El daño producido a las nuevas generaciones con el aleccionamiento educativo es terrible, inmensurable. Es un atentado genocida a los derechos del niño desde un punto de vista intelectual y cultural. Y la trivialización de este problema por parte de la sociedad es suicida. Esta situación debería estar contemplada en el código penal, porque se rompe la cadena de valores y se derrumban referencias de todo tipo, eliminando el sentido y el propósito original del fenómeno educacional como trasunto filosófico esencial para la dignificación humana. Las pruebas están en este libro y constituyen una causa general e irrebatible contra lo que los independentismos periféricos y la izquierda gramsciana están haciendo en las escuelas y universidades de toda España.
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…Y no solamente en las aulas. En Cataluña, además, ha habido una campaña, al parecer, promovida por la llamada; ANC, de «espionaje» en los patios de los colegios, para saber en qué lengua jugaban los niños…Ya es el súmmum de los despropósitos. Hay que dejar que la gente se exprese en la lengua que prefiera. O e na que se sienta más cómoda para comunicarse. Y sin imponer ni prohibir ninguna.
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