Por: Elko Omar Vázquez Erosa
Espero en ti; pero casi desde que recuerdo el mundo me parece un avispero enorme, una colmena de insectos furiosos e incomprensibles donde la ternura, donde la voz no alcanza.
Todos los días me armo de valor: imágenes rabiosas que contrastan con la sonrisa apacible que a veces se permiten dibujar, insinuar tus labios.
Galerías infinitas, caóticas colmenas —puñaladas por la espalda— zumbidos atroces: laberintos.
Y en esas noches, donde la voz no alcanza, me acuno en mi lecho mientras me pregunto si estarás contenta, si de perfumadas sábanas y de noches apacibles se moldeará tu esencia.
¡Me gustaría tanto abrazarte cuando escucho el silbato de los trenes!, de los barcos, y al mirar la extraña ternura de los viajeros que arrastran maletas —ocasionalmente aderezadas— con un muñeco de peluche que no cupo, pero que por fuera lo ataron mañosamente.
Me gustaría estar contigo una noche de invierno, una noche ebria de horizontes apacibles, entre olor de libros, de ilusiones dormidas a la luz intermitente de la chimenea, bajo las frazadas.
Disfrutaría tanto —contigo— una copa de merlot, mientras contemplábamos los copos de nieve contra los cristales de las ventanas.
Me gustaría tanto; pero silba el tren.
Pingback: Avispero (Podcast) | Voluptuosidad es la palabra