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5 Título artículo el patriarca ribera la catedral ilustrada iglesia, sociedad y cultura en la valencia del siglo xviii Mobility, Involvement and Cross-Cultural E0-1823) emilio callado estela (ed.) 2013 6 Autor artículo Este libro es resultado del Proyecto de Investigación La Catedral Ilustrada. Iglesia, sociedad y cultura en la Valencia del siglo xVIII, financiado por la Universidad CEU Cardenal Herrera (PRCEU-UCH 26/11) y el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (HAR2012/2015) © del texto: Los Autores © de esta edición: Institució Alfons el Magnànim-Diputación Valencia, 2013 Director: Ricard Bellveser Diseño cubierta: Vicent Ferri Ilustración de la cubierta: Proyecto para la reconstrucción de la portada de los Apóstoles en 1796 del arquitecto José García ISBN: 978-84-7822-647-4 Depósito legal: V. 2392 - 2013 Fotocomposición: Artes Gráficas Soler, S. L. - www.graficas-soler.com Imprime: Índice Prólogo, por Antonio Mestre Sanchis ..................................................................... introducción, por Emilio Callado Estela ................................................................ Una inédita historia de la seo valentina, por Alfonso Esponera Cerdán ............... Obispos auxiliares de Valencia en el siglo xViii, por Emilio Callado Estela ........ dignidades y canónigos de la catedral de Valencia en el siglo xViii, por Vicente Pons Alós y Mª Milagros Cárcel Ortí ................................................................ el canónigo don José de castellví y coloma (1677-1739). entre el ministerio eclesiástico y la defensa del patrimonio familiar, por Amparo Felipo Orts .... Los sínodos diocesanos valentinos en el siglo xViii, por Antonio Benlloch Poveda ...................................................................................................................... La primera traducción católica castellana de la Biblia. Humanistas cristianos y reformistas galicanos, por Antonio Mestre Sanchis ....................................... entre el humanismo y la autoridad escolástica. La aportación del canónigo Felipe Bertrán, por Vicente León Navarro ............................................................. La espiritualidad no ilustrada valenciana en la primera mitad del siglo xViii, por Francisco Pons Fuster ..................................................................................... La cuestión de la catedralidad de xàtiva. Un conflicto en la iglesia valenciana del siglo xViii, por Germán Ramírez Aledón ......................................................... La arquitectura del siglo xViii y primer tercio del siglo xix en la catedral de Valencia, por Fernando Pingarrón-Esaín ............................................................ ...Mere Músicos: sobre la profesión musical en la Valencia del siglo xViii, por Andrea Bombi ....................................................................................................... 7 9 13 17 67 103 127 155 161 183 223 255 285 327 la cuestión de la catedralidad de xàtiva. un conflicto en la iglesia valenciana del siglo xviii Germán ramírez aledón universitat de valència 1. ORíGEnEs DE unA AsPIRACIón: EntRE LA fE y EL PODER L A ciudad de xàtiva mantuvo un prolongado pugilato por la defensa de sus privilegios reales y de las promesas que los reyes dieron a su cabildo desde la conquista cristiana a mediados del siglo xIII. Este proceso, la reconquista o conquista cristiana, fue el acta de nacimiento de las sedes episcopales que, con variaciones, ha llegado hasta nuestros días. Es verdad que recogía la vieja división de época visigótica que a su vez remedaba las de la administración territorial de época romana: provincias y conventus jurídicos; desde fines del siglo III d.C. diocesis, denominación que pasó al mundo eclesiástico cuando la Iglesia cristiana tuvo que organizarse territorialmente. El vocablo diócesis significaba en latín “distrito de recaudación de impuestos”. La confusa fase de apropiación por la naciente Iglesia cristiana de la estructura administrativa bajo-imperial explica que las doce diócesis en que se dividió el Imperio romano desde el siglo Iv acabaran derivando en centros de poder religioso y civil a un mismo tiempo1. y, en consecuencia, el poder de la política eclesiástica –e incluso civil, fiscal o administrativa– tuvo lugar en el espiritual recinto del obispo de cada región. Por ello era normal que ambas iglesias –la ortodoxa y la católica– hicieran uso de la misma terminología civil y de la misma división territorial del Imperio. Esto fue así en la península Ibérica hasta la invasión musulmana a principios del siglo vIII. Como ya estudió hace años D. Mansilla2, con el avance de las reinos cristianos sobre Al-Ándalus en el siglo xIII, origen de los reinos medievales, se estableció la organización de la Iglesia española que con escasas variaciones permaneció inalterada hasta el reinado de felipe II. sólo habría que exceptuar de esa tendencia la formación de la pro- 1 P. Benito Golmayo, Instituciones de Derecho Canónico, Madrid, 1859, vol. I, pp. 129-134. D. Mansilla Reoyo, “La reorganización eclesiástica española del siglo xvI. I: Aragón-Cataluña”, Anthologica Annua, 4 (1956), pp. 97-238, y 5 (1957) para la Corona de Castilla. Estos estudios han sido incluidos en la obra del mismo autor, Geografía Eclesiástica de España. Estudio histórico-geográfico de las diócesis, Roma, 1994, 2 vols. (los citados estudios en vol. II). 2 255 256 Germán Ramírez Aledón vincia metropolitana de Zaragoza en 1318, la fundación del obispado de Canarias en 1404, la creación de la metropolitana de valencia en 1492 y la restauración de las sedes episcopales de Granada, Málaga, Guadix y Almería, tras la conquista del reino de Granada en el reinado de los Reyes Católicos. Esta organización de los siglos bajomedievales tiene sus antecedentes en la división eclesiástica de época visigótica y, en última instancia, en las divisiones político-administrativas de época romana. Las provincias de Hispania fueron la base jurídica de las primeras sedes metropolitanas y las sedes episcopales emanaban en muchos casos, como hemos dicho, de los conventos jurídicos. fue la división provincial de Diocleciano en el 297 la que sirvió de referencia para la ordenación territorial de época visigótica, e incluso antes, aunque las informaciones más seguras proceden del siglo vI, especialmente de la Divisio Theodomiri, los Concilios de Braga (561 y 572) en época de dominio suevo, y los Concilios de toledo ya en el marco del reino visigodo3. La división de Diocleciano estableció seis provincias en la diócesis hispana: Gallaecia, Lusitania, Baetica, Mauritaniatingitania, tarraconense y Cartaginense. Posteriormente, se añadió la Balearica, desgajada de la Cartaginense. Estas dos últimas surgían de segregar de la antigua tarraconense (en un primer momento, la Citerior) la parte sur y buena parte de la meseta y valle del Duero. tarraco era la capital de ésta, mientras Cartago nova lo era de la Cartaginense. Pero el problema estaba en establecer el límite entre ambas provincias en la zona costera levantina, es decir, en el ámbito territorial valenciano actual. v. Castell, que fue archivero diocesano de valencia, defendió la pertenencia de la diócesis de valencia a la provincia tarraconense hasta los primeros años del siglo vI momento en que pasó a la Cartaginense, pero v. Cárcel Ortí y D. Mansilla Reoyo han demostrado de forma convincente cómo el territorio valenciano y, por tanto, la diócesis que en la ciudad se crea en el siglo Iv, estuvo siempre en el ámbito de la Cartaginense y, por tanto, era sufragánea de ella4. Este hecho tendrá graves consecuencias, pues cuando en el 610 se traslade la sede metropolitana a toledo, esta ciudad reclamará, tras la conquista del reino de valencia por Jaime I, la primacía de la sede toledana frente a tarragona, lo que producirá un extenso y complejo pleito que estudiaron v. Castell y R. I. Burns5. Por lo que se refiere al territorio valenciano, de los Concilios de Elvira (principios s. Iv) ni de sardes (342) parece derivarse la existencia de una comunidad cristiana en tierras valencianas. La primera noticia documental que tenemos se sitúa a mediados del siglo vI: en el 546 tiene lugar en la ciudad de valencia un Concilio provincial al que acuden seis obispos y un vicario, en representación del obispo Marcelo6. se conocen sus nombres, pero no la sede de procedencia; tal vez, el único que podemos identificar es un tal Setabius, que posiblemente toma el nombre de la ciudad que representa, Saetabis, la actual ciudad de xàtiva, cuya lucha por recuperar la sede episcopal desde el siglo xIII es 3 todas estas cuestiones son tratadas con amplitud en D. Mansilla, op. cit., I, pp. 92 y ss. v. Cárcel Ortí, Historia de la Iglesia en Valencia, valencia, 1986, vol. I, pp. 41-43, aunque se muestra dudoso en sus conclusiones e, incluso, se inclina más por la tesis de v. Castell. Mansilla, sin embargo, afirma que “el litoral mediterráneo no fue una excepción (a la política visigoda de respeto a la división de Diocleciano), y no podía serlo, porque valencia no se independizó de tarragona en tiempo de los visigodos, sino que su territorio perteneció a la Cartaginense desde la división hecha por Diocleciano el año 297”. D. Mansilla, op. cit., I, p. 62. 5 v. Castell Mahiques, El proceso sobre la ordenación de la diócesis valentina (1238-1246), valencia, Corts valencianes, s.d., 2 vols.; R. I. Burns, El Regne Croat de València. Un país de frontera al segle xIII, valencia, tres i Quatre, 1993, pp. 545-594. 6 v. Cárcel Ortí, op. cit., vol. I, pp. 35 y ss. 4 La cuestión de la catedralidad de xàtiva 257 una constante hasta el siglo xIx. En cualquier caso, aunque las fuentes escritas son de esa época, las excavaciones arqueológicas recientes demuestran una mayor antigüedad. El martirio o Passio del diácono vicente (san vicente Mártir, patrón de valencia) en el 304305 y la existencia de su sepulcro en la ciudad del turia animó la formación a principios del siglo Iv de una comunidad cristiana7. Esta organización eclesiástica de origen altomedieval, desmontada durante los siglos de dominación islámica de la península, se retomó con la conquista cristiana y desde el siglo xI la restauración de sedes episcopales trató de recuperar la memoria perdida de la organización eclesiástica visigoda. Resurgieron antiguas y nuevas sedes en la Baja Edad Media. felipe II apoyó algunas segregaciones y nuevas sedes sobre la base del criterio político, es decir, para la adecuación de fronteras entre reinos con los límites de los obispados8. Está presente en esta política religiosa un goticismo que algunos autores rechazan hoy para interpretar el proceso de “reconquista y repoblación” (o conquista cristiana y colonización), pero que en el caso de las instituciones eclesiásticas parece bastante presente. En el actual territorio valenciano, dividido por la línea del Júcar en dos áreas culturales que ya Estrabón y Plinio definieron como Edetania (al norte del Júcar) y Contestania (al sur del citado río), se formaron otras dos sedes episcopales en los primeros siglos del cristianismo: la de Saetabis, capital de la Contestania ibérica9, y la de Dianium (actual Dénia). Ambas están documentadas en los Concilios toledanos, junto a otras dos como son las de Illici (Elche) y Ello (posiblemente Elda), de las cuales tenemos escasas noticias. Para el caso de Saetabis (xàtiva), los cronistas de la época señalan el año 338, siendo pontífice san silvestre y Constantino Magno emperador romano, como el de la creación de la sede setabitana, aunque no hay prueba documental10. tenemos constancia de la presencia en diversos Concilios de seis obispos de la sede de saetabis que están presentes desde el III Concilio de toledo (589) hasta el xvI Concilio en el 693. A partir de aquí desaparece toda referencia a obispos de la sede setabitana. Con la invasión musulmana a principios del siglo vIII el territorio valenciano, y más en concreto la zona situada al sur de Júcar, quedó incluida primero en el reino de tudmir, luego en la kora de valencia y desde el siglo xI en un iqlîm, al parecer división de una kora11 (“distrito” o “partido”), identificado con el interior del reino valenciano desde Castilla hasta el mar y de xàtiva a 17 Ibid, pp. 37-38. véase también E. Llobregat, La primitiva cristiandat valenciana. Segles IV al VIII, valencia, L’Estel, 1977; R. Chabás, Episcopologio valentino, valencia, 1909, vol. I, pp. 26 y ss.; y J. sanchis sivera, La diócesis valentina, valencia, 1920, vol. I. 18 G. Ramírez Aledón, “La erección de nuevas sedes episcopales en el reinado de felipe II: el caso de la ciudad de xàtiva (Reino de valencia)”, Anales de la Universidad de Alicante. Historia Moderna, 17 (1998-99), pp. 235-247. 19 La cuestión de los orígenes de la sede episcopal de xàtiva (saetabis) ha sido tratada en diversas ocasiones por A. ventura: “La frontera del xúquer”, Papers de la Costera, 1 (1981), pp. 31-48; L’església de Sant Feliu de xàtiva, xàtiva, 1979, pp. 17-20; “xàtiva, una seu bisbal frustrada”, Saó, 131 (junio 1990), pp. 28-31; “La catedralitat de xàtiva en l’època dels Borja”, en xàtiva, Els Borja: una projecció europea, xàtiva, 1995, vol. I, pp. 223-238 y La catedralitat de xàtiva. L’església xativina dels segles xVI, xVII i xVIII, xàtiva, 2012, pp. 1-68. Otras contribuciones son las de los historiadores locales Boix y sarthou y, de forma especial, el Viaje Literario a las Iglesias de España, de los hermanos Jaime y Joaquín Lorenzo villanueva (vols. I y Iv), los primeros autores en tratar el tema a principios del siglo xIx. 10 Así aparece en el Memorial de 1586 que la ciudad de xàtiva dirigió al rey felipe II. En Archivo Municipal de xàtiva [=AMx], caja 623 (sig. antª: leg. 1.827). véase. G. Ramírez Aledón, “La qüestió de la catedralitat a les acaballes del segle xvI”, Papers de la Costera, 11 (abril 1998), pp. 38-61. 11 R. Arié, España musulmana (siglos VIII al xV), Barcelona, 1984, pp. 84-88. 258 Germán Ramírez Aledón tierras de Alicante, en lo que Escolano llamó a principios del siglo xvII el distrito “de las montañas”12. La conquista cristiana supuso, en la mentalidad “colonizadora” y de recuperación de un territorio perdido hacía siglos, el inicio de reconstrucción de una realidad político-religiosa (goticismo) que ya no tenía sentido seis siglos después, pero que se mantuvo vivo hasta el siglo xIx. Los intereses de castellanos y aragoneses-catalanes por ocupar las tierras valencianas llevaron al tratado de Almizra –firmado en Camp de Mirra– en marzo de 1244, con el cual Jaime I se aseguraba el control de las tierras situadas al sur del Júcar hasta la línea fronteriza con Castilla en Biar-Bussot. De esos antecedentes eran buenos conocedores los miembros del cabildo de la Colegiata como se observa en los diversos Memoriales que envían al arzobispo de valencia y a los Consejos de Castilla y de Aragón desde el siglo xvI y a la Cámara de Castilla en el siglo xvIII. El monarca de la Corona de Aragón no permitió, sin embargo, la restitución de las sedes de época visigótica situadas al sur del Júcar, pues este hecho hubiera supuesto la reclamación de toledo como metropolitana de esas sedes ahora en tierras del Reino de valencia, lo que el rey Jaime I –en un gesto que Burns calificó de “protonacionalista”– no estaba dispuesto a consentir. En cualquier caso, los monarcas aragoneses siempre estuvieron dispuestos a satisfacer las demandas de sus súbditos en lo concerniente a la reclamación de nuevas sedes episcopales. Buena muestra de ello es la promesa que Jaime II hizo el 22 de noviembre de 1317 al proponer al papa Juan xxII la creación del obispado de xàtiva, que debía formarse sobre la base de los territorios del reino situados al sur del Júcar, los cuales formaban parte del obispado de Cartagena, sufragáneo de toledo. Esa doble pertenencia de esta área –en lo político, al rey de Aragón; en lo religioso, al obispo de Cartagena y el metropolitano de toledo– fue el motivo de la constante fricción entre las ciudades de Cartagena y Orihuela desde el siglo xIv hasta que Orihuela consiga la sede episcopal en 156413. La idea inicial de Jaime II, que hemos señalado, la cual asignaba la sede del sur del reino a xàtiva, no prosperó14 y fue la ciudad de Orihuela quien pronto sustituyó en esa pretensión a la ciudad de los papas Borja15. A pesar de ello, las promesas reales no dejaron de ilusionar a los setabenses: el 5 de julio de 1347, Pedro Iv de Aragón premiaba su fidelidad a su persona en la guerra de la unión, concediendo a xàtiva el título de Ciudad y la promesa de tratar con el sumo Pontífice “que cree en esta ciudad una sede y una Iglesia Catedral, proveyéndola de obispo, que tenga el obispado determinado bajo ciertos límites y dotado de ciertas rentas según dicho señor Papa provea o bien ordene que se ha de hacer”16. El privilegio fue confirmado tres veces más entre 1348 y 1377, pero de nada sirvió, pues la promesa quedó incumplida. también teruel había conseguido el mismo año y por la misma 12 A. ventura, “La catedralitat de xàtiva...”, p. 230; G. Escolano, Décadas de la Historia de Valencia, valencia, 1611. 13 J. B. vilar, Orihuela, una ciudad valenciana en la España Moderna. Historia de la ciudad y obispado de Orihuela, Orihuela, 1981, vol. III, pp. 769-793. 14 D. Mansilla, op. cit., pp. 102-103, quien siguió el trabajo fundamental de J. vincke, Documenta selecta mutuas civitatis Arago-Cathala unicae et ecclesiae relationes illustrantia, Barcelona, 1936, pp. 216-217 y A. ventura, La catedralitat..., pp. 20-21. 15 J. Mª navarro Botella, El primer sínodo de Orihuela, 1569, Alicante, 1979. 16 una versión incompleta traducida del latín al valenciano la publicó P. Mª Orts en su libro Història de la Senyera al País Valencià, valencia, 1979, pp. 52-55. La versión completa del texto latino la publicó A. ventura, en “650 aniversari del títol de Ciutat de xàtiva”, Noticias 7 Días, 28 (12-7-97), p. 12. La cuestión de la catedralidad de xàtiva 259 causa el título de Ciudad y la promesa de ser erigida en sede episcopal, en una propuesta de contenido idéntico17. teruel, sin embargo sí llegó a ver cumplidos sus anhelos en el reinado de felipe II. Desde que Pedro II de valencia concediese el privilegio de ciudad a xàtiva en 1347 y encargase a sus embajadores ante el papa que se solicitase la sede episcopal en cuanto faltase el obispo de valencia, el cabildo de la colegial y el Consell de la ciudad no cesaron en una larga batalla de casi cinco siglos (la última petición documentada data de 1838) para conseguir la catedralidad. En esta larga lucha sólo hubo dos momentos efímeros en que se hizo realidad la petición, pero las restauraciones absolutistas de 1814 y 1823 dejaron en nada la promesa y con la desaparición de la colegial tras el Concordato de 1851 se alejó toda posibilidad de resucitar esta quimera. Es, pues, la cuestión de la catedralidad uno de los ejes de actuación de la iglesia setabense durante el siglo que aquí analizamos18. Podemos establecer cuatro etapas en este largo pleito. La primera en el siglo xIv; la segunda tuvo lugar durante los reinados de felipe II, felipe III y felipe Iv (de 1586 a 1645), año este último de reunión de cortes en valencia donde el estamento militar reiteró sus súplicas, “pero por la peste y la inopia de los labradores tampoco se produjo el resultado deseado”, aunque la petición se volvió a plantear en 1648 y en 1688, sin pretender crear tensión con el cabildo metropolitano de valencia19. El tema quedó en suspenso, pero no olvidado. La Guerra de sucesión y sus consecuencias sobre la ciudad de xàtiva dejaron la cuestión aplazada hasta que resurgió con fuerza a partir de 1759, ciclo que se cierra hacia 1800. A esta etapa dedicamos la segunda parte de este estudio. Pero fue a raíz de la guerra contra los franceses y las cortes de Cádiz cuando se inició el último y más intenso “asalto” de este largo proceso, el que va de 1810 a 1823. Excepto los cambios antes señalados, la geografía eclesiástica de los reinos hispánicos apenas sufrió modificaciones hasta el reinado de felipe II, quien siempre mostró interés en resolver los problemas derivados de la extensión y aumento de población de las diócesis, de la falta de atención pastoral de los fieles o de la situación de los moriscos. La reordenación de sedes episcopales en el reinado del Rey Prudente tiene dos ámbitos territoriales bien diferenciados por razones políticas e históricas: la Corona de Aragón y la Corona de Castilla. En el primer caso, los procesos de formación de nuevas sedes fue más amplio y de mayores consecuencias. solo de forma muy breve debemos referirnos a ellas20. Orihuela, que ya en el siglo xIv (aunque no hemos podido precisar en qué momento) sustituye a xàtiva como cabeza de una futura sede episcopal, se erige por vez primera en obispado a raíz del Concilio de Basilea, después que Alfonso v el Magnánimo apoyara la idea y le concediese el título de Ciudad en 1437, conditio sine qua non para 17 El texto de la promesa a teruel fue publicada por Blasco Lanuza en 1622 y lo reproduce D. Mansilla, op. cit., p. 182. Mansilla llega a dudar que el rey Pedro Iv se tomara muy en serio estos proyectos, aunque reconoce que en 1423 teruel había obtenido el título de Colegiata. xàtiva lo había conseguido diez años antes, siendo papa Benedicto xIII (el Papa o antipapa Luna), por lo que fue necesaria una confirmación posterior. 18 un panorama de este tema se puede encontrar en C. sarthou, Datos para la Historia de Játiva, xàtiva, 1933, vols. I, pp. 349-406 (documentación municipal) y v, pp. 91-106 (documentación de la colegial). sarthou resumió el contenido de todos los memoriales enviados al rey; el elaborado por el cabildo eclesiástico en 1760 y el dictamen de Laforcada fueron reproducidos íntegramente en el libro de v. Boix, xàtiva, memorias, recuerdos y tradiciones de esta antigua ciudad, xàtiva, 1857, pp. 261-352. 19 Hemos analizado esta etapa en “La qüestió de la catedralitat…” y “La erección de nuevas sedes…”. 20 un detallado estudio lo hace D. Mansilla en sus artículos y en el vol. II de su Geografía Eclesiástica de España, ya mencionada, donde recoge una abundante bibliografía. 260 Germán Ramírez Aledón alcanzar la catedralidad. Recordemos que un siglo antes xàtiva y teruel ya habían alcanzado este premio y la promesa de ser erigidas en sedes episcopales. Pero las razones para apoyar a Orihuela residían en el enfrentamiento que mantenía con la diócesis de Cartagena, y, por extensión, con Castilla, al considerar el monarca aragonés que el metropolitano de toledo ejercía una jurisdicción –la eclesiástica– en un territorio que no era del reino de Castilla. tras varios intentos en 1442 y 1510, en el reinado de felipe II se abrieron nuevas expectativas para las demandas de Orihuela: el problema morisco, el crecimiento demográfico o la deficiente atención pastoral acabaron decidiendo al monarca a tomar partido en el asunto y lograr en el consistorio de 14 de julio de 1564 la diócesis oriolana, sufragánea del metropolitano de valencia. Las razones eran obvias para el propio felipe II, quien entendía que la aspiración de la Corona de Aragón y más en concreto del reino de valencia era que sus habitantes no dependieran eclesiásticamente del reino de Castilla así como “la diversidad de lengua y legislación”, en clara referencia a los fueros y la lengua de los valencianos21. se aprovechaban, además, dos circunstancias: la celebración de cortes en Monzón y la necesaria existencia de “sede vacante”, tras la muerte del obispo de Cartagena don Esteban de Almeida en marzo de 1563. La erección de nueva sede episcopal en Orihuela no pacificó los ánimos de Cartagena que siguió durante muchos años reclamando rentas de la división territorial. semejantes y, en algunos casos más duras, fueron las respuestas de las sedes matrices en otros casos de separación y nueva erección: así, Barbastro y Jaca al separarse de Huesca en 1571, después de una pugna de siglos. O la desmembración del obispado de segorbe-Albarracín, formado así en 1247 y mantenido hasta su separación en 1577. En este caso, las razones de distancia física eran evidentes (pues la diócesis no formaba un territorio continuo, en donde se interponía la cesaraugustana), pero aún pesó más en el ánimo del monarca la predominancia en el territorio de segorbe de una abundante población de cristianos nuevos que había que atender y cristianizar de forma efectiva. Las pugnas entre ambas diócesis separadas se mantuvieron durante casi dos décadas después de la bula de erección de la sede de Albarracín y por razones puramente económicas o de rentas. En el caso de teruel, cuya promesa como hemos visto ya la había formulado Pedro Iv de Aragón en 1347, fue planteado a Roma al mismo tiempo que la separación de segorbe-Albarracín, en lo que parece ser un intento de reordenación de las sedes de los reinos de la Corona de Aragón. En el caso de teruel, el proceso fue más breve22. La muerte del arzobispo de Zaragoza en enero de 1577, aceleró el proceso en Roma aprovechado la “sede vacante”, basándose en la gran distancia respecto de la capital aragonesa y el gran peso de la población morisca. En este caso apenas hubo oposición por parte de Zaragoza, aunque la bula despachada el 15 de julio de 1577 no fue expedida hasta el mes de junio del año siguiente, por razones de prudencia política. El arreglo episcopal se completó –por lo que hace a la Corona de Aragón– con la creación de la diócesis de solsona, segregada de urgell en 1593. En el ámbito de la Corona de Castilla destaca de forma especial la creación de la sede de valladolid, segregada de Palencia, tras dura pugna, en las postrimerías del año 1595, después de que el Papa Clemente vIII accediera a la petición de la que otrora fuera capital del reino castellano y otorgara en el mismo acto el título de ciudad, lo cual tuvo que 21 El proceso de obtención de la sede para Orihuela en Ibid., pp. 100-132; J. Bta. vilar, op. cit., vol. 4, vol. III, pp. 767 y ss.; y J. M. navarro, op. cit., pp.27-52. 22 D. Mansilla, op. cit., pp. 180-190; Q. Aldea; y t. Marín y J. vives, Diccionario de Historia Eclesiástica de España. Madrid, 1975, vol. Iv, pp. 2.558-2.562. La cuestión de la catedralidad de xàtiva 261 confirmar felipe II en los primeros días de 1596. En este asunto tuvo el rey interés especial y personal23; por algo había nacido en dicha ciudad, que había sido corte de la monarquía española hasta 1561. Orihuela y xàtiva habían conseguido de Benedicto xIII la bula de erección en Colegiata en el mismo año de 141324. Pero si en el caso de Orihuela –como hemos visto– la batalla fue ganada por el enfrentamiento Castilla-Corona de Aragón, en el caso de la ciudad de xàtiva la petición de la catedralidad suponía recortar las rentas y preminencia en el reino valenciano de su capital, la ciudad de valencia. Es por ello, que desde el siglo xIv el Consell Municipal de ésta y el cabildo catedralicio manifestaron una oposición frontal a esta pretensión de los de xàtiva25, oposición mantenida siglo tras siglo hasta su fracaso definitivo después de la segunda restauración absolutista de fernando vII en 1823. Después de que Orihuela consiguiera en 1564 su propósito con la notable indiferencia de la familia Borja26, las posibilidades de que la antigua Saetabis fuera erigida en sede episcopal eran prácticamente nulas, por dos razones fundamentales: la primera, porque la segregación no se justificaba como una adecuación de los límites eclesiásticos a los políticos, ya que el territorio que se pretendía desgajar era parte del obispado de valencia y todo él estaba dentro del reino de valencia; la segunda, porque la poderosa oligarquía de la capital del reino y de su cabildo metropolitano no estaba dispuesta a ceder su poder, privilegios, rentas e influencia en el conjunto del reino valenciano. A partir, pues, del reinado de felipe II se incrementa el interés por la cuestión de la catedralidad27, por efecto del éxito de Orihuela, la convocatoria de cortes en Monzón (1563-64) y la visita del monarca a la ciudad de valencia en abril de 1564. Con dicho motivo presentaron al rey un memorial que no tuvo respuesta, que se repitió en 1568 y en enero de 1586. En este último año, con motivo de la visita del monarca al reino de valencia, la ciudad de xàtiva lo recibió con gran agasajo y le presentó dos extensos memoriales de petición de la catedralidad, suscritos por ambos cabildos, el eclesiástico y el municipal28. Las expectativas que abrían estas visitas explican el acuerdo del cabildo de la 23 un detallado análisis del proceso y de las diferencias con el cabildo de Palencia en A. Cabeza Rodríguez, “La difícil creación del obispado”, en t. Egido (dir.), Historia de la diócesis de Valladolid, valladolid, 1996, pp. 61-96. también D. Mansilla, op. cit., pp. 518 y ss. 24 Esta bula fue concedida por Pedro de Luna (el papa Luna), en Peñíscola, el 13 de abril de 1413 y el 13 de diciembre para xàtiva. Al término del Cisma de Occidente, cuando la Corona de Aragón volvió a la obediencia de Roma, la bula fue revalidada por el papa Martín v en florencia el 19 de abril de 1419. Para el conocimiento de la Colegiata de xàtiva y de su proceso de constitución es fundamental el estudio de J. Alonso; A. Boluda y v. Pons, “L’arxiu de la Col·legiata de santa Maria de xàtiva. Inventari i aproximació histórica”, Papers de la Costera (1992), pp. 219-238. 25 En carta de 28 de diciembre de 1409 los jurats de valencia le comunicaban al obispo la alegría con que la ciudad había recibido el rechazo por el (anti)papa Benedicto xIII de la petición de xàtiva. véase A. Rubio, Epistolari de la València medieval, valencia, 1985, pp. 81-82. una nueva misiva envió el Consell de valencia al rey fernando I el 2 de julio de 1418, en el mismo sentido. véase A. Rubio, Epistolari de la València medieval (II), valencia, 1998, p. 116 y del mismo autor, “xàtiva i valència en els segles xIv i xv: el rerefons econòmic d’unes relacions conflictives”, en xàtiva, els Borja..., vol. I, pp. 211-222. 26 Rodrigo de Borja, sobrino de Calixto III (Alfons de Borja), fue obispo de Cartagena, Murcia, Gerona (entre otros), mientras residía en Roma como protegido de su tío. Como ha señalado J. B. vilar, “Borja, prelado absentista, ante todo estaba interesado en mantener buenas relaciones con el clero de Murcia... El paso de este valenciano por la sede murciana, lejos de propiciar un acercamiento entre sus diocesanos enfrentados, supuso un recrudecimiento de la crisis latente”. Op. cit., p. 772. 27 Hemos estudiado esta etapa en “La qüestió de la catedralitat…”, pp. 38-61, donde se incluyen en apéndice los principales memoriales que el Cabildo y el Consell municipal enviaron a felipe II y felipe III entre 1568 y 1617. 28 De ambos memoriales se conserva copia en los archivos locales: AMx, caja 623. Catedralidad y Archivo Histórico de la Colegiata de xàtiva [=AHCx], caja 29. 262 Germán Ramírez Aledón colegiata de 19 de septiembre de aquel año, por el que se acordaba que el canónigo Gaspar Joan de Gallach vaya, en nombre del Cabildo, “a la Cort de sa Majestat en la vila de Madrit, Regne de Castella, a tractar los negocis que per part de aquest Il·lustre i Molt Reverent Capítol li seran comesos y acomanats y donats en memorial...”29. seis años después, en 1594, el Cabildo presentaba un nuevo y extenso Memorial al rey, que comprendía la propuesta de arreglo parroquial, límites territoriales y división de rentas entre el obispado de valencia y el que se había de erigir en xàtiva, tras la creación de las nuevas sedes de teruel, Albarracín, solsona y valladolid. Pero tampoco en esta ocasión la pretensión alcanzó sus objetivos, por la persistente oposición, recelo y desconfianza del cabildo diocesano y Consell Municipal de valencia. En este clima de entusiasmo en pos de la sede episcopal soñada se sitúa el acuerdo del Consell Municipal setabense del 16 de octubre de 1596 para iniciar la construcción de un nuevo templo sobre la degradada y antigua mezquita consagrada como templo cristiano en 1248, obras que se iniciaron en el mes de enero del año siguiente30. De la lectura de este memorial se desprenden cinco tipos de argumentos que, con algunas variantes, se van a repetir en siglos posteriores. En primer lugar, el prestigio de la ciudad de xàtiva dentro del reino de valencia, ya que disfrutaba del título de Ciudad desde 1347 y era la segunda ciudad con voto en el brazo real de las cortes valencianas, gozaba de una numerosa e influyente nobleza, era la patria de los dos papas Borja, la segunda ciudad del reino también en población, cabeza de una subgobernación y de una Bailía, y disfrutaba de la categoría de colegiata desde 1413, además de unos antecedentes históricos (la sede de época visigótica). Pero el Capítulo de valencia en memorial del mismo año remitido al rey, desmontaba todos estos argumentos, especialmente los históricos, con un razonamiento que podemos denominar “antigoticista”, cuando afirmaba “que en las cosas de govierno de lo espiritual y temporal solo se observa lo que se ha instituido después que Hespaña se libró del poder de los moros, particularmente en el Reyno de valencia, y assí jamás se ha attendido las obserbancias del tiempo de los Godos ni otros anteriores, porque el estado de la Christiandad en la primitiva Iglesia era muy diferente, y en Hespaña avía pocos christianos y la jurisdicción de los Obispos no tenía forma ni fuerzas y así se han extinguido y perdido todos los drechos y privilegios que antiguamente solían tener todas las Iglesias y Comunidades”31. Planteamiento absurdo, pues la conquista del reino de valencia fue una cruzada contra tierra de “infieles” sarracenos. frente a esa ruptura, los de xàtiva defendían la continuidad de la época visigótica con la que se restablece tras la conquista cristiana. El segundo argumento era la importancia económica y demográfica de xàtiva, en un momento de clara expansión poblacional. Además, como en su término particular había una notable presencia de población morisca, era lógico demandar una mayor atención pastoral tanto para los cristianos viejos como para los nuevos. El tercer argumento era la situación geográfica de la ciudad, como encrucijada entre Castilla y el sur del reino valenciano. En este caso la lejanía de valencia, el tener que cruzar el Júcar –que carecía de puente– para 29 AMx, Libro nº 1326. Cabildos generales de la Seo de 1570 a 1628, ff. 232r-233r. C. sarthou, Datos…, vol. I, pp. 254 y ss. El número 11 de Papers de la Costera (abril 1998) fue dedicado íntegramente al 400 aniversario de inicio de dichas obras, aunque no se abordan estas obras como tal. 31 AHCx, caja 29, Manuscrito incompleto, sin datación (pero de 1594). En el Archivo de la Catedral de valencia [=ACv] se conserva también documentación sobre el tema en Legs. 1:164=33, 790:31, 4979. véase R. Chabás, Índice del archivo de la Catedral de Valencia, valencia, 1997, p. 280. 30 La cuestión de la catedralidad de xàtiva 263 ir a la capital, eran impedimentos que hacían necesario tener más cerca el “pastor”, acercándolo a los habitantes de las montañas alicantinas y del interior valenciano. El cuarto argumento estaba relacionado con las rentas de la colegiata, su escasez, la extracción que hacía el cabildo de valencia de las rentas de la comarca setabitana y las que se destinaban al arcediano de xàtiva que residía en valencia. La solidez económica de los obispados era defendida por valencia como una barrera frente al enemigo exterior e interior, entre los que estaban los moriscos y la piratería berberisca. Por último, las razones espirituales encubrían muchas veces intereses más mundanos relacionados con las rentas episcopales, la administración de la mensa canonical, los frutos primiciales o la percepción de diezmos. Ambas cosas iban estrechamente unidas como muestra el razonamiento que da el Cabildo de la seo setabense en su memorial dirigido al rey en 1586: la escasez de rentas actúa en perjuicio del prestigio sacerdotal “y lo que peor es, enflaquece la buena administración de los sacramentos, la celebración de las horas canónicas, oficios y culto divino en la dicha Iglesia, de que v. Magestad es tan zeloso...”32. La muerte de felipe II en 1598, el problema morisco, la actitud contraria del arzobispo Ribera y el de la ciudad de valencia, así como los problemas internacionales, dejaron el tema de la catedralidad en el olvido. La vacante de la sede valenciana, movió de nuevo los anhelos de los cabildos setabenses. Once días después de la muerte del arzobispo Juan de Ribera (6 de enero de 1611), el cabildo de la colegiata de xàtiva presentaba una nueva demanda a felipe III. ni la boda de éste en valencia en 1599 ni la reunión de cortes de 1604 en valencia habían producido efecto en renovar la petición de los de xàtiva. Ahora la ciudad se hace valer de la influencia de dos personas cercanas a la ciudad y al monarca: fray tomás de Maluenda, dominico y nacido en xàtiva, y fray Luis Aliaga, también dominico y confesor real desde 1608. La carta que Maluenda dirigió al confesor el 16 de enero iniciaba una nueva estrategia basada en el uso de personas ilustres e influyentes de las que se aprovechaba el capítulo setabense para elevar la petición al monarca. En los siglos xvII y xvIII serán obispos, abades, canónigos, abogados, luego, ya en el siglo xIx, los diputados Joaquín Lorenzo villanueva y tadeo Ignacio Gil, así como el hermano del primero, Lorenzo tadeo, abogado, magistrado y diputado en las Cortes del trienio liberal33. Maluenda era persona influyente en el mundo religioso, bien relacionado con los poderes de la época (Inquisidor, confesor real, Maestro General de la orden de santo Domingo, etc.). Hombre, además, culto y muy entendido en cuestiones de teología, patrística, sagradas Escrituras y derecho canónico. El prestigio, por tanto, era una buena carta de presentación. Además, la amistad con fray Isidoro de Aliaga, hermano del confesor real fray Luis Aliaga, y la pertenencia de los tres a la misma orden religiosa podían hacer las cosas más fáciles33bis. Pero su memorial no obtuvo respuesta o al menos, la desconocemos34. un nuevo memorial fue enviado en 1617, del que sólo tenemos una copia en muy mal estado. En él el argumento básico era la negativa de valencia a reconocer el derecho de xàtiva a constituirse en sede episcopal por la poca distancia de la capital del reino, cuando segorbe distaba menos y tenía un número de habitantes menor. Al mismo tiempo se planteaba por pri32 AMx, caja 623. Catedralidad, Memorial de 1586. sobre Lorenzo tadeo, véase la biografía que hemos elaborado para el DBPE, II. 1820-1854, Congreso de los Diputados, Madrid, 2012. 33bis Las relaciones del padre Maluenda con los hermanos Aliaga en E. Callado Estela, Iglesia, poder y sociedad en el siglo xVII. El arzobispo de Valencia fray Isidoro Aliaga, valencia, pp. 45 y ss. 34 nuestras pesquisas en la sección Consejos, Consejo de Castilla y Cámara de Castilla del Archivo Histórico nacional, no han dado resultados hasta ahora. 33 264 Germán Ramírez Aledón mera vez una petición unificada de Dénia y xàtiva sub uno pastore, aduciendo razones históricas de los obispados visigóticos. frente al argumento de valencia que en tiempos de los dos papas Borja no hicieron nada para erigir la sede de xàtiva, dice este memorial que no fue esa la razón, sino la escasa renta del arzobispado de valencia. La colegial setabense continuó en su quimera, a pesar de la problemática situación social, demográfica y económica del reino de valencia tras la expulsión morisca de 1609 y la incidencia de la crisis generalizada del siglo xvII. Los memoriales del siglo xvIII permiten aclarar qué sucedió a partir de ahí. uno de ellos, fechado en 1760, decía lo siguiente: “y así no es extraño que sobre la súplica repetida en 1617 al señor felipe III y al Consejo de Aragón que se dignó admitirla, pidiendo informes al virrey; y la real Audiencia, con recuerdos en los años 1621, 28 y 31, quedase sin evacuar el informe, pues persistía la causa de la escasez de rentas en la diócesis; pero en 1626, en un acto de cortes, prometió felipe Iv al estamento militar del reino de valencia, que vería toda la merced que podría hacer a xàtiva sobre el restablecimiento de su silla episcopal. Esto movió a la metropolitana de valencia para formar una contradicción que publicó por escrito; a pesar de la cual, el estamento militar reiteró sus súplicas en 1645; pero por la peste y la inopia de los labradores, tampoco se produjo el resultado deseado”35. En las cortes de 1626, un acto de corte del estamento militar pedía al rey la sede obispal de xàtiva “y ab titol de Catedral en tot cas que vaque lo Arquebisbat de valencia, assignant·li al Bisbee regidor una renda competent de la mensa Archiepiscopal” y el monarca se comprometía a ver “tota la mercé que podrà fer a la ciutat de xativa en lo que se li suplica en est capítol”36. El 28 de julio de 1628, el monarca enviaba cartas al capitán general, virrey, arzobispo y cabildo de la sede de valencia en este sentido37, las cuales eran la respuesta a otras cartas del capítulo setabense enviadas el 5 de junio al rey, al condeduque de Olivares, el confesor real (fray Antonio de sotomayor) y al regente del Consejo de su Majestad38. En las cortes de 1645 se aprobó un acte de cort del estamento real (el nº 65), que solicitaba de nuevo la sede episcopal, a lo que el rey respondió con cierta prudencia: “sa magestat ha manat al consell supremo fassa consulta ab los papers que té y pendrà brevemente resolución”39. Como era ya previsible, la muerte del arzobispo fray Isidoro de Aliaga renovó la petición de los jurados de xàtiva en marzo de 1648, afirmación que se desprende de las palabras del memorial que enviaron al rey, en el mismo momento en que la peste atacaba la población valenciana: “...si bé luego que susehí la mort del Arquebisbe per parexer·nos bona ocasió per a proseguir la antiga pretensió que té esta ciutat del bisbat, per al qual efecte li volem despachar a v.M. ab portador segur per lo contagi de valencia...”. Lo planteaban como un intento de no crear tensión con el cabildo de valencia, para lo que daban un nuevo enfoque a la petición: “...que no es disgustara el capítol de valencia que esta ciutat continue esta pretensió, suposat que la mersé que speram de sa Magestat no serà restituint·li lo bisbat com ho tenia en ans que es perdés España, sinó ab nova erectió, prenint 35 Cit. C. sarthou, Datos..., vol. I, p. 370. D. de Lario Ramírez, Cortes del Reinado de Felipe IV. I. Cortes Valencianas de 1626, valencia, universidad, 1973, p. 108. 37 Cit. C. sarthou, Datos..., vol. I, p. 370. AMx, caja 632. 38 AHCx, Actas capitulares, 1594-1650. Reproducidas por I. Martínez salas, “José de Ribera, español, valenciano y setabense”, Quaderns de xàtiva, 3 (1991), pp. 23-27. 39 Ll. Guia Marín, Cortes del reinado de Felipe IV. II Cortes valencianas de 1645, valencia, 1984, pp. 285286. 36 La cuestión de la catedralidad de xàtiva 265 de la mensa episcopal lo que a sa Magestat parexerà, sens tocar dels fruits del capítol de valencia...”40. La nueva petición hecha en 1688, reinando Carlos II, acabará también fracasando. En ella aparece el territorio de la futura sede, que ya estaba claramente explicado en el memorial de 1594, pero que el cronista Bernardino Miedes hacía coincidir con la Contestania ibérica41. Incluso en medio de una guerra, las autoridades locales no cejaron en su empeño por el obispado: en 1700 se solicitaba desde la corte averiguar las rentas que la colegial tenía desde 1609 con el fin de demostrar la escasez de éstas frente a valencia42 y en febrero y marzo de 1707 redactó el cabildo de la colegial tres cartas sobre el tema, una de ellas dirigida al archiduque Carlos, considerado por el cabildo como el rey legítimo Carlos III, otra a su confesor privado y una tercera al embajador de Portugal, país que en ese momento luchaba en la gran alianza con Inglaterra y el Imperio contra felipe v43. Cuando la ciudad fue “exterminada”, incendiada y despoblada tras la guerra de sucesión, el tema quedó momentáneamente aparcado, pues la labor de Macanaz en la reconstrucción y ordenación de la Nueva Colonia de San Felipe impedía cualquier reivindicación en ese sentido. Además, los postulados regalistas desde los que se planteó esta reconstrucción y creación de una nueva entidad que borraba del mapa la antigua xàtiva, hacía inviable una alteración del statu quo creado después del decreto de 27 de noviembre de 1707 que dejaba en manos de una nueva clase dirigente el gobierno de la nueva Colonia de san felipe: militares aliados a viejas y nuevas oligarquías de poder que en modo alguno deseaban incomodar a las autoridades civiles y eclesiásticas del reino44. 2. LA POLítICA DE LOs BORBOnEs. LA CuEstIón DE LAs sEDEs vACAntEs todo lo dicho hasta ahora deja claro que la promesa reiterada por los monarcas a los cabildos eclesiástico y civil de la ciudad de xàtiva desde el siglo xIII chocó frontalmente con la férrea resistencia de los cabildos de valencia y la indiferencia o escaso interés de otras instancias –Consejo de Aragón, Consejo y Cámara de Castilla, cardenal primado de España–, reacios todos ellos a enfrentarse con los poderes locales. Con la nueva dinastía tras la guerra de sucesión y los decretos de nueva Planta se abría una nueva época en la que las relaciones Iglesia-Estado se asentaban sobre los principios esenciales del regalismo45. Este concepto arrancaba del principio augustano del 40 AMx, caja 623. Catedralidad. C. sarthou, Datos…, vol. I, p. 361; A. ventura, La catedralitat…, pp. 37-38. 42 AHCx, caja 29: “Lo que importa diligenciar con toda brevedad es… revolver esos archivos para ver si se pueden encontrar algunos privilegios reales en los quales sus Magestades hayan declarado su real patrocinio para esa santa Iglesia y para esa Ciudad…”. La idea del “real patrocinio” es fundamental, como veremos a continuación. 43 AHCx, caja 29, 4, 1. 44 El decreto de creación de san felipe, en C. sarthou, Datos…, vol. II, pp. 14-16; sobre la organización del gobierno de la ciudad son básicos los estudios de I. Blesa Duet, El municipi borbònic en l’Antic Règim: xàtiva (1700-1723), xàtiva, 1994 y Un nuevo municipio para una nueva monarquía. Oligarquías y poder local: xàtiva, 1707-1808, valencia, 2005, cap. I. 45 sobre el regalismo borbónico se ha de acudir a algunos trabajos que resumen otras aportaciones valiosas: R. Olaechea, “Relaciones entre Iglesia y Estado en el siglo de las Luces”, en A. Alberola y E. La Parra (Eds.), La Ilustración española. Actas del Coloquio Internacional celebrado en Alicante 1-4 octubre 1985, Alicante, 1986, pp. 271-297; t. Egido, “El regalismo en España”, en E. La Parra y J. Pradells (eds.), Iglesia, Sociedad y Estado en España, Francia e Italia (ss. xVIII al xx), Alicante, 1992, pp. 193-217; t. Egido, “El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo xvIII”, en R. García-villoslada (dir.), Historia de la Iglesia en España, Madrid, 1979, vol. Iv, pp. 125-249. 41 266 Germán Ramírez Aledón cuius regio, illius est religio, que convertía a los príncipes protestantes del siglo xvI en cesaro-papas, o lo que es lo mismo, la confusión de poder civil con el eclesiástico. La Iglesia disponía de una potestas indirecta que subordinaba el poder civil al espiritual, error medieval como lo señala R. Olaechea, que pervivió en el siglo xvIII. Aunque la Iglesia no poseía jurisdicción sobre las cosas civiles o temporales, durante aquel siglo se mantuvieron muchas adherencias del error medieval, por la que el poder eclesiástico podía disponer de forma excepcional de los bienes temporales de los fieles. Esta teoría teocrática del “poder indirecto” contaminó al absolutismo monárquico, que deseoso “del mayor bien” entendió ser competente en asuntos de jurisdicción mixta o en cuestiones “accidentalmente espirituales” o de “disciplina externa”. La pugna de ambos poderes por esas materias se agudizó a lo largo del siglo xvIII, lo que enfrentó al papado y la curia romana con los estados monárquicos absolutistas. Como señaló León de Arroyal en sus Cartas al conde de Lerena, “En los países católicos está tan unido el bien del Estado al de la Iglesia, que el uno sin el otro no pueden subsistir. La religión entra en casi todas las operaciones de gobierno”46. A ello debe sumarse, lo que Olaechea calificó de “una pléyade de teólogos y canonistas que, protegidos por la Curia romana, mantenían vivo el espíritu –y la tradición– de un conglomerado de ideas heredadas del medioevo”47, cuya base eran las falsas Decretales de Isidoro Mercator, a las que tantas páginas dedicó Joaquín Lorenzo villanueva para desacreditarlas. y renuentes a admitir la mayoría de edad de los Estados que querían desligarse del “poder directo” del papado de resonancias medievales, afirmaban sus “regalías eclesiásticas” que comportaban cuantiosas cantidades enviadas a Roma. Por su parte, los monarcas y sus ministros regalistas defendían la división de poderes (civil-eclesiástico) para incorporar a la corona las áreas no concretas de la jurisdicción mixta, entre las cuales destacaban la administración de ciertas gracias y los nombramientos de obispos, haciendo uso del patronato regio que se definió con nitidez durante el siglo de los Borbones. En realidad lo que estaba en juego no era un asunto de jurisdicciones o primacía, sino algo más terrenal y primario: las rentas que sangraban las economías de las monarquías católicas y el enriquecimiento de la curia pontificia por el abuso de sus supuestas prerrogativas. Como señalaba Arroyal a fines del xvIII, “Roma, haciendo uso político hasta de la religión, aprovechándose de la fortuna de sus decretales, supo poner en contribución a todo el mundo católico. En su dataría y penitenciaría encontró dos minas más abundantes que las de Méjico y el Perú. El anillo del pescador fue como el de Ciges, que lo convertía todo en oro. Los decretos de la curia se vendieron bien caros. Roma fue por algunos siglos la plaza del comercio eclesiástico, para el que se establecieron aranceles como en la aduana de Londres. no hay nación que tanto haya sutilizado para chupar dinero, ni nación que tanto dinero haya chupado, hasta que los soberanos han empezado a no ser espantadizos del rumbón título de urbis et orbis…”48. sobre este telón de fondo se extiende la larga crónica de las peticiones del cabido de san felipe a la Real Cámara de Castilla y los monarcas, quienes en uso de sus prerrogativas podían entender en esta materia: la creación de nuevas sedes episcopales, 46 L. de Arroyal, Cartas político-económicas al conde de Lerena. Ed. de Antonio Elorza, Madrid, 1968, p. 177. 47 R. Olaechea, “Relaciones entre Iglesia…”, p. 276. 48 L. de Arroyal, Cartas…, pp. 175-176. sobre Arroyal, vid. J. Pallarés Moreno, León de Arroyal o la aventura intelectual de un ilustrado, Granada, 1993, pp. 201-248. Las Cartas fueron redactadas entre 1786 y 1795, su impresión no fue autorizada y fueron editadas por vez primera en 1841, aunque atribuidas a Campomanes. La primera edición con autoría correcta fue la de Elorza en 1968, aunque había sido f. López quien había dado con el dato. sobre los intereses económicos en estas relaciones, R. Olaechea, op. cit., pp. 278-281. La cuestión de la catedralidad de xàtiva 267 aunque luego debía pasar a Roma para que el pontífice aprobara la petición. una prueba evidente de la praxis regalista, más allá del pase regio o exequatur y del ejercicio del patronato regio en la propuesta de obispos cuando se producía la sede vacante. Porque esa circunstancia era la que solía aprovechar el clero setabense para solicitar la gracia, pues el rey debía proveer la sede que vacaba y mientras esta permaneciera así era más factible llevar a cabo el éxito de la misión. si observamos en qué momento se producen las peticiones del cabildo setabense, veremos que suelen coincidir con el momento en que vacaba la sede valentina. Esa situación era aprovechada por las autoridades setabenses para agilizar la pretensión. Esto fue así desde el siglo xIv, como hemos tenido ocasión de explicar, pero no se cumplió en algunas de las peticiones del siglo xvIII, como en la intensa campaña de 1760-1762 o la más leve de 1782-1784. De nuevo, el vacío producido por la renuncia forzada de fabián y fuero en enero de 1794 y el desorden producido por la ausencia de Despuig y Dameto o las maniobras de Godoy, explican el agitado clima en que se producen las gestiones ante la Cámara de Castilla para intentar alcanzar la meta perseguida. Pero ni aun así pudo hacerse realidad. solo el cambio de la estructura de poder que abrieron las cortes reunidas en Cádiz desde 1810, la influencia del diputado setabense Joaquín Lorenzo villanueva y el problema surgido en la sede valentina por la supuesta usurpación del obispado, explican que pudiera hacerse realidad –sumamente efímera– en abril de 1814. La afirmación del poder real del Estado absolutista se oponía a la injerencia de la curia pontificia, la cual ejercía ésta por medio de los nuncios apostólicos, por breves, bulas y otros rescriptos pontificios o mediante la inmunidad de los eclesiásticos que gozaban de “privilegio de fuero”. La monarquía absolutista frenó esas injerencias mediante la limitación del poder de los nuncios, la práctica del exequatur o pase regio para las disposiciones papales y, por último, el rechazo a las órdenes exentas que estaban sometidas a Roma más que al propio monarca, como sucedía con la Compañía de Jesús y ese fue el motivo esencial de su expulsión en 1767. Pero si algo define el regalismo eclesiástico es el episcopalismo, que era la forma que adoptaron las iglesias nacionales durante el siglo de las Luces. se basaba en la conversión del episcopado en un instrumento político-moral subordinado al poder estatal, mediante el ejercicio del “patronato regio” que permitía a los reyes incorporar a su favor aspectos de jurisdicción mixta, mezclados sin claridad con aspectos económicos. Desde Melchor de Macanaz o el obispo de Lérida, francisco solís, a principios de siglo, hasta la crisis de 1799 conocida como “cisma de urquijo” hubo una larga tradición en España de tratadistas y eclesiásticos regalistas y episcopalistas49. El monarca era, pues, quien podía decidir sobre el nombramiento de obispos en sede vacante y la sujeción de las diócesis sufragáneas a su metropolitano, de los fieles a su prelado y del clero y órdenes religiosas al obispo respectivo, sin que cupiera considerar al papa como obispo de toda la cristiandad, sino tan sólo de Roma. En ese contexto de ideas se situó la pelea entre el metropolitano de la archidiócesis de valencia y el cabildo de la colegial de san felipe (xàtiva) durante todo el siglo xvIII, siendo el órgano mediador del conflicto la Cámara de Castilla y la máxima autoridad, el monarca. 49 t. Egido, “El regalismo…”, pp. 197-200; “El regalismo y las relaciones…”, pp. 141-161. 268 Germán Ramírez Aledón ARZOBIsPOs DE vALEnCIA, DEAnEs DE LA COLEGIAL DE xàtIvA y PEtICIOnEs DE CAtEDRALIDAD (1700-1813) Período 1700-1724 1725-1738 Arzobispo fray Antonio folch de Cardona, O.f.M. (†viena, 21-7-1724)* Andrés de Orbe Larreategui (27-1-1738)** Deán de la Colegiata de xàtiva Peticiones de xàtiva Dr. vicent Piquer (marzo 1673-abril 1712) 1707 Diego Eugenio de la viña (octubre 1713-septiembre 1765) 1738-1769 Andrés Mayoral (†6-10-1769) 1770-1772 tomás de Azpuru (†Roma, 7-7-1772) 1773-1794 francisco fabián y fuero (renuncia, 9-1-1794) Antonio Despuig Dameto (cardenal) (no ocupó la sede) 1782-1784 1796-1800 Juan francisco Jiménez del Río (†1-4-1800) 1797-1799 1800-1813 fray Joaquín Company, O.f.M. (†13-2-1813) 1794-1796 1746 1758-1759 1760-1762 félix Mollá (enero 1766-septiembre 1802) 1795 1800 José Ortiz y sanz (diciembre 1802-diciembre 1822) * La ambigua y cambiante actitud de folch de Cardona durante la guerra le hizo ser austracista, felipista y de nuevo seguidor del Archiduque, lo que llevó al exilio en 1711. Hasta su muerte, la sede valentina estuvo ocupada por los vicarios generales fernández Maquilón, Joaquín Ortiz y francisco yanguas. ** Orbe fue nombrado en 1733 Inquisidor general, por lo que resignó en abril de 1736, renuncia que no se hizo efectiva hasta enero de 1738. La sede podía vacar por varias razones: muerte, renuncia, traslado y deposición. La forma de cubrirla en cada caso venía regulado desde el Concilio de trento, varias veces invocado en los memoriales de valencia y xàtiva, ses. xxIv, cap. xvI del Reformat, así como en el art. 5º del Concordato de 175350. Las vacantes de la sede valentina en el siglo xvIII se produjeron por muerte (Mayoral, Azpuru, Jiménez del Río y Company), por renuncia (Orbe, fabián y fuero) o deposición (folch de Cardona). sin duda, hubo dos etapas especialmente complejas en la sede: la de folch de Cardona, durante y después de 50 n. Alonso y J. Pérez Angulo, Diccionario de Ciencias Eclesiásticas, Barcelona, 1889, vol. 9, pp. 344345. G. Mayans, “Observaciones al Concordato de 1753”, en Gregorio Mayans y siscar, Obras Completas. Vol. IV: Regalismo y Jurisprudencia, valencia, 1985, pp. 217-469. El texto del Concordato de 1753 en http://www.cervantesvirtual.com/obra/concordato-de-1753-entre-su-majestad-catolica-fernando-vi-y-el-papabenedicto-xiv/ La cuestión de la catedralidad de xàtiva 269 acabar la guerra en el reino de valencia en 1707; y la que siguió al turbio asunto de la renuncia de fabián y fuero en 1794, situación que se prolongó hasta 1796. todas estas circunstancias se han de tener en cuenta a la hora de estudiar la abundante documentación que sobre este asunto se conserva en los archivos de valencia, xàtiva y Madrid. 3. LA CIuDAD DE sAn fELIPE REtOMA su vIEJA REIvInDICACIón: RECOnstRuCCIón y ExPAnsIón (1707-1762) El siglo xvIII comenzó con una guerra en el reino de valencia que afectó seriamente a la ciudad de xàtiva. Haber tomado partido por el contendiente que luego resultó perdedor –el archiduque Carlos de Austria– acarreó grandes calamidades: el asalto, incendio y destrucción de la ciudad en la primavera de 1707, la pérdida de los fueros y privilegios medievales para convertir el antiguo reino en tierra conquistada sometida a las leyes de Castilla y gobernada por instituciones y militares de origen castellano; por último, la desaparición de la ciudad de xàtiva como tal y la creación en su lugar de una Nueva Colonia, san felipe. La Iglesia setabense fue testigo y protagonista destacada de todo lo que vivió la ciudad en la que se asentaba: la Nueva Colonia de San Felipe despoblada y luego reconstruida, el renacer del xvIII, las demandas de la catedralidad, su papel en la guerra contra los franceses a comienzos del xIx, la inacabable obra del templo parroquial, la preocupación pastoral en su extenso ámbito arciprestal…51 Ambos cabildos, el de la ciudad y el de la colegial, caminaron juntos en guerras, epidemias, terremotos, asedios, defensa de la sede episcopal, fiestas y celebraciones… La derrota de las tropas austracistas en la batalla de Almansa supuso el asedio, asalto e incendio de la ciudad de xàtiva entre el 20 de mayo –día de inicio del asedio– y el 28 de junio. La destrucción y expolio de las casas y bienes abandonados en la huida de los habitantes se prolongó hasta febrero-marzo de 1708, momento a partir del cual puede decirse comenzaron las tareas de reconstrucción, repoblación y nuevo ordenamiento jurídico-institucional de la antigua xàtiva52. Ese proceso de reconstrucción estuvo dirigido desde 1707 por Melchor Rafael de Macanaz, nombrado al efecto Juez de confiscaciones del Reino de valencia por decreto real de 5 de octubre, con el expreso encargo de levantar sobre la ciudad incendiada una nueva Colonia Real para ejemplo de generaciones futuras. trataba Macanaz, entre otras cosas, de “socorrer a las pobres familias que habían sido buenas y se hallaban pidiendo limosna; devolver el culto a Dios; aprovecharse de las abundantes cosechas que se perdían por falta de operarios; y recompensar con los bienes secuestrados a los vencidos, los servicios de los que habían permanecido leales”53. su intención era recuperar la ciudad perdida, castigada y destruida, que simbolizaba para el austero y beato monarca de la nueva dinastía, felipe v, la resistencia contumaz a la voluntad absoluta del rey, para convertirla en una nueva ciudad de “fieles vasallos”54. Pero, como advirtió C. Martín Gaite, el todo poderoso juez de confiscaciones apenas estuvo en 51 sobre el ambiente religioso en ese momento inicial de la reconstrucción, véase G. Ramírez Aledón, “Penitencia para después de una guerra. Las misiones populares jesuíticas en la nueva Colonia de san felipe (1712)”, en Llibre Fira d’Agost, (2005), pp. 115-137; y con I. Blesa, La destrucció de xàtiva en 1707 i el govern de la ciutat en l’exili, xàtiva, 2007. 52 sobre las fechas del asalto e incendio de la ciudad, G. Ramírez, “La crema de xàtiva en 1707”, en Llibre Fira d’Agost (1996), pp. 51-68, y con I. Blesa, La destrucció de xàtiva..., pp. 32-39, con las referencias bibliográficas y archivísticas sobre la cuestión. 53 Cit. v. Boix, xàtiva, memorias..., p. 230. 54 según H. Kamen, La guerra de Sucesión, Barcelona, 1974, pp. 355-357. 270 Germán Ramírez Aledón san felipe: “nunca he encontrado una sola carta de Macanaz fechada en Játiva en todo este período que llega hasta principios de 1710. siempre escribía desde valencia”55. En el proceso de reconstrucción de la nueva san felipe jugaron papel decisivo las nuevas clases dirigentes locales y jefes del corregimiento, buena parte de ellos militares56, y el clero o el arzobispado de valencia en sus continuos pleitos con el nuevo juez de confiscaciones. Éste, infundido de una profunda convicción regalista, consideró desde el primer momento que su tarea también afectaba a los bienes y propiedades de la Iglesia setabense, al partir de la idea de que el poder real se extendía a las temporalidades de la Iglesia, afirmando la supremacía de la jurisdicción real sobre la eclesiástica. Macanaz opinaba que a los religiosos convictos de infidencia se les debía aplicar el mismo fuero que a los civiles rebeldes, lo que chocaba con la inmunidad eclesiástica de que gozaba el clero. El bando que publicó el 5 de diciembre de 1707, aunque referido sólo al clero setabense, destapó el conflicto con el arzobispo folch, que había huido de valencia tras la entrada de las tropas austracistas el 30 de septiembre de 1706 y –refugiado en Biar– no regresó a la capital del reino hasta el 24 de mayo de 1708, en plena represión contra los partidarios de Carlos de Austria. El citado bando de Macanaz conminaba a “todos los eclesiásticos, religiosos y religiosas que en dicha ciudad vivían y habitaban, o en sus términos tenían y poseían cualesquiera rentas perpetutas o vitalicias… para que dentro de treinta días comparezcan por sí o sus procuradores con bastante poder en este Juzgado a justificar su fidelidad; que haciéndolo se les mandará restituir a sus iglesias o conventos”, además de justificar la titularidad de sus rentas, beneficios, capellanías, etc.57 La publicidad del bando daba idea del alcance del enfrentamiento, que por parte del juez de confiscaciones limitaba la inmunidad eclesiástica no dejando siquiera que se reconstruyeran los edificios religiosos de la ciudad que habían resultado dañados por el asedio e incendio. El pulso acabó con la salida del nuncio Zondadori y la renuncia en diciembre de 1709 de folch de Cardona a la excomunión de Macanaz, quien redactó un memorial en el que acusaba al arzobispo de enemigo del rey y cómplice de los austracistas. no se equivocaba: cuando el archiduque entró en Madrid en septiembre de 1710, folch acudió presto a besar la mano de Carlos III de Austria y perdía el pleito con Macanaz por abandono. La compleja adscripción del clero valenciano a uno u otro bando no puede reducirse a un simple esquema. no era un bloque monolítico y en su seno aparecieron fuertes contrastes: seculares y regulares, curas de parroquias rurales y prebendados de las ciudades; un clero regular dividido –y enfrentado, con frecuencia– en multitud de órdenes, unas de corte aristocrático otras mendicantes, de claustro y oración o de hospitales. su participación, no sólo ideológica sino también con las armas en la mano, no será pues unitaria58. 55 C. Martín Gaite, El proceso de Macanaz. Historia de un empapelamiento, Madrid, 1970, p. 90 (hay dos ediciones posteriores en taurus con título diferente). Poco antes señalaba la autora que “con respecto a la reedificación de Játiva, Macanaz no hizo gran cosa, a pesar del orgullo con que exhibió siempre el título de reedificador de la ciudad de san felipe y de lo que le gustaba retratarse con el plano de la nueva colonia entre las manos”, p. 88. 56 E. Giménez López, Militares en Valencia (1707-1808). Los instrumentos del poder borbónico entre la Nueva Planta y la crisis del Antiguo Régimen, Alicante, 1990, pp. 19 y ss. y del mismo autor, Gobernar con una misma ley. Sobre la Nueva Planta borbónica en Valencia, Alicante, 1999, especialmente pp. 81 y ss. Para xàtiva, los estudios de I. Blesa, El municipi…, pp. 59 y ss.; y Un nuevo municipio para una nueva monarquía…, pp. 21-36. 57 C. Martín Gaite, op. cit., pp. 91-92. una síntesis de este enfrentamiento en v. Cárcel Ortí, op. cit., vol. I, pp. 267-277 y J. Pradells nadal, Del foralismo al centralismo. Alicante, 1700-1725, Alicante, 1984, pp. 121-127. 58 Esta cuestión para el ámbito general valenciano fue estudiada por C. Pérez Aparicio, “El clero valenciano a principios del siglo xvIII”, en Estudios de Historia de Valencia, valencia, 1978, pp. 247-278; De l’alçament maulet al triomf botifler, valencia, 1981, pp. 50-51 y 66-72 y La Guerra de Successió al País Valencià, valencia, 2007, 2 vols.; y J. Pradells nadal, Del foralismo…, pp. 116-127. La cuestión de la catedralidad de xàtiva 271 En general, por el archiduque optaron sacerdotes seglares y religiosos franciscanos, dominicos, carmelitas, capuchinos, mínimos y cistercienses, es decir los más cercanos a las aspiraciones del pueblo. Mientras que del lado de los borbónicos se pusieron las altas jerarquías de la iglesia valenciana, a cuya cabeza se encontraba el arzobispo folch de Cardona, los jesuitas y aquellas comunidades de monjas de corte aristocrático, como las cistercienses de Gratia Dei. En efecto, folch de Cardona adoptó en un primer momento una conducta ambigua, después se decantó por felipe v para ser partidario del archiduque desde 1710, cambio este último que tuvo mucho que ver con el regalismo extremo de Macanaz en el reino y su intervención en la reconstrucción de la arrasada xàtiva. Esta división por órdenes también se experimentó dentro de cada una de ellas y en el seno del clero secular. El ejemplo vivo lo tenemos en los eclesiásticos setabenses. frente a lo que el deán de la colegiata, Diego Eugenio de la viña, comunicara a Macanaz en febrero de 1714, donde destacaba al referirse al regreso a la ciudad de los religiosos que éstos fueron en su mayoría “buenos vasallos” y sólo una mínima parte fue rebelde, las informaciones de que disponemos señalan una nutrida presencia de clero austracista y, por tanto, en abierto combate contra las tropas borbónicas. De los religiosos setabenses retornados en 1714-1715, la mayor parte fue rebelde, lo que contradice el informe del deán la viña. El mismo Robinet, confesor real e inspirador de muchas de las medidas respecto del clero rebelde, expresaba su animadversión a ese sector de la Iglesia valenciana en carta a Grimaldo, el 24 de agosto de 1709: “Los religiosos… no deben ser admitidos [en la nueva colonia de san felipe]… por haver sido la mayor parte de ellos rebeldes”. Además, después del exterminio de la ciudad en junio de 1707, tan sólo quedaron unos veinte clérigos en situación tan miserable que apenas tenían medios para sobrevivir. todos ellos fueron sometidos a pruebas de fidelidad, cuyo resultado fue remitido al Consejo de Castilla en 22 de mayo de 1714 por Alonso sánchez Marín, Delegado regio de bienes confiscados, que actuaba en nombre de Macanaz. Del listado de “malos vasallos”, se incluían veintisiete nombres, de los que tres eran canónigos, un coadjutor, veinte presbíteros, dos diáconos y un pavorde. De la investigación resultaban tres categorías de acusados: de primera clase, notorios enemigos del rey y partidarios del archiduque (cinco); de segunda clase, cómplices enemigos de los realistas y portadores de retratos del archiduque (otros cinco); de tercera clase, partidarios del archiduque pero sin significarse demasiado (diez). En total veinte procesados, que por disposición del Consejo de Castilla de julio de 1714, debían abandonar la ciudad hasta que se demostrara su fidelidad a la nueva dinastía. Esto por lo que hace al clero secular59. Del clero regular disponemos de un informe, que también incluye al clero secular, por el que sabemos que buena parte de sus miembros se habían decantado por el bando austracista. De los 509 miembros del clero regular y secular, tan sólo 93 fueron leales, menos del 20 %; el resto del clero setabense se manifestó partidario del archiduque. Con estos antecedentes no puede extrañar la desconfianza. El antijesuitismo de los nuevos habitantes de san felipe quedó reflejado en la misión que los jesuitas padres Gamir y Borgoño hicieron en abril de 1712, quienes destacaban en uno de sus informes al general de los jesuitas y confesor real, el padre Robinet, que “la Colonia de san felipe puede dar la culpa de las calamidades todas y contratiempos pasa- 59 Archivo General de simancas [=AGs], Gracia y Justicia, leg. 666. Cit. J. Burrieza sánchez, “Misiones y misioneros jesuitas en la xàtiva de ‘nueva Planta’. La misión de los Jesuitas del Colegio de san Pablo de valencia en la Colonia Real de san felipe”, Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 17 (1998-99), pp. 321-352. 272 Germán Ramírez Aledón dos a su antigua xativa, pues era esta ciudad la más viciosa y escandalosa de este Reyno como era fama constante […] que aquel lugar era otra Ginebra o Pueblo bárbaro, y que contra él se pedían en la Corte informes”, afirmaciones que servían para justificar el castigo experimentado en mayo-junio de 1707 y su destrucción casi total60. Los informes del arzobispo de valencia (noviembre de 1708) y del oidor de la Chancillería de valencia (diciembre 1709) dibujan un panorama negativo de la situación religiosa de la ciudad, tanto en lo pastoral como en el estado de edificios y templos. Pero esta crítica situación se explica porque ambos trataban de demostrar la incapacidad de Macanaz para proporcionar el pasto espiritual a los nuevos pobladores de san felipe, aspecto que debía tocar muy de cerca al piadoso monarca. La averiguación de 1708 decía, entre otras cosas, que al estado de ruina de la ciudad y el “poco interés en la restauración de los conventos” se unía el hecho de que “muchos de los canónigos y beneficiarios de dicha Colegial están arrimados a diferentes personas piadosas por las villas y ciudades de este Arzobispado para que les den de comer por no poder mantenerse en dicha ciudad de san felipe hasta tanto no se le restituyan sus bienes y rentas…”61. téngase en cuenta este aspecto, el de las rentas como leitmotiv de las quejas, con el pretexto de desatención en la labor pastoral. La Relación de los conventos de religiosos y religiosas que tenía la Ciudad de Játiva antes de su ruina62 se hace para determinar las rentas que tenían antes de la destrucción y la rebaja que se les hace: algunos como el de santo Domingo, el de mayor renta, pasa de tener 1.737 libras de renta anual a 1.042; el de la Consolación, de 1.216 a 729 y el de santa Clara, de 1.327 a 786; la colegial pierde casi 4.000 libras, un tercio de sus rentas al pasar de 12.600 a 8.760. La reducción se hizo por tener que pagar los censos al 3%, según Real Pragmática. A estas rentas se les sumaron los censos de casas arruinadas, de las que ya no percibían renta, y los censos sobre bienes confiscados a “rebeldes”, en total más de 3.500 libras sólo por este último concepto. Para el remedio de la nueva colonia era necesario acometer una reordenación del sistema impositivo, heredando el sistema de ingresos que la colegial y los conventos tenían en la antigua xàtiva. En el decreto real de 27 de noviembre de 170763 se decía que “en las ruinas de la dicha ciudad de xàtiva se edifique una nueva población con el nombre de la ciudad de san felipe, y en lugar de los pobladores rebeldes que antes tenía se ponga una fidelísima y nueva Colonia de nuevos pobladores dignos y beneméritos de tan singular honra…”. Es verdad que vinieron soldados de varias nacionalidades, nuevos oficiales reales, que las autoridades eran de origen castellano, pero el grueso de los repobladores procedía de los anteriores64. Esta recuperación fue alterada –como ya hemos visto– por la intromisión del arzobispo de valencia, folch de Cardona, en torno al pago de censos y la incautación de bienes eclesiásticos que Macanaz había ordenado. En el pulso entre los delegados regios y las autoridades locales (corregidor y regidores) por la irregular administración por parte de éstos de los bienes confiscados, resultaron ganadores el corregidor francisco Rocafull (fallecido en 1723), los regidores Juan Ortiz y Malferit, Pedro Belloch 60 G. Ramírez Aledón, “Penitencia para después de una guerra…”, pp. 115-137. C. Martín Gaite, op. cit., pp. 101-102. El culto en la Iglesia Colegial sólo se interrumpió entre el 26 de mayo de 1707 y el 8 de marzo de 1708, fecha en la que por vez primera cinco canónigos acordaron reunirse en cabildo y reanudar los oficios divinos. 62 AGs, Gracia y Justicia, leg. 666, sin fecha (pero hacia 1710). 63 El texto en C. sarthou, Datos..., vol. II, pp. 14-16. 64 A. vila Moreno, “fundación de san felipe: aspectos demográficos”, Anales de la ACV, 63 (1978-1985), pp. 245-263 y “De xàtiva a san felipe”, Anales de la ACV, 66 (enero-dbre. 1988), pp. 9-38; I. Blesa, El municipi…, pp. 52-58; C. sarthou, Datos, vol. II, pp. 16-27 sobre diversos aspectos de la reconstrucción. 61 La cuestión de la catedralidad de xàtiva 273 y Borja y francisco José Cebrián y Roca65, este último ingresado en el estado eclesiástico, al tiempo que se producía el declive de Macanaz tras su persecución por el cardenal Alberoni al acceder éste a la presidencia del Consejo de Castilla66. La Concordia de 1728 solucionará el problema del endeudamiento67 que frenaba la reconstrucción urbanística y comercial de la nueva colonia, al fijar la deuda que la nueva san felipe tenía contraída y establecer el montante y procedencia de las rentas civiles y eclesiásticas. Desde muy pronto el monarca procuró que la Colegial pudiera disponer de rentas propias, haciendo caso a los informes que le llegaban. Ante la queja –al parecer, del cabildo eclesiástico– manifestada al rey por la inadecuada distribución de las tierras confiscadas por Macanaz, muchas de las cuales pertenecían a la propia colegial, el rey ordenó que “se vuelvan sin dilación alguna a la dicha iglesia colegial de la referida ciudad de san felipe las tierras o propiedades que eran suyas, aunque se hayan adjudicado para el cumplimiento de cualquier merced que yo haya hecho sobre bienes confiscados de ese reino”. Esta Real Cédula de 24 de noviembre de 1708, situada en la pugna Macanaz-folch, se cumplió no sin dificultades68, pues aún en 1712 reclamaba el cabildo de la colegial al rey que se la abonasen las 3.678 libras, 16 sueldos y dineros en moneda valenciana de renta anuales que le pagaba la ciudad por censos impuestos sobre el común y que había dejado de abonarle desde la destrucción de 1707. una real provisión de 24 de diciembre del mismo año ordenaba que la ciudad pagase dicha renta y se reintegrasen a la colegial las rentas y censos que percibía antes, pero esta medida no se puso en práctica hasta la concordia de 1728 entre la ciudad de san felipe y sus acreedores. La deuda con la colegial acumulada desde 1707 ascendía a casi 74.000 libras, el 26 % del total. La negociación de este enojoso asunto propició numerosos pleitos entre ambos cabildos que se prolongaron hasta mediados del siglo. La agitada experiencia que sufrió la ciudad de xàtiva y su Iglesia en las tres primeras décadas del siglo xvIII, dio paso a una larga etapa de estabilidad, sólo interrumpida por la invasión de las tropas napoleónicas a principios del siglo xIx. Reconstruida la ciudad en gran parte, regresados los religiosos y religiosas a sus conventos, resuelta la cuestión financiera y normalizada la vida civil, una larga etapa de paz permitirá a la nueva san felipe crecer en población y riqueza, así como hacer de las celebraciones religiosas una de sus señas de identidad: procesiones, rogativas, predicaciones, cofradías, conventos y monasterios mostraban una sociedad más piadosa, alejada de aquella “ciudad más viciosa y escandalosa de este Reyno” que conoció el jesuita padre Gamir en 1712. El cabildo de la Iglesia colegial de santa María estaba compuesto desde la bula de erección de 1413 por quince canónigos, de los cuales tres eran dignidades: el deán, máxima autoridad de la colegial, el sacrista y el chantre o cabiscol. El resto eran prebendados canonicales, cuyo orden estaba fijado por antigüedad. Era iglesia colegial porque dis65 sobre este importante e influyente personaje y la familia de los Cebriá, véase R. Aznar Garcia, Familia, Derecho y Religión. Francisco Antonio Cebrián y Valda (1734-1820), valencia, 2008, pp. 23-29. 66 La gestión de las autoridades locales en este período en I. Blesa, El municipi, pp. 82-98 y Un nuevo municipio…, pp. 81-94. 67 E. García Albiñana, “foralisme i fiscalitat: la reconstrucció del sistema impositiu a xàtiva, arran de la Guerra de successió”, Papers de la Costera, 3 (octubre 1987), pp. 73-96 i I. Blesa, El municipi…, pp. 104-108. 68 Dificultades que analiza C. Martín Gaite, op. cit., pp. 103-108. La Real Cédula en C. sarthou, Datos..., vol. II, p. 102. Buena parte de los bienes confiscados fueron a parar a manos de los regidores municipales en una operación de auténtica rapiña (véase I. Blesa, El municipi, pp. 114-115). Macanaz se oponía a reconocer la deuda de censos porque entendía que la nueva colonia no debía asumir la deuda de una ciudad extinguida física y jurídicamente. 274 Germán Ramírez Aledón ponía de un colegio o cabildo de canónigos, que regía y ejercía las funciones litúrgicas ad instar cathedralium y sus prebendados recibían la dotación de la mensa capitular. su estructura era muy parecida a la de un cabildo catedralicio, presidido en este caso por un deán. Estaban bajo la jurisdicción del obispo de la diócesis69. A lo largo de los siglos xvI y xvII el número de beneficios y capellanías fue aumentando y llegó a alcanzar en 1643 los 64 beneficiados y 77 en 166370. La Guerra de sucesión dio al traste con esta estructura y a la primera reunión del cabildo tras la guerra, en marzo de 1708, tan sólo asistieron cinco canónigos entre los que no estaba el deán vicent Piquer, pues la mayor parte habían huido de la ciudad y habían sido declarados “rebeldes”. Cuatro años más tarde había ocho canónigos y veinte residentes, clero escaso para atender a los fieles. Los pontificados de Mayoral (1737-1769) y fabián y fuero (1773-1794) en la sede episcopal coincidieron con una etapa dorada de la Iglesia valenciana71. Las visitas ad limina, que los obispos de las diócesis debían enviar cada cinco años a Roma, dan cumplida información de esta evolución72. si en 1732 se señalaba la existencia de 76 beneficios, de los que residían sólo 47, en 1761 bajo el deanato de Diego Eugenio de la viña, el papa Clemente xIII concedió una bula a la colegial por la que se establecían siete oficios (dos domeros, dos sochantres, epistolero, evangelistero y sacrista) y en 1797 se erigieron tres canonjías de oficio por oposición (penitenciaria, doctoral y magistral). En 1785 el número de beneficiados era de 79, todos ellos residenciales excepto tres73. A fines del siglo sobre una población total de 12.900 habitantes, había en xàtiva 562 religiosos y 80 miembros del clero secular74. El descenso experimentado en el primer tercio del siglo xIx debe explicarse por las crisis que conoce el país desde 1808, las cuales afectaron de forma directa a la Iglesia como institución. según el Diccionario de Madoz, la colegial de santa María disponía, en el momento inmediatamente anterior a su supresión en 1853, de 9 dignidades y canónigos y 17 beneficiados y clérigos asistentes. Como vemos, un número bastante reducido respecto al que tenía en el siglo xvIII. La cuestión de la “catedralidad”, pues así se le conoce en todos los documentos iniciados por la colegial, se reactivó en 1758. fue en ese año porque tras el largo proceso de reconstrucción de la ciudad y de normalización administrativa y jurídica, con las Ordenanzas de la ciudad de 1750, parecía procedente recuperar este viejo anhelo75. Además, 69 El Concordato de 1851 uniformó su composición y redujo su número, que pasó de las 231 existentes en 1848 (la mitad en la antigua Corona de Aragón, aunque muchas de ellas no tenían tal carácter), a las 19 que permanecen hoy en día en toda España, después de que algunas, como la de xàtiva recuperara tal título en 1909. M. teruel Gregorio de tejada, Vocabulario básico de Historia de la Iglesia, Barcelona, 1993, pp. 89-94. 70 v. Pons Alós, “Les visites pastorals de xàtiva: institucions eclesiàstiques i religioses”, Papers de la Costera, 3-4 (julio 1986), pp. 39-52. una aproximación a la historia de la colegial en J. Alonso, A. Boluda y v. Pons, “L’arxiu històric de la col·legiata de santa Maria de xàtiva. Inventari i aproximacióhistòrica”, Papers de la Costera, 7-8 (mayo 1992), pp. 219-238. 71 E. Olmos Canalda, Los prelados valentinos, Madrid, 1949, pp. 233-254 y v. Cárcel Ortí, op. cit, vol. I, pp. 278-281 y 285-291. 72 fueron publicadas por Mª M. Cárcel Ortí, Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas, valencia, 1989, 3 vols. (xàtiva en el vol. II). un resumen comentado y traducción de los textos latinos lo publicó A. ventura, “Dades per a la Història eclesiàstica de xàtiva”, Papers de la Costera, 7-8 (1992), pp. 61-71. 73 Archivo Histórico nacional [=AHn], Consejos, leg. 18.955. Estado de la colegiata de San Felipe, 1785. El informe explica las razones por las que esos tres beneficiados no eran residentes. 74 J.E. Castelló, El País Valenciano en el censo de Floridablanca (1787), valencia, 1978, pp. 293-296. Los datos han sido revisados por J.s. Bernat y M. A. Badenes, Crecimiento de la población valenciana (1609-1857), valencia, 1994, pp. 55-62 y 271. 75 sin embargo, hay dos memoriales sin fecha (1747 y 1758?) remitidos por el cabildo municipal al Consejo de Castilla (AMx, caja Catedralidad y AHCx, caja 29). La cuestión de la catedralidad de xàtiva 275 el Concordato de 1753 había puesto fin al sistema de expolios y vacantes, bienes del titular de la diócesis que quedaban en manos del cabildo catedral y del obispo sucesor para fines piadosos y caritativos, fondos que se destinaban a culto y servicio de las iglesias, catedrales, colegiales y parroquiales, obras asistenciales, socorros a personas necesitadas, subvenciones a montepíos o dones al obispo sucesor, que no debían exceder de un tercio del producto de la vacante76. La asunción del trono por Carlos III el 10 de agosto de 1759 y su llegada a España desde nápoles, donde había sido rey desde 1734, ayudaron a esta coyuntura. En este contexto podemos entender la pretensión de la ciudad de san felipe en los momentos en que se producía la vacante de la diócesis o accedía al trono un nuevo rey. Como la provisión de la vacante dependía del rey, a él acuden los solicitantes. ya veremos cómo esa reclamación se solía hacer aprovechando dicha coyuntura. Años antes algunos documentos mostraban el reiterado empeño en solicitar la nueva sede, lo que explicaría el informe que Mayoral remitió en mayo de 1751 al secretario de la Cámara de Castilla, Andrés de Otamendi, sobre el número de prebendas que tenía la iglesia metropolitana y las colegiales de xàtiva y Gandia en respuesta a una Carta-orden del rey77. El punto de partida estaba en la escasez de recursos económicos de la Colegial y las elevadas rentas de la metropolitana, lo que originaba continuos pleitos entre el cabildo y sus canónigos, tal y como expresó el canónigo José Buenaventura soler el 12 de diciembre de 1759, para que se aprovechase la estancia en la corte del síndico capitular de la seo setabense, Miguel de Lobera. se pensó, pues, que iniciara trámites ante el rey, “hecha consideración que en el presente tiempo puede encontrarse con más fundamento acogida en los oydos reales cualquiera importante súplica”. Lo que comenzó siendo una gestión para “el logro de pensiones apostólicas a favor de esta Insigne Iglesia”, derivó pronto –abril de 1760– en ver que “el medio más proporcionado era el suplicar a su Majestad (que Dios guarde) por la restitución de dicha antigua Cátedra que havia logrado esta Insigne Iglesia antes de la debastación general de estos Reynos y la proporción que podía tener en el día su solicitud en atención a la necesidad espiritual que padece esta Ciudad y territorio por falta de visitas personales del Ilmo. señor Arzobispo”78. El memorial que se redactó con este fin en los primeros meses de 1760 y se imprimió para enviarlo al monarca, miembros del Consejo de Castilla, arzobispo y autoridades de valencia y xàtiva, abades y priores de conventos de la ciudad, incidía en un conjunto de argumentos que van desde los antecedentes visigóticos de la sede setabense y la importancia de la ciudad en el conjunto del reino hasta las escasas rentas o el abandono en que se encontraban los fieles del término general o arcedianato de san felipe. todos ellos ya estaban presentes en el de 1594, pero ahora ampliados y con nuevos datos sobre población, rentas y argumentos pastorales79. Aprobado en sesión del cabildo de 25 de abril, se comisionó a cuatro canónigos –Ros, Ortiz, Baldoví y soler– para que se trasladasen a la corte, se viesen con el síndico Lobera y entregasen al rey el memorial. Poco después el ayuntamiento atendía la petición del cabildo de la colegial adhiriéndose a la propuesta, respuesta que les pareció a los capitu- 76 M. teruel, op. cit., pp. 200-205 sobre la evolución de expolios y vacantes en el s. xvIII y 157-177 (Dió- cesis). 77 AHn, Consejos, leg. 18.955, Informe del arzobispo de valencia, 5 de mayo de 1751. Constan nombres completos de cada prebendado y dignidades, así como lugar de nacimiento, dotación y fechas de toma de posesión. 78 AHCx, Libro de Acuerdos Capitulares, 1759-1763, nº 77, fol. 54r (12-12-1759) y 66vº-67r (24-4-1760). 79 Los diversos borradores y el original impreso en AHCx, caja 29; AMx, caja 623. Catedralidad; ACv, leg. 4979. 276 Germán Ramírez Aledón lares “propia de unos verdaderos amantes de la Patria y Común, zelosos y deseosos de los bienes espirituales y temporales de los vesinos de esta dicha Ciudad y su territorio…”80. también la ciudad nombró sus representantes para negociar de forma conjunta la catedralidad, algo en lo que ambos cabildos siempre estuvieron unidos. El canónigo Diego félix Ortiz entregó el memorial impreso al arzobispo y al capitán general en valencia a fines del mes de mayo y los conventos se unieron a coro en reclamar tal gracia del rey, con la sola disidencia del prior del convento de santo Domingo, por lo que el cabildo de la colegial decidió que “no se les dé a sus religiosos sermón en esta Insigne Iglesia ni se les permita ninguna alaja de las de la sacristía de la misma”81, algo que luego quedó aclarado cuando se supo que sólo era el prior f. Baltasar Manero quien se oponía, pero no el resto de hermanos de religión. también se trasladó el memorial a los cabildos catedralicios de segorbe y Orihuela, ambas segregadas en el siglo xvI, y las colegiatas de Antequera, sacromonte de Granada, Alcalá de Henares, Lorca, Calatayud, Daroca, Alicante y al clero de la villa de Alcira, “en los que tiene y guarda esta Insigne colegial su particular correspondencia”. trascurrieron los meses y las gestiones de don Miguel de Lobera no daban fruto: solicitaba en octubre la relación de los diezmos del arzobispado o bien de la antigua gobernación de xàtiva, “que era en donde el señor Deán, como oficial y vicario foráneo de esta Ciudad havía ejercido jurisdicción en tiempo del Iltmo. y Rvmo. señor Don Andrés de Orbe y Larreategui, arzobispo que fue de valencia, y la ejercieron los antecesores vicarios foráneos…”, información que “tenía por dificultosísimo el poder sacar dicha justificación de los escrivanos de valencia…, por ser dependientes del Cabildo de valencia”82. En efecto, esta cuestión –la división de rentas entre la vieja y la nueva sede episcopal– era el nudo gordiano que enfrentaba a ambos cabildos.y en ese pulso, acabará ganando el de valencia. Al primer memorial se sumó otro con documentos e informaciones que completaban el primero, aunque aprobado en enero de 1761 no fue presentado hasta varios meses después. A él se unieron dos dictámenes favorables a los intereses de xàtiva, firmados por los abogados de los Reales Consejos don Pedro Laforcada y don Alonso Catalá de Goranica83, todo lo cual fue dado a conocer en abril de 1762 en la reunión del cabildo y no fue hasta el 4 de septiembre del mismo año cuando –según informó Lobera al cabildo– se inició la relación del expediente en la Cámara de Castilla. Pero ya en 30 de junio de 1761 el fiscal de dicha Cámara había instando a que el rey intercediera con el santo Padre por medio del embajador ante la santa sede84. tal paso parecía abrigar esperanzas, pues incluso se acordó “implorar misericordia y patrocinio a María santísima nuestra Patrona y para ello cantarle en el domingo dose de los corrientes una missa solemne de rogativa, quitado el cristal por si al Ayuntamiento le parese su asistencia a tan justa rogativa”85. 80 AHCx, Libro de Acuerdos Capitulares, 1759-1763, nº 77, fol. 71vº-72r (12-5-1760). AHCx, Libro de Acuerdos Capitulares, 1759-1763, nº 77, fol. 80r-80vº (1-7-1760). Los escritos de adhesión en AMx, caja 623. Catedralidad. 82 AHCx, Libro de Acuerdos Capitulares, 1759-1763, nº 77, fol. 89r (14-10-1760). 83 Ambos dictámenes se hallan en AHCx, Catedralidad, caja 29, 8. El de Laforcada fue impreso y lo publicado por v. Boix, xàtiva…, pp. 287-349, pero no el de Catalá. Mayoral se apoyó en el gran Gregorio Mayans, quien escribió una Carta de Don Gregorio Mayans i Sisicar al Excmo. Señor Don Andrés Mayoral sobre la Cathedralidad que pretendía el Ilustre Cabildo de la iglesia Colegial de San Felipe, fechada en Oliva el 9 de agosto de 1760 (reproducida en G. Mayans, Obras completas. IV…, pp. 471-494. 84 Copia de este documento en AHCx, caja 29. 85 AHCx, Libro de Acuerdos Capitulares, 1759-1763, nº 77, fol. 184vº (10-9-1762). Oficio de 7-9-1762 del canónigo José Buenaventura soler a la ciudad (en AMx, caja 623. Catedralidad). 81 La cuestión de la catedralidad de xàtiva 277 Para poco sirvió la fe depositada en la patrona o las gestiones ante el embajador, pues con fecha 13 de noviembre de 1762 el síndico Lobera informaba al cabildo “haverse tomado por su Majestad (Dios lo guarde) resolución contraria en el expediente de restitución o establecimiento de silla episcopal en esta Insigne Iglesia”, por lo que pedía volver a xàtiva, como así lo acordaron los presentes. En la sesión del 26 de abril de 1763 informaba personalmente el señor de Lobera al cabildo sobre sus gestiones en Madrid y señalaba las razones del fracaso de su misión, aunque “siempre podría estar en la esperanza, sin embargo del Real Decreto expedido, vendría tiempo que quedaría esta propria Insigne Iglesia restituida en su honor de Cathedral”, a lo que el deán respondió con palabras de agradecimiento por haber dado a conocer tan justa reivindicación “que los acasos del tiempo la havían puesto en el estado de no poder por ahora lograr el deseo a que aspirava”. En ese fracaso tuvo importante papel el extenso y documentado memorial que el cabildo de la metropolitana había redactado, impreso y enviado a la Cámara de Castilla86, en donde argumentaba con aparato critico abundantísimo el rechazo a tal pretensión. finalizaba el citado memorial con la siguiente “solución alternativa”: “Porque en aquel Arzobispado, aunque fuesse cierta la necesidad urgente de la feligresía, no se pudiera remediar con la dismembración de su Iglesia Metropolitana, sino que debía procurarse la precisa asistencia de sus poblaciones por medio de Obispos Coadjutores o Auxiliares, para no perjudicar sus privilegios y reales concesiones, ni los indisputables derechos y mayor preminencia y Regalía que tiene la Corona en su Reyno, según lo estimó el señor Don felipe II, quien por este motivo entre otros no dio lugar a la dismembración de la Mitra de valencia, mandando que no se tratase de ella; aunque condescendió en las de diferentes Diócesis de otros Reynos de España, como en las de Zaragoza, Albarracín, Cartagena y demás, de que en su reynado se dismembraron las de teruel, xaca, segorbe, Orihuela, valladolid, Barbastro y otras. Por lo que suplica a v. Real Magestad el Cabildo de la Metropolitana Iglesia de valencia con el más profundo rendimiento: sea de su Real agrado desestimar la instancia introducida por el de la Colegial de san felipe sobre que su Iglesia sea elevada a Cathedral; y poner perpetuo silencio a esta pretensión, tantas veces intentada, determinando que por el mismo hecho de repetirla en lo sucesivo, no se tenga ya por Colegial, si[no] que haya de tratarse en todo como Parroquia…” (p. 82). no fue atendida la última exigencia de valencia, pero sí la del perpetuo silencio aunque sólo durante una década. La sede vacante siempre fue el momento aprovechado por el cabildo de la colegial para continuar en su pretensión. En 1769, tras el fallecimiento del arzobispo Andrés Mayoral, se reanudó la pugna con una representación del Ayuntamiento y otra del cabildo de la colegial dirigidas a Manuel de Roda, secretario de Gracia y Justicia, de 17 de octubre de ese año, en las que se solicitaba al rey que se levantase el perpetuo silencio que había dictaminado la Cámara de Castilla siete años antes. también se reclamaba la atención del secretario de Justicia, confesor real, secretario y fiscal (Campomanes) de la Cámara y el presidente del Consejo de Castilla (conde de Aranda) quien 86 Memorial del Cabido de la Metropolitana Iglesia de Valencia contra la pretensión del de San Felipe sobre dismembración del obispado, 82 pp.+tres Apéndices, [s.d.] [s.p.i.], c. mayo 1761. Hay un ejemplar en AMx, caja 623. Catedralidad. El Memorial contiene 502 notas a pie de página, cargadas de erudición, y utiliza muchos de los argumentos que Mayans esgrimiera en la citada Carta a Mayoral sobre el asunto, fechada en 9 de agosto de 1760. fue analizado y criticado por Alonso Catalá en su informe de 28 de junio de 1761. tal vez su autor (o uno de los autores) fue José tormo Juliá, obispo auxiliar de Mayoral y comisionado en Madrid; en 1767 fue promovido al obispado de Orihuela por sus servicios en la comisión para la expulsión de los jesuitas. 278 Germán Ramírez Aledón había sido durante tres años (1763-1766) capitán general de valencia. Las gestiones dieron su fruto: en 1772, Carlos III levantó el perpetuo silencio que pesaba sobre el asunto de la catedralidad87. 4. LA nuEvA fAsE REIvInDICAtIvA y EL “COntRA-MEMORIAL” DE LOREnZO CEBRIÁn tras la muerte del arzobispo tomás de Azpuru en julio de 1772 la sede quedó vacante hasta el 14 de noviembre de 1773, en que la ocupó francisco fabián y fuero. El pontificado de éste frenó las pretensiones de la colegial, pero algunas noticias nos dicen que no quedó el asunto olvidado. un informe sobre el “Estado de la Colegiata de san felipe” remitido a la Cámara de Castilla en fecha 7 de marzo de 1785 por el deán félix Mollá, recoge con detalle las dignidades canonjías, rentas asociadas, beneficios, parroquias, conventos, hospitales que detalla en anexo el canónigo archivero, Lorenzo Cebrián Gómez, con fecha 13 de julio del mismo año88. Este canónigo será el autor del contra-memorial de 1797 que luego comentamos. Hubo, en efecto, un nuevo brote de peticiones en el periodo 1782-1784 de iniciativa municipal, desconocido hasta hoy, y que se puede seguir con detalle por las cartas remitidas y recibidas de Madrid: comenzó con una representación al rey –se “puenteaba” al Consejo de Castilla– de fecha 1 de diciembre de 1782 y firmada por el regidor Ginés ferris y el síndico procurador general y personero, Jaime Rubio. A esta petición se adhirieron otros diputados en enero de 1784, al tiempo que enviaba otras representaciones al conde de floridablanca, a Pedro Joaquín Murcia y Córdoba; una segunda representación al rey, a floridablanca y a Murcia en 21 de junio del mismo año. En este intento, aparecen varias cartas, entre ellas dos de Joaquín Lorenzo villanueva, que es la primera vez que se involucra en este asunto, por sus buenas relaciones en la corte, a donde había llegado cuatro años antes. todas muestran el intento de acceder, mediante “contactos” en la corte, a los altos cargos de la monarquía para mediar y conseguir el “favor” real. Pero no nos consta resultado aparente. Como tantas otras veces, el expediente entró en vía muerta89. tras la accidentada renuncia y marcha de valencia del arzobispo fabián y fuero en enero de 179490, se retomó la petición en un clima político complejo. El obispo auxiliar, el escolapio Melchor serrano, cumplió la orden del capitán general, duque de la Roca, de expulsar a los seiscientos eclesiásticos franceses residentes en valencia que habían esquilmado las rentas del obispado, lo que provocó el incidente con el arzobispo y el extraña87 Copias de estos documentos y la carta del secretario del Consejo al cabildo en AHCx, caja 29. Ambos documentos en AHn, Consejos, leg. 18.955. se trata de uno de los más precisos informes sobre la colegial a fines del siglo xvIII, que valdría la pena publicar íntegro en otra ocasión. Hay varios informes de 1788 sobre límites de la nueve sede y población (en AHCx, caja 29), así como la carta que el obispo José tormo remitió al cabildo de san felipe el 25-6-1786 en la que se arrepentía de haber impedido la petición de xàtiva cuando ocupaba el cargo de comisionado del arzobispo Mayoral en la corte (publicada por A. ventura, La catedralitat…, pp. 49-52). 89 La documentación en AHCx, caja 30, Mitra, noticias varias y útiles, 1782-1798. 90 sobre el “asunto fabián y fuero”, su huida y despojo de sus temporalidades, véase M. Ardit Lucas; v. Gil y t. Hernández, “Les français résidents et émigrés dans le Pays valencien: les émotions populaires de 1793 et 1794”, en L’Espagne et la France à l’èpoque de la révolution française (1793-1807), Perpignan, 1993, pp. 219246; v. Cárcel, op. cit., vol. I, pp. 286-291; A. Alberola y E. Giménez, “Los alborotos antifranceses de valencia y la huida del arzobispo fabián y fuero”, Studia Storica. Historia Moderna, xII (1994), pp. 91-112 y v. León, “Motins i avalots: de l’Antic Règim a la revolució liberal (1793-1808)”, en G. Ramírez Aledón (ed.), El primer liberalisme: l’aportació valenciana, valencia, 2001, pp. 32-46. 88 La cuestión de la catedralidad de xàtiva 279 miento del reino de ambos prelados. serrano, en efecto, fue expulsado de valencia, pero fabián y fuero fue despojado de sus temporalidades y desterrado de forma definitiva hasta que fue aceptada su renuncia el 28 de mayo de 1795 por el papa Pío vI. Ese vacío en la sede valentina fue cubierto por su sucesor, Despuig y Dameto, quien apenas permaneció en tierras valencianas (agosto-diciembre 1795), pues marchó a sevilla, fue elevado al cardenalato, se instaló en Roma y falleció en Luca en 181391. El siglo acabó con Jiménez del Río, quien fue preconizado arzobispo de valencia el 18 de diciembre de 1795 y entró en valencia el 7 de agosto del siguiente año. siguió la estela de Mayoral y fabián y fuero hasta su muerte el 1 de abril de 1800. Este quinquenio de desconcierto en el gobierno de la diócesis fue aprovechado por los cabildos civil y eclesiástico de xàtiva. En efecto, en la reunión del cabildo de la colegial de 16 de noviembre de 1795 se acordó volver a solicitar la catedralidad y en febrero de 1796 se comisionó para ir a la corte al canónigo don vicente Hellín, quien sustituyó a Lobera –fallecido en enero de 1795– en este cometido. formada la comisión mixta colegialayuntamiento, en sesión de 18 de mayo de 1796, “para que entiendan en el asunto de pretención de cathedralidad, sin necesidad de reportarlo a Cabildo”, se rechazó que participase en ella el canónigo Roa, pues “tiene un hermano en el cabildo de valencia y otras conexiones, por lo que les parece que no devia votar en este asunto por ser el cabildo de valencia contrario a nuestra justa solicitud, haviendo ya practicado diligencias para impedir nuestra pretención, ya mediante comisionado que ha embiado a la Corte para ello, ya también mediante otras diligencias”92. La obtención de una Real Cédula de 3 de septiembre de 1796 para que el cabildo de la colegial enviase un diputado a Madrid a este fin y pudiera sacar los papeles y certificaciones que demostrasen la licitud de su petición, además de diversas representaciones de pueblos cercanos (Llutxent, Moixent, Onil, Biar, etc.) reclamando la nueva diócesis, no impidió la firme oposición del arzobispo Jiménez del Río en informe de 8 de octubre de ese mismo año con un extenso Informe remido a la Cámara de Castilla93. Pocos meses antes, el 3 de junio, el cabido de valencia prohibía a los canónigos Hellín y Cebrián recorrer los archivos parroquiales de la zona para extraer documentos con ese fin, prohibición que fue anulada por Real Cédula de 12 de diciembre del citado año. La batalla se planteaba con toda su crudeza. Hellín, comisionado en Madrid, llegó a estar perseguido por una causa criminal por parte del Provisor de valencia desde 1796 y se vio obligado a regresar de la corte a fines de 1799, cuando la pretensión volvió a estar perdida. Permaneció en la corte desde 1 de junio de 1796 hasta el 19 de mayo de 1799. Regresó a Madrid el 13 de septiembre hasta 27 de noviembre de mismo año con el fin de recoger varios documentos “y depositarles en poder del apoderado villanueva”, así como “disponer nuevamente los ánimos de los favorecedores de esta solicitud”94. En efecto, era práctica habitual saber “moverse” en la corte y conseguir el favor de personas influyentes. De ellos hay sobradas muestras en la documentación analizada, pero no hay espacio para entrar aquí en detalles. 91 E. Olmos, op. cit., pp. 255-259. AHCx, Libro de Actas Capitulares nº 85, 1794-1803 (cabildo de 18-5-1796, ff. 94-96). no “reportar a cabildo” significaba que los comisionados podían adoptar decisiones en Madrid o valencia, sin tener que informar previamente al cabildo de la colegial, lo que les daba mayor autonomía de gestión dada la distancia física. 93 Copia manuscrita de dicho informe en AHCx, caja 30. Catedralidad. Respondía al del cabildo de la colegial de 19 de noviembre de 1795 y la Representación del mismo cabildo dirigida al fiscal del Consejo de Castilla en 22 de enero de 1796, adjuntando las adhesiones a la petición de los síndicos de Alcoi, Albaida y Ontinyent. 94 “Cuenta con cargo y data que el canónigo Don vicente Ellín presenta a su Cabildo en calidad de síndico y comisionado suyo en la Corte”, en AHCx, caja 30. Catedralidad. 92 280 Germán Ramírez Aledón La abundante documentación generada en esta fase muestra un gran interés en demostrar las elevadas rentas del arzobispado de valencia, la escasez de estas en la colegial, las distancias existentes entre muchos de los pueblos que xàtiva reclamaba para su obispado, la escasez de visitas pastorales, el incremento poblacional evidente durante la segunda mitad del siglo y el derecho histórico que asistía a la ciudad por haber sido sede episcopal antes de la invasión musulmana, además de demostrar que la Nueva Colonia de San Felipe era la misma xàtiva anterior a 1707. sobre ese armazón se alzó la demanda, además de los recursos a los cánones de los antiguos concilios sobre la necesidad de que el rebaño de fieles dispusiese de pastores cercanos para la cura de almas y la imperiosa necesidad de disponer de obispo cercano para ese fin. Estos años fueron intensos en memoriales, informes y contrainformes con el fin de demostrar cada parte sus argumentos. Los informes solicitados a personas notables de la ciudad pretendían avalar la petición con pareceres cualificados procedentes de la sociedad civil, ya que hasta ese momento el pleito había quedado reducido al estamento eclesiástico y las autoridades locales que se limitaban a apoyar la demanda95. son nobles, labradores propietarios, abogados, militares, comerciantes, o el boticario Antonio Mateo Pueyo, un destacado regidor del ayuntamiento entendido en la historia y cultura locales. De esta masa de papeles con argumentos reiterativos destacan dos: la Defensa del canónigo Lorenzo Cebrián Gómez96 de 12 de julio de 1797 y las Causas que manifiestan la necesidad de dismembración de 1799, en que se detallan las rentas del arzobispado de valencia por pueblos y lo que quedaría para el nuevo obispado con 251 pueblos97. Analicemos brevemente el primero de ellos. La Defensa de Cebrián, que usa un lenguaje directo y con cierto gracejo, se dirige a “probar las falsedades del Metropolitano, que estampó en su impreso del año 1761”, el cual estaba en el expediente. Por tanto, casi cuatro décadas después, Cebrián se afana en desmontar los argumentos de la diócesis valentina. Primero rechaza la acusación de que los canónigos de san felipe vayan detrás de las rentas de la mitra valenciana, sino por “el celo del mayor bien de las almas”. Algo que la abundante documentación no muestra ser verdad, pues buena parte de ella está dedicada a establecer las rentas de la diócesis, lo que correspondería a la nueva sede en caso de segregarse, y la distribución de esas rentas por pueblos, así como en la mensa común y la mensa canonical. siguen las citas de historiadores regnícolas sobre la constitución de 1409 de no consentir nuevas sedes, desmentido por la creación de la de Orihuela o segorbe, que vino precedida de algún episodio violento (p. 3), siguen las promesas reales a xàtiva y trata de probar la fidelidad de la ciudad en la Guerra de sucesión a felipe v, cosa contraria a lo conocido, con el fin de demostrarle que, aunque con otro nombre, es la misma ciudad de xàtiva. Rechaza también la acusación de ser un cabildo numeroso, sin altar mayor, ni dotación para cera, aceite, la obra de la colegial, las procesiones o barrendero y que todos los gastos corren a cargo del ayuntamiento. Para ello arguye Cebrián “que falta instrucción de las diversas costumbres de las Provincias”, describe el templo con todo lujo de detalles y medidas para demostrar que son los vecinos quienes han costeado las obras desde “hace dos siglos”. Muestra las rentas de que dispone y la forma de adminis95 Estos informes están en AHCx, caja 30. Catedralidad. Defensa del Memorial del cabildo eclesiástico de la insigne Colegial de la Ciudad de San Felipe, en el Reyno y Arzobispado de Valencia, dirigido al Rey Nuestro Señor (Dios lo guarde) en 19 de Noviembre de 1795, por la Cathedralidad de su Iglesia, 50 págs. in fol. ms., en AHCx, caja 30. Catedralidad. 97 Causas que manifiestan la necesidad de desmembración del Arzobispado de Valencia que solicita S. Felipe para creación de propio Obispo que tubo, 76 pp. ms. in fol. c. 1799. AHCx, caja 30. Catedralidad. 96 La cuestión de la catedralidad de xàtiva 281 trarlas, pues “cada uno en su casa sabe lo que pasa. y enseña la experiencia que no bastan dos meses de residencia para instruirse en todos estos ramos un canónigo que venga de Biscaya o de Castilla98, porque en cada provincia son diferentes las disposiciones y costumbre sobre ello” (p. 9). tal vez el argumento central de esta Defensa sea el uso de la teoría del derecho de postliminio. Para evitar que un ciudadano romano esclavizado por otro pueblo continuara siéndolo después de ser liberado, se admitió el llamado derecho de postliminio (jus postliminii), en virtud del cual desde el momento en que lograba entrar en los confines del Estado romano o de una ciudad confederada o aliada de Roma era reintegrado en sus derechos, volviendo a renacer, con algunas excepciones, sus relaciones jurídicas99. Este principio aplicado a la sede perdida o “esclavizada” por la ocupación musulmana, debía volver a su estado originario tras la liberación del poder opresor. Para ello se debía sobrentender que san felipe “es la misma xàtiva, la setabis y la saetabi, aquella misma que tuvo Cathedra Episcopal…, y que permanece la misma Iglesia que lo fue de xàtiva” (p. 11). Después de un largo excursus sobre los antiguos cánones de los concilios de sárdica (canon 6), concilio II de Cartago, xII y xIII de toledo, la versión latina o griega de dichos textos, que avalan la petición de la antigua saetabis (pp. 11-21), defiende que es ciudad más poblada que teruel, segorbe, Albarracín y éstas, sin embargo, tienen sede episcopal. se analiza después la bula de erección en colegiata y la manipulación de su fecha, la promesa de santo tomás de villanueva a Carlos v de crear la sede setabense, el mapa de la sede y sus límites así como el numeroso clero y población que lo habita (pp. 27-30), las escasas y poco efectivas visitas pastorales, así como los males que de ello se derivan (pp. 31-38). Pero llama aún más la atención la negativa que los canónigos de xàtiva vistan como los de valencia o el sentimiento de odio que, según Cebrián, tiene el clero de valencia hacia el de xàtiva: “...la declarada enemiga antiquísima y constante del cabildo de valencia contra el de san felipe. su menor empeño es procurar en todas ocasiones ridiculizar a los canónigos de la Colegial, hacer burla de los prebendados de esta Iglesia, que persiguen desde su erección en Colegial. El mismo cabildo de valencia confiesa el antiquísimo, largo y costoso pleito para que no hubiese foráneo en san felipe. Es tal el empeño de degradar a esta ciudad que hace más de veinte años que exerce este oficio el Deán con facultades limitadas sin título y sin despacho” (p. 38). y para colmo esta actitud impide el desarrollo de la riqueza de las comarcas situadas al sur del xúquer, obliga a sus fieles a desplazarse tan lejos que cuesta varios días llegar a la capital para algunos pueblos y si se pretende poner obispos también en Gandia, Dénia o xixona, pues “nosotros ayudaremos sus santas intenciones con nuestros ruegos al soberano. Paño hay que cortar. Renta hay para todos estos obispos” (p. 43). Pero, ¿quiénes son los interesados en que esta pretensión de xàtiva no sea realidad? El canónigo Cebrián acusa directamente a sus colegas del cabildo valenciano: “Los interesados entre otros son los pabordes, Maestros de todo el Reyno, Cathedráticos de aquella universidad literaria, que ganan su renta con tareas continuas y con la aplicación de por vida a la enseñanza de la juventud”. ya tenemos definido al “enemigo” (p. 44), la parte más culta, mejor pagada y poderosa del clero de valencia, el universitario100. Después de una afirmación de rega98 El arzobispo Andrés de Orbe era de Érmua (vizcaya), Mayoral de Molacillos (Zamora), fabián y fuero de Molina (Guadalajara) y Jiménez de Río de Calahorra (La Rioja). sin duda a ellos se refiere, además de canónigos y beneficiados de origen castellano, andaluz o de las provincias del norte. 99 f. Gutiérrez, Diccionario de Derecho Romano, Madrid, 1948, p. 478. 100 sobre el control que el arzobispado y el cabildo de valencia ejercían sobre la universidad, véase s. Albiñana Huerta, Universidad e Ilustración. Valencia en la época de Carlos III, valencia, 1988, pp. 21-48. 282 Germán Ramírez Aledón lismo sobre el papel del papa y del monarca en la cuestión (pp. 45-46) concluye con las ventajas de todo tipo (educación, economía, religiosidad) que la desmembración acarrearía a la ciudad y al territorio de la nueva diócesis no si antes pedir disculpas si había ofendido a alguien con su escrito (pp. 48-50). y a pesar de este memorial del canónigo Lorenzo Cebrián nada nuevo se logró, pues dos años después don vicente Hellín comunicaba al cabildo que había encontrado “unos papeles importantes, pertenecientes a la pretención de cathedralidad, pendiente en la real Cámara” en casa del canónigo Muñoz, quien había fallecido poco antes, por lo que era necesario buscar la persona idónea para “negocio de tanta entidad”, lo que sólo podía cumplir el abogado de los Reales Consejos don Lorenzo tadeo villanueva y Astengo, hermano del sacerdote don Joaquín Lorenzo, ambos residentes en la corte101. Así empezó la intervención de Lorenzo tadeo en este asunto, después de que lo intentara antes su hermano Joaquín Lorenzo en 1784. La vacante producida en valencia tras la muerte de Jiménez del Río (1 de abril de 1800) movió a los capitulares a solicitar de nuevo la catedralidad: su reacción fue tan rápida que acordaron al día siguiente del fallecimiento del arzobispo solicitar al procurador villanueva, que elaborase un memorial “para que en la provisión de la mitra de valencia se digne el Rey nuestro señor tener presente la solicitud de dismembración de esta Colegial pendiente en la real Cámara…”, memorial que redactó el letrado villanueva a primeros de abril. El asunto quedó de nuevo paralizado tras la ocupación de la sede valentina por el franciscano fray Joaquín Company, quien tomó posesión de la mitra el 6 de noviembre; incluso el sacrista se preguntaba en cabildo del 8 de noviembre de 1802 “si devia seguirse la solicitud de cathedralidad”, acordándose “que convenía seguirse por todos los medios que parezcan conducentes”, esta vez encabezada la comisión por el canónigo vicente Bordes, “en quien observava las prendas necesarias para el desempeño exacto de este negocio”. Pero Bordes declinó el encargo y fue el chantre, Pedro Antonio Briz, quien debía negociar con valencia, mientras que para ir a Madrid el canónigo Hellín propuso que fuera el propio deán, José Ortiz, que se hallaba en la corte, quien defendiera esta cuestión pues “es sugeto que se halla enterado en la solicitud de dismembración y tiene muchas conexiones en el ministerio y Real Cámara”102. Este asunto de las “conexiones” tiene su importancia, como hemos visto. En noviembre de 1809 fallecía el canónigo Hellín, vacante que ocupará Mariano Zamora, beneficiado de la catedral de Zaragoza nombrado por suchet en marzo de 1812; un afrancesado, por tanto, tal y como apunta el canónigo archivero en una nota marginal: “Zamora, canónigo por los franceses”. Escasas noticias tenemos hasta noviembre de 1813, en que el diputado Joaquín Lorenzo villanueva consiguió aunque de forma efímera el reconocimiento por vez primera de la nueva sede episcopal. Pero esto es tema para otro trabajo que escapa a lo que aquí pretendíamos analizar103. 101 AHCx, Libros de Actas Capitulares nº 85, 1794-1803 (cabildo de 29-7-1799, ff. 196v-197). En noviembre se le remitieron 100 libras a Lorenzo tadeo para gastos de su cometido y al canónigo Hellín “una demonstración de gratitud de regalo, como lo es una porción de granadas, arroz y miel, para los sugetos que le favorecían en dicha pretención” (cabildo de 25-11-1799). 102 AHCx, Libros de Actas Capitulares nº 85, 1794-1803 (cabildo de 8-11-1802). De los comisionados elegidos para ir a Madrid (López, Cebrián, Hellín y Bordes), este último sustituyó a Hellín. Ortiz fue nombrado deán de la colegial el 22 de septiembre de 1802 y no se trasladó a vivir a xàtiva hasta abril de 1804 (véase f. Goberna, El deán Ortiz (La seua vida i obra), Ajuntament d’Aielo de Malferit, 2001, pp. 81-85). 103 sobre la labor del diputado villanueva en este asunto, véase nuestros trabajos ya citados “Entre Ilustración y Liberalismo: la Iglesia de xàtiva…”; La llum de les Imatges. Lux Mundi, 2007, fichas 10 (pp. 54-57); 62 (pp. 212-215); 63 (pp. 216-219) y 276 (pp. 894-897); Cap. 10 de la Historia de xàtiva (en prensa); A. ventura, La cuestión de la catedralidad de xàtiva 283 5. RAZOnEs DE un fRACAsO AnunCIADO Lo dicho hasta ahora nos deja algunas ideas que a modo de balance muestran el resultado de una lucha estéril por conseguir la ciudad de xàtiva ser sede episcopal. Hemos analizado tan sólo el proceso histórico y el contexto en el que se mueve esa dialéctica de papel y palabras en torno a un asunto aparentemente espiritual. no hemos entrado a fondo, por razón de espacio, en el estudio detallado de las argumentaciones de cada cabildo en sus demandas uno, y en el rechazo de éstas, el otro. Argumentaciones de todo tipo, pero en las que las cuestiones canónicas tienen su peso aunque cada uno las interpretara a su antojo. se colige de ello las armas, cuando no artimañas, que rodearon en el siglo xvIII, la persistente actitud de los cabildos setabenses por obtener esa gracia de la corona y los manejos en la corte donde cada cabildo (de san felipe-xàtiva y de valencia) intentó jugar sus bazas. En esa lucha, valencia tenía todas las de ganar por sus intensas y extensas relaciones con la Corte desde el círculo que Mayans, Pérez Bayer, Juan Bautista Muñoz o Blasco habían creado en Madrid y los que le continuaron en esa labor a fines del siglo, ya en el reinado de Carlos Iv. Para entender el intrincado proceso, hemos tenido en cuenta el papel de la Cámara de Castilla, del monarca, la universidad, tal vez del capitán general de valencia o el Real Acuerdo en operaciones de influencia para inclinar la balanza hacia un lado u otro. y en ello puso gran empeño la ciudad de xàtiva y también mucho dinero. Como hemos visto, al margen de las razones de tipo religioso (cura de almas, visitas pastorales, cercanía del Pastor) sobresalen las razones económicas: rentas y reparto de estas. La evolución del siglo marcó el creciente interés de los de xàtiva y la negativa rotunda de los de valencia a la segregación. El incremento demográfico, el correspondiente aumento de las rentas decimales y por otras gracias, así como la creciente influencia del clero diocesano en las instituciones clave de la ciudad –que era entonces tanto como decir “del reino”– explican las enormes presiones que ejercían estos en la corte para que nada de lo que solicitaban unos atrevidos canónigos y autoridades locales de una pequeña ciudad de aquel mismo reino alcanzara el éxito. La alianza entre los ilustrados valencianos y el arzobispado de la diócesis era un imponente parapeto a las reclamaciones del cabildo setabitano, que se estrelló una y otra vez contra ese muro. Las justificaciones canónicas, pastorales, históricas, demográficas o geográficas eran cortafuegos que impedían mostrar las verdaderas razones de esa oposición: la pérdida de rentas, poder y prestigio social –algo que en la época tenía su importancia– que los canónigos de valencia no estaba dispuestos a consentir. Ante esa realidad, todos los esfuerzos de la colegial setabense fueron vanos. solo cuando el Antiguo Régimen y su sistema de privilegios jurídicos y redes de poder comenzó a ser desmantelado en Cádiz, fue posible dar ese paso. Pero de forma efímera. una nueva clase dirigente, en parte heredada del viejo régimen, calcó los comportamientos del pasado, de la sociedad estamental, y estableció un sistema clientelar que puso freno de nuevo al viejo sueño del clero de xàtiva. Para entonces, una guerra civil, la reforma constitucional, el proceso desamortizador y el inicio de la negociación de un Concordato con la santa sede para reorganizar la Iglesia española despojaron de sentido a la pretensión de xàtiva. La catedralitat…, pp. 59-63. fue el diputado a las Ordinarias, tadeo Ignacio Gil, quien continuó la tarea iniciada por villanueva y consiguió el decreto de erección de sede episcopal para xàtiva el 25 de abril de 1814. Para esa fecha, fernando vII ya estaba en valencia y el 4 de mayo firmaba el decreto de abolición de toda la legislación gaditana.