ALHAMAR FUNDADOR DEL REINO NAZARÍ DE GRANADA

IBN ALHAMAR, primer rey nazarí de Granada.
La derrota de los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa, 1212, marcó un punto
de inflexión en el islam hispano que a partir de esa fecha entra en declive y en franca
retirada al desaparecer el control africano beréber en la Península por deserción de los
califas de Marraquech. Pero no fue una desaparición brusca y rápida, aún los estertores
del imperio africano con sus secuelas, habrían de durar varias décadas, que sin embargo
son el canto del cisne del poder centralizado de las dinastías beréberes en la península
durante más de dos siglos. Tras su marcha surgiría un sentimiento de orfandad e
indefensión de los musulmanes andalusíes, amenazados por los reinos cristianos, que
les hizo buscar amparo en la persona o poder estable que garantizase su supervivencia.
Uno de estos personajes solventes y entregados a la tarea de salvar los restos del Islam
peninsular fue IBN HUD, rey de Murcia, capaz de conjuntar los restos de los caóticos
taifas andalusíes y unirlos tras duros enfrentamientos con sus correligionarios locales,
reacios a perder su exiguo poder.
IBN HUD encarnó durante un tiempo el sueño de ser Emir único de los Creyentes en un
cada vez más encogido territorio andalusí. Sometió a obediencia a Sevilla, Córdoba,
Almería, y atacó sin resultado Granada y tras un sinfín de correrías con infeliz resultado
murió asesinado en un lío de faldas.
Un joven soldado de frontera y al tiempo
“quintero”, poseedor de tierras con pago
del quinto al Estado, Muhammad Ibn Yusuf
IBN ALHAMAR NSSER, nacido en Arjona,
Jaén, militar avezado, resiste a Ben Hud y le
echa un pulso con el apoyo de su familia y
deudos del territorio que administra,
derrota a aquél y es reconocido como Emir
de un distrito amplio y muy valioso, el de
Arjona.
En diferentes etapas, en un programa
visionario al que acompañó la suerte, con
una ambición proporcional a los éxitos
contra sus enemigos, pronto alcanzará la
cima del Poder en los territorios que aún le
quedan al Islam. Contra todo pronóstico Alhamar se superpondrá a Ibn Hud y será el
fundador de una dinastía que durará dos siglos y medio, la más longeva de la península.
ALHAMAR, El nacimiento de la Taifa nazarí.
La debilidad y fragmentación de los estados taifas andalusíes, su extrema fragilidad y
desunión posibilitaron la ampliación de las conquistas cristianas en avances sucesivos y
persistentes apoderándose de castillos y territorios y más tarde de las grandes ciudades
del sur y el levante en un margen corto de tiempo a manos de los dos gigantes militares
de la época, Fernando lll y Jaime l.
La proclamación primera de Alhamar como Emir de Arjona, en 1232, extendió su
autoridad hasta la ciudad de Jaén, que se adscribió a su obediencia en los primeros
momentos. Y como en el juego del dominó. enseguida, aunque de forma harto frágil, lo
harían las ciudades de Córdoba y Sevilla que, en un juego de intrigas, no tardarían en
someterse de nuevo a Ibn Hud. No así Guadix, que fue la punta de lanza de Alhamar en
el confuso reino de Granada dividido entre la sumisión a Ibn Hud o el apoyo al joven
Alhamar, investido ya de algunos éxitos fronterizos y fama militar: y también una
modesta victoria contra su enemigo, el rey de Murcia.
Por medio, en el 1236, los gobernadores de Ibn Hud, abonados a la traición y por motivos
distintos Alhamar, que participa con su ejército a favor del rey cristiano, entregarán la
mítica ciudad andalusí de Córdoba a Fernando lll, éxito que acompañará a las sucesivas
campañas de expansión hasta hacerse dueño absoluto desde el valle del Guadalquivir
hasta el Estrecho, excepción de Jeréz o Ceuta. Su politíca de anexión de tan amplia faja
de territorios continuará con la conquista de Sevilla, una década más tarde.
Veremos enseguida sucederse los acontecimientos de la vida y del reinado de Alhamar,
pues la “distracción” de Fernando lll en los años siguientes permiten a Alhamar extender
su influencia por las antiguas ciudades del reino de Granada, Málaga, Almería, Baza,
Guadix, Algeciras, Ronda, Carmona, Vera…, que le irán prestando la sumisión de manera
sucesiva y firmando el amán al joven Emir Alhamar al que prestan el juramento de
sumisión a cambio de la defensa de sus habitantes y territorios. Es el momento en que
Alhamar, consolidado como Emir de todos los territorios del sureste de Al Ándalus,
iniciará la organización de su administración estatal, religiosa y política, en un marco
nuevo militar y estratégico donde descuella su figura y la de su enemigo principal y sin
embargo aliado oportuno, Fernando lll. Es el inicio de la ciudad palatina de la Alhambra,
comenzando por su alcázar.
Las relaciones de ambos, y las habilidades del arjonense permitirán en unas
circunstancias muy complejas un gran pacto de paz, El Pacto de Jaén. y unas iniciales
relaciones entre la colaboración y el rechazo interesado, de lo cual Alhamar sacará un
rédito inconmesurable pues, aunque firma un tratado de vasallaje con el rey cristiano,
en el fondo, por el no pequeño precio del Auxilium y Concilium a Fernando lll, conseguirá
una independencia efectiva que el rey cristiano nunca logrará revertir, a pesar de
intentar en sendas ocasiones asaltar la capital del reino nazarí y rendirla.
…”Yo lo ví con mis propios ojos el día de su entrada: el manto de lana hecho girones por
la parte de los hombros; llegó ante la puerta de la mezquita de la alcazaba cuando
estaba el almuédano de la hora de la puesta del sol en la frase ”venid a la oración”. Era
entonces imán de ella Abu Machad Al Muradi, el cual no se presentó; entonces invitaron
los jeques al sultán a que fuera al mihrab, y rezó al frente de ellos según la fórmula de la
fatiha del Libro: Cuando vino la ayuda de Dios y la Victoria, en la pimera “raka”, y dí: Él
es el Dios único en la segunda, luego entró en el palacio de Badis precedido de gentes
con cirios.
En el año 643, 1245/6 hizo las paces con el tirano de los cristianos y concertó con él la
Tregua Perpetua. Pero antes se había lanzado contra el enemigo, que en cierta ocasión
se había alineado en orden de combate cerca de la capital (en la parte de la capital)
defendida por el castillo de Belillos. A una distancia de una posta de la ciudad, y en este
encuentro obtuvo una gran Victoria. Luego hizo con él un pacto.
En octubre de 1264 hizo juraran príncipe heredero a su hijo y llamó a las cábilas para la
Guerra Santa”.
IBN ALJATIB
Historia de los Reyes de la Alhambra (Al lamha al badryya).
Resplandor de la luna llena a cerca de la dinastía nazarí. Ed. Eug.
FECHA: 1138. CORONACIÓN DE EMIR DE GRANADA.
EL PACTO DE JAÉN entre ALHAMAR Y FERNANDO lll.
En 1245 Fernando lll inició la tercera campaña militar de conquista del sur con una
maniobra extensiva que recorrió Úbeda y Baeza hasta Alcalá la Real, Illora y el oriente
granadino para apoderarse de Jaén y castillos aledaños, desabasteciéndola de
suministros y de ayudas exteriores. Cercó la ciudad durante ocho meses hasta llegar el
crudo invierno a las puertas de la ciudad sin conseguir mayores resultados. Pero el
invierno y el hambre hizo estragos entre los defensores y la imposibilidad de Alhamar
de socorrer a los sitiados forzó su rendición al finalizar el año. Sin duda Alhamar sopesó
lo escaso de sus fuerzas contra el coloso castellano y dejó caer Jaén temeroso del peligro
de una invasión cristiana a sus territorios de arriesgada defensa. Pero con raro olfato
diplomático echó el resto en convencer al castellano de la conveniencia de un tratado
de paz que dibujara las fronteras, un pacto de no agresión mediante el pago de tributos
y el deber de apoyo y socorro de uno hacia el otro. Y el monarca nazarí logró convencer
a Fernando lll de la conveniencia del acuerdo que quedó sellado con el nombre de
PACTO DE JAÉN, firmado en 1246, que vino a ser la piedra angular de la consolidación
de Alhamar en sus territorios y el enraizamiento popular del poder nazarí y su dinastía
por mucho tiempo.
El pacto incluía el acatamiento del monarca nazarí al rey castellano, su subordinación a
las peticiones de aquél en situaciones de guerra y auxilio y el deber de consilium o de
consejo del reino vasallo a su titular castellano. Se marcaron las fronteras, se
suscribieron cautelas para “no obrar contra terceros sin conocimiento del otro firmante”
y al cambio de 150.000 maravedises anuales Alhamar se garantizó la estabilidad de su
soberanía y el apoyo del monarca castellano en situaciones difíciles. Una jugada maestra
que no tardó en ser percibida por el cristiano como desventajosa, y así, arrepentido,
ordenó una escalada bélica hasta las cercanías de la capital nazarí, sin mayor resultado.
Al fin, el Pacto de Jaén obligaba a Alhamar a acudir a las cortes castellanas, a participar
en sus deliberaciones y lo que vino enseguida: el socorro al rey castellano en la siguiente
etapa de su codicia territorial: el asalto y conquista de Sevilla en el 1246. Secreta
venganza de Alhamar a su desahucio anterior por parte de la taifa sevillana y cofre de
las maravillas para Fernando.
LUCHA DE FAMILIAS.
Las dos familias más poderosas del distrito
fronterizo de Arjona eran la de los Náser, y
la de los Asquilula o Escañuelas. Alhamar se
casó con una Asquilula y sumó a sus
contingentes armados los de la otra familia
en el bien entendido arreglo de repartir
beneficios cuando llegara el momento. Pero
el carisma y éxitos de Alhamar, desde
primera hora, su ascendente primero frente
al rey murciano IBN HUD, y luego en las
inciertas batallas de frontera colocaron a
éste en la cima mientras los Asquilula, que
nunca olvidaron sus derechos preteridos,
quedaron de segundones. Para contentarlos y tenerlos bajo capa, Alhamar, que ya había
dado muestras abundantes de astucia, visión política y ambición, los fue nombrando
gobernadores, arraeces, de capitales importantes de los territorios administrados y
otras dádivas generosas pero insuficientes. Gobernaron Guadix, Málaga y Ronda,
ciudades ricas y bien pobladas, donde confiaba que olvidarían sus ocultas pretensiones
dinásticas. Craso error que enturbió las décadas finales de su reinado y le sumió en una
impredecible disputa.
Cuando muere Fernando lll, a cuyo duelo asiste Alhamar con 500 soldados de élite para
acompañar a sus exequias y rendirle honores con “mil velones de cera”, percibirá que
las reclamaciones de sus cuñados e hijos políticos (por nuevos casamientos entre
descendientes primos de las dos ramas), van en serio y que encontrarán en el heredero
castellano Alfónso X el sabio, pábulo a sus reclamaciones e incluso ayuda para
debilitarle.
Las ambiciones de Alfonso por coronarse Emperador cristiano a cualquier precio y la
nula empatía personal entre los dos monarcas llevarán al enfrentamiento ladino y
traicionero del uno hacia el otro y viceversa, tomando como punta de lanza las
reclamaciones de los Asquilula contra Alhamar. Éste no dudará en encastillarse y poner
su reino en estado de emergencia ante las circunstancias que se avecinan que
culminarán en el apoyo y organización por parte del rey granadino de la conocida como
REBELIÓN MUDÉJAR en los estados vasallos del sur, conquistados por Fernando lll,
mientras Alfonso apadrina a los Asquilula. Dos conflictos incendiarios que tendrán bajo
aviso permanente a Alhamar que no duda en reclamar la ayuda de los correligionarios
del mariníes beréberes, que de esa forma ponen de nuevo pie en la península en socorro
de los nazaríes, aunque esta vez de manera subalterna y menos peligrosa que las
anteriores incursiones norteafricanas de almorávides y almohades.
LA REBELIÓN MUDÉJAR CONTRA ALFONSO X.
Desaparecido Fernando lll El Santo, con quien Alhamar había mantenido una relación
política fluida, no exenta de algunos encontronazos, la subida al poder de su heredero
resultó un completo fiasco para los granadinos. Las ambiciones de Alfonso X el sabio
iban mucho más allá del concordato de vasallaje del Pacto de Jaén y en cierta forma
soñaba con tejer una malla desde Murcia hasta Gibraltar en la que desapareciera el
emirato nazarí absorbido por la pujanza de sus ejércitos. Desde primera hora la
desconfianza neutralizó la colaboración entre ambos pues ya tras el sepelio de Fernando
lll, Alhamar se temió una celada contra su cuerpo de élite a la que Alfonso había
encerrado con nocturnidad y alevosía detrás de una empalizada de madera en un
callejón sin salida de la que salió vivo por los pelos el Alhamar. Además, ambos
alentaban a sus contrarios y medían el momento preciso en el que afrontar una
inevitable guerra. La ocasión se produjo cuando Alfonso, abusando de la población
mudéjar de la Baja Andalucía y Murcia, que gobernaba, les fue privando de derechos y
sometiéndoles a onerosos impuestos mientras repoblaba con población del norte los
amplios territorios conquistados por su padre desde Murcia, Badajoz hasta Jerez. Y
Alfonso se entendía con los enemigos de Alhamar, sus parientes los Asquilula a los que
se comprometió a ayudar en su pendencia con el emir granadino.
La ocasión se produjo cuando Alhamar
hurgó en la herida de la población
mudéjar descontenta y logra unirla en
un complot contra Alfonso en la
primavera de 1264. En el más absoluto
secreto prepara complicidades y
planes de campaña y señala la
estrategia para expulsar a los
cristianos y revertir las ciudades a su
primitivo estado. El efecto sorpresa
fue demoledor para el rey cristiano que tiene que huir a la desesperada de Sevilla
llevándose en volandas los restos de su padre.
El levantamiento fue general desde Jerez hasta Murcia, sumando sincronizadamente
fuerzas y poblaciones que someten a su paso como Matrera, Medina Sidonia, Vejer,
Alcalá, hasta la misma capital murciana que cae en manos de Alhamar. El sultán nazarí
ha mandado venir a los voluntarios de la fe mariníes que han atravesado el Estrecho y
se suman a las fuerzas rebeldes apoderándose conjuntamente de castillos y ciudades. El
baño de sangre sobre las huestes castellanas fue desmesurado y brutal, tal como
cuentan las crónicas de ambos bandos.
Dos años dura la revuelta en la que Alhamar extenderá provisionalmente sus dominios
a Murcia y la Baja Andalucía. Pero un tercer elemento bélico no contemplado aparece
en escena, Jaime 1 de Aragón, suegro de Alfonso, que acaba de someter el Levante y
Baleares en campañas recientes. Jaime conquistará Murcia y la cambiará con Alfonso,
Alhamar será derrotado y la taifa murciana vuelve otra vez a poder de Alfonso.
Enseguida se desatará, ahora en el campo castellano, un factor de división que explotará
en calculada venganza Alhamar, la desnaturalización de los infantes de Castilla (Don
Felipe y Don Nuño con parte de la nobleza contraria a Alfonso) que son recibidos en
Granada con tutela de protección y aquí permanecerán cumpliendo un papel
importante de protección al heredero de Alhamar en su pugna con los Asquilula. Todos
estos balanceos de fuerzas e intrigas convienen a la firma por ambas de un nuevo
tratado de vasallaje que será un balón de oxígeno para el aún joven Reino de Granada.
Éste nuevo tratado de paz se firma en Murcia.
ANECDOTARIO
BERMEJOS, PELIRROJOS, ROJOS.
El apodo del primer sultán nazarí era el de Alhamar “el rojo” por el color rojizo de su pelo y
barba. Heredó el apelativo de su padre, también llamado así. El rojo es el santo y seña nazarí:
la dinastía habitó “la Colina roja”. Su bandera era roja con las letras en diagonal de “Sólo
Allá es vencedor”. El sello de la Cancillería era rojo, los membretes y papel oficial también
lo eran. Con arcilla roja, rica en alpañata, se elevaron las torres y murallas de los palacios. El
sexto rey nazarí, Abú Said, apodado el Bermejo, llevó al paroxismo este mote cromático
identificándolo con la roja sangre que vertió en abundancia en el complot para apoderarse
de la Alhambra. Y hablando de sangre, ésta corría con soltura en la Alhambra por la afición
de los nazaríes a arreglar sus pendencias familiares con un baño del sagrado y rojo elemento
en los trece destronamientos habidos en el transcurso de la dinastía.
EL GEN NAZARÍ DE LOS PRIMOS ASESINABLES.
Si en todas las dinastías del mundo abundan los asesinatos, los complots y destronamientos,
los nazaríes no le van a la zaga. Más de la mitad de los sultanes acabaron a manos de sus
primos, (hubo también padres, hermanos…) burlados en sus supuestos derechos dinásticos
que se tomaron la daga por su mano y acometieron regicidios, infanticidios o ajustes de
cuentas de notable impacto, una buena parte de ellos, entre primos.
EL VIERNES ERA EL DÍA PREFERIDO DE ALHAMAR.
Una curiosa circunstancia repetida nos muestra al sultán nazarí haciendo casar las fechas de
sus efemérides importantes en viernes, día sagrado de los musulmanes.
Fue nombrado Emir de Arjona, en viernes, otro tanto sucedió en Granada, el día de su
nacimiento fue un viernes…y así un largo etcétera. Emulando a Chesterton podríamos
sentenciar que Alhamar vino a ser “el hombre que fue viernes”.
LA SANTIDAD DE FERNANDO lll, EL SANTO.
Resulta sorprendente encontrar en los altares de iglesias o catedrales la efigie de un rey
armado hasta los dientes de espada, puñal, casco y demás indumentaria bélica y que éste
se venere como santo bajo el lema cristiano; ama a los demás como a ti mismo. Pero así
sucede con Fernando que tras treinta años sucesivos de someter a guerras y muertes a los
“depravados moros” cumplía por Pascuas floridas, confesaba y comulgaba y rezaba el
rosario antes de entrar en campaña. Tuvo la culpa San Luis de Francia, primo del español,
que llegó al santoral con parecidos méritos, obligando a los eclesiásticos españoles a
convencer al Papa para no quedar atrás en el escalafón de santos /reyes. O viceversa.
ALFONSO X EL SABIO Y SU AFICIÓN GUERRERA.
Tenemos la imagen de Alfonso X como un formidable mecenas, poeta, alma inquieta y
procurador de las Artes. Menos se conoce su afición guerrera y sus devociones imperiales,
heredadas de su padre, que le mantuvo todo el reinado sin apearse del caballo en guerra
continua con moros, cristianos, hermanos, hijos, cuñados o suegro. Apenas resolvía un grave
asunto le surgían mil. Los expertos entienden que su afición a las Letras era como el dulce
vaivén de los sueños, el descanso y reposo ante tan abarullado y angustioso panorama.

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