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Cómo evitar el despilfarro alimentario

 

En Servalia estamos comprometidos con los ODS, en particular con el ODS12 sobre producción y consumo responsable, con la puesta en marcha de nuestra estrategia de sostenibilidad.

Pero todas las personas, como consumidores que somos, podemos apostar por la sostenibilidad en nuestro día a día. Y algo que hacemos a diario es alimentarnos, por eso vamos a ver qué es y cómo podemos evitar el despilfarro alimentario.

 

Hablamos de despilfarro alimentario cuando los alimentos son aptos para el consumo humano, pero no se consumen porque son descartados por minoristas o consumidores o porque se deja que se estropeen.

Esto es diferente a la pérdida de alimentos que se produce por problemas de recolección, almacenamiento, transporte, infraestructura o los diferentes mecanismos de mercado.

Por ejemplo, las manzanas recolectadas que se caen de un camión se consideran pérdida de alimentos, mientras que si tenemos manzanas con manchitas o formas diferentes y las tiramos a la basura, se considera despilfarro alimentario.

Según José Esquinas (científico español ex-presidente del comité de la FAO sobre ética) nuestro sistema alimentario actual no es eficiente, ni justo ni sostenible, ya que producimos un 60% más de los alimentos que necesitamos, pero cada día 40.000 personas mueren de hambre.

Hay una relación directa entre el problema del hambre con el despilfarro alimentario mundial. Nosotros, como consumidores, podemos poner nuestro granito de arena cambiando nuestros patrones de consumo.

Según el informe de la FAO «La huella del desperdicio de alimentos: impactos en los recursos naturales» de 2013, la asombrosa cifra de 1300 millones de toneladas de alimentos que se desperdician anualmente no sólo  provoca grandes pérdidas económicas, sino también un grave daño a los recursos naturales de los que la humanidad depende para alimentarse.

Despilfarramos muchos más alimentos de los que imaginamos, de hecho el mayor despilfarro como consumidores lo hacemos en nuestros propios hogares:

Esto supone no solo un desperdicio de alimentos, sino un coste económico importante y un maltrato a nuestros ecosistemas.

Como consumidores, podemos ayudar con nuestros hábitos a cuidar del medio ambiente.

 

Decálogo del consumidor sostenible:

 

  1. Piensa antes de comprar. ¿Qué te queda en casa que puedas utilizar?
  2. Organiza y planifica tus comidas
  3. Compra solo lo que necesites para tu planificación
  4. Reutiliza las sobras, el pollo asado puede enriquecer una ensalada o convertirse en croquetas o empanadas.
  5. Evita los envases de usar y tirar; ten tu propia botella y tuppers reutilizables.
  6. Apuesta por alimentos de temporada y producción local siempre que puedas.
  7. Cocina en casa siempre que te sea posible, es más sostenible y económico.
  8. No malgastes el agua, el caldo de cocer unas verduras puede enriquecer la cocción de pastas o arroces.
  9. Más vegetales. Una alimentación sostenible se basa en verduras, frutas, cereales y legumbres.
  10. Ahorra comprando frutas y verduras “feas”.