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A raíz de una interesante charla con un cliente que nos visitó en estos días en Vinófilos Triana puede comprobar que es necesario una rápida explicación sobre estos dos estilos de vinos que se elaboran en España, ya que parece que no están claras las diferencias. Y créanme que las hay.

Es normal que en muchas zonas de España, cuando la gente quiere un rosado pida un clarete, dando por hecho que hablamos de la misma cosa. Y sin embargo existe una gran diferencia entre el vino rosado y el clarete. Desde cómo se elaboran hasta el tipo de uvas utilizadas en su elaboración.

Tal vez el clarete haya sido un vino poco apreciado, incluso hay gente que  piensa que no está reconocido legalmente, y nada más lejos de la realidad. Algunas denominaciones de origen, como la denominación ‘Tierra del Vino’ de Zamora, lo reflejan en su pliego de condiciones como vino elaborado a partir de las variedades admitidas, con un mínimo del 30% de la variedad Tempranillo y un máximo del 40% de las variedades clasificadas como autorizadas. Refiriéndose siempre a esta denominación en concreto.

No solo no es lo mismo un rosado que un clarete. Sino que de cada tipo existe una gran diversidad de vinos.

Pero las diferencias son claras entre clarete y el rosado. El rosado es un vino que se elabora como si se tratase de un vino blanco, es decir, se realiza un prensado, se eliminan las pieles y se fermenta sólo el mosto resultante de ese prensado. Tal y como se elaboran los vinos blancos.

Dependiendo del número de  horas que las pieles están en contacto con el mosto antes de ese prensado, la cantidad de color de las uvas que se tramite al mosto será mayor o menor. Siendo obligatorio que al menos el 50% de las uvas sean tintas y la mayoría de las veces estos porcentajes son muchos mayores.

Podemos decir que el rosado es un vino que proviene de la maceración de las pieles de las uvas que están en el depósito para luego “sangrar = prensar” ese mosto y pasar a una fermentación sin hollejos a baja temperatura para potenciar los aromas primarios de la uva.

Por el contrario, en el caso del clarete, tendremos también vino de aspecto rosado pero fermentado como si de un tinto se tratase. En este caso la legislación obliga a que el 25% de las uvas que se usan para la elaboración sean tintas y el resto blancas.

Aunque hay varias formas, lo más habitual para elaborar un clarete es introducir las uvas tintas en un depósito y prensar separando el mosto tinto, y añadiendo a las pieles tintas las uvas blancas enteras para que macere todo junto, prensar y fermentar finalmente el mosto blanco tintado por la pieles que dejamos de las uvas tintas. Otras veces, simplemente se añaden las uvas tintas y su mosto, para luego rellenar el depósito con mosto de vino blanco, para que la maceración con las pieles de uva tinta aporten ese color cebolla habitual en los claretes.

El clarete pasa por ser un “vino tinto” elaborado con mucha uva blanca añadida en forma de mosto o de uva.

Espero que esta breve aclaración te ayude a entender las diferencias entre estos dos tipos de vinos. Pero no hay nada mejor que probarlos para apreciarlas realmente. Aprovecha que durante este mes de junio tenemos toda nuestra selección de rosados con un 20% de descuento pero sólo en nuestra tienda de Vinófilos Triana (C/Viera y Clavijo 23, Las Palmas de Gran Canaria)

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