En estos días las escuelas secundarias técnicas y privadas cerraron el ciclo lectivo 2020, caracterizado por el cambio de la presencialidad a la virtualidad, con todos los pro y contras que ello implicó.
Nos pareció interesante, en ese contexto, compartir el discurso que pronunció Emiliano Torres, egresado de la escuela Técnica electromecánica Eugenio Izasky porque se salió del molde, hizo reflexionar a los presentes al hablar de valores y les dejó la sensación que vale seguir intentando hacer las cosas bien porque son muchos los chicos que, como él, buscan darle sentido a la vida.
Las que siguen son las palabras de Emiliano:
“Es común que en estas palabras se encuentre el agradecimiento de parte de la promoción para los que nos han acompañado durante estos últimos años.
Pero ¿A quién y por qué agradecemos hoy? Creo que se puede encontrar la respuesta a esa pregunta en las palabras de Juan Bautista Alberdi, padre de nuestra primera Constitución, aquella que permitió a nuestro país tener el primer PBI per cápita del mundo, y hacer que miles de inmigrantes, buscaran futuro en esta tierra. Dice Alberdi en sus escritos póstumos: “La libertad, la autoridad, no están escritas. Se realizan. No están decretadas. Son creadas. Están hechas por educación. No se hacen en el Congreso. Se hacen en casa. No viven en papel. Viven en el hombre”
Cuando recibimos educación, heredamos el natural deseo y capacidad de buscar soluciones a problemas y desafíos. Buscamos la verdad oculta en la complejidad de las situaciones, y citando al hombre, el personaje más influyente en la historia de occidente y del mundo, “La vedad nos hará libres”. Cuando hacemos este análisis profundo de lo que significa la educación entendemos por qué estamos agradecidos de haberla recibido. Puesto que en ella se encuentra la base para ejercer nuestra libertad, defender nuestra propiedad y sobre todo preservar nuestra vida y la de aquellos a quienes amamos.
Y ¿a quién le agradecemos? Podemos tomar la expresión de Alberdi, cuando dice que estos valores se construyen en casa, y darles un sincero agradecimiento a nuestras familias. La base de la sociedad, nuestro apoyo fundacional, aquellos que nos comprenden y nos contienen hasta en el más difícil de los momentos. Con nuestros padres y tutores estaremos eternamente agradecidos, y nos complace verlos hoy contemplando el fruto de su trabajo, que en algunos casos significó un noble esfuerzo por habernos dado una calidad de vida mucho mejor de la que ustedes han vivido. Por todo esto, les decimos gracias y que los queremos desde lo más profundo.
Y si hablamos de que estos valores también se construyen con educación, debemos recordar a aquellos hombres y mujeres que trabajan en la institución que nos ha formado como ciudadanos y profesionales. A los directivos que le dan un marco jurídico y son la cara visible de nuestra escuela. A los preceptores que con su trabajo administrativo son el nexo entre Escuela, Profesores y familias, y nos ayudan a gestionar un recurso tan valioso como es el tiempo. A los miembros del servicio de orientación que acompañan a cada alumno, que están pendientes de ellos y su desempeño y que promueven una sana convivencia. A los celadores que hacen una tarea muy encomiable, al propiciar un ambiente limpio, sano y ordenado para que todos podamos desarrollar nuestras actividades de una forma digna. Y, obviamente, a los profesores, que traducen el esfuerzo de cientos de personas que pertenecen al sistema educativo al enseñarnos. A muchos los tenemos en muy alta estima, los respetamos y le deseamos lo mejor. A ellos que cumplen desde la docencia un rol fundamental en la formación de una nueva generación, que en este caso es muy distinta a la suya, pero aún así han logrado educar.
Una generación nacida en este siglo, criada en tiempos de profundos cambios tecnológicos y sociales, templada recientemente por los efectos de una pandemia y que estoy seguro es capaz de enfrentar con responsabilidad y disciplina los desafíos futuros.
¿Qué podemos decir?, al mirar atrás, en la retrospectiva, luego de evaluar lo que hemos ganado, lo que hemos perdido y lo que aprendimos de ello. El balance general nos dicta que lo único que podemos esperar del futuro es cambios y que tenemos la obligación con nosotros mismos de adaptarnos a ellos. Este año en particular nos recordó algo que ya sabíamos: La calidad que importa no es la de los recursos materiales, la fundamental es la que tiene el recurso humano. ¿Qué valor habría tenido un gran edificio cuando estábamos encerrados en casa? ¿Y cuán valiosa era la capacidad y la resiliencia de toda esta comunidad educativa? Tengan por seguro que son las personas las variables más importantes para resolver el problema. Reflexionemos siempre, y al mirar atrás, preguntémonos, si ya hemos superado situaciones tan difíciles, ¿qué nos impedirá hacerlo en el futuro? Si las relaciones y la interacción humana son tan valiosas y las extrañamos tanto, ¿qué conflicto nos impedirá convivir? Y finalmente, si hemos crecido tanto como personas durante este tiempo, ¿Qué nos impide ser mejores?
Con esa idea se despide “Lógica no Programada”. Un grupo formado por personas muy capaces, que tienen una eficiencia basada en ser metódicos, prácticos y útiles para resolver las tareas, pero que actúa en base a valores bien definidos, mucho mayores que lo que dicta lo pragmático. Que decide en base a la razón, pero actúa con criterio ético y pensando en el bienestar general. Gracias a todos ustedes por habérnoslo enseñado de alguna u otra manera. Les podemos decir que esos valores, tal como decía Alberdi, viven en nosotros. Tenemos la necesidad de siempre mejorar.
Por ustedes sucedió, hace 6 años por esas puertas ingresó un grupo muy variado de niños. Hoy están aquí 24 hombres y mujeres graduados listos para enfrentarse al mundo que los rodea.
A título personal, agradezco a mis compañeros, algunos los conozco hace más de 10 años. Les deseo lo mejor y más allá de las diferencias sé que todos somos personas de bien, que tenemos nuestros propios desafíos, somos humanos y cometemos errores, pero en el fondo todos queremos el bienestar propio y el de aquellos a quienes amamos.
Queridos compañeros, querida comunidad educativa, disfrutemos este momento, pero no nos engañemos. Este tiempo de alegría pasará, y habrá días oscuros en el futuro, pero cuando esos días lleguen, recuerden que todo lo que han logrado y superado, es solo una pequeña muestra de lo que son capaces.
Para terminar, sigamos agradeciendo, les aseguro que de esa manera enfrentaremos dignamente el paso del tiempo. Y en línea con la idea de ser agradecidos me tomo una licencia y uso la frase de quien para mi es el mejor músico argentino de finales del siglo XX: “No solo no hubiéramos sido nada sin ustedes, sino con toda la gente que nos acompañó desde el principio, algunos siguen hasta hoy, ¡Gracias, totales!”.
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