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Ibérica por la libertad

Volumen 9, N.º 4, 15 de abril de 1961

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Ilustración

El juego va a terminar, señores.



IBÉRICA es un boletín de información dedicado a los asuntos españoles y patrocinado por un grupo de americanos que creen que la lucha de España por la libertad es una parte de la lucha universal por la libertad, y que hay que combatir sin descanso en cada frente y contra cada forma que el totalitarismo presente.

IBÉRICA se consagra a la España del futuro, a la España liberal que será una amiga y una aliada de los Estados Unidos en el sentido espiritual y no sólo en sentido material.

IBÉRICA ofrece a todos los españoles que mantienen sus esperanzas en una España libre y democrática, la oportunidad de expresar sus opiniones al pueblo americano y a los países de Hispano-América. Para aquellos que no son españoles, pero que simpatizan con estas aspiraciones, quedan abiertas así mismo las páginas de IBÉRICA.

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IBÉRICA is published monthly on the fifteenth of the month, except July-August when bimonthly, in English and Spanish editions, by the Ibérica Publishing Co., 112 East 19th St., New York 3, N. Y. All material contained in this publication is the property of the Ibérica Publishing Co., and may be quoted, but not reproduced in entirety. Copyright 1961 by Ibérica Publishing Co.

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ArribaAbajo El atraso de la ciencia española

I. La destrucción de una esperanza


Xavier Flores


Eso que se llama cartesianismo

Hay un problema de la ciencia española. No es de hoy ni de ayer; es cosa que siempre ha preocupado y amargado a los hombres más egregios del país. La lista de los que, desde el siglo XVI al XX, levantaron su voz para denunciar nuestro atraso cultural, sería prácticamente inacabable. Es Simón Abril quejándose en sus Apuntamientos a Felipe II de nuestra carencia de matemáticos, es Villalón denunciando la mediocridad de nuestros gramáticos y humanistas en su Viaje de Turquía, y es Fernández Navarrete lamentándose en su Conservación de Monarquías de la expulsión de árabes y judíos, clases laboriosas dedicadas a las «artes mecánicas», a esas mismas artes cuya ausencia en los españoles observan todos los viajeros extranjeros, y en particular nuestro compatriota el Dr. Carlos García en su Antipatía de franceses y españoles. Más cerca de nosotros, Cánovas, Pi y Margall, Costa, Ganivet, Unamuno, Cajal, Baroja y tantos otros que dedicaron sus reflexiones al análisis de la decadencia de España, se han visto todos obligados a abordar, quien más quien menos, el problema de nuestra ciencia.

Algunos han intentado compensar nuestro complejo de inferioridad con exabruptos o con justificaciones de índole moral: Unamuno, por ejemplo, cuya famosa exclamación «¡que inventen ellos!», dirigida a los demás países, le valió esta dura respuesta de Pío Baroja: «Decir que inventen ellos es renunciar al honor de la Humanidad culta. Es como el soldado poltrón que gritara: "Que avancen los demás".» Menos virulento que el rector de Salamanca, Azorín se preguntó a su vez: «¿Podrá nadie afirmar que el ideal de inteligencia es superior al ideal de virtud?» ¡Cómo si este ideal no hubiera sido asimismo el de otras naciones que además también hacían ciencia, y como si en España hubiera sido el afán cotidiano del pueblo entero! Honradamente, no podemos negar que nuestra novela picaresca refleja tanto como el teatro de Calderón o de Lope de Vega la sociedad española. El «ideal de virtud» ha sido en nosotros una aspiración de minorías como lo fue en los moralistas franceses. Con afirmarlo y reiterarlo Azorín no justifica nada. Además, lo que España necesita no es tanto justificarse ante los demás como explicarse a sí misma las causas de sus problemas seculares, pues con una mera actitud autojustificadora no lograremos nunca superar nuestro atraso.

Cierto es que, cuando se examina la contribución de España al campo de la ciencia, es inevitable convenir con Ramón y Cajal en que nuestro rendimiento «ha sido pobre y discontinuo, mostrando con relación al resto de Europa un atraso y, sobre todo, una mezquindad teórica deplorable».

Los factores son múltiples: ortodoxia rígida impuesta por la Inquisición -que no impide el florecimiento literario y jurídico del Siglo de Oro, pero sí la evolución del pensamiento filosófico y, por ende, dada la relación íntima de la filosofía y de la ciencia, el desarrollo de teorías científicas originales-; alejamiento de Europa desde la época de Felipe II; ausencia de una clase media industriosa que hubiera podido cultivar la ciencia que la nobleza; por su concepción de la vida, consideraba como menester poco digno de ella, y que la «gente de los menudos», la clase pobre, no podía abordar por falta de instrucción y de medios económicos; falta de escuelas, de colegios técnicos y de universidades en número suficiente; falta de profesores competentes que comprendieran que la cultura, más que un aprendizaje mecánico de determinadas asignaturas, es un conocimiento crítico de las cosas del que se deriva un sentido de la vida.

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Este último factor, al que pudiéramos añadir otros muchos, me obliga a volver al punto, para mí esencial, de la crítica de Ramón y Cajal: nuestra mezquindad teórica. Hemos aportado al mundo muy pocas teorías porque hemos carecido casi siempre de métodos críticos científicos y de escuelas de pensamiento. Al español, que es hombre de mentalidad crítica aguda casi siempre negativa, rara vez se le han enseñado los métodos de análisis utilizados en Europa desde Descartes a nuestros días. Es más, no se le ha permitido la duda fecunda y constructiva, sino la exégesis, el vulgar comentario de lo ya pensado y elaborado en otras naciones, si coincidía con nuestros criterios; y respecto de aquello que no nos agradaba o convenía, se ha fomentado el ataque irracional, la sátira amarga y el desprecio. Al español «martillo de herejes» se le ha acostumbrado a considerar como herejía toda doctrina extranjera que no satisfacía los módulos tradicionales de nuestro pensamiento. A su vez, los disconformes con esta actitud, yéndose de un extremo a otro, han dado con frecuencia en aceptar a ciegas cuanto penetraba por las fronteras. Así se explica, en nuestro siglo todavía, la boga de las ideas de la Enciclopedia en España, que muchos aprendieron y aceptaron en bloque sin distinguir en ellas lo exacto de lo inexacto, ni lo valedero de lo caduco, como si desde la muerte de Voltaire no hubiera pasado nada en el mundo. Tan poco científica era esta actitud como la que consistía en achacarle al extranjero las culpas de todos nuestros males, y en responder con una «leyenda rosa» a la llamada «leyenda negra». La historia de España, explicada por Menéndez y Pelayo o por Ramiro de Maeztu, más aun que un análisis objetivo de nuestro pasado es una justificación de nuestra actitud ante el mundo. Y es que desde hace siglos -tal vez sea ello producto de nuestra decadencia- hemos vivido con una mentalidad de agredidos, utilizando la pasión como instrumento de medida cuando lo necesario era una buena dosis de cartesianismo para desmenuzar los problemas. Pero, salvo en minorías muy pequeñas, eso que se llama cartesianismo ha brillado siempre por su ausencia en esta España nuestra que pasó por la historia moderna con una actitud de puro y simple rechazo.

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Falta de escuelas de pensamiento

Transcurrieron para nosotros los siglos en un continuo desangrarnos dentro y fuera del país: dentro sin que lográramos hasta ahora liquidar nuestras querellas y formar una nación moderna; fuera, sin que los contactos con el extranjero fueran útiles a nuestras gentes el día de su regreso a la patria, para tratar de cambiar el tono de la sociedad. Nuestros soldados y viajeros anduvieron por todos los suelos de Europa en el siglo XVI y, sin embargo, no tuvimos Renacimiento en el sentido europeo de esta palabra. En el siglo XVIII nuestros sabios viajaron por Francia y entablaron relaciones íntimas con los enciclopedistas, captaron las nuevas orientaciones del pensamiento e intentaron hacer una labor en España, pero nuestra sociedad, impermeable y hosca, no estaba preparada para recibirlos. Cuando se piensa en los múltiples fracasos de los hombres que quisieron levantar al país, y en la escasa duración de sus éxitos -en este aspecto Pablo de Olavide fue un ejemplo señero- se repite uno en cada caso la pregunta de Luis de Zulueta a propósito de Joaquín Costa: «¿Es España un gran pueblo que no encontró a su hombre, o es Costa que no encontró a su pueblo?» En el siglo XIX, mientras Francia, Inglaterra y otras naciones preparaban sus cuadros técnicos y administrativos y su industria moderna, sin cuyo apoyo es hoy imposible hacer ciencia aplicada, nosotros continuamos ferozmente divididos por las guerras carlistas. En medio de esas divisiones, nuestros grandes hombres, cercados por la demagogia o hundidos en la indiferencia, trataron de centrar los problemas, atacarlos de raíz, pero uno tras otro fracasaron todos. Ninguno logró crear escuelas duraderas. A cada intento lo más reaccionario de la sociedad española se levantó en armas para aplastar los primeros resultados de la labor comenzada. Así acabó trágicamente en nuestro siglo esa maravillosa experiencia, tan llena de promesas, de la Institución Libre de Enseñanza fundada por Giner de los Ríos.

País de genios solitarios y borrascosos, sin empalmes con sus predecesores aunque con raíces profundas en el solar patrio, y en todo caso sin continuadores, así es España. Sus grandes hombres han sido voces que clamaban en desierto, voces casi bíblicas por lo que todas tenían de proféticas.

No creo, sin embargo, en la reiterada afirmación de que somos ineptos para toda convivencia y, por tanto, incapaces de trabajar en equipo y ser sucesivamente discípulos y maestros. En verdad, no se nos permitió serlo. ¿Cómo se iba a admitir semejante aspiración, a sabiendas de que en España los grandes problemas seculares, siempre soslayados, nunca resueltos, no podían sino constituir la tarea primordial de cada generación nueva de pensadores? En España, pensar -cuando de verdad y honradamente se piensa- conduce fatalmente a reformar, y esto, nuestras clases altas, entregadas al culto delirante y provechoso de una patria eternamente semejante a sí misma, no lo podían soportar y hasta ahora siempre se salieron con la suya.

Inmovilismo y aislamiento, tales son desde hace siglos dos términos esenciales de su ideario. Que nadie se mueva dentro, que nada penetre de fuera. España se basta por sí sola. Ramón y Cajal vio las desastrosas consecuencias de esta actitud: «...en general, salvando gloriosas excepciones, nuestro orgullo aristocrático, secundado por la desdichada posición geográfica de la Península (confín de Europa y camino solamente de África), nos condujo a una reclusión mental deplorable. A semejanza de esos animales habitadores de la Australia que, segregados en remotas edades del continente, adquirieron formas insólitas y estrafalarias, así el entendimiento español, no vivificado por la conjugación intelectual ni corregido por la crítica europea, apartose de las normas de la cultura mundial y se expandió en la viciosa y casi exclusiva vegetación de las sutilezas escolásticas, de los transportes de la mística y de los juegos del conceptismo y culteranismo.»

Hoy, una vez más, nos encontramos con que todo está por hacer, como si el destino de España fuera el mismo de Penélope: tejer y destejer eternamente, sin acabar jamás la obra iniciada.

El delirio de la derecha

No es muy exagerado hablar de delirio. La derecha española ha vivido siempre al margen de la realidad del país, inmersa en la nostalgia de heroicas hazañas. Cuando ya no quedaron Américas por descubrir ni países europeos que dominar, nuestra derecha se encerró en un statu quo lleno de desdén y se fijó como objetivo vivir de las rentas del pasado. Pero como todo estilo de vida requiere un contexto ideológico, hubo que construir una mitología justificadora de nuestro estancamiento: la España incomprendida y envidiada del extranjero, la superioridad de la mística sobre la ciencia, la sobriedad del español, el odio a Francia y a Inglaterra, la incompatibilidad del sufragio universal con el temperamento español, etc.

A todas estas etiquetas, profusamente utilizadas por el régimen franquista en los años de triunfo nazi, no cabía sino contestar que quienes mejor han analizado a España son los grandes hispanistas europeos, herederos en cierto modo de los famosos viajeros que en los siglos pasados escribieron sobre España relaciones de una calidad y una exactitud sorprendentes; que la mística y la ciencia son cosas intrínsecamente distintas y que la hipertrofia de aquélla no justifica la ausencia de ésta; que la sobriedad del español no es más que hambre soportada a la fuerza; que el odio a Francia y a Inglaterra no tiene desde hace tiempo más fundamento que la antipatía que pueden sentir por nosotros los flamencos cuando recuerdan las batallas del Duque de Alba; que el sufragio universal no es incompatible con el temperamento español sino con la estructura económica y social impuesta al país por sus dirigentes.

Con el pobre ideario de la derecha, hecho a base de resentimientos y de declaraciones grandilocuentes, no se podía ir muy lejos, pero ¿a quién le interesaba que España diera un paso hacia adelante que hubiera acarreado una transformación social profunda y la pérdida de los viejos privilegios de nuestra casta dominante? Seguramente no a ésta, cuyas aspiraciones máximas consistían en poseer títulos nobiliarios, ir de caza, exhibirse en las procesiones, estudiar y trabajar lo menos posible y mantener a raya a las clases trabajadoras.

Por haberla conocido y padecido de cerca puedo atestiguar lo que era y es la indiferencia cultural de nuestra extrema derecha. ¿Qué se encontraba, por ejemplo, en la biblioteca de un hombre de Renovación Española, allá por 1930? Las obras del Caballero Audaz sobre la familia real, el teatro pseudoheroico de José María Pemán o costumbrista de los hermanos Quintero, el Criterio de Balmes, la Defensa de la Hispanidad de Ramiro de Maeztu, las obras de Menéndez Pelayo, los Episodios Nacionales de Galdós (para mantener vivo el odio a Francia), algún que otro clásico del Siglo de Oro, y paremos de contar. Se me dirá que había excepciones. Cierto es y he conocido algunas. Pero la tónica general era de ignorancia crasa, más aun, de odio hacia la cultura europea y hacia todo lo que en España suponía crítica social, económica, política o religiosa. Recién estallada la guerra civil ¿a qué se dedicaron los franquistas en su zona? Yo estaba allí y lo puedo decir: saquearon y quemaron las bibliotecas de los hombres de izquierda previamente encarcelados o fusilados; depuraron todas las bibliotecas públicas y, por no citar más que unos cuantos autores, no dejaron ni una sola obra de Descartes, Kant, Leibnitz, Espinosa, Voltaire (¡inclusive los cuentos!), Rousseau, Víctor Hugo, Zola y Alejandro Dumas, pues -si no fuera trágico sería para reírse- también los «tres mosqueteros» constituían al parecer un grave peligro para el alma hispana. Simultáneamente prohibieron durante muchos años nuestros mejores autores: Unamuno, Ortega, Lorca, Blasco Ibáñez, etc. Hoy se encuentran de nuevo sus obras, pero no las de los clásicos de la filosofía europea porque el Estado ha decidido prohibir la publicación de todas las obras que figuran en el índice de la Iglesia. De esta manera no hay peligro de que nos reincorporemos al pensamiento occidental.

Así se explica cómo los vencedores expulsaron de España, en 1939, alegre y bárbaramente, a la minoría poseedora del capital cultural del país, la única que podía ofrecerle al pueblo un porvenir digno y enseñarle a pensar.

La generación frustrada

En ese ambiente se educó mi generación. Nos encontrarnos en una España vacía de maestros, con cátedras ocupadas por gente reaccionaria o por elementos improvisados, no en el recogimiento de las bibliotecas sino en los frentes de batalla. Podríamos repetir hoy, palabra por palabra, lo que decía Pío Baroja de la generación del año 70: «La mayoría de los que formamos esta generación habíamos estudiado mal, con profesores estúpidos; pero al dejar las clases nos quedó a casi todos cierta curiosidad, cierto deseo de volver a lo que no habíamos aprendido.»

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Nosotros nos educamos de contrabando, comprando libros prohibidos en el mercado negro, acudiendo a las bibliotecas de los consulados franceses los que sabíamos francés, escuchando de labios de los más viejos la versión oral de las ideas políticas y sociales que se nos quería ocultar. Nadie puede imaginarse fuera de España lo que representaba para nosotros poseer un viejo ejemplar del Contrato Social de Rousseau, un libro prohibido de Ortega y Gasset, unos poemas de García Lorca copiados a mano... Nadie puede concebir fuera de España con qué cuidado se compraba, vendía o guardaba un libro prohibido. Éramos muy jóvenes, pero cada vez que lográbamos obtener una de estas obras teníamos conciencia de haber rescatado de la quema uno de los elementos materiales de una cultura perdida y lo manejábamos como si fuera un incunable. Nos dábamos oscuramente cuenta de que en España se acababa de destruir una gran esperanza cuyos rescoldos habíamos de recoger para tratar de reanimar un día la llama.

Sin embargo, pese a ese deseo que latía en muchos de nosotros, debo confesar que mi generación, los que teníamos 12 ó 14 años al estallar la guerra civil, ha sido y es en su mayoría una generación sumisa, callada, resignada y mal formada intelectualmente. ¿Qué ha dado, en suma, mi generación? Algunos poetas de valor como Eugenio de Nora, José María Valverde..., algún que otro ensayista mediocre, dos o tres escritores de teatro -tal vez el mejor sea Alfonso Sastre-, y ningún hombre de ciencia destacado.

Las causas de esta pobreza son para mí evidentes. En primer lugar, la enorme opresión reinante en España en 1939. Luego, varios factores importantes: la miseria y el hambre de los años inmediatamente posteriores a la guerra civil obligó a los hijos de los vencidos a lanzarse a la calle en busca de trabajo. Prácticamente, los estudios superiores estaban entonces reservados a los hijos de los vencedores y, por buena fe que tuvieran muchos de aquellos jóvenes, viviendo como vivían insertos en un ambiente familiar y social ultrafranquista, no cabía esperar de ellos que buscaran enseguida el empalme con la tradición republicana. No olvidemos además que estábamos en pleno triunfo nazi. En cuanto a las clases medias que se libraron de la represión, la insuficiencia de los ingresos hizo también que gran parte de sus hijos se lanzaran a ganarse la vida apenas terminado el bachillerato.

Mi generación tenía de 15 a 17 años al terminar la guerra civil, entre 20 y 22 en 1945. Tuvo que formarse sin auténticos maestros, no se le permitió salir al extranjero a ampliar estudios -como se hizo con las generaciones posteriores-, tuvo por necesidad que incorporarse en seguida al mundo del trabajo donde la realidad le enseñó mucho de lo que no había aprendido en los libros, se casó joven y los compromisos del hogar frenaron el deseo de muchos de intervenir en la política clandestina. Además, durante los mejores años de su juventud vivió totalmente aislada del mundo exterior.

En muchos aspectos nuestra vida fue y sigue siendo un fiel reflejo del drama de España. No hemos pasado de ser un mero proyecto de vida, una esperanza tendida hacia el futuro, frustrada hasta ahora por las castas que desde hace siglos se consideran dueñas exclusivas de la patria.

XAVIER FLORES

(Continuará)




ArribaAbajo Cuando el régimen se desplome (I)

Eugenio del Castillo2


Cualquier análisis de la política franquista requiere un previo examen de los métodos de análisis que se emplean al observar la actual situación. Tal análisis se hace imprescindible si se pretende seriamente conocer el estado actual y las posibilidades latentes de la economía española; el sistema, tan utilizado, que consiste en comparar las cifras de producción y consumo del período republicano con las correspondientes a la etapa franquista, prueban, en efecto, que el gobierno de Madrid no ha sabido ni conseguido mantener, por ejemplo, el ritmo y la tasa de producción agrícolas de la República y que, este hecho, teniendo en cuenta que España es un país eminentemente agrícola, bastaría por si solo para descalificar la política económica franquista; en 1961, no sólo hay más campesinos pobres que en 1935 (la población ha aumentado considerablemente) sino que actualmente son mucho más pobres que veintiséis años atrás, las inversiones estatales son menores, la producción más baja y el analfabetismo sigue afligiendo al 14% de la población según cifras oficiales. Pero no nos podemos pasar la vida haciendo este tipo de comparaciones, porque no descubren nada nuevo y, sobre todo, porque podría llevar a la consideración siguiente: que el franquismo como tal, esto es, la dictadura clérico-militar, es la causa próxima y remota de nuestros males hoy, y que bastaría su eliminación para que la vida española y su economía, libres de la dictadura, discurriera por cauces definitivamente mejores, volviendo a una supuesta anterior normalidad. En la opinión de los grupos más responsables del estudiantado universitario y de algunos pocos economistas y técnicos que, por el momento, trabajan dentro de la burocracia del régimen y también en la opinión de algunos empresarios y de los obreros más politizados, no se trata tanto de volver a los años treinta, como de avanzar, a pasos de gigante y quemando etapas, hacia el futuro, a partir del día mismo en que el régimen clérico-militar se desplome.

Es en el ámbito político de las libertades fundamentales, que debe gozar toda sociedad democrática, que puede producirse la sensación de volver atrás y en ese sentido todavía es válido hacer comparaciones aunque con reservas. Pero cuando se examina el aspecto más larvado de la infraestructura económica, la evolución demográfica, el crecimiento de la industria, se observa que la España de 1961 es considerablemente distinta de la de 1931; es un país que ha pasado de 23 a 30 millones de habitantes, después de la sangría de la guerra civil y el exilio, que se halla actualmente en expansión demográfica, que ha desarrollado rápidamente la industria química en la última década, creando algunas nuevas industrias como la fabricación de coches y camiones, que ha «exportado» medio millón de hombres a ultramar en diez años (entre 1946-1957), que ha experimentado una fortísima despoblación del campo creando un nuevo subproletariado urbano en las zonas industriales, que una nueva clase social, la de los «nuevos ricos» nacidos con el estraperlo, ha surgido hacia 1948-50 y ya ha tenido tiempo de parir una nueva generación de nuevos ricos, y que todo esto está creando nuevas condiciones que, añadidas a aquellas que no han cambiado: la agricultura de tipo feudal, el analfabetismo, la baja productividad, un peonaje que se cifra en millones, la estructura de la propiedad, el poder de la casta militar, de la casta religiosa, de los monopolios, de la banca privada y el viejo problema de las nacionalidades, componen un cuadro complicado de la actual situación.

La dictadura ha paralizado el progreso, diríamos, natural del país, pero a la vez, esa paralización ha creado nuevas circunstancias, nuevos problemas, nuevas fuerzas en tensión que están ahí en presencia; estas nuevas circunstancias podrá despreciarlas quien espere sentado a la bartola el fin de la dictadura; pero aquellos que se apresten a intervenir en la futura vida del país tendrán necesariamente que tomarlas en cuenta, si es que pretenden evitar el caos de una situación que, a la muerte de Franco, pueda producirse; tanto si fallece de muerte natural en la República Trujillana, probable refugio de los fascistas españoles, como envenenado en su estancia del Palacio del Pardo. A pesar de sus constantes invocaciones a la Divina Providencia, el generalísimo dentro de unos años habrá dejado de existir y en aquel momento se plantearán violentamente, a la luz del día, aquellos problemas que hoy parecen latentes u oscuros. Aunque la dictadura franquista fuera relevada por otra dictadura que estableciera un directorio militar o fuera substituida por una casi dictadura monárquica, el proceso de descomposición y de revelación de la actual tensión no dejaría de producirse, a la larga.

Para indagar, pues, los problemas profundos del país, conviene verlos no con esa perspectiva alicorta que todos los males los reduce a la presencia del franquismo, sino con otra posición desde la cual nos podamos preguntar: ¿a qué causas o hechos es debido que en España se haya producido el franquismo, el fascismo, el primoderiverismo y la tenaz persecución de la libertad y del progreso por las fuerzas reaccionarias desde la guerra napoleónica para acá? Hay una frase, bastante tosca, pero popular que dice: «todo país tiene la clase de gobierno que se merece»; a fuer de ser sincero podría decir que me parece un insulto al pueblo que soporta la dictadura; pero al mismo tiempo, aplicado especialmente a la alta burguesía, resulta ser una solemne verdad; porque, actualmente, ¿quién soporta a quién? Desde 1956, La Brigada de Investigación Criminal y los Tribunales Militares mandan a la cárcel y a la tortura a obreros y estudiantes pobres; sólo ocasionalmente va contra miembros de la alta burguesía, un poco como para demostrar la «justicia distributiva» del régimen.

Si algunas de las importantes personalidades que han firmado la reciente carta sobre la censura (dirigida a los ministros de educación y de información) hubieran firmado una condenación del régimen, y si lo mismo hicieran los pocos dignatarios de la Iglesia que últimamente inician una leve resistencia al gobierno franquista, esto poco duraría, porque la policía no es una fuerza independiente sino subordinada a los grupos de presión y los oficiales y jefes del ejército son oportunistas y no dejarían de ver como «patriótica» (esto es, segura para ellos) una «prise de position» encabezada por José M.ª Pemán, Joaquín Calvo Sotelo (que firman la carta de protesta por la censura) y por Pla y Deniel, primer arzobispo de la iglesia española, que acaba de protestar por la inexistencia de sindicatos cristianos «independientes». De todas formas, no es preciso desplegar mucha sagacidad para darse cuenta de que es imposible pensar en esa salida porque es bastante irracional y contraria a los intereses personales y de clase del grupo que debería adoptarla. En otras palabras, el franquismo no es sólo el generalísimo del Pardo, los generales, los obispos y la policía, sino también la alta burguesía y la alta finanza, que en esas horas de austeridad que pregona el ministro de Comercio se lleva la parte del león a través de la Banca Privada; el franquismo es también la literatura reaccionaria de Pemán y Calvo Sotelo, el fariseísmo y la doble postura de Fabián Estapé y J. Fernández Figueroa y el oportunismo de los obispos y otras muchas cosas más que son también pilares esenciales de la sociedad franquista. Pues se trata exactamente de esto: de una sociedad que se halla defendida por un sistema policíaco y no de una policía que reprime a la sociedad. La policía nada más reprime las clases oprimidas y lo hace no en beneficio propio, sino de las clases y grupos opresores (ciertamente los inspectores de policía no se mueren de hambre pero tampoco participan en el reparto de los extraordinarios beneficios que realiza la clase en el poder).

¿Quién soporta a quién? No podría contestarse unívocamente; hay una relación de interdependencia y de responsabilidad compartida, entre los órganos exteriores de la represión y los grupos sociales a quienes la represión beneficia y se hace necesaria.

No es por un oscuro juego de azar que la dictadura existe en España. No es por un acto decisorio de la casta militar ni por un acto libérrimo de la Divina Providencia. Hay unos hechos económicos, sociales, políticos, históricos, psicológicos y físicos que nos ofrecen un entendimiento, más o menos próximo, de los últimos cincuenta años de vida española; a Franco y al franquismo hay que colocarlos en ese contexto, formando parte de esa visión general. Cuando en España se oye decir a algunas personas: «si por lo menos Franco hubiera levantado escuelas para todos...», o bien «con el orden social y la paz de estos años Franco tenía la oportunidad de hacer tal y tal y tal cosa...», no hay más remedio que verificar que tales opinantes no han comprendido nada de la situación y sería perder el tiempo intentando convencerles de que el analfabetismo es imprescindible al franquismo, o intentando demostrar a algunos jóvenes ingenuos de la nueva Falange que un régimen que nació, entre otros pocos motivos, para evitar una reforma agraria en ciernes no va a decidirse jamás a realizar una revolución en el campo. Y otras cosas por el estilo.

Una crítica similar debería hacerse de los análisis que ciertos economistas hacen de la situación española. Algunos de ellos, por el conocido fenómeno de la deformación profesional, pretenden analizar la economía española, su aspecto técnico, estadístico, el llamado «terreno de los hechos», con independencia del hecho político de la existencia de la dictadura. Algunos de esos economistas insinúan el camino que debería adoptar la economía española para resolver los problemas de fondo e iniciar con decisión la etapa del desarrollo económico, pero dejan suponer que tal importantísima etapa podría realizarse sólo con que el gobierno de Madrid o los empresarios españoles se decidieran a emplear unas determinadas técnicas. Está claro que esta suposición no tiene nada de científica. La etapa de desarrollo económico acelerado presupone un cambio político en España. La revolución política es previa a la revolución económica que representaría, para el país, una política económica planificada, un plan de inversiones a largo plazo y una reforma agraria radical y severamente controlada: este plan es, por supuesto, económico y las medidas para aplicarlo serían técnicas; pero los economistas que lo proponen (es el caso de las recomendaciones hechas a través de las Naciones Unidas, o de algunos economistas desde el mismo Ministerio de Comercio español) parecen no darse cuenta de que no sería en interés de la clase gobernante, y de ahí que nada parecido quepa esperar ni de la dictadura franquista ni de otras parecidas, ni de aquellos países donde, sin imperar una formal dictadura política, la bipolarización entre una base agraria primitiva y una alta burguesía terrateniente extraordinariamente poderosa impide todo progreso, en este sentido.

Parece que aquellas técnicas de gobierno que la derecha se sabe muy bien nunca han sido comprendidas ni adoptadas enteramente por la izquierda liberal: la derecha se abstiene de recomendaciones filantrópicas y aplica sus decisiones por la fuerza. La izquierda liberal, en el caso de que quiera conservar sus posiciones, ¿no debería reconsiderar sus métodos de análisis de las situaciones y reexaminar la validez de sus tácticas de acción?

EUGENIO DEL CASTILLO

(Continuará)

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ArribaAbajo Carta de España sobre arte y literatura

La novela y el realismo social


Juan de Toledo


La generación más joven de nuestros novelistas está empeñada en una aventura denodada. La de descubrir este cuerpo social de España que hasta ahora, después de la guerra civil, no mereció más atención que la simple o complicada consideración estética. El cuerpo social de sus ciudades, de sus campos, de sus fábricas, de sus minas y de sus puertos. Claro está, esta estimativa no es nueva, pues gran parte de nuestra literatura, desde la Regencia, y muy especialmente sus formas narrativas, incidieron siempre sobre ese cómo es España, de modo obsesivo y aleccionador. Galdós, Blasco Ibáñez, Baroja, Azorín, Noel, Pármeno y Sénder y tantos otros, todos anduvieron en cualquier momento preocupados por desvelar esta naturaleza física e histórica, de nuestro país, poniéndonos de relieve el estado contemporáneo del sufrimiento del hombre y la mujer españoles, enmarcados en su personal recinto geográfico.

Esta situación se pudo ver de distintas maneras. Unos, con un cierto estoicismo, se contentaron con describirnos o relatarnos este paisaje fundido con su protagonista y sólo lo entendieron como un hecho insoluble, ante el que se formula una protesta pero imposibilitado de rectificación. Ante esta visión pesimista nada había que hacer. Nos teníamos que ajustar a este acontecer y todo lo más gozarlo estéticamente. Este estilo de comprender nuestro mundo está muy afincado en gran parte de la generación del 98. Los compromisos intelectuales de los escritores liberales del tipo de Galdós o Blasco Ibáñez son muy opuestos. En ellos la esperanza de una renovación progresista es persistente. Las ideas son las de la escuela naturalista francesa, más o menos modificadas. Sólo Galdós sabe rebasar esta actitud unilateral, comprendiendo a todos los españoles y encerrándolos a todos en su propia desdicha, bien observados imparcialmente desde su altura de novelista clásico. Esta problemática del realismo social alcanza un clima dramático con Ramón Sénder, que marca un desviacionismo de las formas corrientes objetivas o impresionistas que nutre nuestro arte narrativo. Sénder es un punto y aparte, por primera vez el autor toma un puesto trágico en el relato, y, al mismo tiempo, el único enlace posible con la literatura tremendista que nace de la guerra civil.

Después de la conflagración fratricida, fue Camilo José Cela quien puso los cimientos de una nueva restauración realista de nuestra novela. La colmena, La familia de Pascual Duarte y Viaje a la Alcarria, cada una con su estilo, intentan descubrir porciones importantes de vida española. Dando tumbos nos fuimos acercando a esta original narración de hoy y en donde se alinean los nombres de Ignacio Aldecoa, Ana María Matute, Juan Goytisolo, López Pacheco, García Hortelano, López Salinas, Ferres, Fernández Santos, Sánchez Ferlosio. Todos van marcando un cierto alejamiento de los compromisos existencialistas al rojo vivo, el posible en nuestro país, hasta el documento testimonial de hoy frío, escueto, con su informe de jurado. Lo que hemos de destacar es el cambio de perspectiva, de maneras, de intención. Esto se puede ver muy bien si comparamos una novela de José María Castillo Navarro, Con la lengua fuera, que en estos días se ha traducido al francés con el título de Morts aux enchères, y que ha merecido muy buena crítica, con las últimas narraciones aparecidas, por ejemplo, el libro de viajes de Juan Goytisolo, Campos de Níjar, y el de López Salinas y Antonio Ferres, Caminando por Las Hurdes. El paisaje español sigue siendo el mismo, la vida del campo también y la relación entre una y otra no ha variado nunca, a pesar de los pantanos, de las leyes y de la «operación Badajoz». Lo que cambió ha sido la manera de enfrentarse el novelista con este universo agobiador, pobrísimo y detenido.

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El libro Con la lengua fuera es, sin duda, un testimonio bronco, negro y expresionista. Se trata de la subasta del agua, de esa escasa agua que corre por Murcia, Andalucía o Castilla, y que ha de regar las tierras secas y exhaustas de nuestro país. Esa escasez de agua condiciona la existencia de nuestros labradores, el drama perenne, los aspectos graves de su convivencia. El hecho de esta subasta ha producido tal impresión en nuestro escritor que de cierto modo él ha quedado insertado en este orbe ciego, pasional y desaforado, hasta escribir esta novela de gritos descompuestos, de iracundia desorbitada y de desorden narrativo muy brillante. Este documento brutal que es Con la lengua fuera ha tenido que ser explicado con un prólogo que lleva la edición española y en el que se dice que nada de lo que allí pasa tiene que ver con la realidad actual de nuestra nación, donde el caciquismo y la miseria fue abolido por la «Cruzada de Liberación» y por la labor de los gobiernos falangistas, opusdeístas o simplemente castrenses. Esto tiene mucha gracia. Con la lengua fuera se escapa de todas las trayectorias de la novela española de todos los tiempos que a pesar de sus temas ha gustado de mantenerse, paradójicamente, dentro de una línea clásica bastante acentuada, salvo Ramón Sénder y algún otro caso excepcional. Lo que vale de esta novela es más el grito del artista que el documento humano que encierra, deslumbrador, agobiante y cegador. Grito expresado así tan bellamente, porque el agua que se subasta aquí no es otra que la libertad, a quien se ha puesto un precio superior a nuestros medios adquisitivos.

No sabemos hasta qué punto se debiera establecer alguna relación entre el Viaje a la Alcarria y estos otros viajes de Goytisolo, López Salinas y Antonio Ferres, Campos de Níjar y Caminando por Las Hurdes. Que son bien distintos salta a la vista. El autor de La colmena sigue siendo un heredero de la generación del 98, y su intención social, que existe sin duda, se oscurece por su actitud de recoger sólo lo bien compuesto, aunque sea feo, lo singular, lo individualizado. Los nuevos se sienten atraídos por lo indiferenciado, lo mostrenco, lo corriente. El valor de testimonio documental es su preocupación. Recorren España, dispuestos a no asustarse de nada, a captarlo todo con su máquina fotográfica, dejando que ésta funcione con libre espontaneidad. No nos narran una historia, ni unos hechos o anécdotas excepcionales, sino se satisfacen con contarnos España, así, simplemente, lisa y llanamente. Para lograr esos objetivos estos escritores han tenido que preparar un estilo literario, del mismo modo que prepararon su maleta pequeña de viaje o su macuto, una muda de ropa y unos zapatos adecuados para resistir este penoso andar y ver. Esta literatura nos va descubriendo una geografía y una sociedad humana hasta ahora desconocida.

Es importante consignar que este mundo de cosas, nos parece, es el primero que se observa, si nos situamos ante él. Esto lo creemos natural. Pero en el desenvolvimiento de nuestra novela no ha acaecido así. Para llegar a revelarnos estos campos de Níjar o de Las Hurdes, que son muy semejantes a montones de campos de España de todas las provincias, han tenido que pasar por ellos muchas generaciones de escritores que los han percibido también pero de distinta manera, mostrándonos porciones de realidad tan enmascarada que no es exactamente la que estamos viendo hoy a través de estos nuevos viajeros españoles. Campos de Níjar, de Juan Goytisolo, se pudiera extender a otras regiones de Andalucía, nos referimos a la manera de vivir, estar y comer, como los campos de Las Hurdes, asimismo, pudieran prolongarse a toda Extremadura, Castilla o León. Toda esta tierra peninsular existe como detenida en muchos siglos atrás, con su miseria, pobreza y agotamiento. Desde antes de Jovellanos se habla de una reforma agraria, que no se ha efectuado nunca. España es uno de los pocos países de Europa en que la reforma agraria está indisolublemente unida con la literatura, con la mejor literatura. Para descubrir estas tierras de Iberia ha habido necesidad de crear un estilo literario ascético, con su realismo impasible y su intención social inconfundible.

JUAN DE TOLEDO

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SOBRE LA CAMPAÑA PRO AMNISTÍA

PARÍS, 24 mar., Ibérica: -El periódico Le Monde de hoy publica una información sobre la Conferencia pro Amnistía, firmada por J. G. D., de la que reproducimos los siguientes párrafos:

«Delegados de diecisiete países asistirán a la Conferencia de Europa occidental pro amnistía de los presos y exilados políticos españoles. En el orden del día de esta conferencia figuran tres temas principales: el estudio de la situación de los presos y exilados políticos españoles; el análisis crítico de ciertas formas anacrónicas del régimen represivo y penitenciario franquista, y el examen de las acciones a emprender para desarrollar la amplia corriente humanitaria en favor de la amnistía y las formas de intervención cerca de las autoridades españolas.»

«Como era de esperar no se encontró la unanimidad entre los antiguos partidos españoles, las organizaciones antifranquistas o antifascistas y las diversas personalidades republicanas en el exilio. Mientras la C.N.T. y los círculos del gobierno republicano y del gobierno regional vasco en exilio se mostraban dispuestos a apoyar la Conferencia y a participar, como lo indica la campaña realizada en algunos de sus órganos de prensa. Solidaridad Obrera, La República y el boletín OPE, el partido Socialista y la U.G.T. se negaron formalmente a asociarse a una petición inspirada, según ellos, por los comunistas, quienes hubieran conseguido abusar de la ingenuidad de un gran número de personalidades extranjeras. Por su lado el Comité Internacional de Sostén a los Antifascistas Ibéricos hace reservas en cuanto a su organización y a sus características políticas.»

«En fin, un grupo de escritores y profesores, reunidos alrededor de don Salvador de Madariaga, rechazan también toda clase de amnistía, porque "ni los presos ni los exilados políticos españoles han cometido crímenes que haya que perdonar". Además estas personalidades estiman que les es imposible unirse a una gestión "hecha en colaboración con comunistas destacados como Maurice Thorez, Aragón y otros, que han aprobado los asesinatos de Budapest".»

«Estas divergencias han sido hábilmente explotadas por las autoridades españolas, que han hecho -según parece- insistentes gestiones para que la conferencia no sea autorizada. Una nota del servicio de prensa de la embajada de España sostiene que "la Conferencia no tiene el apoyo de ninguna formación española, fuera del partido comunista" y afirma, por otra parte, que las medidas tomadas estos últimos años por Madrid hacen inútil semejante maniobra.»



Acuerdos de la Conferencia

La Conferencia decidió lo siguiente:

1) Que las gestiones sean efectuadas por cada delegación nacional cerca del embajador de España acreditado cerca de su gobierno para atraer su atención sobre el problema de los presos políticos y de los exilados políticos españoles

2) Que una delegación de personalidades y de juristas eminentes efectúe una gestión análoga cerca del gobierno español

3) Que para apoyar la gestión cerca del Papa se realicen gestiones en todos los países cerca de los cardenales miembros del Sacro Colegio

4) Que en cada país sea solicitada la intervención del gobierno nacional

5) Que sea solicitada la intervención de organismos internacionales como la Cruz Roja Internacional y la Federación Internacional de Ligas de Derechos del Hombre

6) Que en cada país la opinión pública sea informada por todos los medios disponibles y

7) Que en cada país sea organizada una semana en favor de la amnistía.

La Conferencia ha dirigido, además, un telegrama a la Comisión de los Derechos del Hombre llamando la atención de la organización internacional sobre las infracciones flagrantes a los derechos del hombre cometidas por un miembro de la ONU.

Según el diario Liberation, de París, la atención de la asamblea se hizo apasionada cuando de «entre los kilos de cartas y telegramas llegados de todos los países se dio lectura a los mensajes enviados por presos políticos españoles. Entre esos mensajes se leyeron: una carta firmada por treinta y tres detenidos en la prisión del Dueso; otra de Antonio Amat, líder socialista, en prisión preventiva en Carabanchel; de Julio Cerón, líder católico que purga pena de ocho años en la prisión de Valladolid y de Simón Sánchez Montero, líder comunista condenado a veinte años en la prisión del Dueso.»

La Conferencia -dice Le Monde del 27 de marzo- presentará del 26 de abril al 15 de mayo, en la «Maison de la Pensée», una exposición de las obras de los artistas que han regalado cuadros y esculturas. En esta exposición figurarán cuadros de Picasso, del escultor inglés Henry Moore, de Fernand Léger y de otros ochenta artistas de los países de Europa occidental.




ArribaAbajoSin permiso de la censura

Información de nuestro corresponsal en España


¿Quién conspira contra España?

La impostura no es nueva, y sin embargo sigue siendo utilizada con una reiteración digna de mejor causa: «Conspiración contra España», «complot anti-español», etc. Éste es el plato fuerte, que puede estar salpimentado con ingredientes «masónicos», «judaicos» o «marxistas». Nadie que piense con un mínimo de rigor intelectual ignora lo burdo de esta operación: confundir la patria -aspecto sentimental- y los intereses nacionales -aspecto material- con los objetivos e intereses del grupo gobernante y, a lo sumo, del Estado que sólo ha sido confundido con la Nación por los teorizantes nazis.

El caso es que el español medio se desayuna cotidianamente desde hace casi un mes con truculentas conspiraciones antiespañolas que le sirven en editoriales los diarios al uso -ABC, Ya, La Vanguardia- o al desuso -Arriba, El Correo Catalán-. Desde 1947, a raíz de las resoluciones de la ONU contra el régimen, no se había visto un esfuerzo concertado de tanta envergadura propagandística. A las normas dictadas por la Dirección General de Prensa se unen adhesiones al Jefe del Estado redactadas en las Jefaturas de Falange (¡todavía existe!) de Madrid, San Sebastián, Valladolid, etc., en tonos de un belicismo que asustaría a quien no estuviese al tanto de lo que pasa entre bastidores.

El lector se supondrá que entre los motivos de cólera patriótica de los más selectos franquistas ocupa lugar predilecto el gobierno de Marruecos y su nuevo rey Hassán II. El secuestro de los prospectores de petróleo en el Sahara, la réplica de los prospectores italianos galantemente «invitados» a regresar vía Canarias y las declaraciones del rey de Marruecos y de su ministro de información, reiterando sus reclamaciones sobre los territorios de Ifni y Río de Oro, han sido viento sobre brasas desde hace tiempo encendidas. Después de que la primera nota española de protesta fue rechazada por el ministerio de asuntos extranjeros de Rabat, el gobierno español se dirigió a la ONU afirmando que Marruecos preparaba una ofensiva en serio contra sus territorios de Río de Oro. Al mismo tiempo se han acumulado alegatos jurídicos en los que van alegremente revueltos los tratados de 1900, de 1904, de 1912 (de protectorado éste, que no fue hecho directamente entre España y Marruecos, sino que España pactó con Francia) y de 1956. Los argumentos políticos del gobierno español son un poco más fuertes: si se cree a los editorialistas de ABC y de Arriba, Marruecos está minado por agentes moscovitas que preparan así una subversión contra Occidente. Los hechos se relacionan inmediatamente con los disturbios de Angola y -¡naturalmente!- con el Santa María de Galvao, preámbulo imprescindible de todo alegato franquista en estos últimos tiempos.

La consecuencia que sacan -interesante porque es la base de la política conjunta del Caudillo y Salazar- es: «se quiere debilitar la posición internacional de España y Portugal porque estos dos países son hoy el bastión más firme para defender al Occidente contra el comunismo».

Castiella aconseja prudencia

Cuando el gobierno de Oliveira Salazar se vio desamparado en la ONU, llamó angustiado a Madrid para pedir ayuda. El Sr. Castiella se precipitó a Portugal, no para acceder a todo lo que pedía el «fiel aliado ibérico», sino para proponer prudencia y un plan de acción: este plan deberá basarse en hacer ver a las potencias occidentales el valor estratégico de la Península, exigiendo en contrapartida el apoyo a sus gobiernos tanto en las respectivas metrópolis como en las «provincias africanas». El Sr. Castiella declaró en Lisboa: «Juntos -España y Portugal- fuimos cruzados muchas veces en el pasado. Juntos seguiremos siendo cruzados contra la infidelidad y contra la maldad de los que se perdieron en la loca confusión de las palabras y de los sólidos intereses.» Es muy significativo que los Srs. Castiella, Oliveira Salazar y Mathias hablaron de oponerse no «a ingerencias internacionales clásicas sino a la guerra revolucionaria subversiva». Claro, esto es una palabrita que está de moda, pero no por capricho: en primer lugar al hablar de guerra revolucionaria subversiva dan a entender que es un problema interno (el de España en el Sahara o el de Portugal en Angola) solamente viciado por la subversión que viene del Este. En segundo lugar, «politizan» su problema para ver si hay incautos en el Occidente democrático que se crean que apoyando a sus respectivas dictaduras se cierra el paso al comunismo.

Pero la «conspiración» es vastísima, si se da crédito a lo que dicen los medios oficiales bien informados. Que el propio Sr. Solís haya creído conveniente enviar una extensa comunicación a todos y cada uno de los obispos sobre el acuerdo en defensa de los presos y de la libertad de España firmado por la C.I.O.S.L. y por la C.I.S. Cristianos, añadiendo amplias referencias de su divulgación por la «prensa masónica y comunista» y previniendo a Sus Ilustrísimas, da idea de lo agitadas que deben ser las noches de los ministros con tanta pesadilla. Las palabras del Caudillo, al clausurar el Congreso Sindical reflejan el mismo estado de espíritu -auténtico o fabricado-, a decir: «somos atacados por los representantes de la vieja política, el capitalismo, la masonería y las fuerzas del mal...» En ese «monstruoso» conglomerado figura en buen lugar New York Times3, que ha tenido los honores de un número de Arriba dedicado en sus seis primeras páginas a injuriarle en todas las formas, el jesuita reverendo padre Riquet, culpable de no se qué maquinaciones en unión de los comunistas (Ya del 20 de marzo), el Reverendo Padre Pire (premio Nobel) y el también Premio Nobel y blanco eterno de las iras franquistas, Sr. François Mauriac.

Pero no podían faltar españoles en la «conspiración» y para ello está un joven escritor a quien los ultrafranquistas están haciendo más popular con sus ataques de lo que ya es, justamente, por su valiosa producción literaria: Juan Goytisolo. La prensa ha rivalizado en insultarlo soezmente y, si mis noticias no son falsas, ha colaborado en ello el propio Aznar, director de La Vanguardia. Como todo termina por saberse, ya nos hemos enterado aquí de lo que pasó en Milán con este escritor español. Unos paracaidistas italianos (nostálgicos de Don Benito) se pusieron de acuerdo con el Consulado español para irrumpir en la sala donde hablaba Goytisolo con bombas lacrimógenas y robar la película que allí se proyectaba sobre los trabajadores de Murcia y Almería que emigran hacia la zona industrial catalana. La película, que duraba veinticinco minutos, fue proyectada en diez minutos por la Televisión de Madrid (comprobándose así que estaba mutilada) y la proyección fue acompañada de insultos al escritor e incluso a la memoria de su madre (por cierto, asesinada por un bombardeo de la aviación italo-alemana sobre la población civil de Barcelona durante la guerra civil). La nueva arremetida contra estos «conspiradores» se dirige también contra la editora francesa Gallimard y la italiana Feltrinelli (caso curioso; esta editora fue la que dio a conocer en Occidente el Doctor Jivago de Pasternak).

Los tiempos febriles vuelven

En resumen, volvemos al paroxismo de la Anti-España como en los febriles tiempos que sucedieron a la guerra. Hechos en apariencia de poca importancia provocan desmesuradas reacciones oficiales. Si la relación entre hechos y reacciones parece exagerada, la cosa se explica por las razones de las reacciones. Y estas razones parecen ser la tendencia a crear un clima de «defensa nacional», «un complejo de hallarse sitiados» con objeto de hacer frente a un triple peligro para el gobierno: la oposición interior, el descrédito internacional y la grave situación económica.

Porque la oposición no ceja. Si el tribunal ha absuelto a los Srs. Tierno Galván, Ridruejo, Morodo, Herrera, etc., y condenado a un año en teoría -pero a nada en la práctica- al Sr. Menchaca, no es porque los jueces se sintieran particularmente benévolos, ni tampoco por las brillantes intervenciones de los defensores (de nada sirvió, en su día, la magistral defensa que hizo el Sr. Gil Robles de don Julio Cerón), sino porque había instrucciones de obrar así, porque el gobierno no estaba en condiciones políticas de encarcelar a los Srs. Tierno Galván y Dionisio Ridruejo. Dos semanas después, el ministerio fiscal ha entablado recurso ante el Supremo, insistiendo en su petición de pena. No pasará nada, al menos en una situación como la presente. Ese recurso obedece a dos razones: una, la de impedir la plena libertad de movimientos de esas dos personalidades de la oposición; otra, la de no dar demasiada impresión de debilidad y, sobre todo, no aceptar como válidos los argumentos de la defensa: patriotismo de la oposición, derecho a tener contactos con los emigrados republicanos, derecho a defender públicamente la restauración monárquica y a organizarse en defensa de ideales europeos.

Un reciente manifiesto de la «Unión Española» pidiendo que el Caudillo transmita los poderes a Don Juan y que «el régimen autocrático actual se transforme en un gobierno políticamente estable, basado en un sistema jurídico...» demuestra que este sector de la oposición no se descorazona, aunque no haya apreciado particularmente las recientes declaraciones de Don Juan a sus fieles procedentes del tradicionalismo, que implican un nuevo margen de confianza al Caudillo.

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Pero el gobierno se preocupa más que por lo que pueda hacer o no hacer Don Juan de Borbón porque la oposición, incluida la monárquica, no deja de actuar. Los centenares de estudiantes que se solidarizaron ante las Salesas con Tierno Galván y Ridruejo no eran particularmente monárquicos, pero sí eran absolutamente antifranquistas, y sólo por eso corrieron el riesgo de enfrentarse con la policía. El indudable crecimiento de las fuerzas democrático-cristianas preocupa también al gobierno, independientemente de que el Sr. Gil Robles y sus amigos quieran que un rey simbolice el retorno a la normalidad cívica.

El gobierno sabe muy bien, por ejemplo, que no cuenta con los estudiantes. No hace más que cuatro días la policía ha detenido a los jóvenes universitarios Fernando Santos, César Santos y Julián Marcos, que recogían firmas por la amnistía de los presos y recogían muchas...4 Dos días antes ha sido destituido el Sr. Fabre, dirigente del SEU de Barcelona, después de que las cámaras sindicales de Filosofía y Letras y Ciencias Económicas se pronunciaron también en favor de la amnistía. Los alrededores de la universidad de Barcelona están llenos de letreros alusivos a lo mismo y de inscripciones con el nombre del Dr. Jorge Pujol, preso en la cárcel dé Zaragoza.5

Preocupaciones internacionales

La segunda preocupación es de orden internacional: el primer peligro, a juicio de los expertos del Palacio de Santa Cruz, viene de la fragilidad portuguesa. Cuando hablan en confianza no dicen lo mismo que la prensa sino, muy al contrario, que la situación colonial pudiera incluso dar al traste con el régimen de Salazar (que éste no se atreva a nombrar el próximo presidente de la República por sufragio universal es buena prueba de su debilidad). Y, naturalmente, un flanco abierto en el costado occidental de España sería fatal para el régimen del Caudillo.

De Marruecos nada teme en verdad el Gobierno, pero se juzga en las altas esferas que puede servir de buen pretexto para presentar a España como paladín anticomunista en África y, al mismo tiempo, para tener entretenidos a los militares (que cobran triple en las famosas «provincias africanas» además de la gratificación de mando). Además, justo es reconocer que el gobierno opera en el caso de Marruecos con prejuicios tradicionales del hombre de la calle. Hace sólo ocho días que un chófer de taxi me hablaba así: «¿Ha visto usted estos moros? Cuidado que son p... ¿Cuándo nos dejarán en paz?» Por último, en los medios oficiales se sabe muy bien que la cuestión del dominio o condominio del Sahara va a ser discutida muy en breve en altas instancias internacionales. Y quiere llamar la atención, de manera indirecta, sobre sus derechos «ribereños». No sería extraño que se intentase alguna operación diplomática sensacionalista en este sentido. Hoy mismo, acaba de lanzarse la especie de una confabulación entre Marruecos y el Malí para atacar Mauritania y el Sahara español. El autor de tan sensacional noticia no es otro que don Salvador López de la Torre (particular amigo de don Camilo Alonso Vega) en extraña residencia en Río de Oro -so pretexto de escribir unos articulitos para ABC- desde hace unos cinco meses en que salió catapultado de la dirección de Informaciones.

Pero, además, en los despachos ministeriales y del «Movimiento» no se han tragado todavía la píldora de la nueva administración norteamericana. La inquietud sobre este particular persiste y no ha hecho sino aumentar cuando Estados Unidos ha votado contra Portugal en el asunto de Angola. Este estado de ánimo es alimentado por algunos anti-americanos que siguen en sus mismas posiciones de los buenos tiempos de la División Azul. Uno de ellos es don Rodrigo Royo, director de Arriba, y algunos otros hay en el séquito de Solís a quienes se atribuye -sin que haya razones para probarlo- algunas demostraciones de carácter anti-americano que tuvieron lugar el último día del Congreso sindical.

El punto más negro: la situación económica

Todo lo dicho, con ser de importancia, no sería tan grave si la situación económica fuese halagüeña, si la tan llamada reactivación se hubiese decidido a hacer acto de presencia. No hay nada de eso. Tengo ante mi vista el informe que ha establecido el Consejo Superior de Cámaras oficiales del Comercio, Industria y Navegación: crisis en todas las industrias alimenticias, con paro potencial; profunda crisis en las industrias de la construcción y del vestido, con paro potencial y real; crisis en la metalurgia, con paro en varios sectores; crisis en industrias químicas; caída del comercio, del transporte... Sólo se mantienen bien la electricidad, la industria conservera y la construcción de buques y, dentro de una gran estrechez, la textil algodonera que parece haber contenido (gracias a primas a la exportación) su caída de períodos anteriores.

La solución que se da en los medios oficiales es la de exportar; pero esto es mucho más fácil de decir que de hacer, además de que deja sin solucionar el inmenso problema del nivel de vida de la población, pues sólo una mínima parte de la población activa trabaja en industrias de exportación. Además, los inconvenientes principales son los siguientes: desfase con los mercados europeos a causa de las integraciones (los «Seis» y la Zona de Libre Comercio), falta de inversiones, costos de producción elevados. Se da el caso paradójico de que España es el país europeo de más altos costos de producción y salarios más bajos. Pero buena parte de los negociantes que disfrutan de un régimen de monopolio en España no tienen el menor interés en «europeizarse», mientras que los pequeños industriales también temen todo cambio. El ministro de Comercio, Sr. Ullastres, sabe que de seguir como hasta ahora no sólo no habrá reactivación sino que las ventajas de exportación conseguidas en 1960 podrían venirse abajo. Pero él no puede hacer mucho más. Hace muy pocos días, pronunciando una conferencia en Zurich, ha insistido en las posibilidades de España en esperar hasta que se decidan los problemas económicos entre el Mercado Común y la Zona de Libre Cambio, haciendo además una referencia a las relaciones con Iberoamérica que más parecía escapatoria que otra cosa. En realidad, si Ullastres no toma posición es porque los grupos financieros en quienes se apoya el gobierno tampoco han tomado posición.

...Lo que no impide «hablar» de un plan quinquenal

Y sin embargo se habla muy alegremente de un plan quinquenal que elaborará en el plazo de tres meses la misión del Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo que, presidida por el Sr. Williams, lleva varias semanas aquí. Este plan será sometido después a la aprobación del gobierno y se dice que comprende, entre otras cosas, la transformación de la red de transportes y el aumento de la producción de energía eléctrica que estaría relacionado con el desarrollo de nuevos regadíos. Todo muy bien, pero a base de inversiones fabulosas; en algunos medios oficiales se espera que vengan del Banco como el maná, pero es porque no tienen idea de los miles de millones que supone tan solo la reparación necesaria de toda la infraestructura ferroviaria. El problema de las inversiones sigue sin resolver; el Marqués de Fontalba, presidente del Banco Urquijo, ha insistido nuevamente cerca del Gobierno para que éste haga más flexibles sus disposiciones sobre inversiones extranjeras, permitiendo la repatriación total de las plusvalías y, sobre todo, acabando el interminable papeleo de despachos y ministerios, campo propicio a todo género de compadrazgos y chanchullos. De fuente alemana se sabe también que se ejercen presiones de financieros de dicho país en el mismo sentido, lo que no puede extrañar sabiendo las cordialísimas relaciones existentes entre el Banco Urquijo y algunas importantes sociedades alemanas. Los alemanes han hablado, por lo visto, bastante fuerte, recordando al ministerio de Comercio que en 1960 Alemania fue el segundo comprador de España mientras que su comercio con ésta sólo representa 1% del comercio exterior alemán (los alemanes nunca tuvieron sentido del tacto). Por añadidura, le han dicho que antes de trabajar en serio en España necesitan modificación del régimen de inversiones, indicios de reactivación económica y que se tome una decisión sobre la posición de España respecto a los dos grandes bloques económicos de Europa occidental.

Los empresarios belgas que estuvieron hablando con Solís han dado buenas palabras sobre inversiones; pero si, como parece, lo que les interesa es la industria textil, eso no soluciona sino complica los problemas de la economía española. En resumen, llevamos ya un año bien cumplido desde que los señores del gobierno y sus expertos dieron por terminada la fase de estabilización; desde entonces no se ha avanzado un paso. El Congreso Sindical, aparte de haber servido de válvula de escape para algunas declamaciones demagógicas, ha representado el criterio de quienes quieren la reactivación aun a costa de una nueva inflación y, desde luego, de la eliminación de las empresas marginales que no estarán en condiciones competitivas: éste es el fondo de la tesis de Robert. Pero con las estructuras actuales no hay dinero para inversiones, ni lo habrá por mucho que se exporte: la exportación da divisas al Estado y beneficios a las empresas gigantescas que dominan ese género de operaciones. Pero la mayor parte de esos beneficios no se reinvierten, aunque los beneficiarios dicen ser muy patriotas.

Los «patriotas» sólo piensan en exportar, pero dan absolutamente de lado la elevación del poder de compra de los españoles y proponen la reconversión de industrias de consumo interno en industrias de exportación; el «patriotismo» estriba en reñir con los marroquíes en las fronteras saharianas, en hacer el jaquetón en Ifni, en abrazarse con el dictador de Portugal; el «patriotismo» consiste en injuriar soezmente (siempre que tienen las espaldas bien guardadas) a cuantos por esos mundos se interesan por la suerte de las víctimas de Franco hundidas en los presidios. Quienes con tanta impudicia, instalados en ministerios, redacciones y cuartelillos, tratan de «leyenda negra» la voz del mundo libre cuya conciencia no está tranquila porque España está como en 1939, tendrán un día que rendir cuentas de la verdadera conspiración contra España, la tramada y perpetrada por ellos. Decir esto no es jactancia vana, palabrería y mucho menos rencor; es sencillamente recordar que nadie, por muy Caudillo que sea, es capaz de cambiar el curso ineluctable de la Historia.

TELMO LORENZO

Madrid, 27 de marzo de 1961






ArribaAbajo Editorial

Aclarando actitudes


Poca atención ha prestado la prensa, en general, al discurso pronunciado en Estoril por el conde de Barcelona, pretendiente al trono de España, ante 253 oficiales carlistas, antiguos combatientes de la guerra civil española, pero el discurso tiene importancia. La tiene por varias razones: por las afirmaciones hechas en él, por las patentes contradicciones que contiene, por lo que ha silenciado y por el entendimiento que deja ver entre el pretendiente y el general Franco.

Analicemos estas afirmaciones destacando las de mayor significación. En primer término el pretendiente ha anunciado, poniendo énfasis en sus palabras, que «la futura monarquía resolvería los problemas de España dentro de un espíritu progresista». No aparece muy claro qué es lo que el pretendiente ha querido dar a entender con la palabra «progresista». Una persona vulgar puede emplear ese término al querer indicar el concepto contrario al de «retrógrado», pero un aspirante a la regencia de un país está obligado a llevar a sus declaraciones el rigor necesario. El término, además de vago e impreciso, está anticuado, precisamente por estar vacío de sentido ya.

Se podría conceder que ha querido expresar su deseo de que la futura monarquía, su monarquía, fuera hacia adelante -aunque ir hacia adelante no significa ir por el camino derecho. Pero siguiendo el discurso caemos en la más perturbadora de las confusiones cuando salta esta afirmación: «Estoy identificado con los principios de la tradición carlista.» Estos principios son los más oscurantistas de las luchas intestinas en España. La guerra civil española de 1833, que duró hasta 1840, fue la llamada «guerra carlista» entablada entre éstos, absolutistas defensores de la tradición de la monarquía absoluta, y los liberales partidarios del régimen constitucional. La guerra civil de 1936 en España no fue otra cosa, con sus modalidades de las influencias internacionales del momento, sino la resurrección de aquella guerra carlista, tradicionalista y absolutista de 1833.

El pretendiente continuó analizando los principios de la tradición carlista para terminar rechazando cualquier intento constitucional, análisis al que siguió la afirmación siguiente: «La monarquía será de carácter popular», pero, Don Juan hace imposible una recta interpretación de esta afirmación con otra de su peculiar discurso en la que rechaza todo intento constitucional. Al llegar aquí se hace necesario un punto y aparte.

Hay que subrayar que el discurso ha ido dirigido al general Franco y de manera especial la parte final que pudiéramos llamar «mensaje directo» concebido en estos términos: «Confío en que el sentido de responsabilidad y de patriotismo que presiden el régimen actual le harán comprender que el mayor mal que pudiera ocurrir a nuestra madre patria sería la apertura de un período de carácter constitucional. Confío en que hará posible la evolución destinada a devolver a España su régimen tradicional.»

Cuales hayan sido las afirmaciones del pretendiente se nos muestran diáfanas ahora: su monarquía será tradicionalista y al margen de cualquier consulta electoral. Dicho de otra manera: si Don Juan llegara a ocupar el trono de España, sería un rey inconstitucional, un rey sin ley alguna a la que obedecer, situación que tiene, desde hace siglos, un término claro para definirla: monarca absoluto y, en este caso, tradicionalista y carlista, con todo el «progreso» que Su Majestad omnipotente quisiera darle.

El general Franco ha dado al Sr. Pemán, presidente del Consejo privado de la monarquía, las seguridades de que está decidido a restablecer la monarquía en la persona de Don Juan, en una entrevista celebrada en el mes de febrero. Entre los monárquicos la impresión producida por el discurso es muy desigual. Consideran, en general, que es un público reconocimiento de su reconciliación con el general Franco: los monárquicos tradicionalistas abrigan esperanzas de un próximo cambio de régimen, por el contrario, los monárquicos constitucionalistas se consideran derrotados en sus aspiraciones.

Cualquier mente medianamente razonadora no puede concebir que Franco dé paso a una situación que pudiera conducir a una consulta popular y en cambio puede encontrar lógico que, dada la reconciliación de ambos personajes, el pretendiente, si llega el día, entre en España, mano enguantada, de la mano sin guante del general Franco.

Esa solución de duplicidad no es la que puede despertar esperanzas en un futuro de libertad civil y democracia económica en España. Todo lo que no sea preparar el camino para que el pueblo español decida la forma y contenido de su régimen futuro, no conducirá más que a prolongar una situación que ya ha cerrado su ciclo evolutivo. El franquismo morirá a manos del franquismo. España encontrará su camino.




ArribaResumen de noticias

Don Juan se declara tradicionalista

MADRID, 14 mar., Ibérica: -El pretendiente al trono de España, en una ceremonia celebrada en Estoril; en la que doscientos cincuenta y tres carlistas le prestaron juramento de fidelidad, ha declarado, entre otras cosas: «No somos reaccionarios ni retrógrados. Deseamos que la monarquía tenga nuevas instituciones... Somos tradicionalistas, y estoy convencido de que el sentido de responsabilidad y de patriotismo que anima al régimen actual debe hacerle comprender que el mayor mal que podría abatirse sobre nuestra madre patria sería la apertura de un período de carácter constituyente que podría resultar catastrófico. Estoy convencido también de que el régimen buscará, por una evolución natural, la manera de volver a España su prosperidad y un régimen tradicional que tiene su carácter propio evidente.»

En los medios monárquicos liberales ha producido muy mal efecto el discurso del pretendiente Don Juan a los tradicionalistas, discurso pronunciado precisamente cuando partidarios suyos liberales se encontraban sentados en el banquillo de los acusados. No será extraño que el comportamiento de Don Juan tuviese consecuencias en la futura actitud política de los monárquicos liberales.


Un manifiesto de Unión Española

PARÍS, 25 mar., Ibérica: -El diario Le Monde de hoy publica el siguiente despacho procedente de la agencia AP: La «Unión Española», grupo político clandestino compuesto de monárquicos y democristianos y dirigido por el señor Tierno Galván, ha lanzado a la calle un manifiesto y ha enviado ejemplares del mismo a los miembros del gobierno y a las principales autoridades civiles, militares y religiosas. El texto pide al general Franco la liberalización del régimen y, después de un período de transición, la transformación de los poderes que detenta en una monarquía encarnada en Don Juan, conde de Barcelona.

El manifiesto declara, además, que el gobierno actual español carece de una verdadera base nacional, lo que implica un peligro constante y creciente que aumentará cuando muera o dimita Franco, si no se toman las medidas necesarias para remediarlo. El peligro comunista en España -añade el manifiesto- aumenta a medida que la situación se prolonga.


La polémica no se ha extinguido

MADRID; 20 mar., Ibérica: -La polémica entre Solís y la Iglesia no se ha extinguido. Hace pocas semanas el Ministro Secretario General ha enviado a todos los obispados un «dossier» conteniendo: 1) los acuerdos de la C.I.O.S.L. y de la C.I. de Social Cristianos contra el franquismo y la represión; 2) una selección de periódicos del extranjero que han reproducido los textos comunes de las dos grandes centrales sindicales y 3) una serie de consideraciones sobre el carácter de estas demostraciones «contra España» que, según el Sr. Solís, siempre tan perspicaz, están dirigidas por «la masonería y el comunismo internacionales, y todas las fuerzas del mal».

Dato curioso cuya importancia hay que valorar: como en los medios falangistas están hartos de las «fugas» que sé producen en los obispados, esta vez han inventado un truco para que la policía pueda saber perfectamente qué obispo da los textos a la publicidad. Cada obispo ha recibido un texto en apariencia igual a los recibidos por los demás, pero en realidad contiene un cambio de nombre o de palabra, la omisión o la adición de una cita, etc. Todo está controlado policíacamente para que si sale por ahí uno de los textos del Sr. Solís que se sepa inmediatamente a qué obispo hay que meter mano.


Del proceso Tierno Galván, Ridruejo, etc.

MADRID, 18 mar.; Ibérica: -La vista de la causa contra los Srs. Tierno Galván, Ridruejo, Menchaca, Herrera y otros representantes de la oposición terminó el día 13, pero la sentencia no ha sido conocida hasta el 14. Debe destacarse el carácter de gran acontecimiento que ha marcado este proceso. Cerca de quinientos estudiantes, en actitud absolutamente correcta, se agolpaban para presenciar la llegada de los procesados e intentar penetrar en la sala de audiencia. Varias veces la policía armada y los policías en civil han provocado a la multitud a golpes y codazos so pretexto de contenerla, pero sin mayores consecuencias.

Como observadores han asistido el diputado laborista Mr. Davies y Mr. Coppa, éste en nombre de la Asociación Internacional de Juristas.

Entre las intervenciones de la defensa se ha destacado la del Catedrático de Derecho Procesal, Sr. Guasp, y la del Sr. del Rosal, autoridad reconocida en Derecho Penal. El Sr. Guasp, en el momento culminante de su alegato, dijo: «Los autores de las tentativas para cambiar la forma de gobierno, cuando consuman su tentativa, no son considerados como delincuentes sino como héroes.» El Sr. del Rosal hizo el proceso de la mayor parte de las disposiciones sobre seguridad del Estado que figuran en el Código Penal actual, añadiendo que eran los restos de la influencia de la legislación nazi, que no distingue entre la propaganda y la tentativa, ni entre la tentativa y la consumación de un hecho. El defensor del Sr. Herrera, hermano del obispo de Málaga, dijo que la entrevista de su cliente con los exilados en París no constituía delito. «El monumento nacional a las víctimas de la guerra civil en el Valle de los Caídos -dijo- está destinado a unir a todos los españoles alrededor de los muertos de la guerra civil.» Y añadió: «¿Es que no nos vamos a reconciliar nunca fuera de la tumba?»

Uno de los, acusados, D. Antonio Menchaca, declaró que había visto a un miembro del gobierno republicano en el exilio -don Félix Gordón Ordás- en París, pero que no habían discutido más que de asuntos culturales, sin tratar para nada de política. D. Francisco Herrera Oria, de 70 años de edad, uno de los fundadores, en tiempos de la República, del partido católico «Ceda», declaró que se había entrevistado con exilados en París para ver si la izquierda y la derecha podían ponerse de acuerdo sobre ciertos problemas fundamentales. La prensa europea califica a este proceso de «Proceso político».

De los procesados han sido absueltos todos los presentes en el juicio, excepto el Sr. Menchaca, al que le impuso el Tribunal la pena de un año de prisión y 25.000 ptas. de multa, pero como la pena impuesta cae bajo la protección de la amnistía concedida con ocasión de la elección del actual papa, el Sr. Menchaca queda también en libertad. Queda suspendida la sentencia para los Srs. López Aparicio y Sotelo que se encuentran exilados.

El fiscal interpone recurso

MADRID, 25 mar., Ibérica: -El Ministerio Público ha presentado recurso de casación ante el Tribunal Supremo contra las sentencias dictadas por la Audiencia de Madrid en la causa contra los Srs. Tierno Galván, Ridruejo y otros. El Fiscal mantiene ante el Tribunal Supremo la petición de penas que hizo ante la Audiencia: nueve años de prisión para cada uno de los acusados. Dadas las circunstancias políticas por las que atraviesa España, no parece que este recurso prospere, pero sí sirve para mantener bajo el control de la justicia a los inculpados hasta que se pronuncie nueva sentencia por el alto Tribunal.


Franco ante el Congreso Sindical

MADRID, 16 mar., Ibérica: -El Congreso Sindical, como tal Congreso, terminó sin pena ni gloria. Después de algunas intervenciones extemporáneas, al llegar la hora de la verdad se han votado unas resoluciones que no molestan a nadie en las esferas del poder. He informado anteriormente que en la comisión sobre representación sindical se había acordado, por 80 votos contra 16, que los mandos sindicales fuesen elegidos desde abajo y que se llamasen «presidentes» y no «jefes». Era pedir demasiado. Intervinieron unos cuantos congresistas y al llegar al pleno se retiró dicha recomendación y se acordó que «dichos cargos sean designados por el mando», lo que quiere decir, el Caudillo y Jefe del Movimiento a propuesta del Ministro Secretario General.

Discurso de Franco

Pero el discurso de Franco, aunque llevaba su marca patentada, tiene la novedad de haber declarado su pesimismo ante las perspectivas económicas. En el discurso hemos oído frases como éstas: «La política no existe sin el diálogo. El diálogo es la base de la política. Pero no en el diálogo anárquico, el artificioso de los partidos políticos suplantadores de las verdaderas estructuras nacionales...» Pero también son de ese discurso estos párrafos:

«No vivimos tiempos de bonanza, vivimos tiempos difíciles, tiempos de guerra fría en todos los campos.»

«Hemos salido de la estabilización, vamos a entrar en el plan de desarrollo, pero todo eso hemos de hacerlo en unos medios económicos internacionales difíciles que sujetan y nos obligan a vivir en los mercados del mundo y que nos imponen el perfeccionamiento de nuestras industrias y de nuestras producciones para colocarnos en los mercados en situación de competencia.»



Terminó su discurso el Caudillo con sus consabidas frases contra las fuerzas del mal, señalando entre éstas la «vieja política», «el capitalismo» y «la masonería».


La embajada americana en Madrid se queja

LONDRES, 17 mar., Ibérica: -El Guardian de Manchester de ayer inserta un cable de su corresponsal en Madrid del que reproducimos los siguientes párrafos:

«La difusión de referencias inexactas en desprestigio del programa americano de ayuda a España ha provocado una protesta de la embajada americana en Madrid. Las publicaciones semioficiales, que fueron distribuidas a principios de mes a los seiscientos delegados que asistieron de toda España al Congreso Nacional de los Sindicatos, contenían una serie de observaciones ofensivas.»

«Desde el año 1951 España ha recibido de los Estados Unidos una asistencia económica que pasa de mil millones de dólares. Esta cifra no incluye el montante de la ayuda militar. Pero una de las publicaciones que circularon en el Congreso decía que mientras "una lluvia de dólares cayó sobre otros países, España fue dejada al margen". Se decía también que "mientras toda Europa disfrutó de la ayuda del Plan Marshall España no recibió ningún género de ayuda". ¡El bienestar económico que hay hoy en España se debe exclusivamente a los esfuerzos del pueblo español!»



Principales temas

«Al lado de esto, en el Congreso no se hizo ninguna alusión a la asistencia económica norteamericana, aunque el tema principal de la discusión se refería a la economía española. Sin la ayuda americana la economía española se hubiera hallado seguramente en una situación desesperada, y esto mismo se podría decir del régimen de Franco.»

«En carta dirigida al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, el embajador de los Estados Unidos, John Davis Lodge, solicitaba que se rectificaran las inexactitudes para evitar posibles interpretaciones erróneas. Sería de desear que el pueblo español tuviera conocimiento de que la colaboración americana no ha sido solamente de orden militar y diplomático, sino también económico.»

«En el momento en que Franco estaba presidiendo el acto de clausura del Congreso, media docena de españoles trataron de promover una agitación antiamericana en el centro de Madrid. Se mezclaron entre la gente dando gritos de: "¡Mueran los Estados Unidos!" "¡Ya tenemos bastantes Gibraltares!" (una referencia a la base inglesa y a las bases americanas que hay en suelo español) "¡Que se vayan los yanquis!"»

«La gente se reía, algunos hacían chistes de intención aprobatoria.»




Lisboa llama a Madrid

MADRID, 19 mar: Ibérica: -La semana diplomática ha estado muy agitada. De Lisboa llamaron a Madrid pidiendo ayuda en el litigio que tienen en la ONU a propósito de Angola, aterrados porque los EE. UU. habían votado contra ellos en el Consejo de Seguridad. El Sr. Castiella tuvo que salir inmediatamente para Lisboa. Por las versiones que hemos podido recoger, Salazar pretendía ser secundado por España en caso de salida de la ONU, pero estas pretensiones significarían una ignorancia absoluta de la diplomacia franquista. Se trata, al parecer, de reforzar y ampliar el Pacto Ibérico con dos finalidades: una, defender las respectivas colonias en África; otra, hacer presión cerca de los Estados Unidos sobre las posibilidades estratégicas de la Península Ibérica.

Las declaraciones del Sr. Castiella

El ABC de Madrid del 16 de este mes da cuenta de las declaraciones hechas por el ministro español de Asuntos Exteriores en el banquete con que le obsequió el ministro portugués del mismo ramo. Dicho periódico publica íntegro el discurso, de él reproducimos los siguientes párrafos: «Asistimos con asombro a una larga serie de claudicaciones, frente al peligro y al engaño, de complacencias y desmayos en los que caen a veces los que debieran poseer una convicción más esforzada y un espíritu más alerta... En medio de este desorden, y quizá porque nosotros estamos firmes y no ensayamos débilmente el hacernos perdonar nuestra legítima existencia, se ha desatado un verdadero ataque conjunto contra Portugal y España.»

«Creo que el mundo debiera reflexionar sobre el absurdo que supone ese nuevo y estéril "monroísmo" que -con "slogan" lanzado un poco a la ligera- reparte los continentes con derechos exclusivos, atándose ciegamente a apariencias geográficas y olvidando superiores razones históricas. Olvidando, por ejemplo, que Portugal no es sólo la tierra ibérica que va del Miño al Algarve, sino la gran tierra derramada desde Lisboa a Timor, a través de los continentes y los océanos durante cinco siglos. Y que España es un país euroafricano.... Y los Estados Unidos se extienden desde Hawai a Florida y, saltando por encima del Canadá, están legítima y soberanamente establecidos en Alaska.» El ministro reiteró el «sentido afirmativo del encuentro» y terminó diciendo: «Hace veinticinco años, en unas graves circunstancias de la historia de España, dio desde Portugal una prueba de sí misma que los españoles no olvidaremos jamás. En cualquier momento esa solidaridad volverá a dar la prueba máxima si las circunstancias lo exigieran, porque responde a nuestra firme decisión de preservar nuestros valores más esenciales y de ser dueños de nuestros destinos.»


Un voto de la Asamblea general de las ONU

NEW YORK, 24 mar., Ibérica: -La Asamblea General decidió hoy, por 79 votos en favor, 2 en contra y 8 abstenciones, considerar la cuestión de Angola en la sesión actual. Los dos votos en contra fueron el de España y el de África del Sur; los países abstenidos fueron: Inglaterra, Australia, Bélgica, la República Dominicana, Francia, Luxemburgo, Dinamarca y Panamá.


Una amenaza para la paz del mundo

PARÍS, 30 mar., Ibérica: -El semanario Democratie 61, bajo el título «El colonialismo portugués: una amenaza para la paz del mundo», publica lo siguiente:

«Si alguien ha creído poder reprochar a los Estados Unidos el haber votado en el mismo sentido que la URSS en el Consejo de Seguridad de la ONU, en lo que se refiere al caso de Angola, lo cierto es que el voto norteamericano constituye un arma de peso contra el último colonialismo intransigente que existe actualmente en el mundo: el de Portugal. Los recientes desórdenes caracterizados por terribles violencias contra los blancos, que se han producido en Angola, han atraído trágicamente la atención del mundo entero sobre el "anacronismo" en que viven los "ciudadanos de ultramar" portugueses, mientras se asiste, desde el fin de la guerra mundial, al violento despertar de los pueblos jóvenes o negros. Ante las reivindicaciones de los indígenas africanos, "el orden portugués" no podrá resistir más largo tiempo.»

«La "Uniao dos Populaçaos do Angola", cuyo presidente es Mario de Andrade, que vive en Conakry, y el "Frente Revolucionario para independença Nacional das Colonias Portuguesas", dirigido desde Leopoldoville, tienen por objeto confesado el de "catalizar todas las organizaciones que luchan por la liquidación del colonialismo portugués".»




La embajada de los EE. UU. apedreada

El New York Times del 27 de marzo inserta noticias procedentes de Lisboa, de ellas extraemos los siguientes párrafos: Alrededor de 20.000 personas hicieron demostraciones hostiles ante la embajada americana en Lisboa. La multitud lanzó piedras contra las ventanas y llevaban grandes letreros en los que se leía: «¡Traidores americanos, cuándo os vais a marchar!», «¡Mejor solos que en mala compañía!», «¡Fuera de las Azores!» Las ventanas de la embajada quedaron destrozadas, pero no ocurrieron desgracias personales. No se tiene noticias de que se hayan hecho detenciones.

La semana anterior se habían producido actos similares ante el consulado americano de Luanda (Angola), pero el de Lisboa ha sido el más importante.

Estos actos no son sino represalias contra el voto favorable de la Delegación de los Estado Unidos en el Consejo de Seguridad sobre una investigación en Angola después de los recientes disturbios ocurridos allá.


Llamamiento de la juventud portuguesa

PARÍS, 20 mar., Ibérica: -La revista mensual Tribune Estudiante publica en el número de este mes un llamamiento de la juventud portuguesa cuyo texto insertamos a continuación: «¡Estudiantes, demócratas del mundo entero! Desde hace treinta años nuestro país sufre el "Estado Novo", pero el régimen autoritario y policíaco que ha venido padeciendo no ha sido tan feroz como en nuestros días. Basta con seguir día a día cualquier periódico portugués para darse cuenta del número cada vez mayor de condenas "por actividades subversivas", por "pertenecer a organizaciones políticas ilegales", etc.»

«Entre los condenados figuran gran número de estudiantes. ¡Estudiantes y demócratas del mundo entero! El que nuestro país pertenezca a la OTAN no es incompatible con esta verdad: Portugal no es un país libre, como tampoco lo es nuestra vecina España, Portugal se ha transformado en una inmensa prisión. La P.I.D.E. (policía secreta) tortura sistemáticamente. El joven estudiante José Casanova (20 años), que figura entre los condenados del 8 de diciembre de 1960, ha sido obligado a permanecer de pie cinco días y cinco noches sin interrupción. Estudiantes y demócratas del mundo entero: Os lanzamos este llamamiento: ¡Ayudadnos! Ayudadnos divulgando este documento por todas partes que os sea posible. Ayudadnos dando a conocer a vuestro alrededor la horrible verdad portuguesa.»

«Ayudadnos haciendo surgir las protestas contra las sentencias judiciales y los procedimientos policíacos, indignos de la humanidad, indignos de nuestra época.» El documento va firmado por la Delegación en el exilio del Movimiento Nacional de Estudiantes.


La desaparición de técnicos del petróleo

PARÍS, 18 mar., Ibérica: -Desde hace dos días llegan noticias de Madrid dando cuenta de la desaparición de once técnicos del petróleo desde el día 11. Once compañías de petróleo norteamericanas han obtenido concesiones en el Sahara español, pero sólo la «Gulf Oil» y la «Unión Oil» han empezado los trabajos de perforación. El Sr. Ballesteros, representante en Madrid de la «Unión Oil», ha declarado que entre los citados técnicos se encuentran un francés, dos canadienses, tres americanos y cinco españoles.

Las informaciones que se reciben sobre la desaparición de esos once técnicos varían completamente según provengan de Madrid, de Canarias o de Rabat. En una conferencia de prensa celebrada en Rabat el 14 de marzo, Mr. Barker, Director de la «Unión Oil», declaró que el campo de sondeo está situado a 20 kilómetros al sur de la frontera hispano-marroquí, en la Seguiet-El Hamra, administrada por España. En el Al Alam Allal El Fassi habla de la desaparición de los técnicos como de un hecho glorioso de la Seguiet-El Hamra, y en otro artículo, el mismo periódico asegura que «Los combatientes de Mauritania han podido infiltrarse en las filas de los militares españoles y atacar un "tajo" de prospección de petróleo en el Seguiet-El Hamra trabajando por cuenta de sociedades norteamericanas en virtud de permiso concedido por el general Franco con desprecio de la soberanía marroquí.»

PARÍS, 23 mar., Ibérica: -Las últimas noticias sobre este asunto anuncian que el joven rey Hassan II ha tenido interés en remitir personalmente los 11 prospectores petrolíferos a sus embajadores respectivos. Pero al mismo tiempo que deploraba el incidente no ha dejado de expresar las reivindicaciones de su gobierno sobre los territorios del sur.

Hassan II, hablando a los cuatro diplomáticos representantes de los 11 prospectores de petróleo, se ha mostrado contento de entregar a esos extranjeros a sus representantes y habló de «la legítima impaciencia de muchos de nuestros leales súbditos que se encuentran todavía bajo la dominación extranjera en una parte de nuestro territorio nacional que esperamos reintegrar por medios pacíficos en el resto del reino».

Por otra parte, el periódico parisién Le Monde de hoy publica el siguiente despacho procedente de Rabat: «Según el diario hablado en lengua francesa de la Radiodifusión nacional marroquí, ocho batallones, o sea, más de ocho mil hombres, han sido instalados por España en la región de Seguiet-El Hamra (Sahara español), situada al sur de la provincia marroquí de Tarfaya.»

Más sobre los técnicos

PARÍS, 20 mar., Ibérica: -La agencia de prensa marroquí indica que, al parecer, el secuestro fue una acción de represalia contra un caso idéntico que cometieron las autoridades españolas en la persona de varios técnicos italianos pertenecientes a la sociedad italo-marroquí «Samir», los cuales fueron hechos prisioneros por militares españoles y trasladados a Canarias. Tal versión ha sido desmentida en Rabat por las autoridades españolas.


Encuesta del Banco Mundial

MADRID, 20 mar., Ibérica: -Llegó a España la misión del Banco Mundial para estudiar la economía del país e impulsar su desarrollo. Según declaraciones, la Misión estudiará cada uno de los principales sectores de la economía española con el fin de ayudar a resolver los problemas.

Los miembros de la Misión son dieciséis y pertenecen a cinco países: Estados Unidos, Inglaterra, Francia Italia y Suiza; son economistas y técnicos de agricultura, irrigación, industria, energía eléctrica, transporte, desarrollo urbano, hacienda y presupuestos, turismo y navegación marítima y puertos.


Nueva tentativa hacia la OTAN

MADRID, 4 abril, Ibérica: -En los medios oficiales, especialmente el Sr. Castiella y sus servicios, dan mucha importancia a la anunciada visita de Lord Home, jefe del Foreign Office. Se habla de una nueva tentativa para que España entre en la OTAN.

En realidad, el Gobierno no se engaña sobre la oposición de los países Escandinavos e incluso de Bélgica. En cambio, es evidente que las conversaciones Lord Home-Castiella van a versar sobre colaboración, desde fuera, con la OTAN, en vísperas de las grandes conversaciones sobre dicho tema entre los dirigentes de las potencias occidentales. Se sabe que el Gobierno español intenta una serie de pactos bilaterales con algunos países de la OTAN en el cuadro general de la defensa de Occidente, y el viaje de Muñoz Grandes a Francia tampoco fue ajeno a estos cambios.



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