Antes de pasar al siglo XVII, creo que merece una breve, pero especializada publicación sobre uno de los oficios poco conocidos relacionados no tanto con la costura, sino con la apariencia de las damas y caballeros de la segunda mitad del siglo XVI. Nos referimos a los ‘abridores de cuellos’.
Definidos como “personas que tiene por oficio ahuecar los pliegues de los cuellos alechugados”, surgen debido a las grandes dimensiones que llegaron a adquirir las lechuguillas y al interés por que estas se mantuvieran blancas, planchadas y rígidas.
Como todos conocen, el cuello denominado lechuguilla se derivó del pequeño borde con que se adornaba el escote de las camisas de mujeres y hombres (presentes desde el estilo renacentista italiano-veneciano). Cuando la moda española impone las prendas de torso con los cuellos muy altos y ajustados, dicho borde adquiere más relevancia y comienzan a aumentar su tamaño y acabaron por independizarse del resto de la prenda.
La lechuguilla se confeccionaba formando unas ondas que la asemejaban a las hojas de las lechugas rizadas, se azulaban con unos polvos especiales que venían de las Indias holandesas, de elevado coste. Con el aumento del tamaño apareció el interés por mantener no solamente la ‘blancura’ del material sino se requirió de su almidonado. A cada pliegue se le denominó ‘abanillo’ o ‘abanico’.
“La confección, almidonado y planchado de las lechuguillas requerían una gran habilidad y procedimientos especiales que llegaron a constituir un arte y dieron lugar a la aparición de diversos oficios, entre ellos el de abridor” (Sáez Piñuela, “La moda en la corte de Felipe II”, en Madrid en el siglo XVI, 1962, 4).
Es así que, hasta la desaparición definitiva de la moda de las lechuguillas (alrededor de 1630-40), a los sastres, lenceros, sederos, tejedores de sedas y otros oficios relacionados con la costura y la apariencia, se suma el ‘abridor de cuellos’.
Poca información tenemos de este arte tan extendido y casi perdido. Gracias