EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO
HISPANO-AMERICANO DE LITERATURA, CIENCIAS Y ARTES (1907-1910)
DE MONTANER Y SIMÓN
DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
Universidad de Murcia
1. EL DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANO -AMERICANO (1887-1898)
Componen el cuerpo del Diccionario enciclopédico hispano-americano
(1887-1898; DEHA) veintitrés gruesos tomos en veinticuatro volúmenes1. Al igual
que otras obras de la época, el DEHA se fue publicando por entregas. Generalmente, el suscriptor recibía a la semana un cuaderno de cuarenta páginas. En
la elaboración de esta obra decimonónica participó un buen número de colaboradores. En el primer tomo encontramos una «Lista de los autores encargados de
la redacción de este diccionario», donde se hallan, entre otros, Augusto Arcimis
(astronomía, meteorología y cronología), Gumersindo Azcárate (sociología y
política), José Echegaray (magnetismo y electricidad), Francisco Giner de los
Ríos (estética), Urbano González Serrano (filosofía), José Ramón Mélida (mitologías, arqueología oriental y clásica, indumentaria, panoplia, heráldica y artes
industriales extranjeras de las edades media y moderna), Marcelino Menéndez
1 La presente introducción, en la que pretendemos señalar las características principales
del DEHA con el objeto de que posteriormente se comprendan cabalmente las aportaciones
de su Apéndice segundo, supone un compendio de lo expuesto en D. Prieto García-Seco
«El Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura, ciencias y artes (1887-1910)
de la editorial Montaner y Simón», Boletín de la Real Academia Española, LXXXVII, 2007,
págs. 97-121.
[203]
AnMal, XXXIX , 2016-2017, págs. 203-246
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Pelayo (obras maestras de la Literatura española), Francisco Pi y Margall (filosofía del derecho) o José María Sbarbi (lexicografía, gramática y música).
Aunque no se indica en la portada quién dirigió el DEHA, sabemos que inicialmente se encargó de la dirección Eduardo Benot, si bien esta tan solo duró
cuatro meses, según confesó él mismo en una carta recogida en el Gran diccionario de la lengua castellana de Aniceto de Pagés2. La dirección definitiva, no
obstante, la ostentó este último, quien, además, se ocupó de la tarea de recopilar
textos, tanto de fuentes primarias como de fuentes secundarias, con los que
avalar el uso de algunas de las voces registradas3.
En cuanto a las voces de lengua registradas en el DEHA, la obra de Montaner
y Simón se hizo heredera de una de las prácticas más antiguas de la disciplina lexicográfica al partir para conformar la suya de la macroestructura, y
de las microestructuras, de la edición de 1884 del diccionario usual de la Real
Academia Española. Sobre esta base se añadieron diversos materiales léxicos
(voces, acepciones, autoridades, etc.) obtenidos a partir de varias fuentes.
El DEHA fue uno de los pocos diccionarios que retomaron la práctica de la
cita textual, cuya relevancia se pone de manifiesto en las afirmaciones que se
hacen en el artículo diccionario del propio DEHA, redactado probablemente por
Aniceto de Pagés, encargado, como se ha dicho, de recolectar las autoridades:
Las autoridades o ejemplos sobre la manera de usar las palabras por
los escritores insignes de la lengua forman una muy importantísima
parte de los diccionarios, parte que generalmente se omite, se descuida
muy a menudo y que pocas veces es atendida con el esmero que merece.
Un diccionario sin ejemplos parece que no tiene más autoridad que la
autoridad de su autor. La Academia Francesa siempre ha reclamado el derecho de hacer ella misma los ejemplos. Con este motivo decía Voltaire:
«parece que se han hecho una ley del no citar», y añadía: «un diccionario
sin citas es un esqueleto». La primera edición del Diccionario hecho
por la Academia Española en 1726 tiene autoridades. En las ediciones
siguientes se suprimieron. Las autoridades deben colocarse debajo de la
acepción que ilustren, sistema que es el más útil y usual. En los idiomas
que poseen una literatura rica pueden colocarse cronológicamente,
como propuso la Sociedad Filológica [de Inglaterra]. Cada autoridad
2 A. de Pagés, Gran diccionario de la lengua castellana, autorizado con ejemplos de
buenos escritores antiguos y modernos, Madrid, I, 1902, pág. X.
3 Véase D. Prieto García-Seco, «El Diccionario enciclopédico hispano-americano de
literatura, ciencias y artes (1887-1898) de la editorial Montaner y Simón», pág. 100 y, especialmente, nota 9. Para obtener más datos sobre la dirección del DEHA, consúltese P. Pardo
Herrero, El Diccionario enciclopédico hispano-americano de Montaner y Simón: a propósito
del léxico de la ciencia y de la técnica, Servei de Publicacions de la Universitat Autònoma
de Barcelona, 2013, págs. 36-39 (ed. electrónica: <http://www.tdx.cat/handle/10803/96707>;
consulta: 15/09/2015) y P. Pardo Herrero, «El primer director del Diccionario enciclopédico
Hispano-Americano de Montaner y Simón [Eduardo Benot]», Revista de Lexicogafía, XIX,
2013, págs. 71-86.
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debe dejar completo el sentido de la frase en que se emplea la palabra
que se trata de ilustrar, y no ser un fragmento de una sentencia. Si es
posible ha de ser instructiva e interesante, pero no por esto debe ser
demasiado larga. El mérito de un diccionario y la riqueza de su vocabulario dependen, en gran parte, del cuidado y la extensión con que se
hayan buscado las autoridades o ejemplos, y únicamente será completo
en este respecto cuando la colección de las autoridades se haya hecho
en toda la literatura del lenguaje4.
A nuestro juicio, la aportación de algunas autoridades en determinadas entradas
constituye la característica más notable de esta colosal obra5. No obstante, resulta necesario indicar que la cita de textos en el DEHA ni es sistemática ni tan
abundante como quisiéramos. De acuerdo con nuestros cálculos, por término
medio aparecen 3,6 autoridades por página6. La cita consiste en un pequeño
texto seguido del nombre del autor o, a veces, del título de la obra, sin referencia a páginas ni a ediciones empleadas. A pesar de que no se indicó la fuente
lexicográfica, muchos de los textos habían sido tomados del Diccionario de
autoridades (1726-1739): algo más del 40 % de los textos citados en el DEHA
procedía del primer diccionario académico7. Otro repertorio lexicográfico del
que se obtuvieron textos fue el Diccionario de construcción y régimen de la
lengua castellana (1886-1893) de Cuervo8. Dada la fecha de publicación de los
dos tomos del DCR, los colaboradores del DEHA únicamente pudieron servirse
del primero, pero no del segundo, puesto que los tomos de las letras C y D del
DEHA vieron la luz entre los años 1888 y 1890.
Además de valerse de dichas obras lexicográficas, el DEHA también acudió a
fuentes primarias y de ellas obtuvieron nuevas voces y acepciones, y sus textos
DEHA, VI, 1890, pág. 566b.
Cf. D. Prieto García-Seco, «El Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura, ciencias y artes (1887-1898) de la editorial Montaner y Simón: reflexiones en torno a su
nomenclatura y sus fuentes textuales», en J. Mª García Martín (dir.) y V. Gaviño Rodríguez
(eds.), Las ideas y realidades lingüísticas en los siglos XVIII y XIX, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Cádiz, 2009, págs. 535-549; y D. Prieto García-Seco, «Las autoridades del
Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura, ciencias y artes (1887-1898) de la
editorial Montaner y Simón», R ILCE, Revista de Filología Hispánica, 26, 2, 2010, págs. 383-401.
6 «El Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura, ciencias y artes (1887-1898) de la editorial Montaner y Simón», 2007, pág. 106, señalamos que para obtener tal cifra
llevamos a cabo un cómputo de los textos citados entre las páginas 201 y 300, ambas incluidas,
de los 23 tomos del cuerpo del DEHA (en el caso del t. V, vol. 2, se ha tenido en cuenta de la pág. 1201
a la 1300), lo que aproximadamente constituye el 10 % de la obra.
7 Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el
verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar,
los proverbios o refranes y otras cosas convenientes al uso de la lengua, Madrid, 1726-1739,
6 vols.
8 R. J. Cuervo, Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, I [A y B],
1886, y II [C y D], 1893, París.
4
5
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correspondientes. Con este segundo procedimiento se ejercía el oficio de lexicógrafo del mejor modo posible, registrando voces y acepciones de modo inductivo,
a partir de lo que se encontraban en una base documental. A ella habremos de
referiremos más adelante (§ 3.2).
Edificio modernista de la antigua editorial Montaner y Simón
(C/ Aragón – Barcelona)
2. EL APÉNDICE SEGUNDO (1907-1910) DEL DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANO-
-AMERICANO
La primera etapa del DEHA concluyó a finales del siglo XIX con la publicación
de un apéndice, que correspondía a los tomos XXIV (1898) y XXV (1899), donde
fundamentalmente se recogieron palabras con marcas técnicas o marcas relativas a algún ámbito del conocimiento o a diversas actividades humanas9. Ocho
años más tarde, en 1907, salió de las prensas el primero de los tres tomos del
9 Cf. acordonador (Ind.), acrosaurio (Paleont.), actinanto (Bot.), aflebia (Zool.), agnosticismo (Fil.), amenílico (Quím.), artrófilo (Bot.), baierina (Miner.), balastaje (Ferrocarr.), ballesterosita (Min.), buchú (Farm.), calvanadita (Min.), candle (Fís.), devitrificación (Geol.), dioxidimetilanilina (Quím.), esfenandra (Bot.), faujasita (Min.), fiambrera (Art. y Of.), flujo (Magn.
y Electr.), fonogenógrafo (Fís.), etc. En su estudio P. Pardo Herrero, op. cit., pág. 159, viene a
confirmar la abrumadora recepción de voces con marcas técnicas a la que nos referimos: «En
el primer apéndice, siguiendo los datos ofrecidos por la revisión del 5 % [del DEHA], apenas un
0,6 %, tres entradas, no tiene marca de especialidad (embotellado ‘operación de embotellar’,
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Apéndice segundo (A2DEHA); los dos siguientes lo harían en 1908 y 1910. Resulta
necesario estudiar de modo separado estos tres tomos, puesto que, a pesar de
tratarse de un apéndice, presentan diferencias que los apartan significativamente
del cuerpo de la obra. El propósito de este trabajo es, precisamente, mostrar las
características generales del A2DEHA y estudiar esas diferencias.
De modo contrario a lo que sucedía en todos los volúmenes del cuerpo
del DEHA, en este nuevo apéndice no existe una nómina de colaboradores; sin
embargo, se manifiesta a quién se confió la dirección de esta empresa: en la
portada se expresa que este apéndice fue «redactado por distinguidos profesores y
publicistas de España y América, bajo la dirección de Pelayo Vizuete». Según
la Enciclopedia Espasa10, Pelayo Vizuete Picón «dirigió el Diccionario enciclopédico de Montaner y Simón durante más de doce años; redactó el 2º
Apéndice y multitud de artículos que figuran en dicha obra»11. Este no sería el
único trabajo lexicográfico que realizó para Montaner y Simón; unos años más
tarde fue redactor-jefe del Diccionario tecnológico hispano-americano (1926-1930), obra incompleta, proyectada por Leonardo Gómez Quevedo, de la
que tan solo disponemos de seis cuadernos, que comprenden hasta la palabra
arquibuteo12. Como veremos a continuación la dirección de Pelayo Vizuete
supuso, sin lugar a dudas, un importante cambio de rumbo en este apéndice.
odontología ‘tratado de las enfermedades dentarias’ y *saludador ‘falso hechicero’); es decir,
que un 99,4 % de las entradas está marcado».
10 Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana [...], Espasa-Calpe, Madrid, LXIX,
1929.
11 La entrada biográfica que el A2DEHA (1910) dedica a Vizuete Picón señala lo siguiente
sobre su labor de dirección y redacción de artículos: «Desde la última fecha indicada [1904]
reside en la capital de Cataluña, en donde, ayudado por su esposa, mujer de encantadora sencillez, de envidiable cultura y superior talento, se dedica intensamente a trabajos científicos
de importancia, entre ellos la publicación del presente APÉNDICE. [...] Ha dirigido la publicación de este APÉNDICE, y para él ha redactado millares de artículos sobre diversas materias,
principalmente sobre Literaturas clásicas y modernas, Ciencias naturales, Filología, Medicina
y Derecho».
12 Cf. P. Álvarez de Miranda, Los diccionarios del español moderno, Trea, Gijón, 2011,
págs. 178-179, y C. Garriga Escribano, «Acercamiento lexicográfico al Diccionario tecnológico hispano-americano», en Mª P. García Gómez (ed.), Lexicografía especializada: nuevas
propuestas, (Anexo de Revista de Lexicografía, 25), Universidade da Coruña-Servizo de
Publicacións, 2014, págs. 29-46.
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Portada del tomo XXVI
del Diccionario enciclopédico
hispano-americano (1907)
Apéndice segundo
Huelga decir que la condición de apéndice llevaba consigo la relación y
dependencia con los tomos hasta entonces publicados; así, lo primero que se
señala en las Advertencias del A2DEHA es que el asterisco situado a la izquierda
de la palabra-lema de algunos artículos significa que
[...] estos han sido ya tratados en el cuerpo de la obra o que dicha
palabra se halla incluida en nuestro DICCIONARIO con sus principales
acepciones: se trata, pues, en este segundo APÉNDICE, de completar los
mentados artículos o de añadir a las ya dadas en los lugares respectivos nuevas acepciones de los indicados términos. Los artículos que no
llevan asterisco son enteramente nuevos13.
En esta ocasión la macroestructura del A2DEHA no podía ser la del DRAE
vigente, la edición de 1899; de haber sido así, prácticamente todas las voces
inventariadas habrían coincidido con el cuerpo del DEHA (1887-1898). Ello
no significa, evidentemente, que se renunciara a utilizar ciertos materiales
léxicos que podía proporcionar dicha edición; de hecho, se incluyeron en el
A2DEHA voces y acepciones registradas por primera en esta edición académica14. En cualquier caso, las adiciones del DRAE de 1899 sobre la edición de
13
A2DEHA, XXVI, 1907, pág. [4]. En adelante reproducimos este asterisco cuando corresponda.
Cf. esborregar, *escabechado, escavanar, escocedura, fabada, fabliella, faceruelo,
factoril, fajinada, famular, fardero, gabuzo, galayo, quillotra, quillotrador, quillotranza, etc.
Ha de precisarse, no obstante, que no siempre se limitaron a copiar al pie de la letra aquellos
artículos; en ocasiones modificaron algún aspecto, como, por ejemplo, las definiciones.
El artículo faraónico figura en el DRAE de 1899 con la acepción «perteneciente o relativo a
los faraones», y en el A2DEHA: «perteneciente o relativo a los faraones, o a la época de estos
14
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1884 no suponían un caudal léxico tan abundante como para constituir por sí
solas una nueva base para el A2DEHA. Téngase en cuenta que estamos hablando
de más de 3700 páginas. Importa conocer, en consecuencia, qué tipo de voces
componen la macroestructura de este apéndice y, en la medida de lo posible,
de qué modo se cosecharon.
En primer lugar, debemos decir que dejamos al margen las entradas puramente
enciclopédicas; nuestro estudio, por tanto, se centra en las voces de lengua, es
decir, en el diccionario de lengua que, bajo el orden del abecé, se combina con
aquellas entradas (antropónimos, topónimos, etc.).
Llama la atención el abundante registro de términos con marcación técnica
o con marcas atinentes a ciertos ámbitos del conocimiento o de las actividades humanas. Sobre la importante presencia de estas voces ha de acudirse
al trabajo de Pardo Herrero15, quien, de acuerdo con el estudio de un 10 % del
A2DEHA, afirma que en este apéndice «un 37 % son voces no marcadas con
abreviaturas de especialidad y un 63 % son voces que tienen marca de especialidad o enciclopédica»16. Las que siguen son algunas de estas últimas voces:
aal (Bot.), abaritonado (Mús.), abdera (Zool.), abimelec (Filol.), abismo (Blas.), aborregado (Geol.), abraun (Mitol.), abraquiocéfalo (Terat.),
abrina (Microbiol.), acalefos (Paleont.), albificación (Tecn.), algospasmo
(Med.), almarvatar (Carp.), almarvate (Carp.), altimétrico (Mat.), animalculovismo (Embriol.), animalización (Fisiol.), astrostática (Cosm.),
brecmático (Anat.), breina (Bot.), breviario (Imp.), coindicar (Terap.),
desembarcador (Mar.), desembocadura (Mil.), desempiolar (Cetr.), diazotipia (Fotogr.), dibencilcarbonato (Quím.), dicimbio (Zool.), dicirtoma
(Zool.), discrásico (Patol.), *discreción (Filos.), disloquia (Obst.), reotropismo (Biol.), *reponer (For.), retenida (Mar.), *retiración (Impr.),
*retroceso (Mec.), *revoltón (Arq.), ribequita (Miner.), *voltaje (Fís.),
voltejeo (Mar.), vulcanismo (Geol), vulcanista (Geol), zafrero (Miner.).
Otra de las grandes aportaciones léxicas es la de los adjetivos gentilicios.
No solo se dio entrada a gentilicios pertenecientes a grandes poblaciones, ciudades, etc., sino también a los relativos a pequeñas localidades o pueblos. En
la tabla siguiente recogemos algunos de estos gentilicios con sus definiciones
correspondientes. Téngase en cuenta que no reproducimos ni la indicación gramatical «U.t.c.s.», que normalmente sigue a tales definiciones, ni la segunda
soberanos egipcios. Monumento FARAÓNICO». Vemos, por tanto, que no solo hay una ampliación
del enunciado definidor, sino que existe la adición de un ejemplo inventado. No se incluyeron
en el A2DEHA, sin embargo, otras voces que se registraban por primera vez en el DRAE, tales
como ametralladora, concertista, conceto, conjuntivitis, decuplicar, escafoides, falangiano,
faringitis, farmacológico, realización, etc. P. Pardo Herrero, op. cit., págs. 405-419, ofrece
más datos sobre la explotación del DRAE (1899) en relación con los términos «marcados con
abreviatura de especialidad».
15 P. Pardo Herrero, loc. cit., págs. 160-162.
16 P. Pardo Herrero, loc. cit., pág. 160.
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definición que se recoge sistemáticamente en los artículos de gentilicios,
aquella que denota pertenencia o relación casi siempre mediante la pauta
<Perteneciente o relativo a dicha población española/italiana, etc.>17.
GENTILICIO
DEFINICIÓN
*aguileño
aguimense
alagonero
alayorense
baracaldés
baracoense
barajeño
barbarense
barcalés
barcarrotense
barcarroteño
barrajeño
barranqueño
barreño
barroso
boñarense
coinense
coineño
rianjeiro
riañés
ribadaviense
ribadedense
ribadense
ribadesellense
«Natural de Águilas (Murcia)»
«Natural de Aguimes (Canarias)»
«Natural de Alagón» (Zaragoza)»
«Natural de Alayor (Islas Baleares)»
«Natural de Baracaldo (Vizcaya)»
«Natural de Baracoa (Isla de Cuba)»
«Natural de Barajas de Melo (Cuenca)»
«Natural de Barbará (Tarragona)»
«Natural de Negreira (Coruña)»
«BARCARROTEÑO, ÑA»
«Natural de Barcarrota (Badajoz)»
«Natural de Barrax (Albacete)»
«Natural de San Esteban del Val (Ávila)»
«Natural de Bienvenida (Badajoz)»
«Natural de Barro (Pontevedra)»
«Natural de Boñar (León)»
«Natural de Coín (Málaga)»
«COINENSE»
«Natural de Rianjo (Coruña)»
«Natural de Riaño (León)»
«Natural de Ribadavia (Orense)»
«Natural de Ribadedeva (Oviedo)»
«Natural de Ribadeo (Lugo)»
«Natural de Ribadesella (Oviedo)»
ribarrojano
«Natural de Ribarroja (Tarragona)»
ribarrojeño
ribesalbense
riclano
ricoteño
«Natural de Ribarroja (Valencia)»
«Natural de Ribesalbes (Castellón)»
«Natural de Ricla (Zaragoza)»
«Natural de Ricote (Murcia)»
17 Decimos «casi siempre» porque también encontramos otras redacciones en virtud del
tipo de población, como «Perteneciente o relativo a este cantón suizo» (s. v. vodense).
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turcitano
turégano
turiasonense
tursiano
vodense
yunquerano
zafarrayero
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«Natural de Martos (Jaén)»
«Natural de Turégano (Segovia)»
«Natural de Tarazona (Zaragoza)»
«Natural de Turín»
«Natural de Vaud»
«Natural de Yunquera (Málaga)»
«Natural de Zafarraya (Granada)»
Algunos gentilicios recogidos en el A2DEHA (1907-1910)
Las voces con marca diatópica también tienen un protagonismo importante
en el A2DEHA. Aunque encontramos marcas referidas a distintas provincias de la
Península —a una de ellas nos referiremos a continuación—, predominan los
términos con la marca Amer. o Amér. (abocastro, achura, aindiado, ajeniar,
alambrado, asorocharse, ayrampo, bagrero, bagual, boleadoras, borlarse,
botadero, cachirla, cocacho, etc.). Además, debe saberse que, cuando, gracias
a los materiales manejados, estuvo en la mano de los redactores del A2DEHA
acotar el ámbito geográfico de una voz americana, emplearon, tras la marca en
cuestión, sintagmas especificadores como los que siguen: «Amer. (de Colomb.)»
(s. v. atramojar), «Amer. (Usado en el Cauca de Colombia)» (s. v. bimbo),
«Amer. (del Cauca)» (s. v. bolero), «Amer. (propio del Cauca, de Colombia)»
(s. v. cagüinga), «Amer. (del Perú)» (s. v. disfuerzo), «Amer. (de las Antillas)»
(s. v. grigrí), «Amer. (de Cuba)» (s. v. guizazo), «Amér. (de Honduras)» (s. v. hueste
y huestear), «Amer. (de Venezuela)» (s. v. *imbornal), «Amer. (de Chile)»
(s. v. leso), «Amér. (de la Argentina)» (s. v. *planchar), «Amér. (de la Argent.)»
(s. v. suri), «Amer. (de Venezuela)» (s. v. topocho), «Amer. (de Venezuela)»
(s. v. tucuso), «Amer. (de la Argentina y de Chile)» (s. v. vidalita), «Amer. (de la
Argent.)» (s. v. vincha), etc.18.
Art. alambrado del A2DEHA (1907)
18 Al respecto debe consultarse P. Pardo Herrero y C. Garriga Escribano, «El Diccionario
enciclopédico hispano-americano: notas sobre la autoría y el tratamiento del español de
América», en A. Nomdedeu Rull et alii (coords.), Avances en lexicografía hispánica, I, Universitat
Rovira i Virgili, Tarragona, 2012, págs. 455-468; y, fundamentalmente, P. Pardo Herrero,
op. cit., § 2.4.
212
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En relación con el ámbito peninsular, una de las marcas diatópicas de mayor
aparición es «prov. Sant.» (= [término] provincial de Santander). Se trata de
voces que se autorizan fundamentalmente con textos de José María de Pereda
(cf. porrada, porredana, quima o recancaneado), de manera que cabe suponer
que el lugar de nacimiento del autor determinó la aparición de aquella marca,
como sucede con la voz esborregar, con idéntica marca y con un texto de
Menéndez Pelayo. El predominio de la marca «prov. Sant.» es algo que no ha
de extrañar, habida cuenta de que Pereda es uno de los autores más citados en
el A2DEHA (§§ 3.1.2 y 3.2).
Merecen también una mención especial las creaciones léxicas ocasionales19.
Su recogida fue realmente generosa en el apéndice que estudiamos, lo que
sin duda recuerda la actitud que manifestaron los primeros académicos en el
Diccionario de autoridades, donde la cosecha de este tipo de voces fue también
muy abundante20. En alguna rara ocasión estas voces reciben en el A2DEHA la
marca «fest.» (escriborreteador, sastricida, sascripedante, tutujuleque, etc.),
con la que se da cuenta de que estamos ante términos no pertenecientes a
la lengua general21. Sin embargo, lamentablemente, lo habitual es que estas
voces carezcan de marca alguna que indique su naturaleza. A continuación,
citamos algunos de estos ocasionalismos, seguidos entre paréntesis, del autor
o de la obra de que se obtuvieron:
ablucionarse (Castro y Serrano), abortona (La pícara Justina), acemilado (P. Isla), alfileresco (Cervantes), amacigado (Lope de Vega), angarillado (Tirso de Molina), badulaquero (Eugenio de Salazar), balconero (Tirso de molina), barbibermejo (Tirso de Molina), barbimoreno
(Tirso de Molina), barbitonto (Lope de Vega), bárrelotodo [sic] (Juan del
Espino), bayetuno (Cervantes), boquinecio (Lope de Vega), bracicaído
(Ruiz del Alarcón), burrihombre (La pícara Justina), buscacomadres
(Tirso de Molina), buscayernos (Lope de Vega), cabizcubierto (Eugenio
19 Sobre los rasgos de los ocasionalismos, puede consultarse D. Prieto García-Seco,
«La creación léxica ocasional en la obra de Tirso de Molina», Boletín de la Real Academia
Española, LXXXIV, 2009, págs. 49-54.
20 Sobre la inclusión de voces calificadas de «jocosas», «inventadas» o «voluntarias», acúdase a los trabajos de S. Rushtaller, «Voces “inventadas” y “voluntarias” en el Diccionario de
autoridades. Su caracterización en la microestructura», en J. Prado Aragonés y Mª V. Galloso
Camacho (eds.), Diccionario, léxico y cultura, Servicio de Publicaciones de la Universidad
de Huelva, 2004, págs. 175-187; y «Voces “inventadas” y “voluntarias” en la macroestructura
del Diccionario de autoridades», en J. J. de Bustos Tovar y J. L. Girón Alconchel (eds.),
Actas del VI Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española. Madrid, 29 de septiembre-3 de octubre 2003, II, Arco/Libros, Madrid, 2006, págs. 1673-1682. A propósito de los
ocasionalismos procedentes de La pícara Justina recogidos en Autoridades, puede consultarse D. Prieto García-Seco, «La pícara Justina en el Diccionario de autoridades», en J. Mª
García Martín (dir.) y F. J. de Cos Ruiz y M. Franco Figueroa (coords.), Actas del IX Congreso
Internacional de Historia de la Lengua Española (Cádiz, 2012), II, Iberoamericana/Vervuert,
Madrid, 2015, págs. 1604-1610.
21 Además de dicha marca, estas voces reciben la marca «fam.», a nuestro juicio inadecuadamente, puesto que en puridad no cabe adscribir tales voces al registro familiar.
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de Salazar), cachofotas (L. F. de Moratín), calderesco (Vicente Espinel),
castañil (Bretón de los Herreros), cochizarse (Tirso de Molina), coliholgado
(La pícara Justina), dentipostizo (Pedro de Quirós), desdeñante (Tirso de
Molina), desdoncellar (Tirso de Molina), desencambar (Pereda), desesperadizo (Ribera), desfantasmador (La pícara Justina), deshojaldrado
(Tirso de Molina), deshombrecerse (La pícara Justina), deshonramalos (Alonso de Ledesma), desombrerarse (Calderón), diablismo (Juan
del Espino), diaboluno (Juan Montalvo), diluviada (E. Pardo Bazán),
dueñesco (Cervantes), dueñez (Calderón), enduendar (Tirso de Molina),
engullefisgas (La pícara Justina), escriborreteador (L. F. de Moratín),
escurrajas (L. Maldonado), excusapecados (Fr. Juan de Pineda), hembrilatina (Quevedo), mimógrafo (Lope de Vega), parvulista (E. Pardo Bazán;
§ 4.2), pasatarde (Lope de Vega), pasionalidad (E. Pardo Bazán), pastelista (E. Pardo Bazán), pastelizar (Tirso de Molina), pitonicida (Lope de
Vega), poeticida (Lope de Vega), pontazguear (Juan Montalvo), sastril
(Tirso de Molina), sastripedante (Lope de Vega), sastrizar (Tirso de
Molina), satiricabro (Lope de Vega), sotasacristán (Cervantes), sotasacristanil (Cervantes), tutujuleque (P. Isla).
Tratados los grupos léxicos anteriores, en el siguiente apartado nos ocuparemos de las fuentes lexicográficas y textuales a las que recurrió el A2DEHA.
Trataremos de mostrar que en gran medida merced a estas fuentes los redactores del Apéndice segundo lograron conformar el grueso de la macroestructura
del diccionario de lengua, además de dotar de nuevas acepciones a entradas
que previamente habían sido registradas en el cuerpo del DEHA.
3. FUENTES LEXICOGRÁFICAS Y TEXTUALES DEL A2DEHA
Se ha dicho que la dirección de Pelayo Vizuete trajo consigo no pocas novedades en la redacción del A2DEHA. Uno de los cambios más importantes se encuentra en las fuentes lexicográficas y textuales que se manejaron. Atenderemos,
en primer lugar, a los diccionarios con citas textuales de que disponían los
redactores del Apéndice segundo y observaremos a qué obras recurrieron y de
qué modo lo hicieron. Posteriormente, no referiremos a las fuentes primarias;
veremos entonces los textos que se emplearon para la composición del A2DEHA.
Para llevar a cabo este estudio hemos tenido en cuenta 780 páginas de este apéndice (21 % del total), concretamente, las primeras veinte páginas de cada centena
de sus tres volúmenes (1-20, 101-120, 201-220, 301-320, etc.). Además, ha de
saberse que en tales páginas hay un total de 994 artículos en los que se aduce al
menos un texto, que suman un total de 1158 citas textuales.
214
AnMal, XXXIX, 2016-2017
DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
3.1. Fuentes lexicográficas
Lo primero que debemos indicar es que el número de textos que se citan
por página en el A2DEHA se redujo en relación con el DEHA: mientras que en el
cuerpo de la obra se citaban, como queda dicho, algo más de tres textos por
página, ahora, en este nuevo apéndice, la media nos indica que tan solo se
ofrece uno y medio por página22.
En cuanto a la procedencia de los textos, se ha dicho (§ 1) que, si bien el
cuerpo del DEHA hizo acopio de numerosas citas de primera mano, presentaba
una gran cantidad de textos procedentes de diversos repertorios, entre los que
destacaba el Diccionario de autoridades. Ha de subrayarse que tanto en el
cuerpo del DEHA como en el apéndice que nos ocupa el manejo de fuentes secundarias o lexicográficas no tenía como único propósito la provisión de textos para
los artículos preestablecidos, es decir, los que se tomaron, fundamentalmente,
del DRAE de 1884 —en el caso del DEHA— y del DRAE de 1899 —en el caso del
A2DEHA—, sino que la utilización de fuentes lexicográficas también supuso,
obviamente, un incremento del lemario, puesto que los diccionarios utilizados
recogían voces y acepciones que o bien no se incluían en dichas ediciones
académicas, o bien se habían suprimido en ediciones precedentes.
Como sabemos, algo más del 40 % de los textos citados en el cuerpo del DEHA
procedían del Diccionario de autoridades. En el Apéndice segundo, por el contrario, se puede afirmar que no recurrieron ni a la primera edición de Autoridades
ni a su segunda edición (1770) para cosechar voces y/o citas textuales23. Hemos
cotejado las 1158 citas textuales de los 994 artículos mencionados con las citas
aducidas en los artículos correspondientes de las dos ediciones del Diccionario
de autoridades y tan solo hemos encontrado algunas coincidencias en ciertas
citas. La siguiente tabla recoge los artículos —o los fragmentos de los artículos— donde detectamos estas coincidencias. Debe indicarse que el único
artículo que, en la columna de la izquierda, pertenece a la edición de Autoridades
de 1770 es broncería.
22 Para obtener esta media se han realizado los dos siguientes cálculos. Por un lado, de igual
modo que se hizo con las autoridades presentes en los 23 tomos del DEHA (véase la nota 6), para
el A2DEHA se han contado las citas textuales comprendidas entre las páginas 201 y 300 de cada
uno de sus tres volúmenes. El resultado de este primer cálculo ha sido el siguiente: t. XXVI, 141
textos; t. XXVII, 141 textos; t. XXVIII, 203 textos. La media, por tanto, es de 1,6 textos por página. Por otro lado, en el segundo cálculo se han tenido en cuenta las 780 páginas consideradas
en este estudio. Habida cuenta de que en estas páginas se recogen 1158 citas, la media es de 1,5
textos por página. Como se puede comprobar, los resultados obtenidos en ambos cálculos son
semejantes, de manera que, extrapolando tales resultados al conjunto del Apéndice segundo,
cabe conjeturar que esta media no sufrirá variaciones significativas.
23 Diccionario de la lengua castellana, Madrid, 21770, t. I [y único: letras A y B].
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
Autoridades (1726-1739 y 1770)
ACABRONADO, DA.
215
AnMal, XXXIX, 2016-2017
A2DEHA
(1907-1910)
adj. Equivale a libre, descollado y estrellero, a imitación del cabrón,
o macho de cabrío, que siempre trahe el
rostro engreído, y mirando a lo alto. Es voz
voluntaria, y que usó Espinel en la vida
del Escudero Obregrón. Lat. Hircinum in
morem gerens vultum. ESPIN. Escud. sol.
87. Los ojos aunque no pequeños cerrados
siempre que hablaba como si con los ojos
se oyera, y todo el rostro acabronado:
quiero decir libre, alto y desvergonzado.
*ACABRONADO, DA: adj. Desvergonzado,
BRONCERÍA. s. f. El conjunto de piezas hechas
*BRONCERÍA: f. Arte y oficio del bron-
de este metal. Æramentum, araria opera.
PALOM. Mus. pict. lib. 2. cap. 6 § 4. Ya
executamos el edificio, ya las piezas de
platería y broncería.
cista, como se llama platería el arte
y oficio del platero.
insolente.
Los ojos, aunque no pequeños,
cerrados siempre que hablaba,
como si con los ojos se oyera, y
todo el rostro ACABRONADO, quiero
decir, libre, alto y desvengozado.
VICENTE ESPINEL
[...] ya ejecutamos el edificio, ya
las piezas de platería y BRONCERÍA.
ANTONIO PALOMINO
BURGALÉS.
s. m. Especie de moneda de baxa
ley, la qual era de oro mezclada de otros
metales, que en tiempo del Rey Don
Alonso el Sabio se mandó usar de ella en
lugar de los Pepiones, moneda de buena
ley. [...] MARIAN. Hist. Esp. lib. 13. cap. 9.
Que se usasse de burgaleses, moneda mui
baxa mezclada de otros metales.
BURGALÉS:
m. Moneda de oro de muy
baja ley, que valía dos pepiones.
Pareció lo más a propósito que en
lugar de los pepiones, que era cierta
moneda así llamada, de buena ley,
se usase de BURGALESES, moneda
muy baja y de oro mezclado con
otros metales.
MARIANA
CARIREDONDO, DA.
adj. La persona que tiene
la cara redonda: y por alusión se extiende a
otras cosas que son redondas. Lat. Rotunda
& orbiculata facie. [...] GÓNG. Son. var. 18.
Los más cariredondos girasoles
Imitará siguiéndoos mi albedrío.
*CARIRREDONDO,
DA: adj. Por ext. se
dice de lo que tiene forma circular.
Los más CARIRREDONDOS girasoles
imitará, siguiéndoos, mi albedrío.
GÓNGORA
216
AnMal, XXXIX, 2016-2017
CARRETERIL. adj. de una term. Cosa pertene-
ciente a carretas o carros. Lat. Ad plaustrum pertinens, tis. BARBAD. Coron. fol.
103. Era llamada la Reina, por ser la más
rica y la más gorda de todas las Madamas
de aquel mesonage anchuroso y carreteril.
DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
CARRETERIL:
adj. Propio de los carreteros, o relativo a ellos.
En todos aquellos mesones de
la puerta asoleada era llamada la
reina, por ser la más rica y más
gorda de todas las madamas de
aquel mesonaje anchuroso y
CARRETERIL.
A. DE SALAS BARBADILLO
CASERAZO, ZA. adj. aum. de Casero. Lo que es
mui estrecho y familiar. Es voz inventada
y jocosa. SOLÍS, Com. Eurídice y Orpheo.
Jorn. 2.
Hermano: qué caserazo
requiebro! pero también
se lo llaman los cuñados.
EVANGELIZAR.
v. a. Anunciar, promulgar,
predicar el Evangelio. Lat. Evangelizare.
Evangelium promulgare, prædicare. [...].
Nuñ. Empr. 35. Especialmente toca al Obispo ser Ángel, que con passos de amor discurra, evangelizando paz por su Diócesis.
CASERAZO, ZA: adj. aum. de CASERO, RA.
Hermano: ¡qué CASERAZO
requiebro! Pero también
se lo llaman los cuñados.
SOLÍS
*EVANGELIZAR: a. Anunciar, promulgar felices nuevas.
[...]
Toca al obispo ser ángel que con
pasos de amor discurra, EVANGELIZANDO paz por su diócesis.
P. FRANCISCO NÚÑEZ DE CEPEDA
FERRADO, DA.
part. pass. del verbo Ferrar.
Lo assí guarnecido u señalado con hierro.
Lat. Ferratus. vel Ferro signatus. CERV.
Persil. lib. 3 cap. 11. Que para defendernos mui buena torre tenemos, y buenas y
ferradas las puertas de la Iglesia. [...].
*FERRADO, DA: adj. FÉRREO, RREA.
Entrad, hijos, que para defenderos muy buena torre tenemos,
y buenas y FERRADAS las puertas
de la iglesia, que si no es muy de
propósito, no pueden ser derribadas ni abrasadas... Auristela y
Constanza pedían a Dios que no
ofendiese el fuego a su templo,
el cual no ardió, no por milagro,
sino porque las puertas era de
hierro.
CERVANTES
[...]
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
GARABATOSO, SA.
adj. Lo que tiene garbo,
garabato o atractivo. Es voz voluntaria.
Lat. Elegans. Alliciens. LOP. Dorot. f. 38.
Miras por lo condolido, con tan garabatosa suavidad que provocas a amor y a
lástima.
AnMal, XXXIX, 2016-2017
GARABATOSO, SA:
217
adj. Mal formado,
mal hecho.
[...]
― GARABATOSO, SA: adj. Garboso,
gentil, airoso.
[...]
Porque, fuera del escapulario
azul, sobre el hábito blanco, miras, por lo condolido, con tan
GARABATOSA suavidad que provocas a amor y a lástima.
LOPE DE VEGA
GRANIZAR. v. a. Arrojar y despedir las nubes
granizo.
[...]
― GRANIZAR. Metaphóricamente vale arrojar
u despedir alguna cosa con ímpetu, menudeando y haciendo que caiga espesso lo
que se arroja. Lat. Grandinare. Crepitare.
[...]. CERV. NOV. I. pl. 4. Granizaron sobre
ella quartos, que la vieja no podía cogerlos.
HOMILISTA.
s. m. El escritor de homilías. Es
voz de poco uso. Lat. Homilias facies, vel
scribens. HORTENS. Paneg. pl. 161. Dexo
de extender sus significaciones, y referir
los elogios, los atributos con que le aclaman Santos y Homilistas.
*GRANIZAR: a. fig. Venir o caer en
abundancia sobre uno alguna cosa.
Y así GRANIZARON sobre ella
cuartos, que la vieja no se daba
manos a cogerlos.
CERVANTES
[...]
HOMILISTA:
m. HOMILIASTA.
Referir los elogios, los atributos, que la aclaman santos y
HOMILISTAS.
FR. HORTENSIO PARAVICINO
PLATIFICAR.
v. a. Volver o convertir en plata
qualquier cosa. Es voz voluntaria. Lat.
Argentum efficere. QUEV. Fort. Que con
solos seiscientos reales había para orecer
y platificar todo el Universo mundo.
PLATIFICAR:
a. Convertir una cosa en
plata.
Con solo seiscientos reales había para orear y PLATIFICAR todo
el universo mundo, y que lo más
se había de gastar en alambiques
y crisoles.
QUEVEDO
218
DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
AnMal, XXXIX, 2016-2017
QUINTAR.
v. a. Sacar uno de cada cinco, como
le toca la suerte. Úsase especialmente en las
reclutas de Soldados, o quando hai que hacer
algún gran castigo en la tropa. Lat. Quintum
quemque sejungere, delegere, capere. [...]
COLMEN. Hist. Segob. cap. 45. §. 14. Se inficionó toda España de un catarro contagioso,
que quintó la gente en veinte días.
SAYAZO. s. m. aum. El sayo grande. Lat. Amplus
saccus. QUEV. Tac. cap. Arremangose el
desalmado animero el sayazo, y quedó
con unas piernas zambas en gregüescos
de lienzo.
*QUINTAR: a fig. Causar gran mortandad una epidemia, la guerra, el hambre, etc.
[...] se inficionó toda España de un
catarro contagioso, que QUINTÓ la
gente en veinte días.
X***
SAYAZO:
m. aum. de SAYO.
Hiciéronse la mamona el uno
al otro, arremangose el desalmado animero el SAYAZO, y quedó
con unas piernas zambas en gregüescos de lienzo.
QUEVEDO
Se ha afirmado que los redactores del A2DEHA no contaron con Autoridades
como fuente lexicográfica, y no solo porque a partir del cotejo referido se
observa paladinamente que, a diferencia de lo que sucedió en el cuerpo del
DEHA, en esta ocasión no hay una explotación masiva del primer diccionario
de la Academia, sino también porque los fragmentos textuales coincidentes
no son exactamente los mismos; pareciera que tales coincidencias son simplemente fortuitas, acaso debidas a la lectura y espigueo de las mismas fuentes
primarias (§ 3.2). Puede comprobarse que, a excepción de los textos citados en
los artículos acabronado y quintar24, el fragmento textual citado en el A2DEHA
es mayor que el aducido en Autoridades, en ocasiones ciertamente mayor
(burgalés25, carreteril, ferrado, garabatoso, granizar, platificar y sayazo).
Solamente en las entradas evangalizar y homilista es el Diccionario de autoridades el que ofrece un texto ligeramente mayor.
Por otro lado, ha de tenerse en cuenta —y también esto viene confirmar que
no se explotó Autoridades como filón textual— que, pese a que algunos textos
sean los mismos (con mayor o menor extensión en el A2DEHA), las definiciones son distintas: o bien conceptualmente son diferentes, o bien conceptualmente son semejantes, pero están redactadas de diverso modo. Asimismo,
la ausencia de ciertas explicaciones en metalengua de signo o marcas lexicográficas en el A2DEHA sugiere que no se recurrió a Autoridades (cf. artículos acabronado «Es voz voluntaria», caserazo «Es voz inventada y jocosa»,
Sobre la indicación «X***», véase § 3.3.
En este caso en particular no solo no coincide la extensión de los fragmentos citados,
sino que la obra de Montaner y Simón ofrece un texto que contiene algunas palabras que no
se encontraban en el de Autoridades: «moneda mui baxa mezclada de otros metales» (Auts.) y
«moneda muy baja y de oro mezclado con otros metales» (A2DEHA).
24
25
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
AnMal, XXXIX, 2016-2017
219
garabatoso «Es voz voluntaria», homilista «Es voz de poco uso» o platificar
«Es voz voluntaria»)26.
Otra de las obras a las que podrían haber recurrido los redactores del A2DEHA
es el Diccionario de la lengua española (1852) de Adolfo Castro y Rossi, una
obra lexicográfica inconclusa, publicada por entregas, que llegó hasta la palabra costra27. En este caso es aún más claro que no se tomaron textos de la obra
de Castro, pese a que encontremos las dos siguientes coincidencias:
Diccionario de la lengua
española (1852)
AMISTADERO, RA.
adj. y también s. m. y f.
La persona fácil en contraer amistades.
Véase la Pícara Justina.
A2DEHA
AMISTADERA:
(1907-1910)
adj. Amancebadora.
[...] la AMISTADERA, la santiguadora y depositaria.
La Pícara Justina
CARROZAL.
adj. (Ant.) Se aplicaba a lo que
a la carroza pertenece.
«Alborotada la nota carrozal, llegose cerca
de nosotros el autor de la pesadumbre,
muy ufano de lo que había hecho. Díjole
uno de aquellos dos caballeros, Bernado
de Oviedo: si fuera lícito a los hombres
hacer todo lo que pueden, no se fuera
vuestra merced riendo la sinrazón que ha
hecho. Respondió el otro: vuestra merced no debe saber qué cosa es ser enamorado. A lo menos, dijo Bernardo, etc.»
ESPINEL, Escudero Marcos.
CARROZAL:
adj. Perteneciente o relativo
a la carrocería.
[...] y se me representó, con la mucha cantidad que había de coches y
carros, una hermosa flota de navíos
de alto bordo... Alborotada la flota
CARROZAL, llegose cerca de nosotros el autor de la pesadumbre,
muy ufano de lo que había hecho.
VICENTE ESPINEL
26 Al margen de lo dicho, sabemos que el A2DEHA cita como textos la metalengua de signo
empleada por la Academia en las definiciones de sus diccionarios. En la acepción «Piara de
ganado mular» del artículo mulada se halla el siguiente texto: «Yegua caponera: La que guía
como cabestro la MULADA o caballada cerril, y también las recuas», y tras él, se consigna la
referencia «Dic. de la R. A., todas las ediciones». Lo mismo ocurre en el artículo veloncito, donde
se cita: «Lámpara de esmaltador: VELONCITO a cuya llama, activada por la acción del soplete,
etcétera», en este caso, con la referencia «Dic. de la R. A., 13ª edición». La palabra o palabras en
cursiva indican el término o la unidad pluriverbal a que corresponde el enunciado definidor académico tomado como autoridad. No existe uniformidad con estas referencias, como se observa
en las siguientes: «Dic. de la Academia, 1899» (s. v. collar), «Diccionario de la Real Academia»
(s. v. *desemejarse), «Dic. de la Real Academia» (s. v. dínamo), «Dic. de la R. A., 13ª edición» (s. v.
nervadura), «Dic. de la R. A. y otros, todas las ediciones» (*pasear), etc.
27 A. de Castro y Rossi, Gran diccionario de la lengua española, I [y único: A-costra],
Madrid, 1852. Para obtener una visión de conjunto sobre el diccionario de Castro, acúdase a D.
Prieto García-Seco, Cuatro siglos de lexicografía española. La recepción de Tirso de Molina en
los diccionarios del español, Universidade da Coruña-Servizo de Publicacións, 2014, págs. 62-76.
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
AnMal, XXXIX, 2016-2017
Es cierto que estos dos artículos (amistadero/amistadera y carrozal) se construyeron sobre los mismos textos, de La pícara Justina (1605) y el Marcos de
Obregón (1618) de Vicente Espinel; sin embargo, se observan notables diferencias que no merece la pena comentar (definiciones diferentes, fragmentos textuales de distinta extensión, etc.). Son voces, en fin, cosechadas, junto con sus respectivos textos, a partir de la lectura y espigueo de dichas obras barrocas (§ 3.2).
La siguiente obra lexicográfica sobre la que habría que decir algo es el
Diccionario de construcción y régimen (1886-1893) de Rufino José Cuervo.
Debemos recordar, en primer lugar, que este diccionario, concretamente el
primer volumen, fue una de las obras que proporcionaron textos a los artículos
del cuerpo del DEHA28. Pues bien, para la elaboración del A2DEHA se volvió a
utilizar la obra del bogotano, aunque en escasísimos artículos (cf. abrevar,
connaturalizar o desposar).
DCR (1893)
CONNATURALIZAR.
v. a) Hacer connatural o conforme a la naturaleza
del individuo, hacer propio de ella
(trans.). α) Con en, que representa la
persona como campo donde queda la
cualidad o accidente. «De quien [de
la corte] mil veces nos dijo | Tanto
mal --- | Que connaturalizó | En nosotros desde niños | Su sabio aborrecimiento.» Tirso, Privar contra su
gusto, 1. 12 (R. 5. 3502). [...]
A2DEHA
CONNATURALIZAR:
(1907)
a. Hacer connatural. ||
fig. INFUNDIR.
De quien mil veces nos dijo
tanto mal, tantos engaños...,
que CONNATURALIZÓ
en nosotros desde niños
su sabio aborrecimiento.
TIRSO DE MOLINA
Sobre las tres obras anteriores hemos pasado de puntillas por los motivos
expuestos, que principalmente se reducen a uno, y es que los redactores del
A2DEHA no recurrieron a los tres diccionarios mencionados, con la salvedad
expresada a propósito del Diccionario de construcción y régimen. En cambio,
importa detenerse en tres trabajos lexicográficos a los que sí se prestó atención, puesto que se utilizaron como fuentes secundarias que proporcionaron
tanto voces/artículos nuevos como citas textuales.
3.1.1. Palabras y acepciones castellanas omitidas en el diccionario académico
(1906) de José Manuel Aicardo
El primero de estos tres trabajos son las Palabras y acepciones castellanas omitidas en el diccionario académico (1906) del jesuita José Manuel
28
Cf. D. Prieto García-Seco, «El Diccionario enciclopédico hispano-americano... (1887-
-1898)», págs. 108-109.
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
AnMal, XXXIX, 2016-2017
221
Aicardo29. Es esta una obra que se inscribe en la lexicografía de los que hemos
llamado en otro lugar «rebuscadores de palabras»30. Con esta denominación
nos referimos a diversas personas aficionadas a la lexicografía que, durante el
primer tercio del siglo XX, se entretuvieron en recopilar a partir de las propias
lecturas, normalmente de obras clásicas, voces o acepciones no recogidas en
el diccionario usual vigente de la Academia.
El repertorio de Aicardo tiene su origen, según confiesa el autor en la Introducción, en el deseo de dar a conocer las palabras «castizas» de que dispone el
castellano con el objeto de evitar lo que considera una invasión de voces del
inglés, del alemán y, principalmente, del francés:
Castizo y erudito lector: La pobre lengua castellana está hoy día como
ciudad sitiada, como prisionera de guerra cercada de lanzas enemigas
[...]. Hostíganla y empújanla a derroteros nuevos, a recibir en su seno
cuantos desperdicios echen de sí las demás lenguas, la ignorancia y la
audacia de los modernistas, que, sin pararse en barras, forjan palabras,
acarrean frases, copian giros franceses, ingleses y alemanes31.
También se refiere Aicardo en la Introducción a los «buenos hablistas» cuyas
obras ha espigado para cosechar el millar de voces inventariadas.
Su núcleo y parte principal [del repertorio], me parece que su mitad,
lo componen vocablos de Lope de Vega, cuya lengua está hoy día tanto
o más fresca que la de Quevedo, y mucho más desconocida que la de
este, sin duda por la persecución sufrida por Lope, por la raridad de sus
ediciones y por lo infinito de su producción, cosas todas que han hecho
muy difícil su estudio. ¡Cuánto ganaría el castellano con un Diccionario
de Lope de Vega!32
Tras Lope de Vega, el segundo autor más citado es Cervantes33, al que siguen,
a gran distancia en lo que se refiere al número de citas aducidas, Pedro Rodríguez
Mohedano y Rafael Rodríguez Mohedano (los PP. Mohedanos, Historia literaria
de España, 10 ts., 1766-1791), Leandro Fernández de Moratín y José María Gabriel
y Galán. En mucho menor medida se toman voces y sus respectivos textos de
autores como Quiñones de Benavente [s. v. una (en la) y vedrío], Bretón de los
Herreros (s. v. última ratio y vía-crucis) o Pereda (s. v. unción, zonchero y zoncho).
29 J. M. Aicardo, Palabras y acepciones castellanas omitidas en el diccionario académico.
Primer millar ordenado por —, Establecimiento tipográfico de Fortanet, Madrid, 1906.
30 Cf. D. Prieto García-Seco, Cuatro siglos de lexicografía española, págs. 118-127.
31 J. M. Aicardo, op. cit., pág. 5.
32 J. M. Aicardo, loc. cit., pág. 10.
33 «No faltan [en el repertorio], tampoco, un buen centenar de [vocablos empleados por]
Cervantes, y solo advierto al lector suspicaz que me he prohibido espigar en el Quijote, por
cuanto el presbítero D. Julio Cejador y el profesor de Barcelona D. Clemente Cortejón han
tomado sobre sus hombros el vocabulario quijotil» (J. M. Aicardo, loc. cit., págs. 10-11).
222
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
Veamos de qué modo se sirvieron de esta obra en el A2DEHA. Lo primero
que ha de decirse es que las Palabras y acepciones castellanas de Aicardo
proporcionaron un número importante de voces y sus textos correspondientes;
concretamente, en el tramo que estamos estudiando, encontramos setenta y
cinco voces, con sendas citas, procedentes de la obra del jesuita34, lo que supone,
por un lado, un 7,6 % del total de los artículos estudiados y, por otro, el 6,5 % de
las citas que contienen tales artículos.
Puesto que, como se ha dicho, la obra de Aicardo concedía una importancia
fundamental a Lope de Vega, la mayoría de los textos que el A2DEHA toma del
repertorio de Aicardo pertenecen a este autor del Siglo de Oro (cf. baca, badana, bafa, bailadero, bufa, bufonizar, buscayernos, carilamido, etc.), aunque
también se tomaron textos de las obras de Martín Laso de Oropesa35, Miguel
de Cervantes, los PP. Mohedanos, Juan Pablo Forner, Leandro Fernández de
Moratín, Luis Montoto o José María Gabriel y Galán.
En general, se toman al pie de la letra los textos que ofrecía Aicardo, aunque
cabe encontrar algunas modificaciones. En el artículo miga Aicardo daba el
siguiente texto: «La “miga” y la escuela son los primeros establecimientos de
enseñanza para los niños del trabajador en Andalucía... Procuraré dar una idea,
de la “miga”, cuyo nombre no sé yo si será corrupción de amiga o de migaja,
que todo pudiera ser»; y el A2DEHA lo acortaba del siguiente modo: «La MIGA
y la escuela son los primeros establecimientos de enseñanza para los niños del
trabajador en Andalucía».
Estas modificaciones no solo atañen a la extensión del texto, sino a la fonética
de algunas voces. En el artículo garlón Aicardo aducía un texto de Gabriel y
Galán que decía: «Dici la gente “garlona”...»; el A2DEHA, por su parte, modificó
el texto así: «Dice la gente GARLONA...». Se trata de una modificación inadecuada, puesto que el texto de Gabriel y Galán, de su obra Extremeñas, pretendía
remedar la fonética particular del castúo, variedad del español de Extremadura.
Hay que decir, no obstante, que la alteración fonética del verso de Gabriel y Galán
34 Compárense en ambas obras los artículos siguientes: baca, bacalario, badana, bafa,
bailadero, balaja, bufa, bufonizar, burba, burche, buscayernos, *carear, carilamido, carilindo, carniseco, carpinteril, carux, casilla, casillazo, castrapuercos, chopal, despolvoreo,
*desterronar, *desvelar, detonante, enbazamiento, embocada, escriborreteador, *esculteto,
*espaldera, evaporado, *garantir, garlón, garrabuño, goticismo, gramatista, granjo, hombriciervo, jumá, *linear, macarelo, *Martín, matamaridos, matatoros, matazorzales, *mico, microcosmía, miente, miga, milenta, *mujer, murrio, muzgo, napel, paramal, *parcial, *parola,
partenza, pascualear, pascualiego, plegadura, *poco, poetambre, *quedar, quitatabardillos,
robleda, *rollo, ropante, *sor, *sora, tesaurizar, testar, thya, tu y vílica.
35 Se trata de la obra «Lucano traduzido de verso latino en prosa castellana por Martín Laso
de Oropesa, Secretario del Illustríssimo Cardenal don Francisco de Mendoça, Obispo de Burgos»,
Burgos, 1588. Ha de indicarse que el texto que maneja Aicardo, ed. de 1588, lee: «quando César vio
las cohortes enhetradas en tan grande embaçamiento y embaraçadas» (pág. 62); en cambio, el jesuita transcribe: «Cuando vio César las legiones en tan gran embazamiento y embarazadas».
Este error de transcripción (legiones por cohortes) pasa al A2DEHA, que copia el texto que le
proporciona Aicardo.
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ya se encontraba en las Palabras y acepciones castellanas, puesto que, en realidad, el texto del poeta salmantino era: «Dici la genti galrona»36.
Uno de los escollos a los que tuvieron que enfrentarse los redactores del
A2DEHA fue la definición de las voces tomadas de las Palabras y acepciones
castellanas, dado que Aicardo no suele ofrecer definiciones. Sobre esta notable ausencia nada dice la Introducción a la que nos referíamos más arriba, de
manera que no sabemos por qué renunció Aicardo a definir las voces que iba
cosechando a partir de sus lecturas. Tras el lema, recogido en negrita y con
mayúscula inicial, tan solo se consigna la categoría gramatical del término
inventariado, y solo en rarísimas ocasiones se ofrece una suerte de definición
en letra cursiva (« “Desvelar”, v. a. —Despistar.» o « “Devanear”, v. n. —Dar
vueltas.»)37. Pues bien, se comprenderá que los redactores del A2DEHA tuvieron
que definir de un modo un tanto anómalo las voces que les proporcionó el
repertorio de Aicardo, puesto que para ello contaban con una cita —corta en
casi todos los casos— en la que aparecía la voz recogida, pero no disponían
del contexto, lo que resulta fundamental para un lexicógrafo a la hora de comprender cabalmente el significado de la palabra cuyo concepto se pretende
inducir.
Veamos un caso del peligro que se corre al tratar de definir una voz de este
modo, casi a ciegas. El repertorio de Aicardo recogía la unidad pluriverbal
mujer de punto, avalada con el siguiente texto del P. Ignacio de Camargo: «Liviandades de “mujeres de punto” y muchas veces de princesas»38. Al toparse
con esta unidad, los redactores del A2DEHA utilizaron la definición sinonímica
«RAMERA». Es posible que eligieran esta definición por la presencia de la
palabra liviandades en el texto que les proporcionó Aicardo, pero, sobre todo,
debieron de sugerir aquella definición otras unidades pluriverbales que contenía el DRAE vigente, el de 1899, como mujer del arte/de la vida airada/del
partido/mundana/perdida/pública, que remitían a la voz ramera. Sin embargo,
y esto es lo que queremos poner de relieve, si uno lee con detenimiento, y en
su contexto, la cita de Camargo —u otros textos de la época en que ocurra
esa unidad— observará que mujer de punto no significa ‘ramera’, sino ‘mujer
distinguida y honrada’ (en este sentido, nótese que el texto decía «mujeres de
punto y muchas veces de princesas», de modo que tanto en un caso como en
otro se trata de mujeres distinguidas, de origen noble). En efecto, Cesar Oudin
J. Mª Gabriel y Galán, Obras completas, I, Madrid, 21912, pág. 280.
En estos casos, en los artículos que presentan una definición, los redactores del
A2DEHA obraron de tres modos distintos con la definición que ofrecía Aicardo: aceptándola
(cf. garantir «Preservar», partenza «PARTIDA», quitatabardillos «ABANICO», ropante «ROPAVEJERO»), aceptándola, pero completándola (cf. linear «Tachar o borrar con líneas», mico
«Turba, copia, multitud», miente «Embustero, mentiroso», testar «Dar testarazos, golpear con
la testa») o rechazándola y proponiendo otra definición (cf. espaldera «ESPALDER », murrio
«MURRIA», *parcial «CÓMPLICE», poetambre «Multitud de poetas»).
38 En el mismo artículo de las Palabras y acepciones castellanas se remite a la obra de
Emilio Cotarelo Biografía de las controversias sobre la licitud del teatro en España (Madrid,
1904), donde seguramente Aicardo halló el texto citado del también jesuita Camargo.
36
37
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
definía en su Tesoro de las dos lenguas francesas y española (1607): «Muger
de punto, une femme de qualité & d’honneur» o el Diccionario de autoridades
(1737): «Hombre o muger de punto. Se dice de las personas principales y de
distinción»39.
3.1.2. Palabras, giros y bellezas del lenguaje popular de la Montaña elevado
por Pereda a la dignidad del lenguaje clásico español (1907) de Eduardo
de Huidobro
La segunda obra que debemos tratar son las Palabras, giros y bellezas del
lenguaje popular de la Montaña elevado por Pereda a la dignidad del lenguaje clásico español (1907) del santanderino Eduardo de Huidobro y Ortiz
de la Torre40. Este trabajo fue presentado un año antes de publicarse a un certamen literario en honor de José María de Pereda organizado por la Academia
de Derecho y Literatura de San Luis Gonzaga, establecida en el Colegio de
Estudios Superiores de la Universidad de Deusto. Entre los once temas que
proponía la organización del certamen se hallaba precisamente el que da título
al trabajo de Huidobro41, que finalmente obtuvo el primer premio asignado a
dicho tema42.
Antes de escribir este trabajo, Huidobro se había interesado por el léxico
español en una obra llamada ¡Pobre lengua! Catálogo en que se indican más
de trescientas voces y locuciones incorrectas hoy comunes en España (1903).
Esta obra llegó a alcanzar tres ediciones, cada una de ellas aumentada y, según
el autor, mejorada43. Por el nombre se inferirá el tenor de la obra. En ella se
hace acopio de unidades léxicas que a juicio de Huidobro se empleaban de
manera incorrecta. En la entrada balompié, por ejemplo, se afirma:
Me parece muy bien que la Academia no haya aceptado este neologismo
propuesto por Mariano de Cavia. Cuando nadie conocía en nuestra tierra
39 C. Oudin, Tesoro de las dos lenguas francesas y española, París, 1607, s. v. muger de
punto; Real Academia Española, op. cit., s. v. punto.
40 E. de Huidobro, Palabras, giros y bellezas del lenguaje popular de la Montaña elevado por Pereda a la dignidad del lenguaje clásico español, Imp. La Propaganda Católica,
Santander, 1907.
41 Otros temas eran los que siguen: I. La novela en España durante el siglo XIX; II. Juicio
crítico general de la obra literaria de Pereda, antes de la publicación de Pedro Sánchez.
Análisis de esta obra; III. Juicio crítico general de la obra literaria de Pereda, después de la
publicación de Pedro Sánchez. Análisis de Sotileza; IV. Análisis de Peñas Arriba; etc.
42 E. de Huidobro, Palabras, giros y bellezas del lenguaje popular de la Montaña elevado
por Pereda a la dignidad del lenguaje clásico español, pág. 3.
43 E. de Huidobro, ¡Pobre lengua! Catálogo en que se indican más de cuatrocientas voces
y locuciones incorrectas hoy comunes en España (2ª ed. «corregida y aumentada», Imprenta
de la Propaganda Católica, Santander, 1908, 193 págs.); ¡Pobre lengua! Catálogo en que se
apuntan y corrigen cerca de seiscientas voces y locuciones incorrectas hoy comunes en
España (3ª ed. «muy aumentada y mejorada», Imprenta de la Propaganda Católica, Santander,
1915, 275 págs.).
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el terminacho foot-ball, nos divertíamos grandemente los niños del colegio de Orduña y los de otros colegios jugando al balón o al pelotón,
que estos dos nombres se dan en Castilla a la pelota de viento; y no
teníamos noticia del goal ni del referee ni de otras semejantes bobadas
[...]. Dejémonos, pues, de tonterías, y llamemos al foot-ball «juego del
pelotón» o «juego del balón»44.
Esta obra, manifiestamente purista, además de anglicismos como foot-ball,
rechaza numerosos galicismos y en su lugar prescribe la utilización de voces «oriundas» (« “Bisutería.” —Viene del francés bijouterie, y es palabra que no
ha sido admitida por la Academia. En vez de bisutería debe decirse quincallería,
buhonería, etc.»). En su tercera edición recoge un pequeño apéndice, el tercero,
dedicado a «algunas voces y acepciones usadas en la Montaña de Santander,
que faltan en la última edición del Diccionario»45. Tal apéndice se basa en las
Palabras, giros y bellezas, en que vamos a centrarnos.
Esta última obra se divide en dos partes: «un vocabulario de voces y frases
montañesas usadas por Pereda [págs. 5-122; según el autor “la parte más interesante de esta obrilla”, pág. 155], y un florilegio sacado de aquellas de sus
obras en que mejor pueden recogerse los giros y bellezas a que se refiere el
tema que me sirve de guía [págs. 123-153]»46. Asimismo, el santanderino ofrece
unas «Adiciones» en las que recoge 25 voces más, que justifica del siguiente
modo: «Los que echen de menos en él [en el “vocabulario montañés” del
cuerpo de la obra] muchos términos comunes en la Montaña y no incluidos en
el Diccionario de la Academia adviertan que mi vocabulario es un léxico de
Pereda en lo que se refiere al lenguaje popular de la provincia de Santander»,
y no un «acabado diccionario santanderino»47.
El repertorio del «vocabulario montañés» está compuesto por unos 600
artículos. En primer lugar, ha de decirse que no estamos ante un repertorio
de gran valor lexicográfico. No contiene indicación de categorías gramaticales ni cualquier otra marca de uso; además, un buen número de las voces
recogidas suponen tan solo variantes fonéticas (cancia > hacia; chumpar >
chupar; bichorno > bochorno). En cuanto a la información que ofrece cada
entrada, es necesario indicar que no es sistemática: unas veces se recoge una
definición propia o tomada de otros vocabularios (cf. chumbao, derrota, desborregarse); otras veces se señala a qué voz se corresponde la variante fonética
registrada; a veces se avala el término inventariado con fragmentos textuales
de distintas obras de Pereda y muchas otras sin texto alguno. Entre otras obras
del novelista cántabro, Huidobro manejó las siguientes: Escenas montañesas
(1864-1880), Tipos y paisajes (1871), Los hombres de pro (1872), Don Gonzalo
E. de Huidobro, loc. cit., págs. 40-41.
E. de Huidobro, loc. cit., págs. 267-275.
46 E. de Huidobro, Palabras, giros y bellezas del lenguaje popular de la Montaña elevado
por Pereda a la dignidad del lenguaje clásico español, pág. 4.
47 E. de Huidobro, loc. cit., págs. 155-158.
44
45
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González de la Gonzalera (1878), De tal palo tal astilla (1879), El sabor de
la tierruca (1881), Pedro Sánchez (1883), Sotileza (1884), La puchera (1889),
Pachín González (1895) y Peñas arriba (1895).
Como se ha dicho, en nuestro estudio estamos tomando en consideración
los artículos del A2DEHA que contienen citas textuales; sin embargo, conviene
señalar que del trabajo de Huidobro no solo se tomaron —lo veremos a continuación— voces avaladas con textos de la obra de Pereda, sino también
algunos artículos que carecían de refrendo textual (cf. escajo «Planta silvestre,
dura y espinosa», horconada «Golpe con el horcón y porción de heno, paja, etc.,
que se coje y arroja con el mismo cada vez que se hace uso de él»). En cuanto a
los artículos con citas textuales, en los tramos del A2DEHA que estamos analizando
hallamos 31 voces y sus respectivos textos tomados de la obra de Huidobro.
Solo algunas de tales voces recibieron en el A2DEHA la marca «prov. Sant.», es
decir, término provincial de Santander48.
Art. escupitina de Palabras, giros y
bellezas... (1907)
Art. *escupitina del A2DEHA (1908)
3.1.3. Rebusco de voces castizas (1907) de Juan Mir y Noguera
Al igual que el trabajo de Aicardo, el Rebusco de voces castizas (1907) del
jesuita Juan Mir y Noguera se incardina en la lexicografía de los «rebuscadores
de palabras»49. Con su trabajo Mir y Noguera deseaba descubrir, custodiar e
incluso difundir, como si de tesoros se tratara, la «gran copia de vocablos»
que, habiendo pasado inadvertida para el diccionario usual de la Academia,
había permanecido «escondida en las entrañas de las obras clásicas»50. La larga
«Lista de los autores alegados en este libro»51 da cuenta de la cantidad de lecturas
que guardaba en su haber el jesuita y, a su vez, pone de relieve la importancia
de esta obra, que supera con mucho a las dos anteriores a que nos hemos referido, no solo por su extensión (el Rebusco tiene cerca de 800 páginas), sino
por la gran cantidad, y en muchas ocasiones calidad, de la información léxica
que se ofrece en torno a las voces recogidas como «artículos» y las incluidas
dentro de ellos.
48 Chumpar, daque, juriacán, juriacar, macizo, *macona, marza, parracil (en), pas, quima
y rodal.
49 J. Mir y Noguera, Rebusco de voces castizas, Sáenz de Jubera Hermanos, Madrid, 1907.
50 J. Mir y Noguera, loc. cit., pág. V.
51 J. Mir y Noguera, loc. cit., págs. XIII-XXVIII.
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La última afirmación nos sugiere que, antes de continuar, dejemos claro que
no se trata de un diccionario, pese a que los artículos de la obra se ordenen,
como no podía ser de otro modo, según el abecé. Es más bien un repertorio
de monografías léxicas encabezadas por una palabra, que normalmente constituye el objeto principal de estudio, pero con frecuencia no supone su único
interés. El artículo virotismo, que se reproduce seguidamente, puede ser un
buen ejemplo para ilustrar lo que decimos. Como se observa, el sustantivo
virotismo motiva la creación de esta monografía, si bien a propósito de él se
traen a colación otros términos, como virote, envirotado, etc.
Art. vitorismo del Rebusco de voces castizas (1907) de Mir y Noguera
La característica más notable del Rebusco radica, sin duda, en que los juicios
del autor se amparan en documentación textual, citada, dicho sea de paso,
con unas referencias muy precisas, lo que, lamentablemente, no era frecuente
en la lexicografía del siglo XIX y principios del XX. En cuanto a las obras que
despojó, manejando según confiesa el autor «las primeras ediciones de las
obras clásicas»52, pertenecen en su gran mayoría a los siglos XVI y XVII, aunque
también leyó algunas de otros siglos, como las poesías de Diego de Torres
Villarroel (siglo XVIII). Entre otros textos, sobresalen principalmente las voces
tomadas de obras del también jesuita Juan de Pineda o de la novela La pícara
Justina.
52
J. Mir y Noguera, loc. cit., pág. X.
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El Rebusco posee un interés especial para la historia de la lexicografía española: no solo ejerció una notable influencia en el A2DEHA, sino que otros
diccionarios, tanto académicos como extraacadémicos, recurrieron a él para
proveerse de voces y, en ocasiones, también de sus textos. En las páginas de
la obra de Montaner y Simón que están siendo objeto de nuestro estudio encontramos 114 voces —con sus definiciones y 119 textos correspondientes—
tomadas del Rebusco, lo que supone un 11,5 % de los artículos estudiados (994)
y un 10,3 % de los textos contenidos en dichos artículos (1158). Por otro lado,
se observa que los redactores del A2DEHA comenzaron a utilizar la información
léxica que contenía el Rebusco a partir de la combinación esp-, concretamente
a partir de la monografía esperanzoso.
Art. esperanzoso del Rebusco (1907)
Art. esperanzoso del A2DEHA (1908)
Antes de terminar este apartado, querríamos poner de relieve tres aspectos
de la copia del Rebusco. Uno de ellos está relacionado con las autoridades que
seleccionó el jesuita para componer su obra. Si bien es cierto que contó con
algunos escritores u obras literarias de ficción (Cervantes, Góngora, Lope de
Vega, Tirso de Molina, Quevedo, Polo de Medina; La pícara Justina, Estebanillo
González, etc.), si uno consulta los artículos de esta obra o acude a la mencionada «Lista de los autores alegados en este libro», observa que abundan los
autores religiosos de varias órdenes; por lo tanto, se trata en su mayoría de textos
religiosos de diversa índole, como sermones, ceremoniales, homilías, panegíricos de santos, discursos e historias religiosos, etc. A ello se debe la importante
presencia de autoridades religiosas en el A2DEHA53.
53 Sin pretensión de exhaustividad, pertenece al P. Mir y Noguera la elección de los siguientes autores (autores que figuran también, como queda dicho, en la obra de Montaner y
Simón): Sor María de Ágreda, P. Fr. Pedro de Alba, P. Fr. Antonio Álvarez, P. Fr. Juan de los
Ángeles, Fr. Diego José Arce, P. Nicolás Arnaya, M. Fr. Alonso de Cabrera, Fr. Juan Francisco
de Collantes, P. Fr. Lucas Fernández de Ayala, P. Juan Pablo Fons, P. Fr. Cristóbal de Fonseca,
Fr. Juan Gil de Godoy, P. Fr. Antonio Iribarren, P. Juan Antonio Jarque, Fr. José Láinez, Fr. Bernardo de León, P. Fr. Antonio de Lorea, P. Fr. Juan Márquez, P. Fr. Pedro de Mena, P. Fr. Cristóbal
Moreno, P. Tomás Muniesa, P. Fr. Diego Murillo, P. Fr. Diego Niseno, P. Francisco Núñez de
Cepeda, P. Miguel Ángel Pascual, Fr. Martín Peraza, Fr. Antonio Pérez, P. Fr. Juan de Pineda,
P. Fr. Tomás Ramón, P. Fr. Luis de Rebolledo, Fr. Diego Sánchez Maldonado, P. Francisco de
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Por otro lado, llama la atención en el A2DEHA la cita de textos pertenecientes a
los dos autores siguientes: Iribarren y Pascual. Cuando uno se topa con estos
textos, puede asaltarle la duda de quiénes serán tales autores debido a la lacónica referencia que los acompaña.
Art. inmultiplicable del A2DEHA (1908)
Art. tercerear del A2DEHA (1910)
Si sabemos, como es el caso, que tales textos fueron tomados del Rebusco,
se puede acudir a la «Lista de los autores» que proporciona Mir y Noguera
al inicio de su obra; sin embargo, en esta ocasión no se halla información al
respecto, puesto que ha de tenerse en cuenta que aquella lista no recoge todos
los autores que se citan en las monografías de la obra. Hechas las pesquisas
correspondientes, en el artículo inmultiplicable Mir y Noguera está citando
un texto del dominico Fr. Antonio Iribarren (1655-1710); se trata de una cita a la
que recurrirá el autor del Rebusco, a propósito de algunos «adjetivos negativos»,
en una obra que publicaría un año después, el Prontuario de hispanismo y barbarismo54 . En dicha obra, en la «Lista de los autores clásicos alegados en este
libro», sí se recoge de quién se trata y a qué obra se alude: «Iribarren. — Discurso
evangélico, del padre fray Antonio Iribarren, dominico, 1684»55.
En el caso del verbo tercerear (y también en el artículo obsecración) se aduce
un texto del jesuita Miguel Ángel Pascual (1644-1714). En el Rebusco, en cuya
lista tampoco se recoge a este autor, se indica que se está citando un texto de
«El oyente, serm. 2, plát. 2 § 4»; sin embargo, poco ayuda esta referencia,
puesto que dicho autor publicó varios libros cuyo título principia de tal modo:
El oyente desengañado, convencido y remediado (Valencia, Diego de Vega,
1692), El oyente preservado y fortalecido (Valencia, Diego de Vega, 1698) y El
oyente remediado por medio del sacramento de la penitencia (Madrid, Diego
Martínez Abad, 1698); incluso tenemos una obra llamada El operario instruido
y el oyente aprovechado (Madrid, Diego Martínez Abad, 1698).
Finalmente, el tercer aspecto que queríamos poner de relieve es la distinta
procedencia de las citas de algunos autores en el A2DEHA. Los redactores de
la obra de Montaner y Simón tomaron, como acaba de mostrarse, numerosos
textos del Rebusco, textos que pertenecían a autores como Cervantes o Tirso
Santa María, P. M. Fr. Jerónimo de Saona, P. Fr. Juan Suárez de Godoy, P. Juan de Torres,
P. Fr. Pedro de Valderrama, P. Fr. Alonso de Vega, P. Fr. Diego de la Vega, Fr. Pedro de Vega,
P. Fr. Ignacio de Vitoria y P. Fr. Lorenzo de Zamora. Véase el APÉNDICE que recogemos al
final de este trabajo.
54 J. Mir y Noguera, Prontuario de hispanismo y barbarismo, II, Sáenz de Jubera
Hermanos, Madrid, 1908, pág. 99.
55 J. Mir y Noguera, loc. cit., I, pág. CXXXVII.
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de Molina o procedían de obras como La pícara Justina. Pues bien, hay que
tener en cuenta que en algunos casos, como sucede con la novela picaresca
mencionada, los redactores del A2DEHA también acudieron a los propios textos, a
las fuentes primarias, de modo que en este y en otros casos cabe hablar de dos
fuentes distintas que proporcionaron textos de una misma obra. En el siguiente
apartado nos encargaremos de las fuentes textuales.
3.2. Fuentes textuales
Tal y como se ha dicho en la introducción de este trabajo, además de contar
con diversos repertorios lexicográficos, el DEHA (1887-1898) acudió a fuentes
primarias, a los mismos textos. Pese a que eran conscientes de que la mayor
parte de las obras espigadas por el primer diccionario de la Academia pertenecían al Siglo de Oro, los redactores del DEHA, de una parte, volvieron a leer
muchas de las obras escrutadas por aquel diccionario dieciochesco y, de otra
parte, recurrieron a otras obras, del mismo periodo, no tenidas en cuenta por
los primeros académicos. No obstante, dada la fecha de redacción del DEHA,
finales del siglo XIX, no cabe duda de que una de sus mayores aportaciones se
encuentra en la lectura de textos que, por cuestiones cronológicas, no pudieron
tenerse en cuenta para la primera edición de Autoridades, textos de escritores
tanto del siglo XVIII como del XIX, si bien resulta especialmente opima la cosecha
de textos de autores decimonónicos.
Pues bien, la misma voluntad de despojar fuentes primarias se halla en el
A2DEHA, para cuya elaboración se leyeron obras que iban desde la Edad Media
hasta fechas inmediatas a la misma confección del diccionario. A tenor de lo
dicho, dividiremos las obras manejadas en dos bloques:
A) (i) las obras que fueron tenidas en cuenta en el Diccionario de autoridades y, pese a ello, los redactores del A2DEHA volvieron sobre ellas con
el deseo de obtener nuevas voces y acepciones o (ii) las obras que, aunque
podrían haberse considerado durante la redacción de Autoridades (desde la
Edad Media hasta 1739), no se utilizaron en la redacción de este diccionario
de la Academia.
B) las obras que la primera edición del Diccionario de autoridades no llegó
a conocer, puesto que se publicaron después de 1739, año del sexto y último
volumen de Autoridades.
En cuanto al primer apartado del bloque A, el A2DEHA volvió a espigar obras
como el Libro de Alexandre (c1240-1250), La gran conquista de Ultramar
(1293) o La pícara Justina (1605). También se acudió nuevamente a diversos
autores cuyas obras ya habían sido utilizadas en la elaboración de Autoridades:
Pedro Mejía, Miguel de Cervantes, Vicente Espinel, Luis Vélez de Guevara,
Pedro Calderón de la Barca, Francisco Antonio Bances Candamo, etc. Un caso
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interesante es el de Sor Juana Inés de la Cruz. Autoridades apenas concedió
importancia a su obra, como lo pone de manifiesto el hecho de que tan solo
figuren dos textos suyos en el diccionario académico, concretamente en los artículos campo (hacer campo) y salvo. Aunque todavía tímidamente, el A2DEHA
comienza la recuperación de sus textos como autoridad léxica, citados, entre
otros, en los artículos *balbucencia, cardador, *conchudo, *crecer, *cuaresmar, desencadenador, *fenicio, *gala, magnesio y perfumear.
Un caso semejante al anterior es el de Tirso de Molina, cuyos textos figuran
únicamente en ocho artículos de Autoridades56 . Pensamos que los redactores del
A2DEHA debían de ser conscientes de la escasísima fortuna que tuvo Tirso en
el primer diccionario académico, puesto que apostaron decididamente por sus
obras y a ellas acudieron para despojarlas de todo tipo de voces y acepciones.
En un trabajo anterior indicábamos que Tirso de Molina, en este apéndice, se
erigió como el segundo autor del Siglo de Otro más citado con respecto a otros
escritores consagrados como grandes autoridades léxicas desde los inicios de
la lexicografía académica57. Téngase en cuenta que el autor áureo al que más
se recurre es Lope de Vega, con 576 textos citados en los tres volúmenes del
A2DEHA (34,76 %), al que siguen Tirso (437 textos; 26,37 %), Calderón (327 textos;
19,73 %), Cervantes (236 textos; 14,24 %) y Quevedo (81 textos; 4,88 %). Los
datos anteriores se han obtenido a partir de los textos de dichos autores, un
total de 1657. Igualmente, puede observarse la importancia concedida a Tirso
si tomamos en consideración los tramos del A2DEHA que especialmente están
siendo objeto de análisis en este estudio. En tales tramos, como se ha dicho,
hallamos 1158 citas textuales, de las cuales 105 pertenecen a Tirso; en consecuencia, las citas del mercedario suponen algo más del 9 %, lo que sin duda
es un porcentaje altísimo que viene a confirmar la importancia capital que los
redactores del A2DEHA otorgaron a las obras del mercedario58.
Con respecto al segundo apartado del bloque A, el formado por las obras
(o textos) que desechó Autoridades, los redactores del A2DEHA recurrieron,
entre otras, a las siguientes: Calila e Dymna (1251), Castigos e documentos del
rey don Sancho (1292-1293), Rimado de Palacio (c1385-1407)59, El libro de los
gatos (c1400?) o el epistolario de Eugenio de Salazar.
Vayamos ya al bloque B. Tal y como hemos adelantado, una de las mayores
aportaciones del diccionario que estamos analizando se encuentra en el espigueo
Cf. D. Prieto García-Seco, Cuatro siglos de lexicografía española, págs. 34-35.
D. Prieto García-Seco, «El Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura,
ciencias y artes (1887-1910) de Montaner y Simón: primera aproximación», en E. T. Montoro
del Arco et alii (coords.), Nuevas perspectivas en torno a la diacronía lingüística. Actas del VI
Congreso Nacional de la Asociación de Jóvenes Investigadores de Historiografía e Historia
de la Lengua Española (Granada, 29-31 de marzo de 2006), Universidad de Granada, 2008,
págs. 430-432 y 435-437.
58 Sobre la presencia de Tirso en el A2DEHA, pueden obtenerse datos precisos en D. Prieto
García-Seco, Cuatro siglos de lexicografía española, págs. 91-97.
59 De Pero López de Ayala Autoridades había manejado la traducción de la Caída de príncipes, de Giovanni Boccaccio, pero no el Rimado de Palacio.
56
57
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de textos de los siglos XVIII, XIX y principios del XX. Al siglo XVIII pertenecen autores como José Francisco Isla, Ramón de la Cruz, Nicolás Fernández
de Moratín, Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan Meléndez Valdés, Leandro
Fernández de Moratín, etc., u obras como La juventud triunfante (1746).
No obstante, como decíamos más arriba, es especialmente abundante la
cosecha de textos del siglo XIX. Para ello se acudió a autores como los siguientes: Andrés Bello, Duque de Rivas, Manuel Bretón de los Hereros, Fernán
Caballero, Alejandro Oliván, Modesto Lafuente, Juan Eugenio Hartzenbusch,
Marino José de Larra, José de Espronceda, Pedro Felipe Monlau, Eugenio de
Ochoa, José Zorrilla, Antonio Flores Algovia, Adolfo de Castro, Juan Valera,
Emilio Castelar, José María de Pereda, José Castro y Serrano, Juan León
Mera, Pedro Antonio de Alarcón, Gustavo Adolfo Bécquer, Urbano González
Serrano, Rodrigo Amador de los Ríos, Emilia Pardo Bazán, etc. Debe subrayarse
la abundancia de textos tomados de las obras de José María de Pereda y Emilia
Pardo Bazán. En los tramos que estamos estudiando encontramos 81 citas del
primero y 65 de la segunda (respectivamente, suponen un 7 % y un 5,6 % de las
1158 citas consideradas). La cifra de 81 textos de Pereda se explica en parte por
la explotación de las Palabras, giros y bellezas... (1907) de Eduardo de Huidobro,
de la que se tomaron, como queda dicho (§ 3.1.2), 31 voces y sendos textos.
En tercer lugar, debemos referirnos a los textos manejados del propio siglo XX.
En el artículo peormente se cita el siguiente texto de don Emilio Cotarelo y
Mori: «Hemos debido hacer una excepción en pro del famoso drama El burlador de Sevilla, tanto por ser la comedia peormente editada por Hartzenbusch,
como por la extraordinaria importancia de ella». La cita procede del «Discurso
preliminar» que Cotarelo puso al frente del tomo I de las Comedias de Tirso de
Molina, publicado en 190660.
Veamos otro caso, también relacionado con el dramaturgo anterior. Bajo
la voz zurbaranesco se trae a colación el siguiente texto de doña Blanca de
los Ríos: «Allí descripciones curiosísimas de los conventos en que vivió
Tirso y zurbaranescos retratos de mercenarios maestros y amigos del poeta».
Pertenecen estas líneas a la conferencia titulada Tirso de Molina, leída en el
Ateneo de Madrid el día 23 de abril de 1906, pero publicada el año 1910 en Del
Siglo de Oro61. Nótese, por tanto, el poco tiempo que debió de mediar entre la
publicación de dicha conferencia y la papeletización del texto mencionado.
60 E. Cotarelo y Mori, «Discurso preliminar», en Comedias de Tirso de Molina, I, Bailly-Baillière e Hijos, Madrid, 1906, págs. IV. Este «Discurso» no solo proporcionó al A2DEHA
algunos textos de Cotarelo —véase también el artículo *ebonita, con otro fragmento tomado
de Cotarelo y Mori (loc. cit., pág. LI)—, sino que de él se cosecharon textos pertenecientes a
diversos prólogos de Tirso de Molina y a una dedicatoria suya. Estos textos, aunque fueron
tomados de dicho «Discurso», figuran directamente a nombre del mercedario. Al respecto,
véase D. Prieto García-Seco, Cuatro siglos de lexicografía española, pág. 93.
61 B. de los Ríos de Lampérez, Del Siglo de Oro. Estudios literarios, Imprenta de Bernardo
Rodríguez, Madrid, 1910, pág. 17.
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
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233
Finalmente, debemos subrayar que, en relación con los dos bloques tratados,
el A2DEHA recurrió a autores y obras no tenidos en cuenta en el cuerpo de este
diccionario enciclopédico. Este debió de ser otro de los nuevos impulsos de su
director, Pelayo Vizuete. Al final de este trabajo ofrecemos una tabla en la que
se recogen los nombres de los autores y de las obras que figuran en el apéndice
estudiado y que no encontramos en el DEHA62.
3.3. Textos sin referencia (X***/***)
Uno de los aspectos que desconciertan al consultante del A2DEHA es la cita
de textos sin referencia. Aunque no son abundantes, algunos artículos contienen
textos que ejemplifican y avalan el uso de un término y, tras tales textos, se
consigna una equis seguida de tres asteriscos (X***). Es el caso de artículos
como antitipo, balneoterápico, calcógrafo, carirromo, *centuplicar, ceramógrafo, chacotón, coesencial, coextenso, desbande, *descomponer, desinteresarse, especie, *espontáneo, esquematizar, imaginativamente, internacionalismo, intramercurial, politiquero, protectoramente, *quintar, *remesón,
secundador, *triunfo o vitalización.
Arts. *centuplicar y ceramógrafo del A2DEHA (1907)
También nos topamos con una variante de aquella indicación en forma de
tres asteriscos, sin la equis (altaica, anastomosarse, animalista, caballada,
cretinizado o derrumbe). En un primer momento esta falta de referencia podría
sugerir que se trata de textos anónimos o quizá de textos inventados ex profeso
por los propios redactores, lo que podría servir, con más o menos validez, para
ejemplificar el uso de la voz recogida, pero restaría —si no lo anularía— el
valor testimonial del texto. Fijémonos en algunos de estos artículos. En la
62 Para la elaboración de esta tabla se ha procedido del siguiente modo. Tras llevar a cabo
una nómina con los autores y los títulos de las obras citados en un 10 % del DEHA (1887-1898),
porcentaje que se corresponde con las mismas páginas que sirvieron para el cómputo de las
citas textuales (al respecto véase la nota 6 de este trabajo; puede consultarse esta nómina en D.
Prieto García-Seco, «Las autoridades del Diccionario enciclopédico hispano-americano...»,
págs. 389-395), hemos recogido en la presente tabla únicamente los autores y las obras mencionados en el A2DEHA, pero que no aparecían en aquella nómina. El mismo procedimiento se
ha seguido con los autores y obras citados en los tramos analizados en este estudio (cf. § 3).
Téngase en cuenta que reproducimos los nombres de los autores y de las obras tal y como aparecen en el A2DEHA y, solo cuando lo consideramos necesario para la identificación de algún
autor, añadimos entre corchetes alguna otra información.
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
entrada *caja leemos tras la definición: «Es un infolio de papel grueso distribuido en cuadernillos de seis y ocho hojas de 293 x 202 milímetros. La CAJA de
imprenta de 229 x 43, comprendiendo las cabezas y foliatura». Pues bien, en
este caso ni estamos ante un texto anónimo ni ante un ejemplo inventado; se
trata de un fragmento de un artículo del jurista vallisoletano Rafael de Ureña y
Smenjaud, publicado en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos63.
Otro caso semejante al anterior es el del artículo *quintar, donde se cita un
fragmento textual y, tras él, figura la indicación «X***». También es este un
texto cuya procedencia podría haberse manifestado, puesto que, como veíamos
más arriba (§ 3.1), pertenece a la Historia de la insigne ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla (1637), del segoviano Diego de Colmenares,
texto que ya citaba el Diccionario de autoridades bajo el mismo artículo.
Además de los casos anteriores, en los que se conocía al autor del texto y
se decidió omitirlo con la equis y los asteriscos mencionados, observamos que
también se emplea la misma indicación con otros fines. En el artículo ceramógrafo, reproducido arriba, leemos: «El docto CERAMÓGRAFO, barón de Witte,
conjetura que Baco fue tenido por padre de Ceramo, para dar a entender que
las vasijas en que se conservaba y las copas en que se gustaba el néctar báquico eran de barro». Pues bien, en La Ilustración española y americana encontramos el siguiente texto, que presenta un parecido sospechoso con la cita
del A2DEHA: «Céramos era hijo de Baco y de Ariadna. Quizá le supusieron los
griegos hijo de Baco para dar a entender, como conjeturaba oportunamente el
Barón de Witte, que las vasijas en que se conservaba y las copas en que se gustaba el néctar báquico eran de barro»64. En este caso, lo que tenemos en el A2DEHA
es un texto, que parte en otro, en el que se incluye, con ciertas modificaciones,
la voz cuyo artículo les interesaba recoger a los redactores del diccionario.
Debe notarse que no se trata de un texto cualquiera, sino de un artículo, del arqueólogo y museógrafo José Ramón Mélida, llamado «Los orígenes del arte
cerámico», es decir, un texto en el que, como se verá más abajo, podría haberse
empleado perfectamente la palabra ceramógrafo; sin embargo, la realidad es
que esta palabra no se encontraba en él y se optó por modificar el texto para que
la incluyera. Conviene decir, eso sí, que dicho sustantivo tenía circulación en
español desde mediados del siglo XIX: «Entre los ceramógrafos se admiran algunos vasos estruscos y griegos»65. De hecho, había aparecido en otras ocasiones
en diversos artículos de la La Ilustración española y americana, uno de ellos,
a propósito, del propio Mélida: «eminentes ceramógrafos contemporáneos,
63 R. de Ureña y Smenjaud, «Las ediciones de los Fueros y Observancias del Reino de
Aragón, anteriores a la compilación ordenada por las Cortes de Monzón de 1547 e impresa en
1552», RABM, IV, nº 4-5, 1900, pág. 220.
64 La Ilustración española y americana, nº XLV, Madrid, 8 de diciembre de 1891, pág. 359a.
[Fundada por el gaditano Abelardo de Carlos y Almansa, aparece su primer número el 25 de
diciembre de 1869].
65 La Revista Universitaria. Periódico científico-literario dedicado a la instrucción pública, Madrid, 23 de agosto de 1856, pág. 11 [comienza a publicarse el 15 de marzo de 1856].
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como el Barón de Witte, ya citado, y Mr. Dumont»66; «Barón de Witte, cuya
exactitud quedará acreditada con decir que es el que en el día aceptan y emplean todos los ceramógrafos. [...] En la isla de Milo se han hallado vasos,
decorados, como los precedentes, con figuras de animales, atribuidos por los
ceramógrafos a la sétima centuria antes de Jesucristo»67; «notabilísimos ejemplares de barro cocido y vidriado, que justamente han atraído la atención de
eruditos ceramógrafos»68.
Atendamos a un último texto con la equis y los tres asteriscos, un caso
con el que cabe plantear una hipótesis sobre una de las posibles causas que
empujaron a los redactores del A2DEHA a silenciar los nombres de los autores
cuyos textos citaban. En el artículo escociado se aduce un texto del arabista,
historiador y arqueólogo Rodrigo Amador de los Ríos; es un fragmento textual que procede del artículo «Edificios mudéjares olvidados en Toledo», que
vio la luz el mes de marzo de 1900 en la Revista de Archivos, Bibliotecas
y Museos69. Nótese, por tanto, que los redactores del apéndice se sirvieron,
como vemos en este caso y en el del artículo *caja, de los trabajos publicados
en la afamada Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos; sin embargo, en un
caso —el de *caja— omitieron, aun conociéndolo, el nombre del autor y en el
caso que acabamos de ver —el del adjetivo escociado— no tuvieron problema
alguno en nombrar a Amador de los Ríos. No cabe aducir, por tanto, diferencias
entre el tipo de trabajo (un artículo científico), el soporte de la publicación (una
revista), etc., que expliquen por qué obraron de distinto modo los redactores del
A2DEHA. A nuestro juicio, la utilización de la equis y los asteriscos podría deberse al deseo de silenciar a este o a aquel autor por distintos motivos, quizá por
desavencecias políticas, culturales, etc.; de otro modo, no se explica que ante
casos iguales se procediera, en la referencia de las citas, de manera diversa70.
4. INFLUENCIA DEL A2DEHA EN OBRAS LEXICOGRÁFICAS POSTERIORES
Si en el apartado 3.1 hemos tratado las obras lexicográficas a las que recurrió
el A2DEHA, en este atenderemos a los diccionarios que durante su elaboración acudieron al apéndice que estamos estudiando. Pero antes de referirnos a estos,
debemos mencionar, para descartarla, una obra en la que encontramos ciertas
coincidencias textuales con el A2DEHA; hablamos del intentado Diccionario
Op. cit., nº XXXI, 22 de agosto de 1882, pág. 103a.
Artículo de J. R. Mélida, loc. cit., págs. 106a y b.
68 Loc. cit., nº XI, 22 de marzo de 1885, pág. 178a.
69 El texto citado en el A2DEHA es el siguiente: «La archivolta es de muy menuda labor
calada, con una estrecha cinta ESCOCIADA que le encuadraba», tomado de R. Amador de los
Ríos, «Edificios mudéjares olvidados en Toledo», RABM, t. IV, 1900, nº 3, pág. 141.
70 En los dos últimos casos comentados ambos autores (José Ramón Mélida y Rodrigo
Amador de los Ríos) habían sido redactores del cuerpo del DEHA (§ 1).
66
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
histórico de la lengua española (1933-1936) de la Academia71. Estas coincidencias se hallan en las citas aducidas en los siguientes artículos: abortona,
acemilado, amistadera, aniel, baloque, buscayernos, cariacuchillado, caribermejo, carihermoso y castañetero. Se trata de textos que pertenecen a Eugenio
de Salazar, Lope de Vega, Tirso de Molina, el P. Isla o a obras como La gran
conquista de Ultramar y La pícara Justina. Pensamos que tales coincidencias
son fortuitas y que se deben a que cada diccionario recurrió por su cuenta a las
mismas fuentes primarias. Además de la distinta extensión de los fragmentos
citados, creemos que para negar la utilización del A2DEHA en la redacción del
Diccionario histórico es más determinante el hecho de que el apéndice ofrezca referencias muy imprecisas, que se limitan a consignar, como sabemos, el
nombre del autor o de la obra, mientras que las referencias del Diccionario
histórico son mucho más precisas: «Gr. Conq. de Ultr., ed. Riv., t. 44, p. 255»
(s. v. aniel) o «La Pícara Justina, ed. Puyol, t. 1, p. 135» (s. v. castañetero).
No cabe esperar, por tanto, que los redactores de la obra académica, tras encontrarse con un texto de interés en el A2DEHA, pero sin referencia precisa, se
pusieran manos a la obra en la penosa tarea de localizar ese fragmento en una
edición de la obra en cuestión72.
4.1. Diccionario de la lengua española (1917) de José Alemany y Bolufer
Descartado, por tanto, el diccionario anterior, atendamos a aquellos que,
con seguridad, se valieron de un modo u otro del apéndice de Montaner y
Simón. Una obra donde es patente y notabilísima la influencia del A2DEHA es el
Diccionario de la lengua española (1917) dirigido por José Alemany73. En un
trabajo que dedicamos a este diccionario mostramos de qué manera llegó a adquirir esta obra una de las bondades de que hace gala desde la propia portada:
la vastedad del caudad léxico inventariado74. En aquel trabajo comprobamos
que se había partido como base de la macroestructura y las microestructuras
del DRAE de 1914 y, posteriormente, se había aumentado esta base con el material «legado» por distintas fuentes lexicográficas, entre las que se encontraban
tanto el cuerpo del DEHA como el A2DEHA. Aunque en algún momento durante
la elaboración de la obra de Alemany se pensó en citar la fuente lexicográfica
que proporcionara esta voz o aquella acepción, al final se desechó la idea y,
71
Real Academia Española, Diccionario histórico de la lengua española, Madrid, t. I,
1933 [A] y t. II [B-cevilla].
72 El segundo Diccionario histórico de la Academia (1960-1996: a-apasanca; b-bajoca)
utilizó el cuerpo del DEHA como fuente lexicográfica; en cambio, tampoco recurrió al A2DEHA.
Explicamos las consecuencias negativas de este hecho en D. Prieto García-Seco, Cuatro
siglos de lexicografía española, pág. 187.
73 J. Alemany y Bolufer (dir.), Diccionario de la lengua española, Ramón Sopena, Barcelona,
1917.
74 Cf. D. Prieto García-Seco, «Notas sobre el Diccionario de la lengua española (1917) de
José Alemany», Revista de Lexicografía, XIII, 2007, págs. 125-138.
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
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237
en efecto, casi nunca se cita en los artículos la fuente lexicográfica empleada75;
sin embargo, en algunos sí se menciona. Por ejemplo, en las entradas siguientes
se indica «Según el Dicc. Encicl. Hisp. Amer.»: diantinias, faidas, huachiparis, huamanripa, ibijo, leucanterita, libenerita, magú, mahori, pachana,
pachiquil, pachocha o reneta.
Art. ibijo del Diccionario de la lengua española (1917) de José Alemany
Sin embargo, como decimos, la tónica general es que se calle la fuente
lexicográfica manejada. La influencia del A2DEHA es tal que no merece la pena
aquí enumerar una larga lista de artículos tomados de la obra de Montaner
y Simón. Lo que sí importa decir es que a partir de la comparación de los
artículos coincidentes —correspondientes a los tramos que venimos estudiando— se observa que Alemany mantuvo por lo general las definiciones, y otras
marcas, tal y como aparecían en el A2DEHA, pese a que en algunas ocasiones
no se trataba de la definición más acertada. Pondremos un ejemplo que consideramos ilustrativo. La definición que da el apéndice de carilamido es la
siguiente: «Dícese de la persona que ha sido muy besuqueada»; pues bien,
la misma definición, sin el más mínimo retoque, se halla en el diccionario de
Alemany por copia del A2DEHA76.
Ahora bien, no siempre se tomaron las definiciones al pie de la letra; en
algunos casos se modificaron, aligerándolas, cambiando algunos términos,
añadiendo otros, etc.:
J. Alemany y Bolufer, op. cit., pág. VI.
Compárense en ambas obras los enunciados definidores de voces como anascotar, azucenal, azufairado, bachilleramente, balconero, baldoque, balneoterápico, caricatural, caricompuesto, cochizarse, *conmílite, conmisionero, cretinizado, churretear (respetamos, como
se observa, el orden alfabético de estos diccionarios, que coloca las palabras con ch- después
de todas las palabras que comienzan con c- y no según el orden latino internacional, en su
lugar correspondiente dentro de la c, es decir, después de la combinación ce-), desportilladura, destachonar, desvinculación, dominguerismo, etc.
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AnMal, XXXIX, 2016-2017
Entrada
Definiciones del A2DEHA
(1907-1910)
DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
Definiciones del
Diccionario de la
lengua española (1917)
carirromo
«Que tiene las facciones borrosas,
poco pronunciadas, sin rasgo alguno notable».
«Que tiene las faciones pronunciadas».
caritieso
«De rostro grave y circunspecto».
«De rostro grave y severo».
castañetero
«Que toca las castañetas o castañuelas. || Que las fabrica o las
vende».
«Persona que toca las catañetas. || Persona que las fabrica o las vende».
churu
«Caracol que produce un sonido
ronco y monótono cuando se sopla por un orificio que se le abre
en el vértice. Era un instrumento
marcial de los indios, y que todavía utilizan algunos para animarse en los trabajos en común».
«Caracol que produce un
sonido ronco y monótono
cuando se sopla por un orificio que se le abre en el
vértice».
emboquillado
«Se dice del cigarrillo que lleva,
en el extremo que se introduce
en la boca, una boquilla hecha de
cartulina o papel fuerte arrollado
en espiral».
«Dícese del cigarrillo que
tiene boquilla de papel fuerte en uno de sus extremos».
espantabobos
«Persona que infunde pavor a
los ignorantes».
«Persona que infunde pavor a los ignorantes y medrosos».
espantapueblos
«Dícese de los predicadores que
prefieren las amenazas tremebundas a la convicción saludable».
«Dícese de los predicadores que prefieren el uso de
las amenazas al de la persuasión, en sus sermones».
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
AnMal, XXXIX, 2016-2017
239
Se observan, asimismo, algunos otros cambios en los artículos tomados
del A2DEHA, como la adición de información morfológica que el apéndice no
ofrecía: caricompuesto «(de cara y compuesto)», conmisionero «(de con y
misionero)» o desriñonar «(de des y riñón)»77.
4.2. Gran diccionario de la lengua castellana (1902-1931) de Aniceto de
Pagés
Importantísima también es la influencia del A2DEHA en el Gran diccionario
de la lengua castellana (1902-1931; GDLC) de Aniceto de Pagés78. Es conocido
que gran parte de las autoridades presentes en el cuerpo del DEHA (1887-1898),
cosechadas precisamente por Pagés, volvieron a utilizarse en el GDLC. Sin embargo, no sucedió lo mismo con los artículos del A2DEHA y sus textos correspondientes79. De acuerdo con los años en que fueron publicándose los cinco
volúmenes del GDLC (I, 1902: A-B; II, 1904: C-E; III, c1914: F-M; IV, 1925: N-rho;
V, 1931: ría-Z)80, podrían haberse tomado los artículos y citas del A2DEHA para
el volumen III (1914), es decir, a partir de la F. Sin embargo, no fue así; se explotó este apéndice a partir del artículo parvulista, donde se cita un texto de
La Quimera (1905), de doña Emilia Pardo Bazán81.
77 Si bien no nos detendremos en él, hay que decir que el Diccionario general y técnico hispanoamericano (Madrid, Cultura Hispanoamericana, 1918) de Rodríguez-Navas y Carrasco
también copió numerosos artículos del A2DEHA (cf. abarrir, ablucionarse, etc.); se explica,
así, que se llegara, si se hizo, a la desmesurada cifra que exhibe la portada: «El presente
Diccionario contiene la explicación de 138.762 palabras. El de la Academia Española (14ª edición) da la de 59.235». Tampoco tratamos aquí la influencia de la obra de Montaner y Simón,
tanto del cuerpo como del Apéndice segundo, en la Enciclopedia universal ilustrada europeoamericana (1908-1933). Son numerosas las voces que denuncian que esta enciclopedia se sirvió
de los materiales léxicos de la de Montaner y Simón (cf. hembrilatina, tutujuleque, etc.).
78 A. de Pagés, Gran diccionario de la lengua castellana, autorizado con ejemplos de
buenos escritores antiguos y modernos, Madrid-Barcelona, 1902-1931, 5 vols. [continuado y
acabado a partir del vol. IV por José Pérez Hervás].
79 El trabajo que R. García Cornejo dedica a las fuentes del GDLC no menciona el A2DEHA
(«Fuentes del Gran diccionario de la lengua castellana de Aniceto de Pagés», en A. Roldán
Pérez et alii (eds.), Caminos Actuales de la Historiografía Lingüística. Actas del V Congreso
Internacional de la SEHL, I, Universidad de Murcia, 2006, págs. 637-650). Sobre las autoridades
del GDLC debe consultarse el extraordinario trabajo de E. J. Jacinto García, El principio de
autoridad en los diccionarios generales del español (siglos XVIII-XX), tesis doctoral inédita,
dirigida por D. Ignacio Ahumada Lara, leída el 14 de diciembre de 2012 en la Universidad
Complutense de Madrid, págs. 483-663.
80 Según la ficha bibliográfica del GDLC que ofrece la Academia en el Nuevo Tesoro
Lexicográfico de la Lengua Española, Espasa-Calpe, Madrid, 2001 [2 DVD].
81 Compárense en ambos diccionarios los artículos, y sus textos correspondientes, de las
voces pas, *pasa, pasamán, pasamuro, pasatarde, pasavolante, pascualear, pascualiego,
*pasear, pasera, *pasiego, pasillo, pasionalidad, pasioncica, pasiteo (en el A2DEHA s. v. Pasitea), pasito, pasividad, *pasmar, *persiano, personal, *personarse, picarondonazo, picotico,
*pichel, *pierna, piquillo, *pitoflero, pitonicida, pitónico, *planchar, plumajear, pobrón, pontazguear, porquerizo, porredana, portuguesillo, protecturía, rameril, *ramilletero, *regoldar,
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
Art. parvulista del A2DEHA (1910)
Art. parvulista del GDLC (t. V, 1925)
Prácticamente desde la misma combinación de letras se tomaron las voces,
y los textos que las avalaban, del Rebusco de voces castizas (1907) del P. Mir y
Noguera (§ 3.1.3). Evidentemente, los artículos copiados tanto del A2DEHA
como del Rebusco no pertenecían a Pagés, puesto que había muerto en 1902,
sino que fueron despojados de dichas obras lexicográficas por el filólogo
valenciano José Pérez Hervás, quien en torno a 1917 se ocupó de continuar la
redacción del diccionario del figuerense82. Debió de ser tal la labor llevada a
cabo por Pérez Hervás que, cuando en 1931 se dio cima al GDLC, algún diario
de la época, como mostramos en la siguiente reproducción, llegó incluso a
publicitar la obra atribuyéndosela por igual a Pagés y a Pérez Hervás.
requiario, resalgarse, seudocristo, seudoesmeralda, seudofilantrópico, seudomístico,
sexenal, solajero, soplonesco, soplonizar, sotasacristán, sotasacristanil, suri, tartarinesco,
tercerón, *tijera, titulón, tizama, tomayona, tracedente, tutujuleque, ungüentaria, usasted,
*vale, verdegueante, vinarra, vocinglerear, *yema, yepesino, yuncir y zacear.
82 Cf. D. Prieto García-Seco, Cuatro siglos de lexicografía española, págs. 155-157.
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
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El Sol, 20 de junio de 1931, pág. 2
Pese a que Pérez Hervás aprovechó sistemáticamente las autoridades que le
proporcionaba el A2DEHA, renunció a algunas, por ejemplo, las que se hallaban
bajo las voces placentearse, *usurar, vagamundear, xamete, zalomar, zambear o zambullimiento. Por otro lado, se explica en cierto modo que Pérez
Hervás descartara los textos con la indicación «X***» (§ 3.3), dado que, a
primera vista, y sin conocer qué se escondía en realidad tras tal indicación, no
debían de inspirar mucha confianza unos textos cuya autoría no se manifestaba.
Así, dejó de copiar los textos que figuraban en artículos como politiquero,
*propulsión, protectoramente, *resabio, solidarista, solidarizar o unicidad.
Salvo para las tres últimas voces, Pérez Hervás disponía de uno o varios textos
para los demás artículos, lo que explica también que prescindiera de los textos
que le ofrecía el A2DEHA. Sin embargo, la ocultación de la autoría no fue óbice
para que Pérez Hervás utilizara algunos de tales textos; ante esta situación, en
fin, parece ser que pesó más el deseo de autorizar ciertas voces (cf. secundador, signatorio, trallazo, *triunfo, vanidosamente, vitalización o zuequero).
Queremos terminar este apartado dedicado a la influencia del A2DEHA en
otras obras llamando la atención sobre un hecho. Seguramente el consultante
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
asiduo del Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (2001), al realizar ciertas búsquedas, se habrá encontrado con que los únicos diccionarios
que recogen algunas voces son precisamente los de Alemany y Pagés83. Como
fácilmente podrá deducirse a estas alturas, esta coincidencia, que sucede a
partir de la combinación pas-, se debe a que ambos diccionarios se nutrieron
del A2DEHA, aunque, tal y como se ha mostrado, cada uno lo hiciera de distinto
modo.
5. CONCLUSIONES
En este estudio hemos intentado poner de manifiesto que la publicación
del Apéndice segundo (1907-1910) del Diccionario enciclopédico hispano-americano de Montaner y Simón experimentó un importante cambio de rumbo
bajo la dirección de Pelayo Vizuete. Expuestas brevemente las características
principales del cuerpo de la obra (1887-1898), nos hemos centrado en las del
A2DEHA, mostrando algunos de los grupos léxicos que encontraron una acogida extraordinaria en este apéndice: las voces con marcación técnica o con
marcación relativa a diversos ámbitos del conocimiento o de las actividades
humanas; las voces con marcación geográfica, con una presencia importante
de voces americanas; los gentilicios pertenecientes tanto a grandes como a
pequeñas poblaciones, especialmente españolas; o las creaciones léxicas ocasionales, con cuyo registro —como sucedió en el Diccionario de autoridades
(1726-1739) o en el Nuevo diccionario (1846) de Vicente Salvá— se daba cuenta
de las posibilidades creativas del español.
La parte principal de este trabajo se ha dedicado a las fuentes lexicográficas
y textuales empleadas en la elaboración del A2DEHA, con el objeto de precisar
de qué modo establecieron sus redactores el grueso de la macroestructura de
este diccionario. Con respecto a los autores y obras citados, debemos subrayar
que el A2DEHA llevó a cabo un notable esfuerzo de despojo de fuentes primarias, es decir, se trabajó sobre los propios textos, sobre todo, aunque no únicamente, de los siglos XVIII y XIX. Esta labor inductiva —que es a nuestro juicio
la más meritoria— trajo consigo el registro de numerosas voces y acepciones
que, además, se avalaron con citas textuales que, como en la mejor lexicografía,
cumplían la función de ser garantes y ejemplos de uso.
Sin embargo, no todas las voces o acepciones apoyadas en citas fueron
extraídas mediante la lectura y análisis de las obras correspondientes; muchos
artículos, junto con sus citas (en torno a un 20 %), procedían de fuentes lexicográficas que citaban autoridades, como, por ejemplo, el Rebusco de voces
castizas de Mir y Noguera. Es importante poner de relieve este hecho por dos
motivos fundamentalmente: en primer lugar, para interpretar adecuadamente
83 Entre muchísimas otras, nos referimos a palabras como pasionidad, pitónico, platonizar, plenciano, protectoramente, protecturía, semicadáver, semiverdadero, seudocristo,
signatorio, soflamería, solidarista, trotanubes, volatina, yepesino o zuequero.
EL APÉNDICE SEGUNDO DEL DEHA (1907-1910)
AnMal, XXXIX, 2016-2017
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la nómina de autores y textos que ofrecemos al término de este trabajo, puesto
que no pueden considerarse en igualdad las obras a las que recurrió el A2DEHA
(fuentes primarias) y aquellas que fueron manejadas por otros lexicógrafos
en sus diccionarios y, posteriormente, el apéndice las hizo suyas (fuentes
lexicográficas). En segundo lugar, resulta imprescindible distinguir entre los
materiales propios y los ajenos por una cuestión puramente de técnica lexicográfica; hablamos de la falta de homogeneidad en el método de trabajo, que
acarrea, inevitablemente, resultados heterogéneos. Evidentemente, no puede
ser lo mismo —y, desde luego, no lo es— enfrentarse a la lectura de los textos
y a partir de ella cosechar voces y acepciones y posteriormente definirlas que
asumir las definiciones dadas por otras obras, o, como hemos visto a propósito de la obra de Aicardo, crear definiciones a partir de pequeños fragmentos
textuales, descontextualizados, recogidos en las Palabras y acepciones castellanas.
A tenor de lo expuesto en las líneas precedentes, debemos concluir que el
A2DEHA, como toda obra (lexicográfica) de su tiempo, tiene sus virtudes y sus
limitaciones, y para valorarlo oportunamente debe ser juzgado dentro de la
historia de la lexicografía española. Entre las limitaciones, no cabe duda de
que se encuentra la inercia de transitar por los cómodos senderos marcados
por la tradición lexicográfica, asumiendo los materiales «legados» por otros
diccionarios, aunque a nadie se le oculta que entre estos materiales hubiera,
como los hay, algunos de provecho. No obstante lo anterior, con este trabajo
también hemos querido subrayar que el A2DEHA posee una gran virtud que lo
hace acreedor a un lugar destacado en la historia de la lexicografía de nuestra
lengua: haber practicado, aunque parcialmente, la mejor lexicografía, aquella
que se sustenta sobre los pilares de los propios textos.
Logotipo del establecimiento tipográfico-editorial Montaner y Simón
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DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
AnMal, XXXIX, 2016 -2017
APÉNDICE:
NÓMINA DE AUTORES Y OBRAS DEL A2DEHA (1907-1910)
A
Afán de Ribera, F.
Aguilar y Zúñiga, Esteban de
Alarcón, P. Julio
Alba, P. Fr. Pedro de
Alcalá, Dr. Jerónimo de
Aldana, Cosme de
Alvarado, Fr. Francisco
Álvarez, P. Fr. Antonio
Amador de los Ríos, R.
Amunátegui, Miguel Luis
Ángeles, P. Fr. Juan de los
Anónimo
Anónimo del siglo XV
Arce, Fr. Diego José
Arias, P. Francisco
Arnaya, P. Nicolás
Avellaneda, A. F. de
B
Barahona de Soto
Barcia, Roque
Bermúdez de Castro, Diego
Boxadós, Alejo de
Bravo de la Serna, M.
Burgos, P. Juan de
C
Cabrera, Fr. Alonso de
Calila e Dymna
Calvo, Fernando
Calvo Prieto
Camargo, P. Ignacio de
Camos, Fr. M. Antonio de
Cáncer y Velasco, Juan
Castelar
Castigos e documentos del rey don
Sancho
Cavia, Mariano de
Caviedes, Juan de
Collantes, Fr. Juan Francisco de
Concilio de León
Correas, M. G.
Corrella, P. Fr. Jaime de
Cotarelo y Mori, E.
Cruz, Sor Juana Inés de la
D
Dicho popular
Durán, Agustín
E
Enríquez de Salas, Diego
Escarias, Pedro de
Espino, Juan del
Esquivel Navarro, Juan de
F
Fernández de Ayala, Fr. Lucas
Fernández Medina [Benjamín]
Fernández de Navarrete, E.
Fernández Shaw
Fiameta, siglo XV, La
Fons, P. Juan Pablo
Forner, Juan Pablo
French Matheu, V.
G
Gabriel y Galán
Gallego, Juan Nicasio
Gallegos, M. de
Garáu, P. Francisco
García, P. Millán
Gayangos, P. de
EL APÉNDICE SEGUNDO DEHA (1907-1910)
Gazulla de Ursino, C.
Gil de Godoy, Fr. Juan
Gilabert, V.
Gómez Manrique
Gómez Ortega
González Serrano, U.
Gracián, P. Baltasar
Gran conquista de Ultramar, La
Guido y Spano, C.
Gutiérrez González
H
Hernández Blasco, F.
Hogg, Ricardo
Huarte de San Juan, Juan
Huélamo, P. Fr. Melchor de
I
Iglesia, Antonio de la
Iribarren, [P. Fr. Antonio]
Isaacs, [Jorge]
J
Jarque, P. Juan Antonio
Jiménez, A. M.
Juan Manuel, Don
Juventud Triunfante, La
L
Lafiguera, [Gaspar de la]
Láinez, Fr. José
Lamarque, A.
Larios Medrano
Larramendi, P. Manuel de
Ledesma, Alonso de
León, Fr. Bernardo de
Libro de las consolaciones de la vida
humana
Libro de los enxemplos
Libro de los Gatos
AnMal, XXXIX, 2016-2017
López de Arenas, Diego
López Ossorio
López de Yanguas, Hernán
Lorea, P. Fr. Antonio de
M
Maldonado, L.
Malo de Andueza, Fr. Diego
Mansilla, Lucio V.
Martel, Jerónimo
Martínez Zuviría, G. A.
Mélida, José Ramón
Melo
Mena, Fr. Pedro de
Mendo, P. Andrés
Menéndez Pelayo, E.
Mera, [Juan León]
Mir, P.
Mohedanos, PP.
Moncada, P. Jacinto de
Montalvo, Juan
Montoro, A. de
Montoto, L.
Moraes y Vasconcelos, F. B. de
Moreno, P. Fr. Cristóbal
Muniesa, P. Tomás
Murillo, P. Fr. Diego
N
Navarro, Dr. Gaspar
Niseno, P. Fr. Diego
Noticias de Madrid, 1636
O
Obligado, Rafael
Oropesa, Laso de
P
Palma, Ricardo
Pantaleón y Rivera, A.
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246
AnMal, XXXIX, 2016 -2017
Pascual [P. Miguel Ángel]
Peraza, P. Fr. Martín
Pérez de Hita, Ginés
Pérez de Prado
Pineda, P. Fr. Juan de
Plaza, P. Alonso Luis de
Poema de Alfonso onceno
Ponz, A.
Porres, Dr. Francisco Ignacio de
Pregón popular
DAVID PRIETO GARCÍA-SECO
Sánchez Maldonado, Fr. Diego
Santa María, Fr. Francisco de
Saona, P. M. Fr. Jerónimo de
Sbarbi, José M.
Solís, Fr. Rodrigo de
Soto, P. Fr. Andrés de
Suárez de Godoy, P. Fr. Juan
Suárez y Núñez, M. J.
T
Q
Quiroga, A.
Quirós, Pedro de
R
Ramírez y Orta, Dr. Juan
Ramón, Fr. Tomás
Rebolledo, P. Fr. Luis de
Refrán popular
Rimado de Palacio
Ríos de Lampérez, Blanca de los
Roales, Francisco de
Rodríguez, P. Fr. Manuel
Roldán, Belisario
Romancero morisco
Rosell, D. Cayetano
S
Sal, Juan de la
Salazar, Esteban de
Salazar, Eugenio de
Salvatierra, P. Andrés de
Sánchez, M. Pedro
Tobar, Carlos R.
Trabalenguas populares
Trad. anón. de Ausias March (siglo XVI)
V
Vaca de Castro, Lic.
Valderrama, P. Fr. Pedro de
Valdivia, Per. de
Valera, L.
Vega, P. Fr. Alonso de
Vega, P. Fr. Diego de la
Vega, Fr. Pedro de
Vegas, Damián de
Viajes de Fray Gerundio [Modesto
Lafuente]
Villalba, Juan Francisco de
Villarroel, Torres
Villegas, P. Bernardino de
Vitoria, P. Fr. Ignacio de
Z
Zamora, P. Fr. Lorenzo de
Zorrilla de San Martín