De manitas de azabache y algo más...

 Categoría:  Reflexiones

Con cierta frecuencia hemos visto niños con manitas de azabache en la muñeca de su mano o en el cuello. Otros llevan ojos de Santa Lucía, collares de colores de la Santería, etc. Pertenecen todos a una amalgama de objetos que llamamos amuletos.

El diccionario de la Real Academia define el amuleto como: objeto pequeño que se lleva encima, que se atribuye la virtud de alejar el mal o propiciar el bien.

Cuando yo era niño compré una patita de conejo. Me habían dicho que era de buena suerte. Se la regalé a una niña que me gustaba. Talvez pensaba, en mi inocencia de niño, que tras de la patita de conejo vendría también la chica, pero me equivoqué.

Las patitas de conejo también se pueden considerar amuletos como otros objetos a quienes le demos la cualidad de defendernos del mal, darnos suerte o propiciar nuestro bien. /p>

Lamentablemente, el uso de amuletos va en contra del Primer Mandamiento de la Ley de Dios del Decálogo. Bien lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

2117 Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar las potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aun cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro o recurren a la intervención de los demonios. El llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.

En Puerto Rico hay una fuerte influencia del espiritismo que todavía permea en el inconsciente colectivo de tal manera que ves personas que se consideran cristianas auténticas y, sin embargo, les ponen a sus niños amuletos contra el “mal de ojo”, ponen herraduras en los dinteles de sus puertas, vasos de agua con una estampa de Santa Clara y otros muchos objetos que podríamos añadir a la lista de amuletos. /p>

Darle la capacidad a un objeto inanimado de protegernos, así sea una medalla religiosa, puede entrar en la categoría de amuletos. Quienes nos confiamos al amor de Dios no tenemos necesidad de ponernos cosas que nos defiendan pues tenemos un Padre Todopoderoso que cuida de sus hijos e hijas.

En Mateo 6:25-26 leemos: Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves!

Quiénes hemos puesto nuestra confianza en el Señor no necesitamos de objetos que nos defiendan contra el mal o nos traigan buena suerte. El poder de los amuletos sólo radica en cómo nos dejamos influenciar por éstos.


Redactado el 16 de diciembre de 2018. Teología para principiantes 1/2018

Autor:  P. Jorge Santiago cartagena, SDB

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