09 octubre 2020

Coronavirus y abandono de animales

Silvia Vidal Guillén. Abogada. Miembro de la Comisión de Defensa de los Derechos Animales del Ilustre Colegio de la Abogacía de Sabadell

A fecha de hoy, aún no se conocen datos completos y definitivos sobre la relación entre la crisis por Covid-19  y el aumento en el abandono de perros, gatos y otros animales de compañía. Sin embargo, a diario leemos noticias sobre la saturación de las protectoras y el aumento en la recogida de animales que han sido abandonados desde que estalló la situación de pandemia.

Innegablemente, el coronavirus ha supuesto un reto social a muchos niveles generado por su novedad, imprevisibilidad  y el desconocimiento general. Las noticias sobre el tema, aunque abundantes hasta la saciedad, se suelen centrar en aspectos como la velocidad en la multiplicación del número de contagios y la ineficacia de las diferentes propuestas que hacen las administraciones para intentar coordinar la contención de la pandemia y la revitalización de los sectores económicos afectados. Pero poco nos hemos parado a pensar en cómo está influyendo en los animales de compañía y cómo, en consecuencia, está afectando la actividad de las entidades protectoras. Porque el impacto en el mundo animal ha sido brutal debido a la concurrencia de diferentes aspectos que merecen ser analizados.

Recuerdo cuando el mundo se paralizó a principios del mes de marzo, el miedo y la angustia que me generaba ver en los noticiarios el gran número de personas que estaban falleciendo a diario debido al virus. Pero también recuerdo con horror el dolor que me causó alguna información a la que tuve acceso  y que publicaba el efecto que estaba teniendo la epidemia sobre los animales de compañía, esos seres inocentes que en algunos países como China o Ucrania, por citar alguno, se estaba procediendo a sacrificios masivos, masacrándolos cruelmente de formas salvajes y acumulando sus cuerpos sin vida en normes montones. El motivo de dicha atrocidad no era otro que el desconocimiento y el pánico generalizado,  alentado en algunos casos por las propias administraciones, ante la posibilidad de que los animales de compañía pudieran transmitir el virus a las personas. Ante el impacto de esas noticias, de las que por cierto los medios de comunicación se hicieron poco eco pasando solo de puntillas algunos medios digitales,  realmente me alegré de que en España, a pesar de la falta de una verdadera regulación legal para el bienestar de los animales, al menos no se produjeran esos exterminios masivos.

De hecho, al principio, con la declaración del estado de alarma y el confinamiento obligatorio, incluso parecía que la situación estaba teniendo una lectura positiva para algunos animales. Así pudimos ver protectoras vacías, que habían entregado en adopción a todos sus inquilinos, también vecinos que se organizaban para cuidar de las mascotas que quedaban en las casas solas, bien por haber caído enfermos sus cuidadores o por haber resultado confinados lejos de casa. Por cierto, en justicia también cabe decir que fue en China donde tuve conocimiento de que  primero se habían movilizado de esa manera en algunas comunidades.

Sin embargo, y aunque no hayamos asistido a exterminios masivos de perros y gatos, sí que también en nuestro país la pandemia ha intensificado mucho la situación ya anteriormente grave de abandono de animales de compañía y saturación de las protectoras y refugios. Hay varios factores que han sido determinantes.

En primer lugar, está el miedo a contraer la enfermedad infundido por la desinformación y la distorsión de datos científicos y titulares que nos hacen caer en un alarmismo excesivo. Recuerdo haber leído titulares que destacaban que los gatos podían contraer coronavirus, para si uno tenía la paciencia de leer el artículo completo, acabar aclarando que era poco probable, y que en cualquier caso, ni desarrollaban síntomas ni lo transmitían a los humanos.

Otro factor importante que se relaciona con el mayor número de abandonos con respecto a años anteriores, ha sido el fin del confinamiento. Por un lado porque al retomar la actividad diaria normal, mucha gente ha tomado consciencia de la responsabilidad que conlleva un animal, y aunque lo adoptaran de manera altruista en el mejor de los casos, se han dado cuenta de la imposibilidad de compaginar su cuidado con su actividad diaria. Por otro, en los peores casos, y esto ha afectado principalmente a los canes, algunas personas procedieron a adoptar con la única finalidad de poder burlar el confinamiento y salir a la calle a pasear al perro. Evidentemente, finalizada la limitación de acceder a la calle, ya no lo necesitaban. La fundación AFFINITY realizó un estudio entre 102 protectoras durante el mes de abril y destacó que el 51 por ciento de las mismas reconoció haber tenido un aumento notable en las solicitudes de acogida de perros, no así de gatos. (1)

Y evidentemente, un factor que siempre juega un papel importante es el económico. La pandemia ha generado una crisis económica de proporciones colosales. Muchas familias han visto como su situación económica quedaba devastada al haber sufrido despidos, ERTES o reducciones de jornada en el mejor de los casos. De repente, para algunos, mantener a sus animales de compañía ha devenido una carga insostenible. En especial aquellos mayores o enfermos que precisan atención veterinaria. Llegados a este punto cabe recordar lo importante que sería que se aprobara la rebaja del IVA veterinario, una demanda que cada vez goza de mayor popularidad pero que todavía no aparece en el horizonte a corto plazo. También merece hacer  mención especial de programas como el de “MEJORES AMIGOS” de FAADA que ofrecen ayuda para que en estos casos de dificultad económica, animal y cuidador puedan seguir juntos. (2)

Tampoco podemos olvidar el importante número de animales que ha quedado huérfano por enfermedad o muerte de sus cuidadores, y que ha tenido que ser derivados a protectoras y refugios, incrementando la saturación de los mismos. Entidades que además están atravesando un momento económico muy difícil, pues a la disminución de donaciones por la crisis se une la imposibilidad de recaudar fondos en los diferentes eventos multitudinarios que venían celebrando y que actualmente no pueden llevar a cabo.

Como decía al comienzo de este artículo, todavía no ha acabado el año y no hay datos definitivos, pero un artículo de ABC de fecha 19 de junio de 2020 estimaba provisionalmente que con la desescalada por el coronavirus, en lo que va de año, el abandono ha aumentado un 25 % con respecto al año anterior. (3)

Podemos concluir que aunque España es un país que ya contaba con una abundante dinámica de abandonos antes de la situación provocada por el coronavirus, si no se toman medidas  efectivas que lo eviten, como educar e informar de forma veraz para evitar el pánico infundado al contagio, así como medidas de refuerzo económico de las familias y colectivos más afectados, en los próximos meses vamos a seguir asistiendo a un aumento de los abandonos sin precedente.

Fuentes:

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