Preguntar es más efectivo que afirmar

Hoy te quiero convencer de algo muy sencillo, pero que te puede cambiar la vida:

Preguntar es más efectivo que afirmar

Ahora, dejame que te cuente por qué.

La pregunta es la forma que tenemos los humanos para interpelar al mundo. Cada vez que nos cruzamos con algo nuevo, lo interrogamos. Habitualmente, pensamos que preguntar sirve para encontrar una respuesta.

El circuito que vemos en nuestra mente es este: PREGUNTA ==> RESPUESTA. Sin embargo, este procedimiento es una reducción. La pregunta abre múltiples caminos, muchos mundos posibles, y la respuesta elimina todas las alternativas excepto una.

Preguntar para conseguir una única respuesta reduce el foco de nuestra perspectiva, pone en funcionamiento nuestras habilidades de búsqueda, pero de una búsqueda estrecha: nos cierra la posibilidad de llegar a un nuevo descubrimiento. En realidad, preguntar debería llevarnos, en última instancia, a nuevas preguntas.

¿para qué preguntar?

Lo que quiero proponerte es que preguntemos, no para obtener respuestas, sino para plantear nuevas preguntas. Se trata de entender que la respuesta no es una instancia final, sino un respiro momentáneo. Después de llegar a una respuesta, tomamos un respiro, tal vez un vaso de agua, y después hay que seguir camino.

Esta es una idea clave y, curiosamente, puede expresarse a través de una pregunta:

¿Qué pasa si me estoy haciendo la pregunta incorrecta?

Tal vez lo peor que podamos hacer sea encontrar la respuesta correcta para la pregunta incorrecta, porque:

1. No estamos solucionando el verdadero problema
2. Ni siquiera estamos conscientes del verdadero problema
3. Nos quedamos con la falsa tranquilidad de haber encontrado una solución, que en realidad no soluciona nada útil

Por eso hoy te quiero convencer de que preguntar es más efectivo que afirmar. Cada vez que te sientas en condiciones de afirmar, preguntate qué otros caminos posibles se cierran con esa afirmación, y qué nuevos caminos podés abrir si seguís preguntando.

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