El milagro del cojo de Calanda

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Muchos son los prodigios atribuidos a la Virgen del Pilar pero el milagro del cojo de Calanda es particular por tratarse de algo tan insólito como la restitución de una pierna, un hecho sin parangón en el mundo, que fue interpretado como prueba de la resurrección de la carne… Y no obstante, hablamos del milagro mejor documentado de la historia del cristianismo, acontecido en la villa turolense de Calanda, durante el reinado de Felipe IV. Hoy dedicamos esta entrada a este fundamental acontecimiento.

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El prodigio le aconteció a Miguel Juan Pellicer Blasco, quien, según los libros parroquiales, fue bautizado en Calanda el 25 de marzo de 1617, y que fue el segundo hijo de ocho hermanos. Por lo demás, las declaraciones de los diversos testigos que fueron interrogados tras el asombroso milagro, nos permiten reconstruir el resto de la vida de Miguel. Así, sabemos que a los diecinueve años deja Calanda para irse a casa de su tío a trabajar, en Castellón. Y es allí donde tendrá lugar la desgracia: una mañana, acarreando un carro cargado de trigo, tropieza, cae al suelo, y una de las ruedas pasa por encima de su pierna derecha, fracturándole la tibia.

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Representación del accidente de Pellicer

Con prontitud, es llevado al Hospital Real de Valencia, pero es el deseo de Miguel Pellicer ser ingresado en el Hospital de Gracia de Zaragoza, y tras solo cinco días, inicia el duro viaje de regreso a Aragón, el cual le ocupará dos largos meses. Cuando por fin llega a la capital aragonesa, Miguel visita en primer lugar a la Virgen del Pilar; después, ya en el hospital zaragozano, el cirujano Estanga le amputa la pierna afectada. Es octubre de 1637.

Comienza entonces el calvario de Miguel, que con una pierna de palo y apoyado en una muleta, se gana la vida como buenamente puede, y sobre todo, de las limosnas que recibe en la puerta del Pilar. Pero a pesar de su desgracia y su miseria, no perderá Miguel su profunda devoción. Cada día oía la misa en la Santa Capilla; y cada tarde, untaba su muñón con el aceite de las lámparas de la Virgen del Pilar, intentando así aliviar su dolor…

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Miguel toma aceite de las lámparas de la Virgen para untarse el muñón.

Finalmente, y tras dos años en Zaragoza, Miguel decide volver a su tierra natal e inicia el viaje a Calanda, donde se reencuentra con sus padres y hermanas.

Pocos días después, sucederá en esa humilde casa el más grande de los milagros jamás relatado en Europa…

Tuvo lugar la noche del 29 de marzo de 1640. Tras una intensa jornada de trabajo, en la que su hermana le ayudó a cargar nueve cargas de estiércol en la era, Miguel Pellicer se fue a la cama temprano. Antes, como siempre acostumbraba, se quitó su pierna de palo. Aquella noche lo hizo en presencia de sus padres, pues un soldado que estaba de paso ocupó su habitación y él hubo de acostarse en una improvisada yacija junto a la cama de sus padres. Enseguida, Miguel se duerme y se sume en un profundo sueño… Sueña que se halla en la Capilla del Pilar, frente a la Virgen… Sueña que se unta su muñón con el aceite de sus lámparas, tal como lo había hecho tantas veces…

Poco después, sus padres entran a la habitación para acostarse, y enseguida les llama la atención una suave fragancia que no era la propia de la casa. Entonces, a la luz del candil, presencian el extraño fenómeno: ¡bajo la manta que cubre a Miguel no asoma una pierna, sino dos! Al momento, lo despiertan y los tres se admiran al comprobar que, efectivamente, el hijo tenía íntegra su pierna amputada, en la cual eran reconocibles las cicatrices que tenía… Con la primavera, y a la par que los campos recuperaban su color, Miguel había recuperado su pierna.

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Mural sobre el Milagro del cojo de Calanda de Ramón Stolz en la Basílica del Pilar.

La noticia, como es lógico, corrió de boca en boca y ya esa noche se hizo público en toda la vecindad. Al día siguiente se celebró en la parroquia una misa de acción de gracias, y el 2 de abril llegan a Calanda, desde Mazaleón, el cura y el notario, quien levanta acta de “tan impresionante hecho”… A partir de ese momento, todo se sucede con rapidez.

El día 25 del mismo mes, son Miguel y sus padres quienes viajan a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar, considerada autora del milagro. A su vuelta, el Justicia de Calanda redacta un informe que es enviado el día 30, por el cabildo del Pilar, al conde-duque de Olivares. Pero la noticia se extiende en todas direcciones por sí sola, y en pocas semanas, el milagro es aclamado en toda España. Así, el día 2 de junio daba comienzo el proceso arzobispal, que se prolongó hasta casi un año. Durante el largo juicio, declararon decenas de testigos y personas relacionadas con el caso, hallándose entre ellos familiares y vecinos, religiosos, autoridades locales, y sanitarios. Entre los últimos, llama la atención el testimonio del cirujano Estanga, que fue quien amputó la pierna a Pellicer, y el de su ayudante, el mancebo practicante Joan Lorenzo García, quien se encargó de enterrar el miembro. Todos ellos, sin excepción, dieron fe del misterio.

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Representación escultórica de la pierna cortada de Miguel Juan Pellicer, en la clave del arco de la portada del Templo del Pilar de Calanda.

La sentencia fue dictada por el arzobispo Pedro Alaolaza el 27 de abril de 1641, y celebrada con fiestas y fuegos artificiales. En la misma, que se conserva hoy –junto con el resto del proceso- en el archivo del Pilar, se reconoce el caso como una obra “operada de modo admirable y milagroso”.

Poco después, ese mismo año, el mismísimo rey de España, Felipe IV, se interesa por el hecho y recibe a Miguel Pellicer en la corte. Allí, el monarca se arrodilla y besa la pierna derecha del calandino. Cada vez gana más fama el nuevo y tan comprobado milagro, y empiezan a correr ríos de tinta que lo relatan en diferentes lenguas, llegando incluso a ser de conocimiento del papa Urbano VIII en 1643. Circulan folletos, se editan relaciones, y se componen romances que pronto se hacen populares… Hasta en los gozos a la Virgen del Pilar son introducidos unos versos alusivos al milagro en muchos rincones de Aragón, y que el pueblo, autor de los mismos, rezará con devoción.

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Hoja de la sentencia del proceso

En efecto, el milagro promocionó el culto mariano, y miles de fieles de toda Europa comenzaron a fluir al templo del Pilar, templo que poco después del episodio fue reedificado, construyéndose uno que diese cabida a tantos peregrinos. La nueva obra, de estilo barroco, es la que hoy sigue cobijando a la Virgen del Pilar en Zaragoza…

Antes de su construcción, no obstante, fue levantado otro templo a la Virgen del Pilar en la propia localidad de Calanda, justo en el lugar donde se encontraba la habitación donde sucediera el milagro. Hoy, además, existe en el municipio la “Casa-museo de Miguel Pellicer”, donde se rememora el milagro más famoso y mejor documentado de la Virgen del Pilar hasta el día de hoy.

4 comentarios en «El milagro del cojo de Calanda»

  1. Gloria a Dios, por este y muchos milagros que manifiestan su gloria y la intercesión de María Santísima, lástima que los ojos de los hombres ya no los ven.

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