El legado feminista que nos dejó Pippi Calzaslargas, esa niña huérfana sin rastro de drama

Pipi Calzaslargas, histórica representante de la mirada desprejuiciada desde la tele infantil.
Pipi Calzaslargas, histórica representante de la mirada desprejuiciada desde la tele infantil.
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Pipi Calzaslargas, histórica representante de la mirada desprejuiciada desde la tele infantil.

El inicio de una historia sobre una niña huérfana sin dar a cada palabra una pincelada dramática parece impensable, pero el inicio de Pippi Calzaslargas lo consigue. "Tenía nueve años y vivía completamente sola. No tenía padre ni madre, lo cual era una ventaja, pues así nadie la mandaba a la cama precisamente cuando más estaba divirtiéndose, ni la obligaba a tomar aceite de hígado de bacalao cuando le apetecían caramelos de menta".

El pasado 31 de mayo, en la residencia del Embajador de Suecia, tuvo lugar la presentación y homenaje a la escritora Astrid Lindgren en un emotivo acto al que asistió su nieta, Annika Lindgren. La creadora de Pippi Calzaslargas, personaje nacido en 1941 cuando su hija menor estaba enferma de neumonía, no es sólo un referente de la historia de la literatura infantil, sino un icono feminista cuya creadora fue, en su vida personal, igualmente transgresora. 

Eran los años 20 cuando Astrid Lindgren, siendo adolescente, comenzó a trabajar en un periódico. Se quedó embarazada de un editor que tenía siete hijos y le triplicaba la edad, por lo que Astrid abandonó Suiza para instalarse en Dinamarca. 

Como descubrimos a través de la película Conociendo a Astrid, de Pernille Fischer Christensen, su vida no fue fácil. "No hablaba mucho del pasado: era una mujer que hacía que las cosas pasaran y salía hacia adelante. Por supuesto, lo que sí supimos es que tuvo un hijo fuera del matrimonio y los problemas que eso le acarreó", señala la nieta de la autora, Annika Lindgren.

Astrid Lindgren, nieta de la creadora de Pippi Calzaslargas
Astrid Lindgren, nieta de la creadora de Pippi Calzaslargas
D.R

Confiesa que de niña los escritos de su abuela no eran sus favoritos y que no fue hasta mucho después cuando se enamoró de sus textos. "Me di cuenta pasado el tiempo de su fuerza. Sabía por supuesto que era famosa, pero no comprendía su poder, porque para mí era mi abuela. Por eso me sorprendí cuando entendí su legado", explica.

Dedicó su vida a luchar contra la injusticia, logró la reforma de la legislación fiscal, la caída del gobierno de ese momento de la mano de un artículo y consiguió que se promulgaran leyes como la del maltrato animal, conocida como Ley Lindgren. Pese a sus innumerables logros (y aunque incluso su rostro aparece en los billetes de 20 coronas), su nombre está siempre asociado al de Pippi, esa niña que, lejos de ofrecer una versión naíf de la infancia, demostró el poder de los más pequeños y se enfrentó a las convenciones.

"Quiero pensar que en la actualidad, ha cambiado la forma en la que los padres hablan a sus hijos, pero a Astrid le sorprendió siempre la manera en la que ella, como madre tan joven, veía que los padres hablaban sin respeto alguno a sus hijos. De hecho, le sorprendió tanto que cambió su forma de pensar, y lo escribió así en su diario. Vio que los niños carecían de poder y sintió que tenía que empoderarlos. Cuando lees una historia a un niño o le explicas algo, quizás no lo entiende todo, pero lo acepta, y en ese sentido son además más fáciles de contentar que los adultos", explica Annika Lindgren.

"Por más que Pippi sea un referente feminista literario e incluso dentro de la cultura pop, Lindgren confiesa que ese matiz llegó después de su creación. "Los adultos fueron quienes hablaron de Pippi como de un icono del feminismo pero en realidad, mi abuela creó simplemente a una niña divertida con la que crecieron niños y niñas. No olvidemos que la creó porque su hija inventó un nombre divertido, y por eso tuvo que dar forma a un personaje que también lo fuera", aclara.

Astrid, Creadora de Pippi Calzaslargas
Astrid Lindgren, Creadora de Pippi Calzaslargas
D.R

Por supuesto, la pregunta obligada es si su hija fue la inspiración de la que Pippi parte. "Yo diría que sí. Creó un mundo especial para ella y para hacerle entender que en la vida hay que ser buena persona. Tras la Segunda Guerra Mundial, quedó claro que la gente con poder lo había usado mal, por lo que el mensaje es que hemos de emplear nuestra fuerza y nuestro poder para lo bueno. Simplemente quería que los niños disfrutaran", asegura.

Mafalda y Pippi son dos ejemplos de cómo figuras de la infancia mandan mensajes capaces de transformar el imaginario popular y de enseñar valores a las nuevas generaciones desde una edad temprana, algo que Annika considera esencial, así como subraya el poder de la lectura.

"Es vital leer en alto a los niños y compartir lectura con ellos, así como ver la forma en la que actúan, cómo reaccionan y cómo explican lo que van comprendiendo. Si no compartes historias, no puedes hablar de ningún tema, y por eso es también importante llevarles a actividades culturales y recordar en conversaciones cuando fuisteis al cine, al teatro… Es fundamental leer y hablar sobre los personajes fuertes de los libros".

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