Portularia
ISSN: 1578-0236
portularia@uhu.es
Universidad de Huelva
España
Roldán-García, Elena; Leyra-Fatou, Begoña; Contreras-Martínez, Leticia
Segregación laboral y techo de cristal en trabajo social: análisis del caso español
Portularia, vol. XII, núm. 2, 2012, pp. 43-56
Universidad de Huelva
Huelva, España
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=161024690004
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BiBlid [1578-0236 (2012) Xii-2, 43-56]
segregación laboral y techo De cristal en
trabajo social: análisis Del caso español
occupational segregation anD glass ceiling in
social WorK: the spanish case
elena roldán-garcía1, Begoña leyra-fatou1, leticia contreras-Martínez2
universidad coMplutense de Madrid. españa1
asociación para la lucHa contra las enferMedades del riñón. cuenca. españa2
Resumen
AbstRAct
pALAbRAs cLAves
keyWoRDs
este trabajo parte de la hipótesis de la existencia en
trabajo social de una segregación laboral significativa y de la presencia del denominado “techo de
cristal”. Los principales objetivos que guían la investigación giran en torno al estudio de las estructuras
jerárquicas sobre las que se erige el desequilibrio de
la representación femenina y masculina en el ámbito académico y profesional. La metodología utilizada ha sido la realización de un estudio empírico
ad hoc sobre la feminización de la colegiación y la
composición de las juntas directivas de los colegios
profesionales, así como la estructura de los órganos
de gobierno de las áreas de trabajo social de las universidades. Asimismo, fuentes secundarios han permitido completar datos al respecto. Los resultados
esclarecen la diferente representación de varones
y mujeres en las estructuras del trabajo social y su
cuantificación da cuenta de la sobrerrepresentación
masculina y de la presencia de una segregación jerárquica. en las conclusiones se destaca la presencia
del fenómeno de la segregación vertical y horizontal
en el trabajo social y la persistencia del “techo de
cristal” al igual que ocurre en otros espacios profesionales y académicos.
segregación laboral; trabajo social; Género; techo
de cristal; estatus académico y profesional.
recibido: 2012.03.30.
revisado: 2012.04.12.
this paper begins with the hypothesis of a significant occupational segregation and the presence of
so-called “glass ceiling” in the social Work profession. the main objectives guiding the research include the study of hierarchical structures supporting
the imbalance between male and female presence
in academic and professional areas. the methodology used consisted of an ad hoc empirical study
on the feminization of professional association and
the composition of its boards and the structure of
universities governing bodies of the social work
areas. secondary sources have also allowed complete available data. the results clarify the different
representation of men and women in the organizational structures of social work and its quantification
accounts for a men overrepresentation and the presence of a hierarchical segregation. the conclusions
highlight the presence of vertical and horizontal segregation in social work and the persistence of the
“glass ceiling” as happens in other professional and
academic spaces.
Labor segregation; social Work; Gender; Glass ceiling; Academic and professional status.
aceptado: 2012.06.07.
publicado: 2012.12.01.
correspondiencia: elena roldán garcía. Facultad de trabajo social. Departamento de trabajo social y servicios sociales. universidad complutense de madrid. Despacho 2106. campus de somosaguas. 28223 pozuelo de alarcón.
madrid. teléfono: (00-34) 913942817. correo electrónico: eroldan@trs.ucm.es
PORTULARIA VOL. XII, Nº 2, [43-56] ISSN 1578-0236
DOI:10.5218/PRTS.2012.0043
ElEna Roldán-GaRcía • BEGoña lEyRa-Fatou • lEticia contRERas-MaRtínEz
introducción
La importancia de la segregación laboral y del
denominado “techo de cristal”, como elementos de
análisis de las discriminaciones desde la perspectiva
de género constituyen elementos clave del presente
artículo. Los límites de las mujeres para formar parte de las élites profesionales en pie de igualdad con
los varones plantean el fenómeno de la segregación
laboral de género. Asimismo el “techo de cristal”,
definido como un entramado de obstáculos invisibles, impide que las mujeres cualificadas alcancen
posiciones de poder dentro de las organizaciones. La
literatura científica señala la interrelación de ambos
conceptos y la repercusión de estos fenómenos en el
ámbito político, económico y profesional. Se parte
de la hipótesis de que en una profesión feminizada
como es el caso del Trabajo Social se produce una
repercusión muy significativa de ambos aspectos. Se
consideran elementos clave de análisis, la composición de las estructuras corporativas, cuya expresión
en España son los colegios profesionales, y el ámbito
académico de referencia profesional, núcleo de poder
fundamental para el afianzamiento y el prestigio profesional. Por ello los objetivos de esta investigación
persiguen, por una parte, visibilizar las estructuras
jerárquicas sobre las que se erige el desequilibrio de
la representación por género en el ámbito académico
y profesional, por otra, cuantificar el fenómeno de la
sobrerrepresentación masculina en la estructuras de
poder de una profesión formada fundamentalmente
por mujeres y analizar la repercusión del “techo de
cristal” en el trabajo social en la actualidad.
caMBios de estatus acadéMico y profesional y feMinización persistente
Las profesiones relacionadas directamente con
el cuidado, como es el caso del trabajo social, las
desarrollan esencialmente mujeres, como ha sido
ampliamente documentado por diversas autoras
(Báñez, 2005; Fombuena, 2006; Lorente, 2006; Morales, 2010; Roldán y García, 2010), quienes señalan
los elementos que configuran este binomio cuidado-mujer, en relación a cómo las mujeres han ido
asumiendo las tareas maternales de cuidado en el
ámbito de la familia patriarcal. Este “entrenamiento” ha llevado a una proyección del rol materno a
otras situaciones, las que dan respuestas a necesidades personales y, por lo tanto, su transmisión a
profesiones como trabajo social.
En el caso español, la enseñanza de esta disciplina se impregnó de las ideas del nacionalcatoli44
cismo y, tanto el desarrollo de la práctica profesional
como la docencia se iniciaron en el ámbito privado
y religioso.
En cuanto al itinerario docente y profesional,
el reconocimiento oficial de los estudios de trabajo
social en España ha sido lento: se produjo en 1964
y en 1967 se creó la Escuela Oficial de Asistentes
Sociales. Se abría entonces una etapa dinámica, con
la obligación de adaptar las enseñanzas a las nuevas
condiciones a pesar de las limitaciones en el camino
hacia la profesionalización del cuidado. En este periodo se inicia la desvinculación del nacionalcatolicismo y se produce una incipiente emancipación
profesional de la mujer (Lorente, 2002).
En 1981 tiene lugar la incorporación de los estudios de Asistencia Social a la Universidad y la creación de las Escuelas Universitarias de Trabajo Social y en 1990 el área de conocimiento de Trabajo
Social y Servicios Sociales. Con el Espacio Europeo
de Educación Superior (EEES), las enseñanzas de
trabajo social han establecido los niveles de Grado,
Postgrado y Doctorado. El Grado en trabajo social
establece la igualdad, al menos desde una perspectiva formal, con las demás disciplinas y profesiones
con las que se interrelaciona: psicología, sociología,
ciencia política, etc. La creación de facultades de
trabajo social, aunque no se ha generalizado, constituye otro elemento de modificación de estatus.
En paralelo se han ido produciendo cambios sustantivos del reconocimiento profesional. La diplomatura repercutió en una mayor oferta de empleo
público y también en el ámbito del sector privado.
Se espera que la incorporación del Grado tenga una
repercusión importante, aunque no se pueda valorar
hasta que se supere la crisis.
El cambio político democrático de 1978 fue un
elemento clave para el desarrollo del estatus profesional. Laa implantación del sistema de Servicios Sociales en el marco de un incipiente Estado de bienestar implicó la apertura a un mayor desarrollo del
trabajo social: el ámbito público. En este sentido,
García (2009) apunta que el ejercicio de la profesión
en los Servicios Sociales ha conllevado un mayor reconocimiento social y, por lo tanto, mayor poder. La
gran incorporación de profesionales al sector público se reflejó en el Libro blanco sobre los estudios de
Trabajo Social (Vázquez, 2005) donde se mencionaba que el 60% de profesionales trabajaba en las administraciones públicas, el 32% en el Tercer Sector y
el l,4% en la empresa privada. Datos actuales revelan
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sEGREGación laBoRal y tEcho dE cRistal En tRaBajo social: análisis dEl caso Español
variaciones (Torices, 2012): el 55,4% de profesionales trabaja en el sector público, el 31,5% en el Tercer
Sector y en la empresa privada se ha alcanzado el
13%.
En síntesis, se puede observar la trayectoria ascendente del estatus de trabajo social, pero con una constante, su feminización, como se verá posteriormente.
Materiales y Métodos
Los
os aspectos conceptuales referidos a segregación laboral de género, élites profesionales y
“techo de cristal” constituyen el núcleo teórico de
este artículo, por lo que se ha realizado una revisión
de la literatura científica sobre el tema. Algunos de
los estudios empíricos actuales relevantes analizados permiten ejemplificar las nociones de partida:
Las mujeres y la universidad española: Estructuras de
dominación y posición de las mujeres en el profesorado
universitario de Arranz (2004). Las científicas sociales en España: una investigación acción. 2005-2007 de
García de León (2010). Libro Blanco sobre la situación de las Mujeres en la Ciencia Española de Sánchez de Madariaga, de la Rica y Dolado (2011) en el
marco de La Visión Estratégica del Espacio Europeo de
Investigación adoptada en 2010.
Los ejes de análisis clave se centran en datos
sobre los colegios profesionales y el marco académico de referencia profesional, que constituyen el
núcleo de poder fundamental para el afianzamiento y el prestigio profesional. Para el primer aspecto
reseñado se ha llevado a cabo un estudio empírico
ad hoc sobre la feminización de la colegiación y la
composición de las juntas directivas de los colegios
profesionales. Durante los meses de enero y febrero
de 2012 se llevó a cabo un estudio a través de los
colegios profesionales de España para obtener información de las variables claves: número de altas,
composición de las juntas directivas y tipo de cargo
ostentado, desagregados por sexo. Los treinta y siete
colegios profesionales aportaron los datos solicitados preservando la correspondiente protección de
los mismos. En el ámbito académico, el estudio de
la composición de los órganos de gobierno de las
áreas de trabajo social de treinta y dos universidades
se ha obtenido a través de la información que facilitan sus respectivas páginas web (marzo 2012).
Estadísticas específicas sobre las enseñanzas universitarias proporcionan información sobre las variables: matriculación de alumnado y categoría docente
desagregados por sexo: Estadísticas de la Enseñanza
Universitaria del Instituto Nacional de Estadística (INE,
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2012) y Estadísticas del Instituto de la Mujer sobre Educación (2012) para los cursos 1999-2010.
género y segregación del Mercado laBoral
Es interesante detenerse en el concepto de segregación horizontal, que hace referencia a la sobrerrepresentación de mujeres en determinados sectores
económicos y categorías profesionales (Cebrián y
Moreno, 2008; De la Rica, Dolado y Vegas, 2010; CES,
2012). La concentración de mano de obra femenina
se justifica convencionalmente: existen trabajos que
se definen como masculinos y otros femeninos por
las tareas propias de uno u otro género, considerándose que hay trabajos remunerados “femeninos”, cuyo
ejercicio es adecuado para las mujeres, mientras que
otros son impropios de ellas (Gómez, 2001: 123). Las
causas de este tipo de segregación hay que buscarlas
en la persistencia de una serie de prejuicios sobre la
capacidad, no solo de las mujeres sino también de
los varones, para realizar determinadas actividades;
prejuicios que se traducen en una escasa presencia
de mujeres en determinados sectores considerados
masculinos y viceversa. Por su parte, la segregación
vertical responde a la infrarrepresentación de las
mujeres en los niveles más altos de las escalas profesionales, establecidas en función de retribución,
prestigio, estabilidad profesional, responsabilidad,
etc. Un informe de la Comisión Europea (2009) utiliza la expresión segregación jerárquica, como tipo
específico de segregación vertical que aparta a las
mujeres de las posiciones más elevadas, en términos
de responsabilidad y autoridad, dentro de una determinada ocupación.
En la revisión de la literatura, las causas y la persistencia de la segregación ocupacional entre sexos
han sido analizadas por diferentes corrientes económicas y de otras disciplinas, sin que exista un
consenso total entre los especialistas. Sin embargo,
Anker (1997) y García, Anker y Pinnelli (2003) establecen que las teorías que explican la segregación
ocupacional entre sexos se pueden clasificar en tres
grandes grupos: la corriente neoclásica del capital
humano, las teorías de la segmentación de los mercados de trabajo y las teorías “sociosexuales” o feministas. La primera considera que las diferencias de
ingresos en el mercado de trabajo dependen de los
niveles de capital humano, por lo que la segregación
laboral de género se explica en gran parte por un
menor capital humano femenino y su dedicación a
actividades que requieren una menor inversión en
el mismo, asociadas a su función en el seno de la
familia. Se explica así la concentración de empleos
45
ElEna Roldán-GaRcía • BEGoña lEyRa-Fatou • lEticia contRERas-MaRtínEz
femeninos en determinadas actividades y el consiguiente exceso de oferta de mano de obra que origina bajos salarios. La teoría de la parcelación del mercado de trabajo plantea que los mercados laborales
están compartimentados, de modo que el segmento
con empleos mejor pagados requiere una mayor experiencia y estabilidad; pero pocas mujeres tienen cabida en ese sector, por lo que se aglutinan en áreas de
menores exigencias y de empleos peor remunerados.
Los varones, en cambio, se benefician de una competencia menor dentro de una gama de ocupaciones
más extensa, por lo que suelen disfrutar de salarios
superiores. Por su parte, las teorías “sociosexuales”
o feministas apuntan a las desventajas socioeconómicas y culturales de las mujeres para explicar la segregación ocupacional por sexos. Desde este punto
de vista, señalan que las denominadas ocupaciones
“femeninas” plasman en el mercado de trabajo los
estereotipos establecidos en la sociedad sobre las
mujeres y sus presuntas aptitudes.
Diversas investigaciones tratan de un elemento
clave como es la relación entre segregación ocupacional y diferencias salariales entre varones y mujeres (Hakim, 1992; Anker, 1997; Goldin, 2002;
Bettio, 2008). El análisis de la repercusión de la denominada brecha salarial se realiza a través de un
indicador: el promedio de las retribuciones brutas
por hora de las mujeres como porcentaje del promedio de las retribuciones brutas por hora de los
varones. Dicho indicador en la Unión Europea se
lleva a cabo a partir de varias fuentes de datos (el
Panel de Hogares de la Comunidad Europea- ECHP,
la Encuesta Comunitaria sobre Ingresos y Condiciones de Vida, EU— SILC, la Encuesta de Estructural Salarial- SES y otras estadísticas nacionales).
En España la fuente de referencia es la Encuesta de
Estructura Salarial (Sallé y Molpeceres, 2010). Pero
la falta de datos lleva a que se manejen valores diversos para cuantificar la desigualdad salarial a escala
mundial. Informes recientes establecen que la brecha salarial en el mundo se encuentra como media
en torno al 15,6% (Chubb, Melis, Potter y Storry,
2008) con valores que oscilarían entre el 30% y el
10% según los países. En la Unión Europea la media
es del 17,1% y en España de un 16,7% (UGT, 2012).
No se cuenta con estudios específicos de trabajo social sobre las diferencias salariales en España y en
Europa, así, el enfoque de género sigue siendo una
asignatura pendiente (Guzmán, 2000). Sin embargo
la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales de
Estados Unidos ha realizado estudios sobre salarios
de trabajadores sociales que aportan datos sobre la
46
existencia de diferencia salarial entre varones y mujeres. Whitaker, Weismiller y Clark (2006) señalan
que las trabajadoras sociales perciben un salario
14% menor que sus compañeros (en la escala de
salarios inferiores) y que de los grupos de trabajadores sociales con salarios más bajos, el 89% son
mujeres, en contraste con el 57% de mujeres dentro
del sector con mayores ingresos. El informe de 2007
(NASW, 2007) señala que el 11% de asalariados con
ingresos más bajos son varones, en comparación con
el 43% de varones entre los asalariados con mayores
ingresos. El estudio de 2011 (NASW, 2011) analiza
diversas áreas de empleo del trabajo social con una
división por grupos salariales y el resultado global es
que en todas ellas, en el grupo de menores ingresos,
el 10% de mujeres percibe salarios inferiores a los de
los hombres, mientras que en el grupo de ingresos
más altos, el 90% de las mujeres perciben menores
ingresos que los varones.
La persistencia de la segregación laboral vertical,
jerárquica y de la brecha salarial dan cuenta de las
dificultades de promoción profesional femenina a la
que se enfrentan las mujeres y nos remite a un concepto más amplio el “techo de cristal” que se desarrolla en el próximo epígrafe.
la
perspectiva de género en el análisis de la Jerar-
quía y las élites profesionales: el “tecHo de cristal”
Diversos autores se refieren al “techo de cristal”
(Davidson y Cooper, 1992; Powell, 1999; Barberá
et al, 2004; Tomás y Guillamón, 2009) como una
pared invisible, pero prácticamente infranqueable,
construida de elementos tales como: creencias y estereotipos, procedimientos, estructuras, relaciones
de poder, etc., que obstaculizan el acceso de las mujeres a los puestos de decisión y el desarrollo de sus
potencialidades; es transparente, solo se choca con
él cuando se trata de atravesarlo, pero al ser de cristal
se puede romper. Desde un punto de vista simbólico,
esta definición implica dificultad, pero no imposibilidad. La literatura sobre el “techo de cristal” (García
de León y García de Cortázar, 1996; Maddock, 1999;
Estebaranz, 2004; Díez, Terrón y Anguita, 2006), ha
descrito diferentes tipos de barreras que impiden a
las mujeres llegar a puestos de responsabilidad; pero
los principales factores que mantienen el techo de
cristal son los relativos a aspectos externos e interactivos como: la cultura organizacional de las instituciones y la segregación ocupacional, la cooptación,
la conciliación de la vida personal, familiar y profesional, y la perpetuación de los valores típicamente
masculinos en los cargos de poder, así como los relaPORTULARIA VOL. XII, Nº 2, [43-56] ISSN 1578-0236
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cionados con las creencias sobre liderazgo y género,
que parten de la falta de interés de las mujeres por
ejercer poder, de ambición o de cualidades para dirigir. En cuanto a las barreras internas, se encuentran
las propias conductas y actitudes femeninas que dificultan el acceso a cargos de responsabilidad y al
ejercicio del liderazgo y que derivan de los valores
que se transmiten en los procesos de socialización,
diferentes para niñas y niños, que introyectan y perpetúan las propias mujeres con sus miedos a asumir
el poder y con sus apoyos a la masculinización de
las jerarquías (Tomás y Guillamón, 2009).
La perspectiva de género ha puesto de relieve que
ni el incremento del nivel formativo de las mujeres ni
su participación en el mercado del trabajo han tenido como consecuencia su mayor presencia en las élites profesionales -puestos de poder, responsabilidad
y capacidad de decisión- debido a la persistencia de
la segregación laboral. Así se pone de manifiesto las
dificultades de las mujeres para lograr posiciones de
poder y responsabilidad en una cultura organizacional dominada por valores androcéntricos excluyentes de lo femenino (Alimo-Metcalfe, 1993; Simpson,
2000). La asignación diferencial de roles de género se
traslada a la organización a través de la segregación
laboral: las mujeres ocupan puestos de mando intermedio, relacionados con su rol tradicional en sectores
y departamentos feminizados (servicios y administración), menos valorados por el empresariado que
los masculinos (producción); dirigen equipos pequeños, formados por otras mujeres; y sufren discriminación salarial, tal y como ya se citó anteriormente
(Sarrió, Barberá, Ramos y Candela, 2002). García de
León (2008: 59) establece unos referentes sobre los
arquetipos masculinos y femeninos del poder que
sintetiza en: “taylorismo” o “workalcoholismo”, es
decir, adicción al trabajo de los hombres de forma
monolítica u homogénea, frente al “mestizaje, dualidad, fragmentación vital femeninas”; “especialización
masculina” con profesionalización a ultranza, frente
a “diversidad femenina”, que implica ser profesional,
pero también muchas cosas más; “rigidez masculina”
apoyada por un rotundo súper-ego masculino, frente
al “posibilismo femenino”, con la necesidad de diversidad y flexibilidad que, por definición, necesita la
vida. Asimismo, compatibilizar el espacio doméstico
y el laboral es otro factor que pesa en la dificultad
de representación femenina en puestos de responsabilidad (Greenhaus y Parasuraman, 1999; De Villota,
2008; Comisión Europea, 2008; Campillo, 2010).
Como ya se ha apuntado se han tomado tres estudios que se enmarcan en nuestro objeto de análisis.
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El trabajo de Arranz (2004) demuestra que la presencia de la mujer en la academia se encuentra muy
localizada en determinadas áreas del conocimiento y
categorías profesionales, apunta que la presencia femenina entre el profesorado universitario adquiere
una estructura piramidal, reduciéndose la misma a
medida que se eleva la categoría profesional. El Libro
Blanco sobre la situación de las Mujeres en la Ciencia
Española (2011) aporta datos similares a los mencionados. La iniciativa de la realización de este estudio
es consecuencia de “La Visión Estratégica del Espacio Europeo de Investigación adoptada en 2010”,
que señala como objetivo para el año 2030 que la
mitad del personal científico esté integrado por mujeres. Se trata de conseguir la ruptura del techo de
cristal. Datos de interés del mencionado Libro Blanco indican que la segregación horizontal se produce
en algunas áreas de conocimiento muy feminizadas,
especialmente en las relacionadas con las ciencias
de la vida; mientras que otras están muy masculinizadas, las ingenierías y ciencias experimentales. Resalta también que la segregación vertical se produce en todos los campos, independientemente de su
grado de feminización: muy pocas mujeres ocupan
los puestos elevados en las universidades, incluso en
campos en los que son tradicionalmente mayoría o
lo son desde hace algunas décadas. Plantea que la
presencia de mujeres en los escalones más altos de la
ciencia y en la universidad no es proporcional al número de mujeres cualificadas, que tienen la edad, los
méritos y la motivación para acceder a esos puestos.
El número de mujeres en puestos de liderazgo, además, se ha estancado o avanza lentamente. García
de León (2010) indica que la distribución media de
mujeres en el conjunto del profesorado de la Universidad española es el 33,5%, pero a medida que se
asciende en la jerarquía ocupacional el porcentaje
se reduce en casi 20 puntos porcentuales cuando se
llega al nivel de cátedra universitaria. Se concluye
en dicho trabajo con que la distribución vertical
del profesorado es asimétrica, ya que la presencia
de profesoras entre las escalas de rango superior es
notablemente inferior a la de los varones en la misma categoría, por lo que el “techo de cristal” sigue
ejerciendo su efecto y mantiene a las docentes lejos
de los puestos de mayor prestigio, poder y responsabilidad en la Universidad española.
resultados y discusión
En el ámbito de la sociología de las profesiones,
la revisión de la literatura y de diversas investiga47
ElEna Roldán-GaRcía • BEGoña lEyRa-Fatou • lEticia contRERas-MaRtínEz
ciones pone de manifiesto la estrecha relación entre
profesiones y poder (Johnson, 1972; Wilding, 1982;
Dinwall y Lewis, 1983; Guillén, 1990). Poder que se
ejerce, por la vía corporativa, con la conformación de
élites de profesionales que se asocian para defender
sus intereses y afianzar su prestigio en el quehacer
profesional; y por la vía docente con la responsabilidad de la construcción de los itinerarios formativos
que asume el grupo académico, autoridad clave en la
producción del conocimiento profesional. De ahí la
necesidad del estudio de las estructuras corporativas
de trabajo social y el análisis del marco universitario
de referencia profesional. Ambos enclaves se consideran piezas fundamentales en la construcción de
las élites profesionales.
Establecer la relación feminización-masculinización de las élites de trabajo social en relación con la
segregación laboral y el “techo de cristal” conlleva
partir del conocimiento de la representación femenina de las bases académicas y profesionales, para
realizar un estudio comparativo, relativo al mantenimiento o no de ese nivel de representación en sus
respectivos órganos de poder.
feMinización de las Bases del traBaJo social
Es necesario conocer los cambios en la incorporación de varones a los estudios de trabajo social y
la representación de mujeres y varones en el ámbito de la colegiación profesional, que constituyen las
bases del trabajo social sobre las que se erigen las
estructuras académicas y profesionales. Las fuentes
utilizadas son las Estadísticas de la Enseñanza Universitaria del Instituto Nacional de Estadística (INE,
2012) y las Estadísticas del Instituto de la Mujer sobre
Educación (2012), así como otras procedentes de estudios sobre el perfil del alumnado de trabajo social.
En lo que se refiere a la representación femenina en
los colegios profesionales, las propias corporaciones
han facilitado la información, a través del estudio ad
hoc indicado.
Hablar de feminización implica referirse a la sobrerrepresentación de las mujeres en relación a los
varones en los ámbitos de estudio indicados. Diversos trabajos constatan la feminización del alumnado, aunque se observan variaciones de interés: en el
curso 1969-1970 el porcentaje de varones matriculados representaba el 4% frente al 96% de mujeres
(Vázquez, 1970); en 1973-74 asciende al 6% y el
porcentaje de mujeres desciende ligeramente (Fundación Universidad Empresa, 1983); en los cursos
comprendidos entre 1974 y 1980 se alcanza el 9%;
y el salto más significativo se produce en el curso
1981-82 cuando los varones representan el 14%
de matriculados frente al 86% de mujeres (Molina,
1994), coincidiendo esa fecha con la incorporación
a la Universidad de los estudios de Asistencia Social.
Entre los años 1994 y 2004 se mantiene una presencia de varones del 14% - 15% (Azpeitia, 2003; INE,
2012). A partir del año 2005 los varones suponen
más del 17% y en el curso 2009-2010 el 20% (Gráfico 1). A pesar de la incorporación de varones, estos
datos confirman la persistencia de la feminización
de los estudios de trabajo social.
Gráfico nº 1: Alumnado matriculado en Trabajo Social. Porcentaje de Mujeres y Varones. Cursos
1999/2000 - 2009/2010
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE e Instituto de la Mujer 2012
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Con respecto a las corporaciones profesionales
existen en 2012 treinta y siete colegios profesionales con 31.513 personas colegiadas, 28.781 mujeres
y 2.732 varones, lo que en términos porcentuales
supone el 91,3% frente al 8,7%. Por provincias la
mayor representación se halla en Cantabria con un
19% de varones y la menor en Castellón con un
2,3% de varones (Gráfico 2). No se dispone, como
en el caso del alumnado, de estudios previos sobre la
representación de varones en la colegiación que permitan obtener una perspectiva diacrónica, pero es
clara la existencia de una menor representación de
los varones en la colegiación que en la matriculación
universitaria, cuya explicación debería ser objeto de
análisis específicos.
Gráfico nº 2: Porcentaje de mujeres y varones en los Colegios de Trabajo Social. 2012
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos facilitados por los 37 Colegios Profesionales de Trabajo Social
Los resultados obtenidos tras el análisis de los
datos ponen de manifiesto la clara feminización de
las bases del trabajo social.
estructuras de poder y segregación Jerárquica en el
áMBito acadéMico
Dos cuestiones permiten conocer y visibilizar la
realidad de la segregación laboral y las estructuras
jerárquicas: la categoría docente y la composición
de los órganos de gobierno académicos y la repre-
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sentación femenina y masculina en las mismas. En
este estudio se han tenido en cuenta los órganos de
gobierno académicos referidos estrictamente a órganos unipersonales de las escuelas y facultades de
trabajo social formados por decanas/os y directoras/
es, así como a los equipos de gobierno formados por
vicedecanas/os y subdirectoras/es en su caso.
Existe evidencia empírica internacional que demuestra la existencia de sesgos de género en la evaluación del mérito, la capacidad y el desempeño profesional (Weneras y Wold, 1997; Ceci y Williams,
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2007; Zinovyeva y Bagues, 2010). Los resultados
obtenidos en el ya citado Libro Blanco (Sánchez de
Madariaga, De la Rica y Dolado, 2011) confirman
para España lo que otras investigaciones realizadas
en distintos países ya han mostrado y se apunta:
La evidencia (...) permite concluir que, en cuanto
a las habilitaciones a cátedra y a titularidad, al
comparar hombres y mujeres con características
similares (en términos de edad, área de especialización y publicaciones académicas), un evalua-
dor varón adicional en el comité correspondiente
disminuye la probabilidad de promoción a cátedra de una mujer frente a un candidato varón en
un 14%. Este efecto negativo es bastante mayor
en aquellas áreas de conocimiento de tamaño más
reducido, donde probablemente opera con mayor
intensidad el efecto de “red sexista” (boys´club).
En las habilitaciones a titularidad, el efecto de la
composición de género de los miembros de los comités es justamente el contrario, aunque de magnitud bastante más pequeña (5%). (p. 125)
Gráfico nº 3: Porcentaje de mujeres y varones por categoría docente en la Universidad española.
Curso 2009 - 2010
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE e Instituto de la Mujer 2012
Los datos de distribución de varones y mujeres
por categoría docente en la Universidad española
(INE, 2012) (Gráfico 3) dan cuenta en gran medida
de lo indicado. El 83% de las cátedras están ocupadas por varones, mientras en las categorías inferiores, ayudantes y ayudantes doctores, la distribución
es casi paritaria. La evidencia de la segregación vertical ocupacional es clara, cuando se constata que el
profesorado en conjunto está formado por el 38% de
mujeres y el 62% de varones.
El análisis de los datos referidos al área de conocimiento de Trabajo Social y Servicios Sociales (Grá50
fico 4) corrobora lo ya referido para el conjunto de
la Universidad española y abunda en la indicada segregación vertical. Sin embargo, en este caso encontramos en términos generales una clara segregación
horizontal femenina con un total de 306 profesoras
(64,8%) frente a 166 profesores (35,2%); así como
una marcada segregación vertical, cuando observamos la diferenciación ocupacional por categorías docentes. El ejemplo extremo es el caso de las cátedras
que se encuentran ocupadas exclusivamente por varones, mientras que las profesoras titulares de Escuela
Universitaria constituyen el 78% de dicha categoría.
PORTULARIA VOL. XII, Nº 2, [43-56] ISSN 1578-0236
sEGREGación laBoRal y tEcho dE cRistal En tRaBajo social: análisis dEl caso Español
Gráfico nº 4: Porcentaje de mujeres y varones por categoría docente en el A.C. de Trabajo Social y
Servicios Sociales. Curso 2009 - 2010
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE e Instituto de la Mujer 2012
La información sobre los órganos de gobierno
académicos ha sido obtenida a través de la información de la página web de treinta y dos universidades
españolas en las que se imparten titulaciones de trabajo social.
Se pone de manifiesto que se produce, comparativamente en unos casos y directamente en otros, una
masculinización en los cargos de responsabilidad
en el ámbito universitario en detrimento de los que
desempeñan las mujeres: mientras cerca del 65% del
profesorado de esta área lo constituyen mujeres, su
representación en los órganos de gobierno desciende al 56%. En el caso de decanos y directores de las
Facultades y Escuelas de Trabajo Social, la representación femenina es todavía inferior, el 43%, frente
al 56%, de varones que ostentan dichos cargos. Una
vez más la segregación vertical en el ámbito jerárquico tiene gran influencia, por lo que se puede tomar
la expresión de la Comisión Europea segregación jerárquica, ya anteriormente citada, para calificar este
tipo de sobrerrepresentación masculina.
PORTULARIA VOL. XII, Nº 2, [43-56] ISSN 1578-0236
estructuras de poder y segregación Jerárquica en el
áMBito profesional
Con el objeto de mantener la misma metodología
de análisis que en el caso anteriormente analizado,
es necesario comprender si la feminización existente
en la colegiación se extiende también a los órganos
de toma de decisiones dentro de las organizaciones
profesionales. En primer lugar, se ha analizado el
número de varones y mujeres que ostentan la presidencia de los colegios profesionales: de los 37 presidentes, 29 son mujeres y 8 varones; lo que sitúa
la representatividad de estos últimos en el 21,6%,
cifra muy superior al 8,7% de varones colegiados.
Una vez más se observa la relevancia de los hombres
que ocupan en mayor proporción los puestos de responsabilidad, pese a ser una profesión feminizada.
Si se realiza un análisis comparativo entre los varones colegiados y el número de varones miembros
de las juntas directivas de los colegios oficiales, se
puede observar que en general el porcentaje de los
segundos es superior al de los primeros.
51
ElEna Roldán-GaRcía • BEGoña lEyRa-Fatou • lEticia contRERas-MaRtínEz
Gráfico nº 5: Porcentaje de mujeres y varones entre profesorado TS, en órganos de gobierno y entre
decanas/os y directoras/es de Facultades y/o Escuelas de trabajo social
Elaboración propia a partir de datos del INE y páginas web de las universidades
Nota: Se han consultado 32 páginas web recuperadas en entre el 15 y el 25 de marzo
52
PORTULARIA VOL. XII, Nº 2, [43-56] ISSN 1578-0236
sEGREGación laBoRal y tEcho dE cRistal En tRaBajo social: análisis dEl caso Español
Gráfico nº 6: Porcentaje de mujeres y varones colegiadas/os, en las juntas de gobierno y en la presidencia de los colegios profesionales. 2012
Elaboración propia a partir los datos facilitados por los 37 Colegios Profesionales de Trabajo Social
conclusiones
El recorrido realizado en este trabajo pone de
manifiesto que nuestra hipótesis de partida, la repercusión significativa de la segregación laboral de
género y el “techo de cristal” en el ámbito del trabajo
social es una realidad.
Se ha observado cómo el trabajo social, al igual
que el resto de las profesiones, está inscrito en trayectorias históricas con formas de acción colectiva,
reconociéndose la posición eminente que ocupa el
campo profesional en la vida social y en el mercado
laboral. En esta evolución destaca la permanencia
del binomio cuidado-mujer unida a la feminización
generalizada de la profesión y el cambio hacia un
estatus universitario de la profesión junto a la incorporación de varones a la misma. Desde una perspectiva diacrónica se ha podido constatar la segregación
horizontal ocupacional y desde otra sincrónica la
evidencia de la denominada segregación jerárquica
por la Comisión Europea, definida por una sobrerrepresentación masculina en los ámbitos de poder
profesionales y, especialmente, académicos. En el
caso del trabajo social, la educación y la formación
adquieren valor relevante como variables de profePORTULARIA VOL. XII, Nº 2, [43-56] ISSN 1578-0236
sionalización al ser las impulsoras del conocimiento
abstracto, fuente de poder de las profesiones y sus
organizaciones.
Esta investigación ha permitido una cuantificación del fenómeno, si bien sería necesario en un
futuro poder completarlo con aspectos tales como
los referidos a la brecha salarial, de la que exclusivamente se han podido contar con datos del contexto
estadounidense, pero que permiten inferir similitudes en el ámbito español. En este sentido es evidente la necesidad de promover estudios sobre el tema,
tanto por las corporaciones profesionales como por
el ámbito académico.
Las explicaciones sobre esta realidad en la que,
“un mundo de mujeres es dirigido fundamentalmente por un mundo de varones”, son complejas pero,
las teorías feministas siguen siendo una herramienta
importante para abordar y analizar esta situación. A
pesar de los avances en la incorporación de la mujer
al mundo profesional, el peso de los estereotipos, de
los procesos de socialización y su introyección, de
las dificultades de conciliación del mundo laboral y
doméstico, entre otros, continúan constituyendo elementos clave de freno para los procesos de igualdad
de acceso a los puestos de responsabilidad y poder.
53
ElEna Roldán-GaRcía • BEGoña lEyRa-Fatou • lEticia contRERas-MaRtínEz
Frente a esta situación surgen reflexiones y recomendaciones dirigidas a profundizar en el tema y
buscar vías para que las asimetrías de género y poder observadas encuentren un camino de equilibrio.
Sin duda la aplicación efectiva, al ámbito del trabajo social estudiado, de las políticas de igualdad supondría un avance hacia mayores dosis de simetría,
pero también una mayor implicación de las propias
mujeres en asumir liderazgo y poder. Por otra parte,
es necesario promover la importancia de la dimensión de género en el marco del trabajo social y, en
especial, abrir una línea de investigación específica
otorgando la primacía con que deberían contar los
estudios de género en una profesión “feminizada”
pero asimétrica en los ámbitos de poder, responsabilidad y liderazgo.
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