De dominado a dominador

De dominado a dominador

Por Departamento Web 2

Dios siempre ha querido que el hombre viva en el paraíso, y no cambió Sus planes; por eso envió a Su Hijo Jesús, para llevar al hombre de regreso a ese lugar. De acuerdo con lo que enseñó el obispo Franklin Sanches el pasado domingo 5 de noviembre, «Dios no quiere que el hombre sufra, sino que quiere continuar con el proyecto del jardín del Edén, y Jesús es el puente para que el ser humano regrese al plan original que el Señor diseñó».

En realidad, Él es el único camino de regreso al paraíso, no hay otra manera; y si usted quiere esto, entonces preste atención a la siguiente receta:

«Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti.» (Job 22:21).

Cuando una persona inicia una relación con el Altísimo, lo primero que Él le da es la paz. Y no es solo por un instante. Claro que uno no es libre de problemas, pero, aunque surjan, ese estado de paz continúa.

«En cambio, si la presencia de Dios no está, la persona vive intranquila. Por ejemplo, muchos piensan que, yéndose de vacaciones, estando en contacto con la naturaleza o reconciliándose con su pareja van a estar en calma; incluso hay quienes yendo a la iglesia se sienten bien, pero terminan regresando a su realidad, pues la paz no se alcanza con cosas externas», explicó el obispo.

¿Entonces, qué hacer? La Biblia dice que estar en amistad con Dios no solo le dará paz, sino que también le hará prosperar y ¿quién no quiere esto? De acuerdo con el obispo Franklin, «cuando tenemos una relación con Dios, nos da lo que necesitamos; es parte de Su plan inicial, que al hombre no le falte nada». Analicemos: ¿le prestaría las llaves de su coche o su contraseña bancaria a cualquier persona? De hecho, solo se los daría a una persona de confianza.

Así que Dios tampoco le dará prosperidad a quien le da la espalda y quiere seguir sus propios caminos, ¡de ninguna manera! La prosperidad es un don de Dios, pero es necesario tener comunión con el Altísimo. «Incluso, Adán perdió el paraíso porque dejó de lado su amistad con Dios, prefirió ser amigo de la serpiente y ¡mire lo que pasó!», comentó.

«Toma ahora la Ley de Su boca y pon Sus palabras en tu corazón.» (Job 22:22).

Se trata de tomar la Ley, Su Palabra, y que, en lugar de decir groserías o palabras negativas, que de su boca salga una palabra de fe. Y poner esto en su corazón, pues si este es guiado por Él, tomará las decisiones correctas. Es decir, ya no será impulsivo ni estará dominado por el corazón, sino por el Espíritu del Señor. «Dios creó al hombre para que fuera dominador, no dominado; pero el hombre que no tiene comunión con Dios es controlado por el diablo y por sus impulsos», agregó el obispo.

Y es que cuando el hombre pecó, pasó a ser dominado por cosas como el cigarro, las drogas, los sentimientos, el dinero, las deudas, etc. No consigue controlar su compulsión y sufre por cometer un error tras otro. El obispo añadió que «así, el ser humano pasó a ser controlado por todo y todos. Pero, con el Espíritu Santo, usted pasa a tener dominio».

«Si te vuelves al Omnipotente, serás edificado y alejarás de tu morada la aflicción. Tendrás más oro que tierra: como piedras de arroyo, oro de Ofir. ¡El Todopoderoso será tu oro y tendrás plata en abundancia!» (Job 22:23-25).

«¡Vea que maravilla! Con Dios hay paz, prosperidad y, si su vida está en ruinas, ¡será reedificada! Él en ningún momento dice: “Si te vuelves a Mí serás religioso”. ¡NO! Entonces, piénselo, ¿qué pierde si decide hoy entregarle su vida a Jesús?».

«Entonces te deleitarás en el Omnipotente y alzarás a Dios tu rostro. Orarás a Él y Él te oirá;
y tú cumplirás tus votos. Asimismo se realizará lo que tú determines, y sobre tus caminos resplandecerá la luz.» (Job 22:26-28).

Él nos devuelve esa autoridad que Adán le entregó al diablo en el Edén; es decir, si usted determina algo: “Mi marido va a regresar”, “Mi hijo va a cambiar”, ¡así va a suceder!

«Los setenta regresaron con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en Tu nombre. Y Él les dijo: Yo veía a satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado autoridad para pisotear sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada les hará daño.» (Lucas 10:17-19).

Quien engañó a Eva en el paraíso fue el diablo, la serpiente. Pero cuando Jesús vino, dijo que nos daba potestad para pisotearlas, es decir, ¡nos regresó ese dominio! Cuando una persona está bien en su relación con Dios, también puede reprender a estos males.

«Es necesario que se vuelva en amistad con Dios, que tenga comunión con Él, pues está escrito que, si nos volvemos a Él, Su presencia estará con nosotros. Dios le quiere bendecir en todo; pero es necesario que tome la decisión de entregarle su alma, su vida a Jesús, y así poder recomenzar y reconstruir su vida que está en ruinas», finalizó el obispo.

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