Colación al Ministerio del Acolitado

En la fiesta de la Divina Misericordia S.E. Monseñor Julián Ruiz Martorell, obispo de Huesca y de Jaca, ha conferido el ministerio del Acolitado a veinte seminaristas de Bidasoa. D. Julián Ruiz es miembro de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado.

El Evangelio del día mencionaba la aparición de Jesús a sus discípulos, mientras estos estaban escondidos por miedo a los judíos. D. Julián mencionó que «el Jesús que se presenta a los discípulos es el Jesús real, que vive en ellos, no una fantasía. Ellos son la Iglesia. Están reunidos en Jesús y por Jesús, quien los envía a ofrecer su perdón de Señor resucitado. Esta es una genuina experiencia eclesial. Este es el Jesús que se hace presente en los hermanos que se perdonan, descubriéndose así transmisores de perdón».

Para D. Julián «Pascua es ante todo Paz. Cristo ofrece una paz fundante, creadora. El Señor resucitado es el mismo Jesús que se entregó por los hombres, y como expresión salvadora muestras las manos y el costado. Jesús resucitado sopla dando su Espíritu. Es un gesto que evoca una nueva creación».

Profundizando sobre la Pascua, aseguraba que «la Pascua se vuelve misión ‘como el Padre me ha enviado, así también os envío yo’ (Jn 20,21). De ahora en adelante, los cristianos también son enviados de Jesús. Realizan una obra que es propia del Señor resucitado. Extienden y despliegan su camino, realizan su misterio sobre el mundo».

En el domingo de la Misericordia la figura del Apóstol Tomás cobra una particular importancia. Sobre él D. Julián mencionó que «es la expresión del ser humano al que le cuesta creer en la resurrección de Jesús, del Jesús histórico, del Jesús de la carne, del Jesús crucificado. Solamente el encuentro personal, que concierne a toda la existencia, hace que Tomás pronuncie la más bella confesión de fe: Señor mío y Dios mío. Aceptar la misericordia nos lleva a un nuevo tipo de vida, que los Hechos de los Apóstoles retarán al afirmar que «tenían un sólo corazón y una sola alma».

El acolitado se convierte también en un reflejo de la gloria que es Cristo resucitado.

D. Julián Ruíz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

Sobre el ministerio del acolitado afirmó que «a los acólitos se les pedirá el ejercicio de una responsabilidad: el ejercicio de un amor ardiente, no solo a las cosas, sino a la celebración que se hace vida. El ejercicio de estar junto a las personas más necesitadas llevándoles la vida nueva que surge del manantial del Altar, que se convierte también en punto de partida».

Al finalizar la Eucaristía D. Julián sostuvo un tertulia con todos los seminaristas. En esta tertulia compartió sus experiencias como obispo de dos diócesis, donde cada una funciona de forma independiente a la otra, en provincias eclesiásticas diferentes, que sólo comparten al mismo obispo. Además, comentó sobre sus trabajos pastorales antes de ser electo obispo.

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