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Fito Cabrales. El Triunfo de la Sencillez

Encarna a la perfección el ejemplo del tipo que se ha hecho a sí mismo a cuenta de trabajar duro y con empecinado tesón, con la necesaria pizca de suerte y genialidad que suele acompañar el brillo de la estrella. Finalmente, es el roquero para todos los públicos que, sin renunciar a sus raíces, suena igualmente bien tanto en el garito de copas como en el hilo musical del supermercado, tanto en el discman de la obra, como en el ipod de un engominado o en el estereofónico de un bar de alterne. Se llama Adolfo Cabrales y todo el mundo le conoce por Fito. Nacido, criado y crecido en Bilbao. Ciudad desde la cual ha tocado el cielo del rock hispanohablante, el corazón de los oyentes de la música popular en castellano, que se cuentan por millones.

La historia de Fito (Bilbao, 06/10/66) es, de alguna manera, la historia de un superviviente: el que supera el devenir de una infancia con destino marcado, el que se sobrepone al insomnio permanente de una juventud golfa, el que en su madurez se repone de los efectos colaterales del exceso de fama. Desde hace años ha fijado su residencia en Gernika, desde allí mira al mundo con relax y extrañeza, con perspectiva, para, periódicamente, hacer un tirabuzón en el aire y lanzarse en picado para hundirse en él junto a sus queridos Fitipaldis, girando con una banda de rock: el sueño de su vida. Recuerda un conocido promotor de conciertos segoviano como pegaba los carteles de Fito en los bares de su ciudad mano a mano con el batería de los Fitipaldis, el Polako (hoy omnisciente manager), en los primeros conciertos de la carrera en solitario del bilbaíno, cuando aquello era apenas el proyecto paralelo del cantante de ‘Los Platero’. Era 1998 y, de alguna manera, tocaba empezar de cero. Nada que amedrentase a un chaval que se había criado en el calamitoso barrio de Las Cortes -el de las putas, los yonkis y la inmigración ilegal- sin acabar los estudios básicos, hijo de los regentes del puticlub La Palanca 34, que iba para camarero porque su padres lo eran –de hecho la visera de Fito, lo más reconocible de su imagen, ya era accesorio usado por su aita- hasta que un día, tras la mili y tres años detrás de la barra del bar, la guitarra eléctrica le adivinó el destino. Al poco ingresó en Platero y Tú (ver recuadro anexo) con lo que alcanzaría la holgada profesionalización en el mundo de la música. Lo cierto es que cuando Fito publicó su debut ya tenía mucho camino recorrido. Así, A puerta cerrada (99), que levantaba el pie del acelerador dando paso a tiempos medios y sonoridades acústicas, fue tremendamente bien acogido por un público masivo (sobre todo aquella “Rojitas las orejas”) que tuvo la posibilidad de verle en grandes recintos gracias a la gira que hizo acompañando a Extremoduro cuando estos presentaban su disco Canciones Prohibidas. Tres años después Fito repitió éxito con Los sueños locos (01) –platino de nuevo- donde, si bien sigue habiendo guitarras eléctricas provenientes del rock sureño y el hardrock, Fito se reafirma en abrirse a otras esencias como el swing, el rockabilly, el blues e incluso jazz, haciendo una mezcolanza única terriblemente atractiva para el gran público, como demostró el single «A la luna se le ve el ombligo». Vendría a ser como cambiar a AC/DC por Dire Straits obteniendo en el camino un sonido personal y único. Tras participar destacadamente en el disco de poesía musicada Extrechinato y Tú, y deshacer para siempre Platero y Tú, Fito se asienta definitivamente con su tercer disco -doble platino- Lo más lejos a tu lado (03). Para estas, Fito ha dejado de lado la veloz carretera de la anfetamina, se ha curado de años estresantes, ya no hay que engañar al sueño. Fito tiene las espaldas muy cubiertas por los siempre cambiantes Fitipaldis, banda de acompañamiento en permanente proceso de mejoría hasta la actualidad, y además está en estado de gracia compositiva, que se traduciría en alcanzar el estatus de artista de radio fórmula con canciones como “Soldadito marinero” o “La casa por el tejado”. El directo “Vivo… para contarlo” (04) así lo atestiguó, grabado en Fiestas de Bilbo para 70.000 entregados espectadores que venían a decir que en casa, a Fito, se le quiere. Por la boca vive el pez (06) revalida la apuesta, triple platino y premios por doquier, la consecuente gira de presentación que sumó más de 700.000 espectadores en cien conciertos y temas como “Que viene y va” en la boca de todo el mundo. Entre medias ofrece diez conciertos con su amigo Andrés Calamaro (5 en España y 5 en Latinoamérica), que se traducen en el doble Dos son multitud. En el 2008 recibe el Disco de Diamante por haber vendido más de un millón de copias, además el ayuntamiento le nombra Ilustre de Bilbao, y sale a la calle su autobiografía Soy todo lo que me pasa. En 2009 su último disco en estudio Antes de que cuente diez rubrica el éxito de ventas, premios y asistencia de público. En 2012 Fito se entrega a una gira de teatros donde reinventa su repertorio, amoldándolo a un mimbre más acústico, que finaliza en Octubre de 2013 con dos días en el Teatro Arriaga de Bilbao, cuyas entradas se agotaron en 20 minutos. Y la recaudación se empleó íntegra a favor del banco de alimentos de Bizkaia. Y muy pronto, se sospecha, tendremos una nueva entrega de Fito en directo, que haga de memoria para esa gira de teatros tan especial.

“En 2012 Fito se entrega a una gira de teatros donde reinventa su repertorio, amoldándolo a un mimbre más acústico, que finaliza en Octubre de 2013 con dos días en el Teatro Arriaga de Bilbao, cuyas entradas se agotaron en 20 min.”

 

Platero  y tú. Rock´n´roll, sin más.

Ilustres representantes de la segunda generación del Rock Urbano Estatal, la de la consolidación del género, tenían los mejores argumentos que debe blandir una banda de rock: sección rítmica concisa y compenetrada, solidísimo guitarrista que empastaban, y un frontman carismático, familiar y cercano. Pese a sus nombres y apellidos, ellos atendían por sus apodos: Fito (voz y guitarra), Uoho (guitarra), Mongol (bajo) y Maguila (batería). Platero y Tú lucían la sonrisa sardónica, borrachuza, casi macarra, del que se ha mal criado en las Siete Calles, pero funcionaban a la perfección de Tarragona a Punta Umbría, haciendo simple y llanamente descarado rock’n’roll, sin más. Todo empieza a finales de los ochenta, tras el grupúsculo Ke, Juantxu y Uoho alistan a Fito y Maguila, mutando el nombre a Platero y tú (más que de un homenaje a J. R. Jiménez, se trataba de hacer coña sobre su iletrada cultura). Graban, en Iruña, una maqueta Burrock’n’roll (1990) y en Barcelona su primer disco Voy a acabar borracho (91), grabaciones con las que conseguirían llamar la atención de la multinacional Dro, que les publica Muy deficiente (92), primera pica en Flandes de una carrera en la que nadie les regalaría nada: tocar, tocar y tocar, sería el secreto para ir abriéndose hueco en el inefable boca-oreja de la peña. En este disco cuentan con la colaboración de Rosendo en “Sin solución”, pues Leño era su gran referente junto a foráneos como Credence Clearwater Revival, AC/DC y Status Quo, grupos que versionaban en verbenas y gaztetxes, raíces que marcaban la diferenciaba con toda la hornada del Rock Radical Vasco. En 1993 publican Vamos tirando, que incluye una versión de Hertzainak, preludio del que sería su disco más valorado Hay poco rock & roll (94), que cuenta con la colaboración de Robe y Evaristo en su popularísima canción “Juliette” y con el que llegarían a disco de oro. En respuesta a la acogida, el grupo responde con su mejor arma: girar. Dos años ininterrumpidos de bolos que culminan con la edición del doble en directo A pelo (96), grabado en la sala Antzokia de Bilbao y de nuevo disco de oro. Para colmo de bienes se embarcan en una multitudinaria gira conjunta con Extremoduro, que une los lazos de amistad y colaboración entre ambas bandas. Una entrañable época de gloria, éxito, sazonada con el trinomio típico: sexo, drogas y rock and roll. Como colofón final, los dos últimos discos 7 (97) y Correos (00), rubricarían su ya sólida aceptación general con sendos discos de oro. Sin embargo, entre dichos lanzamientos Fito graba su primer disco y Uoho se hermana con Robe, al tiempo ambos se embarcarían junto al extremeño en el proyecto poético Extrechinato y tú. El adiós estaba cantado. El último concierto de Platero y tú fue en Madrid en octubre de 2001, aunque antológica fue su despedida en Fiestas de Bilbao ese año ante 13.000 almas con unos teloneros que darían mucho que hablar, Marea. Mongol y Maguila formarían La Gripe, Uoho se definiría como el elemento que redondearía la biografía de Extremoduro y Fito, en fin, Fito ha hecho historia, su historia.

 

Fito visto por sus compañeros de gremio.

Cedemos el turno de palabra a algunos compañeros de profesión, artistas y grupos que comparten tablas, confidencias, canciones, o cuanto menos profesión, con Fito.

Fernando Madina (Reincidentes)

Ha llovido ya (y más en Bilbo, claro) desde que nos conociéramos los Platero y los Reincidentes y nos fuéramos en su coche a tomar un pote por ahí, no recuerdo el pueblo… Siempre que nos juntábamos era un placer y lo recordamos con mucho cariño. Bolos inolvidables, como alguno en Zaragoza, que muchas veces acababan en parranda descomunal… Más tarde Fito la emprendió sólo… ¡¡Y la lió parda!! Fue una gran alegría, por una persona y un músico al que nadie le ha regalado nada, con un talento innato pero también muy trabajador. Cuando ambas cosas se acompañan de buenas canciones y apoyo, es una fórmula demoledora para llegar donde Fito ha llegado: a lo más alto de nuestro panorama. Por méritos propios. Cuídate, camarada y que tengamos Fito para mucho tiempo… sigo tarareando «yo le doy mi querer al querer, y lo doy para toda la vida”.

Lichis

Le conocí en una entrega de premios en Madrid, estaba haciendo “Lo más lejos a tu lado”, yo andaba con Vestidos de Domingo, hubo muy buena química, muy buen rollo. El contacto siguió y me llamó para colaborar en su disco (voz en “La Casa por el Tejado”, n de a). La verdad es que soy mal amigo, en el sentido de los detalles, quiero mucho a la gente pero soy poco detallista a la hora de demostrarlo. Pasé unos años difíciles tras todo aquello, enclaustrado en el estudio, problemas personales, pero aún entonces manteníamos contacto, vía sms. Más tarde me llamó para telonearle en la gira “Antes de que cuente Diez”, y aquello fue una oportunidad buenísima, estaba en un punto de mi carrera muy bajo, vino al rescate, me dio algo que mucha gente de país hubiese dado… un brazo y dos piernas por conseguir, contó conmigo, estoy en deuda con Fito, quizá las circunstancias no me lo han permitido todavía, pero me gustaría, no sé si devolverle el favor, pero si agradecerle lo que hizo por mí, que ha sido mucho y muy bueno.

Kutxi Romero

Nos conocimos estando todavía en “Platero y Tu”, empezaba con lo suyo en solitario. Coincidíamos en el mismo circuito, Marea empezando y Fito empezando. Nos relacionábamos mucho y lo hemos hecho a lo largo de los años… fíjate que si tenemos buen rollo que la compañera con la que está actualmente la conoció en un concierto de los nuestros, de esas veces que tocábamos juntos. Suelo ir de talibán del rock, ya me conocéis: esto es rock, lo otro no, ja, ja, siempre me preguntan los periodistas: ¿Ariel Rot es para ti rock? ¿Y los M-Clan? Y en esa tesitura siempre sale Fito y, siempre respondo: lo de Fito va más allá, es un género en sí mismo, es un verbo. Como decía Evaristo en una entrevista: a mí, ¿Qué me importa si los Sex Pistols eran unos hijos de puta? A mí lo que me gustaba era la canción, no el muñeco. Fito es uno de los tíos más transparentes que he conocido en mi vida, un tipo que guarda esa relación entre lo que ves y lo que escuchas, es así. Todo lo que le pase bueno será poco, es un género en sí mismo, ya te lo digo.

Julián Hernández (Siniestro Total)

Supongo que es inevitable que todo el mundo hable del Fito cantante y fabricante de éxitos incuestionables en un mercado tan cutre como este. Me parece muy bien, pero tenemos la fea costumbre de olvidar -en este como en otros casos- al Fito guitarrista. Pues bien, Cabrales es uno de los grandes. Técnicamente impecable, se adapta a lo que compone y lo que canta con una facilidad de pasmo. ¿Qué a veces ha tirado por una idea como de Mark Knopfler? Pues muy bien, ¿y qué? Yo he visto a Fito desarrollar solos que nada tienen que envidiar a nadie. Estos de Bilbao, ya se sabe. Ah, y si la gente tuviera una noción clara del tamaño de las guitarras, sabría cuánto mide Fito comparándole con la Fender.

Texto: Kike Babas & Kike Turrón – Fotos acreditadas por Warner

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