En la naturaleza como en todo existe lo sencillo y lo sofisticado.

La planta que voy a mostrar se da de manera silvestre, es sencilla, lo que se podría decir monte, sin embargo, cuando se vive en zonas pobladas con pocas áreas verdes, deja de verse y se convierte en un imán de fugaces recuerdos.

En mi niñez abundaba mucho esta planta que también la llaman rabo de alacrán, o alacrancillo, quizá por la forma de sus flores, que nacen apiladas en espigas curvas que semejan la cola de este animal.

Cuando nos daba gripe, mi mamá recogía muchas hojas de esta planta, las estrujaba y las ponía a remojar y luego colocaba esa agua al sol hasta que se pusiera tibia, entonces nos bañaba con ella, cuyas propiedades medicinales alejaban ese mal.

Es el uso que recuerdo, pero ahora investigo en internet y consigo páginas que informan que sirve para la caída del cabello, también la usan para aliviar los dolores musculares y la artritis, en gargarismos para afecciones bucales; alivia la picazón de la piel en caso de sarna y otros usos más. Ya sabemos que siempre hay que tener cautela e informarse bien antes de usar una planta.

A mí me gusta la flor de esta planta, como pintora, me llama la atención los colores que se dan en la naturaleza, estas son como pequeñas campanillas una al lado de la otra con un tono entre lila y azul claro muy hermoso.

Esta planta salió sola en mi jardín y la dejé allí, quizá me dé algún día el mismo bienestar que obtuve de ella cuando niña.

He querido mostrar esta planta a la amiga @knopk145, en su concurso porque la belleza también se esconde en lo diminuto de las cosas.

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Imágenes propias

@charjaim