Caídas, atropellos y personas mayores en peligro: Almatriche Bajo necesita aceras

El barrio de la capital grancanaria ha denunciado que se sienten abandonados por el Ayuntamiento y solicitan un plan de urbanismo que mejore la situación y finalice los problemas de su día a día que les impiden ir con seguridad por la calle

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Vecina de Almatriche Bajo con heridas tras caerse por la falta de aceras en el barrio y el mal estado del pavimento / CEDIDAS
Vecina de Almatriche Bajo con heridas tras caerse por la falta de aceras en el barrio y el mal estado del pavimento / CEDIDAS

En Las Palmas de Gran Canaria hay barrios de primera y de segunda; barrios cuidados y otros que, independientemente de quien haya liderado el ayuntamiento, se sienten abandonados desde años, desde siempre… Es el caso de Almatriche Bajo, un barrio que sus propios vecinos definen como un barrio olvidado, como “si nadie supiese que esto existe”. 

A pesar de estar solo a unos metros de 7 Palmas, una vez se toma la rotonda hacia Almatriche Bajo y se comienza a subir por la carretera general, el cambio asombra a cualquiera. Aunque por ambos lados se encuentran viviendas, negocios, supermercados, farmacias, etc., no cuentan con aceras, el piche se levanta con el paso de los coches, los camiones y las guaguas. Las vecinas, muchas de ellas personas mayores, no pueden hacer algo tan simple como ir a comprar porque se convierte en una misión de vida o muerte. 

Múltiples caídas

Juana hace poco acabó en el Hospital Doctor Negrín tras caerse al ir a tirar la basura. Sin aceras y  con el poco pavimento levantado y lleno de boquetes, se tropezó y cayó sobre la gravilla. “Gracias a que pasaba un repartidor en moto y se paró a ayudarme porque perdí el sentido”, ha contado a Atlántico Hoy. La ambulancia la llevó hasta el hospital y le pusieron ocho puntos. 

No es la primera vez que se cae, pero sí la más grave. Ante la situación, la vecina se lo toma con humor, sin más remedio: “El otro día me resbalé al lado de mi hijo, que tuvo que sujetarme. Ya le digo que lo que quiero es besar el suelo”. No obstante, ya sin risas, apunta que no hay por donde pasar sin miedo a caerse. 

Cecilia, Rufina y Juana, vecinas de Almatriche Bajo afectadas por la falta de aceras / ATLÁNTICO HOY- ARIADNA MARTÍNEZ
Cecilia, Rufina y Juana, vecinas de Almatriche Bajo afectadas por la falta de aceras / ATLÁNTICO HOY - ARIADNA MARTÍNEZ

"Tenga cuidado, vecina"

Reunida junto a Juana atendiendo a este medio, está Rufina en la puerta de su casa. Vive a pocos pasos del Spar, solo tiene que cruzar un paso de peatón; sin embargo, le da miedo caerse por el camino porque ya le ha pasado más de una vez, al igual que a su vecina. 

Cada vez que sale de su casa, los empleados del asadero de al lado, que ya la han ayudado otras veces a levantarse, siempre le dicen “tenga cuidado, vecina”. Muchas veces se siente incapaz de salir porque “nada está habilitado para la gente aquí, ni para las personas mayores ni para aquellas con movilidad reducida”. 

Como muchos otros habitantes del barrio o los negocios, Rufina construyó la acera delante de su propia casa ante la falta de implicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Lleva viviendo ahí “lo menos 50 años” y siente que “esta calle nunca ha sido vista por nadie”. Desde su ventana ha presenciado muchas caídas y atropellos. 

Almatriche Bajo sin aceras / ATLÁNTICO HOY- ARIADNA MARTÍNEZ
Almatriche Bajo sin aceras / ATLÁNTICO HOY - ARIADNA MARTÍNEZ

Con miedo a que la atropellen

Los coches, camiones y guaguas pasan por la carretera a toda velocidad sin percatarse de la presencia de Cecilia que, como casi todos los días, sale con su andador para ir a comprar al súper. Tiene que ir con mucho cuidado, los coches aparcados y los agujeros en el pavimento le impiden ir bien con su taca taca. “Ir por estas calles es como un laberinto”, ha descrito Cecilia. 

Muchas veces logra cruzar la carretera porque otras personas que pasan paran el tráfico. Ella sale a la calle igual. Se juega la vida, pero no le queda más remedio si quiere hacer sus cosas. En el barrio, los demás vecinos siempre están pendientes de ella porque temen que algún día, un coche la atropelle. 

Sin aceras, ni papeleras, ni iluminación

El camino desde el Spar hasta la farmacia del barrio es muy corto, unos cinco minutos como mucho. No obstante, como indicó Cecilia, puede llegar a convertirse en una gymkana. Las farmacéuticas son muy conscientes de esta situación. Los vecinos se lo cuentan todo y ellas mismas lo viven. “Si caminas por el barrio, te puede pasar algo”, apunta una de las técnicas. 

“No hay aceras, no hay papeleras, no hay suficiente iluminación por la noche, no hay señalizaciones, el poco arcén que hay no es transitable y tienen muchos agujeros de los que salen ratas y cucarachas”, enumera su compañera. “Es un barrio abandonado”, subrayó. 

Además, justo enfrente del establecimiento se encuentra un paso de peatón. Las farmaceúticas han presenciado múltiples atropellos en lo que llevan trabajando en el barrio. “Los coches van a mucha velocidad y nadie para”, indica una. Sus caras reflejan el cansancio de sentirse desatendidas, al igual que el resto de la vecindad. 

Plataforma vecinal

Debido al panorama que viven en Almatriche Bajo, hace tres años decidieron, a través de la asociación de vecinos, crear una plataforma vecinal en las redes sociales con la intención de ejercer más presión en el Ayuntamiento de la capital y visibilizar los problemas. 

Fernando, uno de los responsables de la misma, ha señalado que han conseguido cosas poco a poco, como que señalicen la carretera general, pero siguen en circunstancias graves por la falta de andén y el deterioro del existente. “La gente tiene que caminar por donde puede. Es un peligro y no vemos solución”, denuncia. 

Basura acumulada en Almatriche Bajo / ATLÁNTICO HOY- ARIADNA MARTÍNEZ
Basura acumulada en Almatriche Bajo / ATLÁNTICO HOY - ARIADNA MARTÍNEZ

Falta de limpieza

Los habitantes del barrio no son los únicos que han experimentado el peligro de la falta de aceras. “Cuando vienen los barrenderos, nos dicen que tienen mucho miedo de limpiar por si les atropellan y como los coches están aparcados en los arcenes, no pueden limpiar debajo de ellos”, explica Fernando. 

Esto ha llevado a que los servicios de limpieza no puedan hacer bien su labor en Almatriche Bajo, por lo que a pesar de pagar sus impuestos, “uno paga y no recibe nada”, como puntualizó Rufina, quien no ha visto mejora e, incluso, se ve obligada a barrer el fragmento de calle de su vivienda ante la falta de limpieza. Acción a la que también se ven obligadas las farmaceúticas y otros vecinos de la zona. 

El papel de los alcaldes

“Le estamos pidiendo explicaciones a los gobiernos actuales pero ha sido así con todos los anteriores”, critica el responsable de la plataforma vecinal. El anterior alcalde, Augusto Hidalgo, “no hizo absolutamente nada en ocho años de gobierno y ahora estamos esperando que Carolina Darias, que acaba de cumplir 100 días como alcaldesa y no ha venido ni aquí, nos preste atención”. 

Se sienten como un barrio periférico abandonado, pero “no somos extrarradio”. Piden un plan de urbanismo, similar a las acciones llevadas en Los Tarahales, porque consideran que “soluciones hay, pero las tiene que buscar el ayuntamiento, que para eso están ahí y la ciudadanía paga los impuestos”, 

Antes de morirse

En su lucha por defender las condiciones de su barrio, desde la plataforma han logrado ponerse en contacto con Mauricio Roque, concejal del Área de Planificación, Desarrollo Urbano y Vivienda, Limpieza, Vías y Obras y Alumbrado. Sin embargo, su respuesta fue que siguieran los pasos burocráticos, pasando primero por el personal del Distrito. 

Esta contestación les ha hecho pensar que “van a jugar con nosotros porque muchas administraciones son un florero”. Lo que solicitan es que “el concejal de urbanismo venga a verlo, pero sentimos que nos ha dicho que nos busquemos la vida”. Aún así, no se rinden. 

Cecilia cumple a finales de noviembre 89 años. Lleva viviendo en Almatriche Bajo toda su vida. Solo espera poder ver su barrio con aceras antes de morirse. Los vecinos se han unido a luchar por unas mejores condiciones por la ilusión de que ella vea todo urbanizado, como siempre ha deseado.