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La vitalidad de las voces indígenas: arte rupestre del contacto y en sociedades coloniales Instituto de Investigaciones Estéticas Director: Renato González Mello Secretaria Académica: Geneviève Lucet Coordinador de Publicaciones: Jaime Soler Frost La vitalidad de las voces indígenas: arte rupestre del contacto y en sociedades coloniales Edición a cargo de Fernando Berrojalbiz Univesidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Estéticas México 2015 Catalogación en la fuente Dirección General de Bibliotecas, unam N5310.C65 2010 LIBRUNAM 1859955 Coloquio Internacional sobre arte rupestre del contacto (1: 2010: Oaxaca, Oaxaca) La vitalidad de las voces indígenas: arte rupestre del contacto y en sociedad coloniales / edición a cargo de Fernando Berrojalbiz — Primera edición 474 páginas: ilustraciones ISBN 978-607-02-7555-5 1. Pintura rupestre — Congresos. 2. Pinturas en roca — Congresos. 3. Petroglifos — Congresos. 4. Arte primitivo — Congresos. I. Título: La citalidad de las voces indígenas: arte rupestre del contacto y en sociedad coloniales. II. Fernando Berrojalbiz, editor Primera edición: 16 de octubre de 2015 D.R. © 2015. Universidad Nacional Autónoma de México Avenida Universidad 3000 Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, México Instituto de Investigaciones Estéticas Tel.: (55) 5665 2465, ext. 237 Fax: (55) 5665 4740 libroest@unam.mx www.esteticas.unam.mx ISBN 978-607-02-7555-5 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales Fotos de sitios rupetres y conventos: Conaculta-inah-Méx. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (pp. 38, 40-43, 46-49, 54-57, 73-79, 109, 119, 123, 126, 127, 129, 153, 159, 161, 162, 170-172, 174-176, 183, 187, 203, 215, 217, 219-221, 226, 228, 255, 256, 258-269, 280, 281, 283, 286, 289, 332-334, 336, 337, 339, 341-344, 364, 367, 368, 372374, 376, 377) Fotos de personas: Se trató de localizarlas para solicitar su autorización, en algunos casos no fue posible. Si esto causa alguna molestia o contratiempo, por favor, comuníquese a este Instituto (pp. 116, 228, 352, 353, 365, 366, 378, 382, 383, 423, 424, 465, 466, 468) Impreso y hecho en México Índice Agradecimientos Fernando Berrojalbiz 11 Introducción Fernando Berrojalbiz 13 i. Arte rupestre y versiones indígenas del contacto Arte rupestre: identidad y dominio territorial en tiempos coloniales Marie-Areti Hers, Alfonso Vite y Vanya Valdovinos 37 La persistencia de una tradición milenaria: el arte rupestre de la época colonial en el semidesierto de Guanajuato y Querétaro Carlos Viramontes Anzures 65 Arte rupestre de contacto: la versión indígena de los encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) Sally K. May, Inés Domingo y Paul S.C. Taçon 83 La Cueva de las Monas y el pueblo rarámuri Enrique Chacón Soria 107 ii. Agencia, poder e historias alternativas en el arte rupestre Persistent Places: Hopi and Zuni Rock Art in Colonial Contexts Kelley Hays-Gilpin 137 Adopción y apropiación de elementos culturales exógenos: el arte rupestre del contacto en Chihuahua Francisco Mendiola Galván 151 Arte rupestre del noreste mexicano en el periodo colonial William Breen Murray 167 7 iii. Recursos y valores plásticos en el arte rupestre del contacto ¿Arte rupestre colonial en la Peña del Águila, Oxaca? Carlos Perezmurphy Mejía 181 Resigniicación y estrategias de conservación integral de patrimonio rupestre: el cañón de La Pintada, Sonora Sandra Cruz Flores 213 iv. De los motivos emblemáticos del contacto a la interpretación del discurso Arte rupestre e comunicação entre culturas: o abrigo Pedra Grande, Brasil Lizete Dias de Oliveira 237 Espacios sagrados en el Mezquital: juego de espejos entre arte rupestre y arquitectura en tiempos del contacto Nicté Hernández Ortega, Félix Alejandro Lerma Rodríguez y Raúl Manuel López Bajonero 253 Curiosity, Conlict, and Contact Period Rock Art of the Northern Frontier, Mexico & Texas Solveig A. Turpin and Herbert H. Eling Jr. 275 Iglesia en la piedra: representación rupestre y evangelización en los Andes del sur José Luis Martínez y Marco Antonio Arenas 299 v. Encuentro de sistemas simbólicos: arte rupestre y creación de nuevos imaginarios La Ba’cuana, Istmo de Tehuantepec: el encuentro de dos tradiciones en un lugar sagrado Fernando Berrojalbiz 329 El Cristo otomí: arte rupestre, iesta y sacriicio en el Mezquital Ana Guadalupe Díaz, Rocío Gress, Marie-Areti Hers y Francisco Luna Tavera 363 Arte rupestre colonial en el área del río San Juan del Oro (sureste boliviano). Continuidad y rupturas Françoise Fauconnier 387 8 Índice vi. Arte rupestre y lugares sagrados: vinculación y continuidad del pasado y el presente Community Custodianship and Conservation of Chinhamapere Rock Art Site in Central Mozambique Albino Jopela 415 El sitio rupestre algonquiano del Rocher à l’Oiseau (la Roca del Pájaro): símbolo del impacto cultural del contacto europeo en el Escudo Canadiense Emily Royer 437 Contactos antes y durante el contacto colonial. Relexiones sobre el arte rupestre de Chinamwali en África sur-central Leslie F. Zubieta 457 La vitalidad de las voces indígenas 9 A r t e r u p e s t r e d e c o n t ac t o : l a v e r s i ó n i n d í g e n a d e l o s e n c u e n t ro s i n t e r c u l t u r a l e s e n e l n o ro e s t e d e l a Ti e r r a d e A r n h e m ( A u s t r a l i a ) 1 Sally K. May School of Archaeology and Anthropology, Research School of Humanities and the Arts, The Australian National University. Inés Domingo icrea Research. Profesor en Universitat de Barcelona/serp. Department de Prehistoria, Historia Antiga y Arqueologia. Paul S.C. Taçon School of Humanities, Griffith University, Gold Coast Campus. Resumen El arte rupestre aborigen de la Tierra de Arnhem constituye un archivo gráico excepcional de la cultura, las creencias y las tradiciones de los moradores indígenas que habitaron aquellos territorios durante generaciones. En los últimos 350 años el imaginario indígena experimentó algunas modiicaciones interesantes, como la incorporación de nuevos temas, los cuales derivan de los encuentros interculturales que se fueron produciendo entre los grupos locales y diversas poblaciones foráneas (inicialmente procedentes del Sudeste Asiático y más tarde de Europa) en la costa norte de Australia. En este trabajo se analizan esos encuentros y las representaciones de contacto visibles en el arte rupestre indígena. Asimismo se deine qué entendemos por arte de contacto y qué valor tiene como documento histórico y arqueológico para mejorar nuestra comprensión de tales acercamientos. Por último, se avanzan algunas novedades, como la constatación de la continuidad de las 1 El presente texto parte de un interés común por deinir qué entendemos por arte de contacto y cómo un estudio etnoarqueológico puede ayudarnos a construir un marco de referencia para identiicar situaciones de contacto pasadas y presentes. En esta línea de investigación conluyen diversos proyectos. La mayor parte de estos trabajos se realizaron en el marco del proyecto de investigación Picturing Change (Discovery Grant DP0877463), inanciado por el gobierno australiano y dirigido por Paul S.C. Taçon, June Ross, Alistair Paterson y Sally K. May. Recientemente, esta línea de investigación ha sido inanciada por el Ministerio de Economía y Competitividad, en el contexto del proyecto HAR2011-25440, dirigido por Inés Domingo. Este trabajo ha sido posible gracias a la aprobación y colaboración de Ronald Lamilami y a su familia, a quienes queremos agradecer su apoyo, sus consejos y su entusiasmo durante las sucesivas campañas de campo realizadas entre 2008 y 2012. También nos gustaría agradecer a Daryl Guse, y a los voluntarios que participaron en las tareas de documentación, especialmente a Melissa Marshall, Janet y Phil Davill, Wayne Brennan, Kirsten Brett, Michelle Langley, Meg Berry y Sarah Jane Murphy. Por último agradecemos a nuestras respectivas instituciones su apoyo a los estudios de arte rupestre: Australian National University (Canberra), la Griffith University (Gold Coast), Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (icrea) y Universitat de Barcelona. 83 representaciones de tipo tradicional tras el contacto, el predominio de determinados temas en la región de estudio o la datación más antigua documentada hasta el momento en Australia para el arte de contacto. I n t ro d u c c i ó n La Tierra de Arnhem (Australia) conserva una de las tradiciones rupestres pintadas más longevas de la historia de la humanidad, con una continuidad en la producción de arte rupestre hasta inales del siglo xx y una pervivencia de su signiicación hasta el siglo xxi (para algunos ejemplos véanse Chaloupka, 1993; May, 2008a; May y Domingo, 2010; Domingo, 2011, entre otros). Sus fases más recientes proporcionan un testimonio visual único de los encuentros que se produjeron en los últimos 350-400 años entre las poblaciones indígenas locales y otros grupos culturales foráneos llegados a la costa norte de Australia en diversos periodos. La cronología de los contactos iniciales es aún objeto de debate, si bien parece aceptarse que los primeros en llegar fueron los pescadores macassan2 y posteriormente los exploradores europeos primigenios. Las visitas de los macassan a las costas del norte de Australia parecen constatadas desde hace 350-400 años (para una discusión detallada véase Ganter, 2008). Durante sus estancias, los macassan establecían campamentos temporales para el procesado del pepino de mar. Simultáneamente intercambiaban algunos productos con las poblaciones indígenas (hachas, piraguas, cuchillos, arroz, tabaco, etcétera a cambio de caparazones de tortuga, perlas, maderas, etcétera) (Mundine, 2002: 43). Su presencia en estos territorios ejerció cierto impacto tanto en el arte rupestre como en algunos mitos y ritos e incluso en la lengua (Salazar, 2008: 39-44). Hoy en día esa inluencia todavía es evidente en determinadas ceremonias y canciones. Cabe señalar que las relaciones que mantuvieron las poblaciones aborígenes con los macassan y con los europeos fueron notablemente distintas, tal vez por el carácter estacional de las visitas de los primeros, sin buscar la ocupación permanente de estos territorios, frente al interés de los segundos en asentarse, desposeyendo a las indígenas de sus tierras (Chaloupka, 1993: 193; Morwood, 2002: 36; Salazar, 2008; Macknight, 2011). Los contactos iniciales con los europeos podrían haberse producido con posterioridad al siglo xvi, y existen abundantes relatos históricos del siglo xix que describen el establecimiento de los primeros puestos militares en la región (Allen, 2008). El contacto se intensiicó y regularizó a lo largo del siglo xx cuando empezó 2 En este artículo utilizamos el término convencional macassan para referirnos de forma genérica a las poblaciones del Sudeste Asiático que visitaban el norte de Australia de manera estacional en busca del pepino de mar (especie marina que, una vez desecada, es muy codiciada en los mercados asiáticos) (Paterson, 2012: 66). Somos conscientes de la confusión que genera el uso del término, ya que alude a las poblaciones originarias de la isla de Macassar —actual provincia indonesia de Sulawesi— cuando en realidad la tripulación de aquellas embarcaciones procedía de diversos puntos de Indonesia y parte de Malasia (véase discusión en Macknight, 2011: 128-129). No obstante, mantenemos el término por ser el más generalizado en la bibliografía. 84 May, Domingo y Taçon 1. Cuchillo enfundado, pintado en el yacimiento de Malarrak. Foto: Sally K. May, Inés Domingo y Paul S.C. Taçon. a incorporarse a las poblaciones indígenas a las actividades de los cazadores de búfalos y cocodrilos, misioneros, recolectores de perlas, entre otras. Uno de los objetivos de nuestro trabajo es explorar cómo se relejan esas sucesivas situaciones de contacto en el arte rupestre aborigen del noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia), cuyas representaciones pintadas narran de forma gráica la otra versión de los encuentros: la experiencia aborigen. ¿Pero qué entendemos por arte de contacto? Siguiendo la propuesta de Frederick (1999: 134), deberíamos englobar con este término todas las manifestaciones rupestres que se han producido en el marco de un proceso de intercambio sociocultural entre diversas poblaciones, ya sea durante y/o tras ese contacto. Por mucho tiempo, los investigadores australianos consideraron como tal las representaciones de objetos introducidos por las poblaciones llegadas (pipas, embarcaciones, armas, distintas especies de fauna como los caballos, etcétera) (ig. 1) o de personajes con indumentarias foráneas (sombreros, pantalones, etcétera) (ig. 2), pero no necesariamente el resto de representaciones tradicionales que continuaron realizándose durante el mismo periodo (es decir, aquellas que mantenían los temas, las convenciones gráicas y el simbolismo indígena ancestral). Sin embargo, como apuntan McNiven y Russell (2002), al ignorar las representaciones de tipo tradicional producidas durante y tras los encuentros, estamos dejando de lado la respuesta de los aborígenes a esas incursiones, a pesar de que los motivos originarios se siguieron utilizando como marcadores territoriales frente a la llegada del otro. Por tanto, en este trabajo cuando hablamos de arte de contacto nos estamos reiriendo a todas las manifestaciones rupestres aborígenes desarrolladas desde que se produjo el primer encuentro con poblaciones foráneas, independientemente de si representan motivos del imaginario Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 85 2. Representación de una figura humana efectuada con cera de abeja. Foto: Sally K. May, Inés Domingo y Paul S.C. Taçon. 86 May, Domingo y Taçon tradicional o temas y objetos introducidos. No obstante, somos conscientes de la diicultad que entraña la adscripción de motivos tradicionales al periodo de contacto, cuando no aparecen claramente vinculados a temas introducidos, ya que en los ámbitos formal, técnico y temático son semejantes a los elaborados en las últimas fases anteriores al contacto. El impacto en las poblaciones indígenas de los encuentros con otros grupos foráneos, ya sean exploradores, antropólogos, comerciantes, colonizadores o misioneros, está bien documentado en el nivel global y se observa una tendencia general hacia la experimentación de acelerados procesos de transformación, o incluso al exterminio masivo de poblaciones enteras (Lee y Heywood, 1999). Esto no signiica que podamos deinir a las poblaciones aborígenes previas al contacto como sistemas culturales estáticos e invariables, ya que, como menciona Smith (2008: 92), todas las culturas se hallan en un constante estado de cambio y de adaptación, y de convertirse en la manifestación futura de esa misma cultura. Sin embargo, sus acercamientos con culturas foráneas, tecnológica y socioeconómicamente dispares, apresuran sin duda sus procesos de transformación y adaptación. Si volvemos al ejemplo australiano, y como veremos a la largo de estas líneas, en la actualidad existe una amplia bibliografía sobre la naturaleza de los primeros contactos. Empero, el arte rupestre de contacto, que constituye un documento visual único de esos cambios acelerados en la cultura material, no ha recibido un tratamiento similar. Para compensar ese olvido, en 2008 el equipo liderado por Paul S.C. Taçon, Alistair Paterson, June Ross y Sally K. May inició un proyecto de investigación de escala nacional inanciado por el Consejo de Investigación Australiano titulado Picturing Change: 21st Century Perspectives on Recent Australian Rock Art (Pintando el Cambio: Perspectivas del Siglo xxi en torno a las Fases Recientes del Arte Rupestre Australiano), el cual abarcaba cuatro regiones geográicas: el Parque Nacional de Wollemi, la región de Pilbara en Australia Occidental, Australia Central y el noroeste de la Tierra de Arnhem. El presente texto se centra en los resultados preliminares del trabajo de campo llevado a cabo en la Tierra de Arnhem y en la importancia de tales hallazgos para esta iniciativa nacional. Antecedentes Las primeras referencias al arte rupestre de contacto (pintado o grabado) las encontramos en trabajos y diarios de campo de diversos exploradores, etnógrafos, antropólogos, arqueólogos y artistas australianos (véase, por ejemplo, Mountford, ed., 1956: 162 y 175). No obstante, habrá que esperar hasta la década de 1990 para que aparezcan los primeros capítulos de síntesis dedicados concretamente a este tipo de manifestaciones rupestres (por ejemplo, Layton, 1992). Junto a las síntesis de carácter general, destacan otros estudios que proporcionan un enfoque más regional o especíico (como Frederick, 1997 y 1999; Clarke, 1994; Clarke y Frederick, 2006; Roberts, 2004; Chaloupka, 1993). Pero a pesar de la información que puede aportar esta clase de expresiones rupestres sobre un periodo tan destacado de la historia de Australia, lo cierto es que son pocos los trabajos que se han centrado en ellas hasta fechas recientes. Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 87 En líneas generales, los estudios australianos que las abordan se caracterizan por una tendencia a interpretar de forma secular los temas representados, como bien indican McNiven y Russell (2002). Este enfoque tiende a ignorar los temas del imaginario tradicional que se siguieron pintado en este periodo y que son una muestra de la supervivencia de los valores culturales indígenas. Como alternativa a la información del contacto ofrecida por las fuentes históricas, ambos investigadores recurren a las fuentes arqueológicas y al arte rupestre. A partir de sus estudios concluyen que, tanto durante como tras el contacto, las poblaciones indígenas procedieron a la construcción de un paisaje poscontacto, que articulaban mediante la celebración de ceremonias en diversos lugares y la señalización del territorio a través del arte rupestre (McNiven y Russell, 2002: 37; David y Wilson, 2002: 57-58). A su juicio, este modo de marcar el territorio muestra que los grupos indígenas no fueron meros observadores pasivos, sino que tuvieron una respuesta activa a esos contactos, y en el caso de la colonización europea utilizaron el arte rupestre como estrategia de lucha y resistencia cultural. El interés por las manifestaciones rupestres producidas en estos contextos de contacto y por el tipo de información que puede ofrecer la experiencia aborigen de los distintos encuentros traspasa los límites del continente australiano. Entre los trabajos más recientes podemos mencionar diversos estudios en Sudáfrica (por ejemplo, Campbell, 1986; Yates et al., 1993; Ouzman y Loubser, 2000; Ouzman, 2003; Ouzman y Smith, 2004), en Norte América (por ejemplo Molyneaux, 1989; Klassen, 1998; Keyser y Klassen, 2003; Klassen et al., 2000;) y Sudamérica (como Strecker y Taboada, 2004; Hosting, 2007; Arenas y Martínez, 2009), en los que este tipo de expresiones se engloban bajo el epígrafe de arte rupestre colonial y poscolonial. Todos estos estudios tienen un punto en común: la consideración del arte rupestre como el mecanismo de las poblaciones indígenas para plasmar tanto su visión del mundo, como su experiencia del encuentro con los europeos. De acuerdo con Smith, durante décadas se asumió que el afán de conquista de varios países provocaría la desaparición de los pueblos indígenas, y se prestó poca atención a las formas de supervivencia de estas culturas frente al violento ataque del colonialismo. Sin embargo, en la actualidad es evidente que han sobrevivido, siendo lexibles y desplegando diversos modos de resistencia para asegurar su subsistencia (Smith, 2008: 92-93). La memoria oral y cultural indígena demuestra que en las situaciones de contacto no actuaron como meros observadores externos, sino que tuvieron y todavía tienen una actitud activa, en la que el arte rupestre cumple un papel importante. En esta línea podríamos incluir las observaciones de Molyneaux (1989: 212) sobre el arte rupestre de contacto micmac del este de Canadá. A su juicio, las representaciones grabadas que reproducen “asentamientos coloniales, villas de cabañas, iglesias, retablos, barcos de vela, y otros aspectos de la vida de los siglos xvii y xix” demuestran que “los Micmac eran observadores y, desde su óptica, participantes de ese mundo en proceso de cambio”. Ouzman (2003: 253) retoma ese argumento y sugiere que la “mirada inversa” (reverse gaze), es decir, la de los indígenas, que se materializa en el arte rupestre de contacto, es susceptible de aportar información en torno a un amplio abanico de temas. Es más, según Ouzman, puede incluso ayudarnos a mejorar nuestra comprensión de nosotros mismos. Sostiene 88 May, Domingo y Taçon que esa imaginería indígena no está condicionada o censurada por las construcciones mentales e iconográicas de los colonizadores, y puede proporcionarnos información tanto sobre los propios artistas, como sobre quiénes somos y quiénes no somos (Ouzman, 2003: 253). Los ejemplos de Canadá y Sudáfrica son comparables a lo que ocurre con el arte rupestre australiano. En Australia, el arte aborigen de contacto plantea un nuevo desafío para los investigadores, ya que han de tener en cuenta “la mirada inversa” de este continente (o, lo que es lo mismo, la otra versión de los hechos), y el modo en que esa otra versión puede afectar nuestra lectura de la historia de los primeros contactos. El objetivo de nuestro estudio es aplicar estos enfoques internacionales a la investigación australiana por medio del análisis del arte rupestre aborigen de contacto del noroeste de la Tierra de Arnhem. Para ello analizaremos el arte rupestre en su contexto artístico, arqueológico, histórico y etnográico. En Australia, este enfoque es posible gracias a la historia oral, a la relación que las poblaciones indígenas mantienen todavía con su patrimonio rupestre. A través de la historia oral, pero también de diversas canciones y ceremonias, los aborígenes han podido conservar datos históricos y culturales vinculados tanto con el arte rupestre, como con los contactos iniciales que sostuvieron con las poblaciones macassan y con los primeros europeos. Una información oral que constituye un documento histórico de gran valor. Layton (1992: 94) airma que “el impacto de la colonización europea en el arte rupestre, y en los demás aspectos de la cultura indígena, va más allá de la mera representación gráica de los objetos introducidos”. Es precisamente en esa línea en la que se enmarca nuestro proyecto, esto es, en examinar no sólo los temas introducidos, sino también la perduración de motivos y esquemas tradicionales, en inventariar qué fue representado y qué fue omitido, y en explorar su posible signiicado simbólico. Con este proyecto además queremos subrayar que el arte rupestre del periodo de contacto sigue siendo relevante para las poblaciones indígenas australianas del siglo xxi. A p r ox i m ac i ó n a l á r e a d e e s t u d i o Los yacimientos analizados en este trabajo se localizan en la Sierra de Wellington, en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia). Esta región, de enorme riqueza cultural indígena, está delimitada por el Mar de Arafura por el norte, el río King por el este y la península de Coburg por el noroeste. La meseta de la Tierra de Arnhem domina la región por el oeste y el noroeste. Se trata de una formación geológica que ejerce una importante inluencia medioambiental en su entorno. La gran diversidad de nichos ecológicos de esta región incluye las zonas y estuarios costeros, las llanuras aluviales, diversos cursos luviales, llanuras arenosas, colinas y la zona de la meseta propiamente dicha. Desde el punto de vista geológico, el área está dominada por los subgrupos de arenisca Kombolgie, entre los que se encuentra la piedra arenisca Mammadewerre de la Sierra de Wellington. A su vez, la geología de esta región da lugar al desarrollo de determinados microambientes, como los bosques parecidos a los siempreverdes de viña o bosques monzónicos, los juncos, los hume- Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 89 3. Localización del área de estudio. Mapa: Sally K. May, Inés Domingo y Paul S.C. Taçon. dales de herbáceas y los bosques de melaleuca.3 Asimismo destaca la presencia de varios manantiales de agua dulce. La Sierra de Wellington es una de las situadas más al norte de Australia y cubre una supericie de cientos de kilómetros (ig. 3). Los trabajos de prospección de estos territorios han sido escasos hasta la fecha, por lo que seguimos sin conocer la magnitud del arte rupestre existente en la sierra. Algunos de sus yacimientos fueron considerados por Chaloupka (1993) en su propuesta estilística del arte rupestre del oeste de la Tierra de Arnhem, pero la mayoría permanecen inéditos. En el marco del proyecto Picturing Change, dirigido por Taçon, se llevó a cabo una serie de campañas de prospección centradas en un único sector de la Sierra de Wellington, para garantizar la viabilidad de los trabajos. Debido a sus grandes dimensiones, la sierra pertenece a diversos grupos culturales indígenas. Nuestro proyecto se enfocó en el territorio del grupo lingüístico maung, del que Ronald Lamilami es dueño tradicional. Su padre, el reverendo Lázaro Lamilami, fue una igura conocida en la Tierra de Arnhem y describió muchas de sus experiencias, incluyendo su relación con los yacimientos rupestres de la Sierra de Wellington, en su libro Lamilami habla (Lamilami, 1974). M e t o d o l og í a : d o c u m e n t ac i ó n y e s t u d i o p r e l i m i n a r d e l a r t e ru p e s t r e El punto de partida de nuestras investigaciones fue la realización de una serie de prospecciones sistemáticas de las cavidades y abrigos localizados en un sector de la Sierra de Wellington de 2008 a 2010. Las prospecciones se efectuaron en colaboración con la investigación doctoral de Guse, centrada en el estudio de los cambios en las estrategias de ocupación del noroeste de la Tierra de Arnhem por la población 3 Género de plantas de la familia de las Myrtaceae, que incluye más de 200 especies de arbustos y árboles siempre verdes. La mayoría son endémicas de Australia. 90 May, Domingo y Taçon indígena a raíz de los sucesivos contactos con el mitológico Baijini,4 las poblaciones macassan y los europeos. La importancia del patrimonio macassan en esta parte de la Tierra de Arnhem es bien conocida gracias a los trabajos de Macknight (1969, 1986 y 2011), si bien éstos prestaron poca atención al abundante arte rupestre de la región. Durante las prospecciones se pudieron inventariar más de 150 yacimientos, que fueron documentados de forma preliminar aplicando el siguiente protocolo: • Prospección intensiva de los abrigos y su entorno. • Inventario de cada yacimiento localizado por medio de ichas de registro básicas, que detallan la localización, las coordenadas gps (por su sigla en inglés, Global Positioning System) las características del yacimiento, así como secciones especíicas para identiicar estilos, temas, técnicas, etcétera. • Documentación fotográica del yacimiento y de motivos clave dentro del mismo. La gran cantidad de yacimientos inventariados durante las prospecciones nos obligó a enfocarnos en tres grandes núcleos o complejos rupestres: Malarrak, Djulirri y Bald Rock, cada uno compuesto por diversos abrigos rupestres, que a su vez albergan un extraordinario número de motivos pintados. En el oeste y noroeste de la Tierra de Arnhem, la presencia de grandes conjuntos que albergan centenares de pinturas rupestres es bastante común. No obstante, la singularidad de estos núcleos reside en la abundancia de motivos de contacto que contienen, lo que justiica su elección para este proyecto. En cada núcleo se seleccionó una serie de abrigos para realizar un estudio más detallado. Malarrak está integrado por cuatro abrigos distintos y todos se tuvieron en cuenta. Por el contrario, Djulirri es de tales dimensiones que, para garantizar la viabilidad del proyecto, únicamente consideramos en detalle 3 de los 55 abrigos contiguos identiicados (véase Taçón, May et al., 2010). Por último, en Bald Rock se documentó un sólo yacimiento. Asimismo, en cada yacimiento se inventariaron exhaustivamente de todos los motivos pintados (descripción, fotografía con y sin escala y medición de cada motivo) y se documentaron todas las evidencias arqueológicas asociadas. De manera simultánea, el equipo de Guse procedió a la excavación de dos de los yacimientos (Malarrak y Bald Rock). Los datos recogidos fueron sistemáticamente incorporados a una base de datos para facilitar su análisis posterior. En Djulirri y Bald Rock, la existencia de motivos rupestres efectuados con cera de abeja5 que recubrían pinturas rupestres de contacto, nos permitió proceder a la recogida de muestras para su datación radiocarbónica (Taçon, May et al., 2010). 4 Término utilizado en la mitología yolngu para referirse a unos “gitanos del mar” o Sama Bajo que se cree visitaron el norte de Australia en fechas no documentadas (Ganter, 2008). 5 El arte rupestre realizado con cera de abeja (Beeswax Rock Art) es resultado de la aplicación de pequeñas bolitas o, en ocasiones, tiras, láminas o gotas de la cera producida por abejas nativas australianas sobre la supericie pétrea, para diseñar determinados motivos (véase, por ejemplo, ig. 2). Se trata de una técnica muy común en la mitad norte de Australia y su uso se remonta hace cuatro mil años (Nelson, 2000). Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 91 El objetivo era obtener una datación mínima y una máxima para algunas de las pinturas rupestres de contacto localizadas y, por tanto, averiguar si el arte rupestre nos podía ayudar a ainar la cronología de los primeros contactos con los macassan. El trabajo de campo efectuado durante estas campañas se llevó a cabo en colaboración con Ronald Lamilami y su familia, quienes nos acompañaron a cada conjunto y nos dieron permiso para documentar información etnográica sobre la región, los yacimientos y, siempre que fue posible, algunos motivos individuales. Resultados preliminares: p r i n c i pa l e s m o t i v o s y t e m a s d e c o n t ac t o Djulirri Djulirri es el nombre indígena de una serie de abrigos rupestres consecutivos situados en la sierra de Wellington. Los abrigos se abren a un valle, en cuyo lado opuesto se encuentra otra extensa red de abrigos pintados de características similares. La galería principal de este complejo rupestre ha sido visitada y documentada con anterioridad por otros investigadores desde la década de 1950. Algunos de sus motivos de contacto fueron incluidos en la secuencia estilística del arte rupestre de la Tierra de Arnhem propuesta por Chaloupka (1993). Sin embargo su documentación sistemática sólo ha sido posible en el marco de este proyecto. Para nuestro estudio, documentamos en detalle 55 metros de pared, el techo del abrigo y toda una serie de rocas adyacentes (ig. 4). El número exacto de motivos es todavía incierto, pero podemos avanzar que en algunos puntos hemos identiicado un mínimo de veinte capas de pintura (motivos superpuestos o fases de representación) que evidencian el uso reiterado de este conjunto. Durante la campaña de 2008 pudimos inventariar cerca de 1 100 motivos pintados, además de 46 iguras realizadas con cera de abeja, 17 motivos silueteados y un motivo impreso en el área deinida en la igura 4. Aunque el objetivo de este trabajo es el estudio del arte rupestre de contacto, consideramos imprescindible documentar todos los motivos y restos pintados en el abrigo, como si se tratara de una excavación en la que se documentan todos los artefactos recuperados para poder interpretar el contexto de realización. De este modo podemos analizar el arte de contacto dentro del entorno general del arte rupestre (véase, por ejemplo, el cuadro 1). Cabe reiterar que en las proximidades de estos abrigos existen otras miles de muestras de arte rupestre, por lo que la comprensión global del arte de este territorio requerirá obtener de una documentación más detallada de los conjuntos pendientes. Uno de los resultados más destacados de nuestro estudio preliminar del complejo de Djulirri es la constatación, por medio de una datación ams (Espectrometría por Acerador de Masas) de que los temas introducidos empiezan con anterioridad al año 1664 d.C. y tal vez un poco antes, dado que la datación ofrece un rango entre 1517 y 1664 d.C. y una media de 1577. Esta datación proviene de una serpiente diseñada con cera de abeja, que aparece superpuesta a una embarcación macassan pintada en amarillo (ig. 5), lo que conirma que la embarcación tuvo que ser pinta- 92 May, Domingo y Taçon 4. Planta del yacimiento de Djulirri que muestra la localización de los principales paneles con arte rupestre. Foto: Sally K. May, Inés Domingo y Paul S.C. Taçon. Cuadro 1. Temas representados en los yacimientos de Bald Rock y Malarrak Bald Rock (WR142) Temas # Artefactos Aves Seres compuestos Peces Otros animales marinos Geométricos Humanos Mamíferos terrestres Plantas Reptiles Temas introducidos Total % # % 3 0.52 1 0.27 10 1.73 10 2.67 2 0.53 0 0 27 4.67 52 13.90 4 0.69 3 0.80 64 11.07 75 20.05 233 40.31 119 31.82 4.84 18 4.81 2 0.53 28 0 Indeinido Malarrak (WR 011, WR 012, WR 013, WR 014) 0 18 3.11 24 6.42 181 31.31 33 8.82 10 1.73 35 9.36 578 374 El porcentaje de pinturas, dibujos, motivos silueteados y grabados (letras) que representan temas introducidos es un dato destacable. Los motivos efectuados con cera de abeja no han sido incluidos en este inventario. da con anterioridad, proporcionándonos la fecha más antigua hasta el momento para el arte de contacto en Australia (Taçon, May et al., 2010). Tras esa fecha, y hasta hace aproximadamente cincuenta años, el yacimiento de Djulirri fue revisitado y repintado de forma recurrente, lo cual conirma que la tradición de pintar se mantuvo durante todo el periodo de contacto. Empero, una de las principales limitacio- Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 93 nes a la hora de estudiar este arte es que mientras la identiicación de temas introducidos es relativamente sencilla, los motivos de contacto que reproducen un tema de tipo tradicional sólo pueden ser identiicados a través de su contexto artístico (por ejemplo, cuando un canguro representado en el estilo rayos x aparece superpuesto a un motivo pintado que representa un velero europeo). En el inventario de arte rupestre de contacto de Djulirri hemos podido identiicar tanto motivos introducidos como tradicionales. Entre ellos sobresalen 28 embarcaciones (véanse, por ejemplo, igs. 5 y 6), una bicicleta, un coche de caballos con cuatro ruedas pero sin caballos, luchadores que parecen llevar guantes o cintas de boxeo, letras del alfabeto inglés, Ngalyod (la Serpiente del Arcoíris), así como canguros y emús representados en estilo rayos x (véase cuadro 2). A partir del análisis de las superposiciones hemos logrado determinar que la pintura más reciente es quizá la de un emú en estilo rayos x, con el fondo en tinta plana blanca y relleno lineal de color rojo. Sus rasgos formales y estilísticos recuerdan a los de las obras del artista indígena Wamud Namok, quien hace poco falleció (ig. 7; véanse también Brody, 1984; West, ed., 1995). Cuadro 2. Inventario de motivos introducidos en los yacimientos de Bald Rock, Malarra y Djulirri Temas introducidos Bald Rock (WR142) Malarrak (WR011, WR012, WR013, WR014) Djulirri (WR057) Aeroplano 2 0 1 Bicicleta 0 0 1 Construcción 0 1 0 Perro 0 0 1 Taza 0 1 0 Arma de fuego 0 3 3 Carro tirado por 4 caballos 0 0 1 Animal con cuernos 0 4 2 Cuchillo 2 1 0 Figura humana (en postura de contacto, con bigote y/o con accesorios introducidos) 0 1 15 Bote de remos con arpón 0 0 3 Barco velero–Europeo 1 18 20 Barco velero–Indonesio 0 1 2 Pipa 0 2 0 Petaca para el tabaco 0 1 0 Lata de taco 3 0 0 Indefinido 0 2 1 Letras (en inglés o números) Total 2 0 4 10 35 54 El inventario de motivos de Djulirri podría variar al proceder a un análisis más detallado de las imágenes documentadas. 94 May, Domingo y Taçon 5. a) Panel en el que una serpiente y una figura femenina efectuadas con cera de abeja se superponen a una embarcación macassan pintada en amarillo. b) Imagen manipulada con el programa ImageJ. c) Calco digital que muestra las superposiciones. d) Secuencia de las superposiciones. Fotos y calcos: Inés Domingo. Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 95 6. Barco pintado en el yacimiento de Djulirri. Foto: Sally K. May. Malarrak Malarrak está ubicado a 10 kilómetros de Djulirri y es el más accesible de los núcleos estudiados. Durante la campaña de 2008 documentamos cuatro abrigos en detalle. En esta ocasión no se trata de yacimientos contiguos, sino dispersos en un radio aproximado de un kilómetro. El mayor de los abrigos contiene 232 motivos pintados, 8 silueteados y 17 capas de pintura o motivos superpuestos (ig. 8). Las pinturas más antiguas conservadas parecen corresponder a una serie de iguras femeninas pintadas en rojo y blanco, así como a un iguana y a un pez gato con cola en forma de horquilla (Arius leptaspis) y relleno pintado de gran precisión. Las fases más recientes conciernen a un conjunto de peces barramundi (Lates calcarifer) de gran tamaño pintados en rojo, blanco y amarillo. En el abrigo de mayores dimensiones los temas introducidos incluyen objetos tanto de origen macassan como europeo. Entre ellos destaca un cuchillo de metal enfundado, una taza de café y un prao (embarcación malaya de poco calado) (véase cuadro 2). Los tres abrigos restantes contienen: a) 33 motivos pintados; b) 57 motivos pintados y 1 representación realizada con cera de abeja, y c) 33 motivos pintados y 6 silueteados. El deterioro natural y el uso de los abrigos como refugio por los animales salvajes ha provocado daños signiicativos en dos de los cuatro. En todos ellos se conservan motivos de contacto, como diversos veleros, una estructura en forma de casa interpretada como una casa macassan para ahumar (Chaloupka, 1993) o una representación más tardía de una iglesia, varios animales incorporados (cabras), armas de fuego y cajetillas de tabaco. 96 May, Domingo y Taçon 7. Representación de emú en estilo rayos X del yacimiento de Djulirri. Foto: Sally K. May. Bald Rock El último de los núcleos estudiados es el conocido como Bald Rock (ig. 9) —si bien el nombre indígena del área es Maliwawa. Al igual que Djulirri y Malarrak, este núcleo abarca diversos abrigos donde abundan los motivos pintados. El yacimiento se encuentra aproximadamente a 8.5 kilómetros de Malarrak. Debido a limitaciones temporales su estudio quedó acotado a la documentación detallada —llevada a cabo en la campaña de 2009— de un solo abrigo de grandes dimensiones, con evidencias del periodo de contacto. En total se pudo inventariar un número mínimo de 545 motivos pintados, 74 iguras realizadas con cera de abeja (algunas integradas por una única bolita de cera) y 31 motivos silueteados. Por lo que se reiere a los temas introducidos, Bald Rock cuenta con 5 motivos silueteados, 3 pintados, 1 grabado y un dibujo. Entre ellos sobresalen dos palabras en inglés, una pintada con carbón vegetal en letra cursiva, la otra grabada sobre la supericie del abrigo y que podría corresponder al nombre de una persona, Noreman. Además se documentan 3 motivos silueteados de morfología circular, cuyo tamaño recuerda a las típicas cajetillas metálicas de tabaco utilizadas en Australia a principios del siglo xx, y cuchillos silueteados de gran tamaño. Asimismo existe un barco pintado (un crucero), un aeroplano y un posible biplano (también pintado en Djulirri). Discusión A partir de los datos presentados en líneas anteriores podemos extraer algunas conclusiones preliminares de interés sobre el arte de contacto del área de estudio. En primer Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 97 8. Abrigo principal de Malarrak. Foto: Paul S.C. Taçon. lugar, que el arte rupestre de contacto muestra una clara continuidad en los modos de representación indígenas, aunque maniiesta novedades en cuanto a los temas representados. Por tanto podemos airmar que hay una continuidad en el papel y la signiicación del arte entre los grupos indígenas. En segundo lugar, que su análisis, teniendo en cuenta el contexto histórico de la región, nos proporciona una secuencia histórica y una información alternativa a la obtenida hasta ahora a partir de las fuentes históricas. El análisis detallado de los conjuntos y de las superposiciones conirma que si bien el denominado arte de contacto surge desde los primeros encuentros con las poblaciones macassan, el diseño de objetos introducidos tales como embarcaciones, armas, aviones, etcétera, no reemplaza a los estilos y temas aborígenes, sino que los complementa. De hecho, las pinturas más recientes en todos estos yacimientos reproducen temas clásicos en el imaginario de la Tierra de Arnhem, como peces, macrópodos y emús, en estilos previos al contacto. Es como si los artistas locales estuvieran llamando la atención y comentando algunos de los aspectos incorporados de las culturas visitantes y a continuación retornaran a sus actividades artísticas habituales. Podemos decir con seguridad que el arte rupestre ha continuada desempeñando un papel cultural y educativo en estas sociedades mucho después de que se produjera el primer contacto con grupos no indígenas. Entonces, como señala Frederick (1999), no se trata de simples imágenes seculares del encuentro entre dos culturas, sino que probablemente la representación de objetos, primero macassan y después europeos, siguió cargada del simbolismo propio del arte aborigen. Otra cuestión interesante de las imágenes de contacto pintadas en estos yacimientos es el recurso de cánones artísticos tradicionales para representar estos nuevos temas. Muestra de ello es la combinación de diversos puntos de vista en una sola imagen o la incorporación en los diseños de elementos invisibles al ojo humano, 98 May, Domingo y Taçon 9. Abrigo principal de Bald Rock. Foto: Sally K. May. por ejemplo, la reiterada ejecución de barcos veleros con las velas desplegadas, el ancla echada y el timón, e incluso en ocasiones la tripulación, la carga y otros objetos —aunque sería imposible observar un barco anclado y al mismo tiempo con las velas desplegadas, ver el timón y la quilla cuando el navío está en el agua, o mirar la carga desde fuera de él. Es patente que los artistas eligieron destacar los rasgos principales de las embarcaciones, como solían hacer con las representaciones tradicionales de algunas especies, en las que detallaban los órganos internos (estilo rayos x), a pesar de no ser percibidos a simple vista cuando el animal está vivo. Se trata, por tanto, de una evidencia importante de la continuidad de las convenciones gráicas y de los temas a lo largo del tiempo. Durante las prospecciones de 2008 y 2009 se documentaron 157 yacimientos, aunque muy pocos contienen iguras adscritas con seguridad al periodo de contacto, al representar objetos introducidos; un dato signiicativo que podría estar vinculado con las pautas de movilidad de la población por este territorio en esa época. Otro aspecto que nos cuestionamos en nuestras investigaciones es el posible impacto de los encuentros con poblaciones foráneas en las pautas de ocupación del territorio. Si aceptamos que el arte de contacto que representa objetos introducidos constituye un buen indicador de tal movilidad, entonces nuestro trabajo sugiere que se está produciendo un cambio en este momento. Por ejemplo, durante el periodo de contacto, hay una intensiicación de la ocupación en los tres núcleos discutidos en este texto y una tendencia hacia la disminución del uso del resto de los yacimientos de esta parte de la sierra. Sin embargo, este argumento muestra ciertas limitaciones, ya que nuestra investigación ha demostrado que la mayoría del arte de contacto no es detectable, a no ser que reproduzca un objeto o tema introducido o se encuentre directamente relacionado o superpuesto a uno de ellos. Por tanto, si Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 99 determinados yacimientos fueron utilizados durante o tras el contacto, pero sólo se reprodujeron temas del imaginario tradicional indígena, resulta difícil poder vincularlos a este periodo. En consecuencia, para establecer con precisión la relevancia de ciertos núcleos a lo largo del contacto y tras él será necesario ampliar nuestro estudio a otras zonas de la sierra, y tener en cuenta los datos que nos proporciona el análisis del contexto arqueológico. En este sentido, durante 2008 y 2009 se registraron en la región 273 yacimientos arqueológicos indígenas (entre arte rupestre, abrigos de hábitat, dispersiones de artefactos, árboles con marcas, canteras de piedra, concheros y dispersiones de conchas), lo que demuestra una ocupación desde hace aproximadamente 31.620 + 350 bp (r32137/3) (según una nueva datación radiocarbónica obtenida en uno de los yacimientos excavados) y una continuidad en la ocupación que perdura al menos hasta la década de 1960. Al margen del arte rupestre, el resto de evidencias arqueológicas apunta también a una tendencia similar en las estrategias de ocupación y movilidad en este territorio hacia la concentración en lugares estratégicos de la Sierra de Wellington. Un cambio que, en nuestra opinión, podría responder a un interés de las poblaciones indígenas por beneiciarse de la nueva economía. Por ejemplo, la participación en la industria macassan del pepino de mar requería una modiicación importante en sus práctica cotidianas y una distribución del trabajo por parte de las comunidades indígenas que con anterioridad invertirían en otras actividades tradicionales. Estos cambios quizá se originaron hacia inales del siglo xvii, a juzgar por la datación obtenida sobre el motivo en cera de abeja del yacimiento de Djulirri. Esa probable contracción de la movilidad residencial podría deberse a diversas razones: 1. Controlar el acceso a los macassan y a los principales corredores utilizados para la movilidad territorial. 2. Ubicarse en lugares más adecuados para organizar encuentros con otros grupos aborígenes con el in de facilitar el comercio y el intercambio, así como otros compromisos tradicionales, por ejemplo, la celebración de ceremonias. 3. Controlar el lujo o la circulación de materiales en la economía tradicional. Gracias a la introducción de nuevas tecnologías y materiales (como el vidrio, el metal, etcétera) las poblaciones indígenas vieron mejorada su capacidad para explotar otros recursos de los entornos locales que, a su vez, favorecieron periodos de ocupación de mayor duración y un crecimiento del tamaño del grupo. Estos cambios probablemente se generaron muy rápido, en respuesta al contacto y la consiguiente participación en la industria del pepino de mar. Quizá el primer contacto con los macassan desembocara en un primer periodo de inestabilidad en el que las comunidades indígenas tuvieron que reorganizarse (tanto a sí mismas como su visión del mundo) para poder aprovechar las oportunidades que aquéllos les aportaban. Además, es probable que se produjera una modiicación del orden social y económico, incorporando el nuevo capital social generado por la participación en la industria macassan del pepino de mar y, por tanto, fortaleciendo 100 May, Domingo y Taçon las formas de vida y las prácticas tradicionales en lugar de debilitarlas. El control indígena de los accesos y la negociación en la industria del pepino de mar fue probablemente una circunstancia única en la historia reciente de Australia. Las evidencias arqueológicas parecen sugerir que los grupos indígenas fueron selectivos a la hora de adquirir las codiciadas tecnologías y costumbres macassan, eligiendo aquellas que pudieran beneiciar o enriquecer sus costumbres y actividades tradicionales. En la actualidad hemos podido observar una práctica similar cuando en contextos de economías mixtas las poblaciones indígenas eligen modos de participación que les permiten mantener y fortalecer sus costumbres y prácticas (como el programa que potencia la formación e incorporación de indígenas a las tareas de guarda forestal en estas áreas). En resumen, los núcleos con arte rupestre documentados en esta investigación parecen indicar que se trata de lugares clave para esta nueva movilidad por el territorio, los cuales se ubicaban entre puntos de contacto con macassan, con los primeros misioneros, etcétera. La estación ganadera de Paddy Cahill en Oenpelli (más tarde conocida como Misión Anglicana cms), la misión metodista de la isla Goulburn, y los sitios de procesado del pepino de mar macassan son sólo algunos de los lugares que atraían a los pobladores locales, con frecuencia para ver a alguien, comerciar o simplemente observar. Esther Manakgu recuerda que, cuando era niña (en la década de 1920), su padre se enteró de la existencia de un asentamiento en Oenpelli y decidió viajar hasta allí para “ver lo que estaba pasando”. Más tarde regresó por su familia y los llevó al asentamiento para que pudieran “verlo por sí mismos” (May, 2008b). Los cambios en los patrones de ocupación y circulación por el territorio durante el periodo de contacto constituyen un área de gran interés en la investigación, que vincula arte rupestre, excavaciones arqueológicas y relatos locales indígenas. Conclusiones Uno de los objetivos de nuestras investigaciones es explorar, por medio del estudio del arte rupestre, la naturaleza de los diversos contactos que se produjeron entre las poblaciones indígenas del noroeste de la Tierra de Arnhem y aquellas que fueron llegando de forma sucesiva a estos territorios en los últimos cuatrocientos años (macassan, colonizadores, exploradores, ganaderos, antropólogos y misioneros). La selección de tres núcleos con arte rupestre localizados en la Sierra de Wellington (Malarrak, Djulirri y Bald Rock) se hizo teniendo en cuenta que la abundancia de motivos de contacto (tanto de temas introducidos como de tipo tradicional) y, en especial, de superposiciones entre ellos, resultaban prometedoras para evaluar la secuencia de esos contactos y, ayudados por la etnografía, determinar el grado de participación de las poblaciones indígenas en las diversas situaciones de contacto. Hasta el momento y de manera preliminar, nuestras investigaciones nos permiten destacar tres aspectos clave. En primer lugar, constatar una perduración a largo plazo de los cánones de representación tradicional tras los sucesivos contactos, revelando sin duda la fortaleza de tales tradiciones culturales y el papel activo de las poblaciones indígenas en la preservación de éstas ante la llegada de otros grupos. La combinación de motivos tradicionales e introducidos demuestra que el arte siguió Encuentros interculturales en el noroeste de la Tierra de Arnhem (Australia) 101 teniendo un papel simbólico entre las poblaciones indígenas de este territorio, y, probablemente, como apuntaban McNiven y Russell (2002), la representación de temas de tipo europeo no constituía una mera ilustración de las novedades recién llegadas, sino que fueron impregnados de valores aborígenes con objeto de volver a ganar el control sobre el territorio y los recursos (Domingo y May, 2008: 88-89). En segundo lugar, cuando comparamos el número de motivos que representan temas introducidos en este territorio con otros territorios australianos (como el Parque Nacional de Wollemi, la región de Pilbara y Australia Central) (Taçon et al., 2012) podemos destacar la existencia de una elevada concentración de esos temas en esta área. Empero, no debemos olvidar que junto a esos temas introducidos hemos podido documentar un gran número de motivos que repiten estilos y temas tradicionales, y que son coetáneos o posteriores. Por último, la investigación de estos tres núcleos nos ha permitido empezar a relexionar sobre los cambios generados en los patrones de movilidad y asentamiento de los grupos aborígenes como resultado de los contactos. No obstante, se trata de un primer esbozo que deberá ser contrastado en el futuro a partir de la ampliación del área de estudio. En 2008, Ronald Lamilami, dueño tradicional del área analizada, reconocía la signiicación que todavía conservan estos yacimientos para los indígenas, describiéndolos como verdaderos libros o enciclopedias ilustradas en los que se narra la historia de su pueblo. Su generosidad a la hora de compartir estos documentos históricos con nosotros sin duda ayudará tanto al resto de la población australiana como a la población mundial a entender diversas fases de la historia de estos territorios desde un punto de vista alternativo: la versión aborigen del encuentro. B i b l i og r a f í a Allen, Jim 2008 Port Essington: the Historical Archaeology of a North Australian Nineteenth Century Military Outpost, Sydney, Sydney University Press. Arenas, Marco Antonio y José Luis Martínez 2009 “Construyendo nuevas imágenes sobre los otros en el arte rupestre andino colonial”, Revista Chilena de Antropología Visual, 13: 17-36. 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El tiraje consta de 100 ejemplares.