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  • James Collins en el lugar de trabajo donde está ayudando...

    Abel Uribe / TNS

    James Collins en el lugar de trabajo donde está ayudando a instalar el cableado eléctrico.

  • Gemali Abrahim, un trabajador de casos de IMAN, dirige una...

    Abel Uribe / Chicago Tribune

    Gemali Abrahim, un trabajador de casos de IMAN, dirige una clase y alienta a los participantes a visualizar situaciones estresantes en la calle. Para buscar soluciones pacíficas.

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CHICAGO – En una noche de diciembre, James “Lil’James” Collins subió al escenario para contar su historia.

Una salida para comprar algo de comer terminó con la muerte del hermano mayor de Collins ante sus ojos. Su hermano, recordó, lo empujó hacia un pasillo para sacarlo de la línea de fuego de un enfrentamiento entre pandillas y Collins permaneció ahí sentado escuchando morir a su hermano mientras los disparos continuaban resonando.

Collins tenía 16 años. Otras nueve personas en su vida fueron asesinadas a causa de la violencia con armas de fuego antes de que cumpliera 18 años. Traumatizado, Collins comenzó a portar una pistola todos los días. Un cargo por uso ilegal agravado de un arma lo llevó a pasar seis meses en la Cárcel del Condado de Cook y siete días en una instalación del Departamento de Correccionales de Illinois.

Con la esperanza de cambiar la trayectoria de la vida de Collins, un tío le contó sobre la Red de Acción Musulmana del Centro de la Ciudad (Inner-City Muslim Action Network, o IMAN), la cual ayuda a hombres a reintegrarse a la comunidad después del encarcelamiento.

“Este programa me salvó la vida”, afirmó Collins en una entrevista. “Siempre pensé que yo solo sería una estadística, ya fuera por muerte o por estar en la cárcel. A ellos realmente les importa, no solo hablan”, indicó. “Te ayudan de muchas maneras: con vivienda, ropa, comida, lo que sea. Nunca conocí a nadie que me preguntara: ‘¿Qué está pasando en tu vida?’ y en realidad tratara de ayudarme a cambiarla”.

Collins, de 21 años, es miembro del primer grupo de participantes multi-generacionales en Green ReEntry de IMAN, un programa del South Side que adopta un enfoque integral para la curación y la reintegración después de la prisión. Cuando se graduó del programa en diciembre, él, junto con otros participantes, se paró en el escenario para compartir narraciones de su vida pasada. A través del programa, Collins, un nativo de Roseland, ahora es un electricista certificado. Pasó de una vida marcada por pandillas y armas a una llena de trabajo y propósito.

“Puedes ayudar a las personas a conseguir un empleo, pero si todavía tienen algunos de estos mismos problemas relacionados con el profesionalismo y lo que significa tener un trabajo y comportarse, es posible que no dure mucho”, advirtió el trabajador social de IMAN, Gemali Ibrahim. “O si te arrestan o no puedes viajar en autobús porque hay gente que te está buscando para dispararte y ese tipo de cosas”.

Ibrahim trabaja con la población de ciudadanos que regresan de prisiones desde el 2009 y se enorgullece de ser parte de un equipo que pone énfasis en las habilidades de la vida real, donde las personas pueden cambiar su forma de pensar de comportamientos ilegales a legales.

“Dado que este programa cuenta con un componente de sostenibilidad a corto y largo plazo, los chicos reciben un estipendio y capacitación en oficios, electricidad, climatización o carpintería. “Estoy realmente orgulloso de poder implementar algo real en sus vidas. Al mismo tiempo, ponemos énfasis en lo que llamamos entrenamiento de habilidades para la vida, donde ayudamos a las personas a modificar su mentalidad para que sea más propicia para sostener el cambio”.

Existen innumerables programas destinados a romper el ciclo de violencia: algunos se centran en la educación, otros en puestos de trabajo, pero Green ReEntry espera que un programa construido en torno de la persona completa (salud mental, comportamiento, capacitación laboral, asistencia para la vivienda) disminuya la reincidencia y la violencia con armas de fuego al tiempo que crea comunidades saludables. Una de las formas en que el programa lo logra es haciendo que los participantes de mayor edad que cumplieron periodos más prolongados en prisión guíen a los participantes más jóvenes. El objetivo es ayudar a todos ellos, sin importar su edad, a revitalizar las comunidades de las que provienen y a las que regresan.

El segundo grupo de 30 hombres se graduará en otoño y un tercero comenzará poco después. De los 18 hombres del primer grupo, 10 están empleados y el resto está buscando trabajo, según IMAN.

El programa de reincorporación de IMAN está financiado en parte por Chicago CRED (sigla en inglés de Creando un Destino Económico Real), una organización sin fines de lucro a través del Emerson Collective (Colectivo Emerson), el cual tiene como objetivo reducir el número de tiroteos y la violencia con armas de fuego en la ciudad.

“El trabajo que intentamos hacer no es fácil”, afirmó Arne Duncan, socio gerente de CRED y ex secretario de educación de EU en la administración de Barack Obama. “No se trata de una transformación individual; se trata de cambiar vecindarios y crear comunidades saludables y lo más difícil para los hombres es mostrar vulnerabilidad y nuestros muchachos crecen teniendo que mantener una máscara de dureza para sobrevivir”, explicó. “Creo que mucha gente todavía piensa que lo que estamos haciendo es una locura. Realmente estamos tratando de demostrar y probar que estos hombres son la solución y no el problema. Vamos a caminar con ellos y los apoyaremos; ellos van a llevar a Chicago a ser un lugar más seguro”.

Jerry “J-Rock” Marshall, quien ahora participa en el programa Green ReEntry, cumplió una sentencia de 19 años en prisión por un asesinato que cometió cuando tenía 16 años. Admite que todavía está lidiando con la transición desde que regresó a sus raíces en el South Side hace tres años. Señaló que probó varios programas diferentes, pero ninguno de ellos lo ayudó tanto como IMAN.

“Son prácticos conmigo, no solo lidian con que consiga un empleo, lidian con mi estado de ánimo por lo que sucedió en ese entonces”, destacó Marshall, de 39 años. “En mis años en la penitenciaría, desarrollas un sentido agudo para interpretar a los seres humanos y saber si solo lo hacen para ganarse un salario o si su corazón realmente está en ello. Una vez que entré en el programa, vi a personas que hicieron algo para demostrar que sí les importa”.

William “Billy” Moore, un trabajador social de IMAN, llegó a la organización como perpetrador y como víctima. Moore cumplió una sentencia de casi 19 años por el asesinato en 1984 de un adolescente llamado Benjamin Wilson, quien era amigo de Duncan y más tarde cumplió casi un año por posesión de armas. En 2017, el hijo de Moore de 26 años, su único hijo, fue asesinado en un tiroteo. Moore tuvo que posponer su orientación en IMAN para asistir al funeral de su hijo.

“La gente me juzga por algo que hice cuando tenía 16 años, quería que me vieran por lo que era y no por lo que había hecho”, dijo Moore. “Tenía que estar dispuesto a extender al instante el perdón al joven que mató a mi hijo, porque sabía que no era diferente a los jóvenes con los que trato a diario. Por alguna extraña razón, los jóvenes no ven el valor de sus propias vidas, así que no ven el valor de las vidas de otras personas en ese momento de su vida, y espero que algún día lo hagan”.

Un miércoles de febrero por la mañana, los participantes actuales del programa Green ReEntry de IMAN completaron un juego para romper el hielo llamado Zip, Zap, Zop. Guardaron los teléfonos y dibujaron cuadrantes en una pizarra para que los hombres pudieran elegir en qué áreas querían crecer. Algunos eligieron relaciones con amigos, otros en las finanzas y unos más mencionaron que deseaban fortalecerse físicamente para la temporada de softbol. Compartieron sentimientos, examinaron sus emociones y discutieron el “poder de la pausa” (pensar antes de actuar).

“Muchos de los muchachos tienen traumas que no pueden procesar, así que poder tener el espacio, uno saludable que es muy intencional y holístico, es increíble”, concluyó Natali Rehman, gerente de salud conductual de IMAN, el cual tiene un centro de salud y ofrece sanación a través de las artes. “Han pasado por mucho y nueve de cada 10 veces, no es su culpa”, agregó. “Parte de esto es incluso generacional. Entonces, lo mejor que se puede hacer es tratar de detener eso diciendo: ‘Puedes hacer ese cambio, seguir adelante y ser capaz de hacer un cambio con los demás, incluso si solo comienza contigo y con tu familia o tus propios hijos'”.

—Chicago Tribune

James Collins en el lugar de trabajo donde está ayudando a instalar el cableado eléctrico.
James Collins en el lugar de trabajo donde está ayudando a instalar el cableado eléctrico.