EL ALMIAR

 

Una vez finalizados los días de siega, trilla,…..Días de dormir sobre una manta, a cielo raso, para vigilar el trigo y de soñar bajo ese manto estrellado. Se procedía a la fabricación del almiar. En Benamaurel no eran muy comunes, su construcción, sino que se localizaban más en los anejos. Para su ubicación se buscaba un lugar en la era, con un poco de pendiente y alejado de las casas, por miedo a un posible incendio. Lugar donde se apilaba la paja para protegerla durante el invierno de las inclemencias del tiempo: lluvias, nevadas, vientos, o sea, de la humedad en general.
Se amontonaba la paja presionándola con los pies. Dos hombres encima del montón la pisaban y otro en el suelo, con una horca lanzando la paja. Cuando la altura era muy elevada, ponían un palo hincado en la paja y otro atravesado, y con una cuerda ataban la gaveta tirando de ella hasta estar en la cima del almiar Posteriormente y dada ya su altura definitiva, se revestía todo el almiar con hierbas y encima de ellas ponían los bordos de aneas. Pinchaban la paja e introducían los extremos de las eneas. Una vez cubierto todo el almiar unidos e introducidos los bordos (varetas de aneas, con un corte en diagonal para que entre bien en la paja) En el techo de los almiares forma circular se ponían hierbas y tierra bien pisada.
Así la pendiente que tenia y la cubierta de aneas hacían que el agua resbalase por sus laterales. Los había de forma redonda y rectangulares, similares a las casas del norte. Así podría parecer al pueblo de los tres cerditos con casas de palos y paja.
Antonio Troyano , con 90 años de edad , nos cuenta como trabajaba en la construcción de almiares.
Mª Luz Gómez.

 

 

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