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METAKINEMA | R e v i s t a d e C i n e e H i s t o r i a HISTORIA DE UN ESTEREOTIPO: LA IMAGEN DEL VIKINGO EN EL CINE History of a Stereotype: Depicting Vikings on the Big Screen Lcdo. Alberto Robles Delgado Doctorando en Hstoria Granada Recibido el 11 de Julio de 2 017 Aceptado el 14 de Septiembre de 2 017 Resumen. Si empre que oímos l a pal abra vi ki ngo acude a nuestra mente una i magen muy ca racterísti ca con una i conografía muy concreta, conformando un estereoti po muy cl aro. Esta i magen, muy al ejada de l a realidad hi stóri ca que conocemos me jor cada día, comenz ó a construi rse durante el si glo XIX y adqui rió toda una seri e de característi cas que l a defi ni rán en sí mi s ma, muy l i gadas al mundo de l a ópera y l os grandes hall azgos arqueol ógi cos. Con el surgi mi ento del ci ne un ti empo después, esta i magen se rescatará y revitali zará para l as nuevas producciones artísticas. Su capaci dad para acceder al públi co de masas perpetuará esta i magen en nuestro i magi nari o, dando lugar a uno de los estereotipos más conocidos del mundo. Palabras clave . Vi ki ngos, Romanti ci smo, Ci ne, Hi stori a, Estereotipo Abstract. W henever we hear the word Vi ki ng, some co mmon i mages co me to our mi nds, and a very speci fi c i conography forms a very cl ear stereotype. These i mages wer e formed duri ng the XIX century and see m very far from the hi stori cal reali ty that, onl y recentl y, some schol ars have been presenti ng after deep sci enti fic research. Many of the stereotypes about Vi ki ngs were created wi thi n the context of the li bretto of some operatic works and others inspired by few archaeological findings. W ith the emergence of ci nema, those i mages were rescued and found a new l i fe i n producti ons that keep perpetuati ng those images i n gl obal i magi nary. Keywords. Vi ki ngs, Romanti ci sm, Ci nema, Hi story, Stereotype. Introducción: La i magen en torno a los vi kingos si empre ha si do una i magen sesgada y desvi rtuada, fruto de la vi si ón proyectada por l os croni stas y regi stros de l a época medi eval , que rel ataban pri nci pal mente l os ataques sufridos por los nórdicos; y del hecho de que toda su tradición fuera de cará cter oral y no se recogiera por escrito hasta varios siglos después. Esta visión otorgó a los vikingos la condición de bárbaros y sanguinarios, lo que supuso un rechazo por parte de l a soci edad escandi nava, total mente cri sti ani zada, que veía esta etapa com o sal vaje y vi ol enta. No será hasta el si gl o XIX cuando l a figura de l os vi ki ngos resurgi rá como un el emento de i denti dad nacional y de rechazo a corri entes de pensami ento más cl asi ci stas. Lo interesante de este peri odo, conoci do como el Romanti ci smo, es q ue se dotará a l a fi gura del vi kingo de una seri e de el ementos que l o caracteri zarán y lo defi ni rán en sí mi smo, si endo el resul tado una i magen total mente estereoti pada que se i mpondrá en el i magi nari o colecti vo e i ncl uso ll egará hasta nuestros días. En este contexto, el cine jugará un papel fundamental como vehícul o transmi sor, pues será el encargado de recoger esta i magen generada si glos atrás, y ll evarl a a l a gran pantall a y a un numeroso públi co que fue conformando su propi a i dea sobre l os nórdi cos. De manera inel udi bl e y defi ni toria el cine perpetuará este estereoti po, creándose una si mbi osi s entre l a idea de vi kingo y l os elementos que l o caracterizan. Mucho se ha l uchado en contra de esta representación deci monóni ca y carente de veraci dad hi stóri ca, q ue a día de hoy se encuentra más o menos superada, pero que a pesar de todo se ni ega a abandonar nuestro i magi nari o a fal ta de encontrar nuevos símbol os de carácter uni versal que redefi nan l os novedosos conceptos emergentes en torno a l a cul tura vi ki nga. El objeti vo del presente trabajo es anali zar estos el ementos que conforman l os si gnos i denti tari os de l os vi ki ngos, como l os míti cos cascos con cuernos o l as famosas e mbarcaci ones con mascarones en forma de dragón, entendi endo cómo y c uándo surgen y porqué se han converti do en l a marca de i dentidad de esta cul tura, así como el papel que ha jugado el ci ne en este hecho. Los vikingos Si observamos el catál ogo de pel ículas que tratan sobre temáti ca nórdi ca, comprobaremos que la i nmensa mayoría l l evan por títul o l a pal abra “vi ki ngo”, o l a conti ene de al guna manera. Al gunos ejempl os son: The Viking (R. Neil, 1928), Las Mujeres Vikingo y la Serpiente Mar (R. del Corman, 1957), Los Vikingos (R. Fleischer, 1958), Vikingos (A. Kravchuk, 2016), etc. The Viking (R. Neil, 1928), © W arner Home The Vikings (R. Fleischer, 1958), © W arner Home Video Video Este térmi no es general mente utili zado para desi gnar a la pobl aci ón escandi nava de l os si gl os IX al XI, así como a toda una cul tura perfectamente l ocali zada en unas coordenadas espacio -temporales muy concretas, conocida en hi stori a como l a Era Vi ki nga. Aun así, si escrutamos este térmi no con mayor profundi dad nos daremos cuenta de que esta palabra posee unas connotaci ones mucho más profundas, y es que a día de hoy l a pal abra vi ki ngo se ha convertido en un si nóni mo absol uto de sal vaji smo, barbari e, borracher a y feroci dad. Estas acepci ones despecti vas son herenci a di recta de l a Edad Medi a, donde l os mon jes de l a época recogían en sus cróni cas l os numerosos ataques sufri dos a manos de los escandi navos, convi rtiéndose estos escri tos en l as fuentes pri nci pal es pa ra el conoci mi ento de esta cultura (a excepci ón de l as fuentes propi amente escandi navas). Es destacabl e el hecho de que en l as diferentes fuentes medi eval es no aparezca el término vikingo para francos, aludir a estos, siendo o dani (daneses) por empl eados otros nombres como normanni (hombres del Norte) por l os los anglosajones. como f inngheinnte o fionnlochlonnaigh (extranjeros En las fuentes blancos) irlandesas para utilizaron referirse a otros los vocablos noruegos, y dubhlochlonnaigh (extranjeros negros) para referi rse a l os daneses, a l os que diferencian no por moti vos étni cos, si no por el color de sus escudos o sus afi ni dades pol íti cas, en una Irl anda total mente di vi di da por l as guerras intestinas. Si nos aleja mos hacia el este veremo s que los térmi nos cambi an, donde árabes y bi zantinos empl earan l a pal abra rus, probabl emente adquirida del fi nés ( Routsi si gnifi ca Sueci a) y tambi én en las fuentes griegas los denomi nan como vaering o vareg, que significa algo si mi l ar a “agente comerci al”. Incl uso l os hi spano-árabes se referían a l os nórdi cos como madjus (i nfi el es, descreídos) (Moral es 2004: 32). El ori gen de l a palabra vi kingo es desconocido, seguramente fuese una pal abra de origen germáni co que paso al nórdi co anti guo como vik ingr, tal como pode mos ver en cróni cas angl osajonas e i nscri pci ones rúni cas. Este térmi no suel e hacer referencia a i ndi vi duos que se embarcan en un vi aje, normal mente junto a otros, con i ntenciones pi ráti cas o mi l i tares. La eti mol ogía de l a pal abra vi ki ngo es una cuesti ón sobre la que no exi ste consenso a día de hoy, habi endo mul ti tud de teorías al respecto. Muchos han queri do ver el parentesco con la pal abra Viken, regi ón noruega en el fi ordo de Osl o, como “habi tantes de este l ugar o que proceden de él ”; o con el vocablo vik(ensenada) haci endo referenci a a l a utili zaci ón de estas como l ugares para embarcar o esperar/acechar (Brink 2008: 6). Otra versión enlaza con el térmi no germano wic, procedente del l atín vicus (empori o, l ugar comercial ) en rel aci ón al carácter comerci al de estos, si endo sus expedi ciones “de vi cus en vi cus” (Boyer 2000: 28); aunque esta hi pótesi s surge cuando se comi enza a atenuar el lado guerrero de los vi kingos, favoreci endo l a i magen de comerci antes (Bri nk 2008: 6). De todo esto podemos di l uci dar que el térmi no vi k i ngo no fue utili zado ni por l os propi os escandinavos, ni por sus contemporáneos medi eval es, para referirse a todos esos puebl os que conformarían l a cul tura nórdi ca, como ocurre a día de hoy; si no que haría referenci a a la faceta más “aventurera” de estos, si endo l os vi ki ngos l os i ndi vi duos de ori gen escandi navo que se embarcaban en expedi ci ones, de talante pi ratesco, para obtener beneficios. Habrá que esperar hasta la l legada del Romanti ci smo en el sigl o XIX para que l a palabra vi kingo re -aparezca y se reconvi erta en un térmi no de característi cas uni versal es, acotando y defi ni endo l o que entendemos hoy día por vikingo. El principal responsable de esto fue el sueco Erik Gustaf Geijer con su poema The Vik ing (1811) (Hofstra 2003: 148), en el que representa a l os nórdi cos como personajes heroi cos, vali entes y atrevi dos, en una Escandi navia en pl eno auge del nacionalis mo y de la búsqueda de un pasado gl ori oso, donde la faceta de paganos y violentos comenzaba a i mp ortar menos. Junto con esto encontramos una Inglaterra victoriana enfebrecida con los vikingos, que con sus traducciones al inglés jugó un papel clave como el e mento de di fusi ón. Sabi endo que muchísi mas pel ícul as relacionadas con el mundo nórdi co, ll evan por títul o l a pal abra “vi ki ngo” y ahora que hemos vi sto con más detal le l as si gni fi caci ones que ti ene el térmi no en toda su di mensi ón, podemos pl antear una pregunta ¿es l íci to e mpl ear l a pal abra vi ki ngo como títul o para referi rnos a l as pel ículas de esta temáti ca? Si nos detenemos a observar las pel ícul as sobre vi kingos, casi todas presentan un patrón común: se trata de pel ículas de acci ón donde una parti da de hombres se e mbarca para perpetrar una serie de ataques y hacerse con el botín, en busca de venganza o de reparación del honor debido a alguna afrenta , para resolver los probl emas de otras naci ones i ncapaces, o para vi ajar hacia ti erras l ejanas y exóti cas. Además , el papel de l os vi ki ngos será el de guerreros sal vajes y sin compasi ón rozando, en muchos casos, el antagoni smo; pero aun así, honorables y valientes. Este ti po de pel ícul as no suel en expl orar l a cul tura y sociedad de l os escandi navos del Medievo mostrándonos la vida en el fiordo, sus ritos y costumbres o los posibles probl emas que pudieran surgir en estas comuni dades. Estos ámbi tos corresponde rán más al género documental que se suele revesti r de ese halo de veraci dad hi stóri ca, pero que de manera recurrente i ncurre en l os mi smos cl i chés. Por tanto, si la palabra vikingo engloba al escandinavo que se embarca a hacer de pirata en busca de ri quezas, así como al noble, vali ente y aguerri do bárbaro del Ro manti ci smo, si l o comparamo s con el vi ki ngo despiadado, feroz y honorable, del ci ne, creo que podemos resol ver que no hay me jor manera de ti tul ar una pel ícula sobre vi ki ngos, pues el ci ne no ha hecho más que rescatar l a esenci a mi s ma del estereotipo forjado a l o largo de ci entos de años y llevarl o a l a gran pantall a, generándose una i mbri caci ón perfecta entre i magen e idea que ha perdurado hasta nuestros días. Cascos con cuernos Posi bl emente estemos ante el el emento más representati vo de l os vi ki ngos, ya que no hay una i magen más cl ara que defi na el estereoti po me jor que el casco con cuernos. Es un objeto controverti do pues sabemos que se trata de un fal so hi stóri co que durante mu chos años se ha converti do en el i cono de l a l eyenda vi ki nga, exi sti endo una feroz batal la por eli mi narl o de las representaci ones de l o nórdi co. Paradóji camente el casco con cuernos se ha eri gi do como l a i magen de l o vi ki ngo, si endo esta pi eza el referente vi sual que necesi tamos para saber con lo que estamos tratando. Por supuesto el ci ne ha si do uno de l os pri nci pal es promotores y di fusores de esta i magen, apareci endo cascos con cuernos en prácti camente l a totali dad de pel ículas del género, i ncl uso en las más reci entes. Podemos de decir cl aramente que el cine ha jugado un papel clave en el afi anzami ento la i magen estereoti pada que conservamos de los vi ki ngos hoy día. Para conocer el ori gen de esto, debemos retrotraernos a l os co mi enzos del si gl o XIX, donde las guerras napol eóni cas habían dejado un panorama desol ador en Escandi navia. Ai sladas comerci al y di pl omáti camente, Sueci a y Di namarca se encontraban en l a bancarrota, y Noruega ni si qui era di sponía de autonomía propi a, dependi endo ahora de l a corona suec a (1). Infl uenci ados por l as i deas del romanti ci smo al emán, surgi ó un movi mi ento de carácter nacionalista y patriótico que abogaba por la tradición, la cultura popular y la búsqueda de una identidad a través de la gloria ancestral (García 2015: 91). Esta m irada hacia el pasado recayó en l os vi ki ngos, que emergi eron del ol vi do como un moti vo de orgull o y poder, recordando l os ti empos en los que toda Europa temi ó a l os hombres del Norte. Este resurgi mi ento debemos vikingo mencionar la se vivió figura del con fuerza sacerdote en y Escandi navi a, como poeta Nikolai por Grundtvig, ejemplo que en en Dinamarca, donde 1808 publicó Nordens Mytologi, un manual sobre mi tol ogía nórdi ca, en el que recuperó l os anti guos mi tos paganos escandi navos. Mi entras tanto hacía camp aña para i nfundi r al si stema educati vo naci onal un “espíri tu vi kingo”, en el que enseñar a l os jóvenes l a grandeza de sus antepasados vi ki ngos capaces de domi nar el Mar del Norte. Fruto de esto fue la creaci ón en 1860 de un i nsti tuto donde se enseñaba fol k l ore nórdi co. Así mi s mo, en el año 1811 se fundaba en Estocol mo una sociedad patri óti ca ll amada Götiska Förbundet (l a Soci edad Góti ca), que consi stía en un grupo excl usi vamente ma sculi no que cel ebraba el pasado góti co de Sueci a. No era un grupo preocupado por l a hi stori a vi ki nga, sino má s bi en por esa vi si ón i deal i zada y románti ca del pasado sueco. El Romanti ci smo se de jó senti r con fuerza en el ámbi to artístico donde esta nueva corri ente de gl ori fi caci ón del pasado bárbaro, trajo consigo la idea de definir la identidad a través de la exploración de la historia y la cul tura, surgi endo la necesi dad de representar vi sual mente l as narraci ones del pasado, tanto hi stóri cas como mi tol ógi cas, así como del fol klore popul ar escandinavo. Esto supuso un desafío que fue enfrentado por todos l os arti stas románti cos: ¿Cómo artistas no tenían idea alguna representar de có mo a los los dioses y héroes dentro antiguos nórdicos de i magi naban un a contexto sus dioses nórdico? y Estos héroes. La fabri caci ón de i mágenes de es e pas ado debe haber si do creada no sol o a parti r de l as parcas descripciones li terari as y l as ropas campesi nas de las pobl aci ones del i nteri or, sino tambi én de un pasti che de infl uenci as de l a cultura greco -romana (2) y l as representaciones medi eval es de la Eur opa Central (De Mi randa 2017: 240-241). A pesar de l a búsqueda de la cul tura material , l as excavaci ones más si gni fi cati vas ocurri eron a final es de siglo, ya que entre los años 1820 y 1860, la arqueología se centró principal mente en el estudio de monu mentos. A pesar de esto la arqueol ogía podría haber jugado un papel fundamental en la creaci ón del mi to de los cascos con cuernos, en el hallazgo de ciertos objetos de relevancia que podrían haber servido de inspiración a la hora de representar a los vikingos. Co menzaremos destacando los famosos cuernos de oro de Gallehus, encontrados en l a penínsul a de Jutl andi a y datados en el siglo V. No se conservan los originales, pues estos fueron robados y fundidos, pero se reali zaron unos detall ados di bujos por l os que sa bemos que a mbos cuernos tenían una seri e de grabados, donde aparecían unas fi guras portando unos tocados con l arguísi mos cuernos a l os que se l es ha atri bui do una función si mbóli ca y ceremo ni al más que co mo orna mentación de un casco de guerra. Otro eje mpl o podría ser el cal dero de Gundestrup, encontrado en Di namarca en 1891, donde se representa al dios cel ta Cernunnos con un casco con una enorme c ornamenta de cérvi do. No hay que ol vi dar el descubri mi ento de unos auténti cos cascos con cuernos en Vi kso (Zel an dia), dos pi ezas de bronce que datan del pri mer mi l eni o a.C. y cuya función se cree, de nuevo, de carácter ritual (García 2015: 155 -156). Cuernos de oro de Gallehus, © wikimedia. Cascos de Vikso, © wikimedia. Otro hall azgo arqueológi co mu y i nteresante seri a l a pl aca de bronce de Torsl unda, encontrada en 1870 en Öl and, Sueci a, y que data del si gl o VI. En ell a aparecen dos guerreros armados reali zando al gún tipo de danza ri tual , uno vesti do con una pi el de l obo y otro portando un casco con enormes cuernos. Esta pi eza pudo haber esti mul ado el mi to del guerrero de casco con cuernos cuando fue il ustrado en el exi toso li bro de 1889, de Du Chaillu, La Era Vikinga (Hall 2008: 219). Los l ibros arqueol ógi cos fueron otro e l emento muy i mportante en l a época, ya que posi bl emente aportaran toda una i nformaci ón vi sual sobre pi ezas y equi po de l os antiguos bárbaros. Li bros como La Guía de la Arqueología del Norte (1836) de Chri stian Thomsen o Las Antigüedades Prim it ivas de D in am arca (1843) de Jens W orsae, gozaron de fama y presti gi o i nternaci onal (Langer 2002: 8). La pri mera representaci ón de vi ki ngos con cuernos en la cabeza se remontaría al año 1820 y seria obra del pi ntor sueco Gustav Mal mström. Él fue el il ustrador de la obra de Esai as Tegner, La Saga de Frithiof , una vi si ón moderna de un héroe escandinavo, en la cual el artista representa a l os l íderes viki ngos con unos pequeños cuernos en el l ateral de sus cascos. Aun así, esta i magen no se convertirá en un patrón a seguir por el resto de arti stas, pues podemos encontrar trabajos como Haakon el bueno (1860) o Jefe Vik ingo (1865), del noruego Peter Ni col ai Arbo, donde el ni vel de detall e de armas, ar maduras y vesti me ntas es bastante bueno y preci so. Incl uso en arti stas extranj eros podemos encontrar un enorme ni vel de detall e y preci si ón, como el i ngl és W . G. Colli ngwood y su obra The Thingvellir (1870) (Langer 2002: 6 -7). Haakon el bueno (Peter Nicolai Arbo, 1860), © wikimedia. El auténti co hi to que afi anzará defi ni ti vamente el mi to del viki ngo con casco con cuernos, se produci rá en 1876 en Al emani a y s erá el estreno de l a ópera de El Anillo d e los N ibelungos del composi tor al emán Ri chard W agner. El “cul pabl e” de esto será el di señador de vestuari o de W agner, Carl Emi l Doepl er, qui en para l a pri mera producci ón en Bayreuth decidi ó i ntroduci r cascos con cu ernos en al gunos actores como parte del vestuari o. Fue desde entonces cuando se empezó a propagar ese tocado a l o l argo de l as numerosísi mas representaci ones de l a obra, hasta converti rse en un element o i nel udi bl e y una seña de identi dad del mundo vikingo (Frank 2000: 199-200). W agner consi guió crear toda una estéti ca que arrai gó en el i ma gi nari o de l a época de una forma sorprendente, de manera que no fuera posible entender y reconocer el mundo ger máni co sin los elementos de su parafernalia. La grandiosidad de todo esto reside en que fue capaz de elaborar las señas de identidad de todo un mundo ger máni co, pero desde l as premi sas propi as de un contexto bárbaro. Incl uso dotó de toda una seri e de el ementos característicos a toda una panoplia de personajes, desd e heroicos caballeros a dioses todopoderosos, que se convirtieron en un referente visual e identitario. Todo esto, junto con un poder de di fusi ón i nternaci onal y l a capaci dad de ll egar a un gran públi co, eri gi ó a l a estéti ca wagneri ana como l a única y domi nante en el i ma gi nari o colectivo de todo el mundo occidental, lo que ha durado hasta la actualidad. Cuando el ci ne surgió como una nueva enti dad artísti ca capaz de ll evar la representaci ón de i mágenes a otro nivel, se volverá a enfrentar al reto de retrata r un pasado y darle una apariencia física y tangible. Para ello buscó referenci as en l as artes que l e precedi eron, como l as artes pl ásti cas, l a fotografía, la ópera, etc., y adquirió todos aquellos iconos visuales e identitarios, y sobre todo reconocibles por el público. Si bien con el ti empo el cine creó sus propios el ementos estéticos, en algunos casos las herencias deci monóni cas permanecerán i ncorrupti bl es como es el caso de l os vi ki ngos y sus cascos con cuernos. Nos guste o no, el casco con cuernos se h a converti do en un componente propi o y excl usi vo de l os vi ki ngos que l os caracteri za e identi fi ca con respecto a otros bárbaros. En al guna ocasión se ha representado tambi én a l os vi ki ngos con cascos al ados, otro elemento de l a estéti ca wagneri ana, pero ex i sten otros eje mpl os de bárbaros con ese tocado, much o más reconoci bl es, como por eje mpl o l os míti cos galos Asteri x y Obel i x. Otro eje mpl o lo dispuesto tenemos a con asolar las la película El tierras de Arturo (A. Rey Fuqua, Britania. Estos sajones son 2004) en la que aparece representados con una el ejército estética sajón total mente “bárbara”: pel o l argo y andrajoso, enormes y tupi das barbas, vesti dos con pieles y cuero, portadores de enormes hachas. Estas característi cas podrían haber si do típicas de l a representaci ón de un vi ki ngo, pero la falta del casco con cuernos crea en el espectador una pérdida de referentes visuales y por tanto la no i dentifi caci ón de estos bárbaros co mo vi ki ngos, a pesar de su enorme si mi li tud. El caso contrario ocurre en la película El Guía del Desfiladero (M. Nispel, 2007), donde a pesar de que los vikingos que aparecen en este fil m son representados casi de manera de moníaca o fantásti ca, el ser portadores de cascos con enormes y retorci dos cuernos hace que l a i denti fi cación con l o nórdi co sea i nmedi ata. Podemos afi rma r por tanto que este tipo de casco se ha unido de manera tan estrecha a la figura del vikingo que incluso nos cuesta reconocerl os como tal si este elemento no está presente. Barcos vikingos El barco vikingo es una de las i mágenes más icónicas de esta cultura. Sin duda alguna este el emento representa el carácter aventurero y maríti mo de l os nórdi cos y se convi rti ó en el motor que posi bi li tó la expl oraci ón, el comerci o, l os saqueos y l os asentami entos en nuevos terri tori os, tan típi cos de l a Era Vi ki nga. La geografía escandi nava ha i nci tado a cuantos pobl adores se han asentado en su terri tori o a mi rar haci a el mar. Di na marca, compuesta por toda una serie de i sl as vi sibl es entre sí, Sueci a con sus i sl as, ensenadas y el mar Bál ti co, y Noruega formada por una enorme l ínea de costa, sal pi cada por i sl as y fi ordos que se adentran haci a el interi or. De este modo el mar se presenta como un recurso ali menti ci o de pri mera necesi dad, pues no todas l as ti erras de Escandi navi a son aptas para l a agri cul tura, o co mo una vía de transporte y co muni caci ón. Por eso no es de extrañar que se desarroll ara una l arga e i mportante tradi ci ón náuti ca entre los habi tantes de este lugar. Las pri meras muestras de e mb arcaci ones l as tenemos en una ser i e de canoas, hechas de troncos vaci ados, que datan del Neolítico (hacia el 3500 a.C.), y en la Edad del Bronce (hacia el 1500 a.C.), se encontraron una serie de dibujos rupestres que representan unos botes fabri cados con pieles de ani mal es extendi das sobr e una cuaderna de madera. Estos botes i rán evol uci onando y para l os pri meros si gl os después de Cri sto, se construirán medi ante el méto do del tingladillo, característico de los barcos vikingos, y consistente en confecci onar l os l ateral es del barco pl ancha p or pl ancha. Para l os si gl os V y VI encontramos e mbarcaci ones muy pareci das a l as naves vi kingas, en cuanto a su estructura, pero no di spondrán del elemento cl ave que hará a l os barcos vi ki ngos superi ores, l a vela, ya que hasta ese mo mento todas l as e mbarca ciones se movían a fuerza de remo. No sabemos con exacti tud cuándo y cómo se i ntrodujo l a gran vel a cuadrada, que será característi ca de l as naves vi kingas, pero su adopci ón permi tió reduci r de manera consi derabl e el esfuerzo de l os vi ajes, así como el ti e mpo necesari o para reali zarlos. Por supuesto el uso de la vela no si gni fi có el abandono de l os remos, de hecho, será l a utili zaci ón de ambos si stemas l o que dotará a l os barcos vi ki ngos de gran versatilidad (Atkinson 1990: 17). En ti empos recientes, princi pal mente co mo la un i ma gen sí mbo l o del barco nacional y vikingo de ha identidad sido utilizada cultural. La de muy i magi nería diversas vikinga maneras, se ha pero empl eado repeti damente para evocar la sensación de un pasado gl ori oso, y el i cóni co barco vi k i ngo se presta a l a perfecci ón para este cometi do, así como para resal tar ciertos aspectos del carácter vi ki ngo como l a vel oci dad, l a fuerza, l a resi stenci a y l a mascul i ni dad. Por ell o no es de extrañar que a l o largo de l os años haya apareci do en monedas, bi lletes, sell os y marcas comerci al es de todo ti po. Un cl aro ejempl o de l a creaci ón de una i denti dad escandinava a través del barco vi ki ngo, como fi gura pri nci pal , podemos verl o en l os bill etes que emi ti ó el Sino-Scandinav ian Ba nk , un banco chi no con parti cipaci ón noruega que operó brevemente en l os años 20, y que empl eó l a i magen de un estili zado navío vi ki ngo en uno de sus l ados, apareci endo en el otro la gran mural la china. La yuxtaposi ci ón de estas i mágenes deja cl aro el estatus adquirido por el barco vi ki ngo como i magen de toda una Escandi navia (W illiams 2014: 12 -14). Co mo no podía ser de otra man era el cine ha recogi do este i cono del mundo vi ki ngo y l o ha ll evado a la gran pantall a en numerosas ocasi ones. Paradóji camente, l a representaci ón de estos ba rcos en las pel ícul as ha soli do gozar de un ni vel de veraci dad hi stóri ca bastante bueno, aunque presente sus i mperfecci ones, pues no ha sido la intención de los directores recrear copias exactas de barcos vikingos, sino de rescatar los el ementos más caract erísti cos para que se sepa que se trata de un barco vi ki ngo y no de ningún otro. Como deci mos, se trata de representaciones bastante ajustadas a la realidad arqueológica, lo que resulta sorprendente si tenemos en cu enta que todo el estereotipo viki ngo está montado sobre fal sos hi stóri cos. La respuesta a este hecho se encuentra en la arqueología y es que a finales del siglo XIX y principios del XX se ll evan a cabo el descubri mi ento de dos embarcaciones vi ki ngas, el barco de Gokstad (1880) y el de Oseberg (1904), en unos i nme jorabl es estados de conservaci ón que permi ti eron un conoci mi ento exhausti vo sobre l as embarcaci ones nórdi cas. Excavación del barco de Oseberg (1904), Vestfold, Noruega, © wikimedia. . El barco de Gokstad aproxi mada mente en el es 900 un barco d.C. La tumba parte vikingo superior que de la fue proa encontrado en y la popa, que Vestfold, quedaba Noruega, más cerca datado de la superfi ci e, había desaparecido, y el másti l , con seguri dad, lo habían cortado para que no asomara por enci ma del montícul o, pero aparte de esto, el resto de l a nave estaba compl eta, a pesar de haber sufri do al gunos daños y un profundo expolio de su ajuar funerario (Atkinson 1990: 9). Lo interesante de este barco es que permi ti ó crear una répli ca, que fue bauti zada como el Viking, que navegaría hasta Norteaméri ca con moti vo del 400 aniversario del viaje de Cristóbal Colón. El 30 de abril de 1893 el navío partió de la ciudad noruega de Bergen y arri bó a costas ameri canas el 13 de juni o, si endo posteriormente mostrado en l a expo uni versal de Chicago, y poniendo de manifiesto que los barcos vikingos eran perfectamente capaces de cruzar el Océano Atl ánti co (W illiams 2014: 8 -10). El barco de Oseberg, encontrado tambi én en Vestfol d, a 20 km de Gokstad, es un navío de di mensi ones más reduci das y fechado en torno al 800 d.C. y cuyo di seño l o hace poco apropiado para el mar abi erto. Qui zá fue construido para navegar en las aguas resguardadas de un fiordo, o quizá para recorrer la costa cuando hacía buen ti empo, es dec i r, confeccionado o bi en como nave de recreo, o bi en como sí mbol o de grandeza pol íti ca de su propietari o (Atki nson 1990: 19). Lo espectacul ar es l a decoraci ón grabada en madera que presenta en proa y popa, y la riqueza del ajuar funerario. Al i gual que el casco con cuernos, el barco se ha converti do en un elemento de referenci a e identi fi caci ón propio de los vikingos, apareciendo en una infinidad de películas y asegurándonos que es de vikingos de lo que estamos tratando en el film, ya que pa rece que el resto de bárbaros no vi aja en barco. Ese espíri tu aventurero e i ntrépi do del puebl o escandi navo queda perfectamente recogi do en l as pel ículas de este género, pues si empre hay al gún ti po de vi aje o trayecto que real i zar, y que es funda mental par a el desarroll o de la trama, si es que esta no versa por compl eto sobre un vi aje en sí. Por supuesto estos viajes si empre se reali zan en barco, y en casi todas l as travesías se atravi esa una feroz tormenta que sol o l os aguerri dos y vali entes vi kingos están capacitados para cruzar, poniendo de mani fi esto ese espíritu arri esgado y sal vaje e i ncl uso dejando l a i dea subyacente de que l os vi kingos y sus embarcaci ones son l os auténticos señores del mar. Ade más del vi aje físi co en sí, el barco se transforma en u n medi o de transporte haci a el más al l á, donde el gran héroe de la pel ícul a muerto en batall a y habi endo alcanzado todos l os honores, reposa en su navío que tras ser prendi do en fuego, i ni ci a su úl ti mo vi aje haci a la otra vi da. Esta estampa se repi te de mane ra habitual en este ti po de pel ículas y vuel ve a converti r al barco vi ki ngo en un elemento i ndi spensable pues nos costaría i magi nar otro ti po de funeral que no fuera este. Funeral de un vikingo (Frank Dicksee, 1893), © wikimedia. El barco compl eta l a i magen que poseemos sobre l os vi ki ngos ya que va más all á de la estética, si endo esta l a hi stori a de una rel aci ón entre el vi ki ngo y su navío, representando este l a encarnaci ón materi al de la expl oraci ón y la aventura, del deseo de con ocer l o i nexpl orado y no te merl e a nada, creándose una rel aci ón en la que no podríamos entender al uno si n el otro, ni vi ceversa. Conclusiones La i magen respondido arquetípica que a históricas razones tenemos en de los su creación, vikingos es sino un que constructo se ha total mente forjado a artificial, partir del que juicio no ha emi ti do posteri ormente por l a búsqueda de una i denti dad naci onal que se basó en su fi gura. Se l a dotará de una i conografía propia que responde al deseo de resal tar determi nados aspectos de un carácter fi cti ci o, aunque hasta ci erto punto hi stóri co, que se convertirán en l os referentes vi suales que definirán de ma nera tangibl e la idea sobre los vikingos. Esa i magen fabri cada estará li sta a fi nal es del sigl o XIX y permanecerá vi va hasta bi en entrado el si gl o XX, si bi en es ci erto que vi vi rá una época de decadenci a debido a la reapropi ación que sufre esta i magen por parte de los nazis, que acabará generando un rechazo hacia lo vikingo, aunque no llegará a desaparecer en su plenitud. El cine será el encargado de rescatarla y devolverle toda la grandilocuencia con la que había contado, ll egando incl uso a afinar aún más todos esos el ementos que caracteri zarían al vi kingo, afi anzando de una manera i rrevocabl e este estereotipo en el i magi n ari o col ecti vo del mundo entero. Pero el ci ne, y l a i magen que proyecta, es una real idad vi va y ca mbi ante y l o que parecía que ja más tendría fi n sufri ó un cambi o drásti co. En el año 2013 se estrena en tel evi si ón l a seri e de Vik ingos (M. Hi rst, 2013) que supondrá una reacti vación a gran escal a del fenómeno vi ki ngo, así como un au mento tota l del interés por esta cul tura. Pero esta seri e no sol o ha supuesto una “edad dorada” de l os vi ki ngos, si no que ha cambi ado de una manera patente l a i magen estereoti pada cl ási ca del vi kingo. Se han superado ci ertos conceptos como el del casco con cuernos, se ha evolucionado en la estética “bárbara” y se han añadido elementos nuevos que transforman l a i magen arquetípi ca y deci monóni ca del vi ki ngo. Sería muy osado deci r que es te estereoti po ha sido total mente superado y erradicado del i magi nari o en pos de uno nuevo, pero desde luego se están produci endo cambi os notabl es. En definitiva, la relación entre los vikingos y el cine es larga y prolífica y lo va a continuar siendo, compro meti endo de forma i nnegabl e l a i magen que podamos tener de esta cul tura y l a forma de acercarnos a ella. Notas (1) Di namarca resul tó perjudi cada tras l as guerras napol eóni cas y tuvo que ceder Noruega al rei no de Sueci a, tras fi rmar en 1814 el tratad o de Ki el . El tratado permi tió l a posesi ón de l as anti guas provi nci as noruegas de Islandia, Groenlandia y las Islas Feroe. (2) Con pasti che de la cul tura greco -romana, queremos hacer referencia a l a costumbre pi ctóri ca occi dental de representación de l a Edad Medi a, que fue reaprovechada por el Romanti ci smo de forma general . Bibliografía ATKINSON I., Los barcos vikingos, Akal, Madrid, 1990. BOYER R., La Vida Cotid iana de los Vik ingos (800 -1050), Medievali a, Pal ma de Mall orca, 2000. BRINK S., “W ho were the vikings?”, en BRINK S. y PRICE N. (eds.), The Viking World, Routledge, Londres, 2008, 4-7. DE MIRAN DA P.G., “A Caçada Sel vagem de Asgard, Nacionali smo e Mi to na Noruega do Século XIX: considerações sobre a obra de Peter Nicolai Arbo”, Roda da Fortuna 6, 1 (2017), 232-249. FRANK R., “The i nventi on of the Vi ki ng horned hel met”, International Scandinav ian and medieval studies in memory of Gerd Wolfgang Weber (2000), 199-208. GARCÍA PAC HECO C.L., La Verdad de los Vikingos. La Civ il i za ción V ik inga en el Cine , Ma dri leni an, Madri d, 2015. 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