PROGRAMAR LA ESPERANZA
,
EL METODO PROSPECTIVO
EN LOS
ESTUDIOS SOBRE EXTREMADURA
Edición a cargo de
ROMANO GARCÍA
EE
EDITORA REGIONAL DE EXTREMA DURA
-
LOS EXTREMENOS
DE LA DIASPORA
TRAS EL CAMBIO DE MILENIO
;
Juan Manuel Valadés Sierra
MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA. MADRID
C
UALQUIER observador de la vida cotidiana en la
región extremeña, cualquier persona que lea nuestra prensa regional, asista al debate político y social,
tenga acceso a los medios de comunicación que funcionan en nuestra comunidad autónoma o simplemente esté
al tanto de lo que sucede en nuestros pueblos, se dará
rápidamente
cuenta de que en Extremadura -como en
cualquier otra parte- no son todos los que están, pero
sobre todo y tal vez más que en otras regiones españolas,
no están todos los que son'. En efecto, es palpable en
toda celebración
social o estrictamente
familiar, en
muchas de las actuaciones de los poderes públicos y en
cualquier momento del año la presencia/ausencia
de una
parte de la comunidad extremeña; una parte que, como
veremos en las siguientes líneas, es de un volumen considerable y reclama ser escuchada. Me refiero, claro está, a
los extremeños que viven fuera de la región, los cientos
de miles de personas que un día tuvieron que tomar la
decisión más importante de sus vidas marchando a otros
lugares casi siempre por motivos económicos.
Con bastante frecuencia esas personas que en su día
formaron lo que se ha dado en llamar la diáspora no se
resignan a ni desean dejar de ser considerados extremeños, y por ello exigen que en su tierra se les siga viendo
como tales. Por esa razón, y por otras que serán presentadas a continuación, un proyecto interdisciplinar para sondear el futuro inmediato de Extremadura como es el que
nos ocupa, no podía prescindir de ese mundo del emigrado extremeño. Por otro lado, muchos de los extremeños
que residen fuera de la región no sólo recuerdan, añoran
y aman a su tierra, sino que además han mantenido y
desean seguir manteniendo
vivos los vínculos que les
atan al terruño en que nacieron; esta circunstancia es la
que convierte a esa minoría humana en un factor importante y digno de ser tenido en cuenta si nos planteamos
qué va a ser de la región extremeña de aquí al año 2015.
Vaya
por
delante
mi profundo
ciones que, con su
agradecimiento
apoyo, han facilitado
Luis Bcnírcz Agüero (JNE. Madrid); Ayuntamientos
jo, Casas
Regionales
Comunidades
res,
de Extremadura
Extremeñas.
Badajoz,
Sevilla,
nes del Ministerio
Delegaciones
Valencia
de Asuntos
y Vizcaya,
Provinciales
Dirección
del
General
No me parece que sea e! lugar adecuado ni dispongo del espacio suficiente para trazar aquí la historia del
proceso migratorio extremeño que dio origen a la actual
presencia de miles de oriundos de nuestra región en otras
comunidades
autónomas españolas y en el extranjero;
como ya he abordado el tema en otras ocasiones, e inclu-
e institu-
habitantes
sobrepasa
de Leganés y jaraiccy Lcganés.
en Gctafc
l.
LOS EMIGRADOS EXTREMEÑOS
EN ELMOMENTO ACTUAL
mi trabajo:
a las personas
considerablemente
Ya que toda prospectiva implica siempre el riesgo
evidente de equivocarse, ya que cualquier previsión que
hagamos de un futuro inmediato queda sujeta no sólo a
la evolución natural -y previsible- de los hechos, sino
también a cualquier eventual crisis con la que hoy no
podemos contar', será necesario admitir desde ahora que
podemos errar en nuestras predicciones, e incluso proclamar que con toda seguridad nuestros cálculos van a
fallar. No obstante, me parece provechoso intentar acercarnos a lo que podría ser la realidad de este amplio
colectivo en la fecha citada, y sobre todo creo que puede
ser útil la batería de propuestas que se hace para una
futura actuación en este terreno. Con el objeto de fundamentar las apreciaciones que se van a hacer y para dar
una idea siquiera aproximada de! grupo humano de que
hablamos, he dividido mi aportación en tres grandes bloques, el primero trata de pasar revista a la actual situación
de los emigrados extremeños, de ahí se pasa al segundo
apartado que traza ya el posible estado de la cuestión en
el 2015 y el artículo se cierra con una relación de posibles
actuaciones
a emprender
de aquí a la fecha que nos
hemos marcado como referencia.
Consejo
de
TNE en Cácede Migracio-
Sociales.
trar predicciones
caída
nes de
1981
citar
futuro
multitud
de
se quedaron
la desaparecida
Área Metropolitana
GISQS
en que
cortas,
como
las más arriesgadas
de
por
ejemplo
la que
ma,
hacía
Zarza
en
en el año
que,
en
2000; en la actualidad,
En el otro
y no
1980,
y el descenso
extremo
pudiendo
drástico
Leganés
podríamos
prever
encon-
hechos
como
de la inmigración,
la
establecí-
an una población
para la provincia de Madrid en el año 2000 entre
'i.H12.996
y 9.4H6.281, siendo la realidad que esta comunidad autónoma
habitantes en el censo de 1991; no
arrojó una población de 4.857.152
previsio-
Planeamiento
y Coordinación
del
de Madrid cuando preveía una población de 51.400
Comisión
Leganés
de la natalidad
parece
Podríamos
para
las 17H.OOO personas.
que
pero
tendría
de aquí
incluso
apuntaba
en torno
municipal
al cambio
esta
en
de siglo
previsión
1978
a 850.000
que
se vaya
resulta
sólo
habitantes,
a alcanzar
arriesgada.
siete
años
siendo
más
la cifra
El propio
tarde
lo cierto
míniGarcía
Extremac\ura
que
el padrón
de 1986 arrojó un total de 1.0RR.543.
-
141-
JUAN MA;>Jl'EL \'ALADI'S
SIERRA
so plumas más autorizadas que la mía le han dedicado su
atención con más o menos insistencia' me limitaré a trazar una sucinta línea que nos lleve directa y rápidamente
a la situación actual,
individuos procedentes
de un pueblo o comarca en ciertas localidades
industriales
de Cataluña, Madrid o cualquier otra zona inmigratoria.
Es ampliamente
conocido que la estructura social y
económica de Extremadura en 1950 suponía una marcada
dependencia
del sector agroganadero,
el cual encontraba
en la dehesa de propiedad
privada su medio natural y
específico.
na ganadería extensiva, una agricultura que
sólo en determinadas
condiciones
(regadío. sobre todo)
era capaz de mantener una población en pleno despegue
demográfico, una industria prácticamente
inexistente y un
sector terciario insuficiente y mal repartido eran las pocas
armas que la región tenía para luchar contra la crisis definitiva del sistema; el Plan de Estabilización Económica y
los posteriores Planes Nacionales de Desarrollo hicieron
inviable el mantenimiento
del statu quo, empujando
a
miles de personas hacia los lugares de España que habían
sido elegidos como polos de desarrollo o bien a la capital
del Estado -que también se estaba industrializandoe
incluso al extranjero.
MAPA 1
ORIGEN DE LOS EXTREMEÑOS
DEL PRA T DE LLOBREGAT
Sin temor a exagerar se puede decir que en la década de 1960 y primera mitad de la de 1970 se produjo una
auténtica emigración masiva desde los pueblos extremeños hacia Madrid, Barcelona,
Vizcaya, Valencia, Suiza,
Francia, ete. Entre 1961 y 1975 abandonan
la región más
de 500.000 personas, pero a partir de ese último año el
flujo emigratorio va decreciendo,
hasta llegar al momento
actual en que se mantiene en cifras modestas pero continuas. La emigración
procedente
de Extrernadura,
sobre
todo la que se queda dentro de España -es decir, más del
80%- es o pretende
ser definitiva, de modo que desde
esos años vamos a encontramos
con una masiva presencia de extremeños
que tienen fijada su residencia fuera
de la región: en 1981 eran nada menos que 750.000 los
nacidos en Extrernadura que vivían fuera de ella, 50.000
de los cuales se hallaban establecidos
en el extranjero.
Esto es tanto como decir que en ese año el 42,65% de los
extremeños
no residían en su tierra; de entonces
para
acá, la situación no ha cambiado gran cosa, puesto que
como vamos a tener oportunidad
de ver, los retornos a
Extremadura
no han llegado a ser en ningún momento
masivos y, por el contrario, siguen saliendo personas de
la región.
En cuanto a la extracción
social de los emigrados
extremeños,
se debe aclarar que el éxodo que tuvo lugar
en nuestra región afectó a todas las clases sociales y ocupaciones laborales; los jornaleros tal vez fueron los más
afectados en tanto que se trataba del estrato sociolahoral
más vulnerable, pero es cierto que también los pequeños
y medianos agricultores,
los pastores (Valadés, 1994a) e
incluso los pequeños empresarios autónomos experimentaron la necesidad
de emigrar. A menudo las personas
que salían de los pueblos extremeños
lo hacían con el
apoyo de paisanos o amigos suyos que les habían precedido, por lo cual solían asentarse en aquellos barrios o
ciudades en que ya vivían muchas personas procedentes
de su mismo pueblo. Tal proceso de emigración en cadena supone en la actualidad
la fuerte concentración
de
3 Afortunadamente, contamos con una considerable, moderna y todavía
creciente bibliografía sobre la emigración extremeña, de la cual -y por
ahorrar espacio- sólo entresacaré ahora los esenciales trabajos de Moisés
-
142-
"8
Los mapas 1 y 2 reflejan dicho fenómeno de emigración en cadena: un pequeño muestreo aleatorio realizado
entre los extremeños residentes en poblaciones tan próximas como El Prat y Sant Boi, ambas en el Llobregat, mostró hasta qué punto actúan las redes de acogida y ayuda
para los nuevos migrantes. De 40 extremeños de El Prat,
ocho eran nativos de Garrovillas, y el resto se reparte por
distintas zonas de la provincia de Badajoz más Coria, Serrejón y Torrecillas de la Tiesa en la de Cáceres (Mapa 1).
En cuanto a lo que sucede en Sant Boi (Mapa 2), se
trata de un caso realmente espectacular
de emigración en
cadena,
ya que de un muestreo
que sólo recogió 45
casos, nos encontramos
hasta con diecisiete oriundos de
Azuaga, estando las poblaciones
que le siguen muy lejos
en cuanto a volumen de su representación
pero estando
bastante representada
la zona meridional de la provincia
pacense.
Si el volumen de extremeños
en la emigración
se
mantiene a la escala global de España. en cuanto a los
lugares escogidos
por éstos a la hora de establecerse,
resulta evidente que ha habido un importante cambio en
las preferencias; así, mientras Madrid ha seguido recibiendo un flujo continuado de extremeños,
de manera que la
minoría de esta región ha seguido creciendo entre 1970 y
1986 (Gráfico 1), otros puntos de nuestra geografía como
Barcelona o Bilbao van dejando de estar en el punto de
mira de los extremeños que emigran (Mapas 3 y 4).
Esa gran cantidad de personas que vive fuera de la
región no desarrolla hacia Extremadura
una actitud pasi-
Cayetano Rosado 0979, 1986 Y 1993 en particular), sin olvidar la reciente
aportación del equipo formado por Barrieruos, Pérez Díaz y Rengifo
(993) ni los trabajos de Valadés Sierra 0992 y 1994 sobre todo).
LOS EXTliEMF:NOS DE LA DIÁSPORA
MAPA 2
ORIGEN DE LOS EXTREMEÑOS
DE SANT BOl DE LLOBREGAT
l'Ill
11I2
"17
va, y desde luego no se ha desvinculado de su tierra, sino
que mantiene viva una dinámica relación de contactos
personales
y visitas a sus poblaciones
de origen; ya
hemos mostrado que al menos la mitad de estas personas
viaja a Extrernadura
como mínimo una vez cada seis
meses, y que en total, el 65% de los extremeños de la
emigración visita su pueblo de origen por lo menos una
vez al año (Valadés, 1994: 68-69); tal voluntad de mantener vivo el canal de comunicación
se debe en la gran
mayoría de los casos al hecho de que en el pueblo de
origen sigue habiendo familiares de estas personas, de
manera que la familia es citada como la primera razón
para visitar Extremadura. Esta circunstancia es de sumo
interés a la hora de evaluar la eventualidad de que ese
contacto se mantenga en el futuro, puesto que se basa en
la existencia de unas personas -casi siempre los padres o
hermanos de los emigrados- que van desapareciendo
por
ley de vida.
EN EL CAMBIO DEL MILENIO
te las mantienen sólo para ocuparlas durante su principal
período de estancia en la región que oscila entre 15 y 20
días en sus vacaciones de verano, más las cortas visitas
que hacen en otros momentos del año como Semana
Santa, Navidad o fiestas patronales. El período estival
supone por parte de los emigrados un consumo global de
entre 15.000 y 20.000 millones de pesetas por temporada
(Sementera, 1994: 14); es más, puede decirse que una de
las pretendidas
industrias básicas para el futuro de la
región como es el turismo, se nutre en la actualidad
mayoritariamente de esos emigrados que vuelven temporalmente a su tierra, quienes ciertamente se alojan en
casas propias o de familiares, pero que en todo caso despliegan un comportamiento similar al del turista (Rengifo,
1993: 263). En mi opinión son alrededor de 450.000 los
emigrados extremeños que cada año pasan total o parcialmente sus vacaciones en nuestra comunidad autónoma, lo que supone una evidente fuente de ingresos y de
reanimación económica y social para muchos pueblos de
las dos provincias.
MAPA 3
DESTINOS DE LA EMIGRACiÓN INTERIOR
EXTREMEÑA (1971-75)
oo
e
I
o 0\/ o
~
j)
"
MAPA 4
DESTINOS DE LA EMIGRACiÓN INTERIOR
EXTREMEÑA (1900-93)
Las visitas y estancias en las localidades de origen no
tienen un valor únicamente
sentimental,
sino también
económico; de hecho, se estima que unas 50.000 viviendas extremeñas pertenecen a emigrados que prácticamen-
GRÁFICO 1
EXTREMEÑOS RESIDENTESEN MADRID
( 1970-1986)
300
250
200
150
100
50
O~------------------------~~~
1970
1981
El contacto con la región es uno de los factores que
contribuyen a que muchos de los emigrados hayan seguido manteniendo intacta su etnicidad extremeña, otros de
esos factores pueden ser el hecho de residir en barrios
--
143--
JUAN
MANUEL
VALADÉS
SIERRA
abundantemente
poblados
por otros extremeños
o la
negativa consciente
a la aculturación
en sus lugares de
residencia. La etnicidad se muestra en rituales que reproducen elementos de la religiosidad extremeña como las
ya célebres romerías de la Virgen de Guadalupe
que se
celebran en muchos puntos de la emigración
(Valadés,
1995a), pero también en gestos mucho más sencillos pero
no menos culturales y no menos cargados de significado
como pueden ser el mantenimiento
de la gastronomía
familiar extremeña e incluso la búsqueda intencional del
producto extremeño para el consumo cotidiano y/o festivo; as", la matanza, el queso, el aceite y el vino extremeños son productos que una amplia mayoría de emigrados
procura adquirir bien en la ciudad en que residen o bien
en sus pueblos de origen directamente o encargándolos
a
familiares, vecinos o amigos (Valadés, 1995). La pertenencia o participación
en casas y hogares regionales es otra
forma de reafirmar la identidad extremeña, buscando en
ellas el contacto y la relación con otros extremeños y tratando a la vez de transmitir ese interés por la región de
origen a las siguientes generaciones.
Sin duda, para nuestro propósito no basta con presentar la realidad de que actualmente
hay nutridas colonias extremeñas
fuera de la región, sino que un factor
esencial de cara al futuro-de esas minorías es la composición generacional
de esas colonias, es decir su pirámide
de edad, que nos va a dar ya alguna información acerca
de la posible evolución futura. Ciertamente de Extremadura se marcharon
sobre todo los más jóvenes: entre
1950 y 1975 el 28,6% de los emigrantes tenían menos de
15 años, el 22,7% estaba entre los 16 y los 24 y el 41,3%
oscilaba entre los 25 y los 65 años; naturalmente esas personas han ido envejeciendo
y hoy día nos encontramos
con unos colectivos en que la senilidad empieza a ser
considerable.
GRÁFICO 2
POBLACiÓN EXTREMEÑA DE LEGANÉS
( 1990)
>79
70·79
60·69
50·59
40-49
30·39
20-29
Lo hemos dejado apuntado más arriba e insistiremos
ahora: los hijos -y nietos- de los emigrantes de los años
sesenta ya no son extremeños;
esa es una realidad que
no se puede ignorar y que no encierra
solamente
el
hecho administrativo
de haber nacido fuera de nuestra
región, sino que supone el que esas nuevas generaciones
probablemente
no van a experimentar
la necesidad ni tan
siquiera el interés de emprender un retorno a Extrernadura que para ellos no sería más que una auténtica emigración, ya que son hijos de extremeños,
pero a todos los
demás efectos son madrileños,
catalanes, vascos, etc. La
primera generación de estos no-extremeños
puede mantener -desde luego muy reducido- el contacto e incluso
una cierta frecuencia de visitas a Extremadura, pero es de
esperar que esa tendencia
desaparezca
en la siguiente
generación, como ya se puede apreciar:
Hay aquí una familia, bueno, que (... ) sus
padres son vecinos míos, viven ahí atrás, los padres
ya son mayores, vienen a temporadas largas, luego
se van; éstos viven en Vitoria, pues esos tienen cuatro o cinco hijos, pues de los cuatro o cinco, solía
venir antes uno que estaba soltero, venía con ellos,
venía con los padres y tal, pero uno chiquitillo, o sea
el más pequeño, que es más o menos de mi edad, al
que más o menos conocía, hemos ido [juntos] a la
escuela alguna vez, chico pues cogió un pavo pero,
pero, que era peor que los etarras en todos los
aspectos, o sea, a ese me gustaría verle allí, a ver
qué tal se desenvuelve, sí que me gustaría. (Comunicación personal de un extremeño residente en la
región, 1994).
Por lo que respecta a las generaciones
más antiguas,
a los emigrados, he señalado ya que una de las formas de
mantener su etnicidad extremeña es a través de la pertenencia o participación
en casas y hogares regionales;
actualmente
hay más de noventa de esas asociaciones
repartidas por España, Francia y Suiza, y se estima que,
en conjunto, tienen alrededor de 25.000 socios familiares.
Efectivamente,
está muy extendida entre estas asociaciones dicha modalidad de socio familiar, lo que supone que
el socio de número es el cabeza de familia, pero todos
los demás miembros
del grupo doméstico
son hechos
autornáticamente
socios, lo cual dificulta una correcta
valoración de la verdadera incidencia de estas casas entre
el colectivo de emigrados.
10-19
Oa9
3~~2-500~2~~~-15~OO~1~OOO~500~~&-~~~~~~~~~
rn Mujeres. Hombre
Un ejemplo como el de la localidad madrileña de
Leganés bien puede considerarse
como representativo
de
lo que es una ciudad típica de inmigrados entre los que
los extremeños
son importante
minoría (alrededor
del
10% de la población total), pues bien, en la pirámide de
la población extremeña de Leganés en 1990 se apreciaba
ya una mínima base juvenil y unos máximos entre 40 y
49 años, las personas que en 1960 no habían cumplido
los 20 y que eran el grueso de la emigración. Sus hijos ya
no son extremeños,
y por eso los estratos que comprenden de O a 29 años son mínimos y no aseguran el relevo
generacional.
-144-
GRÁFICO 3
PIRÁMIDE DE EDAD DE LA CASA
DE EXTREMADURA DE GETAFE (1995)
>74.------------------,~------------------.
70-74
65-69
60-64
55-59
50-54
45-49
40-44
35-39
30-34
25-29
20-24
15-19
10-14
5-9
o a 4 '::----:-=---=-=---=-=----:_::_
50
40
30
20
10
O
10
20
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..•
~
30
40
50
LOS EX7REME!VOS DE LA DIÁSPORA
En efecto, si estudiamos la pirámide de edades de
una cualquiera de estas casas regionales, podemos extraer una conclusión engañosa de cara a su evolución futura, puesto que la apariencia es la de una población relativamente joven. La amplia base juvenil está en realidad
constituida por los hijos de los socios de edad madura,
que son la gran mayoría, en particular entre los 40 y los
60 años; como puede verse, a partir de los 25 años, y
hasta los 39, decae el número de socios, debido a que
esa es ya la llamada segunda generación de emigrados,
de los cuales muchos han perdido ya su adscripción étniea extremeña. Pese a esa circunstancia, tampoco podemos afirmar que las casas regionales estén muriendo por
sí solas, ya que se siguen produciendo
afiliaciones e
incluso se siguen creando asociaciones
nuevas'; de
hecho, si revisamos el Gráfico 4, basado en las fechas de
inscripción de los Estatutos de casi el 80% de las Casas y
Hogares regionales extremeños, veremos que la época
dorada de estas asociaciones tuvo lugar a mediados de
los ochenta, cuando la emigración era ya un episodio de
la Historia de Extremadura, con posterioridad estas asociaciones se van manteniendo con mejor o peor suerte.
La Casa Regional de Extremadura en Getafe, por ejemplo, tras su creación en 1985 no ha cesado de crecer; en
la actualidad cuenta con 1.273 socios, si bien es cierto
que en 1994 las bajas superaron ampliamente a las altas,
que parecen ir decreciendo después del máximo registrado en 1991.
Tenemos, pues, una considerable cantidad de extremeños que residen fuera de la región, y no cabe suponer
que se vaya a producir por ahora un descenso fuerte en
esas cifras debido a un masivo retorno a la región extremeña. De hecho, los regresos nunca han sido multitudinarios, y sólo unos pocos, jubilados, desempleados o trabajadores que han conseguido trasladar su ocupación a
Extremadura, pueden volver.
GRÁFICO 4
FECHAS DE CREACiÓN DE LAS CASAS
Y HOGARES EXTREMEÑOS
10
8
En
entradas
siempre
región,
4 Todavía
cualquier caso, los verdaderos retornos -es decir,
de personas nacidas en Extremadura- han estado
o casi siempre por debajo de las salidas de la
independientemente
de que se hayan registrado
en 1994 se ha creado
madrileño,
la Casa de Extrernadura
como el de Carabanchel,
en un barrio
en el que la población
extremeña
se acerca al 7% del total.
5 Fundamentalmente, una casa propia, centros sanitarios adecuados, un
buen trabajo y colegios,
institutos y universidad
completa
para los hijos
EN EL CAMBIO
DEL MlLE"NIO
GRÁFICO 5
ALTAS Y BAJAS EN LA CASA
DE EXTREMADURA DE GETAFE (1985-1994)
800
600
en bastantes años más entradas que salidas; de hecho,
desde el momento en que se dispone de los datos pertinentes, vemos (Gráfico 6) que de las personas que llegan
a Extremadura
procedentes
de otras regiones o del
extranjero, los nacidos en nuestra comunidad autónoma
son alrededor de la mitad. Salvo dos caídas de la inmigración en 1986 y 1991 el retorno continúa llegando de una
manera paulatina que, como ya digo, no compensa las
salidas que se siguen registrando de nuestra región. En
general, parece apreciarse que los momentos de mejores
coyunturas económicas a escala nacional son los que
arrojan mayores índices emigratorios en nuestra región
(Barrientos, Pérez y Rengifo, 1993: 77), con máximos
entre 1988 y 1990, después de una primera mitad de la
década de los ochenta en que las circunstancias parecían
indicar una recuperación demográfica de Extremadura.
Es verdad que los retornos son continuados
pero
minoritarios; téngase en cuenta que en un año de crisis
como el de 1993 sólo se registraron 9.636 entradas en
Extremadura, de las que poco más de la mitad (5.292)
fueron de personas nacidas en la región y el resto de
foráneos. A ese ritmo de regresos, y teniendo en cuenta
que las salidas siguen siendo superiores, es evidente que
la región nunca recuperará los efectivos perdidos.
Si analizamos no ya los retornos, sino las posibilidades reales que hay de que los emigrados regresen a su
tierra en un futuro inmediato, se puede comprobar que salvo crisis imprevista- no son muchos los que piensan
tomar esa decisión, o al menos son pocos los que de verdad están en situación de retornar. Para concretar, y con
los datos más recientes y fiables en la mano, podemos
decir que un 47,2 % de los emigrados se declara dispuesto a volver a su región, siempre y cuando tuvieran garantizado en la misma un puesto de trabajo, una casa, educación y sanidad al menos como las que disfrutan en sus
actuales lugares de residencia'. En otras palabras, tales
condiciones son en realidad una barrera para la toma de
decisión final, de tal forma que quienes realmente pueden regresar en cualquier momento son aquellos que no
ponen esas condiciones
ni ninguna otra, yesos
sólo
es lo que los emigrados piden para volver a Extrernadura, mientras que
cuestiones como vivir en una población grande, instalaciones deportivas
o culturales les preocupan bastante menos. En todo caso, muchas de las
condiciones que ponen son difícilmente realizables, de manera que la
conclusión es que muy pocos de ellos están realmente dispuestos al
retorno (Valadés, 1994: 99).
-145-
JUAN
MANUEL
VALADÉS
SIERRA
alcanzan un precario 10f0 de los emigrados, es decir, unas
7.000 personas. En efecto, la cifra de regresos anuales se
mueve dentro de esos parámetros, sin que haya alcanzado en ninguno de los últimos años las 6.000 personas".
GRÁFICO 6
SALIDAS Y ENTRADAS EN EXTREMADURA
(1981-1992)
Quizá el vínculo más explícito -incluso oon carácter
legal- entre Extremadura
y sus emigrados sea la Ley
3/1986 de 24 de Mayo, conocida como Ley de la Extremeñidad, que establece la creación del Consejo de Comunidades Extremeñas,
el cual está en funcionamiento
desde noviembre de 1987 con la principal función de
mantener en comunicación las instituciones de la región
con los emigrados a través de sus asociaciones. El Consejo asesora y apoya a los extremeños de la diáspora en
cualquiera de sus contactos con la administración autonómica, poniendo a su disposición toda la información disponible sobre vivienda, educación, tiempo libre, trabajo,
subvenciones y ayudas, comercio, cultura, etc. Por otro
lado, el Consejo no es un órgano en que sólo esté representado el gobierno regional, sino que de él forman parte
también los partidos políticos y sindicatos, la Universidad,
personas que figuran como expertos estudiosos del fenómeno migratorio extremeño y sobre todo los propios
emigrantes, representados por los vocales que ellos mismos eligen en el seno de las casas y hogares regionales.
Así, esa vía de contacto entre la región extremeña y sus
emigrados va a tener una importancia básica en los años
futuros, por lo que la Junta de Extremadura no debe descuidarla, sino mantenerla y potenciarla.
conveniente adentrarse en lo que ahora nos interesa, es
decir, pergeñar una predicción sobre cómo van a evolucionar los hechos para esta amplia comunidad de emigrados. En primer lugar, parece evidente que esto va a
depender sobre todo de que esa minoría siga siendo alimentada desde Extremadura, lo que significaría que la
emigración siga activa durante los próximos quince años.
Realmente el que la región extremeña siga arrojando
gente fuera de sus límites administrativos depende de factores ya estudiados en otros lugares de esta publicación,
factores como la evolución económica general de Europa,
de España y por supuesto de Extremadura. Se ha podido
observar que la carencia de una estructura industrial adecuada convierte a nuestra región en una extremadamente
vulnerable fuente de mano de obra; los ciclos económicos favorables en el resto de España atraen a los potenciales emigrantes, y los desfavorables devuelven a Extremadura parte de la población perdida, de modo que
factores como el mercado de trabajo dentro y fuera de la
región' condicionarán el que las minorías de extremeños
se mantengan estables o incluso sigan creciendo en la
emigración. Es previsible que Madrid, Sevilla o Valencia
sigan recibiendo
emigrados
procedentes
de nuestra
región, y en cuanto a Cataluña y País Vasco, probablemente vean reducirse esas cifras como consecuencia de
sus particulares procesos políticos y lingüísticos, así como
de sus efectos en la economía de cada una de dichas
comunidades.
Desde luego, datos ya antiguos, correspondientes
al
padrón municipal de 1986 reflejaban una distinta evolución por lo que corresponde a las ciudades de Madrid y
Barcelona en cuanto a las cifras de nuevas llegadas de
extremeños, que en ambos casos tendían a la baja si bien
en lo referente a la ciudad condal marcaban una clara
tendencia a disminuir sin los altibajos de la capital de
España, y con una recuperación mucho más tímida que
ésta en 1985.
GRÁFICO 7
ALTAS PADRONALES DE EXTREMEÑOS
EN MADRID Y BARCELONA (1976-1986)
Miles
5,-------------------------------------,
4
11.
3
LOS EMIGRADOS EXTREMEÑOS
HACIA EL 2015
2
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OL---------------------------------------~
1976 1977 1976 1979 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966
Después de trazar una VISIon bastante general de la
presencia de los extremeños fuera de nuestra región, será
6 Respecto
a los retornos
procedentes
del extranjero,
hay que decir que
son constantes pero tampoco masivos: entre 1988 y 1992 nunca llegaron
a las 350 personas/año,
situándose la media alrededor de los 200 regresos anuales, en este caso sí es evidente que las comunidades extremeñas importantes en número tienden a su desaparición, sobre todo si
tenemos en cuenta que las salidas de Extremadura hacia otros países se
sitúan
en ese período
siempre
por debajo
de las cincuenta
personas/año.
Señalaré, en todo caso, que las entradas globales no han
llegado a compensar las salidas en nuestra región, siendo nuestros sal-
-146-
.¡.
Barcelona+- Madri
dos rnigratorios aún negativos: en 1987, -1.614; en 1988, -5.301; en
1989, -7.410; en 1990. -4.527; en 1991, -876, Y en 1992, -439 (DGM,
1994: 49).
7 De hecho, ningún colectivo de emigrados se mantiene estable, ya que si
no recibe nuevos efectivos tiende a decrecer por la falta de relevo generacional, mientras que el mantenimiento del volumen global de la colectividad sólo se consigue con la llegada de nuevos emigrantes, lo cual
supone una inevitable renovación que trabaja contra la estabilidad del
grupo.
LOS EXTREMEÑOS
De continuar en esa tendencia, es evidente que los
futuros emigrantes se asentarán en la periferia de estas
grandes ciudades, tal como vienen haciendo ya desde
hace años, si bien todo parece indicar que gozarán de
mejores condiciones de habitabilidad que las que hallaron
en su día los emigrantes de los años sesenta y setenta.
Una cuestión fundamental será, pues, la de saber si
las futuras llegadas de extremeños podrán o no compensar el decrecimiento de estas colonias que indudablemente se va a producir a consecuencia de los retornos y del
fallecimiento de las generaciones más antiguas. Ya veíamos en el Gráfico 6 que en realidad los verdaderos retornos, es decir, la entrada de extremeños en la región, se
sitúan en torno a la mitad de las salidas, pero que éstas
se mueven en todo caso alrededor de las 10-15.000 personas/año. Por otro lado, todavía hoy el contingente de
los actuales emigrantes es de una edad media bastante
reducida: en 1993 casi el 49% de los extremeños
que
cambiaron su residencia tenían menos de 24 años, de
manera que estas llegadas contribuyen a rejuvenecer las
comunidades de emigrados y son una apuesta de futuro
para la permanencia de importantes colonias de extremeños fuera de la región. Así, si intentamos proyectar lo que
puede ser la pirámide de edades de los emigrados extremeños en el 2015 en cualquier punto de la emigración,
ésta podría parecerse a la del Gráfico 8, en la que se
refleja el previsible envejecimiento debido a que las generaciones más numerosas tienen ahora entre 40 y 49 años,
lo que significa que para la fecha citada, serán muchas las
personas con edades comprendidas entre los 60 y los 69,
si bien las emigraciones que se producen ahora y parece
que se seguirán produciendo en el futuro pueden dar una
reducida base de edad juvenil.
En definitiva, es muy probable que para entonces
nos encontremos con unas colectividades de emigrados
que en ciertos casos aún serán numerosas, aunque claramente envejecidas, lo cual va a perjudicar de forma definitiva aspectos esenciales para la relación de estas personas con Extremadura como son las visitas periódicas, la
perspectiva del retorno o la continuidad de las casas y
hogares regionales extremeños.
En efecto, el mantenimiento del contacto con la región viene dado sobre todo
por una alta frecuencia en los viajes que estas personas
realizan a la misma; en la actualidad, ya sabemos que
más de la mitad de los emigrados visitan su pueblo al
menos una vez al año, pero será interesante comprobar
en qué medida la edad de estas personas afecta a un
mayor o menor contacto, ya que el envejecimiento puede
GRÁFICO 8
POSIBLE PIRÁMIDE DE EDADES DE LOS
EMIGRADOS EXTREMEÑOS EN 201 S
>79
70-79
60-69
50-59
40-49
30-39
20-29
10-19
Oa9
DE LA DIÁSPORA
EN EL CAMBIO DEL MILENIO
GRÁFICO 9
FRECUENCIA DE VISITAS A EXTREMADURA
CON EXPRESiÓN PROPORCIONADA
DE LA EDAD DEL INDIVIDUO (1993)
llegar a colapsar ese circuito. A la vista del Gráfico 9, y
como era fácil suponer, se aprecia que las personas de
más de 65 años efectúan muchas menos visitas a Extremadura que las más jóvenes, debido principalmente a sus
dificultades
físicas y también -y esto es lo realmente
importante- a que por su edad ya no tienen familiares o
amigos en el pueblo que sirvan de atracción hacia el
mismo. Si tomamos en cuenta estos datos, no hemos de
olvidar que este tramo de edad, de 46 años en adelante,
será el mayoritario en el 2015, de tal forma que lo previsible es un descenso acusado en estas visitas y por tanto en
las estancias estivales de los emigrados, lo cual supondrá
una merma de miles de millones en la cuenta de resultados del sector terciario regional. Por otro lado, la mayoría
de los más jóvenes no tendrán familiares directos en los
pueblos extremeños, en tanto que sus padres, hermanos
y muchas veces tíos y primos (ya que la emigración ha
sido esencialmente
familiar) residen ya en las mismas
áreas inmigratorias que ellos. Por todo ello, no parece
que la familia pueda seguir siendo por mucho tiempo el
factor que más atrae a los emigrados extremeños a visitar
la región en su tiempo libre.
Será, pues, necesario crear nuevos alicientes en la
región si queremos que esas personas sigan unidas a ella;
además, los más jóvenes poseen una mayor cualificación
y desempeñan
mejores empleos que sus padres, con
mayores niveles de ingresos que les permiten elegir el
lugar donde desean pasar sus vacaciones, elección que
fácilmente recae en zonas de la costa. No hay por qué
ocultar que una más de las razones que llevan a los emigrados a pasar sus períodos vacacional es en sus pueblos
de origen es que en ellos resulta todo mucho más barato,
sobre todo por el acceso gratuito al alojamiento.
En cuanto a las posibilidades de que se produzca un
masivo retorno de los emigrados son bastante remotas,
debido a varios factores en juego: por una parte, tenemos
la estructura económica
de la región extremeña,
que
seguirá siendo incapaz de dar ocupación a todos los trabajadores que residen en la región y por tanto a los que
quieran volver, por otro lado está la situación familiar de
muchas de las personas que viven fuera, y que han
hecho sus vidas, se han casado y tenido hijos en la emigración; los hijos ya tienen sus propias familias y desarrollan su actividad laboral fuera de Extremadura y por tanto
sus padres, incluso jubilados, ven muy difícil el regreso
147-
JUAN MA 'UEL VALADÉS SIERRA
puesto que los hijos y nietos han de ser quienes se ocupen de ellos en la vejez, y desde luego éstos no están dispuestos a cambiar su residencia.
o hemos de olvidar
tampoco el hecho de que una gran parte de los extreme-o
ños que viven fuera de su tierra han pasado ya tanto
tiempo en la emigración que su estilo de vida, sus costumbres y aficiones son puramente urbanas, lo que dificulta todavía más una eventual readaptación a la vida en
su localidad de origen, y así es fácil escuchar a estas personas manifestar su interés por pasar temporadas
en
Extrernadura, pero no por una instalación definitiva a la
que ya no podrían acostumbrarse.
También con bastante probabilidad se puede ya asegurar que la desaparición
progresiva de los contactos
entre los emigrados y sus localidades de origen ayudará
al cambio de adscripción étnica de las nuevas generaciones. Desde luego los hijos de los emigrados ya no son
extremeños y por lo tanto su vinculación con la región se
irá reduciendo en todos los sentidos; así, si es posible
que aparezcan todavía nuevas asociaciones de emigrados
extremeños, no es menos cierto que los socios de esas
casas regionales van a ser cada vez más personas de edad
avanzada, que por lo tanto llegará un momento en que
serán incapaces de imprimir el necesario dinamismo a
esas asociaciones para seguir funcionando.
Los hijos y
nietos de estas personas se desentienden en su mayoría
de la dinámica de las casas regionales, y si bien es conocida la existencia de notorias excepciones
al respecto
(sectores y consejos juveniles en muchas casas y hogares), también es verdad que casi siempre son un puñado
de jóvenes los que siguen los pasos de sus mayores,
mientras la gran mayoría de ellos no se identifica con lo
que se hace y lo que se siente en tales asociaciones.
No cabe duda de que el relevo generacional en las
casas regionales está hipotecado; en ellas la gran mayoría
de las bajas se producen por falta de pago o por fallecimiento del socio principal, y las altas rara vez corresponden a personas menores de 25 años que se afilien por su
cuenta, sino formando parte de la unidad familiar de sus
padres. En mi opinión resulta evidente que las asociaciones extremeñas del exterior deberán reorientar su espíritu
y por tanto sus actividades si quieren sobrevivir de aquí a
quince o veinte años, e incluso si toman esa determinación tendrán grandes dificultades"; en cualquier caso es
de prever que resistan los hogares regionales situados en
grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Bilbao) si bien su
número de socios podrá reducirse, pero los de zonas de
aluvión en localidades de menos de 300.000 habitantes
terminarán a medio plazo de pasar su etapa dorada.
Directamente ligado al funcionamiento
y futuro de
estas asociaciones, como también al resto de los aspectos
tratados en este libro, se halla el porvenir político de
8 De una manera gráfica, las Asociaciones Extremeñas en Cataluña aprobaron en sus jornadas de trabajo celebradas
en Castelldefels
(1991) una
moción que decía textualmente: "Las asociaciones deben dejar de ser
hogares de jubilados, para convertirse
en colectivos dinámicos abiertos
a la juventud" (Sementera, 1992: 5).
9 Sobre ello se pronunciaba
tras la convocatoria
electoral de 1993 un editorial de la revista Sementera. publicada
por el Consejo de Comunidades Extremeñas:
Aún hoy, cuando ya se han desarrollado
múltiples mecanismos de participación, que tienen su base en la Constitución Española, muchos dirigentes de asociaciones de
148-
Extremadura y, por ende, de España. Cuando se redactan
estas líneas las elecciones municipales y autonómicas de
mayo de 1995 han dado un importante vuelco al mapa
político español, que supone un cambio de partido en el
gobierno de muchas de las comunidades autónomas y de
las grandes ciudades; en la región extremeña se ha asistido a la desaparición de una mayoría absoluta, de manera
que la forma de gobernar que hasta ahora ha tenido el
Partido Socialista Obrero Español deberá cambiar. No
cabe prever -al menos hasta 1999- un cambio drástico en
la política de la Junta de Extremadura hacia la emigración
y más en concreto hacia los emigrados y sus asociaciones,
independientemente
de que cambien las personas que
ahora se ocupan de ella; sin embargo, un hipotético acceso del Partido Popular al gobierno regional -lo que podría
suceder dentro de cuatro años- sí podría suponer una
modificación sustancial en dichas actuaciones, afirmación
que desde luego no entraña ningún tipo de juicio.
En todo caso, lo que interesa resaltar es que el movimiento asociativo en el exterior ha estado y está ligado a
los avatares políticos dentro de la región; no es ningún
secreto que de los congresos de emigrantes de los años
ochenta salieron algunos de los actuales y pasados líderes
políticos de la izquierda regional, y también es sabido
que todavía hoy muchas de las asociaciones están dirigidas por militantes socialistas que se hallan en buena sintonía con el gobierno autonómico. La pequeña historia de
estas casas está salpicada de episodios que marcan una
evolución de muchas de ellas desde un izquierdismo militante a finales de los setenta e inicios de los ochenta
hacia un creciente apartidismo que, no obstante, aún no
ha logrado instalarse en las juntas directivas de muchas
de ellas", por ello, muchas de estas asociaciones
no
renunciarían
a entenderse
con un hipotético gobierno
regional del P.P., entre otras razones porque gran parte
de sus posibilidades de futuro dependen de la política de
subvenciones
que se siga desde Mérida, pero resulta
indudable que las posiciones de partida no son las mismas que en el caso de mantenerse la actual orientación
política de la Junta de Extremadura.
11I.
POLíTICAS DE ACTUACiÓN
Si alguna utilidad pueden tener estas líneas no ya de
cara al futuro, sino especialmente
para el momento
actual, es precisamente la de llamar la atención sobre las
actuaciones que podrían emprenderse
en este campo.
Quisiera dejar claro que muchas de esas actuaciones sólo
podrían ser ejecutadas por la Junta de Extremadura, pero
emigrantes se despachan con el socorrido. "nosotros
somos apolíticos".
Esta afirmación. que pretende colocar
en una isla, por encima del bien y del mal, a la asociación
donde desarrollan
su actividad, no deja de ser una falacia,
pues por el objeto mismo de las asociaciones, éstas deben
estar impregnadas de contenidos políticos, si es que desean cumplir con sus compromisos estatutarios. En cualquier
caso, las personas que están
han estado en torno al
movimiento asociativo de la emigración, saben perfectamente que estos centros han sido y son instrumentos de
participación,
y esto es dificil de realizar si no es desde la
"política" (Sementera, 1993: 3).
°
LOS EXTREMEÑOS
otras están al alcance de la gente de a pie; pueden ser llevadas a cabo tanto por la sociedad extremeña en general
como por los propios emigrados.
Primeramente convendría preguntarse si Extremadura, no sólo su gobierno, sino toda su gente, debería preocuparse de hacer algo respecto a los emigrados que salieron de la región hace ya años; es decir, ¿en qué medida
los emigrados son extremeños o sólo son ciudadanos de
los lugares en que viven y por tanto no son asunto nuestro' De momento, la cuestión quedó resuelta desde que
el propio Estatuto de Autonomía de Extremadura proclamaba en su Artículo 6.2.i que uno de los objetivos básicos de las instituciones autonómicas sería "crear las condiciones que faciliten el regreso (. ..) de sus emigrantes";
posteriormente la citada Ley de Extremeñidad
consagraba
el derecho de los emigrados a participar en la vida social
y cultural de la región, un derecho que quedaba bajo la
tutela del Consejo de Comunidades Extremeñas, también
en el mismo texto legal se reconocía a los emigrados la
condición de la "extrerneñidad" sin que ello suponga que
se les pueda considerar ciudadanos extremeños desde un
punto de vista administrativo (por ejemplo, no pueden
votar en las elecciones autonómicas). Así, al menos desde
una perspectiva legal es evidente que la región extremeña tiene una responsabilidad y unas actuaciones que llevar a cabo para con los emigrados, del mismo modo que
éstos tienen el derecho a participar y colaborar con su
región siempre a través de las asociaciones extremeñas
en el exterior.
Ahora bien, esa responsabilidad,
esa necesidad de
actuar podría ser plasmada en uno u otro sentido; es
decir, que se plantea ahora otra cuestión, y es ¿qué queremos hacer con los emigrados? Indudablemente, no podemos garantizarles a todos una vida digna si regresan, por
lo tanto será cuestión de actuar partiendo del supuesto de
que van a seguir en la emigración, y en este sentido parece claro que uno de los objetivos a alcanzar sería el de
asegurar la continuidad de sus vínculos con la región, e
incluso intentar extender esos vínculos a las generaciones
siguientes, de forma que los hijos de los emigrados puedan seguir considerando a Extremadura como algo suyo,
una tierra a la que se sientan en cierto modo unidos.
Si tenemos en cuenta que la gran mayoría de los
emigrados que pasan sus vacaciones u otras temporadas
en la región lo hacen en sus propias casas, utilizando
mínimamente la infraestructura hotelera, es evidente que
una de las actuaciones en que se debe proseguir -puesto
que ya está en práctica- es la de ofrecer viviendas a los
emigrados en sus propios pueblos o facilitarles la rehabilitación de las que ya son de su propiedad. Hay que tener
en cuenta que estas casas no van a ser en su mayoría primera residencia, sino que serán ocupadas temporal o
estacionalmente,
y en todo caso parecería conveniente
que las ayudas públicas no fuesen más allá de poner en
conocimiento de las asociaciones los planes de vivienda
protegida o incluso de reservar una proporción de casas
para emigrados que quieran volver a la región, ya que
dispensar un trato especial a éstos no sería justo con respecto a quienes residen en Extremadura. La alternativa
10 El proyecto, alguna vez considerado por la presidencia del Consejo de
Comunidades Extremeñas, de crear una red de casas particulares que
admitan estancias de emigrados y visitantes en general (una especie de
turismo rural para oriundos) es una magnífica alternativa.
DE LA DIÁSPORA
EN EL CAMBIO DEL MlLENIO
para el alojamiento en las visitas vacacionales también
está servida, puesto que ya funcionan albergues construidos para emigrantes que deseen pasar temporadas en su
tierra, si bien el acceso a esa red de alojamientos es a través de las asociaciones
y ciertamente se trata de una
infraestructura que no cubre ni va a poder cubrir en el
futuro toda la región". En este sentido, parece lo más
adecuado que el gobierno de la Junta de Extremadura
siga en ese camino de facilitar las estancias en la región
por diversos medios, y en cuanto a las inmobiliarias privadas también podrían utilizar la red de asociaciones
extremeñas para dar a conocer sus proyectos entre estos
potenciales clientes.
De cara a las siguientes generaciones,
es evidente
que la política a seguir no puede ser la misma que con
los emigrados; en este caso se trata de despertar en los
jóvenes el interés por la región en tanto que ellos son
unos excelentes potenciales turistas. Por otra parte, es
mucho lo que las instituciones culturales públicas o privadas de Extremadura pueden realizar con los hijos de los
emigrados,
dándose
a conocer en las universidades
madrileñas, catalanas, vascas, etc., becando y subvencionando la investigación de estos jóvenes si éstas son beneficiosas para la región, con lo cual además favorecerán el
interés de estas personas por la región de que proceden
sus padres. No se trataría tanto de programar actuaciones
especiales para ellos cuanto de darles a conocer las posibilidades que ya están al alcance de cualquier ciudadano
extremeño pero que no siempre son conocidas fuera de
la región.
En definitiva, parece que las líneas maestras de la
política de actuación sobre estas personas, tanto sobre los
emigrados como sobre las generaciones siguientes, estarían encaminadas a mantener viva su identificación o al
menos su interés por la región extremeña. Sin embargo,
las instituciones y los particulares de la región no pueden
por lo general ponerse en contacto directo con estas personas; apenas un 10% de los emigrados leen con frecuencia la prensa regional y además no tienen acceso a la programación televisiva para la comunidad autónoma, por lo
cual se impone utilizar los cauces adecuados para tales
actuaciones. Estos cauces, que existen y sólo están esperando ser aprovechados, no son otros que las asociaciones extremeñas en el exterior.
Es cierto que las casas y hogares regionales representan a una pequeña proporción del colectivo de emigrados, pero también es verdad que esas asociaciones
desempeñan una importante función de propaganda allí
donde están asentadas y trabajan, de forma que cualquier
iniciativa que sea tomada desde ellas será conocida por
una parte importante de los emigrados. En concreto, más
del 55% de los extremeños de la diáspora conoce la existencia de estas casas, porcentaje que llega hasta el 62%
entre los 46 y los 65 años, pero es que además estas
casas son mucho más conocidas en ciudades de tamaño
medio, que son el ámbito idóneo para sus actividades".
Así, es evidente que las instituciones y particulares extremeños tienen en la red constituida por estas 92 asociaciones unas posibilidades enormes de darse a conocer entre
11 En ciudades entre 10.000 y 200.000 habitantes hasta un 71% de los
emigrados sabe de la existencia de estas casas, frente a sólo el 45% en
localidades mayores (Valadés, 1994: 104).
-149-
JUAN MAl'lUEL VALADÉS SIERRA
un colectivo de 700.000 consumidores
potenciales; hay
que decir que tales posibilidades están aún por ser debidamente aprovechadas.
En general, las asociaciones extremeñas en el exterior desean ser útiles a Extremadura en temas como el
turismo, el comercio, el transporte, la vivienda o la cultura, y se hallan abiertas a las iniciativas de estos ámbitos
tanto si vienen desde lo público como desde lo privado.
Es sabido que desde poblaciones como Sant Boi de Llobregat, Santurce, Leganés, etc. donde hay fuertes concentraciones de extremeños parten periódicamente autocares
que llevan directamente a pueblos de nuestra comunidad
autónoma, y que muchas veces actúan al borde de la
legalidad; las asociaciones
extremeñas
han solicitado
repetidamente la autorización y el apoyo de la Junta de
Extremadura para actuar como agencias de viajes, ofreciendo a los residentes en aquellas localidades -tanto
extremeños como autóctonos- la oportunidad de visitar la
región y asegurando también -por qué no- una fuente de
financiación
adicional para estas asociaciones,
tal vez
excesivamente dependientes del dinero público". Esta es
una de las actuaciones que se pueden concretar de aquí
al 2015 y que podría apoyarse en el conocimiento cada
vez más amplio que vamos teniendo de casos como los
estudiados de Sant Boi y El Prat, donde la fuerte emigración en cadena registrada podría hacer rentable un servicio directo de comunicación por carretera entre las zonas
de origen y las de residencia.
Respecto al comercio, cabe decir prácticamente
lo
mismo, ya que existe un interés constatado repetidamente
por el consumo de productos extremeños. Las asociaciones pueden actuar como distribuidores e incluso vendedores de tales productos, tarea que en ocasiones puntuales han desempeñado
algunas de ellas con excelentes
resultados; no es casualidad que en poblaciones como las
que se citaban antes lleguen a funcionar establecimientos
que sólo venden alimentos de Extremadura, o que otras
tiendas de carácter general anuncien en sus escaparates
que venden dichos productos. En este sentido, son sobre
todo los empresarios de la región quienes deberían aprovechar las posibilidades que les brindan las asociaciones,
aunque tal vez fuera provechosa
la intervención de la
Consejería de Comercio como intermediaria.
En multitud de ocasiones se ha podido escuchar o
leer que las asociaciones y casas regionales deben ser -y
son- auténticas embajadas culturales de Extremadura, y
es cierto que también en este terreno los emigrados pueden hacer un servicio a la región. En este sentido parece
claro que la iniciativa debe ser emprendida no tanto por
la Junta de Extremadura o las instituciones culturales de
la región, sino más bien por las propias asociaciones.
Pese a las limitaciones presupuestarias
de estas casas y
hogares, es cierto que la gran mayoría de ellas tienen la
posibilidad de recibir sin costo alguno muchas de las
publicaciones
de la Editora Regional, y no sería para
estas asociaciones
excesivamente
difícil conseguir las
publicaciones de otras instituciones como Diputaciones
Provinciales, etc. En esas circunstancias, las ahora raquíti-
12 Cuando ya estaban redactadas estas líneas, el presidente de la Junta de
Extrernadura, Rodríguez Ibarra, se ha dirigido a los representantes
de
las asociaciones extremeñas en el exterior y se ha comprometido a
estudiar diversas propuestas hechas desde la misma presidencia, entre
-150-
cas y solitarias bibliotecas de estos centros podrían convertirse en vivos y dinámicos centros de difusión de
información sobre nuestra región; esta es una función
que muy bien podrían cumplir casas ubicadas en ciudades dotadas de Institutos o Universidad,
facilitando a
estudiantes e investigadores
el acceso a publicaciones
que de otro modo sólo podrían consultar con mucha
dificultad.
Pero evidentemente
no se termina ahí el
campo de posibilidades culturales, ya que otros aspectos
de nuestra cultura son igualmente susceptibles
de ser
difundidos desde estas casas: se podrían suscribir convenios con la Universidad de Extremadura, Centro de Estudios Extremeños, Institución Cultural El Brocense, etc.
para desarrollar ciclos de conferencias, charlas, exposiciones, etc. que cumplan esa función de difusión cultural, no limitándose a las actuaciones que, con las honrosas excepciones, desempeñan en este terreno la mayoría
de casas y hogares regionales, es decir, las representaciones jolklóricas por parte de los conocidos grupos de
Coros y Danzas.
En definitiva, puede apreciarse que la mayoría de
estas actuaciones posibles se encuadran en un espíritu
de servicio a Extremadura, pero también a la ciudad en
que se hallan insertas estas asociaciones, y es que esa es
la clave de su supervivencia.
La reorientación
a que
antes me refería supone precisamente que pensando en
el futuro, en el 2015 o tal vez antes, las casas y los
hogares regionales deben ineludiblemente
dejar de ser
lugares donde sólo se recuerda la tierra que se abandonó entre vaso y vaso de vino para convertirse en auténticas asociaciones ciudadanas de un marcado contenido
cultural. Una vez que los más jóvenes deban tomar el
relevo en la dirección, las casas tendrán que preocuparse sobre todo de canalizar la participación de estas personas en la vida ciudadana de la localidad en que viven,
tomando parte en todas las actividades sociales, culturales, lúdicas, etc. que se desarrollen, y asegurando así la
inserción de los más jóvenes en la dinámica asociativa,
ya que éste es el auténtico capital de futuro de estas
asociaciones.
En efecto, el servicio que se puede prestar a la
comunidad de adopción es claramente cultural aunque
tenga también el componente económico que antes veíamos en lo que se refiere a turismo y comercio, de forma
que las casas y hogares contribuirán al enriquecimiento
cultural de sus ciudades. Sólo si consiguen orientarse claramente en este sentido, las asociaciones lograrán sobrevivir; las casas y los hogares regionales extremeños deberán convertirse en asociaciones ciudadanas plenamente
insertas en su medio social, prestando un servicio concreto e interesante a éste y también a Extremadura, procurando el acceso de los más jóvenes a las posiciones directivas, luchando por mayores cotas de autofinanciación
y
estableciendo
canales de comunicación
y colaboración
con otras asociaciones extremeñas en su entorno tanto
como con entidades ciudadanas de todo tipo que operen
en las ciudades de adopción. Las casas de Extremadura
del 2015 serán así, o no serán.
las que se incluye precisamente la de hacer de estas casas verdaderas
agencias de turismo que contarían con un fuerte apoyo de la Consejería de la Junta que se ocupa de la materia (¡-¡oy, 30-IV-95l.
LOS EXTREMEti'OS DE LA DIÁSPORA EN EL CAMBIO DEL MILENlO
contribuyen
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