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Entreletras, N° 5. Enero-Junio de 2019. p.29-35 Intención, determinismo y alegoría en Falke de Federico Vegas Adrián Hernández Universidad Nacional Abierta Caracas-Venezuela hernandezadrian85@gmail.com Fecha de recepción: 26 de octubre de 2018 Fecha de aprobación: 13 de diciembre 2018 Resumen En esta investigación propongo hacer un estudio de las posibles cargas alegóricas que posee la novela Falke de Federico Vegas. Esto llevado a cabo con la lectura minuciosa de cada uno de sus apartados, presentando los enunciados de la crítica, relacionando contextos temporales entre las acciones que se dieron para el año 1929 y el primer decenio del siglo XXI en Venezuela, así como también la relación causa-consecuencia en los hechos pretéritos que por concatenación y lógica, encausaron hacia la cotidianidad. El resultado fue la indeterminación de la intención del escritor, más las distintas voces que aúpan a pensar en la novela como una alegoría nacional cargada de un determinismo pesimista, solapado de verdades incómodas sobre la identidad nacional y la herencia cíclica de repetir una y otra vez los mismos errores. Palabras clave: Novela, Venezuela, alegorías, política, memoria. Abstract: In this investigation I propose to make a study of the possible allegorical loads of the novel Falke by Federico Vegas. This is carried out by a careful reading of each of its chapters, by presenting the statements of the criticism, by relating the temporal contexts between the actions that took place in 1929 and the first decade of the 21st century in Venezuela, and by exploring as well the cause-consequence relationships of the past facts that by concatenation and logic, lead to the everyday life of the present. After finishing the research, it can be pointed out that the writer’s intention is difficult to determine, even though the voices of the characters in the novel can lead us to think of the text as a national allegory charged with a pessimistic determinism, and in which two elements seem to be in constant overlapping: the uncomfortable truths about national identity and the cyclical inheritance of repeating mistakes over and over again. Keywords: Novel, Venezuela, allegories, politics, memory. En todo caso, a quien me pregunta le digo: “Va a ser una novela histórica.” Además se venden más, ¿cuál es el problema? Entrevista a Federico Vegas por Suniaga (2009), p. 1 alke (2005) es una novela escrita por Federico Vegas que recrea el resultado de la expedición del vapor Falke, con la cual se intentó derrocar la dictadura de Juan Vicente Gómez, y que terminó en un total fracaso, en las costas de Cumaná, el 11 de agosto de 1929. En dicha expedición participó un grupo subversivo de exiliados antigomecistas, encabezado por Román Delgado Chalbaud, que con ayuda de antiguos amigos del Crédit Francais y de la Casa Dreyfus, así como también por el magnate petrolero venezolano Antonio Aranguren, configuró un plan de invasión y liberación de Venezuela. Para ello, se fundó la “Junta Suprema de Liberación Nacional”. Sus miembros principales fueron el Dr. Santos Aníbal Dominici, el Dr. Alberto Smith, José Rafael Pocaterra, Pedro Lugo Delgado y el Dr. Leopoldo Baptista. El comandante en jefe fue, claramente, el general Román Delgado Chalbaud. El formato en el que está escrita esta novela emula el estilo biográfico, ya que es el personaje principal, Rafael Vegas, quien escribe sus “carpetas”, en una especie de tono confesionario de diario, y en las cuales se relatan las peripecias que acontecieron antes, durante y después del fallido proyecto de liberación. Otros personajes intervienen en la trama, tales como Armando F 29 Zuloaga Blanco, Carlos Delgado Chalbaud, Julio Mc Gill, Juan Colmenares, Luis Rafael Pimentel, Francisco Linares Alcántara, Doroteo Flores, entre otros. La obra está dividida en tres partes: una primera compuesta por el prólogo, donde el narrador-personaje expone los motivos que lo incentivaron a investigar la historia del Falke y descubrir el enigma tras la mirada del “tío Rafael”; una segunda parte, que contiene las transcripciones de las cartas y las cinco carpetas que conforman los escritos de Rafael Vegas (que representan el desarrollo de la obra); una tercera y última parte, construida por las apostillas, donde ya no se trata la obra como tal, ni su trama, sino su proceso de producción, se aclara qué acontecimientos del relato son reales, cuáles son inventados y cuáles se presentaron como una verdad sobre la cual se fue fabulando. Federico Vegas juega con los apellidos (Rafael Vegas-Federico Vegas) para hacer creer al lector que lo que se está leyendo forma parte de algo verídico, y es el autor quien supuestamente, gracias a la ayuda de una tía (Helena Vegas, hija de Rafael, a quien conoció por medio de una amiga arquitecto, cuya profesión “casualmente” es también, en la vida real, la de Federico Vegas), descubre las carpetas en donde se narran las vicisitudes de Rafael Vegas, escritas por él mismo, un aparente familiar, el “tío Rafael”, en la travesía del Falke. Claro está, nunca se nos cuenta quién es ese descubridor de la verdad, ese ansioso personaje que se emborracha la primera noche que tiene las cajas en su poder, donde se encuentran las carpetas de Rafael Vegas. Deja que los lectores hagan ese empalme. El autor busca darle un tono de familiaridad, acercamiento, un enlace aparente con el ahora, donde los lectores puedan hacer un puente entre la realidad y la ficción, de la mano de un ente que posee vínculos consanguíneos, de fuente directa. Esta estrategia discursiva de trasponer autor, narrador y personaje busca acercar a los lectores a la intimidad del relato, haciéndolo más familiar, próximo y a la vez colocarlos en una especie de complicidad con la historia narrada. La primera persona sobresale al comenzar el libro, cual narrador protagonista al referir: “Una sola vez lo vi en mi vida. Fue un domingo en la mañana. Mi padre venía bajando las escaleras y Rafael Vegas lo esperaba en la entrada de nuestra casa” (p. 9). Escarlet J. Montoya Castro, en su escrito “Verdad y autenticidad en Falke de Federico Vegas “(2013), establece que De esta manera el narrador-personaje busca ganarse la autoridad autentificadora, colocándose como testigo de los acontecimientos, además que crea un parentesco familiar con el que va a convertirse en el protagonista de la narración, Rafael Vegas.(p. 72) Pero no es este tópico el que ha llamado la atención de muchos lectores y críticos literarios en la novela. Por el contrario, solo se menciona como lo que representa, una estrategia discursiva con un fin ya establecido. Más la aparente carga alegórica ha dado mucho de qué hablar. Diversos han sido los puntos de vista que ha levantado esta novela en cuanto a ciertos paralelismos políticos, transfigurados a través de sus palabras, en supuestas críticas al gobierno de Hugo Chávez, configuradas con puentes históricos que, para algunos, son evidentes dentro de la trama de la historia, y que hacen de espejo de una realidad pasada, evidentemente de caracteres negativos (el fracaso, la locura, la venganza, etc.) que, según, se evidencian en esa primera década de gobierno del expresidente Hugo Chávez. ¿Buscaba el autor hacer ver al país que la historia se estaba repitiendo, que se iba por mal camino? Juan Cristóbal Castro asoma algo de ello en su artículo “Herencias nocivas: políticas espectrales de la figura de Rómulo Gallegos en la Venezuela revolucionaria”. (2013), en donde afirma sobre Falke que: La trama parte de un núcleo traumático, esta vez representado por el fracaso de la toma de Cumana, el derrocamiento de la dictadura gomecista y la imposibilidad de darle sentido a esa aventura. Esta experiencia quizá podría tener como correlato en la vida del autor de la novela la crisis petrolera y el golpe de Estado del 2002, cuando una “elite” pretendió tomar el poder pasando por alto los mecanismos democráticos y el trabajo político. (p. 65) A este parecer, Castro (2013) habla de “correlato”, con la alusión de historia paralela, de lo ocurrido en los días 11, 12 y 13 de abril de 2002, donde un grupo político, adverso a Chávez, tomó el poder, en una trama del tipo novelesca, en la que al final, el presidente vuelve y los insurrectos se van, dejando por entendido que todo el esfuerzo, tiempo y dinero no sirvieron de nada pues su objetivo no se llegó a consumar. Resulta curioso que Castro lo relacione con este hecho, cuando el relato del fracaso de Cumaná, con todos los personajes que estuvieron involucrados, se encuentra registrado, históricamente hablando, en los anales de la historia venezolana. Pareciese que se pretendiera traer del pasado, un hecho sin ninguna correlación intrínseca, al presente, invocándolo, anudándolo, amarrándolo, arrimándolo hacia acá desde un allá. El mismo Castro encabeza este artículo con la siguiente frase: ¿Qué tienen en común Juan Carlos Zapata, Federico Vegas y Elisa Lerner? En principio nada: uno es un periodista de origen humilde; el otro, un narrador de importancia, proveniente de una familia de renombre; y la última, una gran cronista de ingenio, inmigrante judía. Sin embargo, hay algunas semejanzas. Primero, todos han expresado incomodidad con el gobierno neoautoritario de Hugo Chávez. Segundo, en la primera década del siglo XXI se dieron a la tarea de explorar nuevos géneros. (p. 54) La intencionalidad de mencionar la incomodidad “con el gobierno neoautoritario de Hugo Chávez” que tiene el autor de Falke, en un artículo de esta naturaleza, y colocarlo, por sobre todo, en donde este principia, llama la atención notablemente. Castro resalta dos características que a simple vista podrían no tener conexión alguna. Esa incomodidad y la exploración de nuevos géneros pareciese que para él tienen alguna conexión. Más adelante agrega una más al señalar: “Tercero, y más importante, todos han revelado una particular obsesión: revivir la figura de Rómulo Gallegos.” (p. 54). Dicho esto, claramente se sobreentiende que 30 no se trata solamente de un personaje llamado Rómulo Gallegos que interviene en las historias, sino que al parecer estos autores buscan reflejar a la nación a través de su escritura, alegorizando acciones que coinciden con un presente no muy alentador, que se pretende llevar por la senda del progreso y la rectificación. Estas aseveraciones podrían colocar a Falke dentro de la categoría gallegiana de novela fundacional, o al menos, de novela que busca marcar una ruta, un camino a seguir, que permita abrir nuevos horizontes al porvenir nacional. Gallegos aparece en Falke como una figura que juega un papel importante desde dos perspectivas: la configuración de la trama narrativa que hay en las carpetas de Rafael Vegas, en las cuales el antiguo maestro rehusa involucrarse, pues plantea a su antiguo discípulo que lo escrito allí “no tiene cabida para nadie más” (Vegas, p. 20), y por otro lado, la figura política que sirve de referencia en cuanto a la implementación de acciones gubernamentales que repercutirían en un verdadero camino hacia el progreso en Venezuela. Es Gallegos quién, a través de sus cartas, da razones para elaborar una historia que merece ser contada, resaltando lo orgulloso que se siente de haber sido su maestro (Gallegos fue maestro de Rafael Vegas en el bachillerato, en la ciudad de Caracas) y por otro lado es también el futuro presidente que, empezando a hacer cambios significativos en la nación, es derrocado por los militares. Castro (2013) hace este balance del Gallegos prefigurado en Falke: La evidencia, pese a los matices, es clara hasta ahora. Bien sea desde la “oposición” o desde el Gobierno; desde la cultura letrada, mediática u oficial, nuestro escritor aparece, como buen fantasma burlón, de inesperadas formas, cosa que debería obligarnos a repensar el lugar de una obra canónica dentro de una cultura, no como monumento de un muerto olvidado, sino como sombra incansable de un vampiro en acecho, sediento de sangre nacional. (p. 55) Colocar a Gallegos, el escritor, que proviene, según él, de la cultura letrada, mediática y oficial, como un “fantasma burlón, un vampiro en acecho, sediento de sangre nacional” es un gesto un tanto poético y generalizador. Esto va emparentado por la resolución que Castro hace en su artículo sobre los vínculos de las narrativas actuales con las narrativas identitarias y nacionalistas que se dieron a comienzos del siglo XX, en la cual inserta a Falke, lo que daría crédito a que esta novela, ciertamente, pudiera representar una alegoría de la nación venezolana que busca un fin específico en la realidad del país. Si bien la temática de lo nacional ha sido una parte importante de la literatura venezolana, sería arriesgado decir que es realmente lo que buscan como tal los escritores. Y a esto anexa, como función primera de este fantasma: su presencia dice algo más allá de sí mismo, algo que nos demanda una tarea –reparar una injusticia, redimir una culpa, recordar un tiempo perdido, saciar una pérdida, evocar un olvido– y nos recuerda una herencia que tenemos del pasado. (p. 55). Se trata pues, de revivir una figura, para darle respuesta a un problema, cuya raíz está en lo político, y de la cual hace uso el escritor, para convertir su obra en un manual de instrucciones, o un espejo del pasado, que es cíclico, en donde el mismo refleja el presente. Más adelante Castro (2013) sostiene que: Poco antes de las fechas en que se dan la gran mayoría de estos trabajos, se había vivido en el país un proceso de escisión de la sociedad nunca antes visto, que llegó hasta su máximo nivel con los sucesos del 11 al 13 de abril de 2002 y el infructuoso y errado paro petrolero; estos hechos radicalizaron la vena militante y militarista del chavismo y llevaron a gran parte del ingente espectro crítico del Gobierno, así como a los actores más moderados que acompañaron al presidente, a replegarse. La Revolución había logrado una victoria importante en sus planes de consolidación, no solo gracias a sus avances provocadores, sino a la torpeza de cierto liderazgo opositor –incluida la sociedad civil–, que desdeñó el papel de sus políticos. (p. 56) Esta fórmula de causas y consecuencias que maneja Castro es apoyada por muchos en las esferas de la crítica literaria, en donde la escritura tiene una razón de ser, gracias a un acto del pasado (o del presente) que interfirió o inspiró el hecho de la escritura, y, en algunos casos, critica o apoya esto de lo que se pretende escribir. Establece también Castro que la figura de Gallegos en estos tres autores, luego de presentar una visión de la política de exclusión del pasado del gobierno de Chávez, tiene una razón de ser en estas novelas, afirmando: Visto así, no es difícil entonces pensar que la presencia espectral de Gallegos en las obras de Vegas, Zapata y Lerner puede entenderse como una reacción frente a las políticas del olvido y su retórica del odio y la negación que ha promovido el Gobierno. (p. 62) Para Castro (2013), la presencia de Gallegos en una novela como Falke, podría entenderse como una contrarespuesta a una política de olvido, odio y negación que supuestamente implementó el gobierno de Chávez, convirtiendo la obra en un instrumento de salvamento de carácter político del pasado y sus implicaciones. La novela cumple una función aleccionadora de conferir crédito a los elementos positivos que tuvieron otros tiempos. Traer, revivir, resucitar un personaje como Gallegos, para Castro, más que una estrategia discursiva, tiene un fin ideológico, y agrega a posteriori “Invocar la figura espectral es aquí también invocar su estilo, su lenguaje, algunas de sus obsesiones y giros. Pero es, además, resucitar su obra.” (p. 65), entendiendo a la figura espectral como Gallegos, dentro de Falke, y “resucitar su obra” como darle un sentido paralelo a la obra de Vegas, una carga alegórica. 31 Para Castro, ficcionalizar la historia, el acto de creación de algo nuevo, es algo indistinguible de la nación, y a la vez, un elemento de respuesta a ella misma, al decir que: “La ficción es ese don “encantatorio” que nos cura y conjura la confusión de la nación. Principio de orden, espacio de autoridad: la ficción es parte de la nación, su mapa indistinguible, el cuerpo de su espíritu.” (p. 67). El fantasma de Gallegos “puede entenderse entonces como una práctica de resistencia frente a la política del olvido promovida por la nueva hegemonía chavista” (p. 69), y justifica su aparición en Falke al decir “Detrás de la obsesión de revivir a Gallegos esta la obsesión por conjurar el espectro nacional” (p. 73). Por su parte Fabián Coelho (2009), en su artículo “Testimonio de una épica fallida: una dimensión histérica de la historia en Falke de Federico Vegas”, nos habla de las repercusiones que tiene, en una novela como Falke, la narración de un acontecimiento como el sucedido en Cumaná en el año 1929, al asomar la idea de lo simbólico cuando dice: Y es precisamente por el valor y sentido simbólico de este acontecimiento con respecto al presente y a la Historia, que —nos aventuramos a sostener— Federico Vegas ha decidido volcar su mirada sobre un evento que, en la vasta narración de la historia venezolana, llena de héroes y revoluciones, no luce sino como una curiosa anécdota cuyo resultado es ilustrativo, por una lado, de la solidez inconmovible del régimen, y por el otro, del patetismo y las ínfulas épicas de sus protagonistas. En este sentido, la elección del marco histórico referencial, es decir, del período en que se enmarcan los acontecimientos de carácter histórico en la novela, implica también el despliegue de una potencial lectura desde el plano simbólico. (p. 142) Coelho hace un empalme al señalar que este evento tiene un valor y sentido simbólico en referencia al presente y a la historia, y aún más, añade que Vegas lo sabe y lo utiliza con toda intención, con un fin “ilustrativo”. Le atribuye una carga a la novela que sobrepasa, más que una recreación de la historia, lo expresado a través de sus capítulos. Un régimen “inconmovible”, protagonistas patéticos, una hazaña que desde un principio de la novela se nos muestra como algo improvisado donde sus actores, al parecer, presienten que van hacia un fracaso, dudan de lo que pueda suceder, no están seguros de su victoria, creen que pueden tener una oportunidad, pero el creer en una situación como esa no es una opción. Ciertamente, como señala Coelho, el régimen de Gómez, en la novela, se muestra imperturbable, inalterable, quieto, solo espera, porque sabe de antemano lo que viene, y está preparado para ello, y por sobre todo, conoce lo patético de la empresa de Chalbaud, sus personajes, la locura de su líder, su talón de Aquiles. Es por ello que quien lo espera en la ciudad de Cumaná no es menos que Emilio Fernández, a quien Gómez le encomienda la empresa de detener a Chalbaud, y del cual el dictador se inventó el cuento de que mientras este estaba en la cárcel, Fernández le visitaba a su esposa. Hombres que no saben utilizar un fusil, estudiantes de Paris, con una preparación bélica pobre, que van tras la misión suicida de un Chalbaud obsesionado, sediento de venganza y que pierde totalmente la cordura cuando cruza el puente sobre el río Manzanares, en la ciudad de Cumaná, donde el mismo muere abaleado. Al parecer, si la intención de Vegas es alegorizar la nación a través de la novela, puede que no sea otra que la omnipotencia del gobierno y lo patético que resultaría intentar derrocarlo, o tal vez, la superioridad de los entes gubernamentales sobre las masas, o, como señala Castro, es la narración simbólica de lo sucedido en abril de 2002. De ello hay diferentes puntos de vista. Más adelante Coelho explica que el plano simbólico de Falke no apunta específicamente hacia un tema de la actualidad política venezolana para cuando se escribió, sino que va enmarcado por otro norte, y así lo expone cuando afirma que: La historia del Falke se ha de convertir en la plataforma para exponer y problematizar el aspecto de la sociedad venezolana donde Rafael cree hallar las razones del fracaso del Falke más allá del fracaso mismo: la desmemoria histórica del venezolano. (p. 144) La desmemoria histórica, según el autor, es el trasfondo que mueve a Vegas a escribir su novela. Pero esta problemática, de forma indiscutible, lleva al texto al diálogo con el presente venezolano, haciendo de este tema un problema también de la realidad política y social en el contexto en el que fue escrita la novela. Coelho nos está queriendo decir, cual ecuación matemática, que la desmemoria histórica es un problema de los venezolanos que hace que recaigan en los mismos errores una y otra vez, es por ello que están viviendo el presente que ellos mismos se han ganado, y que no es más que una réplica del pasado, un presente repetido una y otra vez; y eso es causa de tantas desgracias. Agrega el autor sobre la novela lo siguiente: Falke cobra un valor que trasciende su cualidad ficcional, fungiendo, ella misma, en su calidad de novela histórica, como una suerte de herramienta para atacar la desmemoria histórica. Su propósito de revertir ese proceso que nos ha llevado a la amnesia colectiva apelando a la revisión misma del pasado y su puesta sobre el tapete para ser interpelado, cuestionado, repensado, busca realzar, desde la propia plataforma de la ficción histórica, la importancia de adquirir como sociedades la conciencia histórica de nuestros procesos políticos, económicos y sociales, y la memoria que de nuestro pasado como naciones hemos de conservar en procura de poseer una comprensión más cabal y acertada de nuestro presente y nuestro futuro. Su mensaje, más allá del contexto sociopolítico que retrata en el marco del gomecismo, quiere decirnos algo acerca de nuestro presente y de eventos similares vividos en nuestro pasado reciente. ¿Es que acaso hemos regresado de algún modo a esa dinámica política heredada del siglo XIX, de intentos de tomar el poder por las armas, de fallidos golpes de Estado, de pretensiones revolucionarias y vociferantes caudillos? No hay, en todo caso, nada que lo aluda explícitamente en toda la extensión textual de Falke, y 32 sin embargo sabemos que las novelas históricas tienden siempre a ejercer esa fascinación enigmática que envuelve su mensaje hacia el presente, cifrado en historias lejanas en el tiempo y, sin embargo, próximas, poderosamente actuales, intemporales. (p. 146) Coelho, de forma indirecta, se da a entender con párrafos como este, donde asoma, insinúa el paralelismo de un presente y un pasado cargados de significados sociales, de un regreso a hechos heredados que terminan en fracaso y derrota. Es evidente la carga alegórica que encuentra el autor en esta obra, haciendo esa analogía de hechos donde ciertos personajes del pasado, se transfiguran al presente, reviviendo la historia. Tomando como elemento alegórico este suceso de la toma de Cumaná en 1929, y llevándolo a la interpretación históricosocial del paralelismo del golpe de estado de 2002, podríamos encontrar elementos en la novela, no ya solo el punto de vista de la crítica, que así pudiera darle cabida a una idea como esta, tal vez ya no desde la alegorización del hecho como tal, que los diferentes autores antes citados ya han dado a entender, sino desde las posibles cosas que se hicieron mal, o se dejaron de hacer para que la intentona tuviese éxito (ambas), e inclusive, de los males que han aquejado a la nación y que hoy día se siguen presentando; es así como en la obra un diálogo de Román Delgado Chalbaud donde habla sobre la poca convicción cronológica que han tenido los opositores de Gómez, puede leerse como una clara alegoría de los errores que se cometieron 2002 cuando refiere: Cada quien anda por su lado. No hablemos de egoísmos, que de ese vicio nadie puede predicar: hablemos de sensatez. Todos piensan en el dónde y en el cómo, nunca en el cuándo. ¿Qué tanto cuesta ponernos de acuerdo al menos en las fechas? […] Debemos golpear todos a la vez, por distintos sitios, por diversas causas, con diferentes objetivos, lo importante es que sea a un mismo tiempo. ¿Qué podemos hacer si se desbordan las ambiciones? Pero al menos que se desborden a la vez.” (Falke, p. 46) Esto podría leerse de varias maneras: un análisis y reflexión de lo sucedido en diciembre de 2002, una invitación racional a hacer las cosas y que salgan bien (un golpe de estado efectivo), un llamado a la unidad, o un manual de instrucciones dirigido a los partidos opositores de ese entonces, entre otros. Resulta un tanto complejo, bajo la premisa de estos hechos históricos, tratar de no desligarlos, sobre todo por la cercanía de la fecha de publicación de la novela (2004 en su primera edición) y la coincidencia aparente de los hechos que se narran y de aquellos vividos en 2002 en Venezuela. No es casual que la crítica insista en que la gran alegoría de la obra tenga que ver con lo sucedido en esta fecha, pues dentro del cuerpo de la misma existen más elementos que así podrían comprobarlo: Nadie quería afrontar que el país seguía igual hacía más de dos décadas, solo estaban pendientes de algún demente que intentara una nueva invasión. No había manera de detener tanta sapiencia banal y preparar una célula revolucionaria que al menos estuviera en capacidad de actuar cuando se presentara la oportunidad. (p. 334) Federico Vegas, como todo hombre de su tiempo, que no escapa de la realidad y el espacio que lo circunda, puede que haya dejado plasmado una que otra visión personal de lo que él piensa sobre la nación, y esto puede tal vez interpretarse de esta manera al traer a colación comentarios, fragmentos que se encuentran en la novela, que podrían catalogarse como reflexivos, cuya finalidad no es otra que ahondar en la esencia misma de la nación, las tendencias y conflictos que prevalecen en las mentes del colectivo que la compone. Un ejemplo de ello podría ser, en un diálogo entre Doroteo Flores y a Rafael Vegas, la afirmación de un elemento como este: La historia de Venezuela comienza en Re mayor y termina en Mi sostenido. El Regenerador sustituye al Rehabilitador y éste al Restaurador, y todo mediante reacciones, reformas, revoluciones, revueltas, y reivindicaciones, que tarde o temprano rematan en un mediocre << mío-mío >>, en un << mí >> con demasiado bemoles. (p. 119) En esta cita, la interpretación podría estar contextualizada para la época, señalando al presidente Chávez como uno de esos regeneradores, rehabilitadores o restauradores, que mediante reacciones, reformas, revoluciones, revueltas y reivindicaciones han llevado a la nación a lo que es hoy día. La notas musicales, donde se metaforiza la historia del país, entre dos momentos que no contemplan un espacio amplio, sino por el contrario, un salto entre uno y otro, sin intermedio, y de la cual se hace un juego fonológico de comienzo con la nota “Re” y terminando con la nota “Mi”. Dando a entender al lector que la historia ha sido cíclica, y que se ha repetido una y otra vez, con la misma tendencia, en donde finalmente, todo queda en la exaltación y beneficio de un “yo”, luego de un conglomerado de acciones que, para el autor, suelen ser siempre las mismas. Si bien está clara la intención del escritor con un comentario como este, en donde la nación está señalada, hay que destacar que no va dirigida a un elemento específico, sino que la generalización permite hacer paralelismos con un amplio espectro de situaciones políticas y sociales que ha vivido la nación venezolana a lo largo de su historia (dictadura de Pérez Jiménez, gobierno de José Antonio Páez, sucesiones de gobiernos de los partidos políticos preponderantes del siglo XX, y la señalada directamente en la novela, la dictadura de Juan Vicente Gómez, entre otras). Se trata, como menciona Pacheco (1997) en su artículo “Reinventar el pasado: la ficción como historia alternativa de América Latina,” de una búsqueda afanosa de la identidad, que no hace otra cosa que mirar en retrospectiva, para entender el presente. Además del juego fonético presentado en la cita anterior, también se encuentran otros apartados dentro de la obra que refieren ciertos fragmentos que pueden ser leídos como alegorías de la nación, de un presente que se pretende ver reflejado en un pasado, y del cual se debe aprender para no seguir cometiendo los mismos errores. Es así como Gallegos habla, desde esa figura 33 fantasmagórica para muchos, mencionada anteriormente, cuando, en formato epistolar en la obra, le escribe a Rafael Vegas las siguientes líneas sobre la venezolanidad y su futura educación, haciéndole saber que “La tarea esencial es comprender nuestro carácter, mezcla de servidumbre y prepotencia. Los venezolanos no solo somos rebeldes a toda ley, deber o autoridad, sino también esclavos a toda fuerza e instrumento de toda tiranía” (p. 22). Esto, más que una contextualización de la sociedad de 1929, hace una referencia indirecta a la Venezuela de 2004, en donde un presidente, catalogado por muchos como tirano y autoritario, se encuentra en el poder por la naturaleza pasiva y sumisa que demuestran sus habitantes frente a la fuerza y el totalitarismo. Es Gallegos, de nuevo, en quien recae el deber de decir verdades incómodas que explican el porqué de una realidad, que busca el despertar, la reacción al mutismo y la obediencia ciega de los venezolanos frente a las figuras de poder. Es así como desde el pasado, y a través de la alegoría, se trae a colación a la nación, su devenir y posible respuesta del presente. En Falke esta noción galleguiana del remedio a los problemas que acongojan al país reflejadas en la escritura no pasa desapercibida. A pesar de que la naturaleza de la obra muestra a personajes y acciones imbuidos en una atmósfera de fracaso, negatividad, omnipresencia del poder y olvido, en ella también se encuentran elementos que apuntan a señalar que existe ese positivismo tan particular de la novela criollista, claro está, en una dosis baja, pero que hace reflexionar sobre la figura de Gallegos y su papel dentro de la trama. Un apartado interesante en la novela, y que hace recordar lo mencionado por Sandoval (Roche [2013]) al referirse a la naturaleza de la narrativa actual venezolana, cuando refiere que “Aunque sea de soslayo, en alusiones más o menos vedadas, el chavismo aparece en casi todos los autores venezolanos como motivación política o sociocultural de la época para explicar la actitud de los personajes”. (p. 1), es aquel comentario que hace Pocaterra al joven Armando Zuloaga, afirmando en la obra que “No hay quien se salve de gomecismo, Zuloaga…Unos están a favor y otros en contra mientras nuestro verbo gira desde hace demasiado tiempo alrededor del mismo sátrapa. Es un caso de vampirismo. ¡Nos han chupado hasta los sesos! (Vegas, 2010, p. 58). Pareciese que hay una referencia al hecho de la invasión de los espacios íntimos en la época del chavismo, incluyendo la literatura que se inclina por esta tendencia, y que no hace otra cosa que llevar a esa “insania” mencionada por Lecuna (2012) en los escritores y lectores. Podría percibirse esto incluso como un autoseñalamiento de Vegas a su misma obra y la justificación del conjunto de posibles alegorías existentes dentro de ella. Según Fernando Aínsa (2003), una de las voces más autorizadas de la crítica literaria latinoamericana en el tema de la novela histórica, una de las formas de abordar la reescritura del pasado es desde una postura “revisionista” (p. 75), es decir, mirando de cerca cierto periodo de la historia que se considera sensato revisitar y releer, rescatar y reescribir, con el fin de iluminar zonas oscuras u oscurecidas por la historiografía. En esta búsqueda se podría incluir a Falke. Hay en los acontecimientos que rodean el fracaso del Falke algo que habla, que interroga e interpela a la nación; eso a lo que se accede a través de la visión y narración de un Rafael Vegas que ofrece en su propio relato una visión alternativa de la historia. Y qué mejor forma de plantearla que desde la visión menos privilegiada de todas por la historiografía tradicional: la del vencido. En la novela existe una anécdota que juega de forma alegórica con el tema de la venezolanidad y todo lo que conlleva. Rafael le comenta a Gallegos, el destinatario de su relato, luego de lo acontecido en el Falke y su fuga escalonada hasta Europa, que se encuentra trabajando en un hospital psiquiátrico, en España. Se trata “de un magnífico sanatorio, que surgió de una estructura completamente anticuada, propiedad de una congregación religiosa” (Vegas, 2010, p. 449). Y continúa: “Yo quería no sólo ver, sino ser parte activa de la lucha que emprendía un psiquiatra moderno para transformar algo prehistórico en una institución racional” (p. 449), haciendo alusión al Dr. Mira y a la modernización que venía llevando a cabo en el sanatorio. Es aquí, extrapolando situaciones, momentos, lugares, que Rafael parece estar haciendo referencia al proyecto de modernización que, abortado en un principio por la decepción de la expedición, desea emprender en Venezuela. El hospital psiquiátrico San Baudilio de Llobregat será para Rafael, Venezuela, con la discrepancia de que éste, a la inversa de Venezuela, ya avanza en un proceso de modernización que en el país, sin embargo, se figura distante, pues para ese entonces Gómez aún no ha muerto. Rafael se encuentra fuera de su país. No puede hacer realmente nada por cambiar esta situación, así que lo único que este puede hacer es aventurar conjeturas, especular sobre posibles causas del estado de estancamiento político de la sociedad venezolana. En ello entonces desarrollará la tesis fundamental de Falke, donde relaciona a Venezuela con un “prodigioso manicomio” (p. 449) cuyo mayor padecimiento es la histeria, de la que afirma el personaje: La histeria viene a ser la antítesis de la historia por consistir en una condición que bloquea la posibilidad de entender el sentido y las lecciones de nuestros fracasos y limitaciones. Dice un investigador que la histeria es como una plataforma donde rebota todo lo que nos acontece, impidiendo que lo vivido pueda transformarse en experiencia. Esto hace que nos quedemos continuamente en la superficie, sin llegar jamás a profundizar, sin llegar a tener una visión interior, sin unir nuestro pasado a la historia del hombre sobre La Tierra. (p. 449) En esta enfermedad el personaje reconoce la causa, en el caso venezolano, de esa incapacidad para transformar los sucesos en experiencia, la experiencia en conocimiento, y el conocimiento en herramienta de cambio, de mejoramiento, de aprendizaje, haciendo referencia con ello al comportamiento errático de la historia política venezolana, sometida, por un lado, al engaño, la arbitrariedad y la opresión del caudillo o del grupo hegemónico de turno, y, por el otro, a los levantamientos y rebeliones de otros grupos que persiguen de igual modo hacerse con el poder sin mayores ambiciones políticas más allá del poder mismo. Por ello dice Rafael que Venezuela está sometida y condenada a una “repetición infernal” (p. 450), de lo cual se extrae que una resultante de esta situación de mayor pobreza y tragedia sea “carecer de una verdadera historia de nuestro empobrecimiento” (p. 450) y, en medio de esto, anotará: “desconocemos nuestros países, nuestra historia, nuestra organización social, nuestra psicología, nuestras posibilidades” (p. 451). 34 Si Venezuela se encuentra alegorizada por Vegas en esa figura del vapor Falke, la interpretación más acertada que podría hacérsele es que la misma va rumbo a un fracaso que de por sí ya auguran sus habitantes. Carece de los medios y las ideas necesarias para salir victoriosa. Está comandada por un conglomerado de personas que reflejan el absurdo, con ideales estereotipados que son un ridículo frente a la realidad, y su mayor líder no busca otra cosa que tener el poder a toda costa, motivado por la venganza y la ambición. Poco le importa lo que se hará después de lograr hacerse de él. Navega con pesadumbre, y en ella pululan cobardes que no lo pensarían dos veces para abandonarla, tirando su redención por la borda, y haciendo del exilio una salvación. Es curioso que se mencione el tema de la enfermedad psicopatológica relacionada con la nación, pareciese que existe una tendencia a alegorizar algunas de las diferentes enfermedades de la psique con las actitudes, hechos y sucesos que en el pasado llevaron y llevan a que Venezuela sea lo que es hoy. En todo caso, en Falke el aspecto pesimista busca culpar a los atributos de la identidad nacional, y así reproducir un atisbo oscuro, imponiendo un relato determinista que puntualiza a los venezolanos como los herederos merecedores de un destino sombrío que no augura cambiar. Referencias Aínsa, F. (2003). Reescribir el pasado. Mérida: El otro, el mismo. Castro, J. C. (2013). Herencias nocivas: políticas espectrales de la figura de Rómulo Gallegos en la Venezuela revolucionaria. Cuadernos de literatura. 17 (33), 52-75 Coelho, F. (2009). “Testimonio de una épica fallida: una dimensión histérica de la historia en Falke de Federico Vegas”. Revista Cifra Nueva. [Revista en línea], 141-148. Disponible: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/33614/1/artic html. [Consulta: 2012, Junio 01]. Lecuna, V. (2012). “Narrativa y paranoia en Venezuela.” Voz y escritura. Revista de estudios literarios, 20, 151-161. Pacheco, C. (1997). “Reinventar el pasado: la ficción como historia alternativa de América Latina”. Revista andina de letras, 6. 1-22. Roche Rodríguez, M. (2013). Carlos Sandoval: “Hoy los críticos se interesan más por lo nacional”. El Nacional. [Artículo en línea]. Disponible: http://www.el-nacional.com/escenas/Carlos-Sandoval-Hoy-interesan nacional_0_200979923. ulo14.pdf [Consulta: 2013, Noviembre 20] Vegas, F. (2010). Falke. Venezuela: Mondadori. 35