa síntesis. Fue la maestra internacional y la gran maestra más joven. La número uno del mundo durante 26 años entre las damas. La única mujer que fue top ten absoluta -léase, entre varones- en el ranking mundial. La dama que les ganó partidas a 11 campeones mundiales. Única e irrepetible Judit Polgar.

      Pero esta húngara nacida en Budapest el 23 de julio de 1976, madre de Oliver y de Hanna, es tantísimo más que una prodigio precoz, un portento del cálculo, una genia del ataque sobre el tablero y una maestra capaz de hacer resignar hasta al más engreído con las blancas o con las negras. Judit fue pionera en hacer entender que el género no es ni dominante ni débil. Y lo hizo cuando hablar de patriarcado, machismo o machirulismo (bienvenido el argentinismo) no estaba siquiera en el horizonte.

      “Cuando yo tenía 8 o 9 años, era difícil aceptar y tolerar para los varones adultos que les hiciera pasar un mal rato, incluso posiblemente ganarles. Ellos decían que estaban enfermos o que tenían un mal día. Que yo había tenido suerte. A veces mis contrincantes no me daban la mano o incluso apartaban las piezas con bronca”, dice hoy con 47 años, sentada en su estudio en la capital húngara.

      “Por ser mujer, tuve que demostrar que pertenecía a la elite muchas más veces que si hubiera sido un chico. Pero para mí fue algo muy natural jugar contra los hombres. Era más antinatural jugar solo contra mujeres”, agrega en un inglés con acento lógico de Europa oriental.

      La húngara Judit Polgar es la mejor ajedrecista de la historia y difunde los beneficios educativos del "juego-ciencia".
Foto Tímea Jaksa / Judit Polgar Chess FoundationLa húngara Judit Polgar es la mejor ajedrecista de la historia y difunde los beneficios educativos del "juego-ciencia". Foto Tímea Jaksa / Judit Polgar Chess Foundation

      Soñar no cuesta nada. Y lo que parece imposible solamente requiere más voluntad. Siete meses después del primer contacto con un integrante de su grupo de trabajo, a la hora señalada Judit Polgar dijo presente en el Zoom acordado y durante 35 minutos charló con este periodista que la había visto jugar de más joven en sus visitas al país, como aficionado a esa mezcla de juego, pasión y arte mental que es el ajedrez.

      La educación en su casa y no en la escuela. La influencia de su padre Laszlo. La relación especial con sus hermanas. Ser una genia desde la infancia. Ganar entre mujeres y decidir jugar solamente contra hombres. Codearse con los mejores. Hacerse respetar. Difundir el ajedrez como herramienta educativa, uno de los ejes centrales del Global Chess Festival que llevará a cabo este fin de semana en Budapest y que se verá de manera online. De estos tópicos habló Judit Polgar en una charla que fluctuó entre los recuerdos y el futuro.

      -Tu primera visita a la Argentina fue en 1986, cuando tenías 10 años y fuiste tercera en el Mundial Sub 16 en Río Gallegos. ¿Qué recordás de aquel campeonato?

      -En primer lugar, que allí hacía mucho, mucho frío (risas). Y no lo entendíamos exactamente, porque desde el verano de Hungría nos fuimos al invierno. Así que fue una gran sorpresa. Recuerdo que visitamos a los pingüinos y fue una gran experiencia. Yo jugaba en el campeonato femenino y mi hermana jugaba en el torneo absoluto.

      Judit Polgar, con sus hermanas Zsuzsa y Zsofia, con quienes compartió el método de entrenamiento de su padre Laszlo.
Foto Judit Polgar Chess FoundationJudit Polgar, con sus hermanas Zsuzsa y Zsofia, con quienes compartió el método de entrenamiento de su padre Laszlo. Foto Judit Polgar Chess Foundation

      -En la entrevista a Oscar Panno con motivo de los 70 años de su título mundial juvenil en Copenhague, se acordó de vos con estas palabras: “Yo la llamaba 'la lechuzita', porque su cuello parecía girar 360 grados. Ella miraba todo y no se le movía un pelo a esa edad. Entraba, simplificaba y ganaba los finales. Dije: 'Aprendió en serio. Va a llegar'. Y terminó siendo Judit Polgar”. ¿Qué le genera el maestro Panno?

      -En el 86 lo conocí junto a Claudia Amura. Creo que él era su entrenador. Luego nos encontramos en un torneo internacional en Aruba en 1992 (Polgar fue segunda y Panno tercero; jugaron dos partidas, una fue tablas y la otra la ganó ella). Tuvimos algunas sesiones de entrenamiento y fue una experiencia muy agradable porque era una exhibición entre leyendas como Smyslov y Spassky y los mejores jugadores y jugadoras del momento. Oscar siempre fue una persona muy amable, muy alegre y con buen sentido del humor. Y por supuesto tiene un gran amor por el ajedrez. Cuando fui a la Argentina, hasta jugamos al tenis.

      -Argentina es un país con tradición histórica de ajedrez, tanto que fue miembro fundador de la Federación Internacional. Todo cambió aquí después de la Olimpíada de 1939, cuando Miguel Najdorf se quedó en Buenos Aires porque se había desatado la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué le generó conocer a Don Miguel?

      -Con Miguel fue un encuentro fantástico cuando nos vimos en su torneo en 1992, cuando yo jugué. Compartí muchos momentos con él. Y terminé jugando sus torneos homenaje en 2000 y en 2001.

      Judit Polgar y Anatoli Karpov, con el ex presidente Fernando de la Rúa, en su visita a la Argentina en 2000.
Foto AFPJudit Polgar y Anatoli Karpov, con el ex presidente Fernando de la Rúa, en su visita a la Argentina en 2000. Foto AFP

      Siete veces vino la reina del ajedrez mundial a la Argentina. Como niña en 1986 y como adolescente de 16 años, ya gran maestra, en el tercer Magistral Najdorf de 1992, en el que fue novena con 6,5 puntos en 13 rondas, a 2,5 del ganador, el ucraniano Alexander Chernin. Dos años después compartió junto al ucraniano Vassily Ivanchuk el tercer puesto en el torneo Lev Polugaievsky disputado en la ex sede de la Fundación Banco Patricios. En ese hermoso edificio de Callao y Sarmiento comentaba las partidas la leyenda Bent Larsen ante los aficionados y Polgar escuchó los aplausos del público, entre ellos este cronista, cuando le ganó al talentoso Alexei Shirov, letón nacionalizado español.

      A tres años del fallecimiento de Najdorf, ganó invicta en 2000 el XI Magistral en su honor, en el Abasto, con 6,5 puntos. Y jugó la edición siguiente en el mismo lugar, pero esa vez compartió el quinto puesto en un torneo que marcó la primera consagración de Anatoli Karpov en Argentina. Luego compitió en el Mundial de San Luis 2005, en Potrero de los Funes, donde finalizó octava, en el último lugar. Y en 2011 pisó tierra argentina por última vez para dar charlas, estar en actividades educativas y jugar un torneo blitz en el Círculo de Villa Martelli, donde fue segunda por desempate.

      -Aquella primera vez que jugaste en Argentina con 10 años ya estabas inmersa en el proyecto educativo de tu padre junto a tus hermanas. ¿Qué recuerdos tenés de aquella época en la que las tres aprendían, jugaban y competían?

      -Empecé a jugar al ajedrez cuando tenía cinco años, creo que tuve mi primer torneo a los seis y luego el primer éxito internacional cuando tenía nueve (en el Abierto de Nueva York para jugadores sin ELO). Éramos una familia muy unida: ni mis hermanas ni yo íbamos a la escuela. Nos educaban en casa, así que pasábamos mucho tiempo juntas en diferentes entrenamientos y con diferentes reglas. Viajábamos juntas a todo tipo de torneos. La relación con mis hermanas y mi familia era muy estrecha.

      -¿Cómo fue para tus hermanas y vos no ir a la escuela en un país entonces comunista? Quizá hoy es más común en algunos jugadores...

      -Para mí fue muy bueno, porque pudimos enfocarnos en el ajedrez. Yo no era una persona muy sociable ni socializaba mucho con los niños, así que no me importaba en absoluto no ir a la escuela. Y mi socialización se daba cuando yo viajaba y conocía gente, extranjeros, y visitaba diferentes lugares. Y a casa venían entrenadores y me reunía con ellos.

      En familia. Papá Laszlo Polgar y mamá Clara, con sus hijas Judit, Zsuzsa y Zsofia.
Foto Judit Polgar Chess FoundationEn familia. Papá Laszlo Polgar y mamá Clara, con sus hijas Judit, Zsuzsa y Zsofia. Foto Judit Polgar Chess Foundation

      En esa socialización en la vida misma, el Mundial Sub 16 de Río Gallegos la trajo a la Argentina, como ella recordó. Fue tercera con 10 años, con 9 puntos en 11 rondas. Ganó 8 partidas y entabló dos: una con la búlgara luego australiana Katlin Aladjova, campeona invicta con 9,5 y tres años después campeona mundial Sub 18 en Aguadilla, Puerto Rico; y la otra con la georgiana Ketino Kachiani, subcampeona invicta con 9,5, quien luego fue campeona mundial Sub 20 en Tunja (Colombia) 1989 y Santiago (Chile) 1990. ¿Qué será de la vida de la chilena Olga Capo, la única que pudo vencer en Santa Cruz a la niña Judit?

      Lo que sucedió después fue monumental...

      -Entre 1988 y 1991, ganaste dos Olimpíadas femeninas de ajedrez, comenzaste a jugar solo contra varones y llegaste a ser la número uno y la gran maestra más joven de la historia, superando el récord de Bobby Fischer. ¿Cómo te sentías con semejantes logros entre los 12 y los 15 años?

      -No estoy segura de si era muy consciente de lo grandes que eran esos resultados, porque de algún modo surgían de forma natural de un día para otro. Siempre estaba mejorando. Por supuesto, debo decir que el 88 fue un año crucial y muy poderoso para mí porque gané muchos torneos y subí a un rating muy alto. Y también significó que me convertí en uno de los seis mejores del mundo en el ranking absoluto por encima de 2.550 de ELO. Por ese rendimiento fui número uno entre las mujeres. Pero mirando hacia atrás, parece ser un resultado mucho más grande haber estado en la cima durante 26 años, porque ese era mi objetivo. Esos años fueron muy intensos y muy mediáticos por mis resultados. Me acuerdo cuando gané el campeonato húngaro en 1991 y rompí el récord de Bobby Fischer como gran maestro más joven. Fue algo muy grande, porque significó establecer en Hungría que pertenecía al grupo de los mejores jugadores.

      -¿Cómo gestionaste o aprendiste a manejar la presión de ser la mejor a esa temprana edad?

      -Creo que mis padres también me educaron para que no actuara como nada especial. Y obviamente debía estar orgullosa y tener confianza en mí. No ser arrogante ni prestar demasiada atención a los resultados que obtenía, porque tenía un gran camino por delante para mejorar. Y de alguna manera estaba bien. Siempre supe que cualquier resultado no significaba que se iba a repetir al día siguiente. Así que trabajaba. Siempre mantuve mi entrenamiento y por eso pude seguir adelante. El éxito por supuesto a veces no es tan fácil de asumir. Pero mis hermanas me ayudaban mucho.

      -Hoy es más común saber que los atletas trabajan con un psicólogo o en su salud mental para ser fuertes. ¿Cómo fue en tu época? ¿Trabajabas con alguien o sólo con tu padre y tus hermanas en familia?

      -No, en aquellos tiempos no era nada común. De hecho, mi padre usaba la psicología y nos apoyaba mucho. Y también nuestros profesores y entrenadores nos ayudaban antes y a veces durante los torneos. Pero tengo que decir que en el último año antes de retirarme me planteé la posibilidad de trabajar con un psicólogo. Pero en aquella época era muy raro que los ajedrecistas trabajaran con ellos. Ahora creo que hay más ajedrecistas que tienen psicólogos porque cada vez se acepta más. Y hay gente que realmente cree en ello. Creo que si siguiera jugando, trabajaría con uno.


      La húngara Judit Polgar es la mejor ajedrecista de la historia y difunde los beneficios educativos del "juego-ciencia".
Foto Tímea Jaksa / Judit Polgar Chess FoundationLa húngara Judit Polgar es la mejor ajedrecista de la historia y difunde los beneficios educativos del "juego-ciencia". Foto Tímea Jaksa / Judit Polgar Chess Foundation

      Ser mujer, siempre una lucha

      Candela Belén Francisco Guecamburu acaba de consagrarse campeona mundial juvenil y su hazaña con 17 años se viralizó en redes sociales y se difundió en medios ajenos al ajedrez. Porque el logro y su historia de vida así lo ameritan. El respeto que impuso desde niña es el mismo que recibió de parte de sus rivales varones en muchos torneos amateurs y ahora abiertos. El mundo ha cambiado, a Dios gracias. Si no, basta repasar lo que hace seis años le contaba a este periodista la maestra internacional Carolina Luján, destronada por Cande como la número uno del país, a la hora de recordar lo que fue ser una ajedrecista adolescente en el cambio de siglo.

      “Si jugar con un nene era psicológicamente duro para un tipo grande, jugar con una nena era cien veces peor. Perder con uno ‘igual que vos’ no era nada, perder con un nene podía pasar, pero perder con una nena era lo peor para los hombres -confesó entonces-. En los primeros años de mi carrera me ha pasado de todo. En las partidas me hablaban, me fumaban encima, me han hecho trampa en apuros de tiempo al colocar las piezas donde no iban y hasta me revolearon las piezas. Me lo hacían a mí y no a mis amigos varones. Una vez un tipo le apostó a otro a mi lado que no podía perder conmigo. Y a los 15 un hombre de 75 me propuso matrimonio en un pasillo”.

      -Judit, ¿experimentaste algo parecido contra hombres cuando eras una nena o una adolescente?

      -Por supuesto que a veces la gente reaccionaba, sobre todo cuando yo era pequeña. A los 8 o 9 años ya era bastante fuerte y era difícil de aceptar y tolerar para los adultos que les hiciera pasar un mal rato, incluso posiblemente ganarles. Ellos decían que estaban enfermos o que tenían un mal día. Que yo había tenido suerte. También tuve la experiencia de que a veces mis contrincantes no me daban la mano después de ganar o incluso apartaban las piezas con bronca. Pero cuando ya era adolescente no tenía que lidiar con cosas así.

      A los 14 años y cuatro meses, Judit jugó su último torneo exclusivamente femenino. Con sus hermanas Zsuzsa y Zsofia (Susan y Sofía) e Ildiko Madl, con quienes había ganado la Olimpíada de Tesalónica 1988, repitió en la edición de 1990 en Novi Sad, histórica para Argentina. Es que en tierra de la ex Yugoslavia, a orillas del Danubio, la leyenda Claudia Amura -de entonces 20 años- fue medalla de plata en el primer tablero con 8 puntos en 10 partidas, incluyendo el triunfo en el debut ante la soviética Nona Gaprindashvili, quien solo había perdido dos partidas en Olimpíadas en los 27 años previos y había sido campeona mundial entre 1962 y 1978.

      Judit Polgar, segunda desde la izquierda, cuando fue campeona mundial Sub 14 entre varones, en Estados Unidos.Judit Polgar, segunda desde la izquierda, cuando fue campeona mundial Sub 14 entre varones, en Estados Unidos.

      Judit venía de ser campeona en julio de 1990 en el Mundial Sub 14 absoluto de Fond du Lac. En esa ciudad de Estados Unidos, a orillas del Lago Winnebago en el estado de Wisconsin, ganó invicta con 9 puntos en 11 ruedas, con 7 victorias y 4 tablas. Compitió entre 41 varones y arrasó. Por eso no resultó raro para ella cuando tras su segunda Olimpíada femenina ganada les dijo a sus padres que de ahí en más jugaría en torneos absolutos, no exclusivamente femeninos.

      -¿Cómo fue la decisión de anunciar que dejarías de jugar torneos solamente femeninos y tus rivales pasaban a ser hombres? ¿Tuviste que pagar un precio?

      -Para mí fue muy natural, porque así es como me habían criado: no era un tema si jugaba en torneos femeninos o no. Básicamente, tuve tres excepciones. La primera fue el Mundial Sub 16 en Río Gallegos y las otras dos fueron las Olimpíadas de 1988 y 1990. Cuando se habló que yo volvería a jugar junto con mis hermanas en la Olimpíada femenina para intentar ganar de nuevo la medalla de oro, fue el momento en que lo decidí y les dije a mis padres que no quería continuar. Si bien para ellos también era el objetivo que yo me destacara en la sección abierta, ellos aún consideraban que quizá cada dos años aún fuera posible jugar la Olimpíada femenina. Pero yo creía que no era necesario. Ganamos dos medallas de oro y yo gané medallas individuales. Así que fue algo muy natural para mí jugar contra los hombres. Era más antinatural jugar contra mujeres, debo decir.

      -¿Creés que necesitabas mostrar más resultados que un gran maestro masculino para que te respetaran?

      -Sí, absolutamente. Tengo que decir que efectivamente tuve que demostrarlo más veces que si hubiera sido un chico. Al mismo tiempo, tengo que decirte que fue más difícil demostrarlo, pero una vez que lo hice obtuve una pequeña ventaja, porque fui la única chica invitada a la mayoría de los eventos. Y fue interesante para los organizadores. Pero claro que como mujer tuve que demostrar más veces que pertenecía a ese lugar.

      Vaya si tuvo que demostrarlo Judit. Garry Kasparov, campeón mundial entre 1985 y 2000, había dejado sentada su posición machista a ultranza: “No creo que las mujeres puedan luchar contra los hombres. Es muy difícil por la gran tensión del juego. Estoy convencido que es casi imposible”. Pero el mismo “Ogro de Bakú” que llegó a definir a Polgar como una “marioneta de circo” tuvo que afrontar dos vergüenzas ante la húngara.

      En 1994, en Linares, “el Wimbledon del ajedrez”, Kasparov estaba ganado pero hizo trampa: soltó un caballo por un segundo y enseguida lo llevó a otra casilla, un movimiento claramente no permitido. Polgar, de 17 años, no reclamó y luego perdió.

      Y en 2002, en un match Rusia-Resto del Mundo a ritmo rápido, Kasparov perdió ante Judit y le estiró la mano derecha, pero jamás la miró. Tiempo después se reconciliarían.

      -Fuiste la única mujer en el top ten absoluto del ranking mundial y eso es excepcional. Pero al mismo tiempo, ¿por qué creés que fuiste solo la única? ¿Fue sólo por tu trabajo y tu talento o porque en aquella época no se les daba a las mujeres la misma importancia que a los hombres?

      -Por cómo me criaron, estaba muy claro que mis padres me dieron la oportunidad y la creencia en mí de que era capaz de llegar muy alto. Creo que muy pocas chicas tienen ese apoyo y esa confianza de los padres, los entrenadores, los profesores y el entorno. Y eso significa mucho. Así que creo que el enfoque y la forma en que mis padres me criaron me dieron la oportunidad de estar entre las diez mejores. Y por supuesto que yo me enfocaba mucho. Yo tenía una personalidad muy competitiva en ajedrez. Obviamente la gente puede decir que yo era talentosa, pero eso es sólo una pequeña parte de la posibilidad de llegar tan alto.

      -Durante la última década, ¿cuántos cambios has visto en relación a la forma en que las mujeres han ganado más espacios a través de la lucha?

      -Creo que hay cambios en muchos países y en muchos campos, pero por supuesto que cuando se trata de estereotipos de muchas décadas o incluso siglos, es muy difícil romper todo. Sobre todo porque los estereotipos los usan todos: hombres, mujeres, padres, los lugares de trabajo... Vienen de todas partes porque simplemente están acostumbrados a decir esas cosas. Y al mismo tiempo creo que en muchas partes del mundo está mejorando mucho, pero en otros para nada.

      -La mayoría de la gente es testigo de la historia, pero vos hiciste historia. No sólo en el ajedrez sino para muchas niñas y mujeres que te tomaron como un ejemplo, aunque quizá no quieras serlo. Pero sos un ícono. ¿Cómo se procesa eso?

      -Entiendo que así es como sucedió. Me convertí en una especie de modelo a seguir para muchas chicas durante muchos años. Sobre todo para las ajedrecistas. Incluso mucha gente me dijo que yo también era una inspiración para los chicos, no solo para las chicas, por mis logros y por mi juego. Y mucho más tarde comprendí que yo estaba creando algo que es muy inusual y al mismo tiempo muy importante. Que como niña y mujer haya logrado esos resultados va más allá del ajedrez. Así que también di muchas conferencias y charlas sobre mi vida y mi camino hacia el éxito. Pienso que tengo cierta responsabilidad, pero al mismo tiempo simplemente me gusta ser yo misma y no quiero ponerme una presión extra sobre mis hombros. Así que sólo quiero acercarme a las cosas de una manera natural, pero aceptando la situación con el papel que me toca desempeñar.


      El ajedrez como herramienta educativa

      Judit Polgar lidera el Global Chess Festival en Budapest, con el ajedrez como foco de conferencias, charlas y actividades.
Foto Judit Polgar Chess FoundationJudit Polgar lidera el Global Chess Festival en Budapest, con el ajedrez como foco de conferencias, charlas y actividades. Foto Judit Polgar Chess Foundation

      Así como las hermanas Polgar fueron criadas en un ambiente familiar y educadas con el ajedrez como modo de adquirir conocimiento, Judit creó en equipo un método educativo que tiene al “juego-ciencia” como elemento central. Tanto que desde 2013 es parte de la educación pública en Hungría. De hecho, el Global Chess Festival que este fin de semana se desarrollará en Budapest y que el domingo 15 tendrá su faceta online en www.globalchessfestival.com tiene esta temática educativa en el centro de la escena.

      -Trabajás en muchos proyectos relacionados con el ajedrez como herramienta educativa, ajedrez y género, ajedrez e igualdad. ¿Cómo se le puede explicar al mundo que el ajedrez puede ser una gran vía para construir un mundo mejor para los y las jóvenes?

      -Creo que el ajedrez puede ser muy útil para los niños, porque se puede utilizar de muchas maneras diferentes en el aula o en el jardín de infantes. Yo tengo mi propio programa educativo y creo que en general puede brindar muchas de las habilidades que los niños necesitarán en una etapa posterior de su vida. Hoy realmente no se puede decir qué tipo de trabajo tendrá un niño de cinco años. Dentro de 15 o 20 años, lo más probable es que trabajen en algo que ahora no existe. Así que si saben esto significa que tienen que pensar en qué tipo de habilidades pueden tener. Y el ajedrez puede ofrecer algunas de esas habilidades que son muy útiles.

      -¿Por ejemplo?

      -Con el ajedrez podés mejorar la inteligencia emocional, social y afectiva. Podés aprender a tener responsabilidad, a tomar decisiones y a seguir reglas. Podés aprender la forma matemática de pensar. Y también podés aprender cómo funcionan las cosas y sistemáticamente tu memoria puede ser mejorada, así como tu habilidad de comunicación. La resolución de problemas, el discurso, el pensamiento crítico... Todas cosas que seguro necesitarás. Cómo se trabaja en equipo o el pensamiento lógico es muy importante porque surgen muchos problemas nuevos en el mundo y en tu propia casa. ¿Cómo se resuelven esos problemas? ¿Cómo se eliminan algunas de las respuestas? ¿Cómo puedes ser un pensador crítico? Si hay tantos datos e información a nuestro alrededor, ¿cómo los clasificamos? A través del ajedrez, hay un montón de cosas que realmente podés experimentar y en las que podés entrenarte. Conozco a mucha gente de negocios, deportistas, músicos y científicos que dicen que el ajedrez mejora su salud mental, la concentración y la forma en que están listos para tomar decisiones.

      -Una herramienta tan amplia como fascinante...

      -Estoy segura de que en la próxima década el ajedrez tomará un lugar muy serio en el mundo, mostrando un montón de grandes retroalimentaciones positivas. El éxito en la educación será igualmente importante. A largo plazo será masivo y el ajedrez se puede incluir en muchas materias diferentes para utilizarlo como una herramienta de motivación y también como una mejora en las habilidades de pensamiento.

      -¿Por qué el ajedrez apasiona tanto a quienes lo practican? Para los grandes maestros obviamente es un trabajo y una forma de vida, por lo que deben estudiar mucho, concentrarse y tener resultados. Y terminan agotados. Pero para el aficionado termina siendo un universo paralelo. Vas a un torneo de partidas rápidas de siete rondas, a siete minutos más tres segundos por movida, y estás afuera del mundo durante tres o cuatro horas. Y la pasás muy bien. ¿Qué tiene el ajedrez?

      -No sé si conocés al psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi, que descubrió y escribió acerca del concepto de “flow” en varios libros. Cuando estás en “flow” es un estado mental en el que sucede lo que acabás de describir. Te olvidás de todo. Sólo estás metido en lo que estás haciendo y no te das cuenta de que el tiempo pasa. Y él decía que el ajedrez es una de las varias cosas que te atrae y podés vivir estas emociones de flujo. A muchas personas les pasa que el juego en sí las hace enfocarse, concentrarse y excluir todo lo demás de su mente. Esa es la parte del juego. Y también puede ser algo muy útil si quieres aislarte, especialmente hoy que hay tantas cosas a tu alrededor y que es muy difícil desconectarse de todo. Así que también puede ser útil el juego desde este aspecto también.


      El fenómeno “Gambito de Dama”

      Anya Taylor Joy, la protagonista de "Gambito de Dama".Anya Taylor Joy, la protagonista de "Gambito de Dama".

      Parece demasiado lejano pero hace tres años el mundo vivió un aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus. Había que cuidarse de lo desconocido y mortal, mientras la ciencia trabajaba a destajo en busca de vacunas e intentando que no se agravara el estado sanitario de los contagiados. Demasiada muerte hubo como para banalizar lo que sucedió, porque mucho dolor aún está cicatrizando.

      El ajedrez fue un vehículo monumental de comunicación y diversión entre millones de personas que gracias a las plataformas online encontraron el lenguaje del “juego-ciencia” como código en común. Así lo plasmó un informe especial de este periodista, distinguido por una mención especial en los Premios Adepa 2021. Y así lo valora Judit Polgar: “Fue maravilloso para el ajedrez que el juego se pudiera seguir competitivamente durante el aislamiento. Tuve tiempo para seguirlo, lo que fue agradable para mí”.

      Claro que otro fenómeno paralelo potenció aún más el auge del ajedrez: la serie “Gambito de Dama” producida por Netflix y con la inolvidable Beth Harmon personificada por Anya Taylor-Joy.

      “Fue muy agradable ver que tuvo tanto éxito. Significa que el ajedrez en sí mismo puede ser muy entretenido e interesante para mucha gente, no sólo para la comunidad ajedrecística”, comenta Polgar.

      Nunca antes había ocurrido nada parecido -sorprende Judit-. Tal vez lo que podría considerarse un poco cercano como antecedente fue el match por el título mundial entre Fischer y Spassky en 1972. Pero ese duelo fue políticamente interesante para el mundo. Y en la pandemia la serie 'Gambito de Dama' no tenía nada que ver con la política. Era pura competencia y el espíritu del juego, lo profundo y complicado que puede ser”.

      -Tu vida merece una serie y/o una película propias...

      -Bueno, hay charlas sobre que podría hacerse una película sobre mí, pero vamos a esperar y ver.


      El festival de Judit

      Judit Polgar lidera el Global Chess Festival en Budapest, con el ajedrez como foco de conferencias, charlas y actividades.
Foto Stev BonhageJudit Polgar lidera el Global Chess Festival en Budapest, con el ajedrez como foco de conferencias, charlas y actividades. Foto Stev Bonhage

      Judit Polgar acepta el convite y les deja unas palabras a los aficionados argentinos que quieran sumarse este fin de semana al Global Chess Festival.

      “Es el noveno año que lo hacemos y nos gusta conectar tantos lugares como sea posible en nuestra web: globalchessfestival.com. Será el 14 y el 15 de octubre -avisa-. Si están por Budapest, será en la Galería Nacional. Habrá exhibiciones de simultáneas y torneos, pero también plataformas educativas, construcción de habilidades de ajedrez, programación de robótica...".

      Sobre lo que se podrá seguir online el domingo 15, comentó: "Será muy emocionante por el tema de la educación en el ajedrez. Es una conferencia muy especial, porque no vamos a estar hablando sólo de cómo el ajedrez funciona en las aulas sino también de la forma en que la mentalidad de crecimiento está conectada con el ajedrez y la educación. Cómo se pueden desarrollar la inteligencia artificial y la educación en relación con el ajedrez. Vamos a tener psicólogos que hablen sobre por qué el ajedrez puede ser tan útil y beneficioso para el futuro de la generación. Y se podrá competir en un triatlón con tres tipos diferentes de actividad ajedrecística, con premios en dinero y comentarios muy divertidos. El festival promueve el juego y lo diverso que es el ajedrez. Así que todos disfrutarán de diferentes maneras: los de cuatro años y los de 120”.


      Sobre la firma

      Hernán Sartori

      Editor de la sección Deportes hsartori@clarin.com

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