AMANCEBAMIENTO EN LAS ISLAS DE MARGARITA Y DE CUBAGUA, SIGLO XVI

En 1527 el conquistador Francisco Fajardo vive amancebado con Isabel, la cacica principal de Margari­ta, hija y heredera del cacique Charaima que dominaba el fértil Valle de San Juan.

De esta unión nace el famoso mestizo del mismo nom­bre de su padre: Francisco Fajardo, conquistador de Caracas.

El amancebamiento de Fajardo con Isabel fue de mucho provecho para los guaiqueríes y hasta para los mismos españoles.

Por supuesto, son innumerables los casos de espa­ñoles amancebados, que originan pintorescas situacio­nes. Las burladas esposas, en la lejana península espa­ñola, se quedan esperando que las manden a buscar. De­nuncian a los esposos infieles sin resultado alguno. Algu­nas se vienen hasta Santo Domingo. Otras encuentranamantes en el mismo barro que las trae. El escándalo llega hasta la corte. Ahora los casados, para poder via­jar solos a América, tienen que solicitar permiso y can­celar una altísima fianza.

Tanto en Cubagua como en Margarita muchas muje­res conviven normalmente con autoridades. Así lo hace Antonia Camacho, apodada «La Garnacha», cercana al Alcalde Mayor Pedro de Matienzo. Otras son condena­das por la justicia. Tal es el caso de Isabel Aguilar, Mencia Hernández, Elena Delgado, Catalina Salas.

De especial interés lo que ocurre con la portuguesa María Hernández quien estando rasada con Alonso Mota se enamora de Pedro de Villardiga. Esto sucede en Santo Domingo. Pero en 1524, una vez que lo nombran Gobernador de Margarita, la pareja reside en la Isla. Vive en un bohío que le facilita la cacica Isabel, quien por cierto -después de haber sido robada y abandonada por Fran­cisco Fajardo, que regresó clandestinamente a España- se casó con el cubagüense Alonso Carreño, del que tuvo dos hijos: Alonso y Juan. Se cree que fue ésta la primera unión legalizada en tierra margariteña. De manera que, además de haber sido madre del mestizo Francisco Fajardo, hay que reconocerle a Doña Isabel este mérito.

Pues bien, Alonso Mota quiso reunirse con su mujer y vino tras su huella, pero ya era tarde. Siempre fueron frecuentes sus largas ausencias y Pedro y María ya te­nían tres años viviendo juntos.

Una vez por poco lo apuñala Don Pedro. Otra vez es la misma María que de casualidad no le parte la cabeza de un hachazo.

Con hirviente despecho -«no oso yr ni estar en casa»- se marcha de la Isla para morir, solo y desdichado, en un hospital de San Juan de Puerto Rico.

Alonso no supo nunca -si es que eso le podía servir de consuelo- que María, a quien cariñosamente llamaban Malí, fue condenada públicamente, una vez que Pedro de Villardiga dejó de ser Gobernador. Así siempre sucede.

(Tomado de LOS ORIGENES HISTORICOS DE MARGARITA de Efraín Subero, 1996)

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