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EL EPIGRAMA, FLOR DE ANTOLOG?A ANA PE?AS RUIZ Investigadora FPI ? Fundaci?n S?neca Universidad de Murcia Mas al festivo ingenio deba solo El sutil Epigrama su agudeza: Un leve pensamiento, una voz, un equ?voco le basta para lucir su gracia y su viveza; y cual r?pida abeja vuela, hiere, clava el fino aguij?n, y al punto muere. 1 De este modo defin?a Francisco Mart?nez de la Rosa en su manual de preceptiva literaria en verso de 1827 el epigrama, mediante los rasgos de agudeza de ingenio, sutileza, brevedad y concisi?n que han caracterizado esta forma literaria desde que empezara a ser cultivada con tal car?cter literario en la Roma Imperial. Rasgos que los lectores de El epigrama espa?ol 2 pueden comprobar por s? mismos en esta reciente antolog?a que re?ne algunos de los mejores epigramas escritos en lengua castellana desde el siglo XVI. La oportunidad de una antolog?a como la que publica Espuela de Plata es eviden- te si se echa un vistazo a la bibliograf?a previa, abundante en lo que se refiere a epi- gram?tica de autores extranjeros ?especialmente de la Antig?edad, desde Marcial a Cal?maco o Te?crito? pero escasa en lo que se refiere al cultivo de este g?nero po?- tico en nuestro pa?s. Demasiado lejos quedan hoy las antolog?as de Amancio Peratoner (Museo epigram?tico o colecci?n de los m?s festivos epigramas y otras 213 1 Francisco Mart?nez de la Rosa, Po?tica, en Obras literarias de don Francisco Mart?nez de la Rosa, tomo I, Par?s, Imprenta de Julio Didot, 1827, p?g. 46. 2 El epigrama espa?ol. Antolog?a, ed. Jos? Esteban, Salamanca, Ediciones Espuela de Plata, 2008, 445 pp. 3.? ?poca - N.? 14. 2009 - P?gs. 213-216 composiciones an?logas escogidas de nuestros poetas antiguos y modernos, 1866), Federico S?inz de Robles (El epigrama espa?ol: Tirso, G?ngora, Quevedo?: Siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, 1919) o P?dro de R?pide (El epigrama espa?ol. Del siglo I al XX, 1941). Era necesaria, pues, esta nueva selecci?n de Jos? Esteban que ?viene a llenar un vac?o?, como se anuncia en la solapa del libro. Mediante un reco- rrido diacr?nico, nos adentramos con El epigrama espa?ol en un viaje desde la Hispania de Marcial hasta las flores de ingenio de los poetas de los Siglos de Oro, desde las agudezas de los ilustrados dieciochescos hasta el ?punzante gracejo? de los rom?nticos. En la ?Introducci?n? (pp. 7-26), el ant?logo nos sumerge en el mundo del epi- grama a trav?s de unas breves consideraciones sobre su nacimiento en Grecia y Roma y su evoluci?n y desarrollo posterior en las literaturas modernas. Forma pro- teica, el epigrama pas? de la letra cincelada en m?rmol y piedra ?en las antiguas ins- cripciones griegas y latinas, en verso y generalmente de car?cter funerario, conme- morativo o votivo 3 ? al papel, como instrumento al servicio de la l?rica, ya en ?poca helen?stica. Para Jos? Esteban, este proceso evolutivo es dif?cilmente explicable, si bien constituye, a mi juicio, una de las claves fundamentales para la comprensi?n de este g?nero po?tico. Partiendo de distintas definiciones del epigrama ?desde la acad?mica hasta las que han ido ofreciendo, a lo largo de los siglos, los propios cultivadores: Iglesias de la Casa, Mart?nez de la Rosa, Gregorio de Salas o Hartzenbusch?, se enumeran las caracter?sticas que dan carta de naturaleza a esta forma po?tica ?brevedad, suspen- se, giro final??. Y todo ello con un estilo que podr?amos calificar en s? mismo de ?epigram?tico?, dada la concisi?n, la claridad expresiva y la extensi?n breve de la ?Introducci?n?. Jos? Esteban da muestras de estar bien documentado, aportando una profusi?n de citas y referencias eruditas ?desde Owen o Lessing a Coll y Veh?, Men?ndez Pelayo, S?inz de Robles o Francisco Cutandas, al que sigue de cerca?. Aunque sin entrar en cuestiones m?s espec?ficas ?pues no se trata de hacer un an?lisis te?rico?, se refie- re a la relaci?n entre el epigrama y otros g?neros pros?sticos breves, como el frag- mento, el aforismo, la m?xima o la sentencia, as? como a sus v?nculos con otras modalidades, especialmente la s?tira. Adem?s de la ?Introducci?n? del ant?logo, en El epigrama espa?ol. Antolog?a encontramos un texto cl?sico de Andr?s Gonz?lez Blanco (1886-1924), a modo de 214 ANA PE?AS RUIZ 3 La misma etimolog?a lo indica: to epigrama, atoj significaba en griego ?inscripci?n?; literalmente, ?sobre la letra?. ep?logo: ?El epigrama a trav?s de las literaturas y de los tiempos? (pp. 443-445); un sumario repaso al cultivo de esta forma literaria desde sus or?genes. En cuanto a la estructuraci?n de la selecci?n po?tica, la disposici?n de los textos sigue un recorrido diacr?nico por la historia literaria, como suele ser el criterio habi- tual en las antolog?as: ?Espa?a romana? (pp. 29-39), que contiene veintitr?s epigra- mas de Marcial, ?Algunos sonetos epigram?ticos de diversas ?pocas? (pp. 41-49), ?Siglos XVI-XVII? (pp. 51-156), ?Siglo XVIII? (pp. 157-232), ?Siglo XIX? (pp. 233-353), y ?Epigramas an?nimos de autor dudoso? (pp. 355-439). Por otra parte, esta selecci?n esconde, obviamente, el criterio personal del ant?logo, que ha queri- do incluir un cap?tulo espec?fico donde recoger algunas muestras de lo que denomi- na ?soneto epigram?tico? ?si bien tambi?n encontramos sonetos en otros apartados, por ejemplo de Lope de Vega (?A Elena Osorio?, p. 85) y Quevedo (?Zahurdas de Plut?n?, p. 94)?. Dado que el recorrido temporal se detiene en el siglo XIX, se echa de menos una secci?n dedicada al epigrama posterior ?aunque Esteban indica que se ocupar? de ello en otro lugar: ?Los epigramas del siglo XX no entran en nuestro objeto y se quedan para recopilar en mejor ocasi?n.? (21)?. El hecho de que el inicio del viaje por la historia del cultivo del epigrama en Espa?a se sit?e en Marcial responde al hecho de que ?ste fue no s?lo uno de los modelos cl?sicos del epigrama romano, sino el referente para la gran mayor?a de los epigramistas posteriores, que lo imitan y se inspiran en sus textos. Con Marcial se puede hablar ya de una po?tica del g?nero, que dignifica y codifica, desde la forma hasta el tono ?alejado siempre de lo personal, como defend?a en el famoso verso ?parcere personis, dicere de vitiis? (X, 33, 10)? y los temas. Ser?n recurrentes la s?tira de oficios ?los m?dicos, por ejemplo, que aparecen en epigramas de Marcial (p. 32), Juan de Iriarte (p. 161) y Morat?n (p. 172)?, o tipos sociales propios del momento hist?rico ?el eunuco en Marcial (p. 39), el ?erudito a la violeta? o el t?pico del ?viejo y la ni?a? (p. 129) en el XVIII, el cesante en el XIX (p. 271)?; as? como la censura de vicios y costumbres ?la glotoner?a (p. 34), el uso del palillo (p. 143), el matrimonio en m?ltiples epigramas de todos los tiempos, etc.?. Asimismo, se repite a lo largo de la historia del epigrama la misoginia en el trata- miento de la mujer, tan abundante que pueden encontrarse ejemplos en casi todos los epigramistas; la inclusi?n de referentes literarios ?ya sean personajes o intertextos de la literatura culta y popular: Simplicio (p. 204), Sancho Panza (p. 221), Celestina (p. 281), Juan Palomo (p. 302), etc.?; la codificaci?n patron?mica, reflejada en la itera- ci?n de nombres castizos ?In?s, Juana, Leonor, para ellas; Luis, Diego, Blas, para ellos? o de ecos cl?sicos ?Lauro, Clori, Pomponio??; el epigrama metaliterario o autorreferencial ?que acota una definici?n, funci?n o rasgos espec?ficos de esta forma 215 El epigrama, flor de antolog?a (pp. 130, 222, 252?); el epigrama-epitafio (pp. 80, 141, 174, 235?), el epigrama descriptivo de escenas de costumbres (pp. 166-67, 195-96, 303)? Un estudio que se planteara realizar una po?tica del epigrama revelar?a, sin lugar a dudas, complejas redes tem?ticas que se entrecruzan en las manifestaciones epi- gram?ticas de las distintas literaturas occidentales y orientales. El epigrama, de hecho, ha sido relacionado con el haiku, aunque quiz? este parentesco gen?tico tenga m?s de ex?geno ?la brevedad es un rasgo compartido? que de end?geno ?a nivel tem?tico o tonal, son muchas las diferencias entre haikus y epigramas?. Una lectura atenta de los epigramas revela esa iteraci?n de temas y motivos en el ?mbi- to estricto de la tradici?n literaria hisp?nica. A veces, las coincidencias revelan una mera traducci?n o copia del original latino; otras, encontramos interesantes varian- tes que ayudar?an a configurar el espacio gen?rico en el que el epigrama se ha movi- do desde su nacimiento. En este sentido, la presente antolog?a es muy ?til tanto para el especialista, que encuentra gran cantidad de material en el libro, como para el p?blico que se acerca al epigrama por curiosidad o casualidad. Sea como sea, esta antolog?a divertir? e instruir? a ambos tipos de receptor, cumpliendo con la vieja m?xima del docere et delectare y justificando su inclusi?n en una colecci?n que, como ?sta de Ediciones Espuela de Plata, lleva por nombre Los humoristas. Humoristas en ocasiones tan ilustres como G?ngora, Lope de Vega, Quevedo, Jovellanos, Cadalso, Mesonero Romanos o Tamayo y Baus, pero muy a menudo ?aunque en la antolog?a se recojan, por cuestiones l?gicas de espacio, s?lo unos cuantos? burlones an?nimos, transmisores e intermediarios de la tradici?n literaria culta y popular que encubren los epigramas. 216 ANA PE?AS RUIZ