DEL PASADO Y DEL PRESENTE
Año 1, número 36, 17 de agosto, 2020
EL PRIMER CHANCLETUDO
Iván MolIna JIMénez
El término chancletudo se utiliza en
Centroamérica desde el siglo XIX. Según
indicó Carlos Gagini en 1891, con ese epíteto “la gente del campo, que por lo común
no gasta zapatos, moteja a las personas
calzadas de la ciudad”. Manuel González
Zeledón (Magón) lo usó en ese sentido en
su relato “Sin cocinera”, publicado en el
periódico La Patria en marzo de 1896.
Pareciera que el término cayó en
desuso en la primera mitad del siglo XX,
a medida que el acceso al calzado se extendía en la sociedad costarricense, y se
activó de nuevo, breve y limitadamente,
en la década de 1970, durante la
radicalización juvenil de entonces,
al asociarse con formas juveniles de
identidad y vestir contraculturales.
Treinta años después, el término
se politizó decisivamente, primero
en el contexto de las protestas del
año 2000 contra el debilitamiento
del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), y luego durante las
movilizaciones contra el Tratado
de Libre Comercio entre Estados
Unidos, Centroamérica y República
Dominicana (TLC).
Ambas iniciativas iban dirigidas
a reformar el Estado costarricense
en un sentido favorable al capitalismo corporativo. Si bien el descontento popular logró detener el
debilitamiento del ICE, el TLC fue
aprobado en un referéndum efectuado en octubre del 2007, después de
una intensa confrontación, atizada
por el miedo promovido por los partidarios del convenio y por el nacionalismo invocado por sus opositores.
a las culturas populares y diferenciarlas
debidamente de quienes monopolizan el
poder que somete cuerpos y el capital que
compra consciencias.
Innovaciones
Luego de aprobado el TLC, el término chancletudo se consolidó como una
forma de descalificar predominantemente
a los sectores de las universidades públicas que cuestionaban las políticas favorables al libre mercado, denunciaban la
creciente desigualdad social y clamaban
sus adversarios utilizaron para atacarlos,
sino que le dieron al término una profundidad histórica que posibilita aplicarlo a
predecesores como un joven estudiante
universitario costarricense que se trasladó
a Guatemala en 1807.
Alvarado
El 22 de diciembre de 1821, Pablo Alvarado Bonilla (1785-1851) envió desde
Guatemala una carta al ayuntamiento de
Cartago, en la que manifestaba su júbilo
al enterarse que “los Costaricas” habían
Universidades
Dado que las instituciones públicas de enseñanza superior, en
particular la Universidad de Costa
Rica (UCR) y la Universidad Nacional (UNA), se convirtieron en uno de
los principales focos de resistencia contra
el debilitamiento del ICE y contra el TLC,
el término chancletudo se reactivó una
vez más, para descalificar a los estudiantes, docentes y administrativos opuestos a
esas iniciativas.
Al enfatizar en la informalidad en el
vestir como un signo de desclasamiento,
el término procuró construir una brecha
insalvable entre la distinción, asociada
con los políticos, profesionales, académicos y empresarios que impulsaban esos
cambios, y los sectores universitarios que
los adversaban.
Esa división era expresión de una escisión más profunda, que enfrentaba a
los partidarios del libre mercado con los
defensores –de diversa orientación ideológica– de un nacionalismo económico
cada vez más debilitado por el avance de
la globalización capitalista.
Considerada desde sus liderazgos, se
trató de una confrontación entre cúpulas
empresariales y políticas por un lado, y
jerarquías intelectuales por otro. Calificar
a estas últimas de chancletudas resultó
estratégico para cuestionar su autoridad
simbólica, asimilarlas despectivamente
Luis Vergara Ahumada, Grito de independencia (detalle), 1957.
por reformas para combatir la elusión y la
evasión fiscal.
A medida que el enfrentamiento entre
las cúpulas empresariales y políticas y las
jerarquías intelectuales se profundizó, el
término empezó a ser aplicado a las mismas universidades estatales, en un intento por destruir su prestigio institucional
como primer paso para neutralizarlas por
albergar focos disidentes.
Frente a esta ofensiva, a la que se sumaron los principales medios de comunicación colectiva, las autoridades universitarias respondieron con una campaña
que resalta los logros de sus instituciones,
particularmente en términos de enfatizar
las ventajosas posiciones alcanzadas en
prestigiosos índices académicos internacionales.
En contraste, los sectores universitarios calificados de chancletudos optaron
por una estrategia distinta: recuperar la
dimensión contracultural del término,
existente desde la década de 1970, para
reivindicar el compromiso con políticas
públicas socialmente progresivas.
Con esa innovación, los chancletudos
no solo se apropiaron del instrumento que
decidido mantenerse en “estado de independencia” y no anexarse al imperio
mexicano de Agustín de Iturbide.
Para él, no podían “hacer cosa mejor
que esa”, ya que “el gobierno natural de
todas las naciones civilizadas y medio civilizadas” debía ser “Republicano ó Democrático-Federativo, el qual es el mas
conforme con el interes comun de los Pueblos de America”.
De inmediato, Alvarado recordó “las
atrocidades que han hecho en el mundo,
y están haciendo aun, todos los Reyes y
Emperadores” contra “la educación pública de todos los Estados Monarquicos
del Universo”.
Alvarado, un estudiante costarricense
que realizaba estudios de medicina en la
Universidad de San Carlos de Guatemala,
tenía ya amplia experiencia en la lucha a
favor de un nuevo sistema político basado
en la soberanía popular.
Pacto
Según los estudios de Ricardo Fernández Guardia y de Ligia Cavallini Quirós,
poco después de que en mayo de 1808
Carlos IV y Fernando VII cedieran a
Napoleón Bonaparte sus derechos a la
corona española, Alvarado publicó en
Guatemala un volante que fue considerado sedicioso y le valió descontar tiempo en prisión.
Luego de su liberación, el gobernador
de Costa Rica, Tomás de Acosta, solicitó
preventivamente al capitán general de
Guatemala, Antonio González, que le
prohibiera a Alvarado regresar a su tierra natal por un tiempo, ya que temía que
sus padres, en vez de “contenerlo y desaprobarlo ahora, le acalorarán el cerebro
y tendrá malas resultas su venida”.
Si bien Acosta sugirió enviar a
Alvarado a El Viejo (Nicaragua),
donde vivía un tío que era cura y
podía dirigirlo y sostenerlo, el joven permaneció en Guatemala.
Allí, aparte de proseguir con sus
estudios, estableció contactos con
figuras destacadas de la política de
entonces, como Pedro Molina, José
Matías Delgado, Manuel José Arce
y José Cecilio del Valle.
Fuertemente identificado con
los liberales, Alvarado propugnaba por una forma de gobierno republicana, secular, democrática y
federal. Mediante diversas misivas,
procuró mantener informados a sus
contactos en Costa Rica de lo que
sucedía en tierras guatemaltecas, a
la vez que trataba de influirlos para
que adoptaran sus puntos de vista.
Como resultado de esos esfuerzos, Alvarado hizo una contribución fundamental –rara vez
reconocida y hoy prácticamente
olvidada– a la construcción de la
primera institucionalidad costarricense, ya que elaboró el primer
borrador de lo que después sería
conocido como el Pacto social fundamental interino de Costa Rica
(1821).
Chancletudo
Para que no quede ninguna duda
acerca de cuán chancletudo era Alvarado, conviene recordar que, en un manifiesto que envió de Guatemala a Costa
Rica en octubre de 1821, declaró –como
lo consigna Fernández Guardia– que
“yo fui el primero en toda la Monarquía
española que caí en estas cárceles, el
quince de septiembre de mil ochocientos ocho, por la libertad de América”.
Al comparar a ese Alvarado de 1821
con los Alvarado que hoy día hay en la
política costarricense, es claro el abismo
que los separa: a diferencia de ese chancletudo de antaño, defensor del republicanismo y la democracia, los de ahora
hacen todo lo posible por sumir al país
en el oscurantismo religioso o por destruir lo que queda de un Estado social de
derecho que tanto costó construir.
No estaría de más que, al conmemorar los ochenta años de su creación, la
UCR dedicara unos segundos a evocar a
aquel que, en los lejanos días de 1808,
se convirtió en el primer chancletudo
costarricense.