Quebrantamiento y gratitud

[Escrito por Noemí]

Dios sigue tratando con Sus hijos, y lo seguirá haciendo. ¿Duele? Sí, pero ¡qué bendición es cuando sabes que las manos que forjan el hierro son las del Maestro y que Él lo hace todo perfecto, bueno y agradable. Si soy honesta, y para mi vergüenza lo digo, en varias ocasiones me he encontrado delante de Dios con un corazón duro al que le precede cualquier tipo de enfriamiento espiritual sea cual sea la causa: entristecimiento del Espíritu Santo, enfriamiento de la fe, del amor a Dios, en la oración, apoyo en mi propia opinión, falta de comunión con Dios, mi enfoque en las bendiciones de Dios y no en el Dios de las bendiciones.

Dios ha traído una y otra vez un pasaje a mi vida para hablarme y ese pasaje está en Lucas 7:36-50. El pasaje habla de una mujer pecadora que fue a ver a Jesús mientras éste comía en casa de Simón el fariseo. No se nos dice exactamente cuáles eran los pecados en los que ella estaba, pero sí se nos muestra algo tremendo de ella: En su corazón había verdadero QUEBRANTAMIENTO. Estaba arrepentida, con las amargas lágrimas que vertían sus ojos por el dolor que le causaba el pecado de su corazón lavaba los pies de Jesús, con sus cabellos los enjugaba, los besaba y además derramaba sobre ellos lo más valioso que podía poseer una mujer en esa época, un frasco de perfume, que bien podría ser la dote que una joven guardaba para ofrecerlo a su esposo el día de su matrimonio.

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Ella anhelaba ardientemente el perdón de Jesús. Este pasaje siempre ha estado ahí, pero esta vez Dios lo impactó en mi corazón: «Y vuelto a la mujer [Jesús] dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta desde que entré no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.» Lucas 7:44-47 Luego, me pregunté: ¿Cuánto se te ha perdonado a ti, Noemí? Si sigo siendo honesta, la respuesta es MUCHO y más aún, porque no soy ni capaz de entender en plenitud lo que es el pecado a los ojos de Dios. Mi inclinación natural hacia el mal no cesa nunca y por eso es una necesidad orar a Dios que «nos guarde del mal» Mateo 6:13, tanto del mal del mundo, de Satanás, como del mal propio, que ya es mucho.

Un corazón quebrantado está íntimamente ligado a un corazón agradecido y amante porque sabe lo mucho que se le ha perdonado y la consecuencia es un corazón de una deliberada entrega al servicio de la voluntad de Dios, ¡gozoso! ¡Cuántas veces he fallado en esto! Y le pido a Dios: ¡Yo deseo ese mismo espíritu de quebrantamiento! ¡Quiero amarle más porque se me ha perdonado mucho! ¡Quiero ese corazón agradecido en todo tiempo, en todo lugar y en toda situación! Porque «Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordiasLam. 3:22 Que Dios nos haga más sensibles al pecado y a Su Palabra para vernos cómo somos realmente y que nosotros no cesemos de pedir a Dios por estas necesidades vitales.

-Noemí-

¿Y qué piensas al respecto?