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Libertad trascendental como actuosidad primaria intrínsecamente dual convertible con la persona humana según el carácter de además. Libre glosa al planteamiento de Leonardo Polo Resumen En libre glosa al planteamiento antropológico de Leonardo Polo y de acuerdo con el método de abandono del límite mental que él propone para la filosofía se procura dar cuenta de la condición del ser personal humano como acto primario o acto de ser “intrínsecamente” dual y más aún “redoblante” según el carácter de además o “interno” co-existir en virtud de la solidaridad de método y tema —y método no sólo de conocer sino sobre todo de ser— en cuanto que el método en alcanzando el tema “se le otorga” y lo “torna” a su vez en método o lo metodiza respecto de un tema ulterior; carácter de además o co-existir intrínseco con el que en calidad de trascendental exclusivamente personal de entrada se convierte la libertad como “actuosidad”, “avance” o método justamente de ser, de modo que también como trascendental de la persona abre la intimidad desde luego interiormente mas incluso hacia adentro pues al ser como tema metodizada en cuanto que libertad nativa tan sólo se “corrobora” como método, de manera que sin tampoco salir de la intimidad “activa”, comunicándoseles y continuándose en ellos, el metodizarse de los otros dos trascendentales personales, el inteligir y el amar, para un tema ulterior, al cabo supremo, y respecto del que según libertad de destinación al ser personal “compete” trocarse en búsqueda así como en esa medida “ratificar” su condición filial, si bien “le cabe” no menos rehusarla mediante la pretensión de identidad aun si postergada. Índice 1. Ser personal humano según el carácter de además o intrínseco co-existir 2. Dualidades trascendentales en la apertura interior y hacia adentro de la intimidad personal según la libertad 3. Carencia de réplica personal en intimidad y “competencia” de trocarse en su búsqueda según la libertad trascendental 4. Libertad trascendental nativa y de destinación 1. Ser personal humano según el carácter de además o intrínseco co-existir Por cierto en cuanto que comporta saber pero de entrada como ser, y ser que en el planteamiento de Polo . Aparte de palabras en otros idiomas con cursiva se destacan las nociones propias de Polo, mientras que entre comillas aquellas con las que libremente se glosa su propuesta textual. sin más equivale a existir . La equivalencia entre ser y existir (a la que Polo explícitamente alude por ejemplo en el apéndice de la inicial edición de Hegel y el posthegelianismo) se corresponde —cabe sugerir— con que la esencia, antes que de entrada inteligida o pensada, es decir, antes que ratio essendi o que idea (eîdos) según la que un “ser” es y es lo que es, y ni siquiera que cierta “formalidad” de ser (ratio formalis essendi) con la que algunos escolásticos incluso equiparan el esse, más bien es el potencial e intrínseco distinguirse real del esse en cuanto que acto primario y por eso trascendental aun si creado, y de suerte que no sin más a una determinada participación de la puritas essendi, en la escolástica identificada con Dios. De ese modo la distinción real entre la criatura y el Creador equivale a la carencia de identidad en el esse creado, según la que la essentia de éste es su intrínseco distinguirse real, dinámico y potencial, distinto en las distintas criaturas de acuerdo con la distinción real entre ellas como actos de ser y por eso diverso en cuanto a la temporalidad. Paralelamente, en atención a la equivalencia entre ser y existir se excluye de la temática de la filosofía primera la noción de ente, según la que, si no el ente, habría de ser la esencia cierto sujeto respecto ante todo del atributo primigenio de existir, que es a su vez exigido para que de acuerdo con el ser como cópula predicamental puedan los demás atribuirse a ese sujeto. Con lo que la propuesta filosófica de Polo es continuación de la tesis central de santo Tomás de Aquino en filosofía sobre la distinción de Creador y criatura de acuerdo con el distinguirse real en ésta de esencia potencial y acto de ser, pero una continuación heurística puesto de acuerdo con ella se evita que la averiguación sobre el acto y la potencia sea detenida o retenida según la noción de entidad., la persona humana es una “actuosa” dualidad “intrínseca” según el carácter de además de acuerdo con una “inescindible” solidaridad de método y tema, inconsumable e inagotable, por la que como método el además “avanza” o es “actuoso” . Acto como “actuosidad” y no apenas como actualidad equivale —se sugiere— a método o avance, es decir, a “ir adelante” —y “yendo delante”—, de suerte que la noción de método concierne desde luego a la actividad cognoscitiva pero ante todo a la “actividad” de ser. “Avanzar yendo delante” es asimismo el significado usual más propio del ágein, aun cuando la noción que en castellano se dice “acto” se expresa en griego a partir de la de obra (érgon): enérgeia, o en Aristóteles también como cierta “habitud” respecto del fin (télos): entelékheia. Luego el acto como “actuosidad” involucra por cierto la noción aristotélica de acto si bien no apenas como enérgeia y tampoco si incluso como entelékheia sino, todavía más, de acuerdo con santo Tomás en calidad de “acto de ser” (esse ut actus), aunque sin reconducirlo a la forma sustancial y ni siquiera a la actualitas omnium formarum, ya que la esencia del acto de ser creado es potencial, mientras que tanto para el Aquinate cuanto para el Estagirita habría asimismo de ser actual pues se equipara con la forma como actualidad más o menos determinada, con lo que no se discierne la actuosidad equivalente al esse respecto de la actualidad, lo que da cabida a que también el esse sea equiparado con la forma —como formalitas— essendi, al paso que tampoco se aclara la condición potencial de la esencia del acto de ser creado, entendida apenas a manera de sujeto o de “inactuoso” recipiens de la actualidad y consolidada de ese modo según la noción de ente como sujeto que al poseer la actualidad de la essentia como cierta forma posee a la par la actualidad equiparada con el esse (habens esse). En cambio, Polo propone que la actualidad se equipara con la enérgeia téleia, esto es, con el acto perfecto, concerniente a su vez propia y exclusivamente al inteligir objetivante, que de ese modo resulta insuficiente respecto de actos intelectuales superiores así como puramente distinta respecto de la actuosidad del ser extramental y contrastable respecto del correspondiente potencialidad o dinamismo esencial físico. Por lo demás, a partir de la equiparación de actualidad y enérgeia téleia Polo ha expuesto su propuesta filosófica no sólo a través de la discrepancia con la filosofía moderna sino como un desarrollo, no exento de rectificaciones, de la filosofía aristotélica. de antemano alcanzándose como tema que correlativamente sólo existe en siendo alcanzado por el método, mientras de esa manera éste por así decir “se le otorga”, con lo que el tema “arrastra” el método a más alcanzarlo, de donde a más otorgársele, de suerte que en cuanto a la dualidad “redobla” como además de además y “se torna” a su vez en método, se metodiza, respecto por lo pronto de un tema ulterior. Con lo que la intrínseca dualidad redoblante que como acto o “actuosidad” primaria, de donde trascendental, o como acto de ser según el carácter de además es la persona humana equivale a “interno” co-existir . La noción de trascendentalidad se emplea de un lado a partir de como es entendida en la filosofía medieval, siempre que se atribuya, antes que al ente —que se excluye también por estribar en una extrapolación de la actualidad como essentia según la actualitas essendi—, al esse y a las nociones trascendentales que con él se convierten, mientras que de otro lado en cuanto que el esse equivalente a la persona humana por así decir “trasciende” respecto del distinguirse real “dinámicamente actuoso” en el que estriba su esencia potencial y según el que ese acto de ser es creado de manera más alta que como el ser extramental, a saber, según el carácter de además. Con lo que la propuesta de Polo equivale a una ampliación de la trascendentalidad en la medida en que el acto de ser personal estriba precisamente en ampliarse como acto de ser primario de acuerdo por lo pronto con la intrínseca dualidad del además y de manera que con éste se convierten unos trascendentales del ser exclusivos del ser personal.. Por su parte, la condición metódica inescindiblemente solidaria con la temática según el carácter de además, o “intrínseco” co-existir equivalente al acto de ser personal humano, es equiparable con el hábito intelectual de sabiduría, que por eso en dicho acto de ser es innato . De ninguna manera el saber acerca del hombre es ajeno al ser de éste, lo que ilustra la condición intrínsecamente dual tanto del saber cuanto del ser de la persona humana, es decir, la indicada dualidad solidaria de método y tema equiparable con el carácter de además, y que en esa medida atañe desde luego al inteligir pero también a las otras instancias del vivir humano, de entrada al amar por cierto según libertad.. A la par, con la condición temática del además se corresponden los trascendentales del ser que exclusivamente conciernen al acto de ser personal, de entrada la libertad pero asimismo la intimidad junto con el inteligir y el amar . También a la vista de la conversión según el carácter de además de los trascendentales personales, entre los que se cuenta la intelección, se da razón de por qué para explicar el además se alude a las nociones de método y tema sin exclusivamente referirlas al inteligir.. Y puesto que la sabiduría es el método según el que como tema se alcanzan los trascendentales personales o que se convierten con el acto de ser personal, siendo a manera de hábito, pero innato, es desde luego método como conocimiento intelectivo pero, más aún, de antemano “método de ser”, y de suerte que para el hombre saber es ser, con lo que la sabiduría incluye el amar —por lo que resulta inseparable de la amistad— así como tan sólo viable en libertad. Por su parte, en el nivel del acto de ser personal humano o de su condición trascendental la sabiduría en tanto que involucra el amar, y puesto que éste equivale tanto a dar cuanto a aceptar, comporta por lo pronto aceptar dicho ser como “iniciativa” proviniente no sin más de los progenitores sino, en lo más alto, de Dios. De donde la sabiduría se cifra ante todo en “reconocer”, al aceptar, el ser personal en calidad de don divino. En lo que sigue se atiende a la libertad como trascendental del acto de ser personal humano en cuanto que es la condición actuosa, metódica o de avance de la inescindible solidaridad de método y tema a la que la persona humana equivale según el carácter de además justamente porque en esa solidaridad la libertad trascendental como tema sin más estriba en “corroborarse” o confirmarse como método, como método puro de ser . En esta libre glosa a textos de Polo en torno a la libertad como trascendental del ser personal humano y que ante todo versa sobre el primer tomo de la Antropología trascendental —particularmente el apartado B del capítulo IV de la tercera parte— se aborda no más un “rasgo” de la libertad trascendental, la dualidad intrínseca que según la inescindible solidaridad metódico-temática del carácter de además le compete, y aún más estrecha en la libertad pues como tema corrobora o confirma el método; por eso se apuntan apenas algunas indicaciones acerca de la dualidad de libertad nativa y libertad de destinación y se omite aludir a la libertad como inclusión atópica en la Máxima amplitud o como futuro que futuriza sin desfuturizarse, mientras tampoco se abordan muchos asuntos más bien atinentes al tomo segundo de dicha obra. A la par con que no se tratan algunos rasgos de la libertad como trascendental del ser personal por lo pronto humano según el carácter de además, tampoco se eluden diversos defectos expositivos que hasta cierto punto derivan de la dificultad de seguir el método filosófico de abandono del límite mental, por el que aun si expresadas las nociones con palabras más o menos precisas, no conllevan unicidad ni constante mismidad pues comportan una comprensión polivalente así como diversidad de vínculos con otras nociones parejamente averiguadas, de donde al exponerlas se discurre de acuerdo con una abigarrada sintaxis con miras a dar razón de la coherente averiguación de dicha variedad nocional. A su vez, los pasajes del primer tomo de la Antropología trascendental que sobre la libertad se glosan fueron por Polo redactados con extrema concisión. De ahí que se pretenda favorecer el discernimiento de algunas cuestiones concernientes a la altura de la libertad trascendental humana. Por lo que aun si corriendo el riesgo de recaer en la objetivación de las nociones que según el método filosófico de abandono del límite se averiguan de manera más alta que según la intelección objetivante y por eso sin discurso lógico-lingüístico, con miras a en cierta medida ilustrarlas se acude a ciertos artificios de pensamiento objetivado y de consiguiente expresión. Así, por ejemplo, se dice que el además metódico “se otorga” al además temático en alcanzándolo, de modo que “redoblantemente” lo “torna en método”; que al de esa guisa metodizarse la libertad trascendental en lugar ser método para un tema ulterior “corrobora” o “confirma” como método puro el que la alcanza, según lo que le “compete” trocar en búsqueda el ser personal a través de los otros trascendentales personales, etc. Finalmente, por lo inusitado de la explicación y con miras a asegurar que no se disuelva en otras ajenas a la temática a la que según el método de abandono del límite mental se accede y en las que se apela tan sólo a nociones objetivadas, en cada epígrafe con más o menos amplitud se reitera la exposición del asunto, lo que ciertamente torna aún más laboriosa la lectura.. * * * Ahora bien, en la propuesta filosófica poliana con el carácter intelectual del hábito de sabiduría, equivalente este hábito al valor metódico del además, se corresponde la tercera dimensión del método de abandono del límite mental, cifrada en el inconsumable desaferrarse el inteligir humano respecto de ese límite; límite concerniente a la actividad intelectiva como presencia mental “reducida” a actualidad, esto es, a acto por cierto dual, o sea más alto que meramente principial, por lo que cifrado en trasparencia como luz —desde luego no física—, pero, en lugar de por lo pronto según el carácter de además, o como luz “sólo luciente”, como iluminación, mas “restringida” en cuanto a su condición de acto o actuosidad por estribar en coincidencia de esa actuosidad con su acontecer “culminadamente”, o de modo que «inteligir y haber inteligido son lo mismo y a la vez» . Aristóteles, Metafísica, IX 6, 1038b 18-35: «Noeîn kaì nenóeken háma tò autó». Es la noción de acto perfecto o enérgeia téleia. Continuando heurísticamente aclaraciones asimismo aristotélicas Polo propone que la intelección objetivante es plural e incoada según la llamada abstracción en la medida en que según ella se asume la remitencia intencional del conocimiento sensitivo como incluyéndola en una “irrestricta apertura” a la real distinción intrínseca del término de intencionalidad, y apertura que Polo caracteriza como equivalente a inteligir (lo sentido como) ‘lo’. A partir de la intelección objetivante incoativa, y en la medida en que según el primer hábito intelectual adquirido, el abstractivo, se manifiesta o desoculta el acto de inteligir con el que se conmensura la objetivación abstracta, y de modo que lo inteligido como nominal es articulado con carácter verbal (por ejemplo “lo árbol” articulado con “arboleando” o “siendo” árbol), a través de líneas divergentes mas unificables jerárquicamente se prosigue la “resulución” de la diferencia interna de los abstractos según la que en su pluralidad indefinida a su vez difieren entre sí, y de modo que se pueda explicitar, por una línea, el valor actuoso de esa distinción real (línea de “fundamentación” de acuerdo con el concebir y el juzgar) o bien “idear”, por otra, una generalización cada vez más amplia de la diferencia entre objetivaciones abstractas según la que cabe manifestar la irrestricta amplitud de la “objetivabilidad” que —se sugiere— equivale no más que a la llamada potencia intelectual como irrestricta posibilidad de objetivar.. Debido a esa limitación del inteligir humano, es decir, a que en lo ínfimo es intelección presencial pero sólo según actualidad, lo inteligido en cada limitado acto intelectivo es único, constante y mismo, de suerte que según dicha actividad intelectual acontecen “objetivaciones” (u “objetos”, pero sin equipararlos con “cosas”) que son intencionales por cifrarse en remitencias a un término de intencionalidad, mas remitencias puras o sin soporte distinto de su remitir pues por la intrínseca dualidad de la condición coincidente del acto y su culminación son trasparencias como luces iluminantes respecto del término de intencionalidad al que de ese modo permiten mirar o ver intelectivamente, esto es, en alguna medida accediendo a su ser según la verdad, o ideando, según el bien, “lo otro” —puede sugerirse— por el hombre aportable al ser creado en la esencia de éste. A su vez, ya de que debido al límite mental cada acto intelectivo objetivante se conmensura con una luz iluminante o intencional “retenida”, “detenida” y “mantenida” constante y la misma a la par que única respecto de un término de intencionalidad que en consecuencia sólo limitadamente se intelige o es iluminado, por eso, el inteligir según objetivaciones es el ínfimo, pues “sobrepasado” o “sobrepujado” según el jerárquicamente plural inteligir con carácter de hábito en la medida en que en la esencia de la persona humana es “enriquecible” a partir del hábito de sindéresis como ápice del descendente proceder desde el de sabiduría, que en el nivel del acto de ser personal es justo la “instancia” metódica del inagotable ampliarse del lucir de acuerdo con el carácter de además y que como método solidario con su tema le es por así decir “inherente” de donde innato, mientras el de sindéresis “nativo”. Por su parte, la luciente condición del inteligir, si también es iluminante, y cuando es no apenas iluminación limitada u objetivación, puede equipararse —no menos se sugiere— con su índole intencional así como con la presencia mental, de modo que también es intencional, al igual que presencia mental, el plural inteligir habitual en tanto que enriqueciblemente adquirido como iluminación de nivel esencial a partir del hábito de sindéresis, que a su vez engloba la pluralidad del inteligir tanto objetivante cuanto según hábitos que cifrados en intelección enriquecible son luces iluminantes como modalidades o matizaciones de la presencia mental desde luego no constante ni misma, de donde “libre” respecto de la índole limitada de la ínfima iluminación exclusiva del inteligir objetivante, a la par que intencionales, y puesto que estriban en manifestación o desocultamiento de la insuficiencia iluminante de la presencia mental limitada u objetivada respecto del término de intencionalidad . En los hábitos intelectuales adquiridos el término de intencionalidad sólo mediatamente es extramental pues iluminan o manifiestan, según jerarquía, lo que la iluminación objetivante incoativa deja sin iluminar; de esta manera dicha iluminación estriba en “intuición” intelectual, pues equivale a inteligir el enriquecimiento intelectual (y a la par con carácter de “propio” según la condición de ver-yo concerniente al hábito de sindéresis).. De esa manera, en tanto que el carácter de además como método es equiparable con el hábito de sabiduría, de entrada es además respecto de la limitada presencia mental, es decir, de la objetivada intencionalidad intelectual o iluminación, aunque también respecto de cualquier enriquecible presencia mental, y hábito con el que precisamente se corresponde en filosofía el desaferrarse metódico respecto del límite mental . Por lo demás, en la medida en que el carácter de además lo es no sólo respecto de la presencia mental limitada sino sin más de cualquier presencia mental se aclara que el abandono del límite mental es más alto en la tercera dimensión “correspondiente” al hábito de sabiduría. Porque incluso si esa dimensión de abandono del límite se corresponde con el hábito de sabiduría, no sin más equivale a ella sino que, respecto del tema del hábito sapiencial, que es el ser humano personal y por cierto en vista de su plenitud, por así decir “demarca” un acceso justamente filosófico, esto es, que sigue un método en cierta medida controlable y constatable por una comunidad científica, mas desde luego no de índole físico-matemática, y a través de un peculiar discurso lingüístico si bien tampoco de índole lógica. Por su parte, según las demás dimensiones del método de abandono del límite mental se accede a la temática de otros hábitos intelectuales superiores del hombre, a saber, a la del de sindéresis que es la esencia de la persona humana (cuarta dimensión); a la del de intelección cuya temática son los primeros principios ante todo el acto de ser que es primer principio extramental (primera), y a la del de ciencia (filosófica) que es la esencia del ser extramental o esencia física equivalente al orden cósmico concausal (segunda).. Asimismo, en la medida en que la libertad trascendental es la condición actuosa, es decir, de avance o de método del carácter de además, la sabiduría innata o inherente al ser personal, precisivamente considerada como método, estriba ante todo en libertad, por lo que el método filosófico que con el hábito de sabiduría se corresponde, la tercera dimensión del abandono del límite mental, en modo alguno es ineludible para filosofar. A la par, destacando la correspondencia de la tercera dimensión de abandono del límite mental con el hábito de sabiduría se da razón acerca de cómo en filosofía congruentemente se averigua, siéndolo, es decir, se alcanza el carácter de además, y junto con los trascendentales que como acto de ser personal exclusivamente le conciernen, de notoria manera la libertad, pues por más que en el hombre ese hábito sea innato, ya que es inseparable de su ser, no de suyo es un método filosófico. * * * De manera que el carácter de además es equiparable con el ser o existir que cada persona humana es en cuanto que acto o actuosidad, esto es, avance o método desde luego de condición primaria —y, metafóricamente, “radical” o “nuclear”— o en calidad de acto de ser y de vivir, pero de intrínseca dualidad como acto primario o trascendental, así que de mayor altura que el meramente principial o acto de ser extramental, carente por lo pronto de vida según intelección . Puesto que las ideas de radicalidad y de nuclearidad son metafóricas se sugiere que mejor que diferenciar “primario” o “primero” equiparado con “principial” respecto de “personal” como “radical” o “nuclear” es tomar la primalidad o primariedad equiparada con lo trascendental de un lado como meramente principial pero de otro y a la par como primalidad intrínsecamente dual según el carácter de además o intrínseco co-existir. De esa suerte, a la vista de la condición primaria, radical o nuclear de la intrínseca dualidad del carácter de además y más alta que la del principiar no es preciso considerarla como “segunda” o como si se “secundarizara”, mientras paralelamente se resalta que la dependencia de Dios del ser personal humano es todavía más primaria que la del ser extramental y en modo alguno secundaria.. Luego siendo el además método, acto o avance tan sólo en alcanzando el tema, es de condición por cierto primaria mas de intrínseca dualidad, y dualidad que, pues según ella el método inagotablemente se otorga al tema en alcanzándolo, inagotablemente redobla en dualidad, así que tanto inagotablemente alcanza o es método como además cuanto inagotablemente es alcanzado o es tema no menos como además, por lo que con mayor motivo que a ser o existir equivale a co-existir o co-ser, también como “existir-con” o “ser-con”, pero antes que con un ser o existir distinto, de antemano co-existiendo “internamente” o sin “salir” respecto de la dual primariedad del acto, y de suerte que el segundo “con” del “co-existir-con” o “co-ser-con” denota un redoblar del primero, y que careciendo de réplica personal en ese nivel por así decir “insiste” en alcanzarla. En consecuencia, el además es método o acto que alcanzando avanza, a la par que es tema que en siendo alcanzado avanza o es acto al otorgársele el alcanzarlo y de suerte que comporta método y tema “inescindiblemente” solidarios según el carácter de además pues de un lado es avance, acto o método sin que le falte alcanzar o sin que le falte solidaridad con el tema mientras de otro es tema sin que le falte ser alcanzado por el método con él solidario, y método que en tal medida según el además se otorga al tema, con lo que de esa manera ampliado el tema por el método “provoca” o “convoca” más alcanzar metódico, estribando al cabo esa metódico-temática solidaridad en ampliación trascendental, esto es, en que como acto primario y trascendental o acto de ser el equivalente a la persona humana se amplía de acuerdo con el intrínseco e inescindible dualizarse de método y tema solidarios, o como además de además, ya que al ser tema de antemano alcanzado por el método que en alcanzándolo se le otorga el además temático redobla en su intrínseca dualidad como además al paso que “se torna” metódico o se metodiza para un tema por lo pronto superior . De donde el además es alcanzable pero en modo alguno “atrapable”, ni siquiera por la intelección que lo alcanza, en lo que se ilustra que estriba en ampliación trascendental.. Con todo, aun cuando de manera inagotable más aún que inconsumable se otorga como método el carácter de además al además como tema en alcanzándolo, de suerte que éste es metodizado para un tema ulterior y más alto, no obstante, el además estriba en método y tema “inescindiblemente” solidarios, o sin que el método se separe del tema ni éste de aquél, y ni siquiera si el además temático se trueca, porque entonces le compete, en búsqueda del tema ulterior para el que es “tornado” en método, por lo pronto de réplica personal en el nivel del además. A su vez, que el método según el además se otorgue al tema en modo alguno es ulterior a su alcanzarlo, con lo que ni el además metódico es sin alcanzar el tema otorgándosele, ni el temático sin ser alcanzado por el método que se le otorga, y de modo que tampoco es ulterior el tornarse el además temático en método para un más alto tema, así como ni siquiera el trocarse en búsqueda que de esa suerte le compete. Al cabo, la condición metódica del carácter de además, su ser acto o actuoso equivale por un lado a su avanzar desde luego primariamente, aunque según intrínseca dualidad, pues en tanto que “ir adelante” estriba en “venir delante” sin más alcanzando el tema, y de suerte que, al como método otorgársele, comporta un inagotable redoblar temático en calidad de avance primariamente dual o dualmente primario, o como acto de intrínseca dualidad, y sin dejar de ser tema congruente de un método que, al otorgársele, lo torna en método para un tema ulterior respecto del que por otro lado, y asimismo sin dejar de ser intrínsecamente dual como además, le compete, incluso sin alcanzarlo, trocarse en búsqueda (si bien no menos le “cabe” rehusarse a ello). * * * Así pues, aunque por cierto al principiar o a la principiación concierne ser primario o trascendental en tanto que equiparable con la condición de avance o de método que es acto de ser, y que es como al inicio en filosofía se entiende la primeridad, en un nivel superior o de mayor amplitud, y amplitud por así decir interna, también al intrínsecamente dual según el carácter de además. Con lo que equivaliendo el carácter de además al inagotable ampliarse de la creada condición primaria o trascendental del ser, o a ser creado como ampliación trascendental en virtud de la intrínseca dualidad del acto, avance o método (éste en solidaridad con el tema), la por así llamarla “completa” amplitud trascendental del ser es irreductible a la que sin más atañe a la principiación o causalidad primera, que a su vez tampoco sin pluralidad es primaria, pues comporta la vigencia de por lo pronto tres “primeridades” de ser o “reales”, ya que en atención al exclusivo depender del ser extramental como primer principio respecto de Dios como Origen según Identidad son, ese primario principiar y su depender respecto del Origen, entre sí vigentes de modo que ni el Origen principia o causa el primer principio creado, pues dejaría el Origen de ser idéntico o nada más que Origen, ni tampoco el primer principio creado es principiado o causado —originado—, pues dejaría de ser primario, de modo que más bien éste es causa o principio primero equivalente a con exclusividad depender respecto del Origen; depender que en tal medida es el tercer primer principio, el de “trascendentalidad o primariedad de la causa o del principio”, equiparable con que el primer principio es criatura en cuanto que tan sólo dependiendo del Creador, y principio primario que cabe llamar de causalidad trascendental. Por su parte, el ser primario o trascendental como primer principio, el acto de ser extramental, equivale al primer principio de “real” no contradicción o persistir como comienzo incesante e insecuto, vigente tan sólo como un depender con exclusividad respecto del primer principio de Identidad originaria que es Dios y según dependencia a su vez equivalente al primer principio de “trascendentalidad del causar” de modo que el causar o principiar primario y su depender respecto del Origen vigen entre sí. De ese modo antes que demostrar se muestra que el persistir es vigente sólo pendiendo del Creador, o en relación real respecto del Origen. Y es en tal medida como la trascendentalidad o primeridad de la principiación o causalidad es primer principio real vigente entre sí con la no contradicción como dependencia respecto de la Identidad. Ahora bien, al ser primario tan sólo como causalidad o principiación, el persistir o primer principio de no contradicción sin más carece de la intrínseca dualidad redoblante del además, por lo que su trascendentalidad ni supera ni por así decir “abarca” la del además, que en tal medida de manera más alta depende del Origen idéntico. Porque siendo el carácter de además primario según intrínseca dualidad redoblante, lo es con mayor motivo que el primer principio creado, al que como persistente comienzo apenas compete, si de este modo cabe indicarlo, “partida” o “arranque” desde luego inconsumable y sin posibilidad de “retorno”, pero más todavía sin acompañarse a la manera de la primaria dualidad intrínseca del además, al que, en consecuencia, también el Origen idéntico crea por cierto sin principiarlo sino de acuerdo con una distinta y mayor dependencia respecto de Él, con lo que el Origen con mayor motivo es supremo respecto del ampliarse trascendental equivalente al además . Puesto que la filosofía primera también moderna ordinariamente se ha formulado atendiendo no más que a objetivaciones, la plural temática del hábito de intelección de los primeros principios se suele maclar de un lado equiparando la identidad con la no contradicción (macla griega y medieval) y de otro con la causalidad (macla moderna).. De suerte que si el carácter de además inmediatamente dependiendo respecto del Origen en tanto que dualmente primario es superior al primer principio extramental, compete al Origen ser trascendental o primario en calidad de supremo e insuperable y desde luego según Identidad, de la que las criaturas carecen por admitir un dinámico o potencial distinguirse real, pero más aún en calidad de Máxima amplitud trascendental, al igual que Intimidad sin mengua de la Identidad . Así que propiamente es primero como principio el persistir, mientras que el Origen es primario de manera suprema y el además de manera más alta que el principiar, a saber, según intrínseca dualidad pero sin ser de ningún modo segundo o secundario (la antropología es filosofía primera no menos que la metafísica, en manera alguna filosofía segunda); a su vez, la primeridad del persistir y la del además equivalen a su de distinta manera depender respecto del Origen sin que el Origen por así decir tenga que “comprometer” su Originariedad en la primeridad de ambas criaturas, de modo que al Origen concierne la primariedad o trascendentalidad con “plena” o Máxima amplitud y sin dependencia alguna. Por su parte, el Origen puede tomarse como primer principio en la medida en que sólo de Él dependiendo es real el principiar primario, mientras que el tercer primer principio, el de causalidad trascendental, equivale a la condición trascendental o primaria de la principiación, es decir, a que estriba en principiar sólo en dependencia respecto del Origen, y depender equivalente a “causalidad trascendental” en la medida en que el causar es causar no más que al depender del Origen pero sin que el Origen lo cause, y de suerte que sólo así es primario como causar.. Al cabo, el ser personal humano existe como primariedad o acto de ser de intrínseca dualidad según el carácter de además, esto es, como tema de antemano alcanzado por el método que en alcanzándolo se le otorga, y de manera que redoblando en dualidad, al paso que se metodiza respecto de un tema ulterior, con lo que al ser el además tema redoblantemente dual en cuanto que se le otorga el método que lo alcanza tornándolo metódico, equivale a “co-acto de co-ser-con” o de co-existir-con, y de acuerdo con un dual “co-” intrínseco o correlativo con la primariedad de ese ser o existir, de donde, para de alguna manera indicarlo, sin punto de partida ni de llegada exteriores o ajenos, pues actuoso en virtud de esa primariedad intrínsecamente dual y, redoblando en tal dualidad, no menos metodizado respecto de un tema distinto, por lo pronto superior y en último término supremo. De donde ser persona la criatura humana equivale a que co-existe o co-es y existe-con o es-con al existir o ser redoblando en intrínseca dualidad no menos primaria y así trascendental según el carácter de además de acuerdo con una inescindible solidaridad de método y tema, y en la que por ese intrínseco “redundar” del método en el tema tornándolo a su vez en metódico es intrínseco co-existir como co-existir-con, también intrínsecamente o sin salir de la intimidad que con él se convierte, y aun cuando en ese nivel carezca de un ser personal con el que le quepa co-existir, es decir, sin réplica personal . A la vista de la equivalencia de ser y existir en filosofía primera, o del ser en tanto que trascendental, se excluye la noción de ente desde luego respecto del ser y de la esencia extramentales pero con mayor motivo de la persona humana y de su esencia, de suerte que ni una esencia es sujeto respecto del acto de ser ni éste como acto de ser creado o carente de identidad es acto sin la esencia, que es su intrínseca distinción real, de donde potencial. Esa exclusión se debe también a que la noción de ente resulta de suponer y extrapolar prematuramente la inevitablemente objetivada noción de fundamento sin discernirla de las objetivaciones precedentes en las diversas líneas jerárquicas de prosecución racional del inteligir objetivante iniciado al abstraer, A la par, la distinción real de esencia potencial y acto de ser tampoco es una estructura predicacional ni, menos, una extrapolación de esta objetivación sino, en la criatura extramental, la distinción real de concausalidades cuya unidad, de solamente “orden de variación”, es el universo físico en el que de acuerdo con la concausalidad de la causa final con las demás y en virtud de un movimiento de propagación en cuanto a la “complexión” de la plural concausa formal en concausalidad con las otras se ordenan las naturalezas como sustancias de movimientos intrínsecos en calidad de accidentes, a la par que de acuerdo con una mera “disponibilidad” para concausar con la causa final y en virtud de un movimiento sin sustancia —de suerte que sin correlato figurativo o sólo en cuanto a la noción intelectual equiparable con el aristotélico movimiento circular— no faltan movimientos extrínsecos a sustancias con las que en calidad de términos inestables se alternan, y de suerte esos movimientos que son posibles de ser “incoroporados” en las sustancias naturales. Por su parte, en la criatura personal humana la distinción real potencial equivalente a la esencia realmente distinta del acto de ser es un “enriquecimiento” que desde el acto de ser en descenso procede como manifestación de la intimidad personal y como disponer según libertad a través no sólo de la iluminación esencial de acuerdo con la intelección sola (ver-yo) y con la intelección inserta en el actuar voluntario (querer-yo) sino también de la “instauración” de dicho enriquecimiento en calidad de don de acuerdo con el amar.. 2. Dualidades trascendentales en la apertura interior y hacia adentro de la intimidad personal según la libertad En cuanto que el carácter de además como acto de ser equivalente a la persona humana es de condición primaria o trascendental si bien de intrínseca dualidad redoblante o como co-existir o co-ser, con él se convierten unos trascendentales del ser distintos por más altos de los que valen asimismo para el ser principial o extramental, y que son los trascendentales personales según los que la condición primaria o trascendental del además inagotable e intrínsecamente se amplía como co-existir-con o co-ser-con . Los trascendentales del ser que de entrada valen para el ser principial, a saber, la verdad, el bien y la belleza (pues la unidad concierne propiamente a la Identidad originaria antes que al persistir, al paso que se descartan el ente, el aliquid y la res por reducibles a constante mismidad) son con mayor motivo admisibles respecto del ser primario de intrínseca dualidad según el además ya que en la tradición clásica se consideran trascendentales relativos a la mente (de donde aún más han de tener cabida con respecto a Dios).. Por lo pronto, en vista de que el ser personal como además o intrínseco co-existir inagotablemente redobla en la dualidad denotada por el “co-”, a saber, como intrínseco co-existir y más aún como co-existir-con, y de manera que también inagotablemente se amplía la inescindible solidaridad de método y tema de acuerdo con dicho redoblar de la primaria dualidad, por eso, redundantemente “se abre” como intimidad, la que de tal suerte es uno de los trascendentales de la persona . Al glosar la exposición poliana de los trascendentales personales o del co-existir o co-ser como intrínseca y redoblante dualidad primaria equivalente al carácter de además se menciona la intimidad más bien que el co-existir con miras a indicar el justamente íntimo ampliarse del co-existir, así que no sólo respecto de otros actos de ser o existir.. Y en la medida en que la intimidad personal es convertible con el co-existir-con, según el primer “co-“ del intrínseco co-existir, por el que como dualidad redobla, comporta por lo pronto apertura interior, mientras que de acuerdo con el segundo apertura hacia dentro o más y más interior, porque al ser actuosa justamente según intrínseca dualidad redoblante no menos intrínsecamente se abre respecto del tema ulterior para el que es tornada metódica, aun sin alcanzarlo según el además . Por cuanto que la intrínseca dualidad del co-existir redobla en actuosidad sin por así decir “desbordar” o “rebasar” como hacia fuera sino redundando internamente y como hacia dentro, cabría entender el además en calidad de cierta “subsistencia”, e incluso a manera de hipóstasis, siempre que se excluya la noción de sujeto en atención a la mismidad y constancia que conlleva, así que mejor como cierta “insistencia”. Polo da cabida a la noción de subsistencia, equiparada a su vez con la de suficiencia, en el tomo II de la Antropología trascendental, segunda parte, J. 1.. * * * De donde a la par con la intimidad es trascendental de la persona la libertad, que se equipara con la actuosidad, avance o valor metódico del carácter de además, y que al como método otorgarse al tema en alcanzándolo, de inmediato comporta ser como actuosa dualidad primaria, así que distinguiéndose respecto del acto asimismo primario que tan sólo como comienzo incesante e insecuto o principio primero depende del Origen y, para de alguna manera decirlo, “sobrepujando” la principiación mas no como mera independencia respecto de ella sino de acuerdo con un más alto depender del Origen pues precisamente dual, esto es, según el intrínseco e inagotable redundar de la solidaridad metódico-temática en la que se cifra el además . No obstante, si bien como inescindible solidaridad metódico-temática el carácter de además según la libertad es corroborado como método por el tema, aún así por ser dual carece de identidad, de modo que a su vez comporta o admite intrínseca distinción real como esencia potencial o dinámica aunque de manera más alta que según coprincipiación o concausalidad, que es la propiamente sometida a necesidad.. No obstante, la superioridad respecto de la principiación según la que es la libertad trascendental personal como actuosidad “neta” del carácter de además o intrínseco co-existir estriba en que, incluso si como método que, al igual que en los otros trascendentales personales lo es en alcanzando el congruente tema, comporta intrínseca y redoblante dualidad, y de modo que como tema a su vez se torna en método, con todo, es tema metodizado antes que para un tema ulterior no más que “corroborando” o “confirmando” el método que lo alcanza . Por su parte, si el primer principio lo es por depender del Origen mas sin ser principiado, mucho menos siendo principiado depende el además del Origen: dependencia que consiguientemente tampoco estriba en causalidad trascendental, sino, para de alguna manera indicarlo, en “dependencia respecto de la Intimidad del Origen”, por lo que de índole filial. A la par, así como el Origen es “primer principio” no porque sea un principiar sino porque sólo de Él depende la principiación primera, así también la Identidad originaria comporta Intimidad desde luego no por ser además sino en vista de que de Él depende el además con el que se convierte la intimidad como trascendental del ser personal. A su vez, depender del Origen el ser personal como además, primario según intrínseca dualidad, equivale no sólo a creada intimidad primaria sino a la par a creada libertad asimismo primaria. Luego cualquier intimidad y cualquier libertad en cuanto que trascendentales del ser son de manera más alta primarias que como primer principio o que como primaria o trascendental causalidad; y de ese modo sólo cabe libertad que no sea originaria en dependencia respecto del Origen, por lo que en manera alguna es viable que la libertad provenga de la principiación o surja o “emerja” de ella.. Con lo que, por lo pronto en el hombre, la libertad es el trascendental convertible con el ser personal que, en calidad de acto, avance o método, resulta corroborado en la intrínseca dualidad por la que, al como ser “ir delante” y “hacia adelante”, es primario de manera superior a como el solamente principial, pues lo excede según el carácter de además, que como método, avance o acto en alcanzando su tema se le otorga y así lo torna a su vez en acto, avance o método, pero antes que para un tema ulterior, para sin más corroborarse o confirmarse como método, esto es, justamente como libertad trascendental . El que libertad trascendental como tema tornado en método por el que en alcanzándola se le otorga no más corrobore o confirme este método en modo alguno conlleva reflexión por cuanto que la intrínseca e inescindible dualidad así corroborada es primariamante actuosa, de donde sin fases como actuosidad pues de ninguna manera procesual. Al cabo, los discernimientos sugeridos en torno a la libertad trascendental como actuosidad del carácter de además o co-existir, y que en alguna medida son por cierto —valga insistir— artificiosos pues el además como acto primario o de ser de intrínseca dualidad redoblante comporta inescindible solidaridad de su valor metódico y su valor temático, de ninguna manera deben tomarse como distintas “fases” de un proceso y, menos, como si mecánico; son apenas ilustración de la intrínseca dualidad del carácter de además como acto primario o de ser, por eso trascendental respecto del inherente distinguirse real que al ser acto creado, o en tanto que carente de identidad, le compete, y equivalente a la esencia potencial de ese acto de ser. Así, por ejemplo, el otorgarse el método al tema y tornarlo en metódico respecto de un tema ulterior o el ser corroborado el método por el tema en la libertad trascendental de suerte que a ésta compete trocar en búsqueda de ese tema a los otros trascendentales personales en nada más estriban que en la simple pero inidéntica actuosidad del carácter de además o intrínseco co-existir en tanto que, aun si inidéntica o admitiendo inherente distinción real, equivale a pura dependencia respecto de Dios, mas distinta y superior respecto del existir extramental por por Él “entregada a cargo” del avanzar, actuosidad o valor metódico que el ser personal es.. Y ya que al como método alcanzar el tema otorgándosele la libertad por cierto lo metodiza o torna ese tema en metódico antes que respecto de un tema ulterior como los otros trascendentales personales, más bien para exclusivamente corroborarse como método, según lo que incluso en tanto que temática es metódica, por eso, la libertad es el trascendental personal que, desde luego en intimidad, de inmediato se convierte con el acto de ser humano equivalente al carácter de además en tanto que actuosidad primaria intrínseca y redoblantemente dual, o como además respecto de además. Al cabo, ya que como tema la libertad trascendental equivale a método corroborado, es libertad sin más para redundar como tal método corroborado o dual, y redoblantemente actuosa tan sólo para ampliarse en su intrínseca dualidad como método puro, o sin tema ulterior, de suerte que según la libertad el además es desde luego además de además pero más aún para solamente además: además sólo respecto de además y sólo para “más” además; método puro de ser además; libertad para sola libertad, para libertad además . En la medida en que el acto de ser personal es primariamente actuoso según dualidad redoblante y corroborada o confirmada como libertad trascendental en tanto que método puro de ser, de entrada en atención a él se disipa la macla de identidad y causalidad según la que, simetrizada la antropología con la metafísica, la persona es equiparada con el sujeto (así que objetivada según mismidad) y éste con un principio primero cuya plenitud en identidad hubiese de ser accesible a través de un, por lo demás imposible, proceso reflexivo a manera de autocausación.. * * * Así pues, los trascendentales antropológicos que en lo temático de inmediato se alcanzan son la libertad, como corroborada actuosidad según la inescindible dualidad redoblante del carácter de además o intrínseco co-existir, y la intimidad que se abre al con esa libertad dualizarse. De donde la persona humana existe o es según la libertad como actuosidad primaria, mas intrínseca y redoblantemente dual, que corroborándose como primaria actuosidad se convierte con el acto de co-ser o co-existir, con lo que éste de entrada es más alto que el mero principiar —y principiar que lo es por lo demás según necesidad—, si bien sobre todo es redoblante en primaria dualidad, de modo que ampliándose intrínsecamente como co-existir según la intimidad personal que se abre en virtud de dicha corroborada o confirmada actuosidad, avance o método puro de ser correspondiente a esa primaria dualidad. Y es de tal suerte como por ser la libertad trascendental humana primariamente dual o dualmente primaria en cuanto que corroborada actuosidad o actividad —método— de ser, y según el carácter de además equivalente a intrínseco co-existir o co-ser, por eso, con éste a la par con ella se convierte no menos la intimidad, que en virtud de esa corroborada actuosidad redoblantemente dual se abre tanto interiormente cuanto hacia adentro, así que sin alteración ni “exteriorizamiento”, sin que el co-existir pase a ser otro y sin que a nada distinto “salga”, de donde sin dualista disyunción o sin dividirse o partirse y sin composición. Con lo que, por decirlo así, la intimidad es asimismo método que como tema a su vez se corrobora como método, pues como apertura interior que, más aún, se abre también hacia adentro, como “ahondando” en intimidad. Por donde, siendo el además o co-existir actuoso según intrínseca y redoblante dualidad primaria, inagotablemente se abre como intimidad en calidad de trascendental personal que, dualizándose con la libertad, no menos inagotablemente se amplía en cuanto a la apertura trascendental, de manera que, valga así decirlo, íntimamente “se trasciende” al redoblar en su primaria dualidad. Pues la intimidad personal se alcanza como trascendental antropológico junto con la libertad equivalente a la “estricta” condición actuosa o “activa” del además o co-existir como acto primario de intrínseca dualidad equiparable con cierto trascenderse, y libertad según la que esa intimidad comporta justo apertura, de donde en modo alguno cerramiento o clausura, y no sin más como “interiorizante” pues a la par “profundizante”. Al cabo, en vista del dualizarse con la libertad de la intimidad personal ésta es asimismo dual en cuanto que estriba tanto en apertura interior cuanto, más todavía, hacia dentro, según el inagotablemente ampliarse de los otros trascendentales del ser humano personal, el inteligir y el amar; y libertad en cuanto que tema metodizado al que de esta suerte, como ahondando en la intimidad le “cabe”, valga anticiparlo, “trascender” en la medida en que, trocándose en búsqueda de réplica en intimidad, le “compete” hallarse por así decir “enteramente abierto” respecto de la Máxima amplitud trascendental en tanto que Ésta no excluye Intimidad sin menoscabo alguno de Identidad ni de Plenitud . De ese modo —cabe sugerir— se ilustra la noción de libertad trascendental como inclusión atópica en la Máxima amplitud.. * * * Por consiguiente, en atención a que la inagotablemente ampliable apertura intrínseca que es la intimidad personal se dualiza ésta con la libertad como no menos inagotable actuosidad del co-existir o además equivalente a la asimismo intrínseca y primaria dualidad redoblante del acto de ser que es la persona humana, de esa manera, el dualizarse de la intimidad y la libertad es a su vez dual respecto del dualizarse de los otros dos trascendentales personales, la trasparencia equivalente al inteligir personal . Se habla de “inteligir” en lugar de “intelecto” con miras a evitar cualquier equiparación de ese trascendental personal del ser con una potencia o facultad anímica, aun si espiritual, pues sin más se convierte con el acto de ser humano. Y al inteligir personal cabe reconducir la noción aristotélica asumida por santo Tomás de Aquino de intellectus agens siempre que se evite tomarlo a manera de sujeto, también si como potencia o facultad respecto de los actos. Porque en último término al abandonar el límite mental se evita extrapolar la noción no sólo de objeto como objetivación, es decir, como limitada presencia mental o luz iluminante e intencional sino también la de sujeto. En esa medida se recusa el axioma clásico de que los actos, las actuaciones o acciones son de un supuesto (actiones sunt suppositorum) pero no porque sean el supuesto o sujeto sino debido a que por decirlo así tal “supuesto” es supuesto, presupuesto. y la donalidad equivalente al amar en tanto que cifrado en dar y en aceptar; inteligir y amar que en apertura por lo pronto interior de la intimidad son actuosos en virtud del redoblar de la libertad como intrínseca e inescindible dualidad primaria que se corrobora como método puro: el inteligir —se sugiere— como acto de conocer por el que la persona sabe que es según el además, así que sin ser originaria identidad, mientras consecuentemente el amar según el nunca pleno aceptar ella ese ser en cuanto que como ser además donado desde el Origen idéntico. Pero no menos a la intimidad personal compete apertura hacia adentro en dualidad también con la libertad como método puro o corroborado y en la medida en que ésta se continúa, comunicándoseles, en esos otros dos trascendentales antropológicos, el inteligir y el amar, respecto del tema ulterior para el que de acuerdo con el además son a su vez tema metodizado. Con lo que en último término los trascendentales del ser personal humano o, si de este modo cabe llamarlos, las “primalidades” convertibles con el carácter de además o intrínseco co-existir son dos dualidades que asimismo se dualizan: la de intimidad y libertad y la de trasparencia o intelección y amar cifrado a su vez en donalidad según el dar y el aceptar. Y así, dualizándose con la libertad como corroborada actuosidad dual y redoblante y en apertura por lo pronto interior, la intimidad es el trascendental de inmediato convertible con el además equivalente a co-existir o co-ser intrínseco, y hasta el punto de incluso con éste equipararse, pero en la medida en que asimismo con el co-existir o además se convierte el dualizarse de inteligir y amar, por el que más todavía comporta la intimidad apertura hacia adentro en virtud del comunicarse la libertad como además metódico puro a estos trascendentales del ser personal y continuarse en ellos. * * * Por lo pronto, al ser primaria e intrínsecamente dual el acto, avance o método solidario con el tema según el carácter de además, o intrínseco co-existir, es método a la par de ser —método de ser— y de conocimiento intelectivo —método intelectual— pues, sin exigir reflexión, su intrínseca dualidad es trasparente actuosidad, que no de modo metafórico sino por así decir “real” estriba en luz, y luz desde luego más alta que la luz física, la que en cambio puede entenderse como metáfora de la trasparencia intelectual, al menos cuando ésta es manifestativa o luz iluminante, pues en virtud de la redoblante dualidad intrínseca la trasparencia según el además es luz “tan sólo luciente” o puro trasparecer que, valga la ya empleada imagen, “ahonda” en su trasparecer, esto es, que redobla según la actuosa dualidad primaria del lucir como “adentrándose” en lucidez. De donde el tema que en inescindible solidaridad con el método que de antemano alcanzándolo se le otorga según el carácter de además, o intrínseco co-existir, se convierte, método y tema solidarios, como acto, avance o método de primaria dualidad, con la actividad de inteligir equivalente a pura luz trasparente y que, en calidad de trascendental de la persona humana como acto de ser, con ella se convierte, a la par con los otros trascendentales personales, la intimidad y la libertad así como a su manera el amar. A su vez, puesto que el carácter de además en cuanto que tema con el que el método es inescindiblemente solidario equivale al acto de ser que es la persona humana, y con el que se convierten los trascendentales antropológicos, entre los que se cuenta el inteligir personal; y ya que según su “valor” metódico respecto de estos trascendentales temáticos el además equivale al innato hábito de sabiduría, con el que en cuanto que intelectivo a su vez se corresponde el método filosófico de abandono del límite mental según el inconsumable desaferrarse el inteligir respecto de ese límite, por eso, y en tanto que de condición intelectual no sólo el además como tema, esto es, el inteligir personal, sino a la par el además como método, es decir, el hábito de sabiduría, al igual que el método filosófico que con ese hábito intelectivo se corresponde, son actividad intelectiva de acuerdo con la intrínsecamente dual actuosidad en tal medida equivalente a luz, es decir, luciente o trasparente y, en descenso desde ella, iluminante, si bien según el además como redoblante dualidad primaria no más que luciendo, o como puro trasparecer, de modo que sin iluminar ni desde luego iluminarse . La noción de autoiluminarse una luz resulta superflua pues la autoiluminación “llegaría tarde”; cualquier luz es clara también si esclarece, iluminándolo, un término de intencionalidad. Con todo, cuando ese término de intencionalidad carece de luz, su iluminación admite ser iluminada, mas desde una luz más alta, y sólo en tanto que insuficiente como iluminación. Justo en esta manifestación de insuficiencia de luces iluminantes inferiores estriban los hábitos intelectuales adquiridos.. Asimismo, y en último término porque en el nivel del además en manera alguna sobreviene el encuentro de tema pues en la medida en que el alcanzar como método se otorga al tema en alcanzándolo, por eso, tal tema equivale a ampliación que de ningún modo se acaba de alcanzar, y que a su vez se torna en método para un tema ulterior mas al cabo inalcanzable en calidad de plenitud de luz o de pura trasparencia, por eso, desde el inteligir personal convertible con el además como luz sólo luciente, y de entrada desde el valor metódico que en alcanzándolo se le otorga, es decir, desde el hábito innato de sabiduría, desciende por lo pronto el hábito no tanto innato cuanto por así decir “nativo” de intelección de los primeros principios, equivalente a advertir la persona el tema de ese hábito, mas sin iluminarlo, pues estriba en “puro distinguirse” respecto de él por parte de la luz o trasparecer, según lo que equivale a advertencia del mero carecer de lucidez dicha advertida actuosidad, la principialidad primaria que es el acto de ser extramental como persistir, esto es, como comienzo incesante e insecuto. Pero asimismo en descenso procede, y “a partir de” un ápice iluminante equiparable con el hábito asimismo nativo de sindéresis, el irrestricto “enriquecimiento” de la plural iluminación que según hábitos intelectuales adquiridos engloba la limitada luz iluminante o presencia mental como actualidad según el inteligir objetivante, bien entendido que —según se ha sugerido— estriba en presencia mental no sin más la limitada sino asimismo la que admite irrestricto enriquecimiento intrínseco en calidad de inteligir habitual también englobado por el hábito de sindéresis. * * * Por su parte, el desaferrarse respecto del límite mental como método filosófico se corresponde con el hábito de sabiduría en tanto que dicho desaferrarse equivale a ser además respecto de esa “restricción”, el límite mental, característica del inteligir objetivante, que siendo luz iluminante y en esa medida intencional, es decir, presencia mental, se reduce a mera actualidad al quedar dicha iluminación limitada en cuanto que “retenida” al introducirse el límite de la presencia mental. Y es de ese modo como, en congruencia con el además metódico equivalente al hábito de sabiduría, con el que a su vez se corresponde el desaferramiento respecto de la limitada presencia mental según la tercera dimensión del abandono del límite, se alcanza el además como tema; alcanzar inagotable en el que estriba la inescindible e inconsumable solidaridad metódico-temática del carácter de además, y que como primaria dualidad intrínseca y redoblante se convierte con la persona humana en tanto que acto de ser. Luego si bien el carácter de además con el que la libertad trascendental se convierte es además intrínsecamente, de acuerdo con la tercera dimensión del método filosófico de abandono del límite mental es además —y en esa medida un peculiar “liberarse” desde luego asimismo libre— respecto de la limitación del inteligir objetivante, es decir, respecto de la presencia mental ínfima o limitada por serlo según actualidad, y que en la primera dimensión de ese método es en cambio puramente distinta respecto del persistir, por lo que éste se advierte prescindiendo sin más de la presencia mental por lo pronto limitada, así que de cualquiera superior. A su vez, siendo además el además respecto de la presencia según actualidad, no es puramente distinto de ella pues por lo pronto la presencia mental, también si limitada como actualidad o presencia mental ínfima, pero más aún en tanto que irrestrictamente enriquecible, en descenso procede desde el además, con lo que el además equivale antes que a excederla, y no sólo a la limitada, a un inagotablemente actuoso “ser más” respecto de cualquier modalidad o matización de la presencia mental, sin por así decir prescindir de ninguna, así que más alto que cualquier enriquecimiento o crecimiento . Al indicar que el carácter además lo es respecto de la presencia mental también si más alta que limitada no sólo se da razón de cómo el además es filosóficamente alcanzado pues por más que el hábito de sabiduría sea innato en la persona humana no de suyo, valga decirlo así, es un método filosófico, sino de que esa manera de alcanzar el además es la más alta de las dimensiones de abandono del límite mental. El método filosófico “correspondiente” al hábito de sabiduría es la tercera dimensión del abandono del límite mental que de las demás se distingue porque al ser dicho límite detectado en condiciones de abandonarlo, esto es, “cayendo en la cuenta” de que así como hubo de ser libremente introducido también en libertad es viable no sólo atenerse a él sino asimismo abandonarlo sin dejar de inteligir, a saber, mediante actos intelectivos más altos, cabe libremente no sólo prescindir de ese límite, sino también desaferrarse de él “tomándolo” en calidad de punto de partida y de suerte que dicho desaferrarse equivale a alcanzar el carácter de además en correspondencia con el hábito de sabiduría. De manera que en vista de la tercera dimensión del abandono del límite mental el además es además no sólo desprendiéndose o desaferrándose respecto de la presencia mental limitada y por eso ínfima, que es la del inteligir objetivante, cuyo redundar en trasparencia o luz es iluminante o intencional de manera única, misma y constante, esto es, según actualidad, en lo que precisivamente estriba el límite mental, sino de las superiores modalidades de presencia mental adquirible y enriquecible desde el además como método equivalente al hábito de sabiduría y a partir del hábito de sindéresis. Con todo, que el carácter de además sea además de la presencia mental y no sólo si limitada o según actualidad se sigue de que incluso ella depende y procede del además, en modo alguno al revés. Porque el proceder descendente del además según la presencia mental como actualidad conlleva un límite antes que para el además más bien para ese descenso en cuanto que estriba en presencia mental o iluminación, justo el límite mental, que en esa medida hubo de ser introducido respecto de la presencia no en virtud del además sino debido a cierta caída en cuanto al modo de proceder desde el además dicho descenso, y caída que es plausible asimilar a lo que en la doctrina bíblica se llama pecado original en su condición de pecado de ciencia. Ahora bien, ni siquiera según la introducción del límite mental, tampoco si esa introducción se debió a la caída en cuanto al proceder descendente desde el además según la ciencia, pierde el además su carácter de además, por lo que en esa situación es netamente además respecto de la presencia mental limitada cifrada en actualidad, según lo que cabe tomar el límite mental como punto de partida para alcanzar el además. Y es que de ninguna otra manera es viable que el además “parta” o “arranque” a ser justo en cuanto que acto de ser superior a cualquier comienzo principial, a saber, intrínsecamente dual como acto, avance o método justamente de ser. Al cabo, alcanzar el además tomando el límite mental como punto de partida del desaferrarse de él equivale a la tercera dimensión del abandono del límite como método filosófico que se corresponde con el hábito de sabiduría en tanto que valor metódico del acto de ser humano como además, pero sin equipararse con él por cuanto que este hábito comporta alcanzar su tema otorgándosele, de suerte que es método de ser tanto como de conocer intelectivamente; en cambio, cabe omitir ese método filosófico sin mengua del además ni como hábito de sabiduría ni como inteligir personal y aun si por “tener que ver” con el límite mental o del inteligir objetivante al abandonarlo dicho método podría ser más o menos comunicable dentro de una comunidad científica ya que permite apelar a objetivaciones y consiguientemente al lenguaje, si bien con dificultad, pues incluso de ese modo se exige eludir la suposición y extrapolación de las objetivaciones como si a manera de “sujetos”, o de “entes”, les compitiera la “actividad” de ser, de la que sin embargo se hallan eximidas en la medida en que son objetivadas según limitada presencia mental.. Porque si siendo el límite mental desde luego detectado según la indicada tercera dimensión, al igual que según las otras, del método filosófico de su abandono, mas en ella tomado como punto de partida del desaferrarse que con el hábito de sabiduría se corresponde, de donde con el además como método equivalente a alcanzar el además como tema, aún así, puesto que incluso limitada la presencia mental depende del carácter de además en cuanto que éste a través del proceder de nivel esencial que desde él desciende libremente la “pone” mientras también libremente le compete “tomarla” como punto de partida de su desaferrarse, por eso, ni poner la limitada presencia mental para abandonarla, ni tomarla como punto de partida que se abandona, es de suyo inherente a ese descendente proceder desde el además ni en tal sentido “necesario” para éste como método de ser ni de conocer . De manera que por proceder la presencia mental desde el además y por ser, incluso en tanto que limitada, puramente distinta respecto del persistir como primer principio extramental, de ninguna manera cabe inteligir la libertad inteligiendo la principiación, es decir, a distincto, mientras que tomando como punto de partida el límite mental cabe inteligirla por así decir intrínsecamente (y sin apelar a la analogía ni a proceso lógico alguno) de acuerdo con con la tercera dimensión del abandono del límite. Por su parte, respecto del persistir la presencia mental inconsumablemente por así decir “dis-cede”, mientras que como acto es “precedencia” respecto de la objetivación. Paralelamente, el carácter de además o intrínseco co-existir tampoco es además respecto del persistir como primer principio aun si, valga la expresión, lo “excede” y sin de ninguna manera depender de él; más bien, al de manera más alta depender del Origen en alguna medida le cabe “asumirlo” al menos esencializándolo al inteligirlo, así como añadiéndose a co-principios o concausalidades al recibirlas en su descenso de nivel esencial. Luego el carácter de además es por cierto libre respecto de la necesidad del principiar pero sin que, a la manera de la actualidad o presencia mental limitada en tanto que puramente distinta, se separe o exima respecto de él (o sin que de él “re-ceda”); con lo que menos aún se separa el además respecto de la actualidad, que equiparada con el acto perfecto es “acto coincidente con su culminación” de donde simultáneo con ésta, pues sin desde luego ser inferior al acto perfecto como si fuera imperfecto comporta inconsumable actuosidad en calidad de, si de tal modo cabe decirlo, “sobre-cedencia” respecto de la actualidad, que a su vez procede desde el además. Por otra parte, en la medida en que por así decir no de suyo el proceder descendente desde el además hubo de venir a “detenerse” según la introducción de la presencia mental limitada —cabe conjeturar—, le habría cabido elevar las co-principialidades asumidas a lucir no sólo como iluminadas sino incluso como iluminantes, esto es, elevadas a presencia mental. Con lo que al menos de dos maneras distintas cabe al espíritu personal humano ser en el tiempo físico o vivificando el cuerpo orgánico, y aun si más alta que ambas, teniendo en cuenta la Revelación cristiana, sería por cierto la de Cristo, superior desde luego a la de Eva y Adán.. Y aún así, el avanzar primario en inescindible dualidad del método con el tema según el carácter de además equivale a avanzar dualizándose sin punto de partida existente o “real”, o de manera que de antemano el además es además, y como además del además, sin que de nada distinto tome partida que de además; porque al cabo el punto de partida del método filosófico según el que el además se alcanza es el límite mental en tanto que equivale a exención respecto del mero existir o ser; a su vez, el además es creado o depende de Dios sin que desde luego parta de Él ni tampoco de la criatura extramental o principial, y sin que ni siquiera, menos aún, sea “a partir de” la nada o respecto de ella a la manera del ser principial que, siendo primer principio de no contradicción, es “partida” o “incipiación”, comienzo incesante e insecuto y equivalente así a “real” exclusión de la nada. De manera correlativa, el abandono del límite mental tampoco es un método filosófico indispensable u obligado, por más que sin alcanzar el carácter de además detectando el límite mental y de él desaferrándose en filosofía resulta inaccesible la ampliación del “ámbito” trascendental del ser, pues tampoco la sabiduría se discerniría respecto del hábito de los primeros principios, o de intellectus, por ni siquiera distinguir los actos de ser en tanto que primarios, no sólo el creado respecto del Increado, sino, más aún, y en la medida en que de distinta manera dependen de Dios como criaturas, el acto de ser personal en tanto que intrínsecamente dual, respecto del extramental en tanto que meramente principial. aquí voy en cuanto a la corrección del lib trasc a, en donde sigue un apartado que aquí no se recoge 3. Carencia de réplica personal en intimidad y “competencia” de trocarse en su búsqueda según la libertad trascendental De suerte que según el carácter de además como método de ser inescindiblemente solidario con su tema, y que al de antemano alcanzarlo sin consumación se le otorga, la persona humana es o existe como actuosa dualidad redoblante si bien no menos primaria, esto es, radical o nuclear, desde luego más alta que principial, y cuya actuosidad, avance o “valor” de método estriba justo en libertad como trascendental personal que como tema a su vez tornado en método por el método que en alcanzándolo inagotablemente se le otorga, en lugar de ser tema metodizado respecto de un tema ulterior o para él, corrobora o confirma el valor metódico del además que lo alcanza, y de suerte que el además es no sólo “de” además sino también “para” además. Y es así como según la apertura de la intimidad hacia adentro equivale el carácter de además a con mayor amplitud co-existir o co-ser, esto es, a co-existir-con o co-ser-con, en el que si el primer “con” denota el abrirse interior de la intimidad, el segundo denota antes que el co-existir o co-ser con otro ser más bien esa apertura hacia adentro de la intimidad personal, pero de modo que el otro ser con el que según libertad cupiera co-ser o co-existir habría de ser hallado en último término al como “adentrarse” la persona en su intimidad. Con lo que al ser humano personal compete, en la altura mayor de su ser, que es a la par su mayor hondura, de acuerdo con la libertad corroborada en tanto que método puro según el abrirse hacia adentro de la intimidad, trocarse en búsqueda de llevar a plenitud dicho co-existir-con en el que estriba. En esa medida, ya que el co-existir es primaria dualidad intrínseca y redoblante según el carácter de además, y en virtud de que la libertad trascendental que con él se convierte es actuosidad, avance o método corroborado, a su vez dualmente se abre como intimidad ya que no sólo según apertura interior de ésta sino con mayor motivo hacia adentro, pues incluso siendo primario de manera más alta que como principiación carece desde luego de originaria identidad pero asimismo de plenitud, aun si en modo alguno se restringe según actualidad por ser inagotable e inconsumable según el además y por tampoco culminar en plenitud. De donde en virtud de la libertad trascendental en tanto que primaria actuosidad de intrínseca dualidad corroborada como método puro comporta la intimidad personal como incolmable apertura interior en la que, todavía más, y hacia adentro abriendo esa intimidad, la libertad se comunica al inteligir y al amar continuándose en ellos, a la par que conduciendo u orientando el co-existir o además hacia su íntima culminación en plenitud, y aun cuando esta plenitud sea inalcanzable para sola la persona creada en cuanto que carece de identidad, debido a lo que justamente le compete desde luego buscar la plenitud en Dios como Origen idéntico, si bien asimismo le cabe pretender la identidad como “apropiable”, lo que, con todo, más aún que ser inalcanzable conlleva rechazo a que esa culminación pudiera ser otorgada por el Origen así como inane rebeldía frente a la condición inidéntica o creatural del además. * * * Por consiguiente, al avanzar o ser actuoso el co-existir o carácter de además equiparable con el ser humano personal según la intrínseca dualidad redoblante de la libertad corroborada como puramente metódica que con él se convierte, inagotablemente se amplía en su condición trascendental de acuerdo con la apertura interior de la intimidad personal, así que sin salir o exteriorizarse, con lo que de entrada interiormente se trasciende; pero más todavía de acuerdo con la apertura hacia adentro de la intimidad asimismo según la libertad trascendental trasciende, ya que al trascenderse por redoblantemente dual, aun si careciendo de identidad, le cabe por lo pronto trocarse en búsqueda del ulterior tema de altura suprema incluso si inalcanzable, a la par que buscándose al buscarlo, y de esa suerte en lo más íntimo de su ser por así decir “confiándose” al divino Favor. Así que estribando el co-existir o además como tema en el inagotable ampliarse de los trascendentales personales que con él se convierten, de entrada en virtud de la libertad como actuosidad de primaria e intrínseca dualidad redoblante comporta la apertura interior de la intimidad según la que él íntimamente se trasciende; pero asimismo en virtud de la libertad trascendental comporta apertura de la intimidad hacia adentro o no sólo trascendiéndose el co-existir íntimamente sino a la par trascendiendo, mas sin desde luego sobrepasar la intimidad al como en ella ahondar de acuerdo con los otros dos trascendentales personales, el inteligir y el amar, a través de los que al co-existir como tema “compete” o bien trocarse en búsqueda de una plenitud temática de la que en cuanto que además carece, o bien intentar esa plenitud bajo la pretensión de apropiarse la identidad. Con lo que también el inteligir y el amar que con el co-existir o carácter de además se convierten son actuosos según el redoblar como primaria dualidad corroborada en lo metódico de la libertad trascendental, por lo pronto en el abrirse interior de la intimidad personal, pero no menos de suerte que al ampliarse en tanto que trascendentales del ser humano personal, o trascendiéndose, más aún trascienden, pues siendo para un tema ulterior tornados en método por el que en alcanzándolos se les otorga, y en la medida en que se les comunica la libertad continuándose en ellos y como “activándolos” en apertura de esa intimidad hacia adentro, compete a esos trascendentales ser trocados en búsqueda respecto de la plenitud temática de la que la persona como intrínseco co-existir o además carece, o bien, bajo la presunción de poder alcanzar identidad, “volcándose” en pretenderla y frustrando así dicho trascender. * * * Al cabo, puesto que con el carácter de además equivalente al acto de ser personal como intrínseco co-existir se convierte la libertad de entrada en tanto que actuosidad de la apertura interior de la intimidad, y ya que con el co-existir a la par se convierten los otros dos trascendentales personales, el inteligir y el amar, alcanzados como tema en esa libremente actuosa apertura interior de la intimidad y de manera que al otorgárseles el método por el que son alcanzados a su vez se tornan en método para un tema ulterior, por eso, asimismo a la libertad compete, mas en apertura hacia adentro de la intimidad personal, “activar” dichos trascendentales al comunicárseles y en ellos continuarse para que el co-existir que como además carece de plenitud temática se trueque en búsqueda de tal plenitud. Con lo que la activación del inteligir y del amar en la apertura hacia adentro de la intimidad es viable si de un lado en la apertura interior de ésta en cuanto que se dualiza con la libertad de acuerdo con la inagotable ampliación del intrínseco co-existir, son no menos ellos alcanzados, pero de suerte que al alcanzarse el carácter de además en tanto que método solidario con el tema y otorgándosele, esos trascendentales son tema que a su vez se torna en método para un tema ulterior del que aun así carecen, pues en modo alguno lo alcanzan ni encuentran; según lo que de otro lado esa activación es viable porque al dualizarse la intimidad con la libertad y al ser ambos trascendentales tornados como tema en método en vista de que se les otorga el que los alcanza, compete por su parte a la libertad, y ya que como tema metodizado es corroborada como método puro, comunicarse a esos otros trascendentales tornados también en método respecto de un tema ulterior para en ellos continuarse, con lo que o bien son trocados en búsqueda de ese tema al cabo supremo, o bien volcados sobre temas inferiores bajo la pretensión en último término de identidad. Y de ese modo a la libertad trascendental que como método corroborado por el tema o método puro se comunica al inteligir y el amar continuándose en ellos y abriendo hacia adentro la intimidad personal, compete, o le cabe, trocar esos otros trascendentales en búsqueda del tema ulterior respecto del que por a su vez otorgárseles el método que los alcanza son ellos tornados en método. Así, en lo concerniente al inteligir personal, por cuanto que el trasparecer del carácter de además es una actuosa dualidad intrínseca que al redoblar en dualidad se torna por así decir más hondamente trasparente, según la libertad trascendental le cabe trocarse en búsqueda de una trasparencia plena a la que en modo alguno hubiera de faltar plena claridad, pero, más aún que como iluminación, a manera de, si en cierta medida cabe vislumbrarlo, identidad de luz tan sólo luciente y claridad como íntimo esplendor. Paralelamente, ya que el amar personal inicialmente estriba en un aceptar inculminable pues concerniente al inagotable carácter de además, según la libertad trascendental le compete trocarse en búsqueda de una plena aceptación y de que asimismo sea aceptado cuanto en descenso desde el además la persona humana “instaure” con carácter de don . Como trascendental personal que comporta vínculo entre personas estriba el amar en un por así decir conato o, mejor, aspiración (o “espiración”) de prodigarse según “fecundidad”, si cupiera, “dentro” de la primaria dualidad trascendental de dar y aceptar, o cabe ella, de acuerdo por lo pronto con la instauración del don. Porque en el ser personal humano y de entrada a la vista de la dependencia que respecto de Dios ese ser es, el amar se inicia con el aceptar dicho ser en calidad de don divino, pero aceptar que a la par invita a dar, esto es, a corresponder al don divino “procurando” “instaurar” un don humano justo a través del descenso de la libertad trascendental puesto que en el nivel del acto de ser la persona humana es incapaz de don (la noción de “cuidado” o “cura” atañe de entrada al amar). De ese modo el don humano equiparable con el amor de correspondencia a la iniciativa donal divina se instaura mediante el descenso del creado ser personal desde el hábito de sabiduría según el que de antemano le compete “acatar” el “ser otro” o “ser distinto” del que él es, a saber, el ser extramental, pero descenso que también procede a partir del de sindéresis, y que es ya suscitado en lo intelectual o ya además constituido en lo voluntario, de modo que según esa dual condición equivale al “enriquecible” distinguirse real en el que estriba la esencia potencial o dinámica de ese acto de ser personal en cuanto que conlleva carencia de identidad, a no ser que intentando disponer de esa riqueza esencial pretenda la criatura personal apropiarse la identidad.. Sin embargo, de acuerdo con esa activación del inteligir y del amar que en apertura interior de la intimidad son tornados en método para un tema ulterior según la redoblante y solidaria dualidad metódico-temática del además, en apertura hacia adentro de esa intimidad en virtud de la libertad corroborada como método puro que se les comunica y en ellos se continúa, carecen estos trascendentales de alcanzamiento del congruente tema incluso trocándose en búsqueda de él: la trasparencia intelectual carece de pleno trasparecer íntimo incluso alcanzándose según la solidaridad metódico-temática del carácter de además, de donde como trasparencia sólo luciente, mientras el amar, sin siquiera culminar en la aceptación del dar por el que le es el ser donado sin haberlo, valga decirlo así, “provocado” o, menos, obtenido, logrado, tampoco consuma el don que de acuerdo con el descenso del además le cabe instaurar. De esa suerte, por más que de antemano según la libertad como además metódico en la apertura interior de la intimidad son el inteligir y el amar alcanzados como trascendentales personales en calidad de además temático, de donde “suficientes” en tanto que con ellos como tema es solidario el método, aun así, al ser como tema tornados en método para un tema ulterior en cuanto que se les otorga el método que los alcanza, y, con mayor motivo, al ser por la libertad temática corroborada como metódica activados en la apertura hacia adentro de la intimidad y trocados en búsqueda de ese tema y al cabo de la plenitud, son precarios en la medida en que tornados en método y torcados en búsqueda ni alcanzan ni encuentran dicho tema del que en intimidad carecen, también si según esa libertad pretende la persona apropiar la plenitud temática presumiendo lograr la identidad a través del descenso de esos trascendentales y aun a costa de renunciar, si cupiera, a que ese descenso fuese elevado hasta la intimidad personal . Porque si bien para la persona creada resulta inasequible la elevación hasta el acto de ser personal del descenso como disponer según la libertad y manifestativo de la intimidad que procediendo desde el hábito de sabiduría como valor metódico del carácter de además y a partir del de sindéresis es la riqueza de la esencia potencial del acto de ser humano, es a Dios por así decir “pedida” cuando en correspondencia al don divino que es el además ese descenso se instaura con carácter de don ofrecido a Él.. Aquí en el largo sigue otro apartado * * * De modo que pues en virtud de su inescindible solidaridad metódico-temática el carácter de además es de antemano o primariamente dual y por así decir redoblando actuosamente en esa dualidad, o al ser método tan sólo en alcanzándose como tema, así que a éste otorgándose el método, de donde metodizándolo respecto de un tema ulterior, mas sin “salir” de la intimidad convertible con el además como intrínseco co-existir, por eso, la intimidad personal estriba en un interior o “interno” abrirse según la inagotable por redoblantemente dual actuosidad primaria, y como método corroborada, que es la libertad, y de suerte que según apertura interior desde luego excluye no sólo alteración, sino más aún enajenamiento o alienación, al igual que cualquier dualismo, y sin tampoco dualizarse con otra persona en la apertura de esa intimidad hacia adentro, ya que incluso siendo el además intrínsecamente dual y redoblante carece tanto de réplica personal cuanto de dualidad de personas. Y de esa suerte en la medida en que la apertura de intimidad como trascendental antropológico se convierte con el intrínseco co-existir o co-ser según el además en cuanto que inagotable y no tan sólo inconsumable, éste en dicha intimidad carece de réplica, con lo que a su vez carece por lo pronto de encuentro de una íntima manifestación personal plena, y de manera que estriba, valga así decirlo, en “silenciosa” intimidad, o sin “verbo interior” de condición personal, por más que como tema tornado en método y según la apertura hacia adentro de la intimidad le compete trocarse en búsqueda de dicha réplica a manera de plena manifestación personal . En esa medida la plena manifestación social de la persona humana es imposible en el nivel del acto de ser, y sin que eso conlleve solipsismo pues la manifestación de nivel esencial es manifestación justamente de la intimidad personal. Más bien, la imposibilidad de manifestación plena del ser personal creado muestra que la plenitud del encuentro intelectual y amoroso de las personas creadas sólo sería viable en la Máxima amplitud que es la Intimidad paterna que Dios es si Dios, atendiendo a lo sabido por Revelación, por así decir “abre lugar” a la criatura en esa Intimidad a través de la glorificación del Verbo encarnado.. Así que la carencia de réplica del intrínseco co-existir o co-ser según el carácter de además en la dual apertura —interior y hacia adentro— de la intimidad con él convertible es correlativa con la carencia de plenitud temática de dicho además justo por ser además respecto de además, y se corresponde con la carencia de identidad de éste como creado acto de ser personal. Pero aun cuando si como acto de ser según el intrínseco co-existir o carácter de además la persona humana en intimidad no encuentra réplica personal, su redoblante dualidad primaria es por así decir inanulable, indeclinable o ineludible, de modo que incluso careciendo de esa réplica íntima ni se consuma ni culmina, de donde como co-existir, valgan las expresiones, “insiste” o, mejor, “co-insiste” en su intrínseca dualidad con carácter de “co-insistir-con” y denotando el segundo “con” —ya se ha dicho— no sin más que co-existe con otro ser, si bien de antemano como además depende de Dios, sino el no menos de antemano intrínsecamente dual co-insistir de acuerdo con los trascendentales que con él como además se convierten, por lo pronto según el dualizarse de la libertad y la intimidad tanto en la apertura interior de ésta cuanto más aún hacia adentro en la medida en que también a la libertad trascendental compete a través del inteligir y del amar trocar ese co-insistir o además en búsqueda de la réplica de la que íntimamente carece . Respecto del carácter de además se elude hablar de “con-sistir” en la medida en que este término vale para la luz iluminante objetivada según el límite de la presencia mental en cuanto que la objetivación se dualiza de manera constante y como lo mismo con la actuosidad restringida como actualidad al con ésta conmensurarse.. De esa manera, puesto que la persona humana equivalente al intrínseco co-existir o carácter de además según la libertad como primaria actuosidad dual que al tornarse en método por otorgársele el que la alcanza, si bien corroborándose en tanto que metódica, en lo temático co-insiste-con según el redoblar de esa dualidad, de donde sin encontrar su plena manifestación en la apertura interior de la intimidad, por eso, compete todavía al además o co-existir, y en virtud asimismo de la libertad en cuanto que en la apertura hacia adentro de la intimidad se comunica a los otros trascendentales personales y en ellos se continúa, por lo pronto trocarse en búsqueda de réplica aunque sin encontrarla, mientras a la par, y por cierto al carecer de tal encuentro, según su condición de método, bajar o descender con miras a encontrar temas en virtud de la libertad de un lado como “acatamiento” respecto del ser extramental mientras que de otro como disponer que procede según la irrestrictamente enriquecible manifestación de la intimidad en la que estriba la esencia de la persona humana en calidad de inherente distinguirse real de ésta como acto de ser. Con lo que según el inagotable redoblar en primaria dualidad del carácter de además como intrínseco co-existir y al dualizarse la intimidad personal con la libertad trascendental en tanto que actividad o actuosidad primaria y redoblantemente dual del además, así como, no menos, a través del inteligir y del amar, con insistencia esa intimidad se abre desde luego interiormente pero todavía más hacia adentro. Y es así como la libertad trascendental es el acto primario —primero, nuclear o radical— de la co-insistente apertura, inagotable e inconsumable, de la intimidad convertible con el co-existir o además, pues en el dualizarse con la libertad estriba para la intimidad en cuanto que trascendental de la persona humana, y como a través del dualizarse del inteligir y del amar, el abrirse tanto interiormente cuanto hacia dentro; co-insistente o redoblante dualizarse convertible con el carácter de además equivalente al intrínseco co-existir-con que a su vez como íntima actuosidad, es decir, como vivir se equipara con un viviente personal . A la par, ya que desde la actuosidad primaria mas de intrínseca dualidad redoblante y corroborada como método puro que es la libertad, como trascendental que se convierte con la persona humana, en descenso procede el disponer según la “actividad” o actuación equivalente a la manifestación de la intimidad personal en el nivel de su esencia, la que por su parte es dinámica o potencial en tanto que, para de alguna manera decirlo, “poderosa” para enriquecerse sin restricción en la medida en que procede desde el carácter de además, por eso, de acuerdo con la dualidad de disponer manifestativo o de manifestación dispositiva procede la vida esencial del viviente personal en lo que estriba la distinción real de ella respecto de él.. En último término, con el carácter de además como dual primariedad o acto de ser equivalente al intrínseco co-existir-con o co-ser-con de entrada se convierte el con la libertad dualizarse de la intimidad personal según actuosa apertura por lo pronto interior; mas a la par, ya que en virtud de la solidaridad metódico-temática del además como dualidad redoblante, pues al otorgarse el además como método en alcanzándolo al además como tema y de suerte que a su vez lo torna en método para un tema ulterior, la libertad en dicha intimidad por así decir “reposta” como actuosidad, avance o método corroborado, y en apertura hacia adentro activa los otros dos trascendentales personales, el inteligir y el amar, comunicándoseles y en ellos continuándose de manera que siendo éstos metodizados para el tema ulterior les cabe ser trocados en búsqueda de dicho tema y en él de la culminación y plenitud temática de la que carecen en la dual apertura de la libre intimidad, y según lo que con esa orientación destinal se convierte el segundo con. * * * Así pues, dualizándose dualmente la libertad trascendental con la intimidad se convierten ambas con la redoblante dualidad primaria equivalente al intrínseco co-existir que es el carácter de además, con el que a la par se convierte un asimismo dual dualizarse de los otros dos trascendentales antropológicos, el inteligir y el amar, y de modo que en esa insistentemente dual conversión la libertad es la actuosidad directamente equiparable con el acto de ser personal: acto primario o trascendental si bien intrínseca y redoblantemente dual en virtud de la inescindible solidaridad entre el valor metódico y el temático del además. Y de esa suerte es libertad por lo pronto el método equivalente a alcanzar el tema otorgándosele sin consumación pero de manera que en virtud de dicho otorgársele del método es libertad asimismo el tema, redoblando inagotablemente como tema metodizado, aunque en lo concerniente a la libertad tan sólo para como método corroborarse, o siendo libertad temática confirmada como metódica, por lo que siendo la libertad la neta actividad o actuosidad de la intimidad convertible con el intrínseco co-existir o co-ser según el además equivalente a esa primaria dualidad redoblante que es el acto personal de ser y de vivir, desde luego según el inteligir y el amar, es decir, el viviente personal. Con lo que la libertad y la intimidad son los trascendentales que, dualizándose, de inmediato se convierten con la persona humana como intrínseco co-existir o co-ser según el carácter de además, y de manera que la libertad es la estricta actuosidad por cierto primaria o como acto de ser, aunque a la par intrínseca y redoblantemente dual, y corroborada como acto, avance o método, así que desde luego en calidad de “co-acto de co-ser” según la apertura interior de la intimidad personal aunque en la apertura hacia adentro de ésta todavía más de “co-acto de co-ser-con”. De ese modo, si al igual que los otros trascendentales personales la libertad trascendental como método es primaria actuosidad redoblante en dualidad por alcanzarse como tema, y otorgándose a éste según el carácter de además o en tanto que además respecto de sólo además, aún así, en lugar de metodizarse para un tema ulterior se corrobora como método en calidad de además de además para sólo además, según lo que la persona humana es co-acto de co-ser o, por equipararse la noción de acto con la de avance y ésta con la de método —método de ser y no sólo de conocer—, “co-avance” como co-ser, es decir, método que se acompaña al avanzar redoblando como avance en alcanzándose como tema: avance intrínseca y redoblantemente dual en tanto que acto de ser y que en tal dualidad redobla desde luego como tema pero también, justo según la libertad, como método confirmado por el tema o como método puro de ser además, así que de acuerdo con una dependencia respecto del Origen superior a la del primer principio persistencial, de donde extramental, aun cuando asimismo careciendo de plenitud y de identidad pero siendo además y no apenas comienzo por más que incesante e insecuto. Porque ni siquiera corroborándose como método puro la libertad trascendental humana estriba en identidad, pues de antemano es dual; ni, menos, es originaria, pues depende de Dios aun si de más alta manera que como el persistir en la medida en que al “acompañarse” como actuosidad, avance o condición metódica confirmada por la temática, “corre a su cargo” justo como libertad. Paralelamente, tampoco por ser la libertad trascendental tema sin tema ulterior en la medida en que como tema metodizado estriba sin más en corroborar el método, es “atemática” o, si de este modo se entiende, “método sin tema” (a la manera del persistir como mero método), pues equivale a método solidario con el tema, aunque sin tema ulterior pues en alcanzando el tema y otorgándosele es confirmado o corroborado como tal método, de donde suficiente en calidad de método puro por así decir “elevado” a tema, o al revés. En consecuencia, la libertad sola, o sin tomar en cuenta su conversión con los demás trascendentales personales, sería pura actuosidad intrínsecamente dual, desde luego más alta que la apenas principial, pero menesterosa de orientación temática. Y por eso, en la libertad trascendental humana, más que en los otros trascendentales antropológicos, resulta patente la carencia no ya sólo de identidad sino asimismo de plenitud, de suerte que por así decir “perentoriamente” le compete trocarse en búsqueda del Origen del que depende y sólo en el que sería viable encontrar esa plenitud, y por más que le cabe intentar encontrar, construyéndola o produciéndola, cierta presumida plenitud a través de una pretendida identidad como resultado de su actuación y, al cabo, apelándose a su descenso al nivel esencial o mediante el disponer. * * * aquí voy Desde donde a la vista de que según la libertad como actuosidad trascendental la apertura interior de la intimidad personal se convierte con la intrínseca dualidad redoblante o co-insistente que, pues en alcanzando el tema el método se le otorga, equivale a co-acto de co-ser o además de además, y en la que corroborándose como método puro la libertad es además de además para además, aunque de suerte que a su vez el intrínseco co-existir según el además carece de réplica en intimidad o en ella no la encuentra, y puesto que esta réplica tampoco puede definitivamente faltar, por eso, al tornarse el co-existir o además en método para un tema ulterior compete a la libertad trascendental en tanto que método corroborado o confirmado como inagotable e inconsumable actuosidad o actividad con la que se dualiza la intimidad y según la apertura hacia adentro de ésta o como ahondando en ella, activar los otros trascendentales personales, el inteligir y el amar, comunicándoseles y continuándose en ellos y en calidad de co-acto de co-ser-con, para que quepa a la persona humana trocarse en búsqueda de dicha réplica íntima personal o bien, si se rehúsa, pretenderla según identidad. En esa medida, a la par con el abrirse hacia adentro de la intimidad según el trueque del co-existir en búsqueda cabe que asimismo según la libertad por el contrario se “vuelque” éste en pretensión de identidad precisamente a través del descenso desde el además en tanto que metódico, pero en lugar de como apertura hacia adentro de la intimidad personal más bien hacia “abajo” cuando no hacia “afuera” y presumiendo “identificar” con ese descenso, al paso que consumándola, la plena altura temática de su ser. Por tanto, ya que en la apertura interior de la actuosa intimidad según libertad no menos con la persona humana como acto de ser se convierten el inteligir y el amar en tanto que tornados en método por otorgárseles el que los alcanza, y según los que dicho acto de ser se intelige y se acepta —y así ama— como siendo de acuerdo con el carácter de además, esto es, sin una plena intelección ni aceptación de su co-ser o co-existir precisamente por ser además, en esa medida, con mayor motivo según libertad en apertura hacia adentro de la intimidad y a través de esos dos trascendentales personales según libertad por así decir “re-activados”, compete a la persona humana, buscándose, buscar la intelección y aceptación plenas del carácter de además; y si a la par la persona humana intelige y acepta —y así ama— que le concierne el carácter de además sin haberlo buscado, de donde sin haberlo encontrado o mucho menos “inventado” pues en modo alguno lo suscita ni lo constituye, le cabe trocarse en búsqueda del Origen respecto del que como acto de ser o según el además es un peculiar depender, y en Quien sin cejar en buscarlo habría de encontrar la plenitud, por más que asimismo le quepa pretender apropiarse la identidad intentando lograrla como completa autointelección y según el llamado “amor” propio. 4. Libertad trascendental nativa y de destinación De manera que la libertad humana es trascendental en tanto que se convierte con el acto de ser personal que justo según ella, con mayor motivo que el persistir como primer principio de no contradicción o acto de ser extramental, es “íntegramente” metódico o en cierta medida un “método sin tema” pero de ninguna manera por carecer de alcanzarlo sino porque siendo tema al que el método se otorga en alcanzándolo, según la libertad trascendental es metodizado antes que para un tema ulterior para corroborarse o confirmarse como método de acuerdo con la redoblante dualidad del carácter de además, de donde con carácter enteramente metódico pero en lugar de como el persistir mero método, así que sólo principial, más bien puro método dual. Por lo que al ser la libertad convertible con la persona humana equivalente a la neta actuosidad o actividad del además o siendo de intrínseca y redoblante dualidad en cuanto que primaria, abre la intimidad personal no sólo interiormente sino también hacia adentro justo al continuarse, comunicándoseles, al inteligir y al amar, y de suerte que según esa libertad compete al ser personal como intrínseco co-existir, si de tal modo cabe decirlo, “hacerse cargo” de su propia condición de acto, avance o método, al igual que por así decir “conducirla” al orientarla, pero antes que en cuanto al actuar de entrada en cuanto al ser o, para de algún modo indicarlo, por entero “comprometiendo” el ser en esa orientación. De donde en virtud de la libertad es “cometido” del ser personal humano conducir, al orientar, su avanzar co-existente pues siendo, existiendo o viviendo en calidad de método intrínsecamente dual corroborado o puro, así que suficiente o sin ser precario como tal método, comporta, valga la expresión, cierto “señorío” o “dominio”, y más todavía que un poder, sobre el propio avance como co-ser o co-existir: ser dueño el ser personal creado respecto no sin más de las propias actuaciones al disponer según ellas sino en mayor medida aún de la actuosidad que él es como acto de ser justo a través de cierto autoconducirse al orientarse en la medida en que como tema metodizado para tan sólo corroborarse como método, y al desde luego en la intimidad personal continuarse la libertad en el inteligir y en el amar temáticos, comunicándoseles en tanto que metodizados o así activados respecto de un tema ulterior, compete a la persona trocarse en busca del más alto tema. Y es de esta suerte como dicho orientarse el ser personal humano en lo más alto u hondo e su condición creatural equivale a destinarse según la libertad trascendental . Por su parte, la noción de poder —cabe sugerir— concierne propiamente a la voluntad en la medida en que el poder voluntario que “nativamente” la “inviste”, se corresponde con el curvarse de la “voluntariedad nativa” como acto de querer querer más, solidario con querer querer más bien ya que la noción de bien —también se ha sugerido— puede equipararse con la de “otro que el ser” aportable a éste, que, en consecuencia, es “irrestrictamente ampliable”, con lo que cabe querer el bien en cuanto que tal sólo si al querer cualquier fin como bien se quiere querer más bien y, por eso, querer querer más. Con todo, puesto que el poder voluntario se sigue del descenso de nivel esencial, a través de la sindéresis, del hábito de sabiduría como valor metódico del inteligir personal, y conducido por el descenso, como disponer, del corroborado valor metódico de la libertad trascendental, la noción de poder fácilmente se extrapola a los trascendentales personales, sobre todo a la libertad, de acuerdo con el carácter de además, e incluso al amar. Sin embargo, el poder comporta potencia, mientras que en modo alguno el además, así que tampoco la libertad ni el inteligir ni el amar en tanto que trascendentales del ser personal.m. De ahí que con propiedad el poder concierna a la esencia de la persona humana antes que a ésta en tanto que co-existir o además vigente tan sólo en dependencia respecto de Dios; y de ese modo concierne a la dispositiva manifestación, también social, de la intimidad personal. A la persona humana según la libertad trascendental más bien le corresponde —se ha indicado— cierto dominio sobre el avance en tanto que es avance como ser, así que no sólo sobre el descenso de ese avance en el nivel esencial (equivalente a su intrínseca distinción real en tanto que potencial), en el que tal dominio equivale justo a disponer, y dominio no sólo según los actos o actividades con los que esa esencia se “enriquece”, sino ante todo según la “apropiación”, de acuerdo con el “carácter de yo” —no menos se sugiere—, de dicho enriquecimiento de la esencia de la persona humana.. En consecuencia, por cuanto que a la libertad trascendental que se convierte con el co-existir o además y que en la apertura interior de la intimidad como tema que se corrobora o confirma como método le compete comunicarse al inteligir y al amar y en ellos continuarse en la apertura hacia adentro de la intimidad personal, en esa medida, dicha libertad comporta una dualidad ulterior a la que intrínsecamente ella es como método puro o corroborado por el tema, y según la que le cabe o bien trocar el co-existir o además en búsqueda de plenitud buscándola en el Origen, o bien en pretensión de esa plenitud en identidad presumiendo lograrla mediante una apropiación totalizante del dinamismo de nivel esencial (también como manifestación social). Porque si no menos convirtiéndose con la persona el inteligir y el amar en la apertura interior de la intimidad según la libertad como acto, avance o método corroborado o puro intelige ella y acepta que al ser de acuerdo con el carácter de además carece tanto de identidad cuanto de plenitud, paralelamente, en la apertura hacia adentro de la intimidad asimismo según la libertad le cabe inteligir y aceptar que esa libertad proviene en virtud de una, si de este modo se puede indicar, ajena “Iniciativa”, y al cabo paterna por serlo de crear una libertad, y de manera que le compete trocarse en búsqueda de Ella, con lo que “ratifica” la dependencia del además respecto del Origen, por más que al igual le cabe “impugnarla” pretendiendo condición primera según identidad incluso sin por cierto ser originaria. Paralelamente, depender de Dios siendo o existiendo según libertad creada equivale a serle hijo, aunque desde luego sin “tomar parte” del Ser o Esencia divina ni, menos, en identidad con Él, sino de acuerdo con el ser libertad “a imagen” de la Libertad que Dios es. Y de ese modo la libertad trascendental que se convierte con la persona humana equivale por lo pronto a cierto “nacer” según la condición de además metódico corroborado por el temático al en alcanzándolo otorgársele. A su vez, crear Dios una libertad comporta que por así decir “se ocupe” de su destino, tal como es característico de la paternidad . En esa medida de acuerdo con la libertad trascendental el ser personal humano es hijo de Dios al como criatura depender exclusivamente de Él, y por cierto sin confusión de esa filiación creatural con la filiación divina que en el Hijo de Dios encarnado ha sido donada al hombre.. Por consiguiente, la libertad con la que en apertura interior se dualiza la intimidad personal es libertad nativa en cuanto que de entrada según su nacer en sola dependencia respecto del Origen es justo corroborada libertad metódica de acuerdo con la redoblante dualidad intrínseca del carácter de además sin que haya de adquirir o lograr esa condición, mientras que dualizándose con la intimidad en apertura hacia adentro es libertad de destinación puesto que comunicándose a los otros trascendentales personales tornados en método por en alcanzándolos como tema otorgárseles el método solidario, los activa continuándose en ellos, según lo que al acto de ser humano personal como co-existir o además compete ratificar dicha condición de libertad nativa en dependencia exclusiva respecto del Origen así que con carácter filial, y aun cuando también le cabe rehusarla . Porque incluso al trocarse en búsqueda del tema ulterior para el que es metodizada y en tanto que corroborada o confirmada en su valor metódico, a la libertad trascendental humana le cabe mudar ese destinarse en busca de un tema al cabo supremo, pretendiendo por así decir “colmar” el además mediante el descenso de nivel esencial que le es propio al como criatura comportar esencia según distinción real.. A su vez, incluso si al con el además convertirse la libertad trascendental equivale a además respecto de además para sólo además en tanto que libertad nativa que por eso a la par comporta cierto autoconducirse orientándose según la libertad de destinación —conducción equiparable con cierto dominio o señorío del además en cuanto a su condición de acto, avance o método—, de ninguna manera ese conducirse es asimilable a una autoprincipiación o autocausación, pues comporta justo carácter de además . Con lo que tampoco se reduce a principiación el dominio desde el además metódico según el conducirse de su descenso de nivel esencial como disponer: autoconducirse de ningún modo conlleva autoprincipiarse (ni “autodeterminarse”), ni siquiera al recibir la vida esencial humana, añadiéndose a ella, la individual vida corporal orgánica.. Luego el además en modo alguno se auto-principia como además: ser además de ninguna manera es “logro” del además, sino don nativo, por más que avance libremente o en libertad: aun si según el carácter de además el ser personal ha de conducirse, esto es, como libertad trascendental, el además nace como además, sin que llegue a serlo ni tenga que “conquistarlo”, o le sobrevenga ulteriormente; por eso autoconducirse como además equivale a destinarse o bien ratificando la condición nativa al ahondar en ella como apertura de intimidad en busca de la plena filiación, o bien rehusando buscar, bajo la pretensión de “saldar” en identidad el carácter de además: sin nacimiento y sin destinación, y de saldarlo a través del descenso sobre todo de nivel esencial . En tal medida, pretender libremente la identidad presumiendo lograrla como aprovechándose no ya sólo de la existencia extramental a través de su esencia sino incluso de la manifestación esencial, por lo demás intrínsecamente social, conlleva tanto pretensión de completa dominación cuanto renuncia a la filiación y, parejamente, a cualquier otro vínculo personal, ante todo a la amistad de entrada en la fraternidad.. En consecuencia, la libertad trascendental de destinación ratifica la libertad nativa en tanto que filial si a ésta como método corroborado o puro se apela según el conducirse orientándose el ser personal “entero”, es decir, a través de los otros trascendentales que tornados en método respecto de un tema ulterior con aquel se convierten, según el trocarse en búsqueda del Origen respecto del que ese ser personal creado nace precisamente como libertad y sólo en el que le sería asequible lograr la plenitud de la que carece así como encontrar réplica en intimidad; por el contrario, rehúsa a su condición de libertad nativa si en lugar de trocar esos otros trascendentales personales en búsqueda se obstina en pretender identidad a través del descenso de ellos desde el ser personal (incluso si como presumiendo “restituirse” al Origen según el intento de, por así decir, anular su distinción real de nivel esencial . De ese modo sería plausible describir la pretensión de identidad que se deja entrever en sabidurías en las que se presume posible identificarse con la en último término objetivada totalidad.). Al cabo, en la apertura interior de la intimidad personal la libertad nativa es la actuosidad del carácter de además en tanto que es además respecto de además para sólo además pues estriba en método que en alcanzando el tema se le otorga y lo metodiza para sin más corroborarse o confirmarse como método, al paso que en la apertura de la intimidad hacia adentro la libertad trascendental de destinación equivale a conducir la intimidad personal orientándola y como ahondando en ella al continuarse a través del inteligir y del amar comunicándose a ellos, y según lo que al trocarse en búsqueda le compete ratificarse como nativa, si bien puede no menos rehusarla . La “competencia” según la que a la libertad trascendental le cabe conducir en búsqueda el abrirse hacia adentro de la intimidad a través del inteligir y del amar sólo es equiparable con un poder, incluso electivo, si en lugar de trocar el inteligir y el amar en búsqueda de dicho tema ulterior los orienta en pretensión de identidad volcándolos en el descenso desde el ser personal según el disponer y “encauzándolos” a través del querer. Y es que esa alternativa en cuanto a la orientación destinal de la persona humana según la libertad de destinación más bien que de índole opcional equivale a una suerte de respuesta a cierta “encomienda” o “encargo” que al ser la persona humana creada como actuosa según libertad su Creador le confía, a saber, de ser destinándose a ratificar su condición creatural como persona y por eso nativa y filial, o bien, puesto que asimismo inevitablemente le cabe, a rehusarla. De donde en lugar de cifrarse la libertad de destinación en una elección respecto de bienes en calidad cada uno de “otro que el ser” posible de a éste serle aportado, y ni siquiera decidiendo cuál habría de ser fin “último”, es un “acoger” el ser que se es, o a éste “acogerse” en cuanto que equivale a cierta “entrega”, “envío”, “encomienda” o “cometido” concerniente antes que a actos u obras de la persona, aunque desde luego también a ellos, de entrada al ser que ella es en tanto que Dios lo deja a cargo de la libertad que con ese ser se convierte, y de modo que de ese modo le compete, en último término, confiarse al favor divino.. * * * Así pues, el ratificarse la libertad trascendental como dependiente del Origen y no sólo como carente de identidad, esto es, como libertad nativa y consiguientemente filial equivale a según destinación dualizarse con la intimidad en apertura hacia adentro al continuarse, comunicándoseles, en el inteligir y en el amar para activarlos en tanto que temas trascendentales tornados en método respecto de un tema ulterior que de esa manera les compete buscar. Y de ese modo la búsqueda de la réplica personal de la que el intrínseco co-existir carece en intimidad, para de alguna manera decirlo, se “gestiona” en virtud de la libertad como método puro o carente de tema ulterior distinto, y según el buscar los temas supremos que de esa suerte compete a los otros dos trascendentales personales, el inteligir y el amar, al ampliarse la apertura interior de la intimidad más aún hacia adentro, en lo que estriba justamente el orientarse de la libre destinación, y según el que asimismo es conducido el del descenso desde el además. Así que al como método avanzar o ser acto el intrínseco co-existir o carácter de además en alcanzándose como tema y a éste otorgándose, por lo que tornándose a su vez en método respecto de un tema ulterior en virtud de la libertad trascendental nativa que al ser metodizada en la apertura interior de la intimidad personal sin más se corrobora o ratifica como metódica mientras a la par se comunica al inteligir y al amar y en ellos se continúa, de esa manera, compete al ser personal humano y en virtud de la libertad de destinación en apertura de la intimidad hacia adentro orientarse por lo pronto según el trocarse en búsqueda de réplica personal en intimidad y en último término de la plenitud temática, e incluso si inalcanzable para el solo además . De esa suerte la persona humana como co-existir intrínseco según el carácter de además estriba en cierto, valga de esta manera decirlo, “conato” o “propensión” respecto de una plena manifestación del ser personal que es, o bien de “otra” persona, mas sin salir de esa intimidad. Y de ahí que no menos según la libertad de destinación quepa al además en lugar de trocarse en búsqueda de réplica personal al buscar la identidad, por el contrario pretenderla al presumirla como apropiable y antes que allende a ella o trascendiendo, o ni siquiera encontrándola, más bien intentando producirla o “realizarla” a través del descenso desde el además y bajo la pretensión de reflexivamente o según cierta “autorrealización” alcanzar identidad . En cuanto que la pretensión de identidad es conducida al cabo como disponer del disponer y al intentar apropiarse reflexivamente el enriquecimiento esencial con miras a elevarlo al nivel personal alcanzando identidad, conlleva más bien la “autorreducción” de la persona al carácter de yo. Por lo demás, es a la vista de tal reducción como resulta razonable un apremio ético o moral de “vencer” u “olvidar” el “propio yo” o de desprenderse de él pues en modo alguno sería pertinente respecto del carácter de además. Por su parte, la noción de “sí mismo”, a veces equiparada con la de “yo” es apenas una objetivación de suerte que sólo simbólicamente vale respecto de la persona o del carácter de yo.. * * * En último término la libertad trascendental es doblemente dual pues por lo pronto como método puro en cuanto que corroborado por el tema equivale a libertad nativa o de entrada actuosa según ese corroborado valor metódico o de avance del carácter de además; mas de tal guisa corroborada es a la par la actuosidad de los otros trascendentales temáticos en tanto que tornados en método para un tema ulterior, inalcanzado e inalcanzable, sin el que en intimidad el co-existir carece de réplica al igual que el inteligir de plena manifestación y el amar de completa donalidad siquiera como aceptación, según lo que la libertad trascendental humana es asimismo libertad de destinación en la medida en que le compete, al comunicarse a esos trascendentales personales y continuándose en ellos, trocar el co-existir o además en búsqueda, aunque no menos le cabe conducirlo en la pretensión de una inevitablemente postergada identidad ya que a través del encuentro o invención de temas en un nivel inferior e inevitablemente dinámico o potencial . La presunción de alcanzar la identidad de acuerdo con la libertad exige que según ésta no sólo se omita el trocarse en búsqueda, es decir, el trascender, sino que incluso el inagotable redoblar primario de la intrínseca dualidad del además por entero se “vuelque” en el descenso desde su valor metódico, el hábito de sabiduría, privilegiando a su vez el poder equivalente a la voluntariedad, a la que de ese modo se pretende atribuir nivel primario o trascendental equiparable con el del acto de ser, a saber, postulándola como espontánea principialidad, esto es, presuponiendo que cabe principiación primera sin dependencia del Origen idéntico. Por lo demás, asimismo cabría que la persona humana sin más renuncie a orientarse hacia la plenitud dispersando la propia actividad de nivel esencial en una indefinida tarea de por ejemplo interpretación o bien de indiferenciado y “pragmático” o consecuencialista aprovechamiento de cualquier oportunidad de acuerdo con una voluntariedad que se resiste frente a su intencionalidad respecto del bien como aportable “alteridad en el ser” y de esta suerte, como en Nietzsche, se curva sobre ella según cierto perpetuo retorno suyo a manera de mera voluntad de poder, es decir, de querer sólo por nada más que por más querer, es decir, sin querer ningún bien, o queriendo antes que aportar al ser en su esencia simplemente variarla o trasmutarla a través de un “juego” o “arte” de presunta inocencia, e infantilizada más bien que infantil.. Luego la libertad trascendental es la actuosidad a la que dualizándose con la intimidad del intrínseco co-existir o además y no sin el dualizarse del inteligir y del amar le cabe continuarse según la apertura de esa intimidad y más todavía que interior como hacia adentro al comunicarse a esos otros trascendentales personales tornados en método y continuarse en ellos, según lo que a su vez compete al además o co-existir a través de dichos trascendentales según la libertad de destinación ser trocado en búsqueda de réplica personal en intimidad y por más que asimismo le cabe valerse de esa corroborada condición metódica para pretender una presunta identidad rehusando la condición al cabo filial de la libertad nativa . En tanto que según el dualizarse de la intimidad con la libertad como trascendentales del ser personal humano se alcanza la inagotable ampliación de esa intimidad en apertura interior y hacia adentro, es decir, la ampliación trascendental equivalente al carácter de además o intrínseco co-existir, se averigua a la par que la Máxima amplitud trascendental que es Dios se equipara con la Libertad originaria, insuperable, suprema, y desde luego sin que le falte Intimidad (es obvio, por lo demás, que la Máxima amplitud no es un máximo inteligible conmensurable con un posible inteligirlo equivalente al cabo —se sugiere— a la potencia intelectual). Desde donde a la vista de que la persona humana como además no puede existir sola pues al menos depende de Dios (y compitiéndole libremente corresponderle), y ya que comportando intimidad puede manifestarla comunicando con otras personas humanas aun si sólo a través del descenso de nivel esencial, asimismo cabe vislumbrar que la Simplicidad de la Identidad originaria de modo supremo es libre de soledad. A su vez, de ese modo se excluye de entrada el monismo de la amplitud trascendental por así decir entera: tanto el monismo de un ser primario o trascendental que a solas pudiera existir sin relación de dependencia respecto del Origen, mas también el monismo de un solo ser respecto del que la pluralidad fuese tan sólo una modalización de él. Pero a la par en esa medida se entrevé, mas por cierto en calidad de tema inalcanzable para el inteligir personal creado, que el Origen idéntico en modo alguno es incompatible con ser originaria Intimidad “acompañada” en su condición de insuperable Amplitud trascendental pero desde luego sin mengua de Simplicidad. De otra parte, en atención a que se vislumbra esa acompañada Intimidad en la Identidad originaria, con mayor motivo la dualidad trascendental del carácter de además comporta —como se ha sugerido— no sin más carencia de identidad sino incluso, desde luego si se trueca en búsqueda de réplica personal en intimidad, cierto “conato de identidad” y sin que hubiera de carecer de plenitud, en lo que sobremanera resaltaría la condición del hombre como imagen de Dios. Comoquiera que sea, tan sólo de acuerdo con la Revelación cristiana se sabe que la Plenitud compete a la Trinidad en la Identidad o Unidad del Origen, esto es, a la Intimidad del Padre con el Hijo y el Espíritu Santo.. De ese modo al ser la libertad trascendental equivalente en lo temático a corroborar o confirmar la libertad metódica, esto es, la condición intrínseca y redoblantemente dual de la actuosidad, avance o método que según el carácter de además estriba en de antemano alcanzarse como tema y redoblando inagotablemente en ese alcanzar; y puesto que de tal suerte la libertad personal humana equivale, si de ese modo cabe decirlo, al “ademasear” o “ademasía” del carácter de además como su neta actuosidad dualmente primaria, por eso, le compete justamente ratificar bajo la condición de filial la corroborada metodicidad nativa del además al trocarla en búsqueda de su, por así llamarla, “proveniencia” según el depender respecto del Origen en cuanto que hijo así como de su plenitud, orientándose hacia Él, y Quien de seguro la “espera” . Al cabo, la libertad en tanto que inagotable e inconsumable actuosidad de la intimidad como apertura interior convertible con el ser humano personal como co-existir o además carente de réplica íntima se corresponde con el entero depender ese acto de ser respecto de Dios como Origen según Identidad, El que de esa suerte y en alguna medida, mas sin que medie negación alguna, o sin apofatismo, es inteligido como Ser o Actuosidad personal según Libertad en Intimidad a través del Inteligir y del Amar, y en Quien, por comportar Plenitud temática, de ningún modo puede faltar Réplica íntima, mas sin que se llegue a inteligir de qué manera, esto es, sin desvelar el Misterio de la originaria Intimidad divina en Identidad. Paralelamente, en filosofía el método de abandono del límite mental permite apenas vislumbrar, mas en absoluto discernir, el Misterio de la Paternidad de Dios según la noción de Origen cuya Intimidad excluye soledad personal. No obstante, a la vista del alcanzamiento del carácter de además el Origen idéntico equivale a Dios como “Uno” trascendental pero que por ello hubiera de carecer de Réplica íntima, que es como se vislumbra el Misterio de la Intimidad del Origen por cierto en tanto que inabarcable aunque con mayor motivo, si de ese modo puede indicarse, “invadeable” pues solamente cabe que el hombre tenga noticia de la eterna generación del Verbo Hijo en el seno del Padre si le es divinamente revelada. Con todo, en último término, el trocarse el ser humano personal en búsqueda es equiparable con un buscar la Réplica o Imagen íntima que de ninguna manera puede faltar en el Origen sin menoscabo de su Unidad en cuanto que, si cabe de tal modo decirlo, “colma” su Plenitud. Y de esa manera, puesto que la persona humana carece de réplica o de pleno verbo interior mas compitiéndole buscarla, equivale a ad-verbum, a “ad-verbio”, es decir, a imagen del Verbo que plenamente es Imagen de la Persona originaria, Dios como Padre. De modo que la búsqueda personal humana sería por así decir del “Original” del que el hombre es imagen: imagen de la Imagen del Origen. De donde, aparte de ser el Verbo divino Aquél en Quien la entera creación consta, a Él compete proferir el pleno verbo interior de cada hombre, según el que a su vez al final de los tiempos será juzgada la persona humana.. * * * En definitiva, como trascendental del ser personal humano la libertad es la actuosidad de la primaria y redoblante dualidad intrínseca equivalente al carácter de además o intrínseco co-existir, cuya solidaridad metódico-temática es aún más estrecha según la libertad pues como tema corrobora o confirma el método, de modo que a la par se dualiza como libertad nativa y libertad de destinación en cuanto que según ésta le compete ratificar aquélla. Pero asimismo a la libertad humana trascendental conciernen otras dualidades de acuerdo con su descenso desde el hábito de sabiduría al por lo pronto generosamente coexistir la persona con el ser extramental y con la esencia de éste según “libertad como acatamiento” correspondiente tanto al hábito de los primeros principios cuanto al de ciencia (filosófica), mas también al descendentemente proceder del “enriquecimiento” de la persona humana en el nivel esencial según “libertad como disponer” de manera global correspondiente al hábito de sindéresis . Puesto que cualquier acto de ser creado en modo alguno es actuoso sin la esencia potencial equivalente al distinguirse real intrínseco de esa actuosidad primaria, y por más que si es acto de ser personal tampoco se agota en la distinción real esencial, la por así llamarla “excedencia” íntima (y hacia adentro) del acto de ser personal respecto de su esencia de ninguna manera es independiente de ésta. Dicho brevemente, la libertad trascendental en modo alguno es ajena al disponer por más que no se agote según él, así como con mayor motivo tampoco al acatar. Por su parte, el enriquecimiento según el que al encuentro de temas la persona humana en descenso dispositivamente se manifiesta y manifiesta es antes que buscado por así decir “inventado”, pues suscitado en lo intelectual y en lo voluntario además constituido. Y es que el descenso del acto de ser personal humano según el que procede su esencia potencial o dinámica se lleva adelante desde el valor metódico del carácter de además correspondiente al hábito de sabiduría y a partir del hábito de sindéresis como ápice. De otro lado, si bien el acatar concierne al descenso del ser personal según la intelección de los primeros principios como hábito nativo superior al de sindéresis, a partir del que procede el manifestativo disponer de nivel esencial, aún así, en este proceder descendente no menos cabe, y no sin cierta repercusión de aquel hábito sobre éste, acatar el despliegue dinámico concausal equivalente a la esencia del ser extramental a través de un contraste o pugna según cierto “despojo”, por fases, de la manifestada condición presencial según actualidad en vista del límite mental.. A su vez, la unificación de tales vertientes de la libertad personal o trascendental equivale —cabe sugerir— al “logos de la persona humana” entendido como “viva reunión” desde luego no sólo de nociones intelectuales objetivadas, o no sin más como lógica, sino también de hábitos intelectivos, incluso de los del querer, esto es, como peculiar “unidad” de la vida humana de nivel esencial y que en último término se aúna en virtud de la libre destinación personal . En la medida en que la orientación por lo pronto del disponer es inseparable del orientarse la persona según la libertad trascendental de destinación pues, por decirlo así, ésta “convoca” el descenso desde el acto de ser y de manera particular el que procede según el enriquecimiento de nivel esencial, mientras a la par este descenso y sobre todo según el querer “compromete” el destinarse de la persona humana. A su vez, en la medida en que la “convocatoria” según la que la destinación personal desciende procediendo en el nivel del enriquecimiento esencial se corresponde con el comprometerse de la persona en esa riqueza desde luego según el querer, reluce la unificación que concierne al logos de la persona humana de acuerdo con el que en la vida humana de nivel esencial se provoca unidad: “unidad de vida”.. Por su parte, según el descenso del amar desde el hábito de sabiduría la libertad es todavía más alta que como acatamiento y como disposición, pues permite instaurar tanto el acatar cuanto el disponer en calidad de don mediante el que a la par se procura corresponder a la iniciativa en el amar que Dios toma creando la libertad bajo la condición de don, si no premoviente, “previniente” o “provocante” de la libertad de destinación en tanto que ratificante de la libertad nativa (y filial) en el nivel personal . En el nivel del acto de ser, y justo en vista del carácter de además, carece la persona humana de plena aceptación de su ser en tanto que es don exclusivamente divino, incluso si según la libertad de destinación se ratifica como hijo de Dios, por lo que ha de manifestar dicho aceptar a través del descenso desde el además al encuentro de temas en cuanto que cabe instaurarlo en calidad de don a la espera a su vez de aceptación al cabo divina.. Y de ese modo por Dios “provocada” o “pre-venida” la libertad trascendental humana —y mejor que “pre-movida”— según el don previniente que es la libertad nativa, si como libertad de destinación ratifica la condición filial de la nativa, asimismo “convoca” los otros trascendentales personales, por lo pronto junto con el amar el inteligir, al trocarlos en búsqueda de un Logos o Verbo y de un Amor o Don a los que no falte condición personal sin salir de la intimidad mientras de acuerdo con un “talante” filial también “provoca” el acatamiento y el disponer. Porque esa convocatoria de los trascendentales personales en el nivel personal según la libertad de destinación por así decir “con-desciende” según la libertad como acatamiento y como disponer en tanto que permite que el amar las instaure en calidad de don o amor según el que desde la libertad trascendental se “invoca” a Dios para que por así decir las eleve al nivel del ser personal al aceptarlas como “obras” según las que justo mediante la libertad de destinación se ratifica la filiación de la nativa libertad . A la par con que la libertad de destinación es irreductible a un poder electivo, con mayor motivo se ha de excluir equipararla con una “opción” trascendental o, más aún, “fundamental” a la que cupiera por así decir desligarse de la libertad de acatamiento y de la libertad como disponer que en descenso desde el hábito de sabiduría conciernen al ser humano personal; más bien el libre destinarse justamente se manifiesta a través de esas dos vertientes de la libertad trascendental a las que, orientándose, a la par orienta. Con lo que de entrada se excluye cualquier asimilación del planteamiento poliano con tesis de teología moral de acuerdo con las que cabría una opción trascendental o fundamental independiente de la conducta moral que sin por lo demás discernir la esencia humana de la extramental se llama a veces “categorial” o “predicamental”; porque trasgredir gravemente la ley moral según la libertad dispositiva conlleva corromper la libertad trascendental mudando su orientación mediante la aversio a Deo: resulta inviable una orientación trascendental a Dios mientras se llevan a cabo conductas gravemente contrarias a la ley moral divina. Luego es inevitable trasmutar la orientación personal según la libertad trascendental de destinación al omitir el acatamiento por ejemplo presumiendo apropiarse del ser que se habría de acatar, así como al intentar disponer del disponer pretendiendo “corregir” las modalidades dispositivas según las que es irrestrictamente enriquecible la esencia de la persona humana. A su vez, sobre todo en la medida en que destinarse según el trueque en búsqueda del amar exige instaurar el acatar y el disponer en calidad de dones que manifiestan la aceptación del ser personal humano como además se cae en cuenta de la fatuidad de una presunta opción moral trascendental como independiente del enriquecimiento (o empobrecimiento) de nivel esencial. Al cabo, la plural y diversamente enriquecible manifestación dispositiva que es la vida esencial de la persona humana es inseparable de la orientación según la libertad de destinación a través de los trascendentales que con el acto de ser personal se convierten. Por lo demás, a la vista de la libertad de destinación como cierta autoconducción, la libertad según el disponer en el nivel esencial puede ilustrarse más bien con la noción de krátos que con la sola de exousía; la moralidad del disponer en modo alguno es reductible a la licitud dentro de los ordenamientos jurídicos, mientras que a la par ha de inspirarlos.. Finalmente, el según la libertad de destinación trocarse la persona en búsqueda —y búsqueda más que nada de corresponder al Amor divino— es más alto que la reunión viva de la libertad como acatamiento y como disposición según el logos de la persona humana por lo que puede equipararse con la metalógica de la libertad, es decir, superior a la libertad que en descenso desde el ser personal equivale a acatar y a disponer y cuya unificación es el logos de la persona humana según el que se va provocando, al convocarla, logra una irrestrictamente enriquecible unidad de vida como ser personal . De donde en último término la metalógica de la libertad trascendental humana equivale a la aludida búsqueda de un Logos pleno que no carezca de Identidad y que no salga de la Intimidad personal del Origen, y según la que la persona humana es adverbio respecto del Verbo de Dios.. 1 630