Y que las cajas de guerra / apriesa toquen el arma

Y, ya metidos en faena, que el corneta toque a degüello.

 No pasa ningún día sin que, en la lectura de los medios digitales con los cuales cubro mi ignorancia con un leve tapiz de actualidad nacional e internacional, algún titular me sobresalte con la, casi inminente, necesidad de que nos armemos. No nosotros los ciudadanos de a pie, más bien se trata de un llamamiento a que los países de la vieja Europa inviertan más, más bien pronto que tarde, en armas, supongo que ofensivas y defensivas, en dotarnos de tanques, aviones, misiles, cohetes, drones y toda suerte de artefactos letales con los que hacer frente, con ardor guerrero supongo, a la posible agresión por parte de Putin.

un dron pequeño que emplea Rusia contra Ucrania salen por alrededor de 20.000 euros la unidad

 El problema de ese rearme es que las cosas de matar cuestan un dineral, un dron de los más pequeños y baratos, por ejemplo, los iraníes que emplea Rusia contra Ucrania salen por alrededor de 20.000 euros la unidad. Y si hablamos de misiles Patriot casi 4,5 millones de euros, sin IVA, precios según Google. Ya lo dijo Napoleón o creo recordar haber leído que lo dijo, que “Para ganar la guerra se necesitan tres cosas: Oro, oro y oro”.

 Y mucho me temo que ese rearme al que nos llaman desde la Europa del Oeste lo vamos a pagar nosotros, tú, yo, éste y aquel. Todos los que cobramos una pensión o estamos en la lista de espera de espera en algún hospital andaluz. Los que llevan a sus hijos a colegios públicos, también. Y supongo que las posibles subvenciones para la restauración de iglesia sufrirán mermas y demoras. Aún más, sí. De la guerra sólo salen ganadores los fabricantes de armas, los traficantes de armas, los vendedores de armas, (no es lo mismo) y los “señores de la guerra” en algunos sitios y, por supuesto las compañías de contratistas como el famoso, ya no tanto, “Grupo Wagner”.

el presidente de Ucrania, muy amigo de otro señor, Netanyahu, al que desprecio absolutamente

 Lo que creo que pasa, es que algunos en Europa añoran a ese simpático borrachín, dócil y obediente que fue Boris Yeltsin y sueñan con “una luz cegadora, un disparo de nieve o que ojalá pase algo que borre de pronto “a Putin. Y oiga, no seré yo quien defienda a un tipo al que no le tengo ninguna simpatía. Pero tampoco me pidan que me congratule de que con dinero público de mi país se apoye a un señor como el presidente de Ucrania, muy amigo de otro señor, Netanyahu, al que desprecio absolutamente. No a él, personalmente pero sí a lo que representan él y su partido: Una ideología supremacista judía que aspira a “Un Gran Israel gobernado por la ley Mosaica”, si he de creer a mi maestro Yuval Noah Arari al que supongo ampliamente informado sobre el personaje. Lo que vendría a ser la otra cara del integrismo islámico de, por ejemplo, Hamas.

 Añoramos a Yeltsin y estamos en la tarea, están, en la tarea de hacer todo lo posible por liberar a Rusia de la tiranía del Zar Rojo, que también tiene como ideología confesada la Gran Rusia y el retorno al esplendor zarista, también según mi maestro Harari.

cuando al sangriento Marte llaman, lo mejor que podemos hacer es buscar el refugio

 Tampoco es que por aquí estemos exentos de iluminados que añoran el pasado esplendor del Imperio Español, ni de candidatos y votantes escorados a la extrema derecha o al populismo más reaccionario.

 En fin, que cuando al sangriento Marte llaman, lo mejor que podemos hacer los que no estamos en edad de coger nuestro fusil es buscar el refugio seguro de una iglesia sólida y bien construida. Y, en junio votar al parlamento europeo a partidos que no sean excesivamente partidarios del rearme a toda costa. Eso sería de gran ayuda.

Nota: En esta mirada se han citado versos del “Romance de la pérdida de Alhama” y de las canciones de Silvio Rodríguez “Ojalá” y “El Mayor”.