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José Joaquín Olmedo: Epistolario

José Joaquín Olmedo



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ArribaAbajoPrólogo

La historiografía moderna considera las cartas como una de las fuentes más valiosas y más fidedignas para el conocimiento íntimo de los personajes estudiados y para el acendramiento de los sucesos históricos.

La verdad en ellas suele presentarse incontaminada, y el hecho mismo de que se halle rodeada de mil circunstancias impertinentes tal vez para las síntesis definitivas, las vuelve más preciosas para la fijación de la realidad tal cual fue en su efímero tránsito por el tiempo.

La correspondencia de Olmedo constituye por muchos conceptos una revelación. Viene a dar la clave histórica de lo que, por los solos escritos públicos, había sido siempre una incógnita insoluble, pues el tenor de ciertos escritos y de ciertas actitudes suyas parecía incompatible con la tendencia que pudiera llamarse intimista de su carácter, con su falta de agresividad, con su moderación, con su timidez y encogimiento.

El epistolario, en su notable variedad de temas y de tonos, demuestra la capacidad proteica de Olmedo para adaptarse a las más diversas circunstancias, y para salir de sí mismo, aun con alguna violencia, en el cumplimiento valeroso de lo que veía ser su deber.

Inédito en buena parte, y en otra casi totalmente desconocido, aunque publicado va   —24→   este epistolario va dividido en esta edición en tres grupos: 1) Cartas familiares, 2) Cartas literarias, 3) Cartas históricas y políticas.

Cada uno de estos grupos tiene su particular interés. En el primero predomina el valor biográfico: son documentos que delinean los rasgos básicos de la fisonomía espiritual de Olmedo. Las cartas de la primera época, a la familia, son dechados de ingenuidad y de pulcritud moral y literaria. A su padre el Capitán, anciano entonces de setenta años muy corridos, escribe siempre con las demostraciones del más amoroso afecto. «Mi amado padre y señor de todo mi amor y veneración», empieza una carta de febrero de 1797. «Mi venerado padre y todo mi amor», dice en otra de abril de 1804, y es la fórmula que se hace habitual bajo su pluma. A su madre, doña Ana de Maruri, enferma y afligida de prematura ceguera, escribe con más reservada ternura y dolida compasión. Para Magdalena, su única hermana, tiene el poeta los más efusivos cariños, y en la primera época bromea amablemente con ella de sus humos de guayaquileña que no se admira de nada. Más tarde la hace confidenta de todos sus trabajos, y se interesa incansablemente por su numerosísima descendencia.

Débense estos tesoros a la abnegada decisión y fidelidad de los esposos José Joaquín Olmedo Icaza, hijo del poeta, y Dolores Icaza y Paredes, sobrina nieta del mismo, la célebre Mamita Lola, gran matrona guayaquileña, quien hasta la más avanzada edad, con el prestigio de su talento y virtudes representó espiritualmente al poeta y agrupó en torno suyo a su numerosa descendencia. En los repetidos incendios que asolaron al puerto, especialmente los de 1896 y 1902, en que la familia quedó con sola la ropa puesta, lograron sacar de las llamas el cofrecito que contenía los manuscritos del prócer, hoy repartidos entre los hermanos Pino Icaza y la señora doña Carmen Icaza de Bejarano. Con sobrada razón escribe el señor don Luis Noboa Icaza, acucioso investigador de la complicada genealogía de Olmedo: «Estos esposos merecen bien de la Patria y de la cultura por haber salvado, antes que cualquier otro bien material, estas reliquias»1.

Desde el punto de vista literario, estas cartas inéditas van a permitir rectificar apreciaciones erradas de las que se escapan a los mayores críticos, cuando forman sus juicios con insuficiente documentación. Miguel Antonio Caro, el eximio colombiano, no conocía sino las cartas de Olmedo a Bolívar y algunos documentos oficiales, y sobre esta base estampó el siguiente dictamen: «En las cartas de Olmedo, y en otros documentos que se conservan de su pluma, se nota una propensión natural e invencible al lirismo. No sabía escribir la "vil prosa"; su estilo es el del hombre que piensa en verso, que busca y halla difíciles los giros de la conversación familiar. Forzados son y desairados los rasgos festivos con que trata de nivelarse al estilo de la epístola amistosa, y tropiezan y contrastan con la frase lírica que brota impetuosa de su pluma»2. Esto que es más o menos verdad de las cartas al Libertador con ocasión del Canto de Junín, es completamente inexacto del conjunto del centenar nutrido de cartas familiares que aparecen en esta edición, inéditas la inmensa mayoría de ellas, todas de una admirable sencillez y frescura, conversaciones escritas.

El grupo de cartas literarias al doctor Joaquín Araujo, a Bolívar, a Flores, a don Andrés Bello presentan a Olmedo bajo otro aspecto, más elegante y erudito, y por el ahínco y gusto manifiestos con que se explaya sobre temas estéticos , son prueba palmaria de cuán gran sacrificio tuvo que hacer Olmedo para resignarse a verse apartado de sus estudios favoritos por la casi ininterrumpida dedicación a los negocios públicos,   —26→   a que le obligaron las vicisitudes del Estado en sus penosos conatos de organización primera.

Esta dedicación, que bien puede calificarse, no sólo de ejemplar, sino de heroica, aparece de bulto en el tercer grupo de cartas históricas y políticas, grupo importantísimo que se subdivide en tres tiempos: 1) el de los últimos años coloniales: 1811-1820; 2) el de la independencia de Guayaquil: octubre 1820-julio 1822; 3) el de la Gran Colombia y de la República: 1823-1847.

Los oficios, de la época colonial son de un Olmedo que, atento sí a cuanto fuese ventaja para su patria chica, seguía concibiéndola como parte de la monarquía española. A nadie puede esto extrañar: hijo de español, nacido en plena Colonia, educado en Lima en el enervante ambiente virreinal, no pudo dejar de ser lenta y laboriosa la transformación de la ideología y de los sentimientos monárquicos que había heredado, en los anhelos de emancipación total y en la aceptación del gran trastorno revolucionario que suponía la independencia. En diciembre de 1811 todavía se preguntaba qué sacaría de ella América, y respondía: «Debilitarse, empobrecerse... dejar yermos y desolados unos países llamados por la naturaleza a ser... el depósito de las riquezas del mundo... secar todas las fuentes de prosperidad, retroceder doscientos años en su carrera». Es curioso comprobar que al término de su existencia, miraba melancólicamente cumplida esta desconsoladora cuanto certera perspectiva. En la última carta que se conserva de él (de apenas 20 días antes de su muerte) habla a don Andrés Bello de Bolívar como de quien «nos libró del yugo español, y nos dejó todos los desastres de las revoluciones». La diferencia de actitud mental es, sin embargo, enorme. Olmedo, el repúblico, daba por bien comprada la libertad, a costa de cualquier infelicidad pasajera. Ésta fue la gran convicción de su vida, en cuanto de una vez para siempre rompió con su pasado monárquico,   —27→   la lección que desde entonces no se cansó nunca de inculcar.

Desgraciadamente no nos ilustra la correspondencia de Olmedo sobre el proceso de esta transformación trascendental. En ella, desde la primera carta fechada después del 9 de octubre de 1820, nos encontramos frente al republicano irreductible, al que Miguel Antonio Caro ha calificado de «ultra-americano en opiniones políticas», de «execrador frenético del nombre español»3. Pero lo admirable en el segundo grupo de cartas históricas y políticas es la transformación que revelan del hombre esencialmente pacífico -hombre de hogar y hombre de estudios- en el servidor incondicional de la patria naciente, en el factótum de las complicadísimas incumbencias que exigía la supervivencia de la obra liberatoria realizada en la noche del 9 de octubre. La actividad que desplegó Olmedo, y que aparece en la copiosísima correspondencia de aquellos meses, para consolidar la independencia de Guayaquil y preparar la de Quito, está sobre todo encomio. A todas partes de donde podía esperar algún auxilio se volvía incansablemente, haciendo prodigios de diplomacia para concertar ayudas que procedían de intereses inconciliables, para suavizar peligrosas rivalidades, para mantener con firmeza los que consideraba derechos intangibles de la ciudad que se había libertado a sí misma contra las exigencias de quienes crean tener derecho a anexionársela. Multiplícanse en aquellos días febriles cartas a San Martín, a Bolívar, a Luzuriaga, a Valdés, a Mires, a Morales, a Sucre, a éste sobre todo.

Comprendió a Sucre desde el primer momento. Se brindó por amigo, y lo fue sincerísimo. Coopera con él en la forma más eficaz, bajando a los últimos por menores en Ia preparación de las expediciones; participa en sus afanes, inquietudes y sobresaltos; comparte   —28→   sus triunfos y sus derrotas, siempre con la palabra de aliento y el reconfortante calor de una amistad sin falla. Conmovedora es la carta que le escribe después del tremendo desastre del segundo Huachi. Sin un reproche, sin una queja, le consuela y asegura: «El Gobierno está dispuesto a hacer todos los esfuerzos y todos los sacrificios por salvar la patria: en esta virtud no dude usted un momento de que se allanarán todos los inconvenientes para reponernos, que estén en nuestro poder». Y valerosamente volvió a ayudar a Sucre a reorganizarlo todo. Tan de lleno estuvo Olmedo engolfado en los afanes de la arriesgada campaña, que a ratos llegó a sentirse exhausto: «Mis males crecen cada día -escribe a Sucre a 18 de octubre de 1821-, y ya necesito no sólo de reposo, sino de inacción por algunos meses para restablecerme. No hallo un pretexto honesto de escurrirme y pasar en el campo siquiera un mes... Yo no he nacido para este puesto: el retiro, la soledad, la comunicación con las musas eran convenientes a mi genio y carácter; mandar, regir, moderar un pueblo y en revolución no es para mis fuerzas intelectuales y físicas». Pero a esos antojos de la naturaleza no se rinde Olmedo. No solamente permanece fiel en su puesto, sino que vive con toda intensidad las vicisitudes de la campaña, comenta cada paso que da el general, hasta se atreve a sugerirle tal o cual maniobra: «Mi imaginación -le escribe a 19 de agosto- acompaña a usted en todas partes, y se halla en todas las acciones y en todos los movimientos. De modo que no dejaré de pretender cualquier premio que se distribuya entre los soldados».

Se comprende la amargura de Olmedo cuando el premio que recibió por sus patrióticas solicitudes, fue, a la llegada de Bolívar a Guayaquil, la arbitraria destitución de sus legítimas funciones por orden del Libertador. Pero éste, acostumbrado a dominar, hasta con afectada rudeza, a los Generales sus compañeros de armas, se halló aquí ante un adversario inerme   —29→   que, vencido y todo, no se dejó doblegar y tuvo valor para decirle de frente amargas verdades con una dignidad, que, más tarde, llegó Bolívar a respetar y admirar. Gran documento para conocer la entereza civil de Olmedo es esta carta de 29 de julio de 1822 al Libertador; como lo es la que, a 7 de abril de 1933, escribió al Ministro García del Río, mandándole su renuncia de la Prefectura del Guayas, por «no deber consentir -dice- que se me dirijan expresiones desconocidas en la buena sociedad, impropias de la dignidad de un Ministro, y duras y ofensivas para dichas a un ciudadano que ha servido tantos años con lealtad y desinterés».

Olmedo, incapaz de rencores (como lo declaró él mismo en carta familiar a Flores, de marzo de 1840) pronto se reconcilió con Bolívar, y no contento con inmortalizarle con el Canto de Junín, aceptó, por coadyuvar a su gran obra, la representación del Perú en París y Londres, que se convirtió para él en molestísimo calvario. Más tarde, separado el Ecuador de la Gran Colombia, sirvió en todos los cargos administrativos que le confiaron Flores y Rocafuerte, sin descanso, hasta el gran levantamiento del 6 de marzo de 1845 en que gastó sus últimas energías, consumidas por la enfermedad crónica que le llevó a la tumba. Sus últimos escritos y cartas se refieren todos a La Mar, y son un último homenaje a la amistad, que fue como un culto en su generoso corazón.

Páginas admirables, tanto de literatura, como de cívica patriótica se encontrarán en estas cartas históricas y políticas de Olmedo, cuya fama no puede sino ganar con la publicación y divulgación de todos sus escritos privados y públicos, pues todos ellos no hacen sino poner más en evidencia la sinceridad, la rectitud y la nobleza de su grande alma, dechado de todas las virtudes cívicas, y digna del fin dichoso que le preparó la misericordia divina al término de su carrera mortal.





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ArribaAbajoCartas familiares


ArribaAbajoA sus padres

(INÉDITA)

Lima y febrero 5 de 1797.

Mi amado padre y señor de todo mi amor y veneración:

En la semana pasada con motivo de los toros del señor Arzobispo no he dado el segundo examen de matemáticas, pero sin falta alguna será en los cuatro días que vienen. Este examen es uno de los más dificultosos de las matemáticas, bien que los dos que le suceden lo son mucho más; los cinco exámenes que restan son demasiado fáciles, y el más largo se puede dar en un mes; en tres y aun en dos semanas los demás. De suerte que de los nueve exámenes que comprenden las matemáticas, tres son sólo los que piden más aplicación y contracción.

En el correo pasado escribí a vuestra merced cuatro letras no más porque estaba pronto la Bárbara, la que se ha demorado hasta ahora, de suerte que se ha juntado con el correo; ella lleva ésta.

Al señor don Damián Arteta di la carta de vuestra merced; tanto este señor como mi señora doña Jacinta me muestran demasiado cariño, de lo que les estoy declaradamente agradecido, los días de fiesta voy a verlos con los Icazitas y sus ofertas y cariños duran todo el tiempo de la visita.

El señor don Juan, señora Panchita, sus niñas y los Icazitas se ofrecen a vuestra merced de todo corazón, y a toda la casa.

  —34→  

Celebraré que vuestra merced no tenga novedad; yo bueno, gracias a Dios, y aunque gustando de las fiestas, es mi diversión aparente, pues para un hijo amante y ausente (hablo por lo que pasa en mí) nunca puede tener gusto completo.

Y no ofreciéndose otra cosa, quedo rogando a Dios conserve la vida de vuestra merced muchos años.

Su humilde y amante hijo

JOSÉ.



Mi amada y venerada madre de mi corazón:

Espero con grande ahínco el Nepomuceno, para tener en él el gusto de saber de la salud de vuestra merced y de toda esa casa, a quienes me ofrezco con todo el afecto que exige mi amor para con ella.

Al grande sentimiento que tengo de no ver a vuestras mercedes se agrega el de saber los dolores que vuestra merced pasa, a más de la ceguera, y si ésta es la voluntad de Dios, no hay más que conformarse con ella. Dos cosas principalmente pido a Dios y a su Santísima Madre: primera, que alivie a vuestra merced de sus dolores, si conviene para su salvación; y la segunda, que si no le conviene sanar, le dé a vuestra merced el don de la paciencia y de la conformidad para sobrellevar los trabajos, y a mí resistencia para conformarme con la voluntad de Dios.

Dará vuestra merced muchos recuerdos a Mamá Manonga, Mamá Ambrosita, etc. a todas mis tías y tíos, primos, primas y en general a toda la casa y en particular a cada uno de sus individuos. Recíbalas vuestra merced de todas las niñas Icazitas, e infinitas de su amante humilde hijo, que desea verla con ansia.

JOSÉ.



  —35→  

Colaquita de mi corazón4:

En San Juan, como me dice mi madre, me escribes, lo que deseo con ansia por no haber recibido muchos días la carta tuya, y recibir tal gusto cuando veo tus letras que me parece estoy hablando contigo; y así te ruego encarecidamente no lo omitas en ninguna, más que no sean más de cuatro letras.

Estamos ahora en fiestas del señor Arzobispo, pero tú podrás considerar si tendrá gusto en esto uno, que su alma está siempre llena del dolor de no verte.

Recibe muchas memorias de señora Panchita, de sus niñas Icazitas; dalas de mi parte a todas las de esa y de nuestra casa, e infinitas de tu amante hijo que desea verte,

GARAY.



Mi amada hermanita:

Lee la antecedente, y te impondrás de todo lo que quiere decirte,

tu hermano.

Para mi señora doña Ana Maruri.

(Archivo de la familia Pino Icaza)





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ArribaAbajoA su madre

(INÉDITA)

Colegio de San Carlos, mayo 31-97.

Mi amada madre de toda mi veneración y respeto:

En el correo del 8 de éste no escribí por estar para salir el barco Las Tres Marías; este buque se ha demorado hasta después del correo del 23, en que tampoco escribí porque sale mañana don Juan en el Nepomuceno. No extrañará vuestra merced que haya omitido mis cartas, pues las tenía escritas desde antes del correo del 8, y las he retenido porque fueran en los barcos para que llegaran más breve. Por donde conocerá vuestra merced que, cuando yo dejo de escribir en algún correo, es porque está pronto algún barco, y como algunas veces sucede que éstos se tardan en salir o no salen cuando se pensaba, de aquí es que dejan vuestras mercedes de tener carta mía algunas ocasiones. Pero esto nunca se debe imputar a defecto de mi gratitud y veneración; y así suplico a vuestra merced que cuando deje de tener carta mía, no me caracterice luego de ingrato, pues es la peor injuria que puedo recibir, sino debe vuestra merced atribuirlo a que, esperando algún barco que sale breve, dejo de escribir en el correo, y después el barco se demora y así carecen vuestras mercedes por unas contingencias de mis letras.

Con Aguilar recibí una de vuestra merced en la que me dice que mandaba que me aumentasen 2 reales la semana.   —37→   Esto agradezco a vuestra merced mucho y tanto como si lo recibiera; pero yo los he renunciado atendiendo la escasez de vuestra merced, y haciéndome el cargo que, si con los 4 reales he pasado hasta aquí como he podido, podré también pasar con ellos hasta que Dios proporcione otra cosa. Esta acción de vuestra merced en medio de sus escaseces me da a conocer bastantemente el deseo que vuestra merced tiene de mi mayor comodidad, y lo que en cierto modo aumenta mi afecto para con vuestra merced, si es que el grande y respetuoso amor que siempre le he profesado puede recibir aumento.

Ésta va en el San Juan que sale el día 2 del mes que viene. En él va don Mayneri, quien impondrá a vuestra merced de todo lo que por acá mejor que yo, que vivo encerrado.

Ya avisé a vuestra merced que no tenía pañuelos de color, pues todos los que me mandó estaban podridos.

Reciba vuestra merced muchas expresiones del señor don Juan Cárdenas, señora Panchita, sus niñas y también de las Icazitas. Delas vuestra merced de mi parte a Mamá Manonga, Mamá Ambrosita, Mamá Chepita, etc., etc. A estas principalmente mandará vuestra merced ver en mi nombre.

Por la carta de mi padre se informará vuestra merced del estado de mis estudios; en éstos nada adelantaría, ni aun con mucha aplicación, si el deseo de ver breve a mis padres y principalmente de darles gusto, no me ocupara todo el tiempo.

Me acaban de decir que dos señoras Salavarrías quedan muy malas sin decirme cuáles son; quiera Dios o que sea falsa esta noticia, porque sería para mí muy funesta, o que a la hora de ésta estén ya del todo repuestas.

Yo quedo sin novedad, gracias a Dios, rogándole sin cesar que ya que se ha servido darle a vuestra merced una tan penosa enfermedad, le dé a una paciencia grande para sobrellevar trabajo tan grande, y a mí me dé valor, conformidad   —38→   y vida para poder ver a mi madre, cuya vida guarde el mismo Señor muchos años.

Su humilde y amante hijo:

JOSÉ.

A mi tío Mariano memorias de toda esta casa y mías.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



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ArribaAbajoA sus tías

(INÉDITA)

Colegio de San Carlos, junio 9-97

Amada Colaquita de mi corazón:

Nunca los gustos de esta vida dejan de venir mezclados de sinsabores y disgustos. Dígalo yo que al tener carta de casa con Aguilar recibí un gran placer por tener noticia de ti; pero ¡qué pesar sucedió a este gozo! La nueva de tu enfermedad me entristeció en grande manera; aumenta mi tristeza el carecer desde entonces de cartas que me impongan del estado de tu salud. Yo he rogado incesantemente a Dios y a su Santísima Madre por tu total restablecimiento; si mi ruego ha sido oído, yo me daría por feliz. Así; si quieres abreviar mi pesar, escríbeme cuanto antes sobre tu salud.

He dejado de escribirte en el correo pasado porque salía prontamente el Nepomuceno, en el que regresa don Juan, él te dará mis abrazos, infinitas expresiones de mi afecto para contigo, las que es imposible de expresar con la pluma.

Quedo ahora estudiando el cuarto examen de matemáticas, no desmayando de mi primera aplicación, puesto que ésta viene agitada por el deseo grande de verte. Quiera Dios logre cuanto antes este deseo.

Darás memorias a todas mis Mamás, tías, tíos, primos y primas, y recíbelas del señor don Juan Cárdenas,   —40→   señora Panchita, sus niñas Icazitas, e infinitas de tu amante hijo, que queda incesantemente rogando por tu entera salud, en la que deseo te conserve Dios muchos años.

Tu querido hijo que desea verte.

JOSÉ.

Mi amada Mamá Cholita:

Ahora que hay alguna proporción no quiero omitir el escribir a vuestra merced aunque sean cuatro letras. Lo que yo quiero es que vuestra merced, no atendiendo a lo corto de las expresiones, reciba la grande voluntad con que siempre he amado a vuestra merced.

Siempre que escribo a mi madre pongo para vuestra merced muchas memorias en señal de que no me olvido de vuestra merced. A mi primo Ignacio muchísimas expresiones, a mi amada Manuelita lo mismo; pero vuestra merced muchas más.

De su amante hijo que la ama de veras.

JOSÉ.

(Archivo de la familia Pino Icaza)






ArribaAbajoA sus padres y a su hermana

(INÉDITA)

Lima, abril 8 de 1801.

Mis venerados padres:

Sin saber del estado de mi casa estoy hasta ahora. La falta de las cartas de Magdalenita me hiciera sospechar algún accidente fatal, si acaso no hubiera recibido cartas de su casa el señor Magistral, en las que era regular dijesen algo, si algo hubiera; pero como éstas no dicen nada, es de creer que no haya novedad. Aunque éste es un motivo bastante para sosegarme, pero con todo, ustedes verán que no es igual a la complacencia de mi corazón cuando, viendo letras de vuestras mercedes o de mi hermana, sé que goza salud cumplida toda mi familia.

El correo pasado no escribí a ustedes, mejor diré, que ustedes no recibirán cartas mías del correo pasado, porque el negrito que debía ir por ellas al Colegio, se olvidó y nos dejó plantados; así también sucedió a los Icazitas.

Estamos ahora de vacaciones; empezamos el día 2 de éste, que fue Jueves Santo; concluirán el 12 en que debemos recogernos a continuar las tareas. Ya dije en mi anterior que tenía entre manos el primer libro del Derecho Civil. Los Icazitas ya han dado sus pasos en la Física.

  —42→  

Reciban ustedes las memorias de toda esta casa y el antiguo afecto de este su amante y humilde hijo

JOSÉ OLMEDO.



Mi Magdalenita:

Después que en tu anterior te muestras tan sentida por no haberme escrito en aquella ocasión, ¿quién no creería que ya estabas enteramente arrepentida de tu pecado antiguo? Pero acabas de dar una prueba solemne de tu debilidad en tus promesas, porque este correo me has dejado como yo no esperaba de tu formalidad. Que yo no te escribiese el correo pasado, sin embargo del grande amor que te tengo, pase; pues yo no soy libre en todas las cosas. Pero que tú, viviendo en tu casa y que no estás expuesta a que vayan o no por tus cartas, que tú no me escribas teniendo siempre proporción, yo no digo que sea ingratitud, pues no estás obligada a quererme, aunque yo te quiera, pero a lo menos es infidelidad a las promesas que acabas de hacer.

El 18 del pasado murió el Marqués de Osorno, Virrey, de Lima. Enterrose a los tres días con una magnificencia que luciría en el mismo Guayaquil. Si tú hubieras oído el ruido de los cañonazos, te hubiera parecido que te hallabas en algún combate. Al ver el túmulo, creerías ver la torre de Babel. Al ver el acompañamiento lucidísimo, las calles, los balcones, los techos, todo, todo lleno de gente, te parecería que estabas viendo alguna de las famosas funciones de Sua-Vieja.

A mi Colaquita mis memorias y todo mi afecto. Tú recibe lo que quieras del corazón de José.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)





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ArribaAbajoA su padre, a su tía y a su hermana

(INÉDITA)

Colegio de San Carlos, junio 8 de 1801.

Mi venerado padre y todo mi amor:

La de Magdalenita, sola que he recibido, me da a entender que no habrá novedad por casa, cuando nada me dice. Celébrolo mucho, como también de que el señor don Martín después de su tormenta esté ya repuesto; la noticia de su accidente hubiera sido más funesta por acá, si no hubiera venido acompañada con la noticia de su mejoría. Seríamos más miserables de lo que somos, si la Providencia no mezclase algunos bienes en nuestros males. Esta noticia no ha sido tan fatal a los Icazitas, como fue para mí la que tuve en meses pasados en la última enfermedad de vuestra merced; porque entonces el golpe me vino sin la mezcla de consuelo. Pero Dios se dolió de mí; y esta bondad suya ha continuado sus gracias hasta ahora, en que supongo que esté vuestra merced restablecido, si no del todo como yo quisiera, pero a lo menos en gran parte.

Sigo con mi nueva aula, y hasta aquí sigo con felicidad. Mi genio y mi carácter no pueden acomodarse fácilmente a las ideas de respeto y superioridad que trae consigo este cargo; pero por felicidad me han tocado en suerte cerca de 30 niños, casi todos bien hábiles, pero todos muy dóciles, de modo que tengo el placer de verlos estudiar con provecho y aplicación, no por temor, sino por complacerme. En este primer examen que estudian,   —44→   mis leyes han de ir con mucha lentitud, pero mendigando los instantes procuraré ir siempre igual con aquéllos con quienes empecé antes de que me dieran el aula.

Esta carta es común para vuestra merced y mi madre. En los dos yo amo y venero una misma persona, y así no quiero en esta ocasión suponerlos diferentes.

Mis memorias a toda esa mi amada casa. De mi primo Zubillaga nada sé; mis expresiones a él y a Manuelita. Y a Dios a quien ruego continuamente aumente grados de reposición a la salud de vuestra merced de quien me reconozco el más humilde y amante hijo:

JOSÉ.



Mi Colaquita:

Con la enfermedad del señor don Martín considero tus cuidados y tus trabajos. Paciencia. Los enfermos han sido tu ocupación: por este camino quieres irte al cielo, y creo que lo conseguirás. Esto es lo más que te desea tu hijo.



Mi Magdalenita:

Recibí tu esquela y me pareces una mujer nacida en alguna corte o en alguna ciudad. El desprecio que haces de las cosas grandes que te cuento me da a conocer en ti una grandeza de alma que no parece alma guayaquileña. Las cosas que me dejan embelesado y con la boca abierta, son para ti las cosas más triviales. Y eso que yo he estado en Samborondón y he visto bueno. También he visto el famoso castillo de tu patria, cuyas paredes son de caña; he visto los cañones que te enardecen, semejantes al ruido que hace el estornudo de una vieja... En fin, me arrepiento y sólo te contaré en adelante cosas más maravillosas para ti; de las que encontraré pocas, porque estando tú en Guayaquil, ¿qué puede maravillarte? Adiós, adiós.

De JOSÉ OLMEDO.

(Archivo de la familia Pino Icaza)





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ArribaAbajoA su madre y a su tía

(INÉDITA)

Lima, julio 14 de 1801.

Mi venerada madre y todo mi amor:

Ya habrá usted recibido mis cartas que fueron en el correo; ¿quizá las recibirá usted junto con éstas? Entonces no desperdicié la ocasión del correo, y ahora no quiero perder la que ofrece la Rosalía. En aquella ya dije a usted mis sentimientos y mis recelos sobre la nueva enfermedad de mi padre, y hasta ahora no se han disipado. En la primera ocasión que tenga cartas de ustedes saldré de mis cuidados, como espero de la bondad del Señor.

Ya dije también que me parecía incobrable la dependencia de don César, ya por el deudor, ya también porque se requiere mucha petulancia y mucho tiempo en el acreedor. El destino que usted me manda dar a esa plata también me parece inútil, puesto que con un par de hebillas que tengo hay de sobra, y los pobres están demasiado bien cuando tienen lo necesario. Pero con todo vuelvo a repetir mis gracias por los deseos de usted, que aumentan mi amor y mi gratitud, si acaso pueden aumentarse.

A mi primo Olazo, Zubillaga, Manuelita, mi tío Mariano   —46→   y toda su familia, mis tiernas memorias, y usted reciba mis memorias sino mi corazón entero.

JOSÉ.



Colaquita mía:

Yo creería cometer un crimen gravísimo, si teniendo algún tiempo no te escribiese, aunque sean cuatro letras, para significarte mi antiguo amor, amor que por modo inexplicable parece que se aumenta a proporción que crece el tiempo que no te mira tu hijo que tanto te ama.

De JOSÉ OLMEDO.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)





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ArribaAbajoA su padre y a su madre

(INÉDITA)

Lima, noviembre 8 de 1801.

Mi venerado padre:

Los cuidados de San Isidro me han impedido el tener carta de usted en este correo; pero la de Magdalenita me ha instruido de todo. Por momentos espero el fatal golpe, pues, aunque me parece que sale algo resguardado, con todo al tomar cada socio su camino lo dejarán solo, y casi en las mismas manos del enemigo. Yo creeré ver un milagro al verlo seguro en este puerto.

El señor Cornejo ha cumplido famosamente sus expediciones. En Zarumilla o Tumbes cobró 122 pesos que trae consigo; en Trujillo cobró 144, según él avisará a usted en este mismo correo.

Hace tres días que ha entrado el nuevo Virrey, el Marqués de Avilés; por su llegada hemos estado de vacaciones hasta hoy. Ya desde mañana empezaremos otra vez el interrumpido estudio. A Magdalenita pienso hablar con más extensión sobre el recibimiento del Señor Virrey.

Reciba usted expresiones de toda esta casa, de los señores Izquierdo y Argote, y de las de mi parte a toda esa familia, objeto de todos mis cuidados y todos mis amores. Usted finalmente disponga de todos mis afectos y corazón.

  —48→  

Su amante y humilde hijo, que ruega incesantemente por su salud y por la prosperidad en sus empresas:

JOSÉ.



Mi venerada madre:

Los temores de usted sobre nuestro San Isidro han venido a aumentar los míos; a cada momento me parece que llega la noticia de su pérdida; y como éste fuera un terrible golpe para mi padre, estoy muy sobresaltado. Con todo la situación triste de esa familia y las oraciones fervorosas de vuestras mercedes moverán la compasión del cielo, y quizá le deberemos en esta ocasión una mirada de piedad.

Reciba usted memorias de todas estas Señoras, los Icazitas, y el corazón de su hijo, que es lo única que tiene que ofrecerle algo digno de su madre.

JOSÉ.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)





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ArribaAbajoA su padre

(INÉDITA)

Lima, abril 8 de 1803.

Mi venerado padre y todo mi amor:

La 6 de marzo que acabo de recibir me confirma en la sospecha que tengo de que usted no ha recibido una carta mía que le dirigí por la Castor; en ella daba a ustedes parte, según me acuerdo, de todo lo que usted extraña que yo no le habla. Entre otras cosas dije entonces la contrata para Ilo, de que estaba yo bien impuesto, pues para adquirir estas pequeñas noticias tan interesantes para mí, no es preciso perder mucho tiempo ni distraerse de su estudio. En mis anteriores ya he hablado sobre este otro punto, que tiene a usted tan cuidadoso. Como hasta ahora no hay novedad en mis promesas, no diré más sino, ratificarme nuevamente y ofrecer a usted mis antiguos e invariables sentimientos de amor y de respeto.

JOSÉ JOAQUÍN.



Mi amada, mi venerada madre, mi Colaquita, mi Magdalenita:

Dividan ustedes entre sí el corazón de su humilde hijo y amante hermano.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)





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ArribaAbajoA su padre

(INÉDITA)

Colegio de San Carlos, abril 17 de 804.

Mi venerado padre y todo mi amor:

Dos de usted tengo a la vista, ambas muy atrasadas y ambas sin contestar. La esperanza del barco que sale mañana conduciendo la tropa para esa plaza, me ha hecho no escribir en dos correos seguidos, pero ahora voy a pagar con usura la falta de mis letras.

Han llegado ya de Moquegua los autos pertenecientes a la desgraciada contrata de San Isidro. El Caballero Álvarez los ha pedido ya al tribunal; y para lo que, pueda sobrevenir se ha elegido por abogado al doctor don Antonio Bedoya, uno de los mejores en esta clase, de virtud, de muchos conocimientos, y que tiene tanto interés en las causas, que se apropia los negocios que se le encargan. Es íntimo amigo del señor Magistral, y a mí me dispensa bastante favor. Bien se puede dormir al recomendarle un asunto.

Doy a usted con dolor la noticia de la muerte del doctor Mar. Aunque sus enfermedades y su edad hacían su muerte como natural, pero ha sido muy sensible para todos la pérdida de un hombre tan recomendable en su ciencia, que era como el primero entre todos, y tan ocupado en negocios, que deja pendientes todavía. No murió   —51→   sin que le diese las gracias de parte de usted por la oficiosidad en la causa de Moquegua.

El paquete de nuestro Mejía contenía una tabla de actos que ha presidido a sus discípulos, para el doctor Unanue, para Monsieur Coquet y para mí. Se conoce por ellas que tiene buenos conocimientos y dedicación; pero según el voto del primero, le falta un poco de lima, porque la dedicatoria de este acto está muy hinchada, y la hinchazón es el peor vicio en el estilo. Si acaso hay tiempo le escribiré y le hablaré con toda la claridad que exige nuestra amistad y el amor de la verdad. Repito que se conoce a primera vista que ha hecho buenos progresos; y como creo que es el primero que hace estas actuaciones en su patria, no se le puede negar el grande mérito que ha contraído. Si acaso no hay lugar de escribirle ahora, lo haré después, y mientras, puede usted cuando le escriba ponerle este capitulo o entresacar lo que le dicte la prudencia.

Se ha examinado ya Juan Francisco de su gramática y se ha recibido de Colegial; estudia Lógica. Hasta aquí se está singularizando en su aula por su juicio; por sus talentos, no es tiempo todavía. Su pasante está muy contento. Mis paisanos tienen aquí buena fama. Ya que se ha proporcionado ocasión, quiero hablar a usted del hijo del señor don Manuel Ignacio Moreno. Este paisanito reúne todos los talentos, virtud, juicio hasta el extremo, aplicación, y los modales más aptos para hacerse amigos y hacerse amar de todos; nada exagero diciendo que es el colegial de más mérito, capaz de dar honor al Colegio y a toda la América.

Celebro mucho el adelantamiento en la reposición de usted y mucho más el ánimo en que está usted de vivir tranquilo. Mucho tiempo hace que debió usted pensar así , y tendríamos el gusto de verlo mucho mejor y con más robustez, porque los cuidados del espíritu contagian al cuerpo, y la inquietud es la madre de todos los males y el mayor de todos; la tranquilidad por el contrario es un bien que arrastra con sigo todos los bienes, y va errado y muy errado el que no busca esta tranquilidad primero   —52→   que el oro, el honor y todos los bienes juntos de la tierra.

Aunque tiene usted ánimo de vender el barco, yo dificulto mucho que se verifique, supuesto que ha costado al triple de lo que pueden dar por él, y usted no ha de querer perder. Reflexione usted esto mucho, mucho, pues en el proyecto de vivir tranquilo, este barco sirve de mucho embarazo.

Mucha gracia me ha hecho el equívoco de usted, por don Antonio Marcos, Marco Antonio; me río siempre que lo leo, y ruego a usted estimule a este caballero, para que me remita ese famoso poema, cuanto antes.

Yo sigo como siempre bien de salud y también de mis estudios, pero siempre más y más su amante y humilde hijo

JOSÉ.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —53→  

ArribaAbajoA su padre y a su madre

(INÉDITA)

Lima, agosto 8 de 1804.

Mi venerado padre y todo mi amor:

Si al mismo tiempo que me avisa Magdalenita del arribo de usted a la ciudad, privado con una fuerte calentura, no me dijera que ya quedaba usted mejor, mi pesar fuera mucho mayor y casi inexplicable. Usted no puede concebirse lo fecunda que es mi imaginación para abultar los motivos que me hacen dolor; y más, cuando tocan a lo que hay para mí de más bueno y amable sobre la tierra. Usted también ha sido hijo y ha estado ausente de sus padres, y ya podrá formarse una idea de mi situación. Si amo yo tanto a cualquiera que le debo un favor, aunque pequeño, ¿cómo amaré a aquél a quien debo todo lo que soy (si soy algo), a quien le debo todo lo que tengo, y que desde mis primeros años con sus lecciones y su ejemplo ha inspirado en mi corazón sentimientos de piedad, de rectitud, de urbanidad y de ternura? Pues ¿cuál será mi pesar siempre que tengo noticias tristes sobre la salud de usted? Y ¿cuál será ahora, en que esta enfermedad recae sobre una naturaleza no restablecida y trabajada por los males anteriores?

Yo ruego a usted, mi amado padre, de cuidarse mucho; que la Providencia a quien usted me tiene encomendado, no querrá abandonarme.

  —54→  

Repito ahora lo que he dicho en mis dos anteriores. La Cátedra de Artes se aproxima; si se gana ella será el término de mis estudios y de mis deseos.

Su humilde y amante hijo

JOSÉ JOAQUÍN.



Mi amada madre:

Si está ya mi padre fuera de peligro, y bien restablecido, reciba usted los parabienes de mi corazón, y yo también los recibiré de usted. Hasta la primera carta que tenga de mi casa, no podé persuadirme de este ansiado restablecimiento, y entre tanto yo estaré oprimido de muchas inquietudes.

Su humilde hijo.

Para mi padre.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)





  —55→  

ArribaAbajoA su padre, a su madre y a su tía

(INÉDITA)

Lima, septiembre 24 de 1804.

Mi venerado padre y todo mi amor:

Hoy mismo sale la Goleta y llevará ésta. Este correo se ha venido sin letras de usted; pero mi cuidado ha sido menor que otras veces, pues Magdalenita me ha escrito y no me anuncia nada fatal.

Don Manuel Burgo, después de llegar a los 48 grados, arribó a este puerto; la desgracia de este amigo me ha proporcionado el placer de hablar mucho sobre usted y toda mi familia; hace de ustedes muchas expresiones y memorias.

¿San Isidro está durmiendo? Por acá todo se serenará pronto; pues con la última resolución de usted se han satisfecho los deseos del apoderado contrario.

Considero a usted lleno de gozo con sus nuevos hijos; me dicen tanto de Chabelita todos los que la conocen, que aunque yo no fuera nada suyo, deseara conocerla: siendo frutos de la amable Magdalenita, ¿cómo estará mi corazón?

Dentro de 15 días a más tardar me preparo para un nuevo examen; mis discípulos corren a su fin, yo vuelo al mío.

  —56→  

Celebraré que esté usted ya restablecido del todo. Su humilde hijo

JOSÉ JOAQUÍN.



Mi amada madre de mi corazón:

Arribó don José Burgo, y he hablado con él solamente sobre usted y mi familia; yo me he transportado con la imaginación a aquellos lugares de que él me estaba hablando, y he visto a usted y a mi padre, a mi Colaquita, a Magdalenita y a sus graciosas hijitas, y a todos he abrazado con mi genial ternura para ustedes

Su amante y humilde hijo.

Señora Panchita mucho pide unos tamarindos.



Mi Colaquita:

Ya nadie me habla de ti; tú creerás que yo llevo a bien esto, pues no lo creas; como regularmente me escriben mis padres, en la carta de Magdalenita busco ansiosamente tu nombre con los ojos; de modo que estoy, leyendo un renglón, y tengo la vista cinco o seis renglones abajo. Tú tampoco instarás para que me pongan tus memorias. Yo te quiero cada día más; en el correo que viene te querré más; sin embargo de que me parece ahora que es imposible llegar a un estado en que te quiera más.

Tu hijo

GARAY.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)





  —57→  

ArribaAbajoA su padre

(INÉDITA)

Lima, diciembre 14 de 804.

Mi venerado padre:

Casualmente acabo de encontrar en la calle a don Toribio de la Sierra, y me ha dicho que hoy sale la Eulalia y que él va al Callao ahora mismo. He venido a casa de un amigo a escribir ésta porque me ha sorprendido esta salida, porque este barco hace que se está yendo desde ahora quince días, y por esto dejé de escribir en el correo próximo.

Nuestro San Isidro está aquí parado en el puerto; en ninguna parte se ha hallado plata para su habilitación, y lo que ha sido peor, es que el Caballero Álvarez Vásquez se ha cerrado en no dejar salir el barco a su expedición de sales, que podía ser bien útil, porque no se le han satisfecho los 800 pesos que se le deben, y ya se ha hecho pago con el escaso y bien escaso producto de las maderas. Yo he empleado todo género de persuasión y aun de súplica, pero inútilmente. En versándose materia de interés no debe contarse con los hombres. Más largamente escribirá el mismo don Toribio.

Yo empiezo a convalecer ya de un mal de estómago que he padecido siempre. Padezco de estitiquez, y de aquí me ha provenido un dolor que parece cólico que me ha molestado más de un mes. Es indecible mi dureza de estómago, y sólo cede a la lavativa. Quedo muy mejor. Memorias tiernas a mi madre, hermanita, Colaquita, etc., etc.

Su humilde hijo

JOSÉ JOAQUÍN.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —58→  

ArribaAbajoA su padre y a su madre

(INÉDITA)

Lima, julio 8 de 804.

Mi venerado padre y todo mi amor:

Nuestro Mejía sale mañana para España haciendo su escala en Guayaquil; lleva ésta y con ella todos mis sentimientos y mis deseos. La pintura que me ha hecho de usted cuando le vio en Zarumilla, me ha enternecido mucho y me hace desear con impaciencia la primera carta de usted para la representación consabida. Como hace tres meses y quizá más que no veo letra de usted, estoy en la mayor incertidumbre porque espero una respuesta decisiva. Esta indeliberación hace más triste mi pensamiento sobre las trabajos de usted en esa hacienda porque no les veo fin.

Ya me faltan sólo dos actos para concluir mi curso de Filosofía; pero también ya he empezado a enseñar Leyes, estudio que me conviene más. El trabajo en estos últimos tiempos ha sido bien molesto y pesado, pero ya se está saliendo con felicidad.

Ya estoy mejor, de mi estómago con el método de frecuentar las lavativas; yo creo que el trabajo en estos actos me hizo mal, porque en este tiempo mi estitiquez ha sido mayor.

Deseo que el pecho y las piernas vayan bien, y que   —59→   sin la menor novedad me lo guarde Dios muchos años y me conceda abrazarle cuanto antes.

Su humilde y amante hijo

JOSÉ JOAQUÍN.



Mi amada madre y todo mi respeto:

He dejado de escribir a usted separadamente por mis ocupaciones; hágolo ahora con tanto mayor gusto cuanto esta carta estará en manos de usted dentro de 8 días. Yo no puedo explicar cuanto se encienden mis deseos de ver a usted todas las veces que se presentan estas ocasiones; me parece entonces como que no estamos separados, y que un ligero pasea me daría el imponderable placer de abrazar a mi madre.

Mejía dirá a usted de viva voz muchas cosas, no tantas como yo quisiera, pero a lo menos las que bastan para darle a usted a conocer parte del amor y respeto de

Su humilde y amante

hijo.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)





  —60→  

ArribaAbajoA su padre, a su madre y a su tía

(INÉDITA)

Lima, julio 13 de 807

Mi muy venerado y amado padre:

En este correo he recibido de Piura una carta del señor Navarrete en que me avisaba que en ese mismo correo el subdirector mandaba dos autos de posesión a este Superior Gobierno, instruyéndome al mismo tiempo de la mala versación del buen comisionado Ubillús y de los demás enredos tramados por los supuestos indios.

He respuesto al señor Navarrete dándole las debidas gracias por estos avisos importantes y que acreditan que le profesa a vuestra merced buena amistad.

En virtud de esta carta me he presentado al Gobierno pidiendo estos autos para en vista de ellos hacer la debida representación. Hasta ayer no se había dado el proveído, hoy iré a la Secretaría. Deseo mucho que se recomiende esta causa al Protector Fiscal nuevo que tenemos, justo, humano, muy accesible. En primera ocasión avisaré el resultado.

No recuerdo la carta que vuestra merced me mandó para don José Vicente Cevallos, pero yo la entregué sin duda. Sobre mi recepción de Abogado, sólo diré que será poco más o menos dentro de tres meses: es preciso estudiar con alguna solidez, una vez que se estudia. Es   —61→   cierta mi aversión a esta carrera y mi anhelo por una vida más quieta; pero a lo menos es preciso poner de nuestra parte todo lo posible para ver, lo que Dios dispone en adelante: ésta ha sido la respuesta del señor Silva. Me recibiré de Abogado, y si el horizonte no se aclara, debo volar a los brazos de mi padre.

Su amante hijo

JOSÉ JOAQUÍN.

Recomiendo muy de veras al Padre Camilo Henríquez, dador de ésta.



Mi muy amada y venerada madre:

Con la de mi padre se impondrá vuestra merced del estado de mi estudio de práctica, y la resolución de irme en caso de que después de recibido, no se presente aquí un moda de subsistir. Mi edad pide ya una ocupación, y mi escasa fortuna lo pide más. Dios haga lo que me convenga; bien que, si me lleva a mi Patria y me devuelve a mis padres, me hará una gracia muy señalada.

Tomo toda la parte que debo en la muerte de mi tío Francisco: ¡con cuánto dolor veo ir desapareciendo poco a poco todos mis parientes! Dios me conserve a aquéllos a cuya pérdida yo no podré sobrevivir.

Adiós mi amada Madre.

Su amante y humilde hijo.



Mi amada Colaquita:

Con la señora doña Juanita he hablado mucho de ti y mi corazón al mismo tiempo que se ha llenado de alegría y de ternura, ha renovado la antigua llaga que recibió cuando nos separamos.

  —62→  

Espero en Dios que breve se cerrará esta llaga con el estrecho abrazo que nos hemos de dar.

Te recomiendo mucho, mucho al Padre Camilo Henríquez, religioso de la Buena Muerte.

Adiós. Tu hijo

GARAY.

(Archivo de la familia Pino Icaza)





  —63→  

ArribaAbajoAl doctor José Ignacio Moreno

(INÉDITA)

Señor Cura y Vicario doctor don José Ignacio Moreno.

Muy señor mío y amigo:

Al mirar el luengo ultraje que ha recibido y recibe aún el honor y la grandeza mía con el silencio eterno que guardáis, no extrañéis que tome la pluma en ristre y dispare contra vos una lluvia de palabras tan ofensivas y sañudas; que os pongan tan cuitado como merece la vuestra fechoría. Para vengarme de este mal fecho, no extrañéis que haya interpuesto mi queja ante mi Amo Apolo. Pues aunque éste señor no es juez de los curas, con todo él puede hacer las cosas que le pido en vuestra contra. Y sabiendo yo que en el Parnaso no se admite memorial sino en verso, va en verso mi escrito; el que os lo voy a copiar para que evitéis un fracaso y no me acuséis de violento y de poco mesurado. Así comienza:



   Apolo soberano,
ante vos reverente, yo parezco
por las graves injurias, que padezco.

   Hay un Cura inhumano,
que viola la amistad y el juramento,
que me hizo en su partida,
de escribir todo el tiempo de su vida,
cuando hubiese ocasión. Éste es el cuento.
—64→

   Grande Apolo, Juez sabio,
imploro tu piedad; ve que este agravio
es contra un hijo vuestro, contra un Poeta.

   Este cruel atentado
es común a los dos, a su indiscreta
a su arrogante acción, opón severo el castigo más fiero,
para que quede el crimen bien vengado.

   Ya acabé de exponer su atrevimiento
ahora escucha, Señor, mi pedimento.
Éste, pues, se reduce solamente
a que penes al cura fuertemente,
para que esto le sirva de escarmiento.

   Primero, da, pues poderoso eres,
grande esterilidad a las mujeres,
porque no haya ni gentes ni bautismos;
da peste de endiablados,
locos y excomulgados,
porque siempre se ocupe en exorcismos;
permite que la gente
que se mira existente,
no se muera en el tiempo que estuviere
sirviendo ese Curato; y si muriere,
sea sólo la gente vergonzante,
porque le es gente poco interesante;
y para una venganza aún más completa
dale al instante vena de Poeta.
    Qué es justicia, que pido.


Colegio, junio 20, el consabido.                


Temed el cómo se pide, puesto que así lo tenéis merecido. Si os enmendáis no habrá nada, pero de lo contrario aguardad irritado al Padre Apolo. Adiós, adiós.

De vuestra gentileza todo entero.

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

  —65→  

El Caballero Iriarte conduce ésta; éste es un oficial de Marina de humor y gracia; de aquéllos que le gustan a usted Recomendado ya por señora Panchita, era inútil dijese algo sobre esto.

La Dacier sigue sus tareas; cuando usted venga, de aquí a algunos años, ¡quién sabe si veremos alguna traducción suya!

(Archivo de la familia Pino Icaza)



  —66→  

ArribaAbajoA su hermana y a su cuñado

(INÉDITA)

Madrid, mayo 27 de 1814.

Mis muy queridos hermanos y compadres Magdalenita y Paredes:

Por acá estamos llenos de muchas y muy grandes cosas. Bonaparte ha sido ya destronado y desterrado a una isla. Luis XVIII reina en Francia, y Fernando VII está ya sobre su trono, y la paz general en toda la Europa.

Luego que el Rey llegó, disolvió las Cortes; y por consiguiente los Diputados cumplieron ya su comisión. Como algunos están presos, no se sabe la suerte que tendrán. Los que están libres esperan que el Gobierno tomará las providencias oportunas para que se vuelvan a sus provincias.

El día de vernos parece que se acerca, y ya me parece que estoy en los preparativos de mi viaje. Yo nada temo sino el mar, pero las oraciones de ustedes todo lo vencerán.

Recibí la de Ustedes (digo la de Magdalena) de septiembre. Celebro la buena salud de la familia, y por lo que hace a mí me ha ido bien del estómago hasta ahora en que después de 4 meses de Madrid empiezan mis fatigas y mis palpitaciones.

A Chabelita, Merceditas, Chepita, Carmencita, Rosita, Anica   —67→   y Antonito, mil cariños de mi parte y que empiecen a esperarme.

A Ignacio Olaso, que si se ha muerto... A Dominguita muchas cosas... A Magdalena, Carmencita, Chepita, Manuel, muy finas y muy afectuosas. Todos, todos están siempre en mi memoria y en mi corazón.

Adiós, mis queridos hermanos, adiós mis queridos compadres.

Su más amante:

J. JOAQUÍN.

Memorias de Rocafuerte y de Moreno; éste último es oidor de Guatemala. Darás el parabién de mi parte a su familia.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —68→  

ArribaAbajoAl general Sucre5

Guayaquil, agosto 21 de 1821.

Mi querido amigo:

El brillo de la insigne victoria de usted debe disipar todas las nubes y todos los infectos vapores de la tierra. ¡Sí...! Ya no hay godos ni traidores ni... Todos somos amigos, hermanos y patriotas. Amigo, usted se encuentra ya en una altura donde no deben llegar los fuegos de las opiniones y juicios vulgares. Soy alma de las muy comunes, y sin embargo tengo cerrados, y muy bien, los oídos a todos los rumores de los que llevan y traen; de este modo he preservado mi corazón de resentimientos y mi espíritu de ideas que no contribuyen más que a resfriar el patriotismo y aflojar los nudos de la fraternidad que sola puede hacernos fuertes y felices.

Yo soy bastante franco, pero usted me da nuevas lecciones; y aprovechándome de ellas, le diré que me admira que un hombre como usted haga caso de los politicastros que desde el malecón de Guayaquil dirigen las operaciones de la campaña. De esta gente hay en todas partes, y usted mismo me ha contado varios ejemplos. Sin embargo, puedo asegurar a usted que a cuantos traté en los días anteriores a la acción, todos eran de mi parecer; esto es, que usted debía aventurarlo todo para impedir la   —69→   reunión de las dos divisiones enemigas: ¿y cómo no impedirla sino moviéndose en la dirección de Yaguachi donde le esperaba la victoria?

Yo no puedo sufrir el que despreciables causas hayan influido en que su corazón no esté abierto de par en par a la dulce sensación de un triunfo que le inmortalizará. Pero yo mismo que hago estas reflexiones, yo mismo necesito de los consejos que doy. La última carta de usted me ha desazonado mucho y anublado el placer que sentía al ver libre mi patria, y al verla libre por el valor de mi amigo. No, usted no se irá sino después de haber cumplido su voto, tantas veces repetido, de dejar asegurada la libertad del país, y después de haber llenado en toda su perfección el encargo que le dio el Libertador y la Nación. Todo se ha dispuesto, se dispone y dispondrá de un modo que corresponda a la dignidad y honor de un pueblo que desde el nacer ya fija las miradas de la Europa. Dentro de pocos días hará usted más justicia a mí y a mis amigos. Ahora es usted digno de toda gracia; que de no, no le perdonaría yo fácilmente el que me dijera que el pueblo está oprimido para pronunciarse; ya hablaremos, y repito que nos hará usted más justicia.

A nadie he oído la otra especie de que usted aspiró al mando de la Provincia. Será porque tengo cerrados los oídos a estas necedades. A usted se le invitó una y tres veces por el Gobierno y aun se le indicó nombrase o designase un Jefe de Colombia: más bien le consultamos al Coronel Morales, el mismo que mereció la confianza de usted.

Por ninguna parte, por ninguna, encuentro ni conozco acusadores del General sino panegiristas y amigos entusiastas del Libertador de Guayaquil. Sé quienes son, y ¿qué son seis, en caso de que sean, para esta multitud agradecida que profiere con transporte el nombre de usted? No amigo, esta Provincia no le es ni le será jamás ingrata. No, no, no.

Hoy marcha usted para Babahoyo: nuevos laureles le   —70→   preparan a usted los campos de mi patria; y mirtos y rosas las Ninfas del caudaloso Guayas.

Rosita me trae ahora una cartita muy cerrada para usted: ¡a que la abro! Vaya; vaya: pero ya he dicho que está usted en el tiempo de las gracias.

He puesto a los pies de la preciosa encargada el trofeo que usted le destinó; veremos qué responde; aunque en estas criaturas el silencio dice más.

Adiós, mi querido amigo. Salud y victoria. A pesar de que no puedo darle a usted planes de campaña, sin embargo... no puedo contenerme de indicarle uno, y aun de desear que lo siga, y es que nunca se aparte usted del plan de vencer.

Soy siempre el más apasionado amigo

OLMEDO...

El Lucero del parque nos tiene confundidos, y al pundonoroso Ximena casi loco.

A mi pensado y victorioso amigo,

El general Sucre.

(Archivo del Instituto Superior de Humanidades Clásicas. Cotocollao)



  —71→  

ArribaAbajoA la marquesa de San José

(INÉDITA)

Mi señora Marquesa de San José.

Guayaquil, agosto 14-1823.

Mi más apreciada señora y respetada amiga:

Si mi patria y mi familia supieran todo el disgusto con que dejé a Quito, tendrían muy justo motivo para encelarse con usted. Hasta el último accidente de salir parece que sucedió solamente para indicar que me era duro apartarme de una casa tan amable.

Continuamente estoy hablando en casa del esmero con que usted me ha asistido y obsequiado, y todos, todos oyen gustosos una relación que tengo el mayor gusto en repetir; y todos aman a usted, si no como merece, a lo menos como pueden. Nadie cree que usted se resuelva alguna vez a venir a esta casa a pasar un verano; pero se divierten con esta idea como con un sueño agradable.

Rosita pensaba escribir a usted; pero una flucción en la cara, que no la deja más ha de ocho días la molesta hoy más que nunca, porque la priva de la satisfacción de manifestar a usted su afecto y su reconocimiento. Me ha llamado de intento para hacerme el encargo de saludar a usted y decirle la causa por que no le escribe; y cuando yo creía que había acabado el encargo, salimos con que quiere que le diga a usted (éstas son sus palabras) que si acaso otra vez tiene la desgracia de que yo tenga   —72→   la fortuna de volver a Quito, no me cuide usted tanto, porque entonces, no teniendo yo una comisión que me arranque de allá, me olvidaré de volver pronto.

Aunque yo no tengo ningún mérito para que ustedes se acuerden de mí, pero estoy muy seguro de que al presentarse en la mesa un buen patriota ya vestido de blanco, o de capa colorada no han de poder ustedes dejar de hacer una memoria de su buen amigo.

Yo no sé como concluir esta carta. Todos los modos de explicar la estimación, el respeto y el reconocimiento me parecen en este momento expresiones de fórmula que significan poco. Para expresar a usted los sentimientos de mi alma necesitaba yo de un modo todo nuevo. Imagínelo usted ya que no me ocurre; y sea ésta una nueva gracia que le deberá.

Su respetuoso amigo que besa sus pies

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Si estuviese allí mi amable paisanita Carmencita, tenga usted la bondad de darle una expresiva memoria.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —73→  

ArribaAbajoAl marqués de San José

(INÉDITA)

A mi amigo el señor Marqués de San José.

Guayaquil, octubre 14-1823.

Los difuntos son las verdaderos ausentes, mi querido amigo. Así el día de la conmemoración de los muertos debe ser también el día de la conmemoración de los amigos ausentes.

Al hacer esta piadosa reflexión me ha ocurrido la idea de encargar a la amable Marquesita y a usted que en el dos de noviembre reúnan en casa a la bella paisanita, la graciosa comadrita de su compadrito, y a los amigos Salvador, Saa, Flores, Larrea y demás comensales, para que, hallándose juntos en el salón de las tres de la tarde, al entrar el patriota con capa blanca o colorada, en su carro de plata o de porcelana, todos a un tiempo lo saluden con la copa en la mano, y todos beban un sorbo a la buena memoria de su buen amigo ausente. Yo prometo también por mi parte beber una copa llena por mis ausentes de Quito en el mismo día, en el mismo lugar, con la misma ocasión, a la misma hora, y con el mismo vino.

Y para que esta última mismidad se verifique he remitido a usted con un dependiente del señor Bello un cajoncito con dos docenas de un vino, que no vino antes, y que nos ha parecido en casa de santa avocación.

  —74→  

Lisonjeándome yo de que tantas personas amables no pueden estar juntas sin estar muy alegres, me he visto en la necesidad de remitir a usted también por el mismo conducto un zurrón de café, para que en ese día corrija cualquier mal efecto que pudiera producir algún exceso involuntario a que diese ocasión la alegría y mi memoria.

Nada hay de nuevo; pues el reconocerme por el más apasionado de la amable Marquesita y de usted es lo más antiguo que tiene que decirles

Su buen amigo:

OLMEDO.

Papá Icaza y Rosita saludan a ustedes con fineza. La Virginia crece como un ángel.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —75→  

ArribaAbajoA la marquesa de San José

(INÉDITA)

Guayaquil, marzo 15-1825.

A mi señora la Marquesa de San José.

Amable y respetada amiga y señora mía:

Para felicitar a usted por el regreso de su amable Modesto, quisiera encontrar un modo raro y extraordinario como es la satisfacción que siento al ver que ha llegado el término de los deseos de usted y de sus lágrimas.

Usted es la madre más feliz del mundo. Después de una larga ausencia usted va a abrazar un hijo tan bueno, que vuelve con la ilustración que necesariamente dan los viajes, y sin esa afectación que ostentan los jóvenes atolondrados. Él vuelve tan modesto como usted lo formó. Después de haber satisfecho la curiosidad que naturalmente despiertan los pueblos y las cortes lejanas, usted ya puede gozar de su buen hijo sin inquietud de que vuelva a separarse.

El señor Modesto se detiene aquí... hasta que pase el invierno. Aseguro a usted, mi muy apreciada amiga, que a pesar del gusto que tengo en verlo y tratarlo con frecuencia, desearía con toda mi alma que no se difiriese por estos tres meses más la satisfacción de usted.

  —76→  

Sea usted, pues, y mi amigo el señor Marqués los padres más felices del mundo, y en medio de sus satisfacciones no olviden a su más apasionado y respetuoso amigo

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Memorias a la paisanita y a los amigos don Flores, Salvador, etc.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —77→  

ArribaAbajoAl doctor Joaquín Araujo

Señor doctor Joaquín Araujo.

Guayaquil, julio 30-1825.

Mi querido amigo:

Éste es mi último adiós. Salgo dentro de 5 días: contemple usted el estado de mi espíritu y de mi corazón. Me encomiendo muy de veras a su memoria y a sus oraciones.

Procuraré llenar el encarguito que usted me hace de libros. La carta para su sobrino Cárdenas queda aquí en poder del señor Martín de Icaza, para que usted disponga de ella, pues Cárdenas ha seguido para Lima, y no me atrevo a remitírsela sin orden de usted.

No me olvide usted nunca, y sepa que tiene un tierno amigo en

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Desearía muy mucho que usted de cuando en cuando me escribiese, y que remita sus cartas al mismo señor Icaza, para que me las dirija. Usted no puede tener carta mía sino muy tarde, pero nunca olvidaré a usted.

(Archivo del Instituto Superior de Humanidades Clásicas. Cotocollao)



  —78→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Panamá, agosto de 1825

Mi querida hermanita y comadrita de mi corazón:

Después de una navegación regular de 12 días; llegué el 18, y estamos esperando con impaciencia la ocasión de salir para Jamaica. El convoy salió ahora un mes, y no volverá sino después de dos. Los buques que puede haber fuera del convoy son contingentes; la estación es mala y será peor cada día; ¿qué tales consuelos para mi situación? En fin, ya esto no tiene remedio y nadie puede evitar su destino. Cuando yo me levantaba de la cama, estaba impaciente porque despertasen pronto las dos, porque me parecía mucho una sola noche de no verlas; ¿pues qué será ahora que han pasado tantos días, y cuando temo que pasen más de dos años de una ausencia que es tanto más dolorosa, cuanto ha sido más inesperada?

En fin, estas cosas no son para escritas, sino para ser sentidas solamente.

Esta carta es también para mi compadre Paredes, a quien le dirás que, si tuviese noticias por Gibraltar de que se recibió el dinero que mandaron de su cuenta a Londres los Señores de Méjico, no se descuide en avisármelo para no dar pasos inútiles y para cumplir lo mejor posible sus encargos.

  —79→  

Esta carta es también para Ignacio Olaso, para Chabelita, para Chepita, Rosita, Francisco Ignacio, Zubillaga, Manuelita, Chu, Dolores, Anica, Pepita, José Antonio y Miguel. ¿Cómo estará la pobre Carmencita? Si escribes a los de Baba, memorias; y a Chepita Maruri con María Jacinta.

Yo estoy viviendo can nuestra prima Teresa; como nuestra familia es tan larga, todos nos hemos dividido, pero Paredes y dos niños comen aquí en casa. Teresa nos cuida mucho. Se acuerda mucho de ti y te manda expresiones.

Conservo lo que me diste la víspera de venir, y no te lo volveré nuevo.

Adiós, mi querida hermanita.

Tu amante hermano

JOSÉ JOAQUÍN.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —80→  

ArribaAbajoA su hermana y a su cuñado

(INÉDITA)

Panamá, septiembre 27 de 1825.

Mis muy queridos hermanos, compadres y amigos. Después de una demora de un mes, salgo mañana por la madrugada para embarcarme en una fragata francesa para Jamaica. ¿No hubiera sido mejor que yo hubiera ahorrado este mes de pesar? Cada día me parece más increíble lo que está pasando por mí; y me admiro como soy tan fuerte para resistir esta pesadumbre.

Yo procuro, cuando se puede, buscar la comodidad y la seguridad en los viajes. Ahora el buque es muy bueno y el mal tiempo va pasando, y creo que no hay mayor peligro. Más peligro hay en demorarse, porque entonces llegaríamos a Inglaterra en el invierno que suele ser tempestuoso en aquellas costas. Así mi fin es aprovechar la primera ocasión que se presente en Jamaica para ver si a fines de noviembre llego a mi destino, que todavía es un tiempo regular.

Que Paredes tenga cuidado de escribirme sobre el encargo que me ha hecho, pues necesito mucho de sus prevenciones particulares; él debe estar seguro que por mi parte procuraré allanar los inconvenientes que estén en mi poder.

Contemplo ya a Chavelita, mi comadre, libre de su cuidado,   —81→   y que mi ahijado estará ya conteniendo a Panchín en sus travesuras.

De ninguna me olvido, y todo el día estoy en una u otra casa o en las dos a un mismo tiempo; que éste es el privilegio de los ausentes, y también su único consuelo.

Toda la mañana he estado en el laberinto de despachar el equipaje, que es tan numeroso que ocupa 30 mulas; y esto es tan embarazoso que no puede ponderarse bien.

Memorias muy afectuosas a mi comadre doña Isabel, a Chepita, a Rosita, Dolores, Anica y Petita; a José Antonio, y Miguel. Dime cómo se siente Carmencita.

Dile a Ignacio Olaso que desde Jamaica le escribiré, que por ahora se contente con ésta. Lo mismo que Manuelita, Zubillaga y la Chu. Cuando escribas a Baba memorias a todos.

Y adiós, mis muy queridos hermanos y amigos,

JOSÉ JOAQUÍN.

Para Magdalena.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



  —82→  

ArribaAbajoA don Andrés Bello

París, diciembre 1 de 1826.

Hotel des Princes.

Mi querido amigo y compadre:

Mi aparición aquí debe haber sido cosa muy ruidosa. Palais Royal parece un hormiguero alborotado; todo París está en movimiento; y hasta el sol ha querido celebrar mi venida con un eclipse.

He escogido mal tiempo para hacer esta visita: el día es cortísimo, y más corto todavía el plazo de mi residencia en este pueblo, excelente para quien tenga negocios, o para quien busque placeres.

Los teatros me han parecido bien; pero menos de lo que me había imaginado, exceptuando la Academia Real de Música. El museo merece ser el museo de Europa. Ha sido una necedad haber devuelto a sus dueños las estatuas y los cuadros con que lo enriqueció Napoleón. Pero siempre hace honor a los reyes, que disponían a su placer de provincias y de reinos ajenos, el escrúpulo de quedarse con piedras y con lienzos.

Finas memorias a mi amable comadre, y mil cariños a mi Andresito. Usted, como buen repartidor, resérvese la mejor parte de los afectos de su sincero amigo,

OLMEDO.

Memorias al amigo G. del Río.

¡Qué bien merece este pueblo su antiguo nombre de Lutecia!

Vengan los encargos por escritos. Anúncieme usted las obras que debo comprar para usted y para mí.

(Vida de don Andrés Bello por Miguel Luis Amunátegui, pp. 260-261)



  —83→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Londres, diciembre 10 de 1825

Mi querida hermanita y amiga:

Yo no debo atribuir sino a la intercesión de nuestra buena madre la felicidad de mi viaje. Salí de Panamá en la peor estación y llegué a Inglaterra en el temible tiempo de las tempestades. Sin embargo, Dios ha visto con mucha piedad al hijo de su sierva. Quisiera que tuvieras esta noticia hoy mismo, si fuera posible, y siento que vivas cuatro meses más en esta incertidumbre.

He tenido el gusto de encontrar aquí a Rocafuerte y me ha servido de mucho, porque tiene mucho conocimiento de este país. Me tenía preparado alojamiento y me ha excusado todas las dificultades y molestias que generalmente pasan todos los extranjeros en un país desconocido.

Ésta es también para mi compadre y hermano, a quien dirás que he llegado en muy mal tiempo para mi comisión, pues han bajado tanto los fondos que hemos resuelto no hablar nada de empréstito en muchos meses esperando que alguna casualidad los haga subir. Lo que le servirá de gobierno para el encargo que me hizo. Además de esto, aunque se llegue a verificar el empréstito dentro de seis meses, nunca podremos librar dinero a favor del gobierno sin el 10 o 12 por ciento que es lo que gana el de Colombia.

  —84→  

Hasta ahora no sé cómo habrá salido la pobre Isabel de su cuidado, y si mi ahijado es tan bonito como Panchín. A Chepita, Rosita, etc., etc., mil cosas y a la desgraciada Carmencita.

Recibe memorias de Manuel y de Rocafuerte que no tarda en venir, porque siempre quiere estar conmigo aunque estamos cerca de una legua.

Adiós, tu amante hermano

JOSÉ.

Memorias a Ignacio, Manuelita, tío Mariano, Zubillaga y Chu.

Vicente no ha olvidado ni puede olvidar a su amabilísima hermanita Magdalena6.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —85→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Londres, enero 22 de 1826.

Mi muy querida hermanita y comadre de mi alma:

Todavía no he podido tener el gusto de escribirte con extensión; pero la carta que ahora escribo a Rosita es también para ti y por ella verás algunas particularidades que no tengo tiempo de repetirte. Yo, aunque estoy acatarrado, gozo de buena salud, y aun el vientre se me ha compuesto un poco, lo que ya me daba cuidado en la navegación, pues se me pasaban 7 y 8 días como cuerpo glorioso, lo que no me dejaba dormir, me daba dolor de cabeza y me ponía de un humor insoportable.

Es tal el laberinto de estas cosas que no tengo tiempo para nada. Dile a Paredes que, sabiendo que Quirós no está en España, no le he remitido su pliego, pero que espero en estos días noticias de él de Francia, a donde parece que se había retirado. La carta para Guisasola fue por Gibraltar.

No quiero hablarte de ninguna de mis sobrinas. Todo se me va en pensar desgracias; ni sé cómo salió Chabelita de su parto, ni qué cosa es mi ahijado. No sé si Chepita ha vuelto a tener otra como la pasada; ni cómo habrá escapado Pancho e Ignacio de Senaduría y de representación.

  —86→  

Rosita, Carmen, Dolores, Anica; Petita, Isabel, Antonio y Miguel todos me molestan con su recuerdo; y ¿qué te diré de las dos niñas de mis ojos?

Memorias a tío Mariano y su familia, a Ignacio Olaso, Zubillaga, Manuelita, Chu, etc.

Adiós, tu desgraciado hermano

JOSÉ.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —87→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Londres, febrero 11 de 1826.

Mi querida hermanita, comadre y amiga:

Tus cartas me enternecen mucho, no tanto por lo que me dices cuanto por lo que no me dices, para ocultarme tu pesar. Yo estoy viviendo con la mayor incomodidad y disgusto, pero con buena salud. Ésta es una confusión de que no se puede salir con facilidad ni breve. El tiempo es el peor para los negocios de mi comisión, en términos que hemos resuelto no levantar el empréstito que sería una verdadera ruina para el Perú en estas circunstancias.

Siento el mal parto de mi comadrita Isabel; y también me alegro, porque nadie como tú puede formar concepto que se siente con la incertidumbre de lo que serán nuestros hijos. Celebro que Chepita haya convalecido en el campo, y que Rosita esté ya tan formal y tan calzada, y que estén buenas todas y todos los demás.

Esta carta es para Paredes y para Ignacio, a quienes escribiré luego que pueda.

Nada me dices de Carmencita y esto me hace recelar que no está mejor.

Cuando ofrecí el caballito para Panchín, fue acordándome que en Jamaica había visto, ahora años, unos muy   —88→   bonitos y grandes propios para su edad. Pero ahora que pasé por ahí los encontré tan flacos que los dejé en un corral engordando para cuando vuelva y los lleve yo mismo. También cuando haya ocasión mandaré la flauta para J. Antonio. Ya Miguel estará en el colegio.

Memorias a mi tío Morán y a todos mis amigos, como Vera y su familia.

A Zubillaga, Manuelita, Chu, Chepita y Maruri y María Jacinta mil memorias. Cuando escribas a Baba pon especiales expresiones a tío Mariana, Magdalena, Juan y Carmen.

Y adiós, mi querida hermanita y comadre.

Tu amante hermano

JOSÉ.

A Francisco, a Ignacio diles que les contestaré después; por ahora les doy el parabién de haber escapada del viaje a Bogotá.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



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ArribaAbajoA su hermana y a su cuñado

(INÉDITA)

Londres, abril 28-1826. Mayo 19.

Mis queridos hermanos Magdalena y Paredes. Yo escribo todas las veces que puedo, pero siempre con el temor de que no lleguen mis cartas, o de que lleguen tarde, que para mí son dos males iguales.

Siempre he hablado a ustedes del mal aspecto de estas cosas y de que he venido en la época más fatal; de modo que nada se puede hacer. El empréstito que era nuestro principal encargo no debe levantarse, porque ofrece una pérdida de más de 10 por ciento, lo que servirá de gobierno por lo que hace al encargo hecho a los señores Sánchez Quirós y Guisasola. Con tiempo les he dado parte de la situación de estas cosas a esos señores y a ustedes también, para que tomen todas las medidas convenientes.

Jamás se aparta de mi imaginación la galería de Ignacio Olaso. Aquí veo magníficos paseos, ríos artificiales, bosques y jardines no naturales, etc., etc.; pero nada es comparable con la vista de aquella galería, adonde, cuando vuelva, hemos de ir todos los domingos, y también temporadas de un mes, puesto que sabemos que el dueño tiene mucho gusto en eso.

Dile a éste que no he olvidado su encargo y que tengo esperanza de darle una buena contestación. Ya habría empezado a dar pasos desde aquí; pero no ha habido   —90→   proporción, además de que todo lo que se hace por manos de agentes sale malo, tarde y caro.

Ya estarán los muchachos de casa tan grandes. Don Antonio ya estará en filosofía; don Miguel en gramática; don Panchín leyendo a Catón cristiano; doña Liberata ya sabrá coser, y Rosita Paredes ya sabrá calzarse sola. Vamos, todos estarán muy adelantados, aunque por otra parte conozco que yo habré hecho mucha falta por allá.

No te olvides de dar siempre memorias a las Avileses, y a todos nuestros parientes y amigos.

Estamos ahora en la estación más hermosa de este país; ni calor, ni frío. El sol sale a las 4 de la mañana, se pone a las 8, y con tanto día se hace más y se despachan pronto los negocios.

Memorias a Isabel, a Chepita, Rosita, etc., etc. Mamita Chu, etc., etc. Y ustedes reciban todo el afecto de su amante hermano

JOSÉ JOAQUÍN.

Para Magdalena y Paredes.

(Archivo de la familia Pino Icaza).



  —91→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Londres, julio 10 de 1826.

Mi querida hermanita, comadre y amiga de mi corazón:

Mucho tiempo ha que no sé de la familia, pues hace más de dos meses que recibí la última carta de enero y desde entonces no tengo la menor noticia de allá. Es realmente un desconsuelo muy grande, y se aumenta más considerando que por la mala situación de esta plaza nada puedo avanzar en mi comisión, y no hago más que entender en las enredadas cuentas de los agentes anteriores y presenciar cosas desagradables; todo lo cual aumenta el pesar de muerte en que vivo.

Desde que vine he escrito a mi compadre sobre la situación de estas cosas, para que tomase sus medidas. Las cartas para Quirós, Imana y Guisasola fueron remitidas con seguridad.

Ahora hace aquí tanto calor como allá, y yo apostara a que era mayor, porque siempre parece mayor el mal presente. Sale el sol a las 3 de la mañana y se pone a las 9 de la noche, y cuando no corre aire se queman las gentes. Sin embargo, este país será muy hermoso para los que no tengan ausente su familia. El campo es delicioso, las orillas del río no hay como pintarlas; mucho me acuerdo de ti cuando las veo. Este río no es tan   —92→   grande y magnífico como el nuestro, especialmente visto desde la lagería del palacio del señor Cura, pero en desquite éste está bordado de jardines y de bosques hechos a mano, todo está lleno de casas de campo lindísimas. Rocafuerte me ha llevado dos veces a un pueblo cercano que está a la orilla del río; nos embarcamos en un bote y navegamos una hora recordando nuestra patria y nuestras familias.

Adiós, memorias a todas, a todas. A las Avileses, a don Nicolás Vera y su familia, etc., etc., etc.

Tu tan amante y hermano y amigo:

JOSÉ.

A Zubillaga y familia; tío Mariano y familia, mil cosas.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —93→  

ArribaAbajoA don Andrés Bello

París, febrero 9 de 1827.

Querido compadre y queridísima amigo:

El necio soy yo, que, sabiendo que los carros no andan sino con dos ruedas, que los hombres no marchan sino con dos pies y que las aves no vuelan sino con dos alas, he esperado hasta ahora una contestación de usted, no habiéndole escrito dos cartas. Luego que he vuelto en mí, me apresuro a remediar el daño que me he ocasionado por mi distracción. ¡Qué hará usted conmigo cuando esté más distante!

Como este clima, estas costumbres, esta lengua me son menos desagradables que cualesquiera otros que no sean los míos, me he dejado ir sin apresurar mi regreso; para serenar la delicadeza de mi conciencia, doy algunos pasos que se dirigen al objeto de mis encargos públicos. A las dos o tres veces de haber tratado a usted, lo tuve por uno de mis mejores amigos; y creo que en el día ya tiene algunos años nuestra amistad. Casi lo mismo me ha sucedido con el dulce y sincero trato del señor Madrid. ¡Yo no sé qué tienen estos malditos poetas de pegajoso!

Hablo de los que no son satíricos, porque entonces los poetas pertenecen al genus irritabile7, de mujeres y   —94→   de sacerdotes, y no han nacido para hacerse muchos amigos.

Usted está lleno de tantas y buenas noticias de América; yo aquí sólo sé lo que dicen los papeles públicos, a los cuales es preciso creer por mitad de la mitad.

Sé que está usted nombrado Ministro de Colombia en esta corte. Me alegro que tenga usted en su país personas que no lo olvidan; pero para alegrarme de veras y por entero, quisiera saber antes cómo van allí las finanzas; porque la situación de usted, mi querido amigo, hablándole con toda la ingenuidad de mi corazón, me es doblemente sensible, porque usted la sufre, y porque yo no p...

Con el señor Biré, remití a usted una encomiendita, que presentará usted a mi Andresito con un beso de mi parte.

Mis afectuosas memorias a mi amable comadre, y mis cariños a los Bellitos.

Y adiós, hasta luego.

Siempre suyo, siempre

J. J. OLMEDO.

Al amigo García, memorias.

Al señor Biré, debo tantas atenciones y buenos servicios, que no puedo menos de recomendarlo a la amistad, de usted.

(Vida de don Andrés Bello por Miguel Luis Amunátegui, pp. 261-262).



  —95→  

ArribaAbajoA don Andrés Bello

París, marzo 7 de 1827.

Querido compadre y queridísimo amigo:

Iba yo a fulminar contra usted un anatema nefando, cuando una improvista reflexión vino a arrancarme el rayo de las manos. No hay razón sin el ejercicio de tres potencias. No hay salud sin la práctica de tres virtudes teologales. No hay gracia sin el capitiluvio en nombre de tres personas. Ni la Trina Deidad se adormece sino arrullada con el triple Hosanna entonado tres veces por tres coros, compuesto cada uno de tres celestes jerarquías. ¿Con qué fundamento, pues, podré acusar nuevamente el silencio de usted no habiéndole escrito tres cartas?

Así, me apresuro a escribirle la tercera. Pero si ésta no tuviese efecto, prevengo a usted que montaré furioso en la más tremenda trípode que haya en los tres antros de Trinacria; y empuñando el tridente, heriré tres veces la tierra, descenderé al trianón del can de tres cabezas, y en su fatal trirreme, pasaré el Cocito con el intento de enfurecer contra usted, las tres Furias, hasta el punto de que le infundan en su cuerpo, con una violencia eficaz, los tres mortales enemigos del alma.

Pero entre tanto que llega la energumenización de usted, podemos departir sobre otras materias. Todavía no sabemos si es cierto que Madrid suceda a Hurtado, como anuncian los papeles públicos. Él no tiene sino vagas noticias.   —96→   Es ya muy amigo de usted; y yo espero que, si se verifica su nombramiento, usted tendrá siempre motivo de satisfacción.

Esto está alborotado con la discusión de la ley de amor sobre la libertad de la prensa. Aquí hay un retroceso visible en todo sentido; pero es de esperar que todo se restablezca y prospere con la decidida protección que aquí se concede a nuestra santa Religión y a sus ministros. Todos los caminos están erizados de [...], en lugar de árboles; de capillas, en lugar de granjas y cabañas; de frailes que piden y saquean a los pasajeros y que cantan por plata rosarios y responsorios, en lugar de pastores que regalen a sus huéspedes con natas y frutas, y que después los aduerman con alegres canciones al son de su flauta melodiosa. De este modo los pueblos llegarán a la verdadera felicidad, que no consiste en la posesión de los bienes y placeres temporales, sino en la de los espirituales y eternos. Quos sibi, et tibi, et uxori, et filiolis desiderat tuus ex corde amicisimus8.

OLMEDO.

(Vida de don Andrés Bello por Miguel Luis Amunátegui, pp. 262-263)



  —97→  

ArribaAbajoA don Andrés Bello

París, julio 16 de 1827.

Querido compadre y amigo:

Sepa usted que soy más difícil que usted y menos, resignado con el silencio de mis amigos. El gobierno me remitió en el Cambridge quince mil pesos para pensiones, gastos de legación etc., etc. Se necesitaban con urgencia diecisiete. Ha sido preciso dejar descubiertos los agujeros menos exigentes (usted entenderá como un agujero puede exigir más o menos; yo no lo entiendo; pero ya lo escribí, y no hay tiempo para enmendar). De ese modo algo nos resta de la gran masa. Y puedo decir que me sobra, porque me ha faltado.

Sea lo que fuere, puedo escribir a usted con franqueza y sinceridad lo siguiente: amigo, usted me dará una satisfacción, y una prueba de amistad, haciendo uso de la adjunta carta, y no hablándome jamás de su contenido. Deme usted esos dos placeres.

Memorias afectuosas a mi comadre y a García. Un cariño a los Bellitos; tres al mío. Y adiós. Su

OLMEDO.

Al fin del mes, nos veremos; sin embargo, escríbame usted mucho, y noticias de nuestro mundo.

(Vida de don Andrés Bello por Miguel Luis Amunátegui, pp. 266-267)



  —98→  

ArribaAbajoA su hermana y a su cuñado

(INÉDITA)

París, agosto 10-827.

Mis queridos hermanos Magdalena y Paredes:

Aunque las últimas cartas que tuve de casa me hablaban del restablecimiento de mi compadre, no salgo todavía del cuidado, porque el mal fue tan grande que es imposible no haya tenido resultas. Vivo en este temor porque desde el mes de febrero no sé nada de la familia. Van para dos meses que no he recibido de allá otras noticias que las que pueden aumentar mi inquietud por la suerte de todos.

Los sucesos de abril no sé qué éxito tendrían, y tampoco sé qué cosa son y qué efecto causaron. Esto no es vivir.

Nunca he tenido más segura esperanza de volver que ahora. Pasado mañana salgo para Londres, a no pensar más que en volver a Guayaquil; nada ni nadie me lo estorba; si acaso no me voy será por culpa mía. Sólo hay una dificultad cual es la de dejar asegurada la subsistencia de los niños que se educan de cuenta del Gobierno. Creo vencer este inconveniente; sino fuera por eso, precisamente me embarcaría en el mes que entra.

Como no tengo cartas, nada sé de la familia; de todas me acuerdo y de todos; y así, junten ustedes toda la comunidad,   —99→   y a cada uno vayan repartiéndole memorias, expresiones y abrazos de mi parte; Antonio y Miguel ya podrán ser regidores, Panchín estará muy adelantado. No sé si Chepita le cobró miedo al ensayo. En fin, a cada una cosita aparte; a la pobre Carmencita un cariñito particular.

A Ignacio Olaso no le he escrito más que dos veces en todo este tiempo; pero dile que todas las que te escribo son también suyas. Espero que nunca te olvidarás de tío Mariano y de toda su familia, ni de Chepita Maruri y María Jacinta.

A Zubillaga y Manuelita muchas cosas. Si dejo de mentar a alguna no es porque la olvido, sino por no llenar de nombres el papel, y saliese una lista como la de la Cofradía del Rosario, y fuesen todos: a creer que los estaba yo pregonando en la puerta de la Iglesia el viernes santo para darles su cera de muerto.

Celebraré que las mías hayan seguido queriéndote mucho. ¡Qué grandes estarán ya! ¡Si las veré algún día!

Y adiós, mis queridos hermanos y compadres.

JOSÉ JOAQUÍN.

Memorias a las Paredes; Avileses, tío Morán, etc., etc.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —100→  

ArribaAbajoA don Andrés Bello

Londres, viernes, marzo 7 de 1828.

Mi querido amigo:

Llegó el momento; cuando usted lea esta cartita, ya estaré lejos de Londres, pero nunca están lejos los que se aman. Llevo a usted, mi querido Andrés, en mi alma y en mi corazón, ¡y muy adentro!... ¡Oh, si nos viésemos en Colombia o en el Perú!, ¡qué placer para mí, si nos volviésemos a ver!, ¡qué placer, si yo pudiera contribuir a esta reunión!, ¡qué placer, si yo viese a usted en la situación que merece! Un presentimiento... ¡Quiera Dios que no me engañe!

El recuerdo de usted y de su fina amistad será uno de los pocos recuerdos tristes que me deberá Londres. Una muy afectuosa expresión a mi amable comadre, y un cariño a los Bellitos: uno particular a mi ahijado. Y adiós, mi Andrés.

Siempre, siempre de corazón

JOSÉ JOAQUÍN.

(Vida de don Andrés Bello por Miguel Luis Amunátegui, p. 287)



  —101→  

ArribaAbajoA don Andrés Bello

Valparaíso, agosto 10 de 1828.

Mi muy querido compadre y amigo:

Mi navegación ha sido larga, desagradable y peligrosa: el término ha sido cruel.

El placer de pisar esta tierra de mis deseos se ha convertido en el pesar más amargo de mi vida. Sé por sorpresa que he perdido la prenda más querida de mi corazón, la que estaba destinada a ser el consuelo de mi vejez, el único placer de mi vida y la única distracción en los males y desastres que amenazan a mi patria...

Yo soy el hombre más insensible del mundo, cuando no muero de este dolor. Desde Lima, escribiré a usted. Adiós. Su afligido amigo

OLMEDO.

(Vida de don Andrés Bello por Miguel Luis Amunátegui, p. 287)



  —102→  

ArribaAbajoAl almirante Blanco Encalada

Señor don Manuel Blanco Encalada.

Valparaíso, agosto 10 de 1828.

Mi muy querido y apreciado amigo:

Después de una larga y peligrosa navegación he llegado de Londres a este puerto. El placer de ver y pisar tierra americana después de 3 años, el gozo de creerme en la víspera de abrazar a mi familia, la agradable idea de conocer a Santiago y abrazar a usted, todo, todo se ha disipado en el momento mismo de llegar. Aquí me ha sorprendido la noticia más cruel que puede recibir un padre... un padre como yo9... Quizá usted la acarició alguna vez. En fin, soy el hombre más desgraciado del mundo. No puedo ni quiero consolarme, jamás. Precipito mi salida para Lima a donde es preciso ir a dar cuenta de mi comisión; después me iré a hundir en el rincón de mi casa, a dividir y llorar los pesares de mi familia en el seno de mi familia. De cualquier modo, siempre recordaré la memoria y la amistad de usted, si no con placer del que ya no soy capaz, a lo menos con ternura. Suyo soy siempre.

J. J. OLMEDO.

(El Almirante Blanco Encalada por Darío Ovalle Castillo)



  —103→  

ArribaAbajoA su suegro, don Martín de Icaza

(INÉDITA)

Lima, septiembre 17 de 1828.

Mi muy querido y venerado papá:

Desde que llegué he escrito a usted tres fuera de ésta, pero por las desgraciadas circunstancias en que nos vemos temo que ninguna habrá llegado a manos de usted; así será preciso repetir lo más notable, a pesar de que esta carta tampoco hay seguridad de que llegue a su destino.

El término de mi viaje ha correspondido perfectamente a su principio y a su medio. La navegación fue de 5 meses desde Londres a Valparaíso, y casi no ha habido accidente de todos las que hacen desgraciado un viaje que yo no lo haya sufrida. Muchos y fuertes temporales, fríos intolerables, bancos de nieve en donde hemos corrido peligro de perdernos, etc., etc. Pero tantos males se disiparon al ver la tierra y al pisar una playa tan poco distante de la mía; mas este gozo se convirtió, en ese mismo instante, en el pesar más grande de mi vida después de la muerte de mi madre; esta pesadumbre me hizo extrañar todos los peligros de la navegación, y ahora mismo yo no sé con qué valor poder entrar en mi casa, y así puedo asegurar a usted que se me ha resfriado toda el ansia que tenía de ver y abrazar a la familia, porque temo por experiencia que ese gozo lo he   —104→   de pagar muy caro. Ya dije en mis anteriores la fatal casualidad que ha ocurrido para doblar mi pesadumbre, y cómo he tenido que llorar y sentir la pérdida de las dos.

Sólo una cosa podía agravar mi situación y es esta disposición hostil en que encuentro al Perú y Colombia. Éste es el último de los males que podía sobrevenirnos. Cuando yo llegué a Lima, Lamar estaba bien malo en Lurín, pero tuve el gusto de saber que había dicho que él jamás derramaría o haría derramar sangre americana, y que lo confundiese el cielo si él no ponía todos los medios de evitar la guerra y de procurar un avenimiento honroso sin sangre y sin el escándalo de venir a las manos. Pero después vi su proclama, y veo que hay expresiones fuertes y algo más, que irritarán los ánimos y dificultarán un avenimiento razonable. Esto es muy sensible, pero por otra parte veo que, según el fermento en que, por desgracia, se halla este pueblo, si le hubieran hablado en otro estilo, quizás se habrían experimentado efectos tan perniciosos como la guerra, y esta adición de males habría acelerado una ruina, que creo inevitable si Dios no lo remedia por uno de aquellos golpes imprevistos con que suele derribar y levantar los imperios como le place.

Mi situación, por consiguiente, no puede ser más molesta, ni más crítica. La fragata Juno en que llegué a Valparaíso no ha venido al Callao todavía; como allí viene parte de mi equipaje y familia, no me hubiera podido mover de aquí aun cuando todo estuviese tranquilo. Por otra parte, me habría detenido aquí la liquidación de mis cuentas: hace 7 días que las he presentado, y todavía no he recibido ni contestación. La amistad de Lamar me sirve poco o nada; como él está separado del Gobierno desde que se hizo cargo del mando del ejército, no entiende ni quiere entender en otros negocios que los de su profesión, además de que se le nota que a los más amigos trata con más confianza, y que los asuntos de éstos los mira con cierta postergación, que dicen se llama nimia delicadeza. Sin embargo, he salido   —105→   ya de los graves pesos que me oprimían: 1.º, de un libramiento que giré en Londres contra el Gobierno valor de 6000 pesos. Como allá, así pobre y desconocido, he tenido más crédito que el Gobierno, recibí ese dinero con mi responsabilidad personal, en caso de que no fuese aceptado o pagado otro libramiento; de manera que yo estaba temblando que llegase el caso de que ocurriesen a Guayaquil, pero ya no hay ese temor porque la cosa está compuesta, y yo libre. 2.º, he salido de otra libranza de 14 mil pesos en los mismos términos que la anterior, pues ha sido aceptada por el Gobierno y el tenedor está contento, y yo libre. Por lo que hace al resto hasta 40 mil pesos tendré un poco o un mucho de paciencia, e iré aprovechando en este tiempo la coyuntura que se presentare. De los 20 mil pesos que ha pagado el Gobierno, bien por pago efectivo o por aceptación, sólo le son abonables en mi cuenta 16 mil pesos y pico, pues yo he perdido el 20 por ciento en su percepción; cuya pérdida debe ser de cuenta del Gobierno. Por consiguiente, el resto de que hablé antes se acerca a 30 mil pesos.

En una de mis anteriores incluí a usted un libramiento de Rocafuerte contra Luzarraga o su casa, valor de 600 pesos a mi favor; no sé si habrá llegado a manos de usted pero conservo el duplicado. En caso de que estos documentos sean necesarios en estos tratos confidenciales y de hermanos me lo avisará usted por este mismo barco que dicen saldrá luego. Por conducto del mismo Luzarraga vendrán bien las cartas, que suplico a usted no deje de escribirme, porque en estas circunstancias me son más que nunca necesarias.

A Rosita le escribí antes; ahora no tengo sino repetirle lo que le he dicho ya, y así no quiero entristecerla. Lamar va a salir mañana para Piura por Paita. Sale en la fragata Prueba, la cual después irá a estrechar el bloqueo de ese puerto, para quitarnos el consuelo de la comunicación y para aumentar las aflicciones de ese pobre pueblo. Estos males me atormentarían de muerte si acaso mi corazón no se hallase en cierto estado de insensibilidad,   —106→   que a veces me da más cuidado que me darían los mismos males sentidos como merecen.

Memorias a Rosita y Rosita, a todas los hermanos, a Magdalena y su familia, y a la solita hijita de mi corazón. Su muy amante hijo

J. J. OLMEDO.

Las señoras Ximenas saludan a todos los de casa. No es posible ponderar el esmero y cariño con que me cuidan.

Aquí llegó el general Sucre; en el puerto parece que se puso bajo la protección del buque inglés, quien dicen no lo admitió; pero este Gobierno no pensó en hacerle ninguna extorsión, antes dicen que le dio comisión para arreglar un avenimiento y le facilitó buque para trasladarse a Guayaquil. ¡Ojalá que su mediación sea eficaz!

(Archivo de la familia Pino Icaza)



  —107→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Lima, abril 5 de 1829.

Mi muy querida hermanita Magdalena.

Pensé que ya no te escribiría más, y que un abrazo sería la primera carta que recibieses de mi parte, pero no ha podido ser, y veo con dolor salir a Zubillaga sin acompañarlo.

Las noticias que aquí corren de una acción muy sangrienta cerca de Cuenca tienen a todo el mundo en expectación y en inquietud. Como su resultado sea el término de la guerra, ya podrá uno resignarse con los desastres que hayan ocurrido.

Zubillaga me ha informado menudamente de toda la familia, de cuyas noticias y sus particulares he estado privado mucho tiempo, y aun después de venido he sabido bien poco de casa; pues te aseguro con verdad que, aun cuando han venido gentes de allá, les he hecho pocas preguntas, por el miedo que he contraído de que sólo me den nuevas desgraciadas.

Por el invierno se atrasan los correos; y así no acaba de llegar ni se espera pronto el que debe venir hoy. El chasco será para mí si se viene sin cartas de la familia, como el pasado.

  —108→  

Todavía no quiero creer que mi compadre está vivo y sano. Es regular que ya habrá escarmentado un poco, y que tenga más juicio.

Memorias de todas estas Señoritas, y tú abraza de mi parte a todas desde Chavelita hasta Petita y desde Panchín hasta Martincillo. A Manuelita, Chepita Maruri y Jacinta, tío Mariano y familia mis afectuosas memorias, y para ti y mi compadre el corazón de tu amante hermano.

JOSÉ.

Rosita te mandará un poco de chocolate y unos pesos, que remito para ti y para la familia menuda.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



  —109→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Riobamba, septiembre 5 de 1830.

Mi muy querida hermanita Magdalena:

Hasta ahora no he podido escribir por separado porque he estado tan ocupado que no me ha sido posible tener esta satisfacción; pero por las que he escrito a casa habrás sabido que lo voy pasando bien y que jamás te olvido.

Las tareas de este congreso se van concluyendo, y espero estar expedito para regresar dentro de 8 días. Desde antes he pensado pedir permiso, porque la noticia de la enfermedad del papá me inquieta mucho y me tiene todavía con gran cuidado, pero no ha sido posible desprenderme de aquí, porque me hacen esperar hasta que concluya todo lo que me han encomendado.

También me tiene cuidadoso el retardo del parto de Chabelita; celebraré que haya salido ya felizmente. Dile a Francisco que le escribiré después, y a Panchín que le contestaré en el correo sobre su encargo.

Esto es muy malo, muy ventoso, muy arenoso, muy insufrible. El frío no es tanto o, a lo menos, se resiste muy bien con camisa interior de lana y una buena frazada en la cama.

  —110→  

¿Qué hace mi compadre? Supongo que a esta fecha tendrá sus doscientas botijas y sus dos alambiques de 150 toneladas.

A Chabelita, Chepita, Rosita con su marido, a Dolores, a doña Ana y Petita mil finezas, a sus criados Antonio y Miguel y a todos los muchachos muchos cariños, y para ti el corazón de tu amante hermano.

JOSÉ.

¿Cómo está Ignacio? Dale mil memorias y a Manuelita; ya Zubillaga estará allí, dale expresiones.

Dile a Ignacio que se reponga breve, porque no olvido su encargo de cajetas que ya están en obra.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —111→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Quito, junio 7 de 1832.

Mi muy querida hermanita Magdalena y comadrita de mi corazón:

Puesto que ya estoy aquí, ¿para qué es hablar de viaje, ni de caminos? He estado algunos días bien indispuesto, muy molido y fatigado, pero ya estoy mejor esperando proseguir mi marcha en caso de que los comisionados no vengan a esta ciudad como aseguran, de lo que me alegraría mucho, porque ya no quiero caminar sino para volver al seno de mi familia, y nada más. Ya es tiempo de poner punto redondo a esta vida agitada que traigo veinte años ha, sin provecho ni ventaja.

En esta casa me cuidan y asisten tanto que realmente estoy violento.

Si se habrá dado alguna caída Paredes en una de sus travesuras.

A pocas horas después de haberme hecho el cielo el favor de que Rosita saliese felizmente de su cuidado, me estaba yo viendo en el mayor peligro en lo más horroroso del camino. Así vienen en esta miserable vida mezclados los bienes y los males.

  —112→  

Memorias a todas, todas sin dejar una, desde la desgraciada Isabel hasta el chisguete de doña Petita con todos sus pichones.

A mi compadre muchas cosas. A José Antonio y Miguel, que se apliquen. A Manuelita muchas memorias y a todos los de la familia y amigos.

Y adiós, mi querida Magdalenita.

Tu hermano

JOSÉ.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —113→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Quito, junio 30 de 1832.

Mi querida hermanita y comadre Magdalena. Mi querido hermano y compadre:

Mucho me ha entristecido la noticia de la enfermedad general que hay en la nietería, esto es, en la manada de nietos. Yo tiemblo siempre con la más leve enfermedad de los niños, porque en su edad todo se hace grave y peligroso.

Tendré siempre presente tu consejo de no tomar a deshoras helados, ni frescos; pero no el de no comer chorizos, porque no sé quién te ha dicho que los de aquí son buenos, ni que yo soy afecto a esa fruta; por el contrario siempre los he tenido por pesados e indigestos, por cuya causa no tengo con ellos amistad, ni buena correspondencia.

Celebro mucho que se haya falsificado la noticia tan funesta de haber llegado a ese puerto la cólera morbus que es una de las más terribles plagas del mundo. Dios nos libre de ella, siquiera cuatro mil leguas de distancia. En Europa debe hacer menos estrago que en América, por el temperamento, y sin embargo allá perecen a millares; y, yo he visto desaparecerse en tres días una familia entera; padres, hijos, criados. Eso horroriza.

  —114→  

Memorias a todas y cada una de mis sobrinas y nietos, a Chepita y su don Ignacio y prole, a Doloritas, Ana, Antonio y Miguel, a Rosita, su don José y familia, y para ustedes, mis queridos hermanos y compadres.

Todo el afecto y ternura de

JOSÉ JOAQUÍN.

Memorias a Manuelita, y a las de Baba cuando les escriban.

Magdalena.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



  —115→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Paita, noviembre 26-(1833).

Mi querida hermana y comadrita Magdalena:

Después de muchas molestias y cuidados llegamos con un viaje tan largo, que con poco más habría tiempo para ir a Lima. Aquí en este pueblo también todo es incomodidad, las casas son unos ranchos miserables y pequeños, llenos de polvo y pulgas. El agua es muy mala y tan escasa que, en no saliendo de madrugada a arrebatarla a los que la traen de venta, se muere uno de sed. Pero al fin no hay peligro, y sólo hay el pesar imponderable de estar separado de la familia.

He sabido todos los trabajos que ustedes pasaron en el viaje, pero todo eso es nada en comparación de lo que habrían pasado si hubiesen venido para Paita.

Las cosas de Guayaquil parece que van largas y no sé si me convendría volver. Yo lo deseo con ansia. Memorias a Anica y a Petita, a José Antonio y a toda la familia. Por acá todos buenos. Adiós.

Tu amante hermano

JOSÉ.

Para Magdalena.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —116→  

ArribaAbajoA don Andrés Bello

Guayaquil, diciembre 26 de 1833.

Mi querido compadre y amigo:

Conociendo de cuántos placeres me privo por nuestra incomunicación, no por eso venzo las dificultades que se presentan aquí para escribir a usted con la frecuencia que exigía nuestra amistad. Ahora mismo no escribiera a usted, si no tuviera el mayor interés en hacerle una recomendación en favor de unos jóvenes con quienes tengo muchas y muy estrechas relaciones. Teniéndome a la capa en la borrasca que sufre al presente este país, no hay ánimo ni humor de escribir, y mucho menos de escribir a un amigo como usted, para lo cual es indispensable ocio y reposo.

Los jóvenes de que he hablado antes son Matías Alzúa, con sus hermanos menores Liberato y Domingo, y Teodoro Luzarraga, que va a unirse con su hermano Manuel, que se halla en la pensión del señor Zeguers: todos cuatro recomendados al señor Lecica de Valparaíso, por cuyo conducto serán puestos en el mismo establecimiento. El primero de estos jóvenes, Matías Alzúa, ha estudiado los primeros elementos de la ilustración, es decir, lenguas y principios de matemáticas; se inclina a la profesión de abogado, y va a Chile con el objeto de estudiar el derecho. Hará sus estudios en el Instituto; y dirigiendo usted ese establecimiento, nada nos deja que desear, y nada tengo que decirle.

  —117→  

Las esperanzas del joven, las de sus padres y las mías serán cumplidas.

Por lo que hace a los demás, serán colocados en la pensión del señor Zeguers; y espero de la amistad de usted que tomará por ellos el mismo interés, como si fuesen mis hijos. El favor de usted debe extenderse a examinar personalmente las ventajas o desventajas de esa casa de educación, y la bondad o vicios del sistema que allí se haya adoptado. Con la mayor satisfacción, he sabido que usted es uno de los individuos de la comisión que se ha formado por los padres de familia para invigilar sobre los progresos de ese establecimiento y fomentarlo; y con ese motivo, nadie como usted está en actitud de llenar todos los objetos de esta recomendación . Para satisfacer los deseos de sus padres y los míos, quisiera que usted se molestase en darnos una idea de esa casa; y en asegurarnos que admite este cargo con buena voluntad.

Si yo tuviese hijos en estado de ir allá, aprovecharía esta oportunidad; pero el único varón va a cumplir dos años y no es posible separarnos de la Virginia.

A mi amable comadre, mil afectuosas memorias, y mil cariños a los chicos. Uno muy especial a mi Andrés. Si yo le dijera la vida que paso, ¡qué sermón me esperaba!, pero ya no puedo vivir de otro modo, y la pereza se me ha hecho connatural. Adiós, amigo y compadre, hasta otra ocasión. Su más afectuoso y sincero amigo

J. J. OLMEDO.

Memorias al amigo Egaña. En anterior, encargué a usted le dijera me mandase la colección de las obras de su padre, que se imprimieron en Europa, especialmente las poéticas. Y..., ni contestación.

(Vida de don Andrés Bello por Miguel Luis Amunátegui, pp. 291-292)



  —118→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Ambato, julio 10 (1835).

Mi querida hermanita Magdalena:

Llegué sin novedad, y continúo del mismo modo, sólo con la incomodidad de la convención que me quita la tranquilidad y el tiempo. Yo soy como la luz de un candil, que en un lugar oscuro suele mantenerse serena y da alguna claridad, pero puesta en una gran sala ni está quieta, ni alumbra.

Deseo que mi compadre esté mejor, y que sin hacer nuevas travesuras se restablezca lo mejor que pueda. Memorias a Chepita, Dolores, Ana y Petita, Antonio y Miguel; mil cariños a los muchachos. A Ignacito que me escriba recomendándome el encargo del caballito. A Manuelita, Chepita Maruri y Carmen mis memorias. Tú encomiéndame mucho a Dios, Él te guarde como desea tu tierno hermano

JOSÉ.

Dile a Ignacio que un Bustos de Quito me ha escrita diciéndome que mande por un cajón de cintas: no tengo la menor noticia sobre esto, y que me escriba lo que deba hacer.

Para Magdalena.

(Archivo de la familia Pino Icaza)



  —119→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, marzo 3 de 1840.

Mi muy querido compadre y amigo J. J.:

Como no he tenido carta de usted ni he estado en palacio, no sé cuál ha sido el éxito de la extraña recusación que ha hecho Anzoátegui. Yo he estado bien inquieto; porque aunque estaba, por mi conciencia, tan persuadido de mi pureza en punto de manejo de intereses ajenos, como lo estoy de mi propia existencia; sin embargo, por no acordarme de las circunstancias particulares de la inculpación, no me hallaba en situación de explicar y desvanecer las apariencias que mancillaban mi reputación. He dado, pues, todos los pasos convenientes para esclarecer este asunto; y resulta, que en 833, siendo yo Prefecto, ocurrió una grave y urgente necesidad en el erario, y no habiendo medio de salir de ese conflicto, busqué con mi responsabilidad, y sin interés tres mil pesos, como consta de los libros de tesorería. El plazo que me dieron era perentorio, y las condiciones estrechas, como lo son siempre en los contratos de los particulares con el Gobierno. En este intervalo ocurrió felizmente un pago que hizo Jama a la tesorería, y yo no pude menos que aplicar ese dinero a satisfacer mi crédito y mi responsabilidad (esto es lo que llaman estos señores haberme apropiado yo esa cantidad). Jama no pagó en metálico sino en libranza contra   —120→   Anzoátegui, cuyo nombre ofrecía todas las seguridades necesarias; y por eso la persona que me proporcionó el dinero se contentó con él, y aun consintió que lo retuviera por algún tiempo pagando un interés de 2 por ciento. Si esta partida entra en las cuentas de Anzoátegui, me parece que resultan dos fraudes notables: 1.º, el cobrar al Estado el 3 por ciento cuando él sólo ha pagado el dos; y 2.º, que, habiéndose pagado el principal algún tiempo después, ha seguido incorporado a la gran masa del crédito de Anzoátegui, ganando por consiguiente su 3, y surgiendo con las acumulaciones en más de 3 años.

De la inspección de los libros de tesorería ha resultado que lejos de haber en mi culpabilidad en este negocio, se ha manifestado que hice un buen servicio, y con oportunidad. He tenido, pues, la doble complacencia de haber recordado todas las circunstancias de este negocio para poder desvanecer las sombras que quieren echar sobre mi conducta, y la de haber tenido esta ocasión de fijar la atención sobre mi carácter natural, que es olvidar con igual facilidad los servicios que hago, y los agravios que recibo.

Nada sé de Pasto y Popayán. Después que despache el correo, iré a ver a Rocafuerte por si hubiese algo de importancia.

He visto una onza de oro de cuño de este año; y me ha parecido muy mal. Tiempo ha que indiqué a usted la necesidad de perfeccionar esta falta que tanto nos desacredita, especialmente en el exterior. En todas partes ponen el mayor esmero en el cuño de la moneda, porque, siendo perfecto, difícilmente se falsifica; pero veo que este punto se descuida mucho en la capital. No digo el busto, pero hasta las letras son malas y desiguales. ¿No sería bueno encargar a Londres unos buenos troqueles, recomendando al mismo tiempo que se castigase y reformase el diseño, y que para mayor seguridad se pusiesen letras en el cordoncillo, como, por ejemplo, Dios, Libertad, Ecuador?

  —121→  

Ya ha llegado el caso que anuncié a usted desde aquel tiempo; ya no quieren recibir en el comercio, y menos en la plaza, muchas pesetas que apenas tienen 3 años de edad. Tal es la situación miserable en que se hallan: verdosas, cobrunas, asquerosas. Y no sólo las falsas están así, sino también las que se llaman legítimas: lo cual en verdad, es una mengua infame para esa casa-moneda, y un cargo terrible contra sus directores y ministros.

¡Cuidado con la promesa de venir en junio a hacernos una visita! Su departamento de usted está lo mismo que usted lo dejó, a excepción del catre que está en un rincón llorando la ausencia de su dueño; como una novia cuyo esposo la abandona a las tres noches de casada.

Memorias de todas las comadres a toda la familia, y adiós.

Su

J. J.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —122→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, marzo 11-1840.

Mi querido compadre J. J.:

Nada ocurre sino dar a usted gracias porque en medio de tantas ocupaciones se da un pequeño lugar para ahorrarme el disgusto de no ver letras suyas en cada correo.

El consejo de preferir a todos los negocios el del Espantoso es prudente y sabio; no falta más sino que cada uno de nosotros mandase los espesos y brillantes batallones que él manda. Y supuesto que estamos muy atrasados en la carrera, y sin esperanzas (por mi parte) de llegar a ese alto grado, no hay más que moler caña, que buena molienda es. Piense usted ponga usted en tortor su audaz y feliz ingenio para hallar o inventar el medio de levantar el aguardiente; gravar este artículo justo es, cuanto se quiera; pero esta ley de patentes nos ha salido mal. Adiós.

Su

J. J.

Excelentísimo señor general Juan José Flores.

Presidente del Estado.

Quito.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —123→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, marzo 25-840.

Mi querido compadre J. J.:

Son excelentes las máximas de usted sobre las ventajas de no conservar odios y rencores que suelen legarse y transmitirse a los descendientes; pero felizmente estas sentencias son inútiles para aquella persona que dijo a usted en el correo pasado que siempre olvida los servicios que hace y los agravios que recibe. Usted me habla de odios y rencores, y siento que usted no sepa hasta ahora que probablemente morirá sin conocer ni sentir esas indignas pasiones, quien ha vivido más de once lustros sin conocerlas ni sentirlas. Éste es, pues, un asunto concluido, y no resta más que manifestar a Anzoátegui y a Maldonado y a dos o tres más los asientos de los libros de tesorería, que esclarecen del modo más satisfactorio mi conducta y la calumnia. Usted no extrañe que yo me haya acalorado en este punto contra mi costumbre (pues mis acaloramientos se han reservado sólo para disputar con usted sobre ideología y bellas letras) porque estudiosamente me han ocultado la representación de Anzoátegui, y sólo me han hecho indicaciones de su contenido, dándome a entender quizá más de lo que es la misma ocultación de ese papel que me hacen mis amigos, y el arte con que   —124→   fue llevado al Gobierno a la hora precisa en que se cerraba el correo para que yo no tuviese lugar de imponerme de él y de vindicarme.

Se ha nombrado en mi lugar a Letamendi, y ha sido recusado también por la extrañísima causal de ser amigo de Tamariz: como si los que nos robamos caudales públicos, o los que tienen amistades con tales y tales personas, no supiésemos sumar o restar. Créame usted que si yo no viese en este crédito la ruina de esta provincia me estaría no sólo callado, sino mudo.

Con suma inquietud estoy sobre el resultado sumamente trascendental de los negocios de Pasto, ¡que serie de sucesos desagradables y desastrosos se me presentan delante de los ojos!

Aunque usted por lo que me dice, no tenga gusto de venir a su alojamiento en caso de visitar esta provincia dentro de dos meses, usted deberá hacerse alguna violencia por la vindicta pública, y por no ajar de un modo tan... tan extraño mi delicadeza y mi amistad. Quizás en septiembre u octubre podré ir a Quito con Juan Francisco, él por ver a su hijo, yo por pasear y ver a mis amigos. En ese caso veremos el alojamiento que me convenga.

Y adiós. Memorias de todas a todas.

Su

J. J.

No puedo menos de interesar a usted en el último reclamo que hace este Obispo, sobre la resolución de que se hagan nuevas oposiciones a las canonjías teologal y penitenciaria de esta Iglesia Catedral. Si en las pruebas que se han hecho, no se observó la ley de Indias, se observó estrictamente una ley posterior que derogaba la otra. ¿Y cuál es esta ley posterior? La bula de erección, después de vista, discutida en el Congreso, y después que obtuvo el pase del Gobierno.

  —125→  

Hágame usted el favor de hablar sobre este punto a mi compadre Marcos, y decirle que no tengo tiempo de escribirle, pero que me intereso mucho en que tenga este negocio un éxito favorable.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —126→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, abril 1-840.

Mi querido compadre y amigo:

En la Gaceta he visto que ha terminado la guerrilla de Pasto, si puede llamarse término una composición tan original. Mucho dificulto, mucho dudo que un fuego en cubierto con tan débil ceniza no brote cuando menos se piense y pronto.

En casa no hay novedad: Siempre siempre me encargan afectuosas memorias para todos ustedes. Y adiós.

Suyo

J. J.

Excelentísimo señor J. José Flores.

Presidente del Estado.

Quito.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —127→  

ArribaAbajoAl general Flores

( INÉDITA)

Guayaquil, abril 8-840.

Muy querido compadre y amigo J. J.:

El escándalo de Pasto ha tenido el término regular que tienen las cosas de este género entre nosotros. Gracias, porque al fin no se ha derramado tanta sangre, como se derrama entre nosotros con ocasión de estas frecuentes diversiones.

No sé cómo usted permitió a mi comadre entrar a ejercicios. Dígale usted que demasiada santos ejercicios tenía en su casa con usted y con sus hijos, y que otro día no tenga estas chacarillas sin mi conocimiento y sin mi licencia. Cuidado, si deja usted de darle este recado.

Como las cartas de Rocafuerte a usted son siempre de pliegos con noticias históricas, biográficas, políticas, morales y proféticas, yo me limito siempre sólo a saludar a usted y a su familia.

Adiós.

Su

J. J.

Excelentísimo señor J. José Flores.

Presidente del Estado.

Quito.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —128→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, abril 15-840.

Mi muy querido compadre y amigo J. J.:

Sé que usted está bueno, y mi comadre hecha una santa, y ya no me es tan sensible el no haber tenido carta de usted en este correo.

Aquí ha corrido que Murgueitio se acercaba a Popayán con bastante fuerza para oponerse al cumplimiento de los infames tratados de Pasto. Estamos en un tiempo que no sabemos qué desear, qué esperar, qué temer.

Aquí han arribado nuevos emigrados del Perú; entre los cuales hay diputados, sorprendidos de improviso y embarcados para Panamá; consiguieron tomar la costa hospitalaria del Ecuador, y se hallan aquí: parecen hombres de mérito.

Dicen que se descubrió una conspiración capitaneada por La Fuente contra Gamarra. Se dice también que La Fuente logró escaparse y que se ha dirigido a Arequipa a unirse con el vapulador Torrico, su yerno futuro, y que manda en jefe la fuerza del Sur.

Adiós.

Su

J. J.

Excelentísimo señor J. José Flores.

Presidente del Estado.

Quito.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —129→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, abril 22-840.

Mi querido compadre J. J.:

Cuando mi comadrita mayor ha prometido vengarse de mí por lo que dije a usted sobre sus ejercicios, es señal que usted no le dio mi recado con exactitud. Yo sólo dije, o quise decir, que sólo buscaba una semana de descanso en ese retiro, y que ejercicios más meritorios eran sufrir las petulancias del hombre y las travesuras de los muchachos. Cuando yo esperaba por esto gracias de parte de mi comadre y reconvenciones de parte de usted, salimos inesperadamente con amenazas de venganza tan opuesta, al espíritu del Evangelio y a las pláticas de los ejercitadores. Vuélvale usted a explicar el sentido de mi mensaje; pero si no se diese por satisfecha, dígale usted que, si he pecado en algo, prometo, en el caso de que se verifique mi paseo a esa corte, sacrificar una semana a los mismos ejercicios; ...en el caso de que me hiciesen cometer allá algún pecadillo, que no cometo aquí, por la gracia de Dios. ¿Qué más he de hacer? Esta gracia de Dios está obrando en mí portentosamente; pero por un medio cruel; cual es, ir acumulando días y años sobre mi cabeza.

Las cosas de Pasto y Nueva Granada van siguiendo   —130→   su camino: bien desastroso es el término que ya se divisa con alguna claridad.

Y adiós.

Su

J. J.

Virginia encarga a su comadrita una alfombra de vara en cuadro fuera del fleco. Dispense usted: tolere usted esta molestia, imitando mi ejemplo; pues no sólo la tolero, sino que no rehúso la complicidad.

Piense usted en un medio de dar algún valor a los aguardientes porque de no, me pierdo.

Han llegado ayer Sarmiento, Jijón y Sweet.

Excelentísimo señor J. José Flores.

Presidente del Estado.

Quito.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —131→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, mayo 6-840.

Mi querida compadre y amigo:

Luego que leí en la apreciada de usted que vendría en junio, no pude concluir la lectura, porque un solo segundo me parecía una perdida irreparable, viniendo ya tan estrecho el tiempo para los preparativos correspondientes. Pero me he dado tales trazos que ya está todo listo: ahora he trabajado menos que en la visita anterior; pues entonces tuve que remover un estante de libros que pasó al cuarto próximo; y como desde entonces se quedó allí, me he ahorrado ahora de ese enorme trabajo. Esto es por lo que hace a la habitación; por lo que hace a los espléndidos banquetes, (salva y perdonada la ironía), nos hemos propuesto arreglarnos a la escala del célebre almuerzo de Cachar cuando volvíamos de Caracol.

Y adiós; que voy a seguir los preparativos.

Su

J. J.

Las preparativos no me dan lugar para nada, ni para saludar a mi comadre y comadritas; que me dispensen en esta ocasión: después de junio estaré más desembarazado, y podré ponerles memorias y cariños.

Excelentísimo señor J. José Flores.

Presidente del Estado.

Quito.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —132→  

ArribaAbajoAl general Flores

(INÉDITA)

Guayaquil, mayo 27-840.

Querido compadre y amigo:

Aunque no he tenido cartas de usted en dos correos; pero por las de Rocafuerte he sabido que usted se porta bien, y que las cosas del Norte van como van.

Cuando usted estuvo aquí prometió a una pobre familia (aquélla a quien usted compró unas tierrecitas en la Bodega) no sé qué gracia que no se le ha concedido todavía. La reclama, por medio de la adjunta carta y de mi recomendación.

Cuando usted venga ya no conocerá esta Moscón: reconstruidos los quemados, el malecón prolongado de un extremo al otro con una florida alameda, carrozas, quiero decir, carretas ruidosas, puentes, canales, etc., etc.

Me olvidaba de lo principal... los bajos del palacio renovados elegantemente, que remedan las galerías de Palais Bayal de París...

Apresúrese usted a venir a gozar estas maravillas y a recibir el estrecho abrazo de sus amigos.

Su

J. J.

(Archivo Jijón y Caamaño)



  —133→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Santa Elena, enero 17-842.

Mi muy querida hermana y comadre María Magdalena:

La navegación fue de cinco días, pero me tuvo cuenta, pues al tercero empezó a bajar la hinchazón de los pies. Por lo que hace al estómago todavía no estoy muy aliviado, ni es regular que este temperamento y estas aguas sean tan milagrosas que obren su efecto al momento. Mi enfermedad es de meses, y así es preciso un poco o un mucho de paciencia para conseguir la mejoría. Sin embargo, puedo decirte con mucha verdad que estoy mejor, a pesar de que algunas noches tengo las ansias y fatigas que tenía allá, pero también he pasado días y noches regulares. Todos los días hago ejercicio, pero me fatigo bastante. Como esto de la hinchazón de los pies es poco considerable, da de sí el hecho de que haya cedido un poco para esperar que vaya disminuyendo hasta desaparecer enteramente, como creo que ha desaparecido del pie izquierdo.

En el resto de familia no hay novedad, y aun a Rosita la encuentro algo convalecida, aunque ayer le asaltó su habitual dolor de cabeza. Dolores y Virginia están buenas y contentas. J. Joaquín lo mismo, y hoy ha ido a la escuela, que está en un pie regular en este pueblo. Memorias a mi compadre, a Isabel, Chepita, Rosita y a sus gallos y pollos. A Ana y Petita; y ustedes reciban memorias de todas y muy especialmente el verdadero y muy tierno afecto de tu amante hermano

J. JOAQUÍN.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —134→  

ArribaAbajoA su hermana

(INÉDITA)

Santa Elena, enero 24, 1842.

Mi muy querida María Magdalena de Pazis:

Aunque mañana pienso escribirte con uno que sale para el Morro, desde donde será más fácil dirigir mi carta a la ciudad, no quiero perder esta ocasión en que sale Blanco, porque no sabemos qué extravío pueden sufrir las comunicaciones, cuando no se conocen ni los buques, ni las personas que las llevan.

Mucho cuidado me das por tu cuidado respecto de mi salud, pues noto cierta falta de conformidad en los accidentes de esta miserable vida, que no sienta bien, no digo a una persona cristiana, pero ni a una persona racional. Yo te amo tanto, como tú puedes amarme; y sin embargo si te murieras, creo que sentiría esta irreparable pérdida, como he sentido la de otras personas que he amado más que a ti; es decir, de una manera que no desdiga ni a la razón, ni a la religión. Pero baste de sermón. Ave María.

Ya te dije que desde la navegación empezó a ceder la hinchazón de los pies: ahora sólo tengo un pequeño resto en el pie derecho. El vientre no está bueno todavía, y tengo cada dos o tres días lo que tenía allá. Pero ya ves que ésta es bastante mejoría. Hago ejercicio por las mañanas   —135→   y por las tardes, menos desde ahora cuatro días, por las razones que te diré mañana; porque es cuento largo y lastimoso; pues quedé postrado de un parto muy recio que tuve, y me retuvo en la hamaca con las piernas encogidas como cuatro días: ya estoy casi bueno, y hoy he dado mi paseo de costumbre.

Dolores está buena y cuidándome.

Memorias a mi compadre y a todas las gallinitas, pollitas, pollos y gallos de nuestro corral.

Y adiós, tu

J. JOAQUÍN.

A Antonio y a Miguel, Manuelita, etc.

Señora María Magna Olmedo.

Guayaquil.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



  —136→  

ArribaAbajoA sus sobrinos

(INÉDITA)

Punta de Santa Elena, febrero 27-842.

Mis queridos sobrinos y amigos Francisco, Juan, Martín:

Ahora 15 días escribí a ustedes por la Natalia que tocó en este punto para seguir su viaje a Burdeos. Hoy lo hago por la Lidia que ha venido por cargar unos tercios de barba de salvaje y sale hoy.

Dije en mi anterior que había venido aquí por convalecer con Rosita, Virginia y Dolores; estoy mejor de mi enfermedad de estómago, pero me restablezco muy lentamente. Siempre se consigue la ventaja de pasar aquí el invierno, que ustedes saben es molesto en la ciudad. Por cartas acabadas de recibir sabemos que en todas nuestras familias no hay novedad; todas, todos están buenos, si exceptuamos esas ligeras enfermedades de que salen tan contentas a los 9 meses. Cuando ustedes vuelvan se encontrarán con muchos desconocidos.

Mucho me ocupa el pensamiento de ver breve a Francisco; ése será un día de gozo y de lágrimas inexplicable. Los otros dos deben afanarse en concluir del mismo modo para proporcionarnos igual satisfacción. Lenguas, matemáticas, matemáticas, matemáticas, música,   —137→   ciencia de comercio y teneduría de libros, deben ser los estudios principales. Nada digo de la historia y de la geografía, pues sin estos conocimientos los hombres son niños toda la vida.

No dejen de leer libros en castellano; más vergüenza es no saber bien su lengua natal, que es mérito saber bien idiomas extranjeros, especialmente en aquéllos que, como ustedes, están destinados a acompañar a sus padres y a servir a su familia, cuya fortuna ustedes saben bien que no es muy ventajosa.

Reciban ustedes memorias de Rosita, de Virginia, de Doloritas y de J. Joaquín 2.º, que ha venido con nosotros para perder 3 meses de estudio. Aquí conmigo lee y escribe, pero este estudio en casa es cosa de poco provecho. ¡Oh cómo quisiera que estuviera con ustedes!

Y adiós, mis queridos hijos; no se olviden de mí. Adiós.

JOSÉ JOAQUÍN.

Como estoy ausente de casa, no he tenido, el gusto de ver las cartas de ustedes que con fecha reciente han recibido sus familias, pero me contento con saber que están buenos, y que hacen promesas de aplicarse mucho.

Monsieur François Paul Icaza. -Chez Messieurs Uribarren à Paris.

Acheminée de Sainte Hélene par son serviteur A. Sicouret.

(Archivo del señor Luis Noboa Icaza)



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